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Neurosis

Se caracterizan por los conflictos intrapsíquicos que inhiben las conductas


sociales, provocan por tal motivo perturbaciones en el equilibrio interno de la persona
más que una alteración en el sistema de realidad del mismo. Son formas mentales
crónicas “menores”, desestructuran menos profundamente que las psicosis el sistema
del yo en sus relaciones con la realidad.

Los síntomas neuróticos se caracterizan por trastornos de conducta, de


sentimientos o ideas que manifiestan una defensa contra la angustia y que
constituyen, en relación con este conflicto interno, un compromiso del que el sujeto
obtiene, desde su posición neurótica, un cierto provecho. El carácter neurótico del Yo,
a través de la identificación consigo mismo, no puede encontrar buenas relaciones en
el prójimo ni un equilibrio interior satisfactorio.

Por todo lo mencionado es una enfermedad mental “menor”, en comparación


con las psicosis antes señaladas, preponderancia de trastornos subjetivos, armazón de
procedimientos defensivos, más o menos artificiales e inconscientes, contra la
angustia.

La diferencia entre la psicosis y neurosis es la siguiente, en primer lugar los


trastornos negativos o deficitarios de la psicosis, la debilidad del yo, la regresión de la
actividad psíquica, son importantes hasta el punto de constituir lo esencial del cuadro
clínico, y el psiquismo restante se organiza a un nivel inferior. En tanto la Neurosis: los
trastornos negativos están menos marcados, la regresión es menos profunda y el
psiquismo restante se organiza a un nivel más elevado. Estas formas de existencia
patológicas son vividas como un malestar interior desbordante de angustia. Consigue
eficazmente neutralizar la angustia, convirtiéndola en un accidente somático
tranquilizador o invirtiendo su sentido en un sistema de castigo merecido o conjurado,
que el conflicto interior no vuelve a aparecer. No por eso deja este de seguir
existiendo, constituyendo el núcleo mismo de la neurosis.

Los trastornos de la sexualidad son constantes en los neuróticos. También las


alteraciones que los llevan a consultar al médico, es necesario subrayar las anomalías
latentes de la realización sexual, a menudo desconocidas por el propio sujeto. Tres de
estos aspectos neuróticos de la sexualidad: masturbación, impotencia y frigidez.
Masturbación: no puede ser considerada como patológica más que cuando es
preferida a la satisfacción sexual, ligada siempre a fantasmas, constituye un ejemplo
de una actividad fantasmagórica sustituyendo a la conducta de realidad. La
impotencia: puede manifestarse de muchos maneras, total, es rara.
Se manifiesta por periodos y de manera incompleta. Hace falta añadir los
trastornos de la eyaculación y la impotencia orgásmica, frecuente y a menudo
ignorada por el sujeto. La frigidez: puede combinarse con trastornos de la musculatura
pelviana, como ocurre en el vaginismo. La frecuencia de la frigidez parcial o total de la
mujer ha llevado a pensar que existen especiales dificultades que se oponen al libre
desenvolvimiento de la sexualidad femenina.

El neurótico tiene dificultad para vivir: este aspecto del comportamiento del
neurótico es el más sorprendente para los que le rodean. Su humor es inestable,
intolerante, contradictorio, tiene “mal carácter”. Los problemas de agresividad ocupan
el primer rango en el estudio clínico del neurótico. A menudo la agresividad
permanece inconsciente, así como el deseo, esta inhibida y se manifiesta por medio de
conductas de ironía, sarcasmos, terquedad o queda implicada en conductas de
indiferencia, astenia, ociosidad, indecisión.

La agresividad retenida en el inconsciente se combina con la inhibición de la


sexualidad en multiples trabas neuróticas de la acción: indecisión, incapacidad,
torpeza, tendencia a los contratiempos, y a los actos frustrados. Existen en ellos los
trastornos del sueño, la dificultad puede referirse a la conciliación del sueño, que
necesita un abandono a la pasividad contra el que el sujeto lucha activamente.

El miedo al sueño como agente frecuente de insomnios. Estados de fatiga constituyen


un fondo común a todos los estados neuróticos. La fatiga es el más corriente de los
síntomas que expresan inconscientemente la lucha contra los instintos sexuales o
agresivos. Consiste en un estado psicosomático de agotamiento, lasitud y desaliento.
Toda fatiga durable comporta esta conjunción de factores somáticos y psicológicos.
Estar fatigado es a la vez experimentar una incapacidad y abandonarse a ella.

Cuando la fatiga neurótica constituye el síntoma prevalente, se habla de neurastenia.


No puede disociarse en muchos enfermos, la fatiga neurótica de la neurosis
hipocondriaca, en la cual la perpetua preocupación por la salud da lugar a una
continua búsqueda de dolores y de sensaciones anormales, en algunas o todas las
partes del cuerpo. Estigmas y trastornos funcionales que pueden presentarse en
neuróticos: Enuresis, tartamudez, tics, enrojecimiento del rostro.

Mecanismos de defensa neuróticos.

Las defensas inconscientes desempeñan un papel en la vida cotidiana, o en los


rasgos de carácter, pero estas “defensas” ocasionales en los sujetos normales, se
convierten para el Yo neurótico en la ley misma de su organización.
Represión: es un mecanismo inconsciente fundamental que consiste en rechazar y
mantener en el inconsciente las representaciones ligadas a una pulsión. La represión
se dirige esencialmente hacia la pulsión genital y actúa sobre todo en las neurosis
directamente ligadas al complejo de Edipo. Es susceptible de variaciones muy amplias
en su forma y papel, su acción se extiende desde la vida cotidiana normal, en la que
aparece como elemento simplificador en el funcionamiento de la memoria, hasta los
mayores trastornos de la serie histérica.

El desplazamiento: hace que el acento, el interés y la intensidad de una interpretación


sean susceptibles de desprenderse de esta para pasar a otras representaciones poco
intensas originalmente, y ligadas a la primera por una cadena asociativa. Este
mecanismo aparece en forma típica en los sueños, en los que el contenido latente
suele ser expresado por un detalle manifiesto tomado por continuidad de un elemento
indiferente del escenario.

Proyección: es una operación por la cual el sujeto expulsa de si y situa en el otro,


persona o cosa, cualidades, sentimientos, deseos, es decir “objetos” que desconoce o
rechaza en el.

El yo neurótico se caracteriza por la lucha que se impone contra sus pulsiones,


por los mecanismos de defensa que forman los síntomas de la neurosis o los rasgos de
carácter neuróticos. Se trata no de un yo fuerte, si no de un yo débil, obligado a
defenderse contra un terrible peligro interior, imaginario e inconsciente, a fin de
transformar por la misma neurosis sus síntomas, el drama de su ser incompleto en
existencia soportable.

Carácter neurótico y neurosis de carácter: se trata del desequilibrio instintoafectivo


que constituye el fondo del carácter. Este desequilibrio traduce en sus formas
caracteriales diversas, la depresión, la angustia y el malestar de los sujetos marcados
asi con el “sello neuropatico”.

Caracter narcisista fálico: constituye la forma sustitutiva y superviviente del


autoerotismo primitivo. Se caracteriza, por una conducta de afirmación, impulsiva, la
búsqueda a cualquier precio del éxito y del prestigio, la imposibilidad de tolerar los
fracasos o las criticas.

Clasificación de las neurosis:

Se describe una forma básica:

- Neurosis de angustia.
Se describe tres neurosis fuertemente estructuradas:

- Neurosis fóbica
- Neurosis histérica
- Neurosis obsesiva.

Neurosis de Angustia en el DSM IV se puede comparar a los Panic Attack


o ataques de pánico

Son los comportamientos neuróticos, en los que los síntomas neuróticos más
destacados están constituidos por las manifestaciones de una angustia permanente.
Esta angustia aparece determinada por el desequilibrio hormononeurovegetativo.
Constituye una especie de tronco común de la organización neurótica en marcha hacia
conductas neuróticas más estables y mas estructuradas.

Comporta crisis sobre un fondo constitucional de inestabilidad emocional.

Se trata de crisis menos completas, cuyo cuadro clínico se descompone en


elementos somaticos y psíquicos con gran prevalencia de la angustia física.

Los elementos somaticos son:

- Síntomas respiratorios
- Síntomas cardiovasculares
- Sintomas digestivos
- Síntomas urinarios
- Síntomas neuromusculares
- Síntomas sensitivosensoriales y cutáneos
Los elementos psíquicos son:

- Peyoracion imaginaria de la existencia


- La espera de un peligro
- Desarrollo
-
Estado permanente de ansiedad:

Cuando la angustia se establece como estado crónico, las perturbaciones que


acabamos de ver sufren modificaciones debido a su duración. Dichas modificaciones
constituyen el substrato actual de la angustia neurótica.

Las alteraciones psíquicas:

Están disminuidas en relación a las de las crisis de angustia. Pero su sentido


sigue siendo el mismo, la espera del peligro, la perspectiva peyorativa de los
acontecimientos y del porvenir, el trastorno del ser, los sentimientos de inquietud, son
vividos simplemente en un grado menor.

Los trastornos psicosomáticos:


- Trastornos del sueño. Dificultad en conciliar el sueño. El hecho de despertarse a
las 3 de la madrugada, hora del polo matinal de la angustia, constituye uno de
los síntomas mas frecuentes.
- Inestabilidad, subagitacion e irritabilidad. El sujeto no permanece quieto ni un
instante.
- Trastornos funcionales.
-
La constitución ansiosa- La neurosis de angustia se presenta, en forma de crisis, más o
menos brutales, que inciden en una personalidad alterada en su desarrollo caracterial
y en su infraestructura neurovegetativa. Estos sujetos han sido llamados, según los
matices de su angustia, neurasténicos, deprimidos constitucionales, pequeños
ansiosos, cenestopatas.

Neurosis Fóbica.

Se sistematiza la angustia sobre personas, cosas, situaciones o actos, que se


convierten en el objeto de un terror paralizador. Es una forma neurótica “mal
formada”, ya que la forma difusa traduce simplemente la tensión interior, que resulta
de una imposibilidad de de descargar la energía pulsional. Nombrar este sufrimiento
vago, indefinido (miedo de la enfermedad), localizarlo, situarlo en el espacio periférico,
es por medio de un gesto mágico pero eficaz, sacarlo de si, librarse de el mismo, este
mecanismo de defensa es el desplazamiento, y el síntoma asi constituido es una fobia.

En tanto que síntoma, la fobia es un medio especifico intenso, cuyo estimulo es


proyectado al exterior para disminuir la angustia. Exige del fóbico reacciones
adecuadas, medidas de lucha contrafobica, es decir una actividad de descarga. Existe
una forma de neurosis típica en la que la fobia representa el síntoma prevalente. La
conducta neurótica no se limita a la expresión de una angustia específica, si no que se
complica con medios de defensa y contracatexis. Estos síntomas y estos medios de
defensa constituyen la estructura complicada de esta neurosis que tiende a reemplazar
la angustia de un peligro interno por el miedo de un peligro externo.

Freud se percato de las relaciones existentes entre esta forma de trastornos y


otra neurosis bien estructurada: la histeria. Por ello, en la literatura psicoanalítica la
neurosis fóbica es llamada indiferentemente con este nombre o con el de histeria de
angustia.

Las situaciones fóbicas: la fobia en tanto que manifestación esencial de neurosis,


apenas puede definirse por un fenómeno aislado, el objeto fóbico y el terror que
engendra en el sujeto. La clínica de esta neurosis más bien nos muestra situaciones
patógenas, donde al simbolismo del objeto de la fobia se mezcla un complejo afectivo
particular del sujeto. Estas situaciones se reducen a un número pequeño de temas y de
conductas tabús. El tema más frecuente se refiere a la fobia del espacio. Se manifiesta
en el miedo de salir o angustia de las calles, en el miedo a los espacios descubiertos
(agorafobia), en el miedo a los espacios cerrados (claustrofobia).

En la mayor parte de las fobias del adulto, la angustia es desencadenada por el


espacio en condiciones donde se mezclan en proporciones diversas estos tres temores
fóbicos esenciales. Citemos como variedades en este vasto conjunto, el gran vértigo
fóbico, el miedo a la oscuridad, concebida como un espacio amenazador, el miedo de
los medios de transporte, el miedo de la muchedumbre, una de cuyas variantes es el
“trac”, miedo de hablar o de aparecer en público.

Otra categoría de fobia se refiere esencialmente al medio social, son las


relaciones individuales o colectivas con el prójimo las que constituyen el objeto de una
angustia pavorosa. La fobia al enrojecimiento, la fobia al contacto humano, a mirar a
tal persona, a hablar a un agente de policía.

Pero también pueden persistir en el adulto fobias que son consideradas como
restos directos de experiencias infantiles. Restos de fobias de la primera infancia que
conciernen a los grandes animales, conocidos por el niño por la experiencia directa o
de oídas. Estos animales son imaginados en actitudes amenazadoras de devoracion, de
persecución. Restos de fobias de la segunda infancia, que conciernen a los animales
pequeños, cuya amenaza, sentida como un atentado a la integridad corporal, conlleva
una horrible repulsión.

Las conductas fóbicas- Conductas de evitación: si los objetos fóbicos se perciben en el


campo de la situación, el enfermo está en camino de tener una gran crisis de angustia
con todas sus manifestaciones psicologías y fisiológicas. Asimismo, se comporta de una
manera que evita encontrar el objeto tabú, lo que conduce a conductas de fuga muy
diversas, según la forma y la intensidad de la angustia subyacente.

Conductas de tranquilizacion: a la situación fóbica corresponde en este caso


una conducta de tranquilizacion. Lo más frecuente es la presencia de un personaje, a
veces escogido, a veces anónimo, se trata sobre todo de no estar solo. También a
menudo es una habitación o un objeto, evocadores de la protección, los que cumplen
esta función aseguradora.

El carácter fóbico- El estado de alerta fóbico es comparable, más electivo: el fóbico se


alarma ante todo lo que surge de sí mismo, del claroscuro del mundo interior. Pero es
de la oscuridad exterior de lo que tiene miedo, y de ningún modo de sí mismo. Su
pensamiento, su mundo interior le parecen, sencillos y límpidos.
Tiende a proyectar fuera de si el drama que vive, y va hasta una verdadera negación
del mundo imaginario, del que es, prisionero. Se defiende contra sus pulsiones,
negándolas. Una particular manifestación de estos estados consiste en la dificultad del
fóbico para soportar la situación del tratamiento analítico.

La actitud de huida: Puede traducirse de dos maneras opuestas: una de ellas es la


actitud pasiva, la otra, negación de esa pasividad, constituye un comportamiento de
desafío. La actitud pasiva conduce a exposiciones de inhibición que pueden ser
parciales o totales. Muy a menudo, la actitud es la inversa de esta pasividad. Pero esta
inversión expresa en el fondo el mismo temor ante las realidades de la vida. Es una
huida hacia delante. Se expresa por el carácter altivo y por un comportamiento de
desafío. Un caso particular de esta huida hacia adelante consiste en el
comportamiento de superocupaciones, que en ciertos sujetos constituye un verdadero
rasgo de carácter. No pueden permanecer desocupados un minuto.

Muy a menudo es la lectura la que alimenta esta aparente superactividad, el


sujeto se comporta como un glotón óptico. Otro aspecto de esta toma de partido por
la evasión y el escape es el miedo, al compromiso, la necesidad de reservarse una
puerta de salida, tendencia que se vive simbólicamente en la claustrofobia. La vida
sexual del fóbico esta siempre alterada en el sentido de una intensa inhibición. Cuando
el deseo sexual es sentido como un peligro de destrucción, la angustia que esto
provoca evita el acercamiento.

La Histeria, en el DSM IV puede encontrarse en histeria de


conversión o ataques conversivos

La histeria es una neurosis caracterizada por la hiperexpresividad somática de


las ideas, de las imágenes y de los afectos inconscientes. Sus síntomas constituyen las
manifestaciones psicomotrices, sensoriales, o vegetativas de esta conversión somática.
Desde Freud se llama a esta neurosis histeria de conversión. Pero el histérico debe
estar definido aun en relación a la estructura de su persona, caracterizada por la
psicoplasticidad, la sugestibilidad y la formación imaginaria de su personaje.

Son necesarios dos elementos para definir la histeria: la fuerza inconsciente de


la realización plástica de las imágenes sobre el plano corporal. La estructura
inconsciente e imaginaria del personaje del histérico.

Puede considerarse una ordenación en tres grupos de los síntomas multiformes


de la histeria: los paroxismos: las crisis neuropaticas, las manifestaciones duraderas:
por inhibición de las funciones psicomotrices del sistema nervioso, los trastornos
viscerales: trastornos funcionales.

Paroxismos, crisis, manifestaciones agudas:

Los grandes ataques de histeria marcan una época en la historia de esta


neurosis: la gran crisis a “lo Charcot” comprendía cinco periodos:

- Pródromos: dolores ováricos, palpitaciones, bolo histérico sentido en el cuello,


trastornos visuales. Estos pródromos desembocaban en la pérdida de
conocimiento con caída no brutal.
- Periodo epileptoide: fase tónica, con paro respiratorio e inmovilización tetánica
de todo el cuerpo: convulsiones clónicas, comenzando por pequeñas sacudidas
y por muecas, hasta terminar en grandes sacudidas generalizadas, después
resolución en una completa calma, pero breve.
- Periodo de contorsiones: comenzaban movimiento variados, acompañados de
gritos, semejando una lucha contra un ser imaginario.
- Periodo de trance: en el cual la enferma imitaba escenas violentas o eróticas.
Se encuentra en pleno sueño, viviendo sus imaginaciones.
- Periodo terminal o verbal: en el curso del cual la enferma, en medio de visiones
alucinatorias, de contracturas residuales, volvía más o menos rápidamente a la
conciencia, pronunciando palabras inspiradas en el tema delirante vivido
anteriormente en pantomima.

Si bien ya apenas se observa esta crisis, en cambio se observan crisis


degradadas, que tienen el mismo valor: son las crisis de nervios, en las que la agitación,
la burda similitud con la epilepsia, el carácter expresivo de la descarga emocional, la
sedación consecutiva al brote erótico o agresivo, conservan todo los rasgos esenciales
de las crisis descritas clásicamente.

Estado precuspular: consiste en una debilitación de la conciencia vigil de comienzo


y terminación bruscos, que puede ir de la simple obnubilación al estupor, y que
comporta una experiencia semiconsciente de despersonalización y de extrañeza
centrada sobre una idea fija. Se trata en efecto de un estado de hipnosis de la
conciencia. El enfermo vive una experiencia de semilucidez que se parece a ciertas
crisis catatónicas y catalépticas.

Los sindromes funcionales duraderos: Son generalmente inhibiciones funcionales


que pueden referirse a todos los aspectos de la vida de relación. Las parálisis Janet las
ha clasificado en sistemáticas y localizadas. Las parálisis funcionales son parálisis de un
movimiento o de un grupo de movimientos coordinados por una misma significación
funcional Las parálisis localizadas son parálisis de un miembro.

Las contracturas y los espasmos también constituyen una especie de parálisis


activas cuya sistematización es paradójica y variable, según la influencia de los factores
psicológicos. Los trastornos sensoriales son las alteraciones de una función sensorial o
de una parte de esta función. La ceguera histérica es sin duda la más notable de estas
manifestaciones y a veces resulta difícil diagnosticar por medios objetivos.

Manifestaciones psicosomáticas viscerales: Los espasmos: los más frecuentes son


digestivos, imposibilidad de tragar, nauseas, vómitos, el famoso bolo histérico, sentido
en el cuello o en el epigastro, parece ser asimilable a un espasmo esofágico.

Pero existen otros espasmos, sobre todo urinarios y genitales. Las algias: todas las
localizaciones y todos los tipos de dolor pueden ser somaticos de la histeria. Los
trastornos tróficos: ya la catalepsia nos ha mostrado ciertas anomalías vegetativas.
Cuando es duradera, la reducción de los intercambios, a veces extremos, manifiesta un
cierto enlentecimiento de los procesos metabólicos, cuya rareza no excluye su
realidad. Mucho más comunes son las reducciones a veces extremas del hambre, sed,
de las excreciones.

El carácter histérico y la persona del histérico- Las manifestaciones histéricas emergen


a la superficie del cuerpo y se hacen patentes en las conductas expresivas del histérico.
Pero queda por considerar ahora la estructura de la personalidad histérica, que
contiene virtualmente, en forma latente, estas manifestaciones. El carácter, la
mentalidad, la persona del histérico han sorprendido siempre a los clínicos, quienes no
pueden llegar a separar las manifestaciones histéricas de la organización neurótica de
la personalidad de estos enfermos.

Así es como siempre se ha insistido sobre tres aspectos fundamentales del


carácter del histérico: la sugestibilidad, la mitomanía, las alteraciones sexuales.
Sugestibilidad: el histérico, bien porque sea sensible a la sugestión, y particularmente a
la hipnosis, bien porque se autosugestione, se presenta como un individuo plástico. Es
decir que es influenciable e inconsciente, ya que su persona no consigue fijarse en la
autenticidad de un identidad personal firmemente establecida.

Mitomanía: el histérico, por sus comedias, sus mentiras y sus fabulaciones, no


cesa de falsificar sus relaciones con los demás. Alteraciones sexuales: es lo que da
nombre a esta neurosis. Histérico no significa erótico o hipergenital, ya que los
histéricos no son ninfomanos o excitados sexuales. Significa simplemente que su
sexualidad está profundamente alterada. En efecto, en este campo más que en los
otros, las expresiones emocionales y pasionales tienen algo de teatral, excesivo, que
contrasta con fuertes inhibiciones sexuales.

Inconsistencia de la persona: el yo del histérico es un yo que no ha conseguido


organizarse conforme a una identificación de su propia persona. Pero en el histérico la
máscara del personaje oculta completamente a la persona. Todo el conjunto de la
persona del histérico refleja esta falsedad y su sistema de organización se desarrolla
construyendo un falso personaje que vive una falsa existencia.

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