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Índice
1. Anatomía de la caja acústica 3
2. La elección de la materia prima 3
3. Construcción de las tablas armónicas 6
4. La química en las tablas armónicas 6
5. La acústica de las tablas armónicas 8
6. Bibliografía 8
El sonido intenso de un violín se produce
debido a que parte de la energía que el
intérprete aplica a las cuerdas con el arco
se transmite a través del puente a la caja
de acústica.
Un violín está constituido por unas 35
piezas. En este sentido, cada pieza es
esencial. Su cuidada elaboración y su
ensamblaje final estriban en una serie de
destrezas, habilidades y conocimientos en
torno a la Botánica, la Física, la Acústica,
la Química… que la propia experiencia del
maestro luthier ha ido desarrollando.
Este trabajo se centra en algunos de estos aspectos empíricos a tener
en cuenta en las tablas armónicas del violín para poder atisbar el
minucioso trabajo de precisión artesana que supone la fabricación de
un buen instrumento.
La elección de la madera determina la base del éxito de este proceso. No
en vano durante siglos los mejores talleres de luthiers solo se abastecen
de las maderas idóneas cuyas prodigiosas cualidades vibratorias
garanticen la excelencia de sus violines.
Durante este tiempo los conocimientos en Silvicultura (ciencia que
estudia la explotación de los bosques) y en Botánica siguen verificando
como maderas de gran calidad las originarias de las regiones
montañosas de Suiza, del Jura francés, de Saboya, de la Selva Negra o
del Tirol por sus condiciones climatológicas (zonas frías en las que se
ralentiza el crecimiento influyendo en la densidad de la madera),
edafológicas (relativas a la calidad del suelo) y geográficas (árboles cuyo
enclave se encuentra a una altura que oscila entre los 1.200 m y los
1.500 m sobre el nivel del mar, y preferentemente expuestos al oeste).
Las tablas armónicas se construyen con madera de abeto y arce. Sus
propiedades físicas y mecánicas les proporcionan unas admirables
cualidades vibratorias, por lo que son muy apreciadas para tapas de
resonancia de pianos, guitarras y violines.
Según los cánones tradicionales, las maderas son utilizables .después
de cinco a diez años de secado; las piezas vienen aserradas en cuartos
siguiendo la fibra de la madera.
Abeto o Picea Abies
Pertenece a la familia de las Piceas. Esta madera se selecciona
para construir la tapa armónica y el alma del violín. También
se le llama Abeto rosso (en Italia), Sapin rouge (en Francia).
FICHA TÉCNICA
Otra de sus propiedades: madera blanda, de 1,2 a 1,6 en la escala
Chalais-Meisdon.
Arce o Acer Pseudoplatanus
Pertenece a la familia de las Aceraceae. Esta madera se
selecciona para construir el fondo armónico y los aros del
violín. Sus radios leñosos en forma de rayas muy finas le
confieren una gran belleza decorativa.
FICHA TÉCNICA
Otras propiedades son:
-Flexión estática: 85-135 N/mm2
-Módulo de elasticidad: 9.100-12.000 N/mm2
-Compresión axial: 46-62
-Cortante: 8,5-11 N/mm2
-Flexión dinámica: 6,2-6,6 104 J/m2
Es muy importante destacar que en luthería las medidas se toman en
mm., ya que se trata de construir una obra de gran precisión.
Para construir el fondo armónico se
escoge un bloque de arce, se parte
por la mitad siguiendo la fibra y se
unen por sus bordes extremos. Se
procede de la misma forma para la
tapa armónica, que se construye con un bloque de abeto.
A continuación, ambas tablas se recortan según el patrón escogido y se
trabajan con la gubia para darles su bóveda interna global. El grosor
final varía para la tapa de 2 a 4 mm y para el fondo de 2,5 a 4,5 mm. La
dificultad de la acepilladura radica en obtener una superficie sin
abolladuras y conservar una perfecta simetría en las bóvedas. El dibujo
artesanal de las bóvedas determina el timbre del instrumento,
proporciona una gran parte de la identidad a un violín, a su luthier,
incluso a un periodo de la historia de la luthería.
Los filetes de ébano o peral se incrustan cerca de los bordes de ambas
tablas en las tres cuartas del espesor. Su función, además de
ornamental, es protectora; las fisuras que podrían por un golpe son
contenidas en los bordes evitando su propagación en las tablas.
Las efes se perforan simétricamente con el cortaplumas de recortar
sobre la tapa armónica. La muesca de la f se sitúa en la línea del
puente.
En cuanto a la barra armónica, se construye también en madera de
abeto y debe tener una curvatura ligeramente más fuerte que la de la
tapa, con el fin de poner ésta bajo presión. Actúa como resorte
vibratorio, contrabalanceando la presión del puente y equilibrando la
del alma.
El ensamblaje de la caja acústica o de resonancia del violín requiere de
una gran destreza por parte del maestro luthier.
La colocación del alma entre las dos tablas es determinante. Al variar la
posición de este varía considerablemente el timbre del violín. Además
actúa como punto de apoyo de un brazo de palanca que ayuda a
transmitir las vibraciones de las cuerdas a la caja acústica.
Se ha escrito mucho sobre la influencia de los barnices en el tono del
instrumento. ¿Desvirtúa el barniz el sonido de un instrumento o por el
contrario le confiere mejor calidad acústica?
Carleen Maely Hutchins, científica y luthier, llegó a una conclusión tras
realizar varias investigaciones sobre el tema:
“El barniz puede ser un mal menor, ya que apaga el sonido del violín
pero al mismo tiempo lo está protegiendo de la disgregación de sus fibras, de
la humedad y del propio músico.”
El barniz es un elemento de suma importancia, no solo por sus
funciones estéticas y protectoras, sino que debe contar con unas
características de elasticidad y dureza acordes a las vibraciones a las
que se verá sometido el instrumento al ser ejecutado. Un barniz
demasiado duro se craquelará debido a las vibraciones, y uno
demasiado elástico podría incrementar los sonidos de baja frecuencia.
En consecuencia, la elaboración del barniz y su aplicación determina el
sonido final del instrumento; no puede mejorar sus condiciones
sonoras, pero puede empeorarlas si no es adecuado. A esto hay que
sumar que se aprecian cambios en el comportamiento del barniz hasta
dos años después de ser aplicado.
Los antiguos maestros cremonenses no dejaron escritos sobre los
secretos químicos de sus magníficos barnices. Después de muchas
investigaciones y, cómo no, de numerosas leyendas alquimistas, el
misterio sigue sin desvelarse.
Habitualmente cada luthier elabora sus propios barnices adecuándolos
a su método de aplicación. Tampoco estos publican sus fórmulas
secretas.
Actualmente se conocen tres tipos de barnices: barnices al aceite,
barnices al alcohol y barnices mixtos.
Barnices al aceite. Aunque hace unos años que la tradición del
barnizado de aceite se había abandonado en la escuela Cremonesa,
recientemente un 10-15% de los luthieres de la ciudad de Cremona han
vuelto a utilizarlo.
En cuanto a su composición, se utiliza exclusivamente el aceite de
linaza cocido. Las resinas más utilizadas son: ámbar, trementina de
Venecia, pez griega, copal, damnar y almáciga.
Este tipo de barniz se caracteriza por ser de más sencilla aplicación y
por presentar un color final más homogéneo.
Aunque depende de la metodología del artesano, podemos sintetizar el
proceso de barnizado en los siguientes pasos:
Los inconvenientes son:
● El secado de estos barnices es muy lento, aún recurriendo a
lámpara ultravioleta de la clase C.
● Su elaboración es compleja.
● El escaso número de colorantes para estos barnices: la rubia, la
cúrcuma, la sangre de dragón y el azafrán. Estos dos últimos en
desuso por considerarse altamente inestables.
El resultado final deja ver la textura de la fibra de la madera y en
muchas ocasiones está dotado del efecto del dicroísmo (propiedad por la
que un cuerpo presenta dos coloraciones dependiendo de la dirección
en la que se los mire.
Barnices al alcohol. Son los más utilizados en las últimas décadas. El
90% de los luthieres de Cremona siguen trabajando con estos barnices.
Los materiales empleados son: goma laca, sandáraca, elemí, benjuí,
almáciga y propóleo. Son numerosos los colorantes que se pueden
utilizar tanto naturales como sintéticos.
Su elaboración resulta más sencilla. En cambio, su aplicación es
complicada, ya que el alcohol se evapora con rapidez y requiere reducir
el tiempo. Precisa muchos retoques de color y la aplicación de muchas
capas.
El resultado final es una superficie mucho más lisa, más parecida a un
espejo, donde se ha perdido la textura de la veta de la madera.
Barnices mixtos. Son los que utilizan en su composición el alcohol y se
le añade linoxina. Esta previamente se seca y se oxida al sol sobre una
placa de mármol, se recoge, se muele y se añade al barniz.
Otra opción de barnices mixtos es un barniz tradicional al alcohol al
que se le añaden unas gotas de un aceite esencial como el espliego.
La acústica es la rama de la física que estudia el sonido. Resulta
sorprendente que, de la energía que aplique un violinista a las cuerdas
mediante el arco, solo entre el 1 y el 2% emergerá como sonido; el resto
se disipa en calor. Por eso, es importante analizar las propiedades
físicas de las tablas armónicas que influyen en el comportamiento de
estas y que, por ende, contribuyen al sonido característico del violín.
Como hemos visto con anterioridad, una de las propiedades que
caracteriza a las maderas de las tablas armónicas es la elasticidad, por
la que tienden a recobrar su extensión y forma primitiva, permitiendo
así un movimiento oscilatorio.
Las constantes elásticas, es decir, las magnitudes de la fuerza de
restitución que se percibe para los distintos modos de deformación de la
placa, no solo dependen de la elasticidad de la madera, sino que
dependen del acabado que el maestro luthier le ha dado a la tabla.
En este sentido, es esencial el largo dado
a las efes en la tapa armónica. También
las ranuras en las que se incrustan los
filetes hace esa zona más flexible
impidiendo que la madera se raje a
consecuencia de las vibraciones.
La constante elástica para diferentes
modos de deformaciones de la tabla
determina en gran medida la calidad del
instrumento.
En las ilustraciones se observa las
torsiones aplicadas por el luthier a las tablas para probar la resistencia
a la deformación de los modos de oscilación más relevantes.
Otra de las propiedades importantes en cuanto a la acústica es la
densidad de masa de la madera. Así la frecuencia de oscilación está
condicionada por ambas: la constante elástica y la inercia (en el violín,
la inercia es directamente proporcional a la masa de la tabla, o sea, a la
densidad de la madera).
Elegir estas maderas tan elásticas y de densidad pequeña hace que la
velocidad del sonido a lo largo de la fibra sea unas 15 veces superior a
la velocidad del sonido en el aire, unos 4.570 m/s, lo que favorece la
rápida propagación de las vibraciones por la estructura del violín.
Otras dos propiedades que influyen en la acústica del instrumento son
el roce interno y la resistencia a la cizalla.
Cierto es que no se pueden conjugar todas estas magnitudes de manera
que nos dé la ecuación del violín perfecto. Por eso, el procedimiento es a
la inversa, se analiza el comportamiento de las tablas de violines
consagrados por la fama creados por artistas cremonenses.
Modos normales de las placas separadas
Hacia el 1830 Félix Savart, médico y físico, desarma una docena de
Stradivari y Guarneri con el fin de estudiar la acústica de sus tablas
armónicas. Esparciendo polvo de aluminio en las bóvedas de las tablas
y haciéndolas vibras a frecuencias correspondientes a sus modos
normales, pudo establecer los diagramas de Chladni. Así logró
descubrir que los sonidos fundamentales de las tablas armónicas de un
buen violín tienen una diferencia tonal de medio a un tono.
En la ilustración posterior se refleja los diagramas de las líneas nodales
que corresponden a cada uno de los modos de torsión anteriores (modos
1, 2 y 5). Estos tres son los modos más importantes para definir el
afinamiento tonal de las placas.
Así un luthier, a medida que da forma a la bóveda de la tabla, prueba
los tres modos retorciendo las placas con sus
manos y escucha los distintos modos golpeando
con la yema de los dedos en lugares prefijados
para establecer la relación armónica existente
entre los distintos modos. Por ejemplo, la tabla
está bien afinada si los modos 2 y 5 se encuentran
separados por una octava. Esto requiere una gran
agudeza auditiva.
Se ha descubierto cómo han de relacionarse las
tablas armónicas de un buen violín en cuanto a
sus modos:
● Si el modo 5 es de gran amplitud y su
frecuencia difiere un tono entre sus tablas, el
instrumento es de buena calidad. El sonido es
brillante si la frecuencia de la tapa armónica es
mayor.
● Suavidad y docilidad se obtiene cuando las frecuencias de las dos
tablas, en el modo 2, difieren en unos 5 Hz. Propiedad
indispensable cuando las frecuencias de las tablas en el modo 5
son iguales; si no tendría un sonido desagradable.
● Si además en la tapa armónica los modos 1, 2 y 5 están en serie
armónica, se conseguirá un instrumento excepcional.
Las resonancias de la caja acústica y del aire en su interior
Una vez realizado el montaje del violín existen otras relaciones de
frecuencias a tener en cuenta:
● La caja acústica resonará en mayor o menor grado dependiendo
del grado de similitud que las frecuencias emitidas por el puente
tengan con las frecuencias naturales de vibración de la caja.
● En un buen violín, la Resonancia Principal de la Madera (RPM)
resuena muy destacada cuando se toca al aire la segunda cuerda:
La concertino.
● La frecuencia de la Resonancia Principal del Aire (RPA) encerrado
en la caja será menor cuanto mayor sea la caja acústica.
● Una compleja interacción de las resonancias RPM y RPA dará
finalmente origen al timbre del violín. Por ejemplo la segunda y
tercera cuerda libre (el Re y el La) en un Stradivarius poseen
intensidades mayores que las demás notas. Esto se debe a que
las frecuencias de estas notas coinciden con la RPM y la RPA,
respectivamente. Esta característica ha de atribuirse a todo buen
violín, si no el sonido es monótono y aburrido.
Libros
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