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Primeras clases

Para pensar sobre lo que veíamos hablando.

Las preguntas que guiaron la exposición de la primer clase, además de si se aceptaban cuantos alumnos etc
etc fueron:

Donde se produce la identificación?


Cuál es el material, los elementos con que se produce?

Podríamos decir es imitación del YO, copia de la conciencia. De hecho la histeria fue, y a veces lo sigue
siendo en algunos diagnósticos, denunciada como mera copia. Copia de YO a YO.

Pero para nosotros no es eso.

Un Freud “Temprano” ya en sus cartas de análisis planteaba que


La identificación estaba presente en el síntoma y que su materia era el lenguaje.

Para desarrollar esta tesis propuse por un lado tomar la afirmación freudiana “pluralidad de personas
psíquica” y que “el hecho de la identificación admite ser tomado literalmente”

Esto nos daba a pensar en una dramática, una escena en la que intervienen diferentes personajes. Cuál es
el espacio de esa escena, la conciencia, en términos de un Freud de estos tiempos. Creo sería más apropiado decir
EL YO.

Lo que nos propone es que en ese escenario se representa una obra donde intervienen diferentes
personajes (producto de la identificación) que no es mera copia, Imitación, , sino que su intervención, el guion de
esa escenificación responde a un director que vamos a llamar EL DESEO.

Pero de lo que solo habla a medias tintas Freud, porque no tiene los elementos teóricos para ello, es
decirnos cómo cuernos es que el deseo está ahí? Cómo llega a encarnarse (hacerse carne ese deseo, carne de la
paciente, carne de salmón en la bella carnicera? Y anticipando la próxima clase ¿Se trata de mera copia del deseo
de la flaquita? Podríamos decir hasta donde llega el análisis freudiano que copiando el deseo de la ésta ella
satisface su deseo. Y que este lugar fue señalado por el Gordo Carnicero. Pero cómo se urdió toda esta trama?
Queda para la próxima.

Freud lo dice sin saberlo: lo visto y oído entendido con posterioridad. Parece que está pensando que lo
que se escucha que se dice tiene efectos con posterioridad.

Y hasta acá llega Freud en su idea de lo que plantea como DESEO. Que para él no es, insisto, imitación,
anhelo, voluntad de la conciencia, a la manera de “tengo ganas de …” esto no es DESEO en psicoanálisis.

Si recurrimos a los desarrollos lingüísticos podemos decir algo más.

Si vuelven arriba pueden ver que puse dos preguntas como guías de la clase dónde? Por un lado, y con
qué material? la identificación.
Aclaremos ya, donde? En la lengua; con que material? con el deseo. Vamos a ver cómo es que ahí hay
deseo, ese deseo que nos interesa.

Recomiendo re-leer el texto de Contardo Calligaris, se habrán dado cuenta que me parece muy claro por la
insistencia, pero, y esto es personal nunca un texto me llevó tan claramente al problema del deseo en la lengua.

Creo que podemos recurrir a una metáfora geográfica para empezar: el lenguaje es una superficie sin
solución de continuidad, sin cortes. Su existencia, como la de todas las cosas que se incorporaran a nuestro mundo
simbólico es a partir de un corte, una ruptura de ese continuo. El deseo va a ser la forma en que esto pueda
ocurrir.

Pero esto es necesario poder pensarlo en un segundo tiempo lógico. Me gusta como lo dice Calligaris,
parafraseándolo: puedo decir que el accidente humano podría resumirse de esta manera: en el parloteo
permanente que hay en el mundo se produce deseo, pero un deseo totalmente independiente de toda intensión
confesa de un individuo.

¿Dónde es que cobra cuerpo ese deseo? En el punto en donde un ser hablante, en un segundo momento,
(recordar “lo oído entendido con posterioridad” dijo Freud), supone un Sujeto Otro, en esa superficie de la que
venimos hablando, no hay otro elemento más que ese, Sujeto Otro que no coincide con ninguno de los otros
semejantes , nótese la diferencia de escritura entre ambos con el subrayado, a quien atribuye un deseo que lo
incluye, un deseo sobre nuestro protagonista.

Permítaseme esta manera un poco burda de decirlo: el deseo hace su aparición con el Otro, deberíamos
decir: en el campo del Otro es donde se produce deseo. O lo que es lo mismo Otro, con mayúsculas, quedará
definido en tanto portador de un atributo del sujeto: el deseo. O lo que es lo mismo: es en el campo del Otro donde
se produce deseo del sujeto.

Queda sin responder ¿Cómo es que se recorta eso que llamamos deseo del Otro?
Para ello recurrimos a plantear el principio mínimo de funcionamiento del lenguaje:
Un sistema abierto, todo enunciado procura obtener su significación en otro lado, en otro enunciado. No hay un
lenguaje total, acabado que contenga porque todo enunciado remite si o si a otro lado, que no pudiendo contener
a la cadena total de enunciados remite a otro y así sucesivamente hasta el infinito. No hay en el lenguaje un
elemento, último de la cadena podríamos decir, que contenga las condiciones de su significación, su significado.

Pusimos en clase el siguiente ejemplo:


Hay…
Hay María…
Hay María así…
Hay María así no…
Hay María así no, pero…

Y podríamos seguir evocando a la virgen al infinito.

De tal manera que si un elemento del sistema necesita de otro para su significación, eso puede recortarse
de la cadena.
Hay que hacer un salto más: dijimos que eso habla, y eso no sabe lo que dice. También dijimos que aparecía
Sujeto definible (en ese lugar y solamente en ese lugar: el lenguaje, cuya existencia es anterior a la aparición de
nuestro protagonista) por el atributo de ser portador de un deseo sobre el sujeto ( y que es aquello que le
permitirá a nuestro protagonista encontrar un lugar en ese mundo simbólico). Entonces el salto del que hablo es
que si eso habla eso quiere (deseo sobre el sujeto), pero si no sabe lo que habla, tampoco sabe lo que quiere …
pero quiere para suerte de nuestro protagonista. Esta es la base de la estructura por la cual suponemos DESEO EN
EL LENGUAJE.

Retomando: en ese ruido hay deseo, pero aparecerá cuando aparezca Otro, Sujeto, portador, a quien le es
atribuido deseo. Como aparece: en el punto en donde la superficie puede ser cortada, quién la recorta? El efecto
de Sujeto, cuál efecto? Aquél que es su atributo: el deseo. .

Para esto recurrimos a la unidad morfológica del lenguaje: el significante.

Y retomamos una famosa frase de Lacan, ecoláticamente (ecolalia: perturbación del habla en donde un
sujeto repite involuntariamente una palabra o frase que otro ha dicho a manera de eco, se puede ver en la
esquizofrenia como una forma de manejo del lenguaje) repetida:

Un significante es lo que representa un sujeto para otro significante

escrito así : S1 $ S2 ó S1 $ S2

Esta fórmula toma la propiedad del lenguaje, que ya definimos como un sistema abierto, radicalizándolo
en términos de sus unidades más simples: el significante en donde por retroacción un significante solo adquiere su
significación en tanto recurre a otro significante.

Quién es el que se mete a hacer estos cortes? Quién arma estas relaciones de significación? El que está en
el medio de esta cuestión que no es otro que SUJETO, (o como decimos rápidamente el deseo) .

Esto es fundamental: hay deseo porque:

1) hay una cadena, que existe en tanto un enunciado solo encuentra su razón, su significación en otro lugar de
él mismo.
2) De esa cadena algo puede separarse, cortarse, singularmente, en tanto ahí hace su aparición Sujeto Otro, a
quién el sujeto le atribuye un deseo. O lo que es lo mismo Sujeto, portador de deseo, o como se suele
afirmar… hay deseo en el Otro. Y como para muestra sólo hace falta un botón, el mejor ejemplo que
tomamos es con la estructura morfológica menor del lenguaje: el significante.

Tomo a Calligaris y a Roberto Harari, psicoanalista argentino, para aclarar un problema de traducción que
no es menor:

“Sujeto no tiene nada en común con nuestros semejantes, se distingue por ser el atributo de un deseo, que es el
efecto de funcionamiento de lenguaje, así Sujeto es producto, jamás productor de un deseo”

Pero ese Sujeto fue mal presentado por las traducciones del seminario de Lacan, al decir que “un
significante es lo que representa a un sujeto para otro significante” al escribir el efecto como una representación
se corre el riesgo de pensar que Sujeto podría tratarse de una representación como si eso que nombramos como
Sujeto estuviera allí antes de decir lo que lo representa. Y así caer en el malentendido de sustancializar al Sujeto.

Muy diferente hubiera sido decir que “un significante es lo que re-presenta un significante para otro
significante” La escansión que propongo, nos lleva a una forma nueva para pensar esto, ya no como
representación, sino una repetición, una vuelta a presentarse el efecto de Sujeto, esto es la aparición en tanto el
deseo que definimos como su atributo hace posible con el recorte significante de la cadena la aparición una y otra
vez del Sujeto1.

Para terminar queda por decir algo que por retroacción nos manda nuevamente al principio de este
desarrollo: ¿por qué es necesario pensar en un primer momento con deseo indeterminado y no solamente pensar
en él cuando se/ un enunciado, lo produce? ¿Por qué dotar a esta construcción de un tiempo lógico primero en
donde habría deseo indeterminado en el lenguaje y no partir de un tiempo en donde ese deseo quede determinado
efecto de la enunciación?

Esta construcción es efecto de la cura, es efecto de un apres- coup, (recordar decía Freud entendido con
posterioridad) y es el Final del análisis el que nos pone en el lugar de ver que ese Sujeto al que se sirve, al que le
suponemos deseo sobre el sujeto, no es más que una construcción está ahí por el atributo que es ese deseo, que
ha sido determinado por efecto del lenguaje, descubrirlo es absolutamente liberador. Reitero es al final de la cura
donde se quedará clara la determinación de este por efecto del lenguaje.

Espero que esto sirva de brújula pensando en las primeras clases que como toda primera vez no estábamos
exentos de que fuera complicado y oscuro.

1
En esto seguimos a Roberto Harari que utiliza la la re-presentación como la vuelta sorpresiva, una cada vez, del efecto,
Calligaris prefiere el vocablo “produce” para poner el acento en una repetición que no es sino cada vez original, sin un
precedente posible que pudiera representarla.

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