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Gestión Cultural Luján – Documentos - JUN2008

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Los Museos y las Asociaciones de Amigos


COMPLEMENTACIÓN y CONVERGENCIA
Néstor Fabián MIGUELIZ
Voluntario museal; delegado a la FADAM
Asoc. Amigos Museo Pcial. "Enrique Udaondo",
Luján, Buenos Aires

Complemento o complementación nos trae inmediatamente la idea o el reflejo, natural,


sobre "aquello que se añade", que se agrega o que se propone completar, que se procura
integrar y -en definitiva- acerca de aquello que se "extrae" mejor de lo que ya es. Es
decir, más pleno, menos imperfecto, ... más enriquecido.
Convergir es concurrir hacia un fin común. En criollo, diría, es "tirar del mismo carro y
hacia el mismo lado". Y resulta esta coincidencia -a favor de algo o en contra de algo (no,
de nadie), en contra del abandono de los museos, de la destrucción del patrimonio
cultural- lo que viene a darle sentido a estas líneas.
¿Para qué sirven las asociaciones ?..., ¿cuál fue su génesis, o por qué se crearon estas
entidades...?
La respuesta la damos -categóricamente hablando- con satisfacciones, con orgullo, con
firmeza y con convicciones: las creó la autoridad, pues, para ayudar a los museos, para
contribuir con sus siempre alicaídos y/o escasos recursos, aprovechando inteligentemente
el derecho constitucional de asociación de los ciudadanos-vecinos. Es decir, fueron
constituidas -y así subsisten- para canalizar lícitamente los ingresos que la actividad
museológica (y su amplia extensión cultural) es susceptible de generar. Tanto el ICOM
(Consejo Internacional de Museos), que agrupa a los titulares de museos, como la
Federación Mundial de Amigos de Museos (FNAM), nos legan pautas, sugerencias, puntos
de vista, recomendaciones y normativa para que -lo más ordenada y responsablemente
posible- contribuyamos a la preservación del patrimonio cultural de la humanidad.
¿Cuál es la función del amigo del museo?
¿Qué se espera de su trabajo y de su labor?; ¿qué expectativas abre su accionar en el
conjunto maravilloso de bienes que nos incumbe a todos custodiar para legar -protegidos
y, por qué no, enriquecidos- a las generaciones futuras?. ¿Con qué tareas de los
voluntarios se beneficia más la institución, el interés general y la "comunidad museal"...?,
como bien dice el Código de Etica de Oaxaca.
1. La constitución y organización formal de las entidades es un requisito ineludible para
contribuir y colaborar mejor, de manera más ordenada, más prolija, más seria y más
responsablemente, con nuestros museos. Es la primera sugerencia que brindan en la
Federación Argentina de Amigos de Museos (Fadam): que los voluntarios obtengan la
personería jurídica. No solamente porque facilita un trabajo más encausado, sino porque
los estatutos establecen controles internos y externos (períodos de mandatos, rendiciones
de cuentas, obligatoriedad de memorias y balances, deberes y obligaciones según los
cargos, comisiones revisoras de cuentas, presentaciones varias, etc.) ante la autoridad de
contralor, lo que deriva en un manto de transparencia y de legitimidad social respecto de
la comunidad toda. Estos primeros pasos de formalización, serán -en consecuencia-
también valorados por la autoridad, ya que resultan un mensaje para la sociedad y
posibilitará un más intenso acercamiento de la gente a la entidad.

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2. Colaboración y apoyo a la política museológica fijada: se trata de la contribución con


las misiones y funciones del museo, establecidas por los responsables (funcionarios
públicos o autoridad privada, según el caso). Las asociaciones, legítimamente, deben
conocer claramente para qué sirve y qué objetivos se propone el museo en donde el
voluntariado desarrollará su cometido. Si bien resulta razonable y sensato que el accionar
de las entidades se manifieste ajeno a la conducción y decisiones sobre la política museal
(deber-prudencia de no inmiscuirse en la administración del museo), nada obsta que la
autoridad solicite, y obtenga, colaboración de "los amigos", todo de conformidad con el
espíritu de "cooperación y colaboración" estatuido en México (Código de Etica de la
Federación Mundial de Amigos de Museos, sancionado en Congreso Internacional;
Oaxaca, 1986).
3. La capacitación y la profesionalización del voluntariado: significan aún todo un
desafío para estos tiempos. Las asociaciones demostrarán, con ello, una actitud de
responsabilidad y compromiso con los bienes a los que se procura conservar y preservar.
Se trata de un deber de "los amigos", que podrán ejecutar más plenamente cuanto mejor
conozcan la política museológica preestablecida y conforme las sugerencias de la
autoridad. Sería ideal un consenso básico, para mejor direccionar las inversiones y
optimizar así el aprovechamiento a favor de la institución museal.
4. Una tarea muy apropiada para las asociaciones de amigos -por la cantidad de
miembros que convergen en su seno, como socios- lo constituye la comunicación y la
difusión. Esto significa "multiplicar" por muchos la presencia del museo en la vida
comunitaria. Habrá "muchas voces" (invitaciones, mails, comunicaciones telefónicas,
gacetillas, etc.) convocando al museo, promoviendo donaciones, creando conciencia
preservacionista, etc.; y otras tantas recibiendo inquietudes, sugerencias, puntos de vista,
donaciones, etc.
5. El tan anhelado "recambio" de personas. La incorporación y formación de nuevas
generaciones "de amigos" es un deber de responsabilidad que las entidades no deben
descuidar. Con sólo una treintena de años, vicepresidí el voluntariado en el Museo
histórico Udaondo, de Luján, siendo testigo además de una nutrida incorporación de
jóvenes entusiastas. A los demás amigos de Fadam, también les resultó llamativa la corta
edad de algunos de los últimos delegados incorporados a la Federación. Y emparentado
con la cuestión etaria, viene también el desafío del recambio y rotación de personas,
figuras y dirigentes, especialmente, en las responsabilidades mayores. A esa finalidad se
contribuye cuando el modo de elección de autoridades es por asamblea anual o bianual e
incluye la modificación parcial de las comisiones directivas y del órgano de control
(comisiones revisoras de cuentas, junta de vigilancia, etc.), generándose una alternancia
prácticamente no traumática.
6. La obtención de recursos es una de las funciones primordiales de las asociaciones de
amigos....; pero no es la única. Inmediatamente acompaña a ella, la decisión de la
entidad respecto de la priorización en la asignación de los fondos; es decir, de la decisión
acerca de en qué y cómo gastar esos recursos. Como se ha sostenido reiteradamente,
"los amigos debemos ser amigos de la institución y no de nadie en particular"; eso es lo
que nos define y lo que nos identifica claramente, nos distingue y singulariza, nos
muestra, convoca, estimula... El destino de los fondos será decidido conforme las bases
del plan de trabajo establecido por las autoridades, siempre dentro de la competencia que
cada uno de los actores tiene en la comunidad museal y en el marco de las pautas de las
normativas de la Fadam y del Icom, en general, y según los estatutos en particular y en
cada caso. Las diversas manos que integran las entidades voluntarias, son siempre más
recursos humanos en procura de las siempre escasas partidas para los museos; muchas

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más "inteligencias" haciendo de nexo y de "puente" entre la sociedad civil y el museo.


Cuántas veces -por no decir casi siempre- las exitosas campañas recolectoras de fondos
llegan a buen puerto merced a la espontánea inserción de "los amigos" en la comunidad
general ? La respuesta de la sociedad civil, siempre imprescindible, ... cuántas veces se
logra obedeciendo al prestigio y a la transparencia de las gestiones y desempeños de
vecinos a cargo de responsabilidades en los museos ?
7. Las distintas acciones en función de la preservación del patrimonio natural y cultural
-ámbito por excelencia en la que encuadran, entre otros bienes, monumentos, museos,
lugares, parques nacionales, etc.- resultan deberes constitucionales de todos los
ciudadanos y habitantes, sea mayor o menor la vinculación directa o, por caso,
inexistente con los museos. Ello, conforme con las nuevas disposiciones constitucionales
sancionadas a partir de 1994. Los textos fundamentales reformulados han jerarquizado y
protegen dichos bienes, señalando actitudes que -con el tiempo- alcanzan a manifestarse
ejemplares (muchas veces, desinteresadas) desarrolladas por vecinos y personas. En
nuestro medio, y además del célebre "Museo de Luján", valiosos testimonios y reliquias
obran en archivos y bibliotecas privados como los de los descendientes de Jorge M. Furt y
Federico Fernández de Monjardín. El concurso anual de Fadam (para alumnos y escuelas,
hasta los 12 años), con atractivos medios pedagógicos, impone y crea conciencia en
nuestros educandos, insistiendo en aspectos dificultosos -aunque, por ello, no menos
gratos- de la tareas conservacionistas.
¿Qué necesita el voluntariado museal para desempeñar eficazmente su rol?. ¿Cómo llegan
a cumplir las asociaciones de amigos las funciones que todos coincidimos en asignarle?.
1. Se les debe, ante todo, respeto, consideración y estímulo. Existe una porción de la
sociedad civil que, agrupado en "amigos", se reúne en pos de un fin lícito y loable,
desinteresado y valioso: el patrimonio cultural, común y público, de los argentinos,
depositado en un museo. A él llegan los voluntarios a aportar tiempo, servicios,
conocimientos, recursos, difusión, conciencia cívica, personería para el ingreso de
fondos, nexos y contactos, "puentes" entre la comunidad, controles, ... Y la
motivación puede resultar fundada en diversas razones: bagaje y costumbre
familiar, tradiciones, altruismo, espíritu participativo y/o artístico, compromisos
ancestrales, vocación pública, tiempo libre,... o simplemente la contemplación de
la belleza del arte por su propio e intrínseco placer ("la belleza de la sencillez",
diría el genial Giuseppe Verdi). Téngase en cuenta que la esencia del voluntariado
es, precisamente, la inexistencia de retribución por sus servicios y tarea, lo que sí
reciben -satisfactoriamente o no tanto, en la mayoría de los casos- funcionarios,
directivos y personal.
2. Necesita una valoración y un reconocimiento a su labor altruista. Y resulta
razonable que así sea: uno debe resultar siempre agradecido (por lo menos, es lo
que siempre me enseñaron desde niño), especialmente -y dentro de esta tan
meneada globalización, en "este sálvese quien pueda"- cuando hay voluntades
que se agrupan con un fin lícito y loable, para culminar desarrollando, en la
mayoría de los casos, funciones y cometidos estatales. Esta es la médula del
tercer sector, o de la sociedad civil, o -como prefiera llamársele- "el nuevo mundo
de las ONGs".
3. Se manifiesta quizá como un tema menor o "casero", pero no lo es: las
asociaciones necesitan también un lugar de trabajo en la organización espacial del
museo. Así, se evitan inconvenientes y no se confunden incumbencias ni
competencias; y las entidades pueden desempeñar mejor y más acabadamente su
cometido (y en donde estén los mínimos implementos y auxiliares del

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voluntariado: documentación y archivos, procesadores de textos, papelería, línea


telefónica, personal casi permanente en ciertos horarios, etc.).
4. La natural, mutua y recíproca colaboración, no sólo de las autoridades museales,
sino del personal todo, en el espíritu que -con esas distintas fuentes, pero
coincidentes- tan bien señalan tanto el ICOM como la FNAM, para la idónea
optimización de las contribuciones de "los amigos".
¿Cómo se solucionan las cosas, sin perjuicio o inactividad, cuando tienen lugar diferencias
y distintos puntos de vista?. ¿Cómo se afronta ese desafío entre los distintos actores
museales?. Con el convencimiento pleno de que "las personas pasan... y las instituciones
quedan" (y de que "cuatro ojos ven más que dos"), las asociaciones serán siempre un
poco "los oídos de los distintos ámbitos de la sociedad que llegan a una caja de
resonancia". Son conductos, canales de conducción o de llegada de inquietudes y
preocupaciones, legítimas, de la comunidad respecto del museo y para beneficio del
museo.
¿Cómo se soluciona esta situación en favor del museo?
• Idoneidad y amplitud para escuchar: empecemos (o continuemos, según el caso)
escuchándonos entre nosotros, entre las autoridades y los museos;
• Capacidad para entablar un diálogo que pueda resultar fructífero y conducente; y
• Generosidad, responsabilidad y compromiso con la institución para lograr, en
definitiva, el más útil y auspicioso consenso para procurar -y realizar, claro- mejor
los fines y objetivos del museo.

Luján, junio 20 de 2008.

4/4

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