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1
Extraído de la nota del autor a Cuentos de los días raros. J. M. Merino, Historias del otro
lugar: Cuentos reunidos (1982-2004), Madrid, Alfaguara, pág. 567.
Los relatos de José María Merino hablan por sí solos sobre su concepción
literaria. No obstante, la intuición que sugiere su lectura se ve ratificada en las
numerosas entrevistas y reflexiones ofrecidas por el propio autor, así como en su
ensayo Ficción continua (2004). Para calificar su narrativa breve, el propio Merino
ha hecho suya la expresión «realismo fantástico», acuñada por Gómez Domingo
para referirse a Cuentos del reino secreto. Y es que una de las definiciones que Me-
rino propone para lo fantástico es: «la introducción de lo imposible en el seno
de la realidad convencional»3. Esa es precisamente la vocación que guía toda su
narrativa, tal como ratifica en el prólogo a Cincuenta cuentos y una fábula (1997),
en el que declara su propósito de «naturalizar lo fantástico» pese al contexto de
literatura realista predominante durante su juventud, en referencia al realismo
social de los años cincuenta y sesenta.
La filiación de Merino con lo fantástico es también una reivindicación de una
tradición literaria española existente desde el siglo xiv y relegada al olvido por el
canon realista interpuesto por la crítica literaria —además de por la base eclesiás-
tica de nuestra tradición—, algo que solo en las últimas décadas parece haberse
cuestionado. En otro de sus prólogos, el de la revisión de 2007 a sus Cuentos del
reino secreto (1982), manifiesta abiertamente esa voluntad de revalorización: «[…]
tuve la intención de profundizar en ese campo, consciente no solo de seguir una
de las líneas venerables de mi propia cultura literaria, sino también para intentar
enfrentarme a la ignorancia, el olvido o el menosprecio que desde los cuarteles
del canon se suelen mostrar hacia ella»4.
2
Sobre la metaficción meriniana, principalmente en sus novelas, véase por ejemplo Larequi
(1988), Holloway (1996), Sturniolo (2008) y Lee (2005).
3
F. M. Gómez Domingo, «José María Merino: el “realismo fantástico”», Ínsula, núm. 756,
2009, pág. 38.
4
J. M. Merino, Historias del otro lugar…, ob. cit., pág. 25.
11
Véase su discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua, titulado simbólicamente
«Ficción de verdad».
12
J. M. Merino, «Los límites de la ficción», Revista Anthropos, núm. 208, 2005, pág. 91.
13
D. Roas, Tras los límites de lo real…, ob. cit., pág. 2011, pág. 153.
14
Francisco G. Orejas (2003) sostiene que, pese a la insistencia de algunos críticos en vincular
la metaficción con la posmodernidad, esta se repite, aunque con menos frecuencia, a lo largo de
los siglos, puesto que su ejemplo por antonomasia se encuentra en el Quijote.
15
Esta idea coincide con la definición canónica de la metaficción propuesta por Waugh:
«[…] fictional writing which self-consciously and systematically draws attention to its status as an
artifact in order to pose questions about the relationship between fiction and reality. In providing
a critique of their own methods of constructions, such writings not only examine the fundamental
structures of narrative fiction, they also explore the possible fictionality of the world outside the
literary fictional text». En P. Waugh, Metafiction: The Theory and Practice of Self-Conscious Fiction,
Routledge, London and New York, 1993, pág. 2.
16
J. M. Merino, Ficción continua, Barcelona, Seix Barral, 2004, pág. 27.
17
La terminología de los niveles narrativos responde a la expuesta por Gérard Genette en
Figuras III (1972): «Vamos a definir esa diferencia de nivel diciendo que todo acontecimiento con-
tado por un relato está en un nivel diegético inmediatamente superior a aquel en que se sitúa el acto
narrativo productor de dicho relato.» Genette distingue tres niveles: el extradiegético —la narración
de los sucesos principales de la ficción—, el diegético o intradiegético —los sucesos narrados en
ese primer nivel—, y el nivel metadiegético —la narración de los sucesos en segundo grado; esto
es, la narración dentro de una narración—. En G. Genette, Figuras III, Barcelona, Lumen, 1989,
pág. 284.
18
J. M. Merino, Ficción continua, ob. cit., pág. 27.
19
Ibíd., pág. 94.
20
Los principales teóricos sobre la metaficción son Robert Alter —Partial Magic: The Novel as
a Self-Conscious Genre (1975)—, Linda Hutcheon —Narcissistic Narrative. The Metafictional Para-
dox (1980)—, Steve G. Kellman —The Self-Begetting Novel (1980)— y Patricia Waugh —Metafic-
tion: The Theory and Practise of Self-Conscious Fiction (1985).
21
J. M. Merino, «Los límites de la ficción», ob. cit., pág. 83.
22
En su completo estudio sobre la metaficción y los mundos posibles en la narrativa de
Merino, Cheng Chan Lee señala seis temas comunes: la exploración del acto de escribir y su in-
tervención en la realidad, las relaciones entre historia y ficción basadas en el concepto posmoderno
de la historia, los aspectos de lo imaginario y su confluencia en la realidad, las variaciones sobre la
identidad, la ampliación del concepto tradicional de realismo, y, finalmente, los modelos de mun-
dos ficcionales —agrupables según Lee en lo ficcional verosímil y en lo fantástico verosímil—. C.
C. Lee, Metaficción y mundos posibles en la narrativa de José María Merino, Valladolid, Universidad
de Valladolid y Secretariado de Publicaciones e Intercambio Editorial, 2005, págs. 22, 189-193.
23
J. M. Merino, Historias del otro lugar…, ob. cit., pág. 181.
elevando sus tallos y ramajes en esa otra realidad que es la literatura. En algunos
de mis cuentos he intentado reflejar ese acecho del narrador, que no vive libre-
mente, sino sujeto a esa pasión, o manía, de dejarse fecundar por las azarosas
semillas del relato24».
En el marco de esas reflexiones que confiere el estatuto del personaje escritor,
la narración se desarrolla en dos niveles narrativos: la diégesis en la que el escritor
es el protagonista y la diégesis (metadiégesis) que el propio protagonista está
creando. En la mayoría de los casos, la concomitancia de ambos planos, acaba
provocando el solapamiento y el escritor es invadido por su ficción; esto es, se
produce una metalepsis al transgredirse los niveles narrativos25.
Uno de los relatos que presenta esta estructura es El viajero perdido, cuento
que da título al libro de 1990. En él, un escritor, a raíz del encuentro con un
hombre extraño que asegura estar perdido y le pregunta cómo llegar a la estación
de tren, siente la imperiosa necesidad de escribir un relato. El personaje-escritor
va trazando el argumento de su novela al tiempo que comenta diferentes aspectos
con Berta, su compañera. Esta también se interesa por su decurso hasta el punto
de tener pesadillas con él. Las obsesiones del escritor y la compañera no quedan
ahí: la «vuelta de tuerca» tiene lugar cuando confluye la redacción del nudo argu-
mental de la novela con un viaje de negocios de Berta. El lector percibe cómo los
planos de la ficción y de la metaficción se desarrollan a la par hasta que convergen.
Similar es la imbricación de planos en cuentos como Oaxalcoalco.
Otros relatos insertos en la temática de la creación narrativa son Un personaje
absorto y Fiesta, que giran en torno a la frustración del escritor y la obsesión por
la verosimilitud. La variedad de juegos entre realidad y ficción que pueden figurar
en un cuento llega a su culmen en El caso del traductor infiel, relato que presenta
una mayor complejidad de niveles narrativos26. En esta ocasión el protagonista no
es un escritor, sino un traductor, Antonio Lugán, encargado de ofrecer la versión
española de unas novelas policíacas de mucho éxito, pero poca calidad literaria
según su parecer. Por este motivo y ante la desidia que le provoca traducir cada
una de las entregas de la saga, decide modificar levemente la traducción respecto
al original: selecciona los sinónimos que presenten a la detective protagonista de
una forma más pedante y burlesca. En el resultado del traductore traditori hay
24
Ibíd., pág. 19.
25
La metalepsis, expresada por Merino como «vuelta de tuerca» es formulada por Genette
en los siguientes términos: «El paso de un nivel narrativo al otro no puede asegurarse en principio
sino por la narración, acto que consiste precisamente en introducir en una situación, por medio
de un discurso, el conocimiento de otra situación. Toda otra forma de tránsito es, si no siempre
imposible, al menos siempre transgresiva. […] toda intrusión del narrador o del narratario extra-
diegético en el universo diegético (o de personajes diegéticos en un universo metadiegético, etc.)
o, inversamente, como en el caso de Cortázar, produce un efecto de extravagancia ora graciosa
(cuando se presenta, como en Sterne o Diderot, en tono de broma) ora fantástica.» En G. Genette,
ob. cit., págs. 289-290.
26
Este cuento es objeto de análisis del artículo de Victoria Béguelin-Arguimon «La metafic-
ción en “El caso del traductor infiel” de José María Merino» (2002).
27
J. M. Merino, Historias del otro lugar…, ob. cit., pág. 337.
28
Ibíd., pág. 392.
constituye la realidad son el correlato de lo que Merino intenta con sus propios
cuentos. La «vuelta de tuerca» más evidente se encuentra en el prólogo a Las
puertas de lo posible, donde el profesor Souto asegura que hace veinte años que
conoce a José María Merino. Como en la unamuniana Niebla, se juega con la
ficción en la ficción y con los límites entre realidad y ficción, al afirmar que, en el
relato El viaje inexplicable, Merino «introduce a un personaje de ficción llamado
“profesor Souto», acaso como un homenaje dedicado a mi persona pero que no
puedo comprender»29.
La coherencia y ligazón entre diferentes cuentos que configuran una realidad
literaria autónoma alcanza su máxima expresión en El libro de las horas contadas.
Su protagonista, Pedro, es un escritor enfermo que decide sobrellevar la incer-
tidumbre y agonía de lo que pueden ser sus últimos días realizando una de sus
mayores pasiones: escribir, como si se tratase de la «ebullición de una memoria que
no quiere terminar»30. De este modo, todo el libro se constituye a partir de relatos
interrelacionados que se inspiran en aspectos de su vida, por lo que aparecen en
ellos metaliterariamente su mujer y su primo, hecho que crea discusiones sobre
la libertad del escritor para concebir otras realidades.
Y es que, como se ha expuesto anteriormente, la realidad es también un
cúmulo de construcciones. La ejemplificación de la manera en que los relatos
instauran otra realidad se encuentra en el cuento Tertulia, hipertexto de Para
general conocimiento, ambos pertenecientes a Cuentos del barrio del Refugio. En
él, un grupo de personas del barrio se reúnen en tertulia para reflexionar sobre
el acontecimiento de este último cuento: hipotexto que ya presenta elementos
metaficcionales y, al ser objeto de reflexión intratextual, se produce la «vuelta de
tuerca». Por una parte, así como los lectores comentan los cuentos de Merino,
desde el interior de ellos se produce la misma acción hermenéutica, cuestionándo-
se de nuevo los límites entre realidad y ficción. Por otra parte, las conversaciones
de los tertulianos funcionan igual que los relatos fantásticos, ya que abordan los
aspectos más inexplicables de la realidad del barrio.
Dado que la realidad es un artefacto más, la literatura es la posibilidad de una
alternativa, un refugio. Por este motivo, el barrio del Refugio es la concreción
espacial de esa concepción. Esta es la interpretación que puede extraerse del relato
Los libros vacíos. Su protagonista es un gran aficionado a la lectura que, tras sufrir
una enfermedad que lo tiene hospitalizado, no encuentra literatura en sus libros.
La ficción literaria parece haber desaparecido de su biblioteca personal: El Quijote,
En busca del tiempo perdido o La isla del tesoro se transforman en simples obras
históricas, sociológicas y psicológicas que no suscitan el mismo interés al carecer
de sustancia literaria. Hay en este juego metaliterario un trasunto de la voluntad
de Merino por potenciar la vertiente fantástica de la tradición hispánica y por
exponer, a través de la propia literatura, la importancia que esta tiene para el ser
humano. De ello se desprenden dos más de las constantes de la cuentística del
29
J. M. Merino, Las puertas de lo posible, Madrid, Páginas de Espuma, 2008, pág. 12.
30
J. M. Merino, El libro de las horas contadas, Madrid, Alfaguara, 2011, pág. 31.
autor. Por un lado, los lazos que se establecen entre las diferentes obras literarias
—desglosados también en Papilo Síderum— y, por otro, la comprensión de uno
mismo a través de la literatura —noción que se convierte en cuento, de nuevo
metaliterariamente, en el entrañable El viaje secreto—.
En síntesis, las consideraciones que se desprenden a través de lo metaliterario
redundan en el cuestionamiento de la realidad. Por encima de todos los ejemplos
aquí expuestos sobresale la intención de mostrar la importancia de la literatura en
sí misma, en un mundo cada vez más incierto pese a su aparente consistencia.
Mediante esta escueta selección se constata que la cohesión e integridad del
amplio corpus literario de José María Merino goza de una mayor coherencia que
la propia realidad y, paradójicamente, lo logra sirviéndose de lo fantástico.
Bibliografía