Vous êtes sur la page 1sur 3

Autoestima

Autoestima significa la capacidad de evaluarse o valorarse a sí


mismo. En consecuencia, quien alcance un buen nivel de
autoestima significa que se valora adecuadamente. Sin
embargo, hay que aclarar lo siguiente: No es autoestima pensar
que yo soy algo, rubio y de ojos celestes. Esto es un delirio. No es
tener la autoestima alta pensar que yo soy lo que no soy. La
autoestima consiste en saber que soy lo que verdaderamente
soy. Y digo esto porque en la actualidad es común
malinterpretar el concepto de autoestima sustituyéndolo por la
hipocresía de decirle a un idiota que es un genio. Y no es así. En
verdad, la autoestima alta de un tonto debería expresarse
afirmando: “Si, soy un tonto, ¿y qué?, ¿por qué todo el mundo
tiene que ser inteligente? ¿Por qué algunos no podemos ser
tontos? Qué, ¿los tontos no tenemos derecho a vivir, acaso?
Supongamos que yo soy un tonto, ¿Y si lo soy? Es más, en
muchos aspectos de mi vida, soy un tonto. ¿Y cuál es el
problema de que sea así? ¿Tengo que ser siempre prolijito,
eficiente, eficaz? ¿Siempre tengo que tener la respuesta
correcta, adecuada, y hacer lo que se deba hacer? Pues no,
en algunos aspectos de mi vida, soy un tonto. Y la verdad es
que no me molesta serlo. Esto es tener la autoestima puesta en
el lugar; saber que hay aspectos en los que tengo ciertas
capacidades y otros en los que no las tengo. Y donde no tengo
mis capacidades, ¿saben qué tengo ? Mis incapacidades, o
mejor dicho, mis discapacidades. Las mías y las de todos.
Porque, nos guste o no, de alguna forma y en alguna medida
todos somos discapacitados.
Todos tenemos un Yo ideal. Para mí, el Jorge que yo debería ser
es el Jorge prolijo, ordenado, flaco, inteligente. Y para vos, o
para vos, la que tus padres o tíos o maestros te dijeron que
deberías ser. Otro sentirá que debería ser el tipo que su religión
le señaló que sería correcto que fuera. En fin, un YO IDEAL, un yo
sublime. Pero también sé que hay un YO REAL, no el que
debería ser, sino el que soy. Este concepto es generador de
conflicto. Me fastidia tomar conciencia del déficit, que es el
resultado de restarle al YO IDEAL el YO REAL. Cuanto más
voluminoso es el resultado de esa comparación, más conflictiva
es la conciencia del déficit. Sea como fuere, esa conciencia
empuja en mí una decisión: La decisión de cambiar. Para
sostener esta decisión cuento con mi AUTOEXIGENCIA, que me
recordará todo el tiempo que “lo que cuesta vale”. Y entonces
me esfuerzo por cambiar; por ser como se debe. Tarde o
temprano me doy cuenta que por mucho que me esmere no
consigo ser el Jorge ideal. Tomo conciencia de que no puedo
ser “como debería”. Y entonces me frustro. Me siento un
fracasado. De allí en más, el resultado es previsible: La auto
exigencia, sumada al esfuerzo en vano más la continua
frustración del fracaso, terminan por agotar mi deseo, mi
energía, y mi voluntad de hacer. Esta situación en psiquiatría se
conoce como DEPRESION. Y uno de los síntomas de estas
depresiones es la brutal caída de la autoestima. Como es
esperable, la caída de la autoestima termina deteriorando la
imagen que tengo de mí mismo con lo cual, aumenta aún más
la distancia que hay entre el YO IDEAL y el YO REAL, lo cual
produce más conciencia de déficit, más auto exigencia, más
esfuerzo, etc, etc. Esto es un círculo vicioso, un callejón sin salida,
un mecanismo neurótico por excelencia.
De: “De la Autoestima al Egoísmo ” de Jorge Bucay.

Vous aimerez peut-être aussi