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Familia tóxica… qué?

Es aquella donde existen patrones de abuso emocional obviamente destructivos. Tiene


que ver con los conflictos y dificultades con que crecieron padre y madre, que no fueron
resueltos, generalmente se repite el entorno donde se creció. Formada para favorecer a
unos miembros y perjudicar a otros, cuyos roles aparecen marcados por el legado
recibido. Boicotea el desarrollo individual y grupal.

Este tipo de familia maneja conductas como el abuso, la falta de respeto y de privacidad,
ausencia de comunicación asertiva, manipulación emocional, gritos, amén de la violencia
verbal, física, psicológica, económica.

Cuando un miembro de la misma detecta el problema, busca mejores maneras de


relacionarse con su familia y en lo posible poner distancia. Esto es un proceso lento,
complicado y de mucha tolerancia; no significa abandonar a la familia, no significa romper
todo vínculo, significa buscar separarse de las conductas o patrones indeseados.

Resulta aconsejable acompañar el proceso por un terapeuta especializado, que oriente


la tarea de aceptación y cambiar la forma como se percibe el problema, a fin de que se
disminuya el conflicto emocional y se generen los cambios deseados. Es imprescindible
reconciliarse internamente con los padres, sólo así se está completos, integrar dentro de
nuestro ser un padre y madre amorosos, aceptados, son lo que son, hacen lo que hacen
con sus propios recursos.

6 claves para lidiar con personas tóxicas


Las personas tóxicas son de difícil manejo, desgastan, consumen su energía y la del
entorno, son dramáticas, trágicas, victimistas, negativas, vengativas, manipuladoras,
insensibles, etc, etc, etc.

En su altísima capacidad de manipulación hacen que la atención esté con ellos, llegando
a modular en el otro pensamientos y sentimientos, impidiendo la regulación emocional,
cuando en realidad no se hace necesario ponerse en los zapatos del otro literalmente,
para poder comprenderle. De este tipo de personas lo ideal es “pagar escondederos”,
marcar límites sanos y dejar de involucrarse. No significa dejarles en el abandono o
ignorarles, sólo de protegerse. Es sano:

1. No hacer juicios, críticas ni etiquetas.


2. El respeto es fundamental, no intentar hacerles cambiar, mejor aceptar.
3. Alejar el miedo y el pánico, buscar la interacción positiva.
4. Mantenerse en la propia conciencia de que sólo me afecta lo que permito.
5. Establecer límites saludables.
6. Alejarse del sentimiento de lástima, no dejarse contagiar emocionalmente.

Mi mamita, mi papito y yo…


Se espera de la madre un ser amoroso, afectuoso, capaz de asumir de manera sana,
equilibrada y coherente la crianza y educación de sus hijos, soportar el cansancio que
ello significa, dispuesta a dejar de dormir, dejar de comer, todo por su manada. Sin
embargo, algunas madres se distancian del prototipo llamado “normal” y se convierten
en madres toxicas.

El padre complementa a la madre, los seres humanos tenemos de femenino y de


masculino, independientemente del género, se trata de equilibrar ambas partes a fin de
realizarnos como seres íntegros. La madre es la tierra fértil donde la semilla crece, el
padre es la semilla, es el potencial, la fuerza. La madre es el mundo afectivo, emocional,
el de las relaciones, el padre ejerce su influencia en el exterior, lleva a su hijo a conocer
el mundo, ofrece aliento, impulso, vitalidad, entusiasmo; es líder amoroso, no abusa de
su poder, sino que lidera la familia en beneficio de todos sus integrantes. Despliega toda
su capacidad de protección; no abusa de su fuerza, protege a sus hijos enseñando de
límites saludables, es proveedor del recurso económico, busca para todos una vida más
cómoda y funcional.
Ahora bien, existen muy diferentes tipos de padres y no todos los perfiles tienen porque
ajustarse necesariamente a este formato ideal, de hecho, algunos pueden distar mucho
de este modelo, siendo más bien egoístas, ausentes de las necesidades de sus hijos,
manipuladores, victimistas, posesivos, negativos, sobreprotectores en exceso, agresivos,
codependientes. Tienen una autoestima débil y sus carencias las expresan en conductas
desequilibradas manifestadas por exceso o por defecto. Manipulan desde la culpa o
generando lástima.

Si se reconoce tener padres tóxicos, no significa que no se pueda ser diferente, tener
relaciones saludables, una amorosa familia. Sanar las heridas de la niñez, fortalece a
quien trabaja en ello sin necesidad de modificar nada de ellos, más bien aceptarlos. Se
vale reprogramarse a fin de experimentar sanos sentimientos y emociones hacia sí
mismo.

Mi mamita es complicada? Nooo!


Un vínculo tóxico siempre es cosa de por lo menos dos partes, por tanto, asumir la
responsabilidad en la creación y mantenimiento del vínculo es primordial para sanar.
Poner la culpa en los hombros de la otra persona es excusa para evadir la parte de la
responsabilidad que corresponde.
¿Cuáles son las conductas, situaciones, actitudes de la madre que provocan que se inicie
una pelea? ¿Sirve observar qué es lo que hace que la otra persona reaccione de forma
excesiva, que detona el problema? ¿Cuáles son las carencias? se vale observar para
poder salir del entorno tóxico, tomar conciencia, reflexionar y tomar decisiones.
La relación insana con la madre genera una sensación de desarraigo que afecta todas
las áreas y dimensiones de la propia vida. Trabajar el concepto que tenemos de ella y
armonizar la relación es imprescindible para nuestro propio desarrollo personal, tomar de
ella todo lo que resulta positivo y válido, pues de alguna forma dieron la vida y se es lo
que es con nuestras propias virtudes y defectos.
Reconocer los actos de amor invisible que genera la madre, resulta útil, reconocer sus
esfuerzos, sacrificios y renuncias. Hacer visible lo invisible. Aceptar, asentir, respetar es
el trabajo de los hijos, no la culpa, la corrección, el juzgar. La madre por su naturaleza y
carencias no puede dar más, no exigirle lo que no tiene para dar. Aceptarla como es
permite como hijos disfrutar y compartir.

Nuestro compromiso: Inspirar a que el amor es el reconocimiento de que no hay


finales, hay nuevos comienzos.

Porqué mi mamá?…
Una madre tóxica se relaciona desde el abuso, desde la inseguridad, desde el vínculo
negativo y destructivo con los hijos. No se debe ser su reflejo respondiendo con los
mismos patrones de conducta.

Estas madres traen en su inconsciente instalados programas de patrones tóxicos, esto


es, creencias y comportamientos limitantes y perjudiciales para sí mismas y para el
entorno. Estos programas son la manipulación, el chantaje, la violencia, la dependencia,
el victimismo, entre otros.

Tener una madre tóxica no significa ir en su contra, cada quien trae una porción de
responsabilidad, la mayoría de los seres humanos traemos patrones tóxicos o
destructivos, el asunto es su utilización, casi siempre se repite el mismo comportamiento
familiar con el que se crece. Si la relación con la madre es hoy día tensa, conflictiva, hay
una parte en los hijos que también se nutren del problema.
La tarea es entonces: Identificar el programa y trabajar en desprogramarlo, poner
distancia emocional, a veces también física; cambiar la forma de relacionarse; diseñar
una estrategia responsable; el cambio es paulatino, es un cambio de percepción frente a
la madre y dejar de hacerse víctima.

Dejar atrás los juegos de manipulación y ofrecer respuestas asertivas, no al sarcasmo, al


grito, insulto, ironía, desprecio, queja, reproche, crítica, violencia, abuso, chantaje,
manipulación. No es sano tampoco asumir un rol diferente, la madre es la madre y los
hijos son los hijos, cada uno en el lugar que le corresponde.

Nadie tiene la varita mágica para solventar ésta situación, tampoco existe pastilla, gurú o
mago, se debe trabajar y mucho en cambiar las actitudes. Si lo que hace hasta ahora no
le funcione, cambie la forma en que lo hace.

Yaneth Rubio Pinilla

Psicóloga

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