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LO FANTÁSTICO COMO
APELACIÓN A LO REAL:
APORTES PARA UNA
PEDAGÓGICA
SANTIAGO/FRANKFURT
2017
Ensayo / Antropología-Literaria
E D I T O R I A L
CUARTOPROPIO
LIBRO ESCRITO EN ALEMANIA CON FINANCIAMIENTO DEL DAAD.
II. Ladino/sudaca................................................................... 19
Capítulo primero.
Ni exóticos ni esotéricos: lo fantástico en los metatextos
de Julio Cortázar como posibilidad transdisciplinaria para
una pedagógica de lo fantástico............................................ 27
Capítulo segundo.
Utopía abierta y ensueño: fantasía y nación en el Facundo
de Domingo Faustino Sarmiento........................................... 61
Capítulo tercero.
Más y más fantasía: Raza chilena de Nicolás Palacios ............ 87
Capítulo cuarto.
La metafísica identitaria en la especificidad del
“huacho” en latinoamérica: el barroco fantástico
del padre ausente.................................................................119
Capítulo quinto.
Cortázar leído como etnólogo. La lucidez de una lectura
transdisciplinaria de la obra de Julio Cortázar,
allá por 1968.........................................................................151
Capítulo sexto.
La autoría desde el coro: la creación verbosimbólica
de mujeres en la dramaturgia anarquista chilena
de principios del siglo XX...................................................... 175
Capítulo séptimo.
Metáfora, experimento y precariedad: notas sobre
Raúl Zurita y Valparaíso cómo fantasía doméstica................207
Capítulo octavo.
La realización de lo fantástico como recurso a lo real
en la antropología latinoamericana: dos obras de dos
antropólogos........................................................................217
Para Isidora y Vanessa,
por sus amores indispensables,
por su gratuita lealtad
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LA PEDAGÓGICA LATINOAMERICANA
Enrique Dussel
Bogotá: Editorial Nueva América, 1980.
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Excurso
Inventaron la Torre de Babel para exterminar la última esperanza
de comunicarnos, pero un contingente de anhelantes persevera-
ron en otro mundo, prosiguieron su habla en un lenguaje único,
y esa es la razón por la cual los condenaron al silencio: no saben
los dioses que el silencio tenía sus melodías, más imperecederas, y
el silencio se constituyó en la única comunicación posible, una es-
trella negra que brillaba en el universo de los sigilosos que soñaban
con ser felices: del silencio surgió lo fantástico, aunque no siempre
lo hizo de manera feliz.
II. LADINO/SUDACA
1 Gran neologismo del poeta chileno Pablo de Rokha: comprendo y admiro a los
líderes,/ pero soy el coordinador de la angustia del universo, el suicida que apostó
su destino/ a la baraja/ de la expresionalidad y lo ganó perdiendo el derecho a per-
derlo,/ el hombre que rompe su época y arrasándola, le da categoría y régimen,
pero queda hecho pedazos y a la expectativa. Canto del Macho Anciano.
2 Autor: Tú, lector, que podrías ahora entrarte en mis páginas, perderte del ser y
librarte de la realidad y de estos problemas, pues que tienes tanto valor para que-
darte real o creerte real, tú, si eres como yo y como la mitad de la humanidad (...).
20
Bibliografía
Fernández, Macedonio. Museo de la novela de la Eterna. Buenos Aires: Corre-
gidor, 1975.
Gremels, Andrea. “Prefacio liminar para introducir una escritura liminal”. Ana-
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mania: Tubinga, editorial Narr, 2015.
Montecino, Sonia. “Prólogo” al libro El espejo rápido. Valparaíso: Editorial
Puntángeles, 2006.
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CAPÍTULO PRIMERO
1 Er erzählte die Geschichte eines Hundes, der in einer Schachtel von Valparaiso
nach San Franzisko geschickt worden und obendrein räudig war. Gott weiß, wo-
rin eigentlich die Pointe der Anekdote bestand; aber in seinem Munde war sie von
ungeheurer Komik (Thomas Mann).
2 Carl Hagenbeck (1844-1931). Domador y director de circo alemán, famoso tra-
tante y adiestrador de animales exóticos y promotor de exhibiciones y jardines
zoológicos. Hagenbeck inició muy joven su carrera como comerciante de anima-
les en la pequeña empresa circense de su padre, de cuya dirección se hizo cargo a
partir de 1866. Para conseguir los animales que le encargaban jardines zoológicos
y circos, realizaba expediciones a países lejanos con la ayuda de cazadores profe-
sionales. A fines de la década de 1860 se convirtió en el principal tratante de fauna
exótica de Europa.
En 1906, durante una gira por Estados Unidos, vendió su espectáculo a Benjamin
Wallace, quien lo rebautizó con el nombre de Hagenbeck-Wallace Circus. A su
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Réquiem
Hace unos años el gobierno chileno recuperó, estando guar-
dados en bodegas europeas entre objetos inútiles y restos “antro-
pológicos”, algunos huesos humanos, osamentas específicamente
de mapuche y fueguinos; ello para darle una sepultura según las
formas religiosas que estos indígenas practicaban en sus respec-
tivas comunidades étnicas. Aún no existe real cuestionamiento
europeo respecto del hecho del secuestro de estos indígenas, y en
Hamburgo los descendientes de quienes iniciaron las empresas
de los zoológicos humanos (Báez y Manson) argumentan que
ello contribuyó al “contacto” y al “conocimiento” entre culturas.
El gran problema es que el supuesto “Museo de Aclimatación”
falló, y todos los indígenas murieron rápidamente; había allí
hombres, mujeres, niños, e incluso una adolescente fueguina em-
barazada. Quedan solo hoy las fotografías de este “milagro em-
presarial y etnológico”, al menos eso queda, fotografías, borrosas
algunas, pero muy nítidas en su reclamo latente para cualquiera
que desde nuestra óptica transcultural hoy la vea. Estas muestras
son producto de la oscuridad del exhibicionismo colonial y de la
desmesura de la exotización, son una expresión del exotismo en
su dimensión más letal; la exposición antropozoológica nació en
Alemania en la década de 1870 y duró poco más de medio siglo,
hasta los años 1931-1932. Como admitieron los antropólogos
racistas de principios del siglo XX, antes del siglo XIX los viaje-
ros habían llevado a Europa algunos especímenes “exóticos” para
mostrarlos en las grandes cortes y hacer difusión científica, e in-
cluso en los gabinetes de curiosidades, pero califican el fenómeno
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4 Santiago José Toribio Merino Castro era el almirante de la Armada de Chile, Co-
mandante en Jefe de la institución y miembro de la Junta de Gobierno durante
16 años, desde el Golpe de Estado de septiembre de 1973 hasta marzo de
1990. Citamos algo de su metatextualidad: “Hay dos tipos de seres humanos:
unos que los llamo humanos y otros, humanoides. Los humanoides pertenecen al
Partido Comunista”.
5 El 24 de marzo de 1976, Massera lideró junto con Videla y Agosti el movimiento
golpista que derrocó al gobierno de Isabel Perón.
6 Esta idea está sacada de una obra bastante solitaria pero bastante premonitoria,
se trata del libro Los nuestros de Luis Harss, que predijo la proyección de la lite-
ratura latinoamericana de la época intuyendo que nombres como el de Cortázar
harían época. Poco más se sabe de su autor. La edición que hemos usado de esta
obra es la publicada en Buenos Aires por Sudamericana en 1966.
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La imposibilidad del Yo
Ni la filosofía de café del Río de la Plata, representada magis-
tralmente por Macedonio Fernández, ni la enseñanza y trabajos
de campo de Metraux, pueden ser un paralelismo, islas que flo-
taron en un océano cultural tan estrecho y ensortijado: no solo
se trata de “ríos subterráneos” que milagrosamente se cruzan, de
climas culturales homogenizantes, que indeterminadamente in-
fluyen en cada escritura, sino que transtextualmente los modos
de tratar la magia vudú o las prácticas rituales del Chaco en Me-
traux, dan cuenta de un modo en que lo mágico es un hecho
cotidiano, que más que cumplir una función estructural o fun-
cional, tienen un rol en el devenir de una coherencia en su espa-
cio cultural, es parte de un todo mental y material, que permiten
no solo funcionar a la sociedad, sino jugar el juego permanente
de la exploración de los límites tanto textuales como vitales, ello
porque si todo sistema étnico social debe estar en permanente
mutación para perdurar, es el juego con esos límites lo que per-
mite la adaptación y también el procesamiento y legitimación de
formas de “caos en coherencia”, como germen de nuevos sentidos
y nuevos pliegues.
En el caso de Macedonio Fernández su vinculación por me-
dio de la influencia de este a nivel metatextual con Cortázar, más
indirecta, al menos en el contacto inmediato probablemente que
con Borges, es, no obstante, cada vez más evidente en la lectura
de sus textos metalingüísticos. En la medida que leemos de ma-
nera más directa a Macedonio Fernández (más que quedarnos en
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estilo de vida no puede ser sino otra cosa que un estilo de pensa-
miento y supera al concepto de cultura y a la comprensión de la
dialéctica sujeto-naturaleza, tanto en la dimensión más idealista
del concepto de cultura, como en su acepción más materialista.
Un estilo de vida no es un pensar y actuar automático, que es
algo que no necesariamente se discute ni se reflexiona. Algo debe
haber existido en el estilo de vida de Buenos Aires, o de la Pampa
Argentina, de Santiago o el Sur de Chile, que dieron lugar a la
fantasía, no solo como estrategia narrativa, ni como emulación
de un canon, sino como una legítima forma de hablar de sí mis-
mo y de los demás, y como manera de usar también el hablar de
los demás para dar cabida y legitimidad al impulso irrefrenable
de hablar de sí mismo(a), sin por ello siquiera partir de un yo
limitado a la relación entre conciencia y percepción.
En esta misma línea, la polémica entre Arguedas y Cortázar
respecto de si acaso se podía hablar de Latinoamérica con propie-
dad; hay algo soberbiamente contracolonial en deambular entre
Buenos Aires y París, aunque Buenos Aires mire al Atlántico y
así mire a Europa, la polémica fue virulenta, curiosa situación en
dos personas que en tanto individuos y no vistos como autores
textuales, eran grandes seres humanos:
En realidad no pasa nada grave pero ser idiota lo pone a uno com-
pletamente aparte, y aunque tiene sus cosas buenas es evidente
que de a ratos hay como una nostalgia, un deseo de cruzar a la ve-
reda de enfrente donde amigos y parientes están reunidos en una
misma inteligencia y comprensión (Cortázar, “Algunos aspectos
del cuento”, 304).
Es así como:
En Latinoamérica, desde nuestra peculiar lectura de la ape-
lación aristotélica a los géneros discursivos, el criterio de funcio-
nalidad que ello conlleva es nuestro marco y camisa de fuerza
discursiva, porque desde la filosofía tomista traída por los con-
quistadores y sus religiosos, se estructura el esfuerzo ciego de
ordenar algo que ladinamente (sudácamente) se redefine, se re-
elabora, algo que está en la calle, algo que es ante todo el gesto
muy realista del delirio, de la interpretación, situado potente-
mente en nuestros territorios, arraigados ya trasvertidos en lares,
en hogares para experimentar el arraigo. Cortázar se permite, en
su metatextualidad y en su praxis escritural, posesionarse en la
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Bibliografía
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Mignolo, Walter. Teoría del texto e interpretación de textos. México: UNAM,
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Todorov, Tzvetan. Introducción a la literatura fantástica. Buenos Aires: Paidós,
2005.
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CAPÍTULO SEGUNDO
importa que quien entrañe esta última viva en la ciudad, ni importa que aquel
que tiene la fisonomía moral de nuestras ciudades viva en nuestro hinterland.
Esto puede ser una circunstancia fortuita. Lo importante no es dónde estos
hombres están, sino cómo son (Mallea).
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4 Esta idea referida al carácter legitimante del ensayo latinoamericano del siglo
XIX como género literario con pretensiones científicas en el contexto de nuestro
continente, puede encontrarse desarrollado desde una interesante perspectiva
en el prólogo del texto Filosofía e identidad cultural en América Latina, de Jorge
Gracia e Iván Jaksic. Caracas: Monte Ávila Editores, 1983.
71
ethos cultural del cual estos tipos humanos son preclaros repre-
sentantes.
Sarmiento-autor es el relator de un drama que nos descri-
be a sus personajes caracterizándolos nítidamente, de manera tal
que en el desarrollo de la narración puede remitirse a ellos y de-
mostrarnos la coherencia entre la descripción histórica, el tipo
humano y la utopía moralizadora subyacente en su textualidad.
Su caracterización es tipológica, pero también es dramática en
tanto el fundamento del tipo está dado por el relato de la acción,
acción que en tanto prototípica requiere de un estilo narrativo
más estético-descriptivo que argumental. Un ejemplo de ello es
el papel que le asigna a la pulpería como centro de la vida social
bárbara, puesto que en esta instancia de reunión “… el gaucho
estima por sobre todas las cosas, las fuerzas físicas, la destreza
en el manejo del caballo, y además el valor. Esta reunión, este
club diario, es un verdadero circo olímpico en que se ensayan y
comprueban los quilates de mérito de cada uno…” (Sarmiento
67). Sarmiento necesita describir narrativamente para presentar-
nos sus valores; por ello su descripción siempre va acompañada
de un juicio. Así, poco más adelante del párrafo antes citado nos
señala: “…con esta sociedad, pues en que la cultura del espíritu
es imposible, donde los negocios municipales no existen, don-
de el bien público es una palabra sin sentido, porque no hay
público, el hombre dotado eminentemente se esfuerza por qué
no hay público, el hombre dotado eminentemente se esfuerza
por producirse, y adopta para ello los medios y los caminos que
encuentra…” (69).
En el plano ensayístico, la invitación a participar del destino
de superación de la barbarie subyacente en la refiguración del
texto esperada por Sarmiento, representa, desde una perspectiva
más epistemológica, el intento de describir tipos ideales, pero
sobra la base de aquello que Franz Hinkelammert denominó
plenitud posible (231); es decir, desde un modelo o tipo ideal
configura un horizonte histórico, que es al mismo tiempo una
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Los pueblos en su infancia son unos niños que nada prevén, que
nada conocen, y es preciso que los hombres de alta previsión y de
alta comprensión les sirvan de padres. El vandalaje nos ha devora-
do, en efecto, y es bien triste gloria el vaticinarlo en una proclama,
y no hacer el menos esfuerzo por estorbarlo (174).
Tiempo y refiguración
Por otro lado vemos cómo, aún en el plano de los recur-
sos literarios, existe manipulación de la refiguración por medio
del uso del tiempo. Es así, como el tiempo en el cual la obra se
mueve corresponde al intercalamiento tanto de un pasado rela-
tado como de un futuro proyectado. Nuestro autor juega con los
ejemplos sacados del proceso histórico que intenta relatar junto
a sus consejos y aseveraciones respecto del destino de Argentina.
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Fantasía y fundamento
Toda obra literaria interpela a la época desde la cual es leí-
da. Las categorías que sirven para interpretar un texto en un
contexto dado, ya a poco andar resultan obsoletas. Interrogado
Lévi-Strauss si acaso el estructuralismo mismo podría analizarse
estructuralmente, él da una respuesta radical: sí, es posible ana-
lizarlo estructuralmente, porque una teoría científica es también
un mito que puede ser releído desde otro sistema de oposiciones
binarias transformándose este sistema de un contexto receptor a
otro. De esta manera cada contexto relee una textualidad reinter-
pretándola desde su configuración particular, es decir, desde el
modo en que los valores se organizan allí concretamente. El mito
Facundo requiere de nuestra interpretación para poder ser com-
prendido, pero para ello necesita de un mito que lo interprete.
Tal como Sarmiento se mueve argumentativamente entre
la barbarie y el salvajismo, sus interpretadores nos movemos en
otra oposición binaria definitoria del mito que interpreta, esto
es, la oposición entre la novela y el ensayo. Optar por uno de los
géneros significa intentar hacer una lectura que puede ser pobre
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del Facundo, aunque, por otra parte, cualquiera de los dos resulta
provechoso. El texto da para ambas lecturas: es rico como com-
posición estética y como argumento racional con pretensiones
científicas. Se sitúa en el origen del criollismo, pero también está
en el origen de nuestras ciencias sociales, situarlo excluyentemen-
te en uno de estos ámbitos no deja de ser una exclusión gratuita.
Evidentemente, aquí ensayo y novela coexisten como rea-
lidades paralelas y entrelazadas, intentando lograr en la refigu-
ración un objetivo ético-ideológico. Recordemos que el texto
fue escrito en Chile como un instrumento para desacreditar al
gobierno de Rosas. Sarmiento, temeroso de que el dictador ar-
gentino (quien justamente lo obliga a buscar cobijo en nuestras
tierras) logre el apoyo del Estado chileno, escribe este libro desde
lo más profundo de su idealismo y de su resentimiento.
Bien es conocido el rol que le tocó a Sarmiento en Chile
como organizador de la educación, uno de los fundamentales.
Sin embargo, este texto no posee toda la pretensión pedagógica
que podría suponerse según la trayectoria de su autor; es ante
todo un texto de agitación, “un panfleto”, en el profundo senti-
do retórico del término, un panfleto que intenta antes que nada
seducir, por ello la coexistencia de las textualidades novelística y
ensayística guarda relación estrecha con el fin instrumental que
persigue. Intenta seducir desde una estrategia en la cual elabora
una pirámide, en cuya cúspide está Facundo, seguido de cerca
por el autor-actor-observador directo de los hechos, acompaña-
do en el escaño inmediatamente inferior por la multiplicidad de
personajes presentes en la obra bajo la cobertura de estereotipos
culturales, teniendo como base la promesa de un tiempo futuro
vencedor del pasado salvaje.
Sarmiento, el extranjero, el exiliado, el marginado que logra
por su inteligencia cierta notoriedad en Chile, el país vecino y re-
ferente habitual del desarrollo cultural e institucional argentino,
es el que intenta convencer. No nos parece que el autor tuviese
intenciones reales de escribir una novela o fundar una ciencia
83
Bibliografía
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86
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Todorov, Tzvetan, “El origen de los géneros”. En Teoría de los géneros litera-
rios. Madrid: ARCO/LIBROS, 1988.
87
CAPÍTULO TERCERO
1 Este texto fue escrito en parte junto al Dr. Héctor Fernández de la Universidad
Alberto Hurtado en Chile, dudo que hoy el coincida con los planteamientos aquí
expuestos.
88
Bibliografía
Alvarado, Miguel. “El olvido de la epopeya y la apertura a la lírica: Transfor-
maciones en el discurso antropológico contemporáneo”. Atenea 484
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Estudios Constitucionales, 1994.
Foucault, Michel. Genealogía del racismo. Buenos Aires: Altamira, 1993.
————. El orden del discurso. Buenos Aires: Tusquets, 1994.
117
CAPÍTULO CUARTO
La paternidad desmembrada
Si el padre es ausencia, ¿cómo se integra la cosmovisión y el
sistema étnico social? Desde el pensamiento de Sonia Monteci-
no, aunque sin hacerla solidaria de estas cavilaciones, podemos
continuar el camino reflexivo, sin temor y sin pausa; desde el
pensamiento Lacaniano, asumir el barroquismo esencial como
fundamento del diagnóstico. La necesidad del hombre como ma-
rido, padre, presencia, con un gran etcétera, resulta en una apa-
riencia, necesaria como protector, principalmente respecto del
acoso sexual, pero en lo profundo el sistema de representación y
de sentido manipula desde “el hombre”.
Es el hombre apariencia, sobreactuado y arquetípico, “macho
con los pies de barro y los ojos miopes”. En apariencia, lo mascu-
lino es la gran máscara latinoamericana, detrás de toda gran mujer
hay un hombre que más que persona es un espectro, el género
masculino no se ha recentrado desde la irrupción de la mujer en el
sistema productivo y lastimeramente se debate entre la agresión y
el femicidio, y así ocurre la inseguridad incluso sexual.
No hay aquí envidia del pene, hay utilización de la imagen
para darle un sentido oblicuo, una cobertura detrás de la cual
se trenza y se borda la trama de lo femenino, como epicentro
del efectivo funcionamiento del aparato simbólico (como fun-
damento Lacaniano de lo real): mujer madre de familia, mujer
sostenedora, mujer jefa de familia, mujer madre que manipula y
determina, mujer amante que se apodera del deseo y de la volun-
tad del hombre, mujer protectora de la inseguridad frente a las
hostilidades del contexto, mujer hombro, mujer pañuelo, mujer
discreta, mujer apologista, mujer bastón, mujer huella psíquica:
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ella no existe sin el hombre, como Lacan afirmó, pero ella lle-
va sobre sus hombros todos los significados, muta con ellos, se
adapta, se solapa, se impone, siempre define, aunque pague el
costo de pasar a la segunda fila del coro griego como replicante:
es simultáneamente trueno y susurro. Nunca podemos olvidar
que la identidad barroca sudamericana es también tridentina, se
forja no solo en la estética de la exacerbación de la forma, sino
también en la teología de la contrarreforma, así, si teológicamen-
te se enarbola un Dios Varón, castigador y padre, se refuerza el
culto mariano; ello como medio de difundir de manera eficiente,
como Pablo en Atenas frente a la estatua del Dios desconocido,
los evangelizadores utilizaron los cultos femeninos y los sincre-
tizaron con el culto mariano y de las Santas, así lo mariano es
una forma de colonialismo cultural barroco y tridentino, pero
también es una manera de rescatar lo materno y por tanto lo
femenino vernáculo y esencial.
No es casualidad que catolicismo e Islam rescaten la figura
de la Virgen María, y en el caso del barroquismo tridentino de
Europa y Latinoamericano, las advocaciones de la virgen y las
santas pueblan el imaginario y lo simbólico, constituyendo una
materia prima fundamental de lo real: con un semipoliteísmo,
muchas veces de corte panteísta, que puebla el imaginario y la
ritualidad latinoamericana. Se han dado casos de conversiones a
religiones evangélicas en Chile que conservan el culto mariano o
las advocaciones a Santas, se santifica usualmente a las líderes ca-
rismáticas, como es el caso paradigmático de Evita en Argentina.
La madre es generadora de protección pero también de cul-
pa, psicoanalíticamente el padre puede y debe ser asesinado en
un momento del devenir de la cadena significante, trasladada a la
biografía, la madre no puede ser asesinada. Los latinoamericanos
nunca, como los ríos encausados, podemos “salirnos de madre”;
si hemos dicho que la mujer tiende a defender valores que la per-
judican, es justamente porque en la supremacía de lo femenino
sustentada, antes de la secularización por ser “santas y vírgenes”,
148
Bibliografía
Alvarado, Maite. Paratexto. Argentina: Ediciones Universidad de Buenos Ai-
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Bourdieu, Pierre. Cosas Dichas. Barcelona: Gedisa, 1995.
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Eco, Umberto. Lector in fabula. La cooperación interpretativa en el texto narra-
tivo. Barcelona: Lumen, 1981.
150
CAPÍTULO QUINTO
De los inamibles
Para García Canclini la definición de lo poético no hace re-
ferencia a la producción de textos que se ubican tipológicamen-
te en el género de la poesía, en su concepción aristotélicas, son
aquello que apela a lo que se denomina como expresión poética;
en nuestra lectura de Cortázar desde García Canclini, hablaría-
mos más bien de un enunciado poético que se nutre de formas
que solamente pueden ser halladas en la poesía pero que Cortázar
ubicó en el ámbito de la prosa, la poesía se da en un sentido de
carácter estilístico y no tipológico , donde en particular el lector
realiza una mimesis desde formas expresivas en las cuales los sig-
nificantes son abstractos y ambiguos, y la poesía de Cortázar, o
más bien su poeticidad, se concentra en su apelación al lector,
sin el lector no existiría esta poética de Cortázar, no habría una
Antropología Poética.
Quizás una de sus formas poéticas más característica sea la
de los monstruos, desde el tigre hasta el minotauro, con ello ape-
la a los más recónditos vericuetos del inconsciente: ellos son am-
pliamente polisémicos, monstruos en tanto deliberadamente sin
forma definida son herramientas semánticas, donde, sin mayor
estridencia, tanto para García Canclini como para nosotros se
encuentra la genialidad de Cortázar, ello en tanto nos permite
159
Bibliografía
Fuente Primaria
García Canclini, Néstor. Cortázar. Una Antropología Poética. Buenos Aires: Edi-
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Fuentes secundarias
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Imagen, 1982.
173
CAPÍTULO SEXTO
Advertencia e inicio
Abordaremos la autoría de mujeres desde una perspectiva
antropológico literaria (Alvarado, La antropología literaria), con
lo cual la autoría toma otro matiz, no solo es una estrategia na-
rrativa, sino una forma de realización social del texto: el texto
dramatúrgico anarquista chileno de principio del siglo XX será
visto por nosotros como un artefacto etnológico, en la cual se
mantiene una relación dialéctica texto/contexto, con una fun-
ción social, en el cual la no identificación de la autora empírica,
es además de una estrategia textual, un modo político de activar
dos revueltas: una revuelta espiritual en la mujer (y también en
su relación con los hombres y con sus hijos) y una revuelta social
frente a la opresión más radical del capitalismo, fue un esfuerzo
que se desarrolló con autonomía de la Iglesia y el Estado, y que
nos remite analíticamente más a “ritos de revitalización”, en un
sentido etnológico) que al estricto canon de la literatura occi-
dental.
Entre las culturas tradicionales o arcaicas a creación verbo-
simbólica no tiene una preocupación ni un sostén en la autoría
explícita, a decir de Lévi-Strauss el texto, primordialmente oral
consiste en la dimensión verbal de ritos que remiten a mitos,
los que son el archivo esencial desde donde se explica el mundo
y se le da sentido a la vida; aquello desde la escatología total
hasta la parusía. Si se trata de ritos que representan mitos, es
176
1 Belén de Sárraga Hernández (Valladolid, 1874 - México, 1951) fue una feminis-
ta, del Partido Republicano Federal, realizó giras de propaganda y prolongadas
estancias en Iberoamérica.
179
4 La Contadora de películas es una novela del escritor chileno Hernán Rivera Le-
telier, publicada por primera vez el año 2009 y traducida a varios idiomas.
196
Bibliografía
Fuentes primarias
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Correa, María José y Olga Ruiz. Memoria de las mujeres: espacios e instancias
de participación Prensa Feminista. Centros anticlericales Belén de Sárra-
205
CAPÍTULO SÉPTIMO
Introducción
Durante los últimos cuarenta años de la historia de Chile
hemos pasado de la revuelta crítica a la revuelta conservadora;
la zona común en el plano cultural de estas décadas ha sido la
búsqueda del lenguaje para la incertidumbre en el que la pena y
el miedo, a decir de nuestro poeta Raúl Zurita, han sido las mar-
cas cardinales. La escritura, surgida de esto, es la de la precarie-
dad, no en el sentido de escritura precaria, sino de una forma de
expresión surgida desde la precariedad de la existencia. Precaria
frente a la sorpresa del dolor y del miedo, experiencias comunes
a muchos de nosotros, en las cuales nuevas formas de escritura
se han desarrollado, generándose formas textuales no solamente
originales en la especificidad de sus géneros, sino de cruce, tras-
tocadas en el imperativo de mostrar nuestra vida, para lo cual las
formas discursivas se han subvertido, como si los signos gritaran
a la manera de las piedras bíblicas.
La precariedad es, para nosotros, la imposibilidad de expli-
carse los acontecimientos, horror y sorpresa, junto a la búsqueda
del modo en que la escritura subsista aunque no tenga un espa-
cio, aunque no sea vista como necesaria. Los espacios sociales,
cerrados y reabiertos, son el nicho para la aparición de formas
nuevas, para las cuales aún no existen categorías interpretativas
del todo depuradas, formas que operan a la manera de raptos a
la razón, para devolver la forma expresiva ya convertida en otra
cosa.
208
Bibliografía
Bataille, George. Teoría de la Religión. Madrid: Editorial Taurus, 1975.
Césaire, Aimé. Cuaderno de un regreso al país natal. México D. F.: Ediciones
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Laing, Ronald D. Phänomenologie der Erfahrung. Frankfurt: Suhrkamp, 1972.
Leiris, Michel. L’Afrique Fantôme. Paris: Gallimard, 1981.
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————. El amor de Chile. Santiago de Chile: Montt Palumbo, 1987.
215
CAPÍTULO OCTAVO
El Cementerio Marino
Paul Valéry
Quiroz (ed.); El umbral roto. Escritos en antropología poética, de Juan Carlos Oliva-
res; La revuelta; Luna con Menguante. Biografía de una machi y La olla deleitosa.
Cocinas mestizas en Chile, de Sonia Montecino; Karra Maw’n y Huekufe en Nueva
York, de Clemente Riedemann; Metales pesados y Alto Volta de Yanko González;
Registro fotográfico y Etnográfico. Fotografía y Poesía. Atacameños del siglo XX, de
Ivonne Valenzuela y Juan Pablo Loo; Gracias por el favor concedido. Las Animitas
de Evaristo Montt, Elvira Guillén y Juana Guajardo de Iván Carrasco, Cruzando a
través, de Francisco Gallardo; De todo el universo entero, de Claudio Mercado y
su informante Luis Galdames; La Imaginación Araucana, de Pedro Mege; Ritos de
muerte en la Isla de Lemuy, de Yuri Jeria, entre otros.
222
3 De esta manera, como plantea Julia Kristeva: la cura sin diván permite una re-
constitución de la experiencia imaginaria: la solicitación de la mirada, de la voz,
del gesto. Moviliza el afecto que de otra manera permanece negado y segrega-
do de la palabra. Sin embargo se corre el peligro, por la intervención directa del
analista, de apuntalar al padre ideal, lo cual exige del analista interiorizar a ese
tercero ausente.
…lo imaginario como lugar de operación de lo negativo en tanto es en tránsito
entre oralidad y analidad, adentro-afuera, semiótico-simbólico, acto-pensamien-
to, permitirá comprender mejor el estatuto y los riesgos de las curas ‘sin diván
(Kristeva).
224
Así, lo real
El libro Pueblos de Mar desarrolla lo fantástico desde un uni-
verso simbólico erudito y multicultural; donde lo imaginario nos
remite al diálogo interno del autor: sujeto “pensante” frente a la
casuística de la experiencia etnográfica; la cual constituye el espa-
cio específico de lo real que el texto contiene.
Luna con menguante estructura lo fantástico bajo la forma
de una despersonificación, donde más que una casuística etno-
gráfica, es la identidad de género de la antropología la que se
fusiona con la experiencia vital de la Machi Carmela Romero. El
paratexto del subtítulo sería: biografía de una machi, pero indu-
dablemente se trata de una biografía fantástica donde lo real es
aquello metodológicamente significativo para la historia de vida
de la propia antropóloga, y Carmela Romero es el elemento fun-
dante de esa historia.
Metalingüísticamente, podemos concluir que en los textos
mencionados lo fantástico es la instancia que permite superar
lo circunstancial, y muchas veces esporádico, de la experiencia
etnográfica, por lo tanto lo fundamental aquí no es el hecho ob-
jetivo sino el modo “imaginario” en que el evento etnográfico in
situ es procesado, convirtiéndose lo simbólico en todo el univer-
so que desde la vida del etnógrafo, sus categorías académicas y
valóricas vigente, y la circunstancial experiencia de contacto con
el Otro construye la realidad del texto: de esta manera lo real
239
Bibliografía
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