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Estaciones de la Vida.

VERANO

ESTACIONES DE LA VIDA.

Viví por tres años en Argentina y pude experimentar los cambios climáticos del año. Allí pude sentir frío, calor,
ver y sentir el otoño y la belleza de la primavera.

Muchos se quejan en tiempo de verano porque hace mucho calor, si viene el invierno la queja es: Que frío tan
insoportable, si llega el otoño: Que sucia se ve la ciudad, hojas por todos lados, y los árboles sin verdor, y si
están en la primavera: Qué alergias.
La exhortación bíblica: Dad gracias en todo porque esta es la voluntad de Dios.

Todos en la vida experimentamos tiempos de frío, de calor,


de prosperidad, de tristeza, de gozo, de soledad, de aislamiento, de triunfo, de fracaso, pero necesitamos
gozarnos en los tiempos de gozo y en los tiempos fríos, de pérdida, aprender las lecciones que nos da la vida
y como dice la Biblia: Gozarnos con los que se gozan, y sufrir con los que sufren.
Reflexionemos acerca cada estación. Comenzaré por el verano.
VERANO: Calor producto de la incidencia más directa de los rayos del sol a la tierra. Es la estación que tiene
los días más calientes y más largos en un año. Es una estación muy buena para las actividades al aire libre
como vacacionar, nadar o simplemente ir a la playa. El verano se encuentra entre la Primavera y el Otoño.
Quiero ubicar esta estación con una palabra: GOZO. Un tiempo de renovación y restauración para
encontrar nuestro camino de regreso al gozo.
El Apóstol Pablo en su carta a los Filipenses y estando preso en una cárcel dice: Gozaos en el Señor siempre,
otra vez os digo: Regocijaos. Porque cada etapa de la vida aunque tenga sus momentos oscuros, trae mucha
bendición si sabemos sacarle provecho.

El Verano es un tiempo que también debe ser aprovechado para refrescarnos espiritualmente, para restaurar
relaciones rotas, para perdonar y recuperar el gozo que se ha perdido en las otras etapas del año por
experimentar momentos de crisis, de mucho trabajo, de ansiedades, Estrés, estudios, etc.
Disfruta de este hermoso tiempo teniendo tiempos de calidad con Dios y con tu familia.
¿ HAS PERDIDO EL GOZO? El gozo de Dios es nuestra fortaleza. El gozo de la familia se refleja al
compartir tiempos de calidad juntos. No permitas que nada te impida en esta época del verano que lo
he llamado tiempo de gozo, disfrutar de un tiempo especial con Dios, con tu familia y amigos, y así
estar preparado para la próxima estación: El otoño.
Dios te bendiga,
"Aprended la parábola de la higuera: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el
verano está cerca."
Mateo 24:32.

Durante miles de años, los estudiosos se han preguntado sobre las declaraciones que Jesús hizo durante su
predicación en el Monte de los Olivos.

El gran debate sobre este pasaje siempre ha sido acerca de si la higuera simboliza la nación de Israel, o si
Jesús estaba usando esta imagen como algo para indicar la proximidad de su regreso.

Grandes eruditos han presentado argumentos convincentes a favor y en contra de ambos puntos de vista y
aunque sobre esto se ha hablado hasta la saciedad, aquí vamos una vez más. ¿Sabe por qué? Porque en
ADF entendemos que la profecía, la revelación de Dios, es progresiva y hoy vemos mejor que lo que veíamos
ayer. Así que... ¿Qué vemos hoy?

Para apreciar este versículo es necesario ir tres capítulos atrás. Es posible que solamente haya transcurrido
un día entre lo que trata el capítulo 21 y el 24:

"Viendo una higuera cerca del camino, Jesús se acercó, pero no halló nada en ella, sino hojas
solamente, y le dijo:
--¡Nunca jamás nazca de ti fruto!
Y al instante la higuera se secó. " (Mateo 21:19)

En su enseñanza sobre la higuera, compartida con sus discípulos en el Monte de los Olivos, el día siguiente,
Jesús dijo que cuando veamos las hojas que se pongan mustias, sin mencionar las frutas, sabríamos que el
verano estaba cerca. Veamos cómo Marcos describe el mismo suceso:

"Viendo a lo lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando
llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos.
Entonces Jesús dijo a la higuera:
--¡Nunca jamás coma nadie fruto de ti!
Y lo oyeron sus discípulos " (Marcos 11:13)

Árbol de higuera frondoso y verde, fruto de la higuera y árbol seco (de un día para otro!)

Aquí vemos cómo Marcos registra el evento, y la mención de "nada halló sino hojas" y note que también se
destaca el texto siguiente: "pues no era tiempo de higos". Es de destacar que este evento precede al sermón
en el Monte de los Olivos por un día, y es algo acerca de lo que sus discípulos estaban al tanto, ya que fueron
testigos oculares, por lo que no debe haber ninguna duda de que ellos debieron haber relacionado el "la
enseñanza de hoy con el - asombroso - incidente de ayer". En otras palabras, usando el trasfondo de lo
ocurrido el día anterior, cuando venían a Jerusalén, Jesús retomó el "asunto" de la higuera para comunicar un
mensaje, especialmente a sus discípulos, que serían quienes luego de su regreso al cielo, tendrían que
recordarlo y escribirlo. (Mateo 21:20 Marcos 11:20-21). Pero... ¿Cuál es el mensaje que Jesús intentaba
comunicar?

En el contexto, la "parábola de la higuera" se da para que reconozcamos las señales de los eventos al final de
los días y, en mi opinión, la proximidad de la segunda venida. ¿Cómo? Debido a que la "generación" que vea
o presencie estos eventos, también será testigo de lo otro (i.e., la segunda venida). Veamos:

PRIMERO. TRASFONDO

La maldición de la higuera se produjo después de su entrada triunfal en Jerusalén. Esto fue al final de los 3 ½
años de ministerio en la tierra, de hecho la última semana de su vida antes de su muerte, sepultura y
resurrección.

SEGUNDO. DESARROLLO
1) En Mateo 21 -. Dando cumplimiento y posiblemente cierre a la semana 69 de Daniel, (Daniel 9:24-27)
Jesús llega a Jerusalén el único día que él permitió que la gente lo adorara públicamente como Rey, como
Mesías, como el Esperado. Pero la mañana siguiente, al regresar a Jerusalén, Jesús maldice a la higuera por
no tener frutos. Y note que en el relato de Marcos, Pedro trae a la memoria la maldición del día anterior y la
rapidez con que la higuera se secó.

2) En Mateo 22 -. Jesús provee la Parábola de la Fiesta, y se da el escrutinio por parte de los herodianos,
saduceos y fariseos.

3) En Mateo 23 -. Jesús maldice "esta generación" (vs. 36), porque ellos lo rechazaron. No sólo les maldice,
sino que afirma que toda la sangre desde Abel hasta Zacarías se le cobraría a ellos por rechazarlo como el
Mesías. Él predice la «desolación», que pronto vendría a Jerusalén.

4) En Mateo 24 -. Camino a abandonar a Jerusalén, y cuando le muestran el templo, Jesús les dice acerca de
su destrucción en el futuro cercano, y es ahí cuando da el Sermón del Monte de los Olivos.

5) En Mateo 24 -. Resume todas las señales y los eventos que ellos (la generación que en el futuro estuviera
viva cuando esas cosas sucedieran) tendría que reconocer el final, usando la "parábola de la higuera". Pero
esta vez, sería su Segunda Venida a Jerusalén y su retorno como Rey de Reyes y Señor de señores. En otras
palabras, en su Primera Venida, entró como un Siervo, montado en un asno, pero poco después, lo rechazan.
Pero cuando regrese, en su Segunda Venida, no será igual y vendrá como Rey de Reyes - no como Mesías,
ya que como tal vino, más no lo reconocieron ni le recibieron.

TERCERO. EXPLICACIÓN

La higuera con hojas y con fruto (si lo hubiera tenido), simbolizaría a Jerusalén bajo el dominio de los Judíos,
viviendo en condiciones de Pacto con el Señor (bajo la Ley). En el Antiguo Testamento, esto habría sido
fielmente el caso, si el Pueblo de Israel hubiera vivido en obediencia a la ley. Pero nunca fue así.

Ahora, después de la Cruz, este dominio de los judíos de Jerusalén se cumplirá como Dios quiere (higuera
con hojas Y frutos), cuando los Judíos reconozcan a Jesús como el Mesías, a partir de Apocalipsis 12:17.

Entonces lo que vemos es que Jesús usó el incidente del árbol de la higuera para ilustrar proféticamente lo
que sucedería en el futuro lejano (cuando "esa generación" estuviera viva). Note que en Mateo 21:43 Jesús
les advierte que el Reino de Dios les será quitado y será dado a "gente que produzca
frutos" (presumiblemente los Gentiles).

Leamos el suceso completo:

Parábola de los labradores malvados

(Mc 12.1-12; Lc 20.9-19)


33 »Oíd otra parábola: Hubo un hombre, padre de familia, el cual plantó una viña, la rodeó con una
cerca, cavó en ella un lagar, edificó una torre, y la arrendó a unos labradores y se fue lejos.
Cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores para que recibieran sus
frutos.
Pero los labradores, tomando a los siervos, a uno golpearon, a otro mataron y a otro apedrearon.
Envió de nuevo otros siervos, más que los primeros; e hicieron con ellos lo mismo.
Finalmente les envió su hijo, diciendo: "Tendrán respeto a mi hijo".
Pero los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: "Este es el heredero; venid, matémoslo y
apoderémonos de su heredad".
Y tomándolo, lo echaron fuera de la viña y lo mataron.
Cuando venga, pues, el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores?
Le dijeron:
--A los malos destruirá sin misericordia, y arrendará su viña a otros labradores que le paguen el fruto a
su tiempo.
Jesús les preguntó:
--¿Nunca leísteis en las Escrituras:
»"La piedra que desecharonlos edificadores
ha venido a ser cabeza del ángulo.
El Señor ha hecho esto,
y es cosa maravillosa a nuestros ojos?"
»Por tanto, os digo que el reino de Dios será quitado de vosotros y será dado a gente que produzca
los frutos de él.
Claramente Jesús aquí está profetizando el final del trato de Dios con los Judíos, por rechazarlo, por
endurecer su corazón, por no reconocer lo que claramente estaba profetizado sobre el Mesías y ... por tener
hojas, "pero no tener frutos". Aquí Jesús está anunciando el término de la semana 69 de Daniel y por lo tanto,
el inminente inicio de la entrega del reino a "otra gente que produzca frutos".

Ahora, vayamos a Lucas, en busca de mayores detalles:

En el relato de Lucas del Sermón del Monte, sobre la higuera, se añade otro elemento de la parábola.

"También les dijo una parábola: «Mirad la higuera y todos los árboles.
Cuando veis que ya brotan, sabéis por vosotros mismos que el verano está cerca.
Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. "
(Lucas 21:29-31)

Pistas en el Antiguo Testamento

El Antiguo Testamento nos proporciona la identidad de todas estas imágenes usadas por Jesús, y luego de un
estudio minucioso de ellas (note que hasta la recordaron), los discípulos deberían haber entendido su
significado.

En Jueces 9, los árboles son representativos de liderazgo o gobierno.


En Jeremías 24, se nos habla de "higueras buenas y malas" que representan las figuras Judías que serían
llevadas a Babilonia y otras que serían dejadas en Jerusalén.

Así que el hecho de que Mateo y Marcos usaron la higuera, junto con la maldición de la higuera estéril que le
precede, y Lucas utiliza la higuera y "todos los árboles", pero no menciona a la higuera estéril que Jesús
maldice, conduce a dos hechos importantes:

Los Judíos y su Gobierno

Si la Higuera es representativa de los "Judíos", y los "árboles" es representativa del "Liderazgo" de los judíos
(i.e., el Sanedrín, Saduceos, Fariseos, etc.), el hecho de que la higuera estéril que fue maldecida estaba justo
en las afueras de Jerusalén, y comenzó a secarse inmediatamente, nos lleva a un último e interesantísimo
punto, que lo narra Lucas 21:22-24.

"... porque estos son días de retribución, para que se cumplan todas las cosas que están escritas.
Pero ¡ay de las que estén encinta y de las que críen en aquellos días!, porque habrá gran calamidad en
la tierra e ira sobre este pueblo (de Israel - presumiblemente, por haber rechazado a su Mesías - los
Judíos, pero especialmente sus Gobernantes).
Caerán a filo de espada y serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por
los gentiles hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.

Conclusión

Así que al leer esto, usted pensará... Entonces, ¿Está el pastor insinuando que la fecha de la reconquista de
Jerusalén por parte de los judíos, en 1967, es la fecha de inicio de todos los tiempos finales?

No. No es necesariamente eso lo que estoy diciendo.


Primero que todo, note que en el verso 24 de Lucas 21, Jesús claramente dice que hay algo importante que
tiene que suceder, no nada que tenga que ver con los judíos, sino CON LOS "GENTILES"! Jesús dice:

Inicia el "Tiempo de los Gentiles". Aleluya!

"...y Jerusalén será pisoteada por los gentiles hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan."

Este mapa muestra las consentraciones de judíos en todo el mundo. Datos del 1995. No pude
encontrar otro mapa con información más fresca

De una forma clara e inequívoca, aquí, cualquier estudiante serio de las profecías, debe reconocer que Jesús
ahí, en ese verso, abre un PARÉNTESIS en su trato con el pueblo judío (y la parábola y los sucesos con el
árbol de higuera así lo ilustran).

Ese "paréntesis" al que me refiero, es como cuando usted se encuentra desarrollando una idea en un párrafo,
y desea introducir una idea importante y complementaria a su párrafo; Usted recurre a abrir un PARÉNTESIS.

Dios, a su plan con los judíos, a su trato con su pueblo, a su plan con su gente, le abre un PARÉNTESIS
(justo antes de terminar su plan con los judíos - ahí, justo en el medio de la semana 69 y la semana 70 de
Daniel), para, mientras permite que los judíos (aquellos de la "generación" ilustrada por la "higuera"), sean
castigados "... a filo de espada y sean llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén (la misma
que lo rechazó) sea pisoteada...", Dios le da una oportunidad a los gentiles de que se salven - con la
salvación del Salvador que ellos, los judíos y sus gobernantes, se negaron a reconocer y a aceptar. De no ser
así, ni un solo gentil se hubiera salvado. ¡Ni un solo de nosotros!

Es por eso que a veces no puedo creer cuando hay gente que piensa que los hechos del Capítulo 24 de
Mateo son aplicables para esos "gentiles" a quienes Jesús se refiere. ¡No! Esos gentiles no rechazaron a
Jesús. Quienes lo hicieron fueron los judíos y sus gobernantes. Fuimos los gentiles quienes, sin Jesús haber
venido a nosotros, lo recibimos, por lo tanto se nos ha dado el reino, para que demos frutos (solo por un
tiempo parentético indeterminado y que terminará "como ladrón en la noche" - con la ocurrencia repentina del
Rapto de los Gentiles) - - Aleluya!

Recuerde que...

A lo suyo vino,
pero los suyos no lo recibieron.
Mas a todos los que lo recibieron,
a quienes creen en su nombre,
les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.
Juan 1. 11-12

La iglesia no ha sustituido a Israel (La Higuera), pero tampoco está destinada a sufrir lo que ellos sí,
por haber rechazado a su Mesías

La Iglesia no pasa por ninguno de los siete años de la Gran Tribulación y el Rapto no depende de nada de lo
que fue profetizado usando "esa generación", conforme lo ilustra metafóricamente la Higuera.

Así que nada de lo que se profetiza en Mateo 24 y Lucas 21, por ejemplo, tiene que ver con nosotros, sino con
la Higuera y los "árboles", a quiénes el Mesías vino, pero no lo recibieron y por no dar frutos, se les dio el
castigo de Lucas 21:24. Por lo tanto, NUESTRO arrebatamiento podría ocurrir en cualquier momento, y no
tiene nada qué ver con generación ni reconquista de Jerusalén. Aleluya!

Conforme pasa el tiempo, tenemos y debemos reconsideraralgunas interpretaciones

El milagro de Israel (la Higuera) está en su regreso en su patria otra vez en 1948, pero en especial, cuando
reconquistaron su Capital, en 1967. Pero a medida que vamos rumbo al año 64 del regreso de Israel en su
tierra, y al año 44, desde el momento en que Israel reconquistó a Jerusalén, sin duda estamos llegando al
clímax de la escalada de acontecimientos que nos lleva AL CIERRE DEL PARÉNTESIS que se abrió para
nosotros, los gentiles, y la continuación del párrafo judío. Dios está ya sacando punta al lápiz para continuar
escribiendo la historia de la última semana - la semana 70 de Daniel. Que así como las primeras 69, tuvieron
que ver, única y exclusivamente con Israel, Su Pueblo (La Higuera).

Y Jesús deja esta maravillosa promesa, para gentiles y judíos...

"Y cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza;. Porque vuestra
redención está cerca" (Lucas 21:28)

¿Qué hacer para que a mi vida no se la lleve el viento? (Reflexión dominical)

Evangelio según San Marcos 13,24-32.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En aquellos días, después de esa gran angustia, el

sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se

tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad;

enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte.

Aprendan de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas,

deducen ustedes que el verano está cerca; pues cuando vean ustedes suceder esto, sepan que Él

está cerca, a la puerta. Les aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El

cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los

ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre».

Muchas veces hemos escuchado ese refrán que dice: “las palabras se las lleva el viento”. En

cierto sentido refleja una verdad: las palabras son como un soplo, como un suspiro que pasa y

desaparece. La enseñanza del Señor Jesús, sin embargo, desafía por completo esta realidad: «El

cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán». El “cielo y la tierra” representaban en la

mentalidad de los oyentes de Jesús el conjunto de todo lo existente. En buena cuenta el Señor

estaba diciendo: todo lo que ustedes ven y conocen va a pasar, pero mis palabras no.
Qué profundas enseñanzas detrás de esta frase tan escueta de Jesús. Por un lado, se pone en

evidencia que el mundo creado, el universo material, ha tenido un comienzo en el tiempo pero

llegará el día en que deje de existir como lo conocemos. El Señor nos da a entender que todo lo

que existe tiene su fundamento en Él. En tal sentido, las figuras cósmicas con las que presenta

el día en que volverá con gloria manifiestan que Él está por encima de todo lo creado. El sol que se

oscurece, la luna que deja de brillar, las estrellas que caen, son signos de cómo frente a la

consistencia, firmeza y permanencia de Dios las más “grandes” y “seguras” realidades del mundo

en que vivimos se tambalean. Muchos pueblos y culturas, asombrados de su potencia y

trascendencia, adoraron al sol, a la luna y los astros como si fueran dioses. Sin embargo, no son

dioses y proceden todos de un solo Dios que se ha revelado en plenitud en el Señor Jesús.

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Las palabras del Señor pertenecen a otro orden de cosas. No pasarán pues tienen tesitura

de eternidad. Si bien fueron pronunciadas en un tiempo y lugar determinados, proceden de Dios

mismo y en cuanto tales son portadoras de la verdad sobre Él, sobre nosotros y sobre el mundo.

Son, pues, de una consistencia y permanencia que desafía el tiempo y el espacio.

Todo esto tiene una íntima relación con nuestra vida. ¿Cuántas veces ponemos nuestra

seguridad y buscamos afirmarnos en cosas que a la larga terminan mostrándose

inconsistentes? Buscando “seguridad” terminamos traicionados por la fragilidad de las

apariencias. Frente a esas realidades también la Palabra de Dios se manifiesta como la única que

“no pasará”. El mismo Jesús, en otro pasaje del Evangelio, nos invita con una parábola a

reflexionar sobre qué construimos nuestra vida (ver Mt 7,24-27). El que construye su casa sobre

arena verá cómo se derrumba ante los embates del viento y la lluvia. Mientras que quien construye

sobre roca puede estar seguro de que la estructura aguantará los torrentes y los vientos, pues

tiene cimientos firmes. Este es justamente, dice el Señor, aquel que «escuche estas palabras mías

y las ponga en práctica» (Mt 7,24).


El Papa Benedicto XVI en un texto muy profundo nos propone revisar incluso la misma concepción

de lo que es “real” en nuestra vida y buscar centrarnos en lo que es esencial: «Quien construye su

vida sobre estas realidades, sobre la materia, sobre el éxito, sobre todo lo que es apariencia,

construye sobre arena. Únicamente la Palabra de Dios es el fundamento de toda la realidad, es

estable como el cielo y más que el cielo, es la realidad. Por eso, debemos cambiar nuestro

concepto de realismo. Realista es quien reconoce en la Palabra de Dios, en esta realidad

aparentemente tan débil, el fundamento de todo. Realista es quien construye su vida sobre este

fundamento que permanece siempre».

Comparte esta cita en tus redes sociales.

¿Qué es, pues, para nosotros lo verdaderamente real? En un plano más personal, ¿sobre

qué construimos nuestra vida? ¿Cuáles son sus cimientos? Cristo es claro: todo pasará, sólo

mis palabras no pasarán. El esfuerzo cotidiano por vivir nuestra vida en Cristo, por acudir a Él

realmente presente en la Eucaristía, por interiorizar su Palabra, por abrirle la puerta de nuestro

corazón y convertirnos, por amarlo sobre todas las cosas y a nuestros hermanos como a nosotros

mismos, es la mejor opción que podemos hacer para que nuestra vida no se la lleve el viento.

Unidos a Él no sólo podemos superar los embates de las tempestades y problemas sino que

nuestra vida será para muchos un testimonio de que la semilla de eternidad que anida en nuestro

corazón sólo puede crecer y desarrollarse con Jesús, por Jesús y en Jesús.

Lectio:
Viernes, 1 Diciembre, 2017
Tiempo Ordinario

1) Oración inicial
Mueve, Señor, los corazones de tus hijos, para que, correspondiendo generosamente a tu
gracia, reciban con mayor abundancia la ayuda de tu bondad. Por nuestro Señor.

2) Lectura
Del Evangelio según Lucas 21,29-33
Les añadió una parábola: «Mirad la higuera y todos los demás árboles. Cuando veis que
echan brotes, sabéis que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que
suceden estas cosas, sabed que el Reino de Dios está cerca. Yo os aseguro que no
pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis
palabras no pasarán.

3) Reflexión
• El evangelio de hoy nos trae las recomendaciones finales del Discurso Apocalíptico.
Jesús insiste en dos puntos: (a) en la atención que hay que dar a los signos de los
tiempos (Lc 21,29-31) y (b) en la esperanza, fundada en la firmeza de la palabra de
Jesús, que expulsa el miedo y la desesperanza (Lc 21,32-33)..
• Lucas 21,29-31: Mirad la higuera y todos los árboles. Jesús manda mirar la naturaleza:
"Mirad la higuera y todos los demás árboles. Cuando veis que echan brotes, sabéis que el
verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas,
sabed que el Reino de Dios está cerca” Jesús pide que la gente contemple los fenómenos
de la naturaleza para aprender de ellos cómo leer e interpretar las cosas que están
aconteciendo en el mundo. Los brotes en la higuera son una señal evidente de que el
verano está llegando. Así también aquellas siete señales son la prueba de que “¡el Reino
de Dios está cerca!” Hacer este discernimiento no es fácil. Una persona sola no se da
cuenta del mensaje. Es reflexionando juntos en comunidad que la luz aparece. Y la luz es
ésta: experimentar en todo lo que acontece una llamada a no encerrarse en el momento
presente, sino mantener el horizonte abierto y percibir en todo una flecha que apunta más
allá, hacia el futuro. Pero la hora exacta de la llegada del Reino nadie la sabe. En el
evangelio de Marcos, Jesús llega a decir: "Cuanto a ese día o a esa hora, nadie la
conoce, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre." (Mc 13,32).
• Lucas 21,32-33: “Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto
suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”. Esta palabra de Jesús
evoca la profecía de Isaías que decía: "Toda carne es hierba y toda su gloria como flor del
campo. Sécase la hierba, marchítase la flor cuando pase sobre ella el soplo de Yahvé.
Sécase la hierba, marchítase la flor, pero la palabra de nuestro Dios permanece para
siempre” (Is 40,7-8). La palabra de Jesús es la fuente de nuestra esperanza. ¡Lo que dice
acaecerá!
• La venida del Mesías y el fin del mundo. Hoy mucha gente vive preocupada con el fin del
mundo. Algunos se basan en una lectura errada y fundamentalista del Apocalipsis de
Juan, y llegan a calcular la fecha exacta del fin del mundo. En el pasado, a partir de los
“mil años” mencionados en el Apocalipsis (Ap 20,7), la gente solía repetir: “¡El año 1000
pasó, pero el 2000 no pasará!” Por esto, en la medida en que se iba acercando el año
2000, muchos quedaban preocupados. Hubo hasta gente que, angustiada con la llegada
del fin del mundo, llegó a suicidarse. Pero en año 2000 pasó y nada aconteció. ¡El fin del
mundo no llegó! La misma problemática estaba viva en las comunidades cristianas de los
primeros siglos. Ellas vivían en la expectativa de la venida inminente de Jesús. Jesús
vendría a realizar el Juicio Final para terminar con la historia injusta del mundo acá abajo
e inaugura una nueva fase de la historia, la fase definitiva del Nuevo Cielo y de la Nueva
Tierra. Pensaban que esto ocurriría dentro de una o dos generaciones. Mucha gente
estaría con vida todavía cuando Jesús iba a aparecer glorioso en el cielo (1Ts 4,16-17; Mc
9,1). Y había hasta personas que habían dejado de trabajar, porque pensaban que la
venida fuera cosa de pocos días o de semanas (2Tes 2,1-3; 3,11). Así pensaban. Pero
hasta ahora, la venida de Jesús ¡todavía no ha ocurrido! ¿Cómo entender esta demora?
En las calles de la ciudad, la gente ve pintadas en las paredes las palabras ¡Jesús
volverá! ¿Viene o no viene? ¿Y cómo será su venida? Muchas veces la afirmación “Jesús
volverá” es usada para dar miedo a las personas y obligarlas a ir a una determinada
iglesia.
En el Nuevo Testamento, el retorno de Jesús es siempre motivo de alegría y de paz. Para
los explotados y oprimidos, la venida de Jesús es una Buena Noticia. ¿Cuándo vendrá?
Entre los judíos, las opiniones eran muy variadas. Los saduceos y los herodianos decían:
“¡Los tiempos mesiánicos llegaron ya!” Pensaban que su bienestar durante el gobierno de
Herodes fuera expresión del Reino de Dios. Por esto, no querían cambio y estaban en
contra de la predicación de Jesús que convocaba a la gente para cambiar y convertirse.
Los fariseos decían: “¡La llegada del Reino va a depender de nuestro esfuerzo en la
observancia de la ley!” Los esenios decían: “El Reino prometido llegará sólo cuando
hayamos purificado el país de todas las impurezas”. Entre los cristianos había la misma
variedad de opiniones. Algunos de la comunidad de Tesalónica en Grecia, apoyándose en
la predicación de Pablo, decían: “¡Jesús volverá!” (1 Tes 4,13-18; 2 Tes 2,2). Pablo
responde que no era tan simple como se lo imaginaban. Y a los que habían dejado de
trabajar decía: “¡Quien no quiere trabajar, que no coma!” (2Tes 3,10). Probablemente se
trataba de gente que a la hora del almuerzo iba a mendigar comida a casa del vecino. Los
cristianos opinaban que Jesús volvería después que el evangelio fuera anunciado al
mundo entero (Hechos 1,6-11). Y pensaban que cuanto mayor fuera el esfuerzo de
evangelizar, más rápidamente vendría el fin del mundo. Otros, cansados de esperar,
decían: “¡No volverá!” (2 Pd 3,4). Otros basándose en las palabras de Jesús, decían con
acierto: “¡Ya está en medio de nosotros!” (Mt 25,40).
Hoy pasa lo mismo. Hay gente que dice: “Como van las cosas, está bien tanto en la
Iglesia como en la sociedad”. No quieren cambios. Otros esperan el retorno inmediato de
Jesús. Otros piensan que Jesús volverá por medio de nuestro trabajo y anuncio. Para
nosotros, Jesús está en medio de nosotros (Mt 28,20). El ya está de nuestro lado en la
lucha por la justicia, por la paz, por la vida. Pero la plenitud no ha llegado todavía. Por
esto, esperamos con firme esperanza la liberación total de la humanidad y de la
naturaleza (Rom 8,22-25).

4) Para la reflexión personal


• Jesús pide que miremos la higuera, para contemplar los fenómenos de la naturaleza. En
mi vida ¿aprendí alguna cosa contemplando la naturaleza?
• Jesús dijo: “El cielo y la tierra pasarán, pero mi palabra no pasará”. ¿Cómo encarno
estas palabras de Jesús en mi vida?

5) Oración final
Señor, dichosos los que moran en tu casa
y pueden alabarte siempre;
dichoso el que saca de ti fuerzas
cuando piensa en las subidas. (Sal 84,5-6)

El cielo y la tierra pasarán, pero mis


palabras no
Tiempo Ordinario

Lucas 21, 29-33. Tiempo Ordinario. Es nuestra responsabilidad no


perder el tiempo porque es un regalo de Dios de valor incalculable.

Por: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net


Del santo Evangelio según san Lucas 21, 29-33
Les añadió una parábola: «Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando
ya echan brotes, al verlos, sabéis que el verano está ya cerca. Así
también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de
Dios está cerca. Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que
todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no
pasarán.

Oración introductoria
Espíritu Santo, te pido el don de ciencia para valorar las cosas humanas
en relación a mi último fin y para saber discernir lo que debo hacer en
cada momento. En este momento de oración, ayúdame a guardar el
silencio necesario para agradarte y escuchar lo que hoy me quieres
decir.

Petición
Señor, dame fortaleza, para buscar con constancia la santidad.

Meditación del Papa Francisco


Al final, Jesús hace una promesa que es garantía de victoria: "Con su
perseverancia salvarán sus almas". ¡Cuánta esperanza en estas
palabras! Son un llamamiento a la esperanza y a la paciencia, a saber
esperar los frutos seguros de la salvación, confiando en el sentido
profundo de la vida y de la historia: las pruebas y las dificultades forman
parte de un designio más grande; el Señor, dueño de la historia, lleva
todo a su cumplimiento. ¡A pesar de los desórdenes y de los desastres
que turban al mundo, el designio de bondad y de misericordia de Dios
se cumplirá!
Y esta es nuestra esperanza. Ir así, por este camino, en el designio de
Dios que se cumplirá. Es nuestra esperanza.
Este mensaje de Jesús nos hace reflexionar sobre nuestro presente y
nos da la fuerza para afrontarlo con coraje y esperanza, en compañía de
la Virgen, que camina siempre con nosotros. (S.S. Francisco, 17 de
noviembre de 2013).

Reflexión
La parábola de la higuera se sitúa prácticamente al final del discurso de
Jesús sobre las señales del fin universal. Hace aproximadamente dos mil
años que Cristo pronunció estas palabras, y no pueden ser más
actuales. No hace falta detenerse demasiado en dicho discurso para
encontrar rápidamente el paralelismo entre lo que Cristo nos describe y
lo que nosotros vivimos en la actualidad. Ante tanta adversidad el
mensaje de Cristo es, como siempre, esperanzador: "el Reino de Dios
está cerca". Somos pues, hijos todos de la misma generación,
descendientes de Adán y Eva, los expulsados del paraíso. Pero hijos
principalmente de Dios, que nos dignifica a través de su Hijo Jesucristo y
que nos muestra ya la higuera que retoña, es decir, el Reino naciente en
cada corazón que le ama.

El tiempo ha demostrado la autenticidad de las palabras de Nuestro


Señor: "El cielo y tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán". Esta
sorprendente expresión de Jesús está cargada de un profundo
significado: nada perdura en el tiempo, sólo Él es eterno, sólo Él puede
decir "siempre".

Por eso, nos equivocamos si centramos nuestra vida en lo estrictamente


pasajero, material y efímero. Debemos anclarnos en Cristo, con Él no
damos pasos en falso.

Desde luego, y estamos avisados, la senda es estrecha y espinada, y


cuesta transitarla, pero vamos acompañados y guiados por el Maestro.
Este pasaje nos llama a volver a la frescura del Evangelio, a buscar la
autenticidad del mensaje cristiano, seguros de que no pasa, jamás se
desfasa, ni es atemporal. A veces, nuestros prejuicios nos empujan a
quedarnos en lo más superficial de lo que conforma nuestra fe; nos
ocupamos con demasiada frecuencia de lo externo; estamos estancados
en nuestra dimensión más horizontal, olvidándonos de que es la vertical
la que nos conduce a las alturas.

Propósito
El Señor nos advierte: "mis palabras no pasarán", es nuestra
responsabilidad no perder más el tiempo, el tiempo es un regalo de Dios
de valor incalculable. Utilizarlo de cara a Él, obedeciendo su santa
voluntad. He ahí la tarea del cristiano y lo único que puede darnos la
felicidad.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis
palabras no
Tiempo Ordinario

Lucas 21, 29-33. Tiempo Ordinario. El mejor camino para afrontar el


futuro es aprovechar el momento presente.

Por: Ignacio Sarre | Fuente: Catholic.net

Del santo Evangelio según san Lucas 21, 29-33


Les añadió una parábola: «Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando
ya echan brotes, al verlos, sabéis que el verano está ya cerca. Así
también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de
Dios está cerca. Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que
todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no
pasarán.

Oración introductoria
Espíritu Santo, te pido el don de ciencia para valorar las cosas humanas
en relación a mi último fin y para saber discernir lo que debo hacer en
cada momento. En este momento de oración, ayúdame a guardar el
silencio necesario para agradarte y escuchar lo que hoy me quieres
decir.

Petición
Señor, dame fortaleza, para buscar con constancia la santidad.

Meditación del Papa Francisco


Con la venida de Dios en la historia estamos ya en los tiempos
“últimos”, después de los cuales el paso final será la segunda y
definitiva venida de Cristo.
Naturalmente aquí se habla de la 'calidad' del tiempo, no de su
'cantidad'. Con Jesús ha venido la plenitud del tiempo, plenitud de
significado y plenitud de salvación. Y no habrá más una nueva
revelación, pero la manifestación plena de lo que Jesús ha ya revelado.
En este sentido estamos ya en la 'última hora'; cada momento de
nuestra vida no es provisorio es definitivo y cada acción nuestra está
cargada de eternidad. De hecho la respuesta que damos hoy a Dios que
nos ama en Jesucristo, incide en nuestro futuro.
La visión bíblica y cristiana del tiempo y de la historia no es cíclica, pero
linear: es un camino que va hacia un cumplimiento. Un año que ha
pasado por lo tanto no nos lleva a una realidad que termina pero a una
realidad que se cumple, es un paso ulterior hacia la meta que está
delante de nosotros: una meta de esperanza y de felicidad, porque
encontraremos a Dios, razón de nuestra esperanza y fuente de nuestra
alegría. (Homilía de S.S. Francisco, 31 de diciembre de 2013).
Reflexión
Nos interesan mucho los pronósticos. Ponemos atención al reporte del
clima para saber si saldremos o no al campo. A los aficionados, el de la
Liga de fútbol. A los empresarios, el de la Bolsa de valores. ¡Qué
previsores! Nos gusta saber todo con antelación para estar preparados.

Jesucristo ya lo había constatado hace 2000 años, cuando no había ni


telediarios, no existía el fútbol, ni mucho menos la Bolsa de Valores.
Pero los hombres de entonces, ya sabían cuándo se acercaba el verano,
porque veían los brotes en los árboles.

Nuestra vida se mueve entre una historia (el pasado) y un proyecto (el
futuro). La invitación del Señor es a estar preparados para lo que nos
aguarda, con atención a los signos de los tiempos. A aprender de las
lecciones del pasado, con optimismo y deseo de superación. Pero, sobre
todo, a vivir intensamente el presente, el único instante que tenemos en
nuestras manos para construir. No lo podemos perder lamentándonos
por los errores del pasado y, menos aún, temiendo lo que puede llegar
en el porvenir. El mejor camino para afrontar el futuro es aprovechar el
momento presente. Seamos previsores, ¡invirtamos y apostemos hoy
por la vida eterna!

Propósito
El Señor nos advierte: "mis palabras no pasarán", es nuestra responsabilidad
no perder más el tiempo, el tiempo es un regalo de Dios de valor incalculable.
Utilizarlo de cara a Él, obedeciendo su santa voluntad. He ahí la tarea del
cristiano y lo único que puede darnos la felicidad.

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