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Binomio fantástico

Acerca de la relación
entre el olfato y el
corazón
Por: Alexander Marroquín / Bogotá, Colombia

Día tras día observaba a su amo ejerciendo el oficio de reparar las entrañas de esos armatostes que una
vez aliviados rugían y expelían un aroma asqueroso desde sus partes traseras. Bestias que los humanos
montaban y que eran además las responsables de los decesos de muchos de sus amigos. La bestia que
le interesaba en particular era precisamente la que su amo se encontraba aliviando. Un aroma fantástico
despedía la mujer que lo conducía. Desde la primera vez que la vio sintió que esta mujer traía más que
un lujoso carro, traía consigo un elixir que inundó su pecho y lleno de color un mundo frío de metal y
de olor a aceite. Desde la lejanía alcanzaba ya a distinguir tan delicado aroma y por supuesto el inconfun-
dible aullido de la máquina, sus orejas se enderezaban y su piel se erizaba pensando que tal vez en esta
ocasión si aparecería ante su manchado rostro la dueña de tan alucinante fragancia. No, no, otra vez no.
Por fortuna los “no” vienen acompañados de por lo menos un “si”, y como era de esperar en una ma-
ñana tibia la máquina de ensueño apareció esta vez cargada de la fuente que había hechizado su olfato,
blanca como los animales enormes que se mueven arriba donde su miraba se perdía cuando imaginaba
este momento, su alma vigilante quedó paralizada y el usual latido que emitía al llegar un visitante fue
enmudecido por aquella aparición. Ni el más fino trozo de carne se equiparaba a la dama que le obser-
vaba con algo de indiferencia a través de uno de los seis cristales que protegían el interior del coche.

La conductora abrió una de las puertas, se deslizó en su silla y bajo del auto para entregar las llaves
al dueño del enamorado sin darse cuenta de que su cuadrúpeda compañera había saltado tras de ella,
la indiferencia se transformó en curiosidad, no es la primera vez que esto ocurre en algún relato, y se
acercó sin dudarlo a aquél can enmudecido y tullido como se enmudecen los que ven de repente ante
su rostro a la persona con la que han soñado desde que conocieron su aroma.Tan cerca el uno del otro
que se mezclaron sus perfumes, uno a base de lubricante de motor y el otro constituido por esencia
de orquídeas y rocío de la mañana. Algo en él le fascinó a ella, tal vez lo mismo que le causó indiferencia
al principio y luego curiosidad, y que le representaba un mundo desconocido, un mundo más allá de las
paredes que la encerraban en la mansión de su ama y de los machos de su especie que olían mucho
mejor que ella. Esto mismo la animó y cuando se proponía a entablar comunicación, un par de garras,
sin previo aviso, la rodearon. Violeta!!!! Por favor, mira como te has vuelto!!!! Recién salida del salón
de belleza!!!! Qué van a decir??? Cómo te acercas a ese… te llenaras de bichos.. y yo también...!!! Las
exclamaciones no paraban y la señora histérica se alejo del taller llevándose en sus brazos a la que ya
había él aprendido a amar.

No volvió a verla, tampoco a la máquina que se la trajo ni a la bestia que se la arrebató. Tan solo veía a
su amo introducir su brazo en los cuerpos de los monstruos de metal para que estos pudieran volver a
rugir y a expulsar el humo negro que le brindaba su no muy fino olor. Imaginaba las palabras que ella casi
pronuncia y recordaba la indiferencia que se transformó en una blanca y delicada cola ondulante que
le rodeó los sentidos y le robó los suspiros. Cómo miraba a su dueño!!! Ah triste es aquel que sabe lo
que quiere decir pero no conoce las palabras para hacerlo. Quería que su dueño metiera unos alicates
en su nariz y le arruinara para siempre su olfato, pues de qué sirve un gran olfato si no se puede tener
lo que se puede oler.
p u l s o n to.
b u e n u n p u
tm o y ea e n
o n R i n a l í n
C ierto u El mar, t
co n v g ran
u y yo a
velocidad
.

Soy t
n a oda u
e s d e a r e
o l . si qu famo na diva
e l o
Mi ci no hay u Rigel n s ieres sa sin ,
n é l s y pues mi au par,
y e e
Ant mías son.
a r busca tógraf
par i e n t e s en el o,
mar.
Fichas Propp

La batalla deseada Por: Alexander Marroquín / Bogotá, Colombia

Al encender el tercer cigarrillo ese impulso de coraje, que le había llegado antes de los dos primeros,
comenzó a desfallecer como las ondulantes exhalaciones de humo que despedía afanosamente y que
apenas le permitían sentir el sabor del tabaco. Sus manos temblaban y sentía que su corazón estaba en
completo estado de exaltación, era muy temprano para seguir adelante y muy tarde para retroceder.
Sirvió otra copa de esa bravura amarillenta que recomiendan los especialistas en dilemas como el que
se le presentaba. Bebía, fumaba y temblaba, y cómo no temblar? Cualquiera que haya llegado, por fin, a
la catarsis de su vida temblaría.
Muchas veces había visto este sendero, sin embargo los atajos están a la mano y es muy sabido que
siempre estamos moviéndonos entre los atajos, evitando aquello que llegará y desenvolverá la maraña
de ese existir al que le somos esquivos. Acaso que ocurrirá si no lo hago? Nada que cambie las cosas
tal como son… Así han sido siempre y quién se queja? Puede que no sea lo mejor para todos pero
aquí estamos… o no? Otro trago y un cigarrillo más. Por otro lado, quienes le querían tenían confianza
en que algún día el daría el paso, quién si no él?, y qué diablos cuándo ese fragor del pecho intenta dar
marcha a esa máquina incontenible que hay en todos nosotros!!! Otro trago y otro cigarrillo… Allí,
justo en la entrada del sitio donde la bestia se esconde, su deseo de seguir era reprimido por esa falsa
seguridad en las cosas que se palpan. Intentaba cubrir su presencia soplando nubes grises, intentaba
segar al monstruo que de verlo lo perseguiría eternamente.

De nuevo ese fragor del pecho! Tengo que hacerlo. Ahora se le sumaba la bravura amarillenta, el licor
había causado el efecto esperado. Su cuerpo despedía valentía y sudor, los escalofríos le recordaban
que no había lugar para arrepentimientos, la huida ya era imposible, tenía que atacar o resignarse a ser
esclavo de la bestia a la que había perseguido pero que ahora dudaba en enfrentar. Una bendición no
sobra en el momento cumbre, quién quita y alguien la este verificando, una ayuda no se desprecia, venga
de donde venga y así se pida sin tener confianza.

Dejarían de recriminar su demora y él dejaría de temer al decir ajeno, sería recordado por hacer lo que
muchos ni siquiera intentan, lo que muchos evaden con eufemismos y excusas de todo talante, y por
qué no, escuchar desde el infinito su historia narrada por cantores que alaban al héroe qué nadie sino
él quiso ser y muy probablemente al héroe que solo él pudo conocer.

Por fin, entró en aquella cueva de atmósfera densa a la que entramos cuando apretamos los músculos
llenos de pliegues que rodean los ojos y dirigimos nuestra mirada al interior que solo cada uno puede
penetrar. Una pelea épica y sin comparación es esa que decide vivir quien, como este hombre, se enfren-
ta a su orgullo, lo atraviesa con la razón y lo desgarra con la dignidad y el amor a sí mismo y a quienes
le rodean. Profundas heridas deja la contienda pero luego cicatrizan y nos recuerdan que no hay acto
más valeroso que admitir que no siempre tenemos certeza de nuestros actos pero eso no impide que
intentemos darles una corrección para no sepultarlos bajo la alimaña oscura que se nos han creado
dentro y nos repite de manera descarada que errar es humano y que admitirlo es de bestias.
Idea de guión

Apartes del cuaderno de


notas perteneciente al gran
detective que desapareció
de manera extraña en
medio de una investigación
aún más extraña.
Recopilación por Alexander Marroquín

Es natural que en mi escritorio aparecieran de cuándo en vez casos insólitos, indisolubles al


parecer pero que con un buen reparo y análisis desde mi perspectiva obtenían la solución
que los angustiados remitentes no podían encontrar. Dada la naturaleza del asunto que me
dispongo a relatar, el término “insólito” simplemente me deja insatisfecho. El caso es uno de
tantos en los que desaparece la gente pero uno de pocos en los que la gente desaparece por
un maleficio de un ser extraordinario que me negué a aceptar en un principio. Supercherías y
patrañas de mentes agüeristas, pensé.
Las autoridades de un pueblo aledaño no daban con la pista del por qué los niños desapare-
cieron del lugar sin dejar el más leve de los rastros. Ningún método científico y tecnológico
logró encontrar al captor o a los captores. La primera en desaparecer fue una niña de ocho
años, vista por última vez frente al computador de su casa. Desconcertados quedaron sus
padres pues ni siquiera un agujero de hormiga permitía la comunicación con el exterior. Las
especulaciones fueron muchas, los padres de la menor terminaron procesados. Al poco tiem-
po el caso se repitió en tres viviendas, en una de ellas fueron tres los que se esfumaron, las
versiones indican que los nuevos perdidos, siete en total, se encontraban jugando videojuegos
al abrigo de su hogar. Algo que causó estupor fue que desaparecieron al mismo tiempo, de
acuerdo a las anotaciones de los peritos encargados de cada situación.

El temor se apoderó de la población que encerró con llave a sus hijos al extremo de no per-
mitirles ir a la escuela. La tercera desaparición múltiple fue una tarde en medio de la franja
prime de televisión, esta anotación viene a colación ya que todos los chiquillos se encontra-
ban viendo el mismo programa de moda que ven todos los chicos luego del estudio. Acaso
los adultos están devorando a sus hijos???!!! Proclamó espontáneamente una personalidad del
pueblo!!!

Se tomaron muestras de los padres para dejar claro que no se trataba de una epidemia de
antropofagia. Las pruebas salieron negativas, excepto una de ellas que después se corrigió
puesto que la máquina de última tecnología que las examinaba erró por accidente. Dada la
gravedad del asunto, los pobladores optaron por tomar en cuenta las opiniones de los ancia-
nos que gritaban a coro que se trataba de un rapto mágico, de la macabra obra de una bruja
con la que sus antepasados firmaron un pacto.

Este pacto, que motivo mi burla, fue realizado en el tiempo en que aún no se marcaban las
horas, cuando la gente no se hablaba y la diversión no era una palabra. Preocupados por la
situación algunos se dirigieron al sitio mágico que deambulaba en las cercanías, fueron cada
cual por su camino, pero al acercarse al destino un no sé qué les instó a juntarse. Este era un
sitio del que salía un olor dulce que sonrojaba al más frío, donde los ríos vivían cantando y
donde las aves recreaban sus oídos al trinar de las ramas de los árboles. La bruja, que no tiene
otro nombre, Apareció frente a los extraños, les increpó su visita y finalmente con una sonrisa
oscura les dio la bienvenida.

Qué desean mis hermosos??? – Venimos a pedir su ayuda, nuestro pueblo es gris y muerto en
vida, el sol no se acerca a nuestra ventana y la luna huye de nuestra vista. Nuestros dientes
siempre se esconden, nuestros besos son amargos y no hay abrazos ni regalos. Sabemos que
nuestros padres levantaron tu furia y nosotros cargamos el peso de tu castigo. Pedimos de
rodillas nos liberes y nos des un poco de la belleza que hay aquí.

La bruja finalmente retiró el encanto y les envió un trozo de su tierra que por encanto apa-
reció en el centro del pueblo, pero como toda bruja dejó una sentencia: Les doy un corazón
con flores para el amor y buena vista para el pintor. Árboles y pájaros regalo sin igual, una
fuente blanca de agua en manantial. La alegría conocerán y la tristeza olvidarán en este jardín
mágico que parque llamarán. No dejéis nunca que marchite este tesoro o cerraré mis ojos y
lanzaré conjuro.Volved a casa y sed felices.

Desde ese día el pueblo renació, en el parque se pactaron amores y amistades eternas, se
vieron los atardeceres más bellos, se inventaron juegos son sus propias reglas y sus propias
palabras. Grandes y chicos se mezclaban, los ancianos contaban historias y los vendedores de
helados no daban abasto. Qué regalo incomparable les dio la hechicera!... Pero todo regalo
incomparable deja de ser incomparable si el Tiempo entra en acción.

El Tiempo era un hombre elegante que se presentó en una tarde de sol brillante. Levantó su
voz y dijo a las personas: Acaso nunca piensan cambiar la rutina? Esto es vida para ustedes???
Le dan importancia a regalos de hechiceras??? Permítanme señores y señoras enseñarles la
nueva manera de ser vivir, una vida que se vive fuera de los límites de su estancada urbe, la fe-
licidad ha cambiado de formas y ustedes aún no lo han asimilado. El mundo ha visto el renacer
de una era pero sus ojos están vendados por un maligno sortilegio.
Maravillados por el porte del caballero fueron muchos los que le acogieron. “Un regalo les
ofrezco y eliminar el maleficio de aquella que bien conozco y que vivo combatiendo” Se que
han pactado, pero les invito a vivir sin ataduras y simplemente pido su atención. Por qué com-
partir la felicidad si la pueden comprar???? Por que venir a la intemperie si en la seguridad de
sus casas pueden reír y pueden gozar???” Estupefactos los pobladores dieron un vistazo a sus
muñecas…. “ Esto que en sus manos aparece… son relojes mis queridos!!! las varitas que se
mueven traerán muchas sorpresas, solo atiendan mis obsequios que a medida que me esperen
, más rápido andarán, las sorpresas son enormes y muy pronto las verán”.

Algunos no le dieron importancia pero otros muy curiosos aprendieron a esperar. La espera
fue corta, en sus bolsillos aparecieron aparatos con los que la voz volaba sin importar la dis-
tancia, en sus casas pantallas con miles de parques siempre brillando al calor del hogar, el mun-
do enmarcado y bajo su poder, mujeres hermosas y mundos fantásticos. Los relojes avanzaban
y eran más los suvenires. Computadores y video juegos. Sin salir de casa, la felicidad estaba
adentro y no había que compartirla, cada uno fue adquiriendo su propio objeto de felicidad.

La gente olvidó. Generación tras generación se perdió el respeto al regalo que la bruja les
brindó. El parque se convirtió en un espacio inhabitado, de cuando en vez algún espíritu lo
merodeaba, era un vigia de la bruja. El Tiempo siguió su marcha cada vez más rápido e inundó
de alegría en promoción cada hogar, cada habitación, cada bolso y cada bolsillo.

Algunos de los viejos se negaban a olvidar pero sus recuerdos eran tachados de cuenterías
y viejas creencias que estaban fuera de lugar. Muchos de los viejos se dedicaron a pensar y
sus pensamientos a la mente de la bruja iban a parar. Eso es lo que cuentan, al parecer esos
pensamiento impidieron el actuar de la nigromante. Pero el Tiempo toca hasta a los que lo
evitan. El poder de súplica de los ancianos fue decayendo y se fue olvidando. El mejor amigo
de Tiempo es el Olvido.

Estas líneas fantásticas llegaron a mi mesa y se apoderaron de mi mente racional. Parece que
algunos aventureros rastrearon las antiguas historias y dieron con las coordenadas para ha-
llar el escondite mágico de la hechicera. Muchos salieron pero ninguno regresó. Científicos
y celebridades dieron su opinión pero ninguna fue corroborada. Se deshacían para dar paso
a otras que se ajustaran al último grito de la Moda, la hermana menor del Tiempo, según la
creencia popular.

Las coordenadas se encontraban en el sobre que contenía los pormenores de este extraño
caso. Menester de cualquier buscador de la verdad es tomar en cuenta las coordenadas que
muchos siguieron. Así que me aventuré a salir de mi oficina y encaminarme al pueblo. Allí en-
contré hombres y mujeres con los pulgares gastados de tanto marcar al celular de sus hijos
y nunca encontrar respuesta. Al entrar a las casas para investigar y tomar evidencias di con
muchas personas frente a sus televisores cambiando de canal y cambiando de canal, esperan-
do encontrar noticias sobre sus hijos. Algunos navegaban en internet y chateaban de forma
frenética, en los foros buscaban solucionar el problema por el que pasaban.

Ninguna pista, ni una sola. Decidí, hacer a un lado mi sentido común y seguir las coordenadas
que los ancianos sugerían. Mi maleta estaba lista, libreta, grabadora y cámara fotográfica aco-
modadas junto a la caja de municiones. El revólver en el lugar de debe estar siempre, sobre la
cintura listo para entrar en acción si en necesario. Un camino largo que no generó cansancio
me llevó al un lugar con olor a dulce y a recuerdos de infancia, de seguro los niños estaban
cerca. De repente le di algo de credibilidad a los relatos de los viejos con los que hablé justo
antes de partir. Ocultándome de una presencia que sentía logré colarme por un cercado lleno
de flores que no conocía. Aves y árboles que entonaban una sinfonía lejana me recordaron los
días de mi niñez. Definitivamente algo ocurría en ese sitio.

Con la cámara desenfundada registré palmo a palmo el lugar. Encontré huellas de niños y di-
bujos en el piso, uno de ellos en forma de avión con números distribuidos en cuadros. Sobre
estos profundamente registradas huellas de un solo pie, pensé lo peor, un muchacho desmem-
brado obligado a recorrer cifras hasta decodificar el número que lo liberaría. Hallé además
pequeñas esferas de cristal desperdigadas sobre una llanura con algunos agujeros pequeños.
Tal vez el criminal había quitado los ojos de los pequeños y para su diversión los arrojó jun-
to a estas esferas obligando a los niños a buscar sus globos oculares hasta enloquecer. Los
agujeros, de acuerdo a mi profundo raciocinio, eran el comienzo desesperado de excavación
de un túnel de escape, algo disparatado, pero los hechos no daban para más conjeturas. Así lo
demostraban los extraños elementos que encontré a medida que avanzaba.

Por fin escuché algo que hace mucho no escuchaba o que tal vez vi en algún programa de tele-
visión: risas de niños. Cómo podía ser??!! Qué veneno estaban suministrándole, por qué reían
en medio de este extraño paraje coronado por aire fresco y nubes con forma de animales???
Mi piel se erizó y con total cautela seguí las carcajadas. Tirado en el piso y arrastrándome
sobre mi pecho, apunté mi cámara esta vez como telescopio que busca respuestas y curiosea
en los paisajes.Vi un grupo de pequeños tomados de la mano, formados en círculo, en medio
de este un pequeño que se movía de lado a lado como un ratón asustado, era una especie de
prisión humana, fuera de ella otro pequeño intentaba ingresar, tensaba sus manos como un
gato que muestra sus garras, no logré comprender qué tipo de tortura era esta!!!

Más allá pude apreciar a un pequeño con los ojos vendados, pobre, de seguro le habían ce-
gado por mal comportamiento. Con los brazos extendidos hacía adelante intentaba alcanzar
a otros niños que huían despavoridos, algunos se le acercaban desde atrás y le empujaban…
hasta este encierro llega la natural burla de la desgracia ajena. Otros niños lanzaban latigazos
al aire y aparecían extraños objetos que giraban sobre una pequeña punta, algunos los soste-
nían en sus manos mientras los observaban con detenimiento. En ese momento recordé a los
ancianos que escuché a regañadientes, como detective debo prestar atención a toda versión
de los hechos, por descabellada que parezca.

La rareza no termina aquí. Niños amarrados a eslabones que flotaban por os aires con cade-
nas tan delgadas como hilos. Niños que derrumban torres tapas de gaseosa con bolas que lue-
go empleaban como misiles para infringirse daño unos con otros. Algunos de mente perdida
que dejaban caer objetos como ruedas que atados a una cuerda daban vuelta y volvían a sus
manos. A quién se le ocurre este tipo de ignominia?? Vi a otros que saltaban en un pie sobre
dibujos similares al que antes vi, en forma de avión y armado por números. Tal vez les acos-
tumbraban a andar en un solo pie para que fuera menos dolorsa la pérdida del otro. Otros de
cuclillas apuntaban bolas de cristal, como las que ya mencioné, a pequeños agujeros o a otras
esferas, confirmé mi sospecha de que el raptor acostumbraba a las víctimas al sufrimiento
antes de hacérselo padecer.

Mientras pensaba en el procedimiento que debía seguir para rescatar a los pequeños desdi-
chados sentí una presión en el pecho que me indicó que estaba acompañado. A mi espalda
alguien dijo: Qué buscas extraño??? Era una voz dulce, al voltear vi a una hermosa mujer de
ojos pícaros y de sonrisa misteriosa. Obturé la cámara, sin querer registré el hermoso rostro
y la singular mueca. Qué buscas extraño??? Repitió. No tuve palabras con que dar respuesta
inmediata. Tomé rápidamente el revólver y amenacé a la segura bruja. Quédese donde está!!!
Pero el arma se hizo tan pesada como lo más pesado más lo otro más pesado que he in-
tentado alzar en mi vida. Esto me tiró al suelo mientras la bruja decía: esos juguetes no son
permitidos en este lugar - Devuelva a los niños!!!, le repliqué, déjeme ir con ellos!!! -Eso es lo
que deseas????- Si, por eso he venido!!! Está bien, ve con ellos, pero antes deja que tire eso por
ti. Tomo mi morral y con él la cámara, sacó de mi bolsillo mi grabadora de voz y mi teléfono
móvil. Miró los objetos con desprecio y dijo en voz alta: “dejemos que otros se encarguen
de esto, que alguien lo encuentre y sepan de ti, que también sospechen que eres feliz o que
también sepan que no volverás. Así algunos dirán que esto es mentira y volverán a olvidar”.

Pasado un momento, mi reloj desapareció, empecé a encogerme, mi voz cambio y creció en


mi un deseo por acercarme al barullo de los niños. Mientras me encojo, escribo estas páginas
por solicitud de la hechicera, “escribe para olvidar, escribe para vivir, no tengas cuidado por
lo que demoras que tiempo hay en abundancia”. Mientras palabra a palabra el olvido llega a
mi mente y algo me dice que esto que escribo será otro de tantos chismes de anciano o un
cuento aburrido .

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