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Veo a las madres intentando que sus hijos pequeños prueben recetas y alimentos
nuevos, siempre con el mismo argumento, “si no lo comes, nunca vas a saber si te gusta
o no”. Mientras, los niños tienen tres listas distintas: lo que les gusta, lo que no y lo que
todavía está pendiente de ser probado. “¿Te gusta el bacalao, Carlitos?”, “No sé, nunca
lo he comido”. “¿Quieres un poquito?”. “No, gracias”.
La vida sexual debería asemejarse a esa etapa infantil en la que estamos en permanente
fase de experimentación y en la que, poco a poco, vamos reduciendo la lista de
experiencias desconocidas. Por supuesto que hay cosas que a primera vista no activan ni
de lejos nuestros jugos gástrico; pero excepto estos ejemplos extremos, tal vez
deberíamos ser más propensos a dejarnos sorprender por los sabores del mundo.
La mala o nula comunicación en pareja puede ser una de las causas de que nuestra vida
sexual no esté discurriendo tal como nos gustaría. Un fluido y grato intercambio de
ideas, preocupaciones y anhelos es una de las características de las uniones felices, fuera
y dentro de la cama. Lo que ocurre es que no siempre nos atrevemos a expresar nuestros
deseos eróticos con claridad, tacto y en el momento indicado.
“A nivel mental, lo que va muy bien para el sexo es estar motivado”, continúa Molero,
“tener ilusiones, proyectos de vida, sentirse vital y activo. Esta cualidad es una de las
más eróticas que existen y para activar el deseo, lo mejor es pensar en sexo. Y no solo
me refiero a cultivar las fantasías sexuales, sino a reservar momentos para dejar que la
mente divague en modo erótico. Echar a volar la imaginación sin una ruta previa, como
cuando salimos a pasear sin rumbo, solo con nuestra atención despierta y dispuesta a
dejarse llevar”.
“La gente le pide lo máximo a cada relación sexual y las expectativas se vuelven cada
vez más altas”, confirma Francisca Molero, sexóloga, ginecóloga, directora del Institut
Clinic de Sexología de Barcelona, del Instituto Iberoamericano de Sexología y
presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología. “El objetivo es sentir
mucho, tener orgasmos increíbles y a veces se pretenden cosas bastante irreales.
Además, todo debe ser en gran cantidad, lo que provoca que mucha gente se bloquee y
aparezcan las disfunciones sexuales, incluso en jóvenes”.
Hay tanta oferta de encuentros esporádicos en las aplicaciones diseñadas para el fuck &
go que la gente no pierde tiempo intentando conocerse, entenderse, gustarse. Todos
están atareados haciendo sus deberes sexuales, comprando juguetes y accesorios
eróticos para amplificar las ya débiles sensaciones naturales, manteniendo sus genitales
como exige la moda del momento; incluso acostumbrándose a prácticas que no le
gustan, pero que son tendencia (Molero me cuenta como una de sus pacientes le
pregunta qué puede hacer para que le guste el sexo anal).