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La práctica docente de acuerdo con De Lella (1999), se concibe como la acción que
el profesor desarrolla en el aula, especialmente referida al proceso de enseñar, y se
distingue de la práctica institucional global y la práctica social del docente.
Por tanto, la práctica docente se concibe como el conjunto de situaciones dentro del
aula, que configuran el quehacer del profesor y de los alumnos, en función de
determinados objetivos de formación circunscritos al conjunto de actuaciones que
inciden directamente sobre el aprendizaje de los alumnos.
Al respecto, Zabala (2002) señala que el análisis de la práctica educativa debe
realizarse a través de los acontecimientos que resultan de la interacción maestro-
alumnos y alumnos-alumnos.
Para ello es necesario considerar que nuestra jornada de práctica tiene u enfoque
educativo igual de trascendental independiente a que se presente en dos momentos
y la estancia sea breve, se busca guardar una actividad dinámica, reflexiva, que
debe incluir la intervención pedagógica ocurrida antes y después de los procesos
interactivos en el aula. Esto significa que debe abarcar, tanto los procesos de
planeación docente, como los de evaluación de los resultados, por ser parte
inseparable de la actuación docente.
En esta misma línea de ideas, Coll y Solé (2002) señalan que el análisis de la
práctica educativa debe comprender el análisis de la interactividad y de los
mecanismos de influencia educativa, por ejemplo cómo aprenden los alumnos
gracias a la ayuda del profesor.
Es importante comentar que para elaborar la planificación he optado por dividir cada
unidad del programa que utilizo en secuencias didácticas, aunque es posible
estructurarlas por aprendizaje o por clase (siempre privilegiando los aprendizajes).
Prácticamente, aquí es cuando un programa institucional se transforma en un
programa operativo. Recordemos que los planes y programas de estudio son
proporcionados por la institución educativa, pero la libertad de cátedra nos da la
posibilidad de modificarlos con el fin de hacerlos operativos con las aportaciones y
sugerencias que, nosotros como docentes en formación, intercalamos en las
secuencias didácticas durante las jornadas de práctica.
Por ejemplo: cuando numero las actividades que diseño para el curso en una
secuencia didáctica, señalo las que corresponden al profesor y las de los alumnos
(si son en equipo o individuales); tomo en cuenta el tiempo que tenemos para
desarrollar la unidad y el nivel académico del bachiller.
Una pregunta que algunos profesores de reciente ingreso al Colegio me han hecho
es ¿dónde termina una secuencia didáctica? La secuencia didáctica termina cuando
el alumno logra aprendizajes significativos: esto puede ser al final de una clase, de
una unidad o al final del curso.
Por otra parte, existen profesores que, a pesar de no diseñar secuencias didácticas
conscientemente, las desarrollan en forma intuitiva y algunas veces logran con
cierto éxito la enseñanza-aprendizaje; sin embargo, es recomendable que cada
secuencia didáctica sea previamente planeada y diseñada en un proyecto de
docencia con plena conciencia y conocimiento de su estructura.