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Sesión No. 3
Materiales: Cirio, cerillos, mesa, globos, plumones, velas para los que no traigan, CD,
flechas de fomi con palabras positivas, plastipega, figura de barro.
Con anticipación pegar en una pared flechas enlazando un mensaje con palabras positivas
para la dinámica final.
Inicio
¿Qué es lo que Dios les regaló esta semana?
¿A dónde colocaron su corazón?
¿Quién se ha atrevido a decirle palabras dulces o de aliento a su corazón?
Monitoreo
Repartirles un globo, inflarlo, hacer un nudo tenue, e ir anotando las respuestas sobre el
globo.
¿Si estuviera él/ella aquí que le dirías?...
¿Qué es lo que realmente perdiste?...
¿Esta pérdida como la puedes transformar para obtener una ganancia?...
¿Qué vas a hacer con esos sueños que no se pudieron realizar?...
Dinámica: “Obstáculos”.
Pedir a todos/as los/las integrantes que se pongan de pie con un globo en las manos, siendo
el momento indicado para que los monitores(as) pongan las sillas como obstáculo y al son
de la música jugar y bailar con el globo y al apagar la música sentarse en el lugar más
cercano.
Es cierto perdimos, pero también ganamos. Ahora debemos acercarnos a Jesús para
conocerlo y ayudarle a cargar esa cruz y esa corona de espinas, iniciando por un camino tal
vez cansado pero con grandes resultados.
1
Elegir acciones de las flechas para trabajarlas durante la semana, que nos permitan hacer
retos para alcanzar nuestras metas propuestas y anotémoslas en nuestra libreta para
recordarlas.
Regresar a su lugar poniendo las sillas en semicírculo pegadas a la pared, apagar celulares,
colocar sobre la silla solo la vela, guardando debajo de la silla todo lo que traigamos.
Sensibilización
Hagamos tres respiraciones.
El reconocer frente a ésta luz divina que nosotros/as también fallamos (cirio).
Mostrar una figura de barro de una casa o un sol.
Tal vez vivimos en un hogar o tan solo en una casa donde la llenamos de ilusión, sueños y
fantasías, que no llegaron a cumplirse pero reconozcamos juntos/as esos errores:
Nos dedicamos a dar sin cuidar nuestro interior.
Nos desgastamos trabajando tiempo extra sin delegar obligaciones.
¿Qué más errores cometimos? (involucrar a los integrantes que aporten diversas opiniones).
Idolatramos a nuestro/a esposo/a casi como un “dios”, gran error de nuestra parte.
De repente ese matrimonio empezó a temblar, todo se terminó y se quebró (lanzar el objeto
de barro al suelo).
Aquí ya no hay matrimonio, solo una familia desquebrajada, donde cada quien por su lado
pide auxilio. Viviendo una verdadera oscuridad (apagar las luces).
Claro, en esta terrible oscuridad no sabemos a dónde ir pues solo sentimos: soledad,
tristeza, ansiedad, desesperación, ira, coraje, desamor, desasosiego, etc.
SEÑOR JESÚS, TU QUE VERDADERAMENTE SUFRISTE AYUDANOS POR FAVOR.
SOMOS HOMBRES (MUJERES) QUE TENEMOS EL CORAZÓN DESTROZADO,
HEMOS SUFRIDO Y TENEMOS DOLOR, DINOS QUE PODEMOS HACER.
Aquí está la respuesta, esta pequeña lucecita nos va a salvar. Invito a todos (as) ustedes a
que encendamos nuestra vela, cada uno (a) en completo silencio.
Oración
Cantemos juntos/as lo más fuerte posible
Karaoke “ALFARERO”.
Compromiso
Durante la semana hagamos oración todos los días con esa luz prendida que sin duda nos
conducirá hacia Dios, leamos las lecturas correspondientes a ésta sesión, subrayando lo que
más nos llama la atención, y haciendo anotaciones.
Recordar que debemos esforzarnos para realizar acciones que permitan alcanzar la meta de
la flecha.
2
REFLEXIONES
He aquí una pregunta sin respuesta precisa, pues el tiempo durante el que ha de guardarse el
duelo depende de cada individuo y de un conjunto de factores que las preguntas siguientes
nos ayudarán a identificar:
Desde luego, el tiempo atenúa el sufrimiento. Algunos dirán que nunca concluye el duelo
por un ser muy querido. En las sociedades tradicionales se habla de nueve meses, el tiempo
de una gestación. Yo creo que el duelo serio se ha de guardar al menos durante dos años.
La duración del duelo es importante, pero más importante aún es la utilización apropiada y
eficaz de dicho tiempo.
Solo muy recientemente, los que se preocupan por el alma humana han empezado a mostrar
interés por el desarrollo el duelo, vieja palabra que significa “dolor”, “pena”. Algunas
civilizaciones antiguas ya lo hacían a su modo. Inventaron rituales que permitían vivir
sanamente una separación o una pérdida afectiva. En nuestras sociedades modernas, nos
hace falta redescubrir la manera de vivir un duelo y de superarlo.
3
Es lo que los profesionales del duelo han empezado ya a hacer. Ofrecen diversos modelos
para superar un duelo. Por mi parte, tanto mi experiencia clínica cómo mis investigaciones
me han llevado a construir mi propio modelo en ocho etapas, que les presento a
continuación cómo diferentes puntos de referencia que me permiten seguir la evolución de
un duelo.
Acabamos de constatar hasta qué punto las partes divididas de ti mismo pueden discutir
entre sí y alterarse después de una desdicha.
4
En la intimidad de tu cuarto, aprieta una almohada contra tu vientre, y si sientes la
necesidad, comienza a mecerte como lo hacen los niños.
Me siento bien
Me siento mal
Me siento bien
Me siento mal
Si constatas una regresión, no te desanimes, pues un nuevo impulso hacia la salud está a
punto de empezar. Poco a poco constatarás que los bajos se hacen menos profundos y
menos frecuentes.
5
La angustia afloja ya el nudo alrededor de tu nuca y de tu vientre. Respiras cada vez mejor.
¡Uf! Hace bien.
Es ser capaz
de vivir solo sin sentirse aislado.
Por cierto tiempo todavía, puedes esperar tener altibajos en tu vida emocional.
Los fines de semana, los cumpleaños, los días de fiesta, un paisaje, un lugar, un
acontecimiento, una melodía, y ya estás de nuevo sumido en la aflicción. Si te sientes capaz
de ello, sería saludable permanecer en estos estados de ánimo, por más dolorosos que sean,
para dejarlos que desaparezcan poco a poco. Si no sientes tener la fuerza, pon los medios
para dejarte invadir y agobiar inútilmente. Una buena manera sería que buscaras distraerte,
pues es a veces prudente tomar un descanso de duelo.
6
Mi barco avanzaba en aguas tranquilas,
navegaba a la buena de Dios sin problemas.
De repente, es sorprendido por una
borrasca imprevista,
que cambia de curso y amenaza con volcarlo.
Las velas se defienden desesperadamente,
los obenques vibran con riesgo de reventarse;
el casco se inclina peligrosamente
sobre las aguas:
he perdido el control de mi barco.
Ya no soy el capitán de abordo.
Mi barco ya no responde a mis maniobras.
Ebrio bajo la ola sin rumbo.
mi barco rueda, titubea, anda a la deriva;
salta sin horizonte preciso.
Desesperado, lucho por no soltar el timón;
Después de unos momentos de angustia,
el viento se deja domar;
ése mismo que quería arrojarme al mar
hincha ahora las velas y me conduce
al tranquilo puerto.