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La Responsabilidad Administrativa:

Constituye el tema central de la presente ponencia, aunque referida en particular a la que se


deriva de las instituciones financieras y de sus administradores.

Se llama responsabilidad administrativa a aquella que surge de la comisión de una


contravención administrativa y que es exigible por una entidad estatal dada (de orden
administrativo), la cual ejerce funciones de inspección, vigilancia y control dentro de un sector
de la economía también determinado (el de las sociedades comerciales, el de las instituciones
financieras, el de las cooperativas, el de las cajas de subsidio familiar, el de las empresas
prestadoras de servicios públicos domiciliarios, etc). Como se explica más adelante, dicha
responsabilidad generalmente es objetiva, pero eventualmente puede ser de carácter
subjetivo.

También es administrativa la responsabilidad contractual o extracontractual del Estado, por los


perjuicios que cause a una persona determinada. Esta última puede ser de carácter subjetivo
(cuando se trata de analizar la conducta de los agentes o servidores públicos) u objetivo (de la
entidad estatal respectiva, en caso de falla en el servicio; o de la comisión de un error judicial;
o por la privación injusta de la libertad; o de responsabilidad por riesgo en el ejercicio de
actividades peligrosas).

En el sector financiero, la responsabilidad administrativa es exigible, en primer lugar, de las


entidades vigiladas (que son personas jurídicas) por la Superintendencia Bancaria, creada por
la Ley 45 de 1923 como un organismo administrativo especializado en el control y vigilancia en
materias crediticia y bancaria. Así mismo, esa responsabilidad puede ser personal y exigible de
sus respectivos administradores. En tal virtud, dicha Superintendencia ejerce especiales
funciones o facultades punitivas, como consecuencia de las cuales aplica sanciones
administrativas (en general, de tipo pecuniario, pero que también pueden consistir en el cierre
definitivo de la entidad o en la remoción de sus administradores, entre otras).

Función pública

La Función Pública puede entenderse como el conjunto de la Administración pública; la


actividad de los funcionarios; o bien toda la actividad que realiza el Estado.

En este caso, tales funciones públicas pueden ser realizadas por el Estado por razón de que la
ley las pone a su cargo o al menos prevé su realización en un Estado de Derecho o bien por la
voluntad unilateral o soberana de un Estado que no se rige por tales normas (una monarquía
absoluta o un Estado totalitario). El Estado puede realizarlas de manera directa o de manera
indirecta, mediante la participación de particulares (ya sean concesionarios -obra pública y sus
contrataciones- u otros tipos de relación de trabajo o servicios).

La condición jurídica de estas relaciones tiene distintas peculiaridades según las legislaciones o
la aplicación de estatutos previamente definidos, que matizan los actos unilaterales del Estado
e introducen distintos tipos de expresión de la voluntad del trabajador o prestatario de los
servicios. El tipo de acto contractual o cláusulas limitadoras se han calificado de actos de
condición o de unión más que de adhesión, dado que la capacidad negociadora de las partes
está interferida por cuestiones que pueden tener incluso consecuencias constitucionales.1
Requisitos de la responsabilidad extracontractual[editar]

La responsabilidad extracontractual prevista en las normas legales pertinentes (por ejemplo,


artículos 1708 y siguientes del Código Civil Argentino, 2314 y sgtes. del Código Civil chileno,
1902 del Código Civil Español), entendida como la obligación de reparar el daño causado tanto
por hechos propios como por hechos ajenos, requiere los siguientes presupuestos:

El hecho, comportamiento causante del daño, incluidas las acciones y omisiones.


Frecuentemente es un comportamiento humano, aunque la ley extiende la responsabilidad a
hechos de las cosas (animales y objetos de propiedad del responsable). Este comportamiento
debe ser antijurídico y puede o no ser su origen ilícito. Se entiende por antijurídico aquel
comportamiento que contraviene el principio alterum non laedere que comprende una serie
de deberes que obligan a seguir un comportamiento con corrección y prudencia respecto a
terceros, para que la convivencia sea posible.

El daño o agresión ilegítima a bienes, derechos o a la propia persona. El daño indemnizable o


reparable tiene que ser cierto, esto es, realmente existente. Se excluyen los daños hipotéticos
o eventuales. Además el daño tiene que ser actual pero pueden incluirse los daños futuros
cuando éstos surgirán con posterioridad según racional certidumbre. Se entienden incluidos
tanto los daños patrimoniales como los daños morales. La prueba del daño, de su extensión y
alcance corresponde al perjudicado.

La relación de causalidad o nexo causal entre el comportamiento causante del daño y el daño.
En el caso en que concurran una pluralidad de causas causantes del daño, habrá que
determinar si todas ellas son concausas (teoría de la equivalencia) o si una de esas causas es la
única que merece dicho papel por ser la determinante del daño. Se utilizan distintos criterios
para calificar a la causa como determinante de dicho resultado: que dicha causa sea posible o
probablemente la que haya ocasionado el daño (teoría de la causa adecuada), que el hecho
sea el más próximo al daño (teoría de la causa próxima) o que el hecho sea el más eficiente o
con más fuerza determinante del daño (teoría de la causa eficiente).

El criterio de imputación de la responsabilidad. En principio, el Código Civil exigía


exclusivamente un criterio basado en la culpa o negligencia del agente (teoría subjetiva o por
culpa), pero en la actualidad se aceptan criterios distintos a la culpa, como el dolo o
consciencia de que el comportamiento causa el daño, el riesgo o creación de una situación de
peligro (teoría del riesgo) y supuestos de atribución automática o ex lege de responsabilidad
(teoría objetiva o estricta).

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