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Tres modelos de
estrategia y dirección
de recursos humanos
Carlos Sánchez-Runde
Profesor del Departamento de Personal y Relaciones Laborales del IESE
Los últimos veinte años han sido, para los directivos de recursos humanos, tiem-
pos de reivindicación de la importancia de su función. Con apoyo de los teóricos de la
materia, los ejecutivos de recursos humanos han tratado de convencer a sus colegas de
otras áreas de que las decisiones de calado no pueden tomarse sin el concurso y punto
de vista de la dirección de personas. Por eso, se ha concluido que los directivos de re-
cursos humanos deben sentarse a la mesa de la alta dirección en condiciones similares
a las del resto de los decisores.
Este artículo pasa revista a los aspectos fundamentales de la relación entre la
estrategia de la empresa y las prácticas de dirección de personas, y a la actuación de
los departamentos de recursos humanos. Para ello, se analizan las causas del pausado
avance en el desarrollo de la función de personal y se presentan enfoques y sugeren-
cias de mejora.
CUADRO 1
C B A
Bajo Alto
Cambio en el entorno
Cambio en la estrategia
Una empresa que se situara en torno a la línea B sería una organización perfec-
tamente alineada en cuanto al nivel de cambios en el entorno e, internamente, en
cuanto a los cambios que tienen lugar en el ámbito de su estrategia, sus estructuras y el
conjunto de prácticas de recursos humanos. Dicha empresa respondería con prontitud
a los cambios del entorno. En cambio, una empresa que se situara en C sería una em-
presa que se adelantaría a dichos cambios del entorno y, muy probablemente, nos en-
contraríamos ante uno de esos líderes en cuanto a nuevas tendencias organizativas.
Aunque no hay investigaciones concretas sobre este punto, sí podemos aventurar que
la gran mayoría de las organizaciones -y esto es lo que se desprende de nuestra expe-
riencia docente con directivos internacionales- está en la posición A, o de no alinea-
miento con el entorno; en esta posición se encuentra en torno al 70% de las organiza-
ciones. En posición B, de alineamiento con el entorno, se encuentra alrededor del 25%
de las organizaciones. Adelantándose al entorno, marcando sus pautas (lo que hemos
llamado posición C), se encuentra el 5% restante. Lógicamente, éstas últimas serían las
primeras en obtener las rentas derivadas de llegar primero con alineamientos innova-
dores, pero también serían los bancos de prueba de experimentaciones que, en ocasio-
nes, podrían no resultar rentables a medio y largo plazo.
Centrándonos en la relación entre la estrategia de la empresa y el conjunto de
sus prácticas de recursos humanos, podemos hablar, por tanto, de tres modelos básicos.
En un primer modelo, claramente reactivo, el de las empresas que se hallan en A, nos
encontramos con el panorama típico de la mayor parte de las empresas en las que la di-
rección de recursos humanos va siempre a remolque de las decisiones que se toman en
el ámbito estratégico, con muy poca o ninguna participación en los procesos de defini-
ción de las líneas básicas del negocio. Lo que se decide al máximo nivel estratégico en
un momento determinado se transmite posteriormente a la dirección de recursos huma-
nos, que adopta un papel meramente acomodaticio, no protagonista. Si, por ejemplo,
una empresa decidiera iniciar su expansión internacional en un mercado concreto, de-
terminaría en primer lugar todas las variables que se han de manejar (qué productos, en
qué localización, con qué modos de distribución, qué estructura de costes, etc.) y se
ocuparía más tarde de qué personas y de qué modo llevarían a cabo esa expansión (con
lo que se iniciaría, entonces, por ejemplo, la contratación de personal adecuado, la for-
mación de personas que se trasladarán luego al extranjero a dirigir las operaciones, etc.).
En el segundo modelo, el de las empresas situadas en B, la dirección de recur-
sos humanos participa en pie de igualdad en la toma de decisiones de máximo nivel es-
tratégico. En estas situaciones, se puede hablar propiamente de co-protagonismo de las
distintas funciones de la empresa, sin exclusión de recursos humanos. El papel de la di-
rección no es de mera implantación de la estrategia de la empresa, sino que también es
decisivo en el momento de su formulación. En el caso de la empresa que se expansio-
nara internacionalmente, las variables de dirección de personal serían tomadas en con-
sideración desde el momento mismo en que esa estrategia empezara a plantearse.
En el tercer modelo, el de las empresas que se encuentran en C, el punto de vista
de la dirección de personas adquiere papel protagonista. Siguiendo con nuestro ejem-
plo, la empresa, antes incluso de plantearse formalmente la apertura de mercados en el
exterior, empezaría a formar personal en el dominio de idiomas, en la familiarización
con nuevos mercados, etc.; y, una vez comprobado el potencial internacional de su per-
sonal, empezaría realmente a plantearse si conviene la expansión y en qué condiciones.
El primer modelo, básicamente reactivo y correspondiente a una dirección relati-
vamente poco avanzada de recursos humanos, ha sido descrito en la literatura como ca-
racterizado por relaciones típicamente de administración de personal y de vínculos de
un solo sentido (o de mera implantación) entre estrategia y dirección de recursos huma-
nos. En este modelo, los empleados no son vistos en general como factor clave para el
éxito de la organización, sino que pueden encontrarse con relativa abundancia en el
mercado laboral. El segundo modelo se corresponde con un mayor avance en el papel
estratégico de la dirección de recursos humanos, con vínculos de doble sentido (de for-
mulación e implantación) entre estrategia y recursos humanos, y en éste los empleados
son considerados fundamentales para el desarrollo organizacional. El tercer modelo es el
de mayor integración entre estrategia y recursos humanos, y las personas son vistas
como el elemento clave, el más distintivo, para la creación sostenible de valor.
caje con la cultura y modo general de ser de la organización. Más bien, de lo que se trata
es de disponer en la empresa de un abanico lo más generalizado posible de competencias
que permitan sucesivamente nuevos posicionamientos. Por consiguiente, aquí lo que se
valora es la diversidad de perfiles personales, con el fin de poder adaptarse a cuantos cam-
bios puedan sucederse en el futuro. Así, empresas altamente innovadoras cultivarán ciertas
dosis de “desajuste” en las personas contratadas, pensando que los desajustes de hoy, da-
das las condiciones actuales de los mercados, pueden convertirse en las mejores formas de
ajuste a unas futuras situaciones que en nada se parezcan a las situaciones presentes.
Estas empresas contratarán personas excelentes, en campos ajenos a los de la
actividad actual de la organización, con el fin de estar preparados ante la eventualidad
de giros en los mercados que puedan requerir competencias distintas de las actual-
mente utilizadas (las empresas consultoras siguen con frecuencia este modelo, así
como los líderes en programación, nuevas tecnologías, etc.). Estas personas con perfi-
les tan distintos y diversos pueden constituir, además, una valiosa cantera de innovacio-
nes que difícilmente se originarían a partir de los perfiles más tradicionales.
Lógicamente, las empresas tienen que asumir ciertos equilibrios en esta materia.
El ajuste estrecho entre persona y puesto, típico del modelo A, por ejemplo, garantiza la
máxima eficiencia en el corto plazo, mientras que el modelo C, situado en el otro ex-
tremo, confía en eficiencias de largo plazo que en el momento presente constituyen
una inversión de retorno menos claro. Además, las organizaciones que siguen el mo-
delo C, de gran diversidad en cuanto a perfiles y tipologías de personas, aunque se pre-
sentan como mejor preparadas que las empresas del modelo A o B para afrontar los
cambios del entorno, son claramente más delicadas en cuanto a la consistencia entre
sus miembros, con las consiguientes dificultades de desarrollo de una cultura y unos
valores de integración que acojan a todos.
de duración corta y que, en buena medida -y esto es una gran novedad-, trabajan al
margen de los límites típicos de las cadenas de mando y autoridad: son equipos que se
autodirigen en cuanto a la definición de sus objetivos, a la utilización de recursos y a
sus normas y estilo de funcionamiento. Aquí nos hallamos ante la esencia del modelo
C, en el que las personas se convierten en elemento decisivo para el logro de la com-
petitividad sostenible.
Selección de personal
Condiciones estables de entorno -y de organización mediante la división del tra-
bajo- se corresponden con el objetivo de lograr el mayor ajuste entre las condiciones o
requisitos de cada puesto de trabajo y las características personales y profesionales de
los candidatos, como en el modelo A; sin embargo, a medida que esos entornos empie-
zan a sufrir fuertes cambios y el trabajo tiene que realizarse en equipos de generalistas
polivalentes, las empresas empiezan a valorar la capacidad de ajuste a la empresa y a su
cultura, como es propio del modelo B, más que de ajuste a un puesto determinado; fi-
nalmente, ante niveles de cambio turbulento, con gran incertidumbre, las empresas se
preocupan de disponer de distintos perfiles, en aras de una diversidad de talentos y
competencias que les encuentre preparados para los cambios del futuro, como en el
modelo C.
grupos de trabajo y del trabajo en equipo. La retribución variable, con indicadores a es-
cala tanto individual como de equipo, adquiere un mayor protagonismo. La retribución
fija atiende no sólo a los resultados de una valoración de puestos de trabajo, sino tam-
bién a la pertenencia del trabajador a un determinado grupo profesional (esto es, el lo-
gro reconocido de un grado de competencia predeterminado en función de unos pocos
niveles de profesionalidad).
La evaluación y retribución en el modelo C sigue parámetros distintos. En pri-
mer lugar, la evaluación suele realizarse, para cada empleado, mediante procedimien-
tos de 360 grados, en los que el papel de evaluadores lo asumen no sólo los superiores
jerárquicos, sino también los colegas de equipo, así como el resto de la cadena de
clientes internos y externos con los que el trabajador interacciona. Además, se tienen
en cuenta fundamentalmente parámetros de actuación colegiada, en el equipo en el
que se integra la persona. La retribución muchas veces tendrá también como compo-
nente importante el avance continuado en el grado y amplitud de las capacidades de la
persona, mediante algún sistema de dirección por competencias.
Sistemas de carrera
Finalmente, expondremos ahora las notas básicas de los sistemas de carrera en
los tres modelos. El modelo A se corresponde con los sistemas clásicos de promoción
vertical, en el que a cada avance jerárquico corresponde un nuevo nivel salarial y de
responsabilidad. En estos sistemas, la evolución suele tener lugar en una única área
funcional, preservando la especialización de los empleados. Aquí tienen también su
sede los sistemas de promoción interna desde los niveles inferiores (los llamados inter-
nal labor markets).
El modelo B compagina las promociones verticales con las horizontales, ambas
con los correspondientes incrementos de responsabilidad y retribución. Las transferen-
cias entre funciones distintas son también más frecuentes y se combinan con la posibi-
lidad de contrataciones a niveles más altos que los correspondientes a los puestos bajos
de entrada en la línea de responsabilidad.
El modelo C trata de lograr la mayor diversidad posible de competencias de las
personas, con predominio de movimientos laterales (se trata también de organizaciones
más planas, con menos posiciones jerárquicas intermedias). Además, se percibe una
mayor permeabilidad de movimientos dentro y fuera de la organización. Estos movi-
mientos tienen más frecuencia por la misma dinámica temporal del trabajo en proyec-
tos que nacen, se desarrollan y desaparecen con gran fluidez.
En el cuadro 2 se resumen las características señaladas de los tres modelos.
CUADRO 2
En resumen, el éxito de RPC está en haber sabido alinear las pautas básicas de
su enfoque de recursos humanos basado en el modelo A con una estrategia de bajo
coste asociada a prácticas de personal también de bajo coste, todo ello posibilitado por
el hecho de competir en un entorno cíclico, pero muy estable, que no impone cambios
continuos en el modo de competir y dirigir personas.
Telefónica I+D
La situación es totalmente distinta en Telefónica I+D. El entorno aquí es clara-
mente cambiante desde que se iniciaron en los años noventa las primeras tendencias de
liberalización e internacionalización de la competencia. La estrategia de la empresa
también ha experimentado variaciones asociadas a los cambios en el entorno y se ha
abierto a mercados que van más allá del ámbito de negocios original de grupo Telefó-
nica. La estructura ha seguido pautas muy acordes con la nueva organización del tra-
bajo, fundamentalmente en equipos y en proyectos de duración temporal variable. Asi-
mismo, Telefónica I+D ha ido evolucionando en materia de dirección de recursos
humanos desde un modelo A hasta un modelo B: replanteamiento de la organización
del trabajo, menos individualizado y más por proyectos; selección de personal en fun-
ción no sólo de los puestos específicos que hay que cubrir, sino del potencial de encaje
en la organización en general y de relaciones interpersonales para el trabajo en grupo;
evaluación por parte de los superiores, pero también con información por parte del
resto de los miembros de los equipos en los que la persona se incardina; replantea-
miento del sistema de retribución, evolucionando hacia esquemas de pertenencia a
grupos profesionales más amplios, con perfiles más generalistas y más allá de las meras
indicaciones de las valoraciones de puestos de trabajo; y carreras con desplazamientos
verticales y horizontales.
Es decir, en Telefónica I+D encontramos un buen ejemplo de tránsito del mo-
delo A al modelo B, que es el que actualmente rige la dirección de recursos humanos.
De nuevo, el éxito de la empresa, con gran crecimiento de la facturación y penetración
de mercado y clara mejora de los indicadores operativos (tiempos de respuesta, retra-
sos, calidad, etc.), se debe en buena medida al ajuste entre la forma de organizar la di-
rección de personas y los requisitos de cambios en el entorno, en la estrategia y en las
estructuras organizativas.
sector de defensa. Se trata de una de las empresas pioneras de su sector, en rápida evo-
lución de mercado (entorno extremadamente cambiante, especialmente como conse-
cuencia de los recortes de los presupuestos de defensa tras el colapso de la Unión So-
viética y de los regímenes satélites) y excelente en procesos de innovación interna y
reconfiguración de estructuras. STS ha seguido una estrategia de concentración en sus
áreas de competencia clave, con una reestructuración plena hacia formas de organiza-
ción por equipos, en lugar de seguir los patrones funcionales clásicos. Tanto por las cir-
cunstancias del entorno como por su orientación estratégica y organizativas, se desen-
vuelve con gran eficacia en los esquemas del modelo C.
La dirección de recursos humanos en STS sigue también las pautas del modelo
C: contratación en la diversidad, más que meramente con ajuste a los puestos (que han
desaparecido como tales); evaluación de 360 grados, con información por parte de to-
dos aquéllos que están en contacto con el evaluado (no solamente por parte de los su-
periores); organización del trabajo por equipos, incluso con la desaparición de las fun-
ciones tradicionales como tales; retribución en función de los resultados de los equipos
y proyectos en los que se estructura, completamente, la organización; y carreras con
proyección lateral y por rotación de funciones dentro de los equipos. Estamos, por
tanto, ante una empresa que ha basado buena parte de su éxito en saber adaptarse a
cambios turbulentos en sus mercados, con una estrategia y una estructura completa-
mente innovadoras, y con unas prácticas de recursos humanos en perfecta sintonía con
los dictados del modelo C.
En resumen, estas tres empresas obtienen buenos resultados gracias a haber
sido capaces de alinear correctamente sus requisitos estratégicos (nivel de cambios
en el entorno, definición de la estrategia competitiva y diseño organizacional) con
cada uno de los modelos de recursos humanos que mejor se ajusta a tales requisi-
tos. Tal como demuestran estas empresas, la clave está menos en el modelo de re-
cursos humanos seguido por cada una de ellas y más, en cambio, en el buen encaje
entre sus posicionamientos estratégicos y sus prácticas de dirección de recursos hu-
manos.