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Las definiciones de acto administrativo varían según dónde se ponga el énfasis, ya sea en
el órgano que lo dicta, en el contenido del mismo, o en su forma.
Obviando las disputas doctrinarias se puede entender al acto administrativo como «toda
declaración unilateral de voluntad realizada en el ejercicio de la función administrativa que
produce efectos jurídicos individuales de forma inmediata». Este concepto de acto
administrativo es sostenido, entre otros, por el jurista argentino Agustín Gordillo.
Así pues, es una manifestación del poder administrativo, cuya característica es que se
adopta en vía de decisión singular, en contra del acto del legislador o de la Administración
que sea de carácter general (ley o reglamento, respectivamente), caracterizado por ser
una imposición unilateral, imperativa y con consecuencias jurídicas para el destinatario.
Índice
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Actos favorables crean una situación jurídica nueva, por la que se reconoce, otorga o
declara un derecho o por la que se le exime de una obligación.
Actos de gravamen restringen o limitan el patrimonio jurídico del particular, bien
imponiendo una obligación o carga o bien limitando un derecho.
Por su contenido[editar]
Actos reglados en los que la Administración se limita a aplicar una norma que
determina el contenido del acto.
Actos no reglados o discrecionales en los que la Administración puede optar por
una entre varias soluciones posibles igualmente válidas. Cabe aclarar que una
determinada potestad sólo tiene ciertos elementos discrecionales, pues existen
algunos que siempre son reglados: la existencia misma de la potestad, su extensión, la
competencia para ejercerla y el fin.
Por razón del territorio, en virtud de la cual cada órgano administrativo tiene
competencia frente a sus iguales en el territorio que se le asigne. El acto administrativo
dictado por órgano incompetente territorialmente es nulo de pleno derecho.
Por razón de la materia, en virtud de la cual a cada órgano de la Administración se le
atribuyen competencias en una o más materias. El acto administrativo dictado por
órgano incompetente por razón de la materia es nulo de pleno derecho.
Por razón de la jerarquía, en virtud del cual se atribuye la competencia a unos órganos
preferentemente respecto de sus superiores o inferiores. El acto administrativo dictado
por órgano incompetente por razón de la jerarquía es anulable.
Sujeto pasivo
El destinatario del acto, los hay de carácter general, que el destinatario es una colectividad
y los individuales.
Objetivos[editar]
Presupuesto de hecho: son presupuestos por la norma para que el acto pueda y deba
ser dictado por la administración. El supuesto de hecho, proviene directamente de la
norma atributiva de la potestad, es siempre, un elemento reglado del acto, y por tanto
perfectamente controlable por el juez. Si el presupuesto legalmente tipificado no se cumple
en la realidad, la potestad legalmente configurada en función de dicho presupuesto no ha
podido ser utilizada correctamente. La valoración política del supuesto podrá ser objeto de
apreciación discrecional.
Causa: es la efectividad de ese servicio al fin normativo concreto por el acto administrativo
debe reservarse, justamente, al concepto de causa en sentido técnico. El concepto de
causa se debe diferenciar del fin. Así por ejemplo, el fin de la potestad policial es la
defensa de del orden público, la causa de un acto policial concreto será su funcionalidad
específica para el servicio de ese fin en las circunstancias particulares de hecho que se
trate. La utilidad pública y el interés social se definen por ley.
Sin embargo, cabe matizar que no se debe confundir la forma escrita de producción con la
forma escrita de constancia. Aunque actos como las órdenes de los policías, actos
colegiados o en las relaciones orgánicas y funcionariales no se necesitan, estos tres
supuestos suponen verdaderas y simples excepciones al principio general de la forma
escrita.
Retroactividad[editar]
El artículo 57.3 LPC dice: … excepcionalmente podrá otorgarse eficacia retroactiva a los
actos cuando se dicten en sustitución de actos anulados y asimismo, cuando produzcan
efectos favorables al interesado, siempre que los supuestos de hecho necesarios
existieran ya en la fecha a que se retrotraiga la eficacia del acto y ésta no lesione derechos
o intereses de otras personas… De donde se deduce que el artículo 57 permite la
retroacción de los efectos del acto que sustituye a otro anterior anulado. Cuando se trata
de actos favorables no presenta problemas. En cambio, cuando el acto anulado tiene
carácter limitativo o de gravamen la aplicación de la retroactividad podría derivar
soluciones poco equitativas para el administrado.
Sin embargo, cabe decir que el concepto acto favorable no es del todo preciso, ya que
cuando existen terceros cuya posición es antagónica respecto del destinatario del acto, el
retrotraer los efectos a ese momento produciría un perjuicio a ese tercero. Es por eso, que
la retroacción de los efectos del acto no será posible cuando ésta lesione derechos o
intereses legítimos de otras personas.
Si el acto impone la retroactividad fuera de los supuestos previsto por ley o la extiende
más allá de los límites de la ley el acto será nulo por exceso, que se tiene que recabar por
vía de recurso.
Nulidad[editar]
Se suele reconocer que la nulidad en materia de actos administrativos recae en actos con
defectos en sus elementos esenciales (art. 62 Ley 30/1992). Más precisamente en vicios
manifiestos de estos elementos. Estos actos, a los que se suele llamar irregulares, no son
susceptibles de ser confirmados por la administración. Cuando la nulidad de un acto se
pone de manifiesto, no se está constituyendo en ese momento, sino que desde el
momento en ser dictado ha sido nulo, no debiendo haber desplegado sus efectos.
Anulabilidad[editar]
Como norma general, podríamos decir que los actos en los que encontremos un vicio no
manifiesto, en los que se requiera algún tipo de indagación más profunda, serán anulables
(art. 63 Ley 30/1992). En estos casos hay que decir que la Administración podrá convalidar
el acto si hace enmienda de los vicios que lo afectan. A diferencia de la nulidad, la
anulabilidad se constituye cuando es declarada por el órgano que la dictó.
El artículo 57.1 LPC dice los actos de las administraciones públicas se presumirán válidos
y producirán efectos desde la fecha en que se dicten, salvo que en ellos se disponga otra
cosa, así pues, establece una presunción [iuris tantum] que permite al acto tener plenos
efectos, en tanto en cuanto no se demuestre su invalidez, y que deriva en el particular la
carga de impugnarlo para obtener su anulación y eficacia del mismo.
Para que la presunción de validez opere es necesario que el acto reúna unas condiciones
externas mínimas de legitimidad. Se presume legítimo en la medida en que emana de una
autoridad que lo es igualmente. Por tanto, cuando el aspecto externo del acto no proceda
de una autoridad legítima, la presunción legal desaparecerá. En esos supuestos, se dice
que el acto es absolutamente y radicalmente nulo, es decir, nulo de pleno derecho.
Pero salvo en el caso de los actos inexistentes ( por ejemplo orden de una agente público
de ir a la luna en automóvil) todos los demás actos administrativos, incluso los afectados
por vicio de nulidad, son materialmente eficaces y esa eficacia solo se puede destruir por
medio de las vías de recurso procedentes y a cargo del particular.
La eficacia del acto administrativo está sujeta al cumplimiento con carácter general de los
requisitos del artículo 57.2 LPC que establece la eficacia quedará demorada, cuando así lo
exija el contenido del acto o esté supeditada a su notificación, publicación o aprobación
superior. Dentro de estos requisitos destacan especialmente la notificación y la
publicación.
La notificación[editar]
La notificación se regula por el artículo 58.1 LPC se notificaran a los interesados las
resoluciones y actos administrativos que afecten a sus intereses o derechos y viene
enmarcada objetiva y subjetivamente. Objetivamente, se refiere sobre todo a los actos de
resolución, que ponen fin a un procedimiento, ya que son los que afectan directamente a
derechos e intereses del destinatario del mismo. Subjetivamente, porque la obligación es
referida solo a aquellos que tengan la condición de interesados en sentido técnico en el
procedimiento de que se trate.
El concepto de interesado está determinado por el artículo 31 LPC, donde se dice que lo
son los que hayan estado presentes en el procedimiento, por haberlo promovido o por
haber comparecido en el mismo antes de su resolución definitiva, así como lo que tengan
derechos que puedan resultar afectados por la decisión que en el acto se adopte.
La notificación es una obligación formal, que solo se entiende hecha cuando se realice por
alguna de las vías previstas en la ley. El art 40 Ley 39/15 ] y siguientes de la Ley 39/15
establecen los requisitos que deben contener la notificación y que son:
Una notificación que no haya sido hecha en debida forma no produce efectos, y por tanto,
tampoco efectos contra el interesado.
El artículo 58.3 LPC supone una excepción y en él se dispone que las notificaciones que
contengan el texto integro del acto, pero que omitan alguno de los demás requisitos del
apartado anterior surtirán efecto a partir de la fecha en que el interesado realice
actuaciones que supongan el conocimiento del contenido y alcance de la resolución o acto
objeto de la notificación o interponga cualquier recurso que proceda. En este sentido, la
interposición de cualquier otro recurso que no sea el que en cada caso proceda, no
convalida los defectos de la notificación. La resolución mal notificada no es eficaz, y no
empieza el plazo para impugnarla aunque el interesado interponga el recurso que
impropiamente se le indicó. Ante una notificación defectuosa el interesado puede optar
entre darse por notificado interponiendo el recurso procedente o pedir a la administración
que se le practique nuevamente la notificación con arreglo a la ley.
La publicación[editar]
La publicación de los actos administrativos difiere de la publicación de disposiciones
generales. Sustituye a la notificación para aquellos actos que tengan por destinatarios una
pluralidad indeterminada de personas (artículo 59.5 LPC) . Sin embargo, esa
indeterminación de sujetos y ausencia de interesados no excusa en ningún caso el deber
de la administración de notificar el acuerdo publicado con respecto de quienes han
comparecido en el procedimiento.