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DEBIDO PROCESO
De la lectura de la Carta Magna del rey Juan Sin Tierra, se aprecia que
el debido proceso se consagra incluso para proteger la libertad de la
persona humana antes de iniciado el proceso judicial propiamente
dicho, presentándose la detención y la prisión como excepciones a la
libertad, las mismas que se concretizan previo juicio.
1
Ticona Postigo, Victor. El debido proceso y la demanda civil. Ed Rodhas. 2º edicion. Lima-peru 1999,
pág 63
Desde el reconocimiento del debido proceso legal “due process of law”
el Estado monárquico ingles asumió el deber y el compromiso que al
momento de restringir las libertades personales, el derecho de
propiedad, la posesión, o de cualquier otro bien perteneciente “solo a
los nobles” deberían respetar las garantías previstas en la carta
magna, que en ese entonces solo se expresaban en el derecho a un
juicio previo legal y a ser tratado con igualdad, es decir, sin
discriminaciones.
3
Chichizola, Mario. El debido proceso como garantía constitucional. En revista jurídica la ley, 1983-c,
Buenos Aires, pág 910-912
4
Gonzalo Perez, Jesús. El Derecho a la Tutela Jurisdiccional. Madrid. Civitas p. 123
5
Esparza Leibar Iñaki. El Principio del Proceso Debido. José María Bosch Editor S.A. Barcelona-España,
1995. p 231.
6
Quiroga León, Anibal. El Debido Proceso Legal en el Derecho Procesal Contemporáneo” p. 46
mínimos procesales que nos permiten asegurar que el proceso como
instrumento sirve adecuadamente para su objetivo y finalidad...”.7
7
Ibidem p. 47
8
Ticona Postigo, Víctor. El Debido Proceso Civil. Ed. Rodhas. 1ra. Edición Lima-Perú, citado a D. Bernardi,
Luis Marcelo. La Garantía del Debido Proceso, p. 138
9
Ticona Postigo, Víctor. Análisis y Comentario al Código Procesal Civil. 3ra. Edición. T.I. Lima-Perú, p. 8
Y solo se circunscribe al principio de imparcialidad y que es loable la
importancia que le da al sustento axiológico de justicia al debido
proceso.
10
Parodi Ramon, Carlos. El Debido Proceso.
11
Espinosa-Saldaña Barrera, Eloy. Jurisdicción Constitucional Importación de Justicia y Debido Proceso.
Ed. ARA Editores 1ra. Edición Lima-Perú, 2003. p. 416
12
Ortecho Villena, Víctor Julio. Debido Proceso y Tutela Jurisdiccional en Instituto de Ciencias Políticas y
Derecho Constitucional. Huancayo-Perú, 1994. p. 79
La doctrina argentina señala la dimensión axiológica del derecho en el
proceso, como lo señala el maestro Monroy Gálvez.
Es una visión bilateral del derecho, por un lado como una realidad
normativa, donde prima el valor de seguridad jurídica, que tiene como
fundamento el principio de legalidad, y por otro la dimensión
axiológica, empero esta visión es incompleta e incorrecta que
responderemos más adelante.
13
Bertoli J. Pedro. Acerca del Derecho al Proceso Según su concreción en el Código Tipo Procesal Civil del
Instituto Iberoamericano de Derecho Procesal). En revista Inberoamerica de Derecho Procesal Civil Año I.
Nº 2002 Argentina, 2002. p. 83
14
Ibidem p. 83 y 84
1.3. CONCEPTO Y NATURALEZA DEL DEBIDO PROCESO
La legalidad del juez se vincula con la idea de un juez con jurisdicción, cuya
aptitud para participar en el proceso se determina con los distintos factores de
competencia. “El principio del juez legal, su designación previa, es una de las
normas básicas de un procedimiento judicial digno del hombre (...) Se hace
justicia al caso, cuando los ordenamientos procesales han sido fijados
previamente y previamente han sido instituidas las personas”.
Es necesario tener sumo cuidado con las sanciones que se establecen frente al
conocido recusante temerario, por cuanto resulta censurable que se desestimule
anticipadamente el ejercicio de un dispositivo que está dirigido a proteger un
principio constitucional. De otra parte, es importante que se motive bien la causa
por la que se está cuestionando la imparcialidad del juez. A propósito, las causas
para recusar no deben confiarse a un régimen taxativo y estrecho expuesto por
el legislador, como sucede generalmente en los códigos de procedimiento (v.gr.
art. 150 del Código de Procedimiento Civil).
CONCLUSIÓN
El derecho procesal tiene por desafío establecer un contacto claro con el
derecho constitucional. El debido proceso es el norte para replantear buena
parte de la construcción doctrinal que se ha elaborado tradicionalmente, en
la que no se tienen en cuenta referentes de justicia material considerados en
los principios constitucionales. El nuevo derecho procesal no puede
continuar como una ínsula, y justamente el derecho constitucional debe
posibilitar los cambios que merece aquella disciplina. El derecho
procesal no se agota en las meras formas, sino que se orienta por la justicia,
siendo el derecho fundamental del debido proceso base primordial para su
transformación.
El proceso, instrumento que debe estar dirigido de forma activa por el juez,
no puede sacrificar lo social en nombre de supuestos intereses de eficiencia
que se vienen generalizando en nuestro mundo cada vez más globalizado. El
proceso permite construir una comunidad política; y es sólo por el debido
proceso que pueden crearse unos espacios de participación en los que se ha
optado por desplazar definitivamente la autotutela. Sólo así la parte vencida,
pese a sus consideraciones emotivas sobre la decisión de fondo, está
en capacidad de reconocer que la resolución emitida por el juez ha sido justa
en la medida que ha sido emitida por un sujeto imparcial e independiente (no
comprometido ni personal ni institucionalmente con las partes), tras la
consecución de una serie procedimental en la que se respetó íntegramente
la contradicción.