Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Profe 24/7
El sábado pasado Alejandro Mora (29), profesor de música en un colegio
particular subvencionado, vio fútbol en la televisión y después fue a un
cumpleaños con su mujer. Pero el domingo no tuvo descanso: revisó
pruebas de tres cursos de básica de 40 o más alumnos cada uno. “Al final,
terminas teniendo profesores detestando lo que hacen porque no pueden
dejar de hacerlo”, dice.
Existe consenso entre los docentes en que hoy muchos papás y mamás
descansan en que el colegio les enseñe contenidos a su hijo y, además, los
eduquen. “Pero la educación se aprende en la casa; el colegio está para
enseñar”, dice Reinaldo Camaño (35), profesor de inglés en un colegio
particular subvencionado en La Florida, a quien le ha tocado ver a papás y
mamás muy demandantes para pedir resultados académicos: que el niño
aprenda, que el niño sepa y que se saque buenas notas. “Pero no trabajan
con ellos en torno a ese objetivo. Les exigen resultados y no tienen idea
qué hizo el niño durante el día. ‘Bueno, yo estoy pagando equis plata en
este colegio y por lo tanto debería hacerse todo en el colegio’ es parte de
su discurso”.
Según Rodrigo Cornejo, hoy se tiene una expectativa demasiado alta con
respecto a la escuela, la idea de que los profesores pueden solucionar cosas
que la familia no está resolviendo. “Yo veía a los apoderados muy
cansados, superados y con muchas exigencias. Agobiados por el sistema,
por el horario, por los mismos niños y, claro, en general poco
comprometidos. Criar requiere de mucho esfuerzo, estar ahí y enseñar
valores es exigente y requiere trabajo, pero ¿te quedan energías después
de un día de pega?”, dice Claudia Montes, quien luego de ocho años dejó
la docencia y se instaló en el Centro Cultural Estación Entretecho.
Para Eliana Melo, que se jubiló el año pasado como profesora de lenguaje,
la desconfianza y la burocracia con que se los controla termina por
aplastarlos. “Hay cero libertad. Todo está reglamentado y supervisado.
Tienes que hacer lo que te dicen, cómo te dicen y hay que registrar todo,
para tener respaldo”. De hecho, cuenta que varios docentes jóvenes han
tenido problemas por saltarse los conductos regulares y, por ejemplo, citar
a un apoderado o notificarle del mal rendimiento académico de hijo por
WhatsApp. “Todo tiene que hacerse con el debido proceso. Si el
apoderado no va a colegio y firma en el libro que tomó conocimiento, el
problema después es para ti, no para él”.
Reinaldo Camaño dice que le agrada lo que hace pero le gustaría poder
pasar más tiempo con su familia y ganar más. “Es una dicotomía que he
visto mucho. Tengo muchos colegas que dejaron de hacer clases y
manejan taxis, venden detergentes, pusieron tiendas de grow shop,
importan productos por internet para vender. Viven tranquilos, no se
llevan pega para la casa, ni tienen un jefe molestando, pero yo no lo haría.
Hasta el momento, no”.