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I. Introducción.
Aunque la Reforma protestante del S. XVI, hizo del tema de la justificación uno
de los temas fundamentales en la construcción de su sistema doctrinal, y desde
entonces es un tema que en buena medida identifica a los reformados; cabe sin
embrago, hacernos la pregunta acerca de la completa compresión del tema y de la
manera que éste nos hace ver el futuro de la iglesia.
Por ser la justificación un acto declarativo para participación del cuerpo de Cristo,
no puede ser considerada en sí como la justicia intrínseca del creyente, sino como
ya lo hemos señalado, como la declaración del Espíritu Santo de que ahora el
creyente es favorecido con el hecho de haberlo convertido en parte del pueblo de
Dios.
En sí, la justificación se basa sobre la nada del creyente, tal como Walter
Brueggemann deja ver en su libro de Teología del Antiguo Testamento “Un juicio a
Yahvé”:
Gloria
Reconciliación
Todo hombre es injusto e inexcusable de ello ante Dios, sin embargo, al ser
justificados, por la fe, como resultado, se tiene la paz con Dios juntamente con la
esperanza de alcanzar la gloria de Dios y no la ira en aquel día terrible; porque gloria
y honra y paz son la promesa de pacto de Dios por la justificación tanto al judío
como al griego que cree.
Así, pues, la justificación hace posible la reconciliación del pecador con Dios,
para que Dios, al final de la historia, manifieste su gloria sobre y en favor del
pecador.
3) Amigo de Dios.
Respecto a lo anterior, Ladd, sugiere que la reconciliación no tiene que ver con
la actitud de las personas para con Dios sino con la actitud de Dios con las personas.
En la cual, Dios no sigue considerando como enemigos a los justificados.
Gary V. Smith, en su libro, los profetas como predicadores describe que: “el día
de Jehová incluiría la revelación del reino glorioso de Dios como transformación de
los pecadores y su gozo en la presencia del Dios su Rey”viii . Respecto al tema de
la gloria de Dios que resulta del binomio justificación-reconciliación, Smith dice
sobre la visión escatológica de la gloria de Dios mostrada a Habacuc: “Habacuc le
pidió a Dios una percepción y Dios le dio una nueva perspectiva qué transformó su
vida. Cuando la visión del esplendor de Dios, su poder sobre la naturaleza, su ira y
su salvación fueron internalizados, la fe floreció”ix,
N.T. Wriht, Alister MacGrath, Peter Jones, están de acuerdo que el evangelio se
dirige hacia la resurrección final como punto culminante y revelador de la
justificación. Lo cual da lugar a la reconciliación y glorificación final, esta última como
el alcance de la plenitud de las cosas tal cual deben ser.
Según Peter Jones, en su libro, Llevando cautiva la mente pagana, Pablo pone
de manifiesto que el sistema sacrificial del AT llega a su cumplimiento en Cristo,
dando lugar a la justificación por su sangre y el perdón definitivo de los pecados,
quedando en espera que a la final trompeta, el último enemigo sea derrotado.
Así pues, al tener lugar esta victoria, implicaría que, superado el problema del
pecado y de la muerte, Dios reconcilia definitivamente a sus justificados consigo
mismo para una eternidad de gloriosa paz, y acceso a su presencia.
De este modo, el plan de Dios consiste en ser fiel a su pacto para justificar a su
pueblo a fin de poder estar de su lado para salvarlo. El pacto de Dios está
intrínsecamente relacionado con su pueblo o familia que habrá de conformar de
todas las naciones por causa de su amor en acción que justifica a los hombres para
librarlos de la muerte por la resurrección de Jesús. Pues “por medio de la
resurrección, Dios declara efectivamente a Jesús como verdaderamente justo. La
resurrección le vindica en una forma similar a la del justo sufriente del Antiguo
testamento que espera en Dios”x. Su resurrección merecida de entre los muertos le
permite reconciliar todas las cosas, incluyendo la reconciliación del hombre con
Dios; por lo cual, todas las cosas, incluyendo a hombre, son traídas de nuevo a la
reconciliación, y comunión gloriosa con el creador. Una glorificada paz e “intimidad
utópica”xi.
VI. Conclusión.
La justificación “es la doctrina que insiste en que todos los que creen en Cristo
se sientan a la mesa, sean de la procedencia que sean, ya que juntos esperan la
nueva creación final”xii. En el juicio final, se habrá de declarar quien es justo y quien
no, con la subsecuente consecuencia respectiva: vida eterna a los que,
perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo
a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la
injusticia; tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío
primeramente y también el griego, pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo
bueno, al judío primeramente y también al griego; porque no hay acepción de
personas para con Dios (Romanos 2: 8-11)