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Liturgia Viva del Domingo 2º de Adviento - Ciclo B


SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO
Saludo (Ver Primera Lectura)
"Aquí está nuestro Dios" entre nosotros en esta celebración. Es como un pastor que apacienta su
rebaño, abrazándonos con su amor, trayéndonos misericordia y consolación. Que este Dios-con
nosotros, Jesús el Señor, esté siempre con ustedes.
Introducción por el Celebrante
1. Preparando la Venida del Señor
En tiempos difíciles como los nuestros, la gente se queja con frecuencia de que, aunque muchas
cosas están cambiando como nunca en otro tiempo, después de todo básicamente hay poco cambio a
nivel humano. Hay todavía luchas y guerras, las injusticias permanecen o incluso aumentan, ya que
ahora los medios para cometerlas son más potentes. Hay poco amor y compasión entre la gente. Sin
embargo, Cristo vino hace mucho tiempo… La pregunta que se nos hace hoy es: ¿Qué hemos hecho
con respecto a la Buena Nueva de Jesús sobre el amor, la justicia y la paz? ¿Hemos construido hacia
los otros avenidas de integridad y fidelidad, de confianza en Dios y de confianza mutua entre
nosotros? ¿Podemos decir "Aquí está nuestro Dios", en cuyo nombre hacemos nueva esta tierra?
Esa es nuestra tarea. Le pedimos a Jesús que nos ayude a llevar a cabo esta misión.
2. Pioneros y Precursores
Para el mundo de hoy es algo típico el construir redes de carreteras y autopistas para hacer las
comunicaciones y el intercambio fáciles, rápidos y seguros. - ¿Qué esfuerzos hemos hecho nosotros
para construir caminos que lleven a Dios y a los hermanos? Se supone que, como cristianos, somos
pueblo peregrino, un pueblo constante en marcha hacia Dios y hacia los hermanos. Hoy la voz del
profeta trata de despertarnos. Nos llama a preparar el camino del Señor, a hacer sus senderos llanos
y rectos, para que sean caminos que conducen a Dios: caminos de conversión, justicia y libertad.
Acto Penitencial
Pidamos ahora al Señor que nos perdone por no amarle y seguirle más de cerca.
(Pausa)
Señor Jesús, tú tienes palabras de vida eterna: ¿A quién, si no, iremos?
R/. Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo Jesús, tú has seguido inspirándonos a través de la fe de los que partieron delante de nosotros.
R/. Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, tú fortaleces nuestra fe por medio de la enseñanza y el ejemplo viviente de la
comunidad de la Iglesia.
R/. Señor, ten piedad de nosotros.
Perdona nuestros pecados, Señor, sigue renovándonos y creciendo en nosotros y llévanos a la vida
eterna.
Oración Colecta
Pidamos al Padre del cielo que nos otorgue el Espíritu rejuvenecedor de Jesús.
(Pausa)
Oh Dios de la Alianza: Por medio de los profetas del pasado y de los de hoy tú nos llamas a vivir
fielmente los retos del evangelio si queremos ser tu pueblo. Despiértanos de nuestro modo de vivir
cómodo y auto-satisfecho. Danos la inquietud de acelerar la venida de tu Hijo y de tu reino y
abrásanos con el fuego de su Espíritu para que podamos llevar el calor de su amor e integridad a
este mundo frío y egoísta. Danos la paz eterna de Jesucristo nuestro Señor.
Primer Lectura (Is 40,1-5,9-11): ¡Preparen el Camino del Señor!
Cuando su pueblo ha sufrido en el exilio, Dios lo consuela por medio del profeta: Dios permanece
fiel a la alianza. Está dispuesto de nuevo a dirigir a su pueblo una vez más a la libertad.
Segunda Lectura (2 Pe 3,8-14): Esperando Nuevos Cielos y Nueva Tierra
Preparémonos activamente para el día de la venida del Señor y colaboremos con él para crear un
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mundo nuevo y justo.


Evangelio (Mc 1,1-8): ¡Preparen el Camino para la Venida de Cristo!
Juan el Bautista preparó la venida de Cristo con su predicación y su ejemplo de vida. Nosotros nos
preparamos para recibirle con la conversión de nuestros corazones.
Oración de los Fieles
Pidamos a nuestro Señor Jesucristo que nos dé la gracia de estar atentos a su presencia y que
su salvación venga a todo nuestro mundo. Y digámosle:
R/. ¡Señor, ven a salvarnos!
Enriquece a tu Iglesia con mucha ternura, Señor, para que muestre tu camino a todos los que
buscan, acoja con compasión a los pecadores y sea refugio y defensora de los pobres, oremos:
Enriquece con tu sabiduría a los líderes de nuestro mundo, Señor, para que trabajen eficazmente por
la paz y la justicia en sus respectivas naciones y a nivel internacional, oremos:
Enriquece a los que sufren, fuertemente esperanzados en ti, Señor, para que perciban cuánto les
amas, y para que puedan encontrar a hermanos que te siguen en tu compasión y comprensión,
oremos.
Enriquece con tu espíritu de fidelidad, Señor, a esposos y esposas que se estén distanciando, a
sacerdotes y religiosos que hayan perdido el sentido de dirección en su vida, a amigos frustrados en
su confianza y mutuo apoyo, oremos:
Enriquece nuestras comunidades con tu amor, Señor, para que nos respetemos y apreciemos unos a
otros, estemos unidos en toda nuestra diversidad, y estemos atentos a las necesidades y expectativas
de los demás, oremos:
Señor Jesucristo, tú eres quien va a venir a renovarnos a nosotros y a nuestro mundo. Sé
nuestra alegría, nuestra paz, toda nuestra esperanza, ahora y por los siglos de los siglos.

Oración de Ofertorio
Oh Dios, nuestro futuro: Es nuestro deseo que este pan y este vino proclamen que estamos
esperando a Jesús, tu Hijo. Dánoslo ahora, que esté con nosotros y camine con nosotros, de forma
que caliente nuestros tibios corazones y nos ayude a transformar esta tierra estéril en una señal y
promesa de tu mismo amor y gloria sin fin. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, el Señor.
Introducción a la Plegaria Eucarística
La ofrenda de esta nuestra eucaristía anuncia que queremos que Cristo nuestro Señor esté con
nosotros. Le damos gracias al Padre por dárnoslo como don inefable y le pedimos que tenga a bien
que Cristo sea nuestro alimento en nuestro caminar en la vida.
Introducción al Padrenuestro
Dios no aplaza su promesa. Con toda confianza le rezamos la oración de Jesús, el Señor.
R/. Padre nuestro…
Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, del desaliento cuando nuestros pequeños planes no tienen éxito. Que nuestra fe
desarrolle raíces más profundas al ser probada en nuestras luchas y en el dolor de la renovación.
Líbranos de añorar el pasado seguro o de condenar la confusión del presente. Danos la gracia de
anhelar un mundo mejor y aceptar las tensiones del cambio, mientras preparamos en esperanza la
gloriosa venida de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
R/. Tuyo es el reino…
Invitación a la Comunión
Oración después de la Comunión
Oh Dios de las promesas: Tanto la pobreza de los desheredados como la indignación de los
ultrasatisfechos están clamando por alguien en quien esperar. Muestra tu Hijo al mundo, Señor,
como nos los has dado a nosotros aquí en esta eucaristía. Que él vaya por delante y nos guíe en el
camino hacia los hermanos y hacia ti, Dios nuestro, por los siglos de los siglos.
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Bendición
Hermanos: En esta eucaristía el Señor mismo, con su Palabra, nos ha recordado su misericordia y
fidelidad. Que su fidelidad brote de nuestra tierra y que amanezcan sobre nosotros su justicia y su
paz: Así es cómo en este Adviento haremos presente a Cristo en nuestro mundo y cómo nos
consolaremos y animaremos unos a otros. Para ello, que la fuerza y bendición de Dios
todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y les acompañe siempre.

Lecturas del Domingo 2º de Adviento - Ciclo B


Lectura del libro de Isaías (40,1-5.9-11): «Consolad, consolad a mi pueblo, –dice vuestro Dios–;
hablad al corazón de Jerusalén, gritadle, que se ha cumplido su servicio, y está pagado su crimen,
pues de la mano del Señor ha recibido doble paga por sus pecados.» Una voz grita: «En el desierto
preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se
levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale. Se
revelará la gloria del Señor, y la verán todos los hombres juntos –ha hablado la boca del Señor–.»
Súbete a un monte elevado, heraldo de Sión; alza fuerte la voz, heraldo de Jerusalén; álzala, no
temas, di a las ciudades de Judá: «Aquí está vuestro Dios. Mirad, el Señor Dios llega con poder, y
su brazo manda. Mirad, viene con él su salario, y su recompensa lo precede. Como un pastor que
apacienta el rebaño, su brazo lo reúne, toma en brazos los corderos y hace recostar a las madres.»
Palabra de Dios
Sal 84,9ab-10.11-12.13-14 R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación
Voy a escuchar lo que dice el Señor: «Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos.» La salvación
está ya cerca de sus fieles, y la gloria habitará en nuestra tierra. R/. La misericordia y la fidelidad se
encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el
cielo. R/. El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante él, la
salvación seguirá sus pasos. R/.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pedro (3,8-14): No perdáis de vista una cosa: para el
Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no tarda en cumplir su promesa,
como creen algunos. Lo que ocurre es que tiene mucha paciencia con vosotros, porque no quiere
que nadie perezca, sino que todos se conviertan. El día del Señor llegará como un ladrón. Entonces
el cielo desaparecerá con gran estrépito; los elementos se desintegrarán abrasados, y la tierra con
todas sus obras se consumirá. Si todo este mundo se va a desintegrar de este modo, ¡qué santa y
piadosa ha de ser vuestra vida! Esperad y apresurad la venida del Señor, cuando desaparecerán los
cielos, consumidos por el fuego, y se derretirán los elementos. Pero nosotros, confiados en la
promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en que habite la justicia. Por tanto,
queridos hermanos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz
con él, inmaculados e irreprochables. Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,1-8): Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo
de Dios. Está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare
el camino. Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos."» Juan
bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdone en
los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en
el Jordán. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba
de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo
no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os
bautizará con Espíritu Santo.» Palabra del Señor
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SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO (2da vela)

ORACIÓN: Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Nosotros, como un símbolo,
encendemos estas dos velas. El viejo tronco está rebrotando se estremece porque Dios se ha
sembrado en nuestra carne...

Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes, para que florezcas, para que
nazcas y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza. ¡Ven pronto, Señor! ¡Ven,
Salvador!

Meditar: 2 Pe 3,13-14: ”Nosotros esperamos según la promesa de Dios cielos nuevos y tierra
nueva, un mundo en que reinará la justicia. Por eso, queridos hermanos, durante esta espera,
esfuércense para que Dios los halle sin mancha ni culpa, viviendo en paz".

Comentario al evangelio del domingo, 10 de diciembre de 2017


Iglesia, profeta de esperanza
El Evangelio de este domingo nos presenta la figura de un profeta, el último de los profetas del
Antiguo Testamento: Juan el Bautista. Fue el precursor de Jesús. Puso toda su vida al servicio de
una misión concreta: anunciar a los hombres de su tiempo que el Mesías, el Salvador, estaba a punto
de llegar, que había que preparar los caminos y los corazones para su llegada. Lo que Juan esperaba
y anunciaba era algo tan nuevo que todo lo demás se le había quedado viejo. Ya nada valía la pena.
Por eso se retiró al desierto y vivió en la pobreza. Su mirada y su vida estaban puestas en el futuro.
En el que iba a venir. Juan no se situó nunca en el centro. No decía a los que le escuchaban que le
siguiesen o que hiciesen lo que él hacía. Sólo les avisaba para que estuviesen atentos, para que se
preparasen. Juan fue un profeta: vocero de Dios para los hombres.
La figura de Juan el Bautista nos da algunas de las claves que deben caracterizar la vida de la iglesia
en todo tiempo y lugar. También en nuestro tiempo y en nuestro país. La iglesia, cada comunidad
cristiana, cada parroquia, debe ser profeta de Dios en nuestro mundo. Como Juan, la iglesia no está
en el mundo para anunciarse a sí misma, sino para anunciar la presencia salvadora de Dios entre los
hombres. La Iglesia no existe para sí misma, para perpetuarse. Su centro es el Evangelio. Su misión
es llevar el Evangelio al corazón de todos los hombres y mujeres e ir haciendo realidad en nuestro
mundo el Reino de Dios. Nuestra vida y obras deben dar testimonio de que Dios llega y quiere
llegar a los corazones de todos los hombres y mujeres.
Como Juan, la iglesia tiene que saber utilizar la palabra y las obras para dar esperanza y vida a los
hombres y mujeres de nuestro mundo.
En Adviento, Juan el Bautista es modelo para la comunidad cristiana. Como él, tenemos que saber
que detrás de nosotros viene el que puede más que nosotros. Que nosotros sólo somos sus voceros y
anunciadores. La única misión de la Iglesia es evangelizar. La única razón de su existencia es
anunciar a los hombres que la salvación está llegando, que está ya presente en nuestro mundo.
Para la reflexión
¿Cómo anunciamos que el Mesías, el Salvador, ya está presente en nuestro mundo? ¿Quizá
estamos tan bien en nuestra comunidad, nos queremos tanto, que nos olvidamos de la gente que
está esperando nuestro mensaje? ¿Qué gestos o signos hacemos para dar esperanza a los que no la
tienen o la han perdido? ¿Qué palabras usamos?

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