Vous êtes sur la page 1sur 11

PRESENTACIÓN

La EDUCACIÓN es la base para el desarrollo de la sociedad, durante la historia


unas sociedades se han desarrollado más que otras llevando la ventaja de
formar grandes intelectuales, que hicieron de su país grandes potencias que
hoy influyen en el dominio de los países subdesarrollados.
El Perú, no puede ser una excepción ante esta realidad, por lo que nosotros
realizamos este estudio con el objetivo de informar y concientizar a las
sociedades y a sus líderes que surgirán de esta nación para realizar un gran
cambio en el sistema educativo actual.
Frente a este hecho el estado y nuestros gobernantes poco o nada hacen al
respecto por lo que nosotros nos mantenemos firmes y perseverantes en la
tarea de cambiar esta realidad educativa.

P á g i n a 1 | 11
INTRODUCCIÓN
En los últimos tiempos, la labor del docente es considerado como una de las
profesiones de menor prestigio, esto a causa de los resultados de las
evaluaciones y abundancia de profesores sin trabajo (en ejercicio de su
profesión), se cree que estudiar educación es estudiar para ser pobre. Por otro
lado, La Nueva Carrera Pública Magisterial es una norma de tendencia
neoliberal.
Una de las causas rotundas para una educación deficiente es la POLÍTICA
EDUCATIVA DADA DESDE LOS GOBIERNOS DE ALAN GARCÍA PEREZ (1er y 2do
gobierno), ALBERTO FUJIMORI FUJIMORI y otros gobiernos de tendencia
neoliberal. Si bien es cierto en el gobierno de Alan García se nombró
profesores sin tomar en cuenta la capacidad intelectual del docente.
Recordando también el gobierno de FUJIMORI, fue dada la restricción de
asignaturas de mayor importancia como la FILOSOFÍA, GEOPOLÍTICA,
SICOLOGÍA, etc. Estas asignaturas que daban al estudiante reflexiones críticas
viendo su realidad y su pensamiento ideológico. A consecuencia de las
asignaturas suprimidas hoy en día, los estudiantes son dogmáticos,
manipulables intelectualmente e individualizados (ya no hay la unión para
hacer fuerza).
Para que termine esta realidad brutal, ruda y miserable se requieren
profesionales comprometidos con el cambio social, profesionales que no
busquen "engordar" en los puestos públicos de la región y del país.
Nosotros, los estudiantes no debemos olvidar que estamos estudiando en una
universidad pública, estudiando con la contribución popular y esta debe ser al
servicio de las grandes mayorías del país.

P á g i n a 2 | 11
EL PROBLEMA UNIVERSITARIO
La abolición del estatuto universitario y la restauración de la autonomía se imponían como
una consecuencia lógica de la revolución. Más la vuelta a la autonomía no podía suponer la
inmutabilidad o estancación de la universidad dentro de los moldes en que la dejó la
imperfecta transacción de los últimos tiempos. La universidad necesitaba una reforma
trascendental. La pedí con toda franqueza y vehemencia en mis estudios del año 17, a los
que he hecho referencia en la primera parte de este libro.
Los principales aspectos del problema universitario se reducen a los siguientes: l.°,
vinculación de la universidad a la vida nacional; 2.°, separación de la universidad de toda
actividad política personalista; 3.°, formación de un profesorado universitario de verdadera
preparación científica y de intensa vocación profesional; 4.°, introducción de nuevos
métodos y del moderno equipo o material; 5.°, intervención de los ex alumnos y de los
estudiantes en el gobierno y en la vida corporativa de la institución; 6. °, adaptación a
nuestro claustro de las llamadas actividades estudiantiles que tanto realzan las
universidades extranjeras, principalmente americanas, en el orden intelectual, artístico,
social y deportivo; 7.°, establecimiento de los dormitorios, restaurante y club universitarios;
y 8.°, irradiación de la cultura universitaria a las masas populares.
La vinculación de la universidad a la vida nacional supone el estudio por nuestra institución
de las cuestiones esenciales del país; problema indígena, quiebra de la clase media,
dependencia económica, organización política, problemas internacionales. Y para este
estudio no bastan las clases corrientes o disciplinas ordinarias, como historia económica,
derecho constitucional, economía política o social y derecho internacional. Es indispensable
establecer seminarios o conversatorios dirigidos por profesores, en que, en vista de las
fuentes y documentos más completos, se discutan los diversos aspectos de aquellos
problemas. Además de la orientación nacionalista en las cátedras respectivas, debe
organizarse la escuela superior o facultad de altos estudios con los seminarios en que se
trate de estas materias, abiertos a los graduados que quieran aspirar al profesorado, a la
carrera política y a los ex alumnos de la universidad que quieran completar su cultura.
La separación de la universidad de toda actividad política personalista no significa la
abdicación de su derecho, como institución, o del derecho de los profesores,
individualmente, para estudiar o criticar las directivas de nuestra política y de protestar
cuando se amenace a las instituciones básicas de nuestra nacionalidad; pero exige en las
autoridades universitarias, como el rector y los decanos, el abandono de toda actividad
política y la consagración exclusiva a la vida del instituto. Los puestos directivos de la
universidad no pueden ser ni pedestal para otras posiciones, ni retiros honorables.

P á g i n a 3 | 11
Para ser profesor, hay que exigir no solamente el grado, sino una preparación especial
suplementaria, teórica y práctica; teórica, por nuevas investigaciones y estudios, y práctica,
por uno o dos años de ejercicio del cargo de conferencista libre en la universidad
(conferencias semanales, de acuerdo con un programa aprobado por la universidad, que
servirían de prueba, no sólo de la vocación del profesor, sino de la aceptación o interés del
alumnado en la obra de los candidatos).
Éstos podrían recibir también becas de viaje que les permitieran el perfeccionamiento en la
materia a que se han dedicado. En la vacante de una cátedra, salvo casos excepcionales de
competencia notoriamente probada, la designación tendría que caer sobre los candidatos
que hubieran seguido el curso de preparación teórico- práctica indicado.
No cesaremos de repetir que el principio básico de la universidad es la vocación pedagógica,
o sea la consagración especial, si no exclusiva, de los profesores a sus cátedras. Hemos
probado repetidas veces que el sistema que se ha seguido de multiplicar las disciplinas y al
mismo tiempo el personal es absurdo: nos da una ciencia de fachada y es una prima al
diletantismo. Necesitamos un grupo de hombres entregados enteramente a la universidad.
Hemos impuesto esta condición para el rector y los decanos. Poco a poco, hay que
extenderla, si no a todas las cátedras, a las que podríamos llamar disciplinas normativas. En
una universidad pobre, como la nuestra, no podemos exigir a los profesores de medicina y
jurisprudencia o ingeniería que dejen la práctica de la profesión. Esto, además, sería
inconveniente. Aquella práctica los habilita, si no es absorbente en grado extremo, para
enseñar mejor. Pero en los estudios formativos de las facultades de ciencias y de letras,
cabe la consagración exclusiva. En lugar de seis profesores de filosofía o de historia que son
el uno periodista, el otro abogado, el otro político, el otro industrial, etc., y sólo en la clase
filósofos o historiadores, nos conviene tener dos filósofos o dos historiadores que, con el
sueldo de los seis, dictarían las mismas o más. asignaturas. ^Hay que permitir la
acumulación de cátedras en esas facultades y las de ciencias políticas en cabeza de los
jóvenes prestigiosos que hayan dado muestras de positivo saber y amor a la enseñanza.
Ciertas actividades fuera de la universidad se conforman con este principio de división del
trabajo. Es evidente, por ejemplo, que los jefes y empleados del archivo nacional y de la
biblioteca están en aptitud de desempeñar clases de historia o de bibliografía. Es el mismo
caso, para algunos empleados de la administración. De un modo general, la idea es que la
enseñanza no sea una actividad accesoria, sino primordial.
Una universidad realmente moderna, requiere la aplicación de nuevos métodos. Nosotros
no hemos tenido hasta ahora sino el de la llamada lección magistral o la disertación. Tal
método necesita ser reemplazado por la más activa cooperación entre maestros y
discípulos, por La asignación de trabajos a éstos y por el establecimiento del seminario para
los estudios especializados.

P á g i n a 4 | 11
La universidad requiere equipo y material modernos. No se concibe clase de psicología sin
un laboratorio, ni clase de geografía humana e histórica, sin una colección completa de
mapas, grabados y documentos históricos, ni clases de estética sin una buena colección de
reproducciones, ni clases de economía social sin esquemas gráficos y cuadros de lo que se
ha llamado Museo social. La universidad no puede diferir la adquisición de ese equipo.
Nuestras facultades de ciencias y medicina han mantenido al día sus instrumentos de
experimentación. No hay razón para que las facultades de ciencias sociales y letras carezcan
en absoluto del material que es para ellas lo que para las otras sus laboratorios.
La intervención de los estudiantes en el gobierno de la universidad, proclamada en el
Congreso de Montevideo de 1908, ha tenido realización y hay que mantenerla, no sólo en
el consejo universitario, sino en el consejo de las facultades.
A esta reforma conviene agregar la vinculación de los ex alumnos con el alma mater,
atrayendo a éstos a la vida de la corporación, por su admisión en los seminarios, sociedades
de debate y otras actividades de la universidad, y dándoles una representación en el
consejo, por lo menos igual a la de los estudiantes.
Uno de los contrastes más saltantes entre la vida universitaria hispanoamericana y la
anglosajona es la ausencia en la nuestra de las actividades típicas de la universidad.
Recordemos con tristeza el ambiente del claustro universitario en el Perú. Profesores que
llegaban de prisa y a veces tarde a monologar una disertación imperfecta; alumnos que,
distraídos o impacientes, escuchan a sus catedráticos en la expectativa del campanazo
libertador a cuyo son se precipitan a la calle, a la oficina o al club; el claustro, solitario, sin
el carácter de un centro de atracción, de un verdadero hogar intelectual, moral y social.
Después de haber vivido desde hace diez años la vida tan distinta de las universidades
norteamericanas y de haber gozado del Campus siempre poblado de profesores y alumnos
que lo atraviesan yendo de las clases al seminario y del seminario a la biblioteca y de la
biblioteca al gimnasio, nuestro claustro nos parece una institución sin alma, una institución
muerta. Sólo se anima para elegir personeros a una federación de estudiantes que, entre
tumultos de anarquía, apenas logra designar una junta directiva. ¡No! Esto debe concluir.
Al mismo tiempo que se elimina a los profesores rutinarios e incompetentes,
transformemos al alumnado para que no se aburra en las clases o deserte de ellas y
permanezca en el claustro con la preocupación de los problemas de la enseñanza y no sólo
cuando su presencia es necesaria en los comicios eleccionarios. Si en el Perú no se llega a
establecer la vida estudiantil como actividad intelectual y social, la reforma de la
universidad será imposible, aunque demos las leyes más perfectas y aunque la tesorería de
la universidad enriquezca nuestra biblioteca y ponga a nuestra disposición todo el material
moderno. El porvenir de la universidad se halla en la orientación espiritual del alumnado;
esta orientación ya no depende exclusivamente de los maestros; depende, principalmente,
de ellos mismos.

P á g i n a 5 | 11
Hay que amar la universidad por la universidad. Imitemos el ejemplo de los americanos y
los ingleses, que consideran la época más feliz la de los años de estudio, y sienten con pena
la aproximación de su fin y conservan toda la vida el recuerdo romántico de ambiente
colegial, de los viejos maestros, de las amistades formadas en ella, las más sinceras y las
más desinteresadas.
Mucho puede hacer la iniciativa de los alumnos para establecer lo que en los colegios
americanos se llama students actioities. A falta de ella, o como su complemento, se impone
un programa de parte de las autoridades universitarias para fomentar los concursos, los
campeonatos deportivos, las sociedades de debate, los duelos oratorios, los clubs
dramáticos y musicales, la publicación del periódico, órgano de los alumnos, las excursiones
universitarias a lugares de interés histórico, las sociedades para la discusión de problemas
de interés general, como los clubs de relaciones exteriores destinados a seguir de cerca la
política mundial.
Hay que orientar las aficiones, el espíritu de emulación, la afirmación de la personalidad
hacia esos campos de actividad solidaria y útil, evitando que la juventud se desvíe hacia el
proselítismo político, el espíritu de dominación y de intriga y las prematuras ambiciones
personales. Que la juventud sea joven, esto es, desinteresada, alegre, llena de vida, extraña
a los ajetreos y a las impurezas de la realidad. Que la juventud viva para sí misma y para el
claustro; al vivir así, servirá mejor al país, cuyo progreso estriba en la labor silenciosa y útil
de los laboratorios y de las clases, y no en la agitación pseudoidealista de las calles y las
plazas.
El medio más eficaz en manos de las autoridades universitarias para provocar la verdadera
solidaridad estudiantil y dar al claustro su aspecto necesario de hogar social e intelectual,
es el establecimiento de los dormitorios para los alumnos de provincias, junto con el
comedor respectivo y los clubs anexos. Por éste medio, podemos restaurar en forma
moderna el ambiente de los antiguos colegios, además de atender al- ineludible deber de
facilitar a los estudiantes pobres una vida decente y barata e higiénica. En todos los países
latinos que, por desgracia, abandonaron el concepto corporativo y hogareño de la
universidad, se inicia hoy un gran movimiento para restaurar el rasgo más interesante de
los colegios medievales: la vida colectiva, la vinculación permanente de maestros y
alumnos. Él se revela en los proyectos de ciudades universitarias o residencias de
estudiantes, en plena construcción en París, Madrid y Barcelona. Dentro de nuestros
modestos recursos económicos, imitemos este hermoso ejemplo.
El ultimo rasgo de la universidad es el de la vinculación con las masas populares, o sea la
irradiación de su cultura por medio de conferencias de divulgación, no sólo en materia
científica, sino también en materia de política, de economía y relaciones internacionales.
En síntesis, las llamadas universidades populares.

P á g i n a 6 | 11
Este ensayo se ha hecho entre nosotros; y debe mantenerse con la mira absolutamente
desinteresada de difundir la instrucción, sin el propósito de alcanzar influencia o prestigio
político entre los obreros. La agitación política, que es incompatible con el estudio tranquilo
y sereno del claustro, es igualmente nociva cuando se extiende, con el prestigio de la
universidad y de la ciencia, a las masas populares. El profesor o conferenciante de extensión
universitaria necesita, tanto como el catedrático de la universidad, la conciencia de su
altísimo deber profesional, y la ausencia de toda ambición política. La universidad debe
encargar a los alumnos de años avanzados y a los candidatos al profesorado los cursos de
extensión universitaria, de acuerdo con un programa orgánico.

P á g i n a 7 | 11
CONCLUSIONES
La primera condición necesaria para que las universidades inicien o consoliden un proceso
de recuperación es la disponibilidad de recursos económicos. Sin ellos es imposible exigirles
calidad. Es más, es vital para el país que lleguen a las universidades muchos recursos y que
éstos sean bien empleados. Por ello, el Estad o debe encauzar hacia las universidades
recursos del erario público y fomentar que por diversas vías lleguen otras muchas
ayudas, tanto a las universidades públicas como a las privadas. Las fuentes pueden
ser tanto nacionales como internacionales.
Conviene por ejemplo que existan incentivos tributarios a las donaciones que hagan las
empresas, debiendo buscarse paralelamente otros mecanismos que fomenten el apoyo
de las empresas a las universidades. Otra forma de generar recursos para las universidades
es la creación de un sistema de becas que, al otorgar recursos a los alumnos que las
merezcan y necesiten, permita canalizar recursos a todas las universidades, de forma
saludable.
Una segunda condición necesaria para el despegue del sistema universitario peruano es el
fomento de la eficiencia y la competitividad. Así como una empresa ineficiente arroja
pérdidas y si no supera esa ineficiencia no hay más alternativa que cerrarla, ante la
ineficiencia de una universidad no se debe actuar como si nada pasara. El problema es
que en el caso de una universidad la ineficiencia no se refleja en déficit económico s sino
en la no consecución de sus objetivos, como la formación de buenos profesionales, lo que
involucra aspectos no tan fáciles de medir. La pregunta central es ¿cuándo es buena una
universidad?, es decir, ¿con qué criterios se debe efectuar la evaluación?
Este tema de la evaluación es de importancia crucial, pues es un excelente mecanismo para
estimular la calidad. Todas las universidades deben recibir recursos suficientes para
pagar sueldos dignos a todos los profesores y asegurar un mínimo de otros gastos,
pero cualquier ayuda adicional debe responder a los méritos y resultados que se puedan
determinar mediante una evaluación. La ayuda y los estímulos cuanto más se otorgue,
mejor deben necesariamente llegar a quienes lo merezcan y puedan aprovecharlo bien.
Finalmente, es urgente que se avance en el diseño e implementación de una buen a
legislación universitaria. Dicha legislación debe ser positiva, no reglamentarista, que
reconozca y respete las características y potencialidades propias de cada universidad
y, a la vez, establezca criterios adecuados para asegurar los niveles de calidad mínimos
admisibles.
Cualquier intento de potenciar el sistema universitario peruano debe partir de una clara
definición y conciencia general del verdadero papel de la universidad en la sociedad, esto
es, brindar educación superior y realizar investigación.

P á g i n a 8 | 11
Para lo primero se requiere contar con alumnos idóneos (por preparación previa,
motivación y capacidad intelectual) para seguir carreras universitarias, y con profesores que
tengan el adecuado nivel. Para lo segundo, es imprescindible que estos profesores estén
formados y tengan los medios para hacer investigación. No debe perderse de vista, en
todo caso, que la investigación de calidad, bien aplicada, termina atrayendo o generando
los recursos que necesita.
Para que la universidad en el Perú pueda desempeñar a cabalidad ambas tareas se requiere
empezar a implementar una serie de medidas de mediano plazo. En principio, se debe
mejorar cada vez más la preparación de los alumnos durante la escuela secundaria, y afinar
los procesos de admisión. También se debe formar un buen profesorado, con estudios de
postgrado en universidades nacionales y extranjeras de calidad. Esta última meta es
fundamental.
Es evidente que un requisito imprescindible para lograr todo lo anterior es contar con
recursos y orientarlos bien. Po r ello, debe prestarse especial atención al desarrollo de
la capacidad de las propias universidades para generar y administrar esos recursos.
En principio, es necesario suprimir la gratuidad indiscriminada, implementando a la vez
una buena política de becas que permita canalizar recursos a las universidades,
favoreciendo a los que más lo merecen. El Estad o podría dar becas a bueno s estudiantes,
para pagar los costos universitarios. Esta beca se perdería si el rendimiento es bajo. Las
becas deberían tener en cuenta, para el monto, los costos diferenciados debidos a cada
facultad y a otras circunstancias. Además debería estudiarse un sistema de préstamos,
a partir de un fondo de solidaridad que sea bien administrado y que tenga mecanismos
que garanticen la devolución posterior del préstamo.
En segundo lugar, es necesario implantar un sistema de acreditación. Las universidades,
o mejor aún, las facultades, podrían "someterse" a acreditación voluntaria y, según la
puntuación o nivel obtenido , podrían acceder a distintas ayudas o beneficios. La
acreditación, podría también ser aplicable individualmente a los profesores, poniéndose
como requisito para recibir otros estímulos directos para ellos o para sus equipos de
investigación.
En todo caso, no debe pensarse que es fácil poner en marcha un sistema de acreditación;
todo lo contrario , es muy complejo y costoso . Se requiere ayuda externa para poder
materializar un buen sistema. Lo ideal sería sumarse a algún sistema de acreditación
internacional: algunos grupos de países ya están permitiendo en cualquiera de ellos el
ejercicio de profesionales titulados en universidades que tienen determinada
acreditación.

P á g i n a 9 | 11
Por otro lado, es importante tener en cuenta que la acreditación debe ser voluntaria
(esto es, ofrecida antes que impuesta), positiva (es decir, que su objetivo sea viabilizar
el acceso a beneficios y no castigar a las universidades) e independiente; además,
preferiblemente debe ser de gestión privada. Debe haber además un medio de
acreditación orientado a las universidades de reciente creación.
Otra forma de permitir que las universidades generen recursos es fomentando el
acercamiento entre la empresa y la universidad. A la larga ahí hay un gran potencial y
una garantía de mejoría para todos. Las universidades podrían hacer investigación para
atender las necesidades y planes de investigación y desarrollo de las empresas, y éstas
financiarían la realización de dicha labor (lo que muchas veces puede ser menos oneroso
o para las empresas que tener un departamento de investigación y desarrollo propio) .
Por último, es conveniente una política que fomente el financiamiento y las donaciones
para las universidades. Se deben dar estímulos tributarios a las empresas que
realizan donaciones, permitiendo también que con dichas donaciones las empresas
financien proyectos de investigación encomendados a la universidad. Se estimulará así la
generosidad del sector privado: es gratificante poder ayudar y saber que se contribuye a un
esfuerzo educativo necesario para el país, del que se beneficiarán las propias
empresas 1 0 . Asimismo, conviene fomentar y facilitar el máximo al acceso a fuentes de
financiamiento y cooperación técnica internacional. En lugar de presionar para la
centralización de los recursos, el gobierno debe más bien fomentar la canalización hacia
las universidades de recursos de cooperación internacional, tanto gubernamental
como a través de organizaciones no gubernamentales.

P á g i n a 10 | 11
BIBLIOGRAFIA.

P á g i n a 11 | 11

Vous aimerez peut-être aussi