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Un monstruo viene a verme: se

llama ANSIEDAD
POR ADMIN · PUBLICADA 23 NOVIEMBRE, 2016 · ACTUALIZADO 9 MARZO, 2017
Hay un monstruo que viene a verme y no pretende matarme, pero casi me
impide vivir. Un monstruo que cambia de forma y posición en mi cuerpo. Unas
veces parece atragantarme, otras veces me revoluciona el sistema nervioso y
otras me paraliza. Es un monstruo muy nombrado, padecido y explicado. Se
llama ansiedad.
El estado de alerta ha sido vital para nuestra supervivencia como
especie. Sin embargo, cuando este estado de atención, tensión y alerta
se cronifica el resultado es una PREOCUPACIÓN constante, que
habitualmente además se generaliza en todo y en todos.
Nos hace ser conscientes de todo lo que nos rodea, pero de una forma
amplificada y distorsionada. Ya no distinguimos lo estresante de lo
sencillo. Todo se amontona en nuestra mente y hace que funcione a
pleno rendimiento. No para ocuparnos, sino para preocuparnos. Es un
monstruo que nos domina porque no sabemos transformar su furia en
energía, solo se materializa en debilidad.
La ansiedad ¿de dónde viene?
Cuando la ansiedad se cronifica en un estado de perpetua preocupación
podemos hablar de lo que se conoce en el ámbito clínico como Trastorno por
Ansiedad Generalizada (TAG). Tiene que darse durante al menos 6
meses y presentar 3 o más síntomas como inquietud, irritabilidad,
fatigabilidad fácil, dificultad para concentrarse o tener la mente en blanco,
tensión muscular y problemas de sueño.
La ansiedad generalizada comparte muchos síntomas con la depresión, ambos
trastornos presentan un alto afecto negativo. Sin embargo, la depresión se
caracteriza más por el sentimiento de tristeza y la ansiedad por una continua
hiperactividad fisiológica y una sensación de continua incertidumbre y ahogo.
Cualquier cambio en la rutina diaria, se percibe como un monstruo amenazante,
dispuesto a lanzarse a nuestra yugular.
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El TAG no parece tener un fuerte componente genético, pero sí parece
tener un carácter crónico que se agrava con el estrés y va fluctuando en
intensidad a lo largo de la vida. Su principal rasgo definitorio es la
preocupación constante por aspectos de la vida cotidiana. Su presencia se
hace evidente -en los casos que está presente- alrededor de los 20 años,
aunque su comorbilidad con otros síntomas ansiosos o depresivos
pueden hacer difícil su diagnóstico.
Es mucho más frecuente en mujeres, como casi la mayoría de los
trastornos emocionales en la adultez. Se manifiesta a su vez en un triple
sistema de respuesta: el cognitivo, el motor y el emocional.
Ese monstruo que se conoce a la
perfección
Muchas personas conocen “al dedillo” sus síntomas, ya que este trastorno
suelen padecerlo personas con una alta conciencia acerca de lo que les
ocurre, aunque no sean capaces de tratarlo y mejorar la sintomatología.
Además, suelen describir a la perfección cómo la ansiedad los aborda y
los paraliza. La alexitimia no es un rasgo predominante en estos
pacientes, sino todo lo contrario.
Se sabe mucho sobre la ansiedad, pero este trastorno parece no tener
un tratamiento lo suficientemente bien establecido y exitoso, aun siendo
muy frecuente en la población. El tratamiento de elección suele ser la
terapia cognitivo conductual, como la de Dugas y Ladouceur (actualizada
en 2007); la de Borkovec y Pinkus (2002) o la de Brown y Barlow (1993).
A veces para potenciar su eficacia se utilizan fármacos, pero OJO: la
ansiedad prolongada nunca debe tratarse con ansiolíticos en el caso de
utilizar medicación. Debería utilizarse un antidepresivo ISRS como la
paroxetina, aunque los más indicados son los los antidepresivos duales
como la venlafaxina.

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