Vous êtes sur la page 1sur 4
dossier Los limites y la diferencia Un problema epistemologico ste trabajo versard sobre los Ii- mites del conocimiento cien- tific. No se trata de un tema nue- vo ni original, sino, en suma, de una cuestién que, dado el estado actual de los estudios sobre la ciencia, quizd convenga explicitar. Hay un reconocimiento uni- versal acerca de que el conocimien- to humano en general, y la ciencia cen particular, tienen limites: verdad de perogrullo si las hay. Sin embar- g0, los estilos de divulgecién habi- tuales, las epistemologias del sen- tido comiin y algunas versiones aca- démicas estindar, patecen apoyar- se en una metéfora deportiva: la ruptura constante de las marcas anteriores, esto es, de los limites establecidos. La tesis que guia esta forma de pensar parece ser: «todo lo que sea posible conocer se cono- cerd si se espera Ja suficientes, La contrapartida pesimista de ello con- siste en sefialar a la ciencia en todo caso, lo que algunos laman «tecnociencia>- como el mal de la actualidad. Sospecho que se trata de una ingenua, y seguramente fal sa oposicién. De cualquier modo, se producen profundos desacuerdos a la hora de intentar sefialar los Iimites de la ciencia. Obviamente, y en primer lugar, la disparidad de apucstas tedricas epistemoldgicas explica en buena medida los des- acuerdos; pero la diversidad més # phrénesis 4 / Neo. 6/2001 Héctor Palma UNSAM/UBA interesante es producto més bien de la ambigiiedad implicita en la pregunta 0, en todo caso, de aten- der a distintos problemas, lo cual produce diferencias més profundas que el corrimiento del limite sobre el cual se indaga. En suma, dife- rentes estrategias de respuesta pro- ducto de diferentes preguntas. El concepto de «lfmices! es definido por el Diccionario Enciclo- pédico Quillet como «término, confin o lindero de reinos, provin- cias, posesiones, etc., fig: fin, término». Limite, entonces, sea en sentido literal o figurado, significa un lugar més alld del cual no se puede i, como as{ también un lugar que en virtud de algin poder hegeménico que lo posce, no debe ser invadido, En suma se trata tanto del lugar del que no se puede salir como también al que no se puede entrar, Estos dos sentidos diferentes pero complementarios pueden servic de hilo conductor para analizar las respuestas que admite la pregunta por los limites de la ciencia. A través de los tiempos se hhan dado respuestas en uno y otro sentido, es decir, sefialando los Kmires dentro de los cuales la ciencia resulta soberana, y también los limites como espacios més alli de los cuales no es posible conocer, © bien mas alld de los cuales la ciencia no tiene incumbencia alguna, dossier Los limites de la ciencia 1. Los limites en sentido positivo?: bésicamente intentan responder a la pregunta zqué es Ja ciencia? A fines del siglo XIX y co- mienzos del XX, y sobre todo con Ia cristalizacién de la llamada Con- cepcién Heredada (en adelante CH), la filosoffa, convertida en sfilosofia de la ciencia», realiza un notable esfuerzo tedrico por establecer las condiciones canénicas que debe reunir un discurso cientifico habida cuenta de los costensibles cambios en la ciencia de 508 afios (en el convencimiento de que la ciencia es el tinico saber legitimo y con aspiraciones de verdad), en oposicién a las posiciones metafisicas ¢ idealistas. La primera versién fuerte de un cri- terio que demarcase el ambito co rrespondiente a Ja ciencia s¢ llamé criteria verificacionista del significa- do, y puede enunciarse como sigue: sel significado de una proposicién es el método de su verificacién». demarcacién, aquellas proposicio- nes que no puedan verificarse em- plticamente (directa o bien indirec- tamente segiin una derivacién deductiva), carecen de significado cn sentido estricto y sélo tienen un sentido emotive: expresan estados de dnimo. Esta necesidad de de- marcar entre la ciencia por un lado yeel sin sentido por otro, acaba sien- do una forma de establecer los Ii- mites de la ciencia para reservarle tun lugar de privilegio epistémico (y ain de exclusividad) inexpugna- ble para cualquier intento que no reuniera los requisitos exigidos, con- formando una forma depurada de cientificismo. Una de las consccuen- cias més importantes es que, por lo ‘menos en principio, expulsa de un plumazo del Ambito de fas afirma- ciones con pretensiones de sentido a la metafisica y a toda la Filosofia especulativa en general, pero tam- bién a buena parce de las ciencias sociales; y al poco tiempo las criti- cas provenientes de diversos secto- res, incluidos los de la propia tra- dicién analitica en filosofla, desnu- daron una serie de problemas que hacian poco menos que insosteni- ble este criterio. La ciencia queda- ba reducida a un sistema de enun- ciados algunos de los cuales tienen un teferente directo en la realidad empirica y sirven de fundamento al resto (enunciados te6ricos) en los cuales se subsumen deducti- vamente.* +A partir de los afios veinte se convirtié en un lugar comin para los fil6sofos dela ciencia el construir teorias entficas como cilculosaxiomaticosa los «que se da una interpretacion observacional parcial por medio de reglas de correspot ‘i En apoyo de esta verdadera sciencia sin sujeto» se suma la dis- tincién entre contextos de justifi- cacién y de descubrimiento® que delimita, ademds, las incumbencias disciplinares, reservandose injeren- cia en el primero a la filosofia de la ciencia y delegando al segundo abordajes histéricos, sociolégicos y aun psicolbgicos, Esta demarcacion obré como un cepo disciplinar por décadas, cuando menos hasta los afios sesenta. El primer critico importante del «Circulo de Viena» y de las ver- siones empitistas ¢ inductivistas de la CH fue K. Popper. A pesar de seguir defendiendo la idea de «epistemologia sin sujeto», Popper establecié que la distincién entre ciencia y metafisica propuesta por la CHa partir de un criterio de sig- nificacién era insostenible y debla ser sustituida por una distincién entre ciencia y no-ciencia a partir de un criterio de falsabilidad, ha- # phrénesis 5 / Nro. 6/2001 bida cuenta que no era posible exi- girle alas teorfas cientficas una jus- tificacién y en cambio sf podla exigirseles el testeo con el mundo empirico. A través de este criterio, Popper intenta dejar afuera de la ciencia 2 la astrologla, al psicoand- lisis y al marxismo’. A pesar de que sigue respetando la distincién entre contextos, en tanto su criterio es metodolégico y no semintico, Popper abre la puerta a la consideracién de las précticas de los cientfficos. Los aportes de autores como Hanson y Toulmin preparan el ca- mino hacia nuevos modos de hacer epistemologia que tienen como su exponente mds conocido aT. Kuhn. El mérito de La estructura de las revoluciones cientificas* consiste en haber revalorizado la idea de que la prictica cognoscitiva cientifica es tuna actividad cultural sujeta a fa po- sibilidad del andlisis socio-histérico, lo cual puso de manifiesto temas y problemas que anteriormente habfan pasado inadvertidos. El conocimiento cientifico, para Kuhn, ¢s intrinsecamente un pro- ducto de grupo y por lo tanto es imposible entender tanto su efica- cia peculiar como la forma de su desarrollo sin hacer referencia a la naturaleza especial de los grupos que lo producen. De esta manera, al poner de relieve que las distineas dossier ‘Los timites y ta diferencia formas del conocimiento natural no vienen dadas por un método univer- sal o ahist6rico, socava cualquier ca- tegoria epistemolégica privilegiada y permite que la sociologia del co- nocimiento comience la tarea de abric la «caja negra» de la produc- cién cientffica. El planteo de Kuba ha movilizado una serie de entrecruces disciplinares y concep- tuales entre la historia, la sociolo- gla, la retérica y Ia Filosofia de las ciencias, que a veces excediendo ampliamente las intenciones del propio Kuhn, han conducido a la disolucién de los limites entre la ciencia y oteos discursos. 2. Los limites en sentido negativo: ademds de los limites en sentido positivo puede indagarse sobre los limites en sentido negativo, es decir, en tanto barreras més alld de las cuales la ciencia no puede 0 no deberia ir, o no tiene nada que decir. En este sentido pueden pensarse cuando menos cuatro tipos distintos de limites que se intersectan entre sf. (i) Los limites éticos (intentan levantar una frontera que la ciencia no debe pasar): la injerencia reciente de la ciencia y la teenolo- pfa en la vida cotidiana, un fend- meno que ha crecido vertiginosa- mente en las ltimas décadas, ha provocado el planteo ineludible de problemas y aun dilemas éricos. En general se basan en el supuesto de que no todo lo que es posible reali- zar desde un punto de vista tecnocientifico es correct desde el punto de vista ético. La agenda més reconocida incluye el cardcter ge- neralmente contaminante de bue- na parte de la produccién indus- trial, la calidad de los alimentos producidos merced a los nuevos procedimientos, los problemas que surgen de las prdcticas médicas (bioética) y finalmente, cuestiones mds generales relacionadas con los desarrollos de Ia biologia molecular y Ja ingenierfa genética. Los secto- res mds radicalmente cientificistas? © tecnocréticos suelen lamentar que los frenos éricos «retrasen» el desa- rrollo tecnocientifico. Los sectores més conservadores, generalmente confesionales, y los sectores més dogméticamente ecologistas, inten- tan levantar barreras de principios éticos © meramente reparos utilitaristas o instrumentales. Pero también pueden plan- tearse otro tipo de limites en senti- do negative, producto de intentar responder a la pregunta jcudles son los Ambitos a los cuales la ciencia no puede acceder? Esto implica varias respuestas posibles, (ii) Los limites de incumben- cia (relacionados en buena medida con los limites éticos aunque no se confunden con ellos): es posible preguntatse por el alcance y la in- cambencia del discurso cientifico, en Ja medida en que es un tipo de saber que no es tinico y que de he- cho no puede responder a todas las preguntas que la existencia huma- na plantea. Por el contrario, pensar que todos los problemas interesan- tes ¢ importantes de la vida huma- na pueden tener una respuesta ientifica (actual © futura) consti- tuye la base de las posiciones cientificistas y reduccionistas, cu- yas versiones mas recalcitrantes se encuentran en retroceso, pero, que no obstante, las fantasfas farma- colégicas, tecnolégicas y atin socio- biolégicas pretenden apuntalar. i) Los mites técnico/ pricticos: en sercer lugar cabe pre- guntarse si existe algin limite préctico 0 téenico para la investigacién cientffica, sobre todo en lo que se refiere a las ciencias naturales, cada vez més ligadas a su ver al uso de instrumentos y aparatos de creciente complejidad. Aunque una respuesta afirmativa @ phrénesis 6 / Nro. 6/2001, parece obvia resulta muy dificil aventurar prondsticos en este sen- tido. Cabe consignar que las pos- turas cientificistas y tecnocrdticas desconocen (i) y (ii) y relacivizan (iii), (iv) Los limites teéricos (sobre todo para algunas dreas de investi- gacién, en alguna medida impor- tante relacionado con (iii): quizd Jo més inquietante se refiera a la pre- gunta por los limites teéricas de la ciencia. Puede resultar que haya aspectos de la realidad que no sea posible conocer aunque este limite s6lo pensable pero por definicién ‘no cognoscible remite nuevamente al problema de Kant pero visto de otro modo: el problema de lo incognoscible y el problema de la especie humana, por lo cual la cuestién puede subdividirse, a su ver, en dos preguntas. La primera puede formularse como sigue: es posible establecer algdn limite a priori para la inves- tigacién cientifica?, es decir, si existe algiin aspecto de la realidad que sea intrinsecamente incognoscible. ‘Aunque una pregunta asf parece no admitir respuesta en un sentido absoluto, puede cuando menos ase- gurasse que es posible decir muy poco sobre el futuro de la ciencia, mids alld de intuir algunos posibles desarrollos a partir de lo que tene- mos. iste La segunda pregunta: i Héctor Palma. algin Itmite producto de que la ciencia que tenemos es una ciencia humana? La ciencia que tenemos no solamente est4 marcada por su génesis social y cultural, sino también por el hecho de que tanto el aparato perceptual como la racionalidad de los humanos son el producto de millones de afios de evolucién. De modo tal que nuestra capacidad de relacién con el mundo se desarrolla en un rango de posibilidades e intereses amplisimo pero acotado y definido. Aunque se ponga en duda la cantidad, calidad y clasificacién de las categorias kantianas, el problema subsiste si se acepta la premisa evolutiva. En exte sentido puede pensarse, a modo de hipétesis, que seres con racionalidad, surgidos de una secuencia evolutiva diferente”, y por tanto posiblemente con diferente composicién fisico- quimica, aparato cognoscitive e intereses, tendrian una ciencia in- conmensurable con la producida por los humanes.™ Los episte- mélogos evolucionistas sefialan, en. este sentido, que el a priori kantiano es un a posteriori filogenético. En NOTAS 1 No se cefiere al concepto de «limites en smatemdtica. 2 Tanto el concepto de «positivos came el de sncgaivor de la seccién siguiente no implican ‘aloracidn alguna sobre el carder dels lites en curstibn. 3 La Concepciin Heredada (recived riew) connec dente lc constiuida bisicamente a partic del enpirismo egico pero quese exindetanco a autores queen aque! momento no pertenecieros en sentido sitio al Clrculo de Viena, como a otos que mucho después de la desepericion de éste defendiendo los reitmos postulados. Cf Palma, HL, y Wolovelty, E, 2001. 4 Sobre ls reformulaciones sucesivas de ba CH ver Suppe, B, 1979. 5-CE Suppe, 19%, p. 16. efecto, podria pensarse que el mite en este punto estarfa dado por un conjunto de capacidades y posi lidades que funcionan 2 priori para los humanos pero que son el resultado de un desarrollo evolutive particular y nico entre muchos otros posibles. ‘Conclusién: Reuniendo ambas lineas de reflexién, correspondientes respec- tivamente a los dos sentidos del concepto de «limites, puede decir- se que: () la exacerbacién de la idea de limice en el primer sentido lleva a posturas cientficistas fuertes para las cuales sélo el saber cientifico es legitimo, También puede llevar a la inserumentalizacién burda. Pero la disolucién, plausible por otra par- te, de los limites estrechos de las epistemologias esténdar conctibu- yen 2, (i) la exacerbacién en el se- gundo sentido, Jo cual leva en los Ambitos académicos a la disolucién de la especificidad de la ciencia ubicéndola como un saber entre saberes, cuyo cortelato cotidiano 6 CE, Reichenbach, 1958. 7 CE. Popper. 1980 y 1989. 8 CE Kubo, 1992. 9 Defniremos algo vagamenteecientfcismoe ‘oma aquela actvud que reoonacr camo inico ‘conocimiento vilido & la ciencia. Obviamente ‘hay versiones mis suaves. 10 Si es que la teora de la evolucién resulta seerada en lo fundamental. TN. Reicher (1994) desrolla a idea de uns hipotévea ciencis extaterresce, 12 CE. Jacob, 1997, BIBLIOGRAFIA Jacob, EH juego de do posible, Barclons, 2 phrénesis 7 / Nro.6 / 2001 dossier reflota posturas roménticas, 0 deti- va en postmodernismos, relati- vismos € irracionalismos varios. Las corrientes que han surgido son las que acentdan Ia indistincién entre fa actividad y el lenguaje cientifico y otras actividades y lenguajes. Es decis, explican -o intentan hacerlo- en qué se parecen o qué tienen de igual la ciencia y otras actividades. Sin embargo creo que lo que se impone ¢s nuevamente explicar la diferencia y especificidad a partir de un enfoque transdisciplinario que incluys tanto ala filosofia como a la sociologia y a la historia de las ciencias. En cualquier caso puede romarse como idea gula las palabras de E. Jacob: El siglo XVII tuvo la sabidurfa de ‘considera a azén como una herramienta necesaria para tran los asuntos humanos. El Sigh de las Luces ye siglo XIX tuvieron Ja locura de pensar que no silo era necesa- ‘ia, sino suficence, para resolver todos los problemas. En a actualidad, todavia seria ‘una mayor demostrackin de locura decidis, ‘como quieren algunos, que.con el pretexto de quella azn no es suficiente, tampoco esnecesarian”, Grijalbo, 1997. Kuhn, T,, La exracrura de das rvotuciones ciensffias, México, FCE, 1992. Lakatos, I. y Musgrave, Au, Le crlios y ef ‘del conacimiens, Barcelona, Grijlbo, 1975 Olive, L.(comp.), Le explicacién social del conocimiente, Mesico, UAM., 1985. alana, H. Y Wolorelay, Edges dele racionaldad ciensifien, Buenos Aires, Eudcba, 2008. Popper K. Conjtuns y rfiacions EI des Suppe. F, Le etractens de las totes cen cs, Madd, Ba, Nacooal, 1979.

Vous aimerez peut-être aussi