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Título:
John Ford
Hay libros cuya fama les precede. Son esas publicaciones míticas que casi siempre son citadas
en otros libros posteriores y que forman parte de toda bibliografía que se precie sobre el
género, el director, el actor o cualquier otro tema.
Lo curioso es que en muchas ocasiones pocos conocen el valor real del título en cuestión, bien
porque no se ha reeditado desde hace tiempo, bien porque sus reediciones están agotadas,
por lo que no son pocos los que hablan de oídas o repiten sistemáticamente las mismas citas,
aparecidas una y otra vez en cualquier nueva publicación sobre un tema concreto, hasta
convertirlas en leyenda.
Y hablando de mitos, si hay un libro sobre John Ford que merezca este calificativo sin duda es
el de Peter Bogdanovich.
No es un libro amplio, no contiene sesudos análisis de sus películas, las reflexiones que aporta
son escasas, aproximadamente la mitad de sus doscientas páginas están dedicadas a una
correcta filmografía, con ficha y breve sinopsis (o sea, un material hoy superado por otras
publicaciones más ambiciosas), y el suplemento fotográfico que incluye al final, en el mismo
tipo de papel que el resto del libro, es más bien pobre en cuanto a presentación, aunque la
selección de imágenes sea irreprochable.
Sin embargo, es un libro mítico, legendario, del que continuamente se extraen declaraciones
de Ford, un libro divertido, ameno, apabullante a la hora de mostrarnos al mítico director
de westerns... Es, en definitiva, el gran libro sobre John Ford.
En 1964, Bogdanovich visitó el rodaje de El gran combate. Durante días se movió como uno
más del equipo, entrevistando a todo el mundo y tomando buena nota de todo lo que veía. De
esos apuntes surgió un artículo titulado The Autumn of John Ford, publicado en Esquire en
abril de ese año. Este material de base se recoge y se reelabora en la primera parte del libro,
titulada con una de las frases míticas del cineasta: Me llamo John Ford, hago películas del
oeste.
El libro se complementa con un estudio a cargo de Bogdanovich, donde mezcla las opiniones
de Ford con las del propio autor, de forma que da un repaso a algunos momentos
significativos de su amplia carrera, insistiendo en las dos facetas que recorren su
filmografía: Poeta y comediante.
La tercera parte es la más amplia (unas sesenta páginas) y también la más importante. Se
compone de una amplia entrevista realizada en el año 1966, donde primero hablan de la
prehistoria de Ford (sus orígenes, su familia, su llegada al mundo del cine) y después recorren
la mayor parte de la filmografía, por orden cronológico, comentando algún aspecto concreto
de cada película. Su título: Un trabajo que hacer.
Tras esta primera parte, llena de matices, de juegos, de ideas plenamente cinematográficas
(como ese ayudante que siempre toca alguna música durante el rodaje), Bogdanovich repasa
la obra fordiana con hambre de cinéfilo... sólo para comprobar que Ford no tiene mucho
apetito y prefiere despachar cada plato con apenas un par de cucharadas.
Pero en esa humildad, en esa memoria a veces juguetona, en esas pocas palabras de cada
película (palabras con las que en muchas ocasiones podemos no estar de acuerdo) se esconde
una lección de cine. Cada vez que cuenta algo, no sólo lo hace de forma divertida, sino que
además logra transmitir ideas, conocimientos, amor por el cine. Sin duda, es un perfecto
ejemplo de lo que es una "clase magistral".
Si lo tomamos al pie de la letra, sorprende comprobar que lo único que recuerda Ford
de Pasión de los fuertes es que conoció realmente a Wyatt Earp y que éste le contó cómo fue
realmente el duelo en OK Corral, por lo que lo reprodujeron de forma idéntica en su película;
o que en La legión invencible trató de imitar el estilo visual de Remington; o que afirme sin
rubor "creo que llegué a verla" hablando de Misión de audaces y aludiendo al papel los niños
de la academia militar luchando contra soldados de la unión...
Sí, son muchas las cosas que sorprenden de Ford y del libro si todo se toma al pie de la letra.
Pero con Ford, como con la mayoría de los grandes maestros, hay que leer entre líneas, hay
que adivinar lo que está sugiriendo, no lo que dice, hay que disfrutar e intentar saborear cada
idea que lanza, porque seguramente comporta una lección, una posibilidad de aprendizaje.
Y, sobre todo, hay que disfrutar. Porque el libro está concebido como una colección de
comentarios, como una larga entrevista entre el aprendiz y el maestro, donde uno anota y el
otro expone a su manera, sin explicar nunca las cosas. Parece, en ocasiones, el juego del
ratón y el gato, donde uno persigue la verdad... y el otro habla de la leyenda.
Como el propio cine de Ford: una exposición clara y diáfana, y que cada cual saque sus
propias conclusiones... y si alguien no saca nada, probablemente el problema no está en la
película (en este caso en el libro) sino en la propia incapacidad del lector.
Uno de los libros de cine más amenos y sarcásticos que se pueden leer. Una clase magistral
escrita en los márgenes del texto. De lectura imprescindible.