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Ryszard Kapuscinski: Viajes con Heródoto

Idioma original: polaco


Título original: Podróże z Herodotem
Año de publicación: 2004
Traducción: Agata Orzeszek
Valoración: Recomendable

Sin que esto sirva de justificación para algunas omisiones, y un poco en nombre de todos
los que colaboramos aquí (aunque nadie me lo haya pedido) diré que lo de cumplir con
el nombre de este blog no es sencillo. Y a medida que el tiempo pasa lo es menos. Porque
cada vez hay más obras reseñadas, porque nuestras reservas mentales menguan y
nuestra capacidad de repetirnos crece, porque la oferta es tan extensa que abruma,
porque a veces uno necesita buscar algo que no suene a lo de siempre y esa búsqueda es
arriesgada e infructuosa y es difícil que un gran autor no haya sido descubierto antes o
promocionado antes y las apuestas con la única guía de la intuición solo arrojan frutos
tras mucha decepción y mucho abandono y mucho descubrimiento de la sopa de ajo.

Viene a colación este rollo por el hecho de que vuelva con cierta frecuencia a esos autores
fetiche (todos los tenemos) y me reitere en sus libros e intente acabar completando su
obra como medida de justicia con el mundo o efecto equilibrador de la enorme injusticia
que vivimos cada día con escritores mediocres pero promocionados acaparando no
solamente el dinero de los lectores sino su preciado tiempo. No defenderé jamás que
haya que leer cualquier cosa. Se emplea el mismo tiempo en leer un mal libro que uno
bueno y, a mí me parece obvio, la lectura de malos libros suele alejarnos de nuestro vicio
favorito.
Veinte líneas, entonces, he necesitado para justificar leer otra vez a Kapuscinski, y vuelvo
a recomendar leer casi cualquier libro suyo y este Viajes con Heródoto, aunque se trate
de una relativa aventura fuera de sus crónicas habituales, pues también, cómo no. Aquí
Kapuscinski toma cierta perspectiva y reflexiona sobre sus primeras experiencias como
reportero, las que le llevarían a austeros hoteles y desplazamientos con gastos bajo lupa
por cuenta de sus jefes polacos. China, la India, Etiopía, Tanzania, Argelia. Destinos de
lo más variado donde el Kapuscinski joven, años 50, empieza a desarrollar ese malsano
interés que evolucionaría para configurar lo más granado de su obra. Con un curioso
acompañante: Kapuscinski se hace acompañar de la Historia de Heródoto, admirada
crónica donde se describen, con todo lujo de detalles (qué brutos llegaban a ser los
griegos y los persas) toda suerte de contiendas bélicas, cuitas para aspirar al poder o
mantenerse en él, andares de personajes de la época y reflexiones que justifican la
fascinación creciente y la determinación más creciente aún de Kapuscinski por perseguir
ese objetivo: explicar lo que ve y explicar lo que intuye (y explicar que lo intuye), de
manera que se limite a ser un testigo privilegiado. Por lo que este libro se constituye
también como una bildungsroman centrada en el despertar de la vocación del
Kapuscinski cronista. Se aporta la perspectiva de una rememoración de esos momentos,
compatibilizando la lectura del clásico con la presencia en todos esos destinos y, con un
cierto aire naif, se acaba "forzando" cierta similitud entre la óptica del cronista dos mil
años atrás y la del presente, y a veces ello funciona como complemento y otras veces
ralentiza lo que todo aficionado al genial periodista polaco espera: esa descripción de los
escenarios rebosante de agudeza analítica y sentido común a veces queda cercenada por
las menciones a Historia. En este sentido, Viajes con Heródoto gratifica al asiduo, pero
no lo veo adecuado como primer paso de acercamiento a su obra, papel que le reservaría
a Ébano o El imperio o El sha o la desmesura del poder y así me saldrían hasta media
docena.

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