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INFECCIONES Y SEXUALIDAD. ENFERMEDADES TRANSMISIBLES.

La mayoría de las infecciones vaginales se caracterizan por picor o quemazón vaginal,


olor desagradable o secreción abundante. El diagnóstico de infección se realiza
mediante la exploración y las pruebas de laboratorio pertinentes. Entre las infecciones
ginecológicas más frecuentes se encuentran la vaginitis y las infecciones por hongos,
como la candidiasis, o la tricomoniasis (producida por la tricomonas vaginales). En la
vaginitis, aparece una secreción amarillenta o verde grisácea de olor desagradable.
Existe una sensación de picor y dolor al orinar y con las relaciones sexuales. El
tratamiento de la vaginitis consiste en antibióticos orales, cremas y supositorios
vaginales, y duchas antibacterianas. En las infecciones por hongos, la secreción es
blanquecina y espesa, acompañada en ocasiones de un picor intenso; el tratamiento
consiste en cremas o supositorios vaginales de antibióticos. En la tricomoniasis, la
secreción es más líquida y de color blanco verdoso o gris, puede haber picor así como
dolor, enrojecimiento y olor pestilente. El tratamiento más eficaz son los antibióticos
orales.

El herpes genital, la gonorrea y la sífilis son enfermedades de transmisión sexual. Las


mujeres con herpes genital tienen mayor riesgo de abortos; los recién nacidos de
madres que padecían un herpes genital activo durante el parto pueden padecer una
infección por herpes. Este virus también puede ser un factor causal del cáncer de cerviz;
los ginecólogos recomiendan la práctica de una citología cada 6 a 12 meses de todas
las mujeres con herpes genital.

Los términos infección pélvica o enfermedad inflamatoria pélvica se utilizan para


denominar cualquier infección que afecte a los órganos pelvianos femeninos. En
general, se producen por la diseminación de una infección bacteriana originada en la
cerviz uterino. Los síntomas agudos incluyen intenso dolor pelviano, fiebre,
escalofríos, secreción y hemorragia vaginales. Sin embargo, en otras ocasiones sólo
existe un dolor de espalda o abdominal leve, o el dolor sólo aparece con las relaciones
sexuales. La enfermedad inflamatoria pélvica no tratada es una de las principales
causas de esterilidad. El tratamiento depende de la gravedad y localización de la
infección; se deben administrar antibióticos, analgésicos y reposo.

Cistitis. Inflamación de la vejiga urinaria, normalmente debida a una infección


bacteriana originada en la uretra, vagina o, en casos más complicados, en los riñones.
La cistitis también puede deberse a la irritación causada por los depósitos cristalinos
de la orina, o a cualquier condición o anormalidad urológica que obstaculice el
funcionamiento normal de la vejiga. Entre los síntomas se pueden citar la micción
dolorosa o dificultosa, la necesidad urgente de orinar y, en algunos casos, orina turbia
o con sangre. El tratamiento consiste básicamente en tomar antibióticos, beber grandes
cantidades de líquidos e inhibir la bacteria acidificando la orina (por ejemplo,
tomándose infusiones de hojas de arándano o de gayuba).
Píelo nefritis. La píelo nefritis aguda es una afección urinaria que compromete el
parénquima y el sistema colector renal, caracterizada clínicamente por signos generales
de infección aguda. La etiología corresponde a una flora muy diversa, aunque
generalmente predomina la familia de las Enterobacteriaceae.

Etiología. La Escherichia coli es la bacteria más frecuentemente aislada en pacientes


ambulatorios no complicados (80%), mientras que otros gérmenes como pseudomonas,
proteus, klebsiella, enterobacter, estafilococo y entero coco, se asocian con factores
obstructivos y se aíslan más a menudo en pacientes hospitalizados. La infección
hematógena es rara, salvo por Staphylococcus aureus y Candida albicans.
Aquellas personas que son objeto de manipulación de las vías genitourinarias
(cistoscopia), son más susceptibles de padecer píelo nefritis aguda. El embarazo, la
diabetes y los trastornos neurológicos específicos que afectan la función urinaria,
también predisponen a esta afección. La causada por Providencia stuartii ocurre muy
a menudo en pacientes inmunosuprimidos (Tabla No.1).

Patogenia. La infección puede originarse a través de tres vías:

Vía hematógena. Es excepcional, aunque se debe sospechar sistemáticamente si al


paciente se le comprueba una nefritis intersticial hematógena. La septicemia es con
mayor frecuencia, consecuencia en vez de causa, de la infección urinaria.

Vía linfática. La disposición anatómica de los vasos linfáticos permite, al menos


teóricamente, el paso de bacterias desde las vías urinarias bajas hacia el riñón y del
colon hacia el riñón derecho.
Vía ascendente. Esta vía es la más frecuente y representa el mecanismo mejor
establecido. La longitud de la uretra femenina, su estrecha relación con el introito
vaginal, su proximidad con el orificio anal y las propiedades de fijación bacteriana al
urotelio, explican la más frecuente aparición de la enfermedad en las mujeres que en
los hombres.

La infección ascendente es posible a partir de la próstata y las glándulas parauretrales


que son, con alta frecuencia, lugar de infecciones crónicas particularmente difíciles de
tratar.

El riñón es un órgano sensible a la infección puesto que, a pesar de su alto débito


sanguíneo, es relativamente pobre en células fagocitarías. La médula renal es la zona
más propicia para la instalación de la infección; la inoculación de menos de 10 bacterias
desencadena el proceso de propagación. La hiperosmolaridad, y accesoriamente, la
gran concentración en iones NH4+ explican por qué la fagocitosis y la fijación del
complemento están disminuidas en la zona medular.

Tabla No.1
Gérmenes causantes de pielonefritis aguda
Microorganismo % de casos
Infección ascendente
Escherichia coli 80 - 90
Proteus mirabilis 2-5
Especies de klebsiella 2-5
Mycoplasma hominis 1
Pseudomona 1
Infección hematógena
Staphylococcus aureus 2-5
Candida albicans 1-3
Mycobacterium tuberculosis 1

Diagnostico. El diagnóstico de píelo nefritis se basa primordialmente en el


interrogatorio, el examen físico, el examen microscópico del sedimento urinario y el
urocultivo.

Las manifestaciones clínicas se traducen en malestar, cefalea, náusea, vómito,


escalofríos, fiebre, dolor en el ángulo costo vertebral y síntomas de compromiso vesical
(dolor suprapúbico, disuria, urgencia y aumento de la frecuencia). Ocasionalmente
puede haber síntomas como dolor de localización epigástrica, subcostal o hacia la base
del hemitórax, lo que obliga al diagnóstico diferencial con apendicitis, colecistitis o
procesos neumónicos. El uroanálisis señala piuria y bacteriuria. La presencia de
cilindros leucocitarios en el examen microscópico de la orina localiza la infección a
nivel del riñón.
El cultivo cuantificado de orina, con muestra obtenida en condiciones óptimas (mitad
de micción, punción suprapúbica), es definitivo. Cuando hay dificultades para cultivar
un microorganismo patógeno en sujetos con síntomas clínicos sugestivos de píelo
nefritis, debe considerarse la posibilidad de infección por anaerobios o por
Mycobacterium tuberculosis.
Las imágenes radiográficas son útiles para delinear la silueta renal y detectar anomalías
que afecten el tratamiento (anomalías congénitas, cálculos renales, hipertrofia
prostática). En los pacientes con píelo nefritis aguda se realiza ultrasonido renal para
excluir la presencia de obstrucción o absceso.
El estudio más sensible para detectar píelo nefritis bacteriana aguda es la gama grafía
con radioisótopos usando tecnecio 99 m succiner o 99 m gluceptato. La sensibilidad es
del 80-85% y la especificidad del 81%.

Tratamiento. Generalmente el tratamiento se efectúa en forma ambulatoria. Sin


embargo, los ancianos con píelo nefritis deben ser hospitalizados para tratamiento
intensivo. Los diabéticos, las mujeres embarazadas y los pacientes con
inmunosupresión también deben ser internados para antibioticoterapia por vía
parenteral y observación cuidadosa. Jhon

Tratamiento ambulatorio. El paciente joven sin enfermedades de base, ni signos de


descompensación cardiovascular deben recibir tratamiento ambulatorio con
antibióticos que varían desde la ampicilina por vía oral hasta las fluoroquinolonas, entre
ellas la ciprofloxacina y la ofloxacina (Tabla No.2).

Tabla No. 2
Antimicrobianos por vía oral para tratar pielonefritis
ambulatoriamente
Trimetropin - sulfametoxazol 160/800 mg c/12 h
Ampicilina 500 mg c/6 horas
Norfloxacina 400 mg c/12 horas
Ciprofloxacina 500 mg c/12 horas
Cefalexina 500 mg c/12 horas
Amoxacilina/clavulanato de potasio 500 mg c/12 horas

En la actualidad ha umentado notoriamente la frecuencia de resistencia de Escherichia


coli a la ampicilina, por lo cual se sugiere la utilización de cualquiera de los otros
fármacos enunciados en la Tabla No. 2, o utilizar ampicilina/sulbactam 500 mg cada 8
horas por vía IV.

Tratamiento hospitalario. Los pacientes sin una enfermedad de base se hospitalizan


si las náuseas, vómito, dolor o la postración limitan el cuidado domiciliario. En estos
enfermos basta un solo fármaco por vía parenteral. La elección del medicamento inicial
se basa en la tinción de Gram de la orina. Las cefalosporinas, la amoxacilina y la
ciprofloxacina son opciones terapéuticas razonables. Si se observan cadenas de
grampositivos, lo que sugiere infección por enterococos, la ampicilina es una buena
alternativa. Cuando hay cúmulos de grampositivos, con posibilidad de la presencia de
Staphylococcus, una cefalosporina de primera generación (cefalotina sódica, 1g c/6
horas) es una medida terapéutica razonable.

La ceftriaxona sódica tiene excelente farmacocinética, es económica y eficaz en dosis


de 1 g al día por vía parenteral. Se sugiere ceftacidima, 3 a 4 g por vía intravenosa al
día, para tratamiento inicial de pacientes hospitalizados con sepsis o píelo nefritis
adquirida intrahospitalariamente.
En individuos diabéticos, inmunosuprimidos o nefrostomizados es prudente iniciar el
tratamiento con dos fármacos: amoxacilina 1 g IV c/6-8 horas y una dosis de saturación
de 1.5 a 2 mg/kg IV, de un aminoglucósido, como gentamicina o sulfato de
tobramicina, seguida de 1 mg/kg IV cada 8 horas hasta el momento que se disponga de
los resultados del urucultivo. La elección final del antibiótico depende de la
sensibilidad de las bacterias cultivadas.
Si hay buena respuesta por vía paren terral, no es necesario un tratamiento prolongado.
Después de la desaparición de la fiebre y el vómito, y si el microorganismo patógeno
cultivado es sensible, un antibiótico por vía oral, como el trimetoprim-sulfa metoxazol
suministrados cada 12 horas por 7-10 días, erradica la infección renal restante.

Complicaciones. El indicador clínico de píelo nefritis complicada es la fiebre que no


cede con antibiótico terapia. Si pasadas 72 horas, bajo un tratamiento adecuado,
persiste la fiebre, se procede con estudios adicionales de la parte alta de las vías
urinarias (urografía excretora, ultrasonido o TAC) que permitan excluir nefrolitiasis,
abscesos renales o peri renales y otras complicaciones.

La sepsis es la complicación más frecuente. Diversas cepas de bacilos gramnegativos


entéricos son capaces de producir bacteriemia sintomática o shock. La persistencia de
la fiebre, la aparición de escalofríos, cambios en el estado mental, hiperventilación y
acidosis metabólica, son los indicadores del inicio de la sepsis. La hipotermia se
relaciona con mal pronóstico.

La píelo nefritis en inmunosuprimidos plantea consideraciones de diagnóstico


diferencial. La píelo nefritis enfisematosa tiene reconocida relación con la diabetes; los
coliformes infecciosos producen gas. A menudo se requiere nefrectomía.

TUBERCULOSIS

Aunque con menos frecuencia, hoy en día sigue existiendo esta enfermedad, que en
años anteriores al descubrimiento de la penicilina provocó muchísimas muertes. La
tuberculosis (TBC) es una enfermedad infecciosa causada por una bacteria llamada
Mycobacterium tuberculosis o bacilo de Koch y en muy raras ocasiones por la
Mycobacterium bovis. Está asociada a la pobreza, a la mala alimentación y actualmente
puede verse en pacientes que padecen SIDA y en personas que estén en contacto con
enfermos de TBC (familiares, amigos, compañeros de trabajo, etc...). La frecuencia de
TBC en las embarazadas es similar a la de las no embarazadas.

Síntomas:

Los síntomas que deben hacerte sospechar que tienes la enfermedad son los siguientes
y están relacionados a cada 100 pacientes con TBC y embarazo:

• Tos 74%
• Pérdida de peso 41%
• Fiebre 30%
• Fatiga muscular 30%
• Expectoración sanguinolenta 19%
Diagnostica:

En la embarazada, el diagnóstico se dificulta debido a que cursa con síntomas


inespecíficos, que muchas veces se confunden con los propios del embarazo como la
fatiga, el cansancio y el malestar general. Por otra parte, el diagnóstico suele retrasarse
por posponer la radiografía de tórax a causa del embarazo. Recuerda que una
radiografía de tórax con protección abdominal no afecta al bebé. Incluso puede no
haber síntomas y descubrirse únicamente por una radiografía de tórax.

Si estás en grupo de riesgo, es decir, que sabes que en tu entorno hay personas que
padecen TBC o SIDA o si has viajado a zonas donde su frecuencia es alta (Perú,
Bolivia) debes avisarle a tu médico para que te realice una radiografía de tórax y una
prueba subcutánea de tuberculina conocida como reacción de Mantoux o PPD.

Tratamiento:

Aún cuando la radiografía no muestre signos de enfermedad, si la la prueba PPD es


positiva debes recibir tratamiento, debido a que una embarazada con TBC y sin
tratamiento tiene más riesgos de complicaciones severas como la hepatitis fulminante
y muerte durante el embarazo y el puerperio que una mujer no embarazada con TBC.

El tratamiento se hace de acuerdo a la edad del embarazo, la variedad del bacilo de la


tuberculosis y su sensibilidad a los medicamentos. Siempre se utilizan medicamentos
permitidos durante la gestación.

Es importante que sepas que la reacción de Mantoux o PPD no es nociva para el bebé
y que no se modifica porque estás embarazada. Si la PPD es negativa, se descarta que
puedas padecer TBC. En este caso, aunque estés en grupo de riesgo NO DEBES recibir
la vacuna BCG ya que ésta está CONTRAINDICADA en el embarazo.

HEPATITIS

La hepatitis es una enfermedad provocada por virus de los que existen muchas
variedades. Las más conocidas son la hepatitis A, B, C y Delta. Esta diferenciación se
logró gracias a los avances médicos de identificación de los distintos virus. Cada una
de ellas tiene formas especiales de presentación y las posibles complicaciones difieren
sustancialmente, especialmente en la mujer embarazada, por las implicancias para la
salud ulterior de la madre y el bebé.

Hepatitis A

Es la más frecuente de todas las hepatitis, y por lo general se la padece en la infancia o


adolescencia. La hepatitis A es una enfermedad sin riesgos para la madre y su bebé. Se
transmite por vía fecal-oral. Comienza a eliminarse el virus por materia fecal dos
semanas antes de la aparición de síntomas y persiste durante dos semanas después. La
fuente de contagio son los alimentos y el agua contaminada con el virus.

Los síntomas más frecuentes son decaimiento, debilidad, a veces fiebre y puede o no
aparecer ictericia (coloración amarilla de la piel) o materia fecal color blanquecina
(acolia). La enfermedad se confirma mediante estudios en sangre que muestran un gran
aumento de las enzimas que determinan la función del hígado, llamadas transaminasas
hepáticas y los marcadores específicos de esta hepatitis.

No existen evidencias de que pueda afectar al bebé, por lo que se la considera una
enfermedad benigna y sin complicaciones a largo plazo. Se puede aplicar al grupo
familiar inmunoglobulinas para disminuir la posibilidad de contagio. El tratamiento se
basa en reposo, dieta hepato protectora durante dos o tres semanas, tiempo en el que la
enfermedad se cura sin secuelas. Mariela

Hepatitis B

La hepatitis B puede ser transmitida por la madre a su bebé, poniendo en peligro su


salud, si no se toman los recaudos necesarios. Es muy importante la realización de un
test en sangre materna para saber su condición inmunológica en relación con este tipo
de hepatitis. Se pueden detectar embarazadas que solo son portadoras del virus, y no
padecen la enfermedad, pero pueden transmitirla al bebé intra útero, en el postparto o
durante la lactancia.

Sus síntomas son parecidos a los de la hepatitis A, pero el tiempo de incubación de la


enfermedad puede ser de hasta 6 meses. El problema de esta enfermedad es que en un
10% de los casos se transforma en un proceso crónico que puede evolucionar después
de 10 a 25 años a una cirrosis o cáncer hepáticos. Con una frecuencia muy baja, puede
ser fulminante y destruir el hígado en pocos días, siendo en este último caso, el
transplante hepático, la única solución para evitar la muerte. La vía de contagio es
diferente a la de la hepatitis A, en esta enfermedad el contagio se produce a través de
las relaciones sexuales, accidentes con materiales contaminados (jeringas o equipos de
diálisis no bien esterilizados) transfusiones de sangre o compartiendo jeringas en los
casos de drogadicción.

El diagnóstico se confirma mediante test de laboratorio específicos. Cuando la


enfermedad se diagnostica en el tercer trimestre del embarazo hay muchas
posibilidades de que sea transmitida al bebé, con serias consecuencias para su salud,
incluso padecer una hepatitis crónica con riesgos de muerte. Se puede disminuir la
posibilidad de contagio del bebé si se le administra gamaglobulina específica y
vacunación en el momento del nacimiento. El mismo tratamiento deberán recibir los
recién nacidos de madres portadoras crónicas del virus de la hepatitis B. No existen
tratamientos específicos para la enfermedad declarada. Solo la prevención mediante
vacunas específicas.
Hepatitis C

La vía de contagio de este tipo de hepatitis es por relaciones sexuales o transfusiones.


Es una enfermedad muy poco frecuente y al igual que la hepatitis B, puede
transformarse en una enfermedad crónica. No existen vacunas para prevenirla, ni gama
globulina que pueda usarse como tratamiento posible. En los casos de cronicidad de
esta hepatitis se está probando tratamiento con interferón, pero sin resultados
concluyentes. Afortunadamente, no existen evidencias de que provoque anormalidades
fetales o enfermedades en el recién nacido aunque puede transferirse al bebé si se la
contrae en el último trimestre del embarazo.

Hepatitis Delta

Esta infección sólo se la encuentra en pacientes que ya padecen hepatitis B y es


extremadamente rara. No se conocen efectos sobre el embarazo ni sobre el bebé y no
existen, al momento actual, tratamientos especiales.

LA INFLUENZA Y EL EMBARAZO.

La influenza (conocida como el “flu”) es una enfermedad respiratoria contagiosa


causada por virus. Puede resultar en una enfermedad severa y complicaciones
amenazantes para la vida. Aproximadamente del 10 al 20 por ciento de los residentes
estadounidenses se enferman a causa de la influenza cada año.

Los síntomas de la influenza incluyen fiebre (usualmente alta), dolor de cabeza,


cansancio extremo, tos seca, dolor de garganta, nariz tupida o que gotea, y dolor
muscular. Algunas personas, especialmente los niños, también pueden tener náuseas,
vómitos y diarrea.
Los virus que causan la influenza se propagan cuando una persona infectada tose,
estornuda o habla. Los virus se extienden en el aire y otras personas pueden inhalarlos.
La influenza también se puede propagar cuando una persona toca las superficies que
contienen los virus (como la manija de una puerta) y luego se toca su nariz o boca.

El embarazo puede aumentar el riesgo de complicaciones por la influenza, tales como


la pulmonía. Las mujeres embarazadas son más propensas a ser hospitalizadas por las
complicaciones de la influenza en comparación a mujeres no embarazadas de la misma
edad. El embarazo puede cambiar el sistema inmune en la madre, al igual que puede
afectar el corazón y los pulmones. Estos cambios pueden poner a la mujer embarazada
en alto riesgo de complicaciones por causa de la influenza.

Muchos expertos consideran seguras las vacunas contra la influenza durante cualquier
etapa del embarazo. Si usted se encuentra en los primeros tres meses de embarazo,
pregunte a su médico sobre la vacuna contra la influenza. Las mujeres con más de tres
meses de embarazo durante la temporada de la influenza definitivamente deben obtener
la vacuna. El uso de la vacuna contra el flu estilo rocío nasal (LAIV) no ha sido
aprobado para mujeres embarazadas.

Es una buena idea que los otros miembros de la familia se vacunen contra la
influenza. Esto ayuda a prevenir la propagación de la enfermedad dentro de la casa.
YAJAIRA

La prevención de la influenza.

Los siguientes pasos pueden ayudar a prevenir la propagación de las enfermedades


respiratorias como la influenza:

 Evite el contacto cercano con personas enfermas. Cuando usted esté enferma,
mantenga la distancia de otras personas para protegerlas.
 Lávese las manos. El lavar sus manos frecuentemente ayudará a protegerla de
los gérmenes.
 Evite tocarse los ojos, la nariz o boca. Los gérmenes se propagan cuando una
persona toca algo que los contiene y luego se toca sus ojos, nariz o boca.
 Quédese en su casa cuando esté enferma. Si es posible, no vaya al trabajo, la
escuela o haga mandados cuando esté enferma. Usted ayudará a prevenir a que
otros se enfermen.
 Cúbrase la boca y nariz con un pañuelo de papel cuando tosa o estornude. Esto
puede prevenir que las personas a su alrededor se enfermen.

Si se contagia con la influenza llame a su proveedor de atención médica si piensa que


tiene la influenza. Descanse lo suficiente y tome bastante líquidos no alcohólicos. No
use ningún medicamento sin receta para la gripe o influenza, productos a base de
hierbas y suplementos dietéticos sin antes consultar a su proveedor de atención médica.
El hecho de que un producto sea disponible sin receta no significa que es seguro
tomarlo durante el embarazo.

Candidiasis. Micosis (enfermedad producida por hongos) de la boca y tracto digestivo


alto, que afecta a niños o adultos con una alteración de la resistencia a las infecciones
por uno u otro motivo. El hongo responsable de la enfermedad es la Cándida albica, un
habitante habitual de las membranas mucosas de la boca y la vagina, aunque también
puede proceder de los alimentos o la falta de higiene oral. Aparecen pequeños puntos
blanco amarillentos en la lengua y las amígdalas, además de fiebre ocasional o diarrea.
No es una enfermedad grave ya que revierte fácilmente con medicinas antifúngicas
como la nistatina, aunque son frecuentes las recidivas. Si no se trata puede diseminarse
a otros órganos produciendo cuadros más floridos. La candidiasis vaginal se caracteriza
por la aparición de un flujo blanquecino y prurito, y es más frecuente en situaciones en
las que disminuyen las defensas y aumenta por tanto la flora normal de la vagina, como
sucede en el embarazo.
Herpes. (Del griego herpein, ‘reptar’), denominación genérica de varios tipos de
erupción cutánea causadas por los virus patógenos humanos más importantes. Sus
principales representantes son: el herpes virus simple tipo 1, el tipo 2 y el varicela-
zoster. Otros herpes virus importantes son el virus de Epstein-Barr, causante de la
mononucleosis infecciosa, y el citomegalovirus, que puede producir anomalías
congénitas cuando infecta a mujeres en periodo de gestación.

Se conocen dos tipos. El herpes virus tipo 1 causa ampollas febriles en relación con
varias enfermedades infecciosas febriles (catarros, gripe, neumonía). Las ampollas
aparecen alrededor de los labios y en la boca (también se llama herpes labial); en la
nariz, cara y orejas, y en la mucosa bucal y faríngea. Durante el periodo que existe entre
erupciones se ha podido aislar el virus en los cuerpos neuronales del nervio facial: éste
es su reservorio. No hay tratamiento curativo; pueden aplicarse fármacos tópicos para
aliviar el dolor, el picor y/o la inflamación.

El herpes virus simple tipo 2 causa el herpes genital. Ésta es una enfermedad de
transmisión sexual de importancia creciente. Sólo a veces se acompaña de cefaleas y
fiebre. Se inicia con prurito local moderado seguido de erupción progresiva de
vesículas. Éstas se rompen, forman costras y por último se secan. Todo este proceso
puede durar de una a tres semanas. Muchas veces aparecen nuevas erupciones de
vesículas cuando se está secando la erupción anterior. Otra vía de transmisión es
connatal: el recién nacido de una madre enferma se infecta a su paso por el canal del
parto, contrayendo la enfermedad sistémica, que suele ser mortal. Este grave riesgo
obliga a que estos niños nazcan por cesárea. El herpes genital se trata en forma tópica
desde 1982 y como tratamiento sistémico desde 1984.

El herpes virus tipo 2 es el causante del cáncer de cerviz (cuello uterino): los virus se
acantonan en las células de la mucosa y acaban produciendo, años después, la
transformación, cancerosa en ocasiones, de estas células. Los virus también pueden
infectar el sistema nervioso central, sobre todo en pacientes debilitados o
inmunodeprimidos, como los que padecen cáncer, ocasionando una grave encefalitis.
El tratamiento precoz puede prevenir la muerte o las graves secuelas cerebrales.

HERPES ZOSTER. Recurrencia del virus de la varicela-zoster, que no fue erradicado


en su totalidad por el sistema inmune durante la varicela infantil y quedó acantonado
en los ganglios nerviosos; ante situaciones de inmunodeficiencia el virus se reactiva y
ocasiona la infección conocida como herpes zoster o zona. La piel inervada por el
nervio que contiene el virus sufre una erupción de vesículas, acompañada de intenso
dolor y alteraciones de la sensibilidad. Al principio las vesículas están rellenas de
líquido claro, después se enturbia y por último se rompen y forman costras que se secan
después de 5-10 días.

El dolor producido por el herpes virus zoster puede ser intenso y durar varias semanas.
Tras la recuperación, puede persistir una neuralgia en el área afectada. El tratamiento
en dosis altas puede disminuir los síntomas, y además debe aplicarse un tratamiento
analgésico correcto. Los casos graves pueden tratarse con corticoides (cortisona). La
neuralgia persistente se puede tratar con bloqueo del tronco nervioso o con cirugía.

En pacientes sometidos a quimioterapia por enfermedades neoplásicas el desarrollo de


un herpes zoster puede ser mortal. En Japón se ensayan vacunas para niños tratados por
leucemia; los resultados preliminares parecen esperanzadores.

La infección herpética del ojo, llamada queratitis dendrítica, puede lesionar la córnea
de un modo irreversible. JENNY

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