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Hoy celebramos, con especial alegría, la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe,


Reina del pueblo mexicano y patrona de toda América. Esta fiesta es una de las
más estimadas y celebradas por nuestros pueblos de nuestro continente americano.
Cuenta la historia que era el mes de diciembre de 1531, diez años solamente
después de conquistada Tenochtitlan por los españoles cuando la santísima Virgen
se apareció al indio Juan Diego en el cerro del Tepeyac. Lo nombró su embajador
ante el obispo fray Juan de Zumárraga para que le construyeran un templo. La
prueba de que las palabras de Juan Diego eran ciertas fueron las rosas que llevó
en su tilma y la preciosa imagen que apareció dibujada en ella. La Santísima Virgen
es nuestra Madre. Toda la historia de Juan Diego y de las apariciones de la Virgen
están fundadas en una constante y sólida tradición. Esta fiesta está situada a muy
pocos días de otra gran celebración mariana: la de la Inmaculada Concepción;
también se sitúa en un tiempo “fuerte” del calendario litúrgico: el Adviento. El
Adviento es el tiempo mariano por excelencia, ya que María es el principal modelo
de la espera de Cristo. De pie, por favor para cantar con alegría y júbilo el canto
procesional.

Eclesiástico (Sirácides) 24, 23-31 (Regaré mi huerto y empaparé mis jardines)


El texto que vamos a escuchar en breves segundos, como primera lectura es,
tomado del libro del Eclesiástico o Sirácides; es parte de un himno en elogio a la
Sabiduría. Escuchen atentos, hermanos, este importante mensaje.

Segunda lectura: Gálatas 4, 4-7 (Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer)
En la lectura que se proclamará a continuación, Pablo, escribiéndoles a los
cristianos de Galaxia, hace una condensación del tema de la Encarnación. Se
expresa la condición fraterna del Redentor “nacido de una mujer, nacido bajo la ley”.
Escuchemos atentos, hermanos, la exhortación de san Pablo.

Lucas 1, 39-48 (Visita de María a Isabel)


San Lucas nos presenta el anuncio del ángel Gabriel, donde María después de
haber recibido el anuncio y después de haber concebido en su seno al Hijo de Dios,
el autor de la vida, ella siente la necesidad de ir en ayuda de su parienta, quien en
edad ya avanzada está también embarazada. Abran muy bien sus oídos, pónganse
de pie y entonemos el Aleluya, para la proclamación del Evangelio.

Oración de los fieles


Contestaremos a cada petición: "Por intercesión de María de Guadalupe, escucha
nuestra oración"
1. Para que la Iglesia en el Continente Americano siga creciendo, inspirada en el
modelo de nuestra Señora de Guadalupe, oremos.
2. Para que los gobiernos de nuestro continente trabajen unidos en la búsqueda de
la paz, progreso y libertad para nuestros pueblos. Oremos.
3. Por nuestras familias, y por todas las familias de nuestra comunidad parroquial y
diocesana, para que aprendamos a querernos más y procurar el bien de todos, y
nos ayudemos a crecer en la fe y en la esperanza. Oremos.
4. Por nuestros jóvenes, para que a ejemplo de María, procuren descubrir cuál es
la voluntad de Dios para sus vidas y sepan seguirle en la vida religiosa y sacerdotal.
Oremos.
5. Por cada uno de nosotros, para que experimentemos siempre la protección de
María Nuestra Señora de Guadalupe y sepamos, como ella, ofrecer a Jesucristo al
mundo. Oremos.

Exhortación final
María, Virgen
Esperanza nuestra,
De Jesús la aurora,
Puerta del cielo.
Madre de los hombres,
estrella del mar,
llévanos a Jesús.
Danos sus promesas.
Eres Virgen Madre:
la llena de Dios,
la esclava del Señor.
Hoy venimos a pedirte:
que seas nuestra protectora
y que acompañes nuestro caminar
Hacia tu Hijo, Jesús,
y hermano nuestro.
Amén.

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