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Adyashanti

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Adyashanti

Adyashanti en 2013

Nacido Steven Gray

1962 (edad 54-55)

Cupertino, California , Estados Unidos

Ocupación Autor, maestro espiritual

Sitio web adyashanti .org

Adyashanti ( / ˌ ɑː d ə n t i / , / ˌ य dʒ - / ; palabra sánscrita ययययय ययययययय que


significa "paz primordial"; nació Steven Gray en 1962) es un maestro espiritual
estadounidense y autor de San Francisco Bay Area ofrece charlas, cursos de estudio en
línea y retiros en los Estados Unidos y en el extranjero. Es autor de numerosos libros, CD
y DVD y, junto con su esposa Mukti, es el fundador de Open Gate Sangha, Inc., una
organización sin fines de lucro establecida en 1996 que respalda y pone a disposición sus
enseñanzas.

Contenido
[hide]

 1vida
 2puerta abierta Sangha
 3estudiantes invitados a enseñar
 4Bibliografía
 5referencias
 6Lectura adicional
 7Enlaces externos

Vida [ editar ]
En sus 20 años, Gray estudió budismo zen bajo la guía de su maestro Zen Arvis Joen Justi
durante catorce años. [1] Justi era un estudiante de Taizan Maezumi Roshi del Centro Zen
de Los Ángeles . Grey fue enviado regularmente por Arvis a retiros de sesshin Zen, donde
también estudió con Jakusho Kwong Roshi del Sonoma Mountain Zen Center . A los 25
años comenzó a experimentar una serie de despertares espirituales
transformadores. Mientras estaba sentado solo en su cojín, Gray tuvo un kensho clásico, o
experiencia de despertar, en el que "penetró en el vacío de todas las cosas y se dio cuenta
de que el Buda que había estado persiguiendo era lo que yo era". [2] Además de sus horas-
largas meditaciones y oraciones, también estudió libros sobre místicos cristianos y los
Evangelios. [3]
Durante los siguientes años, continuó su práctica de meditación mientras trabajaba en la
tienda de máquinas de su padre. Además de sentarse, pasó muchas horas en cafeterías
escribiendo respuestas a preguntas que espontáneamente le llegaron. Finalmente, a los
31, Gray tuvo una experiencia de despertar que puso a descansar todas sus preguntas y
dudas. En 1996, fue invitado a enseñar por Arvis Joen Justi. [1] Primero comenzó a dar
charlas en pequeñas reuniones, en una habitación encima del garaje de su tía, que creció
durante años y cambió su nombre a "Adyashanti", un término sánscrito para "paz
primordial". Las conversaciones de Adyashanti se centran en despertar y encarnar el
despertar.Él minimiza la afiliación con Zen. "La Verdad que señalo no está confinada
dentro de ningún punto de vista religioso, sistema de creencias o doctrina, sino que está
abierta a todos y se encuentra dentro de todo". [ Cita requerida ] Es autor de libros, como El
Impacto del Despertar , Vacío Dancing , My Secret is Silence , True Meditation y The End
of Your World , además de producir grabaciones de audio y video. [2] [4]
En abril de 2014, apareció en una entrevista con Oprah Winfrey en un episodio de Super
Soul Sunday . [3] [5]
En la actualidad, vive en el área de la bahía, con su esposa Mukti. [2]

Open Gate Sangha [ editar ]


Sangha es un término usado en varios idiomas derivados de sánscrito de la India para
referirse a una "asamblea" espiritual o comunidad, tradicionalmente monástica, pero su
uso varía. Adyashanti fundó Open Gate Sangha, Inc. en 1996 cuando comenzó a
enseñar. Esta sangha se refiere tanto a la organización misma como a su comunidad
estudiantil en general. La organización cuenta con un pequeño equipo, así como muchos
voluntarios, y ayuda a coordinar el horario de enseñanza y viaje de Adya (como lo llaman
sus alumnos). También produce material de audio, visual y escrito para su publicación.
Algunas veces al año, la organización también realiza retiros, incluido un retiro de
meditación silenciosa de seis días. [6]

Estudiantes invitados a enseñar [ edit ]


Adyashanti, al igual que su maestro, ha invitado a varios de sus alumnos a "compartir
el Dharma ", lo que significa enseñar de forma independiente a otros estudiantes. [7] Se
considera que un alumno es apto para enseñar una vez que alcanza lo que Adyashanti
considera una madurez espiritual adecuada.

Bibliografía [ editar ]
 Adyashanti (2002). El impacto del despertar: fragmentos de las enseñanzas de
Adyashanti . Open Gate Publishing. ISBN 978-0-9717036-0-5 .
 Adyashanti (2003). Mi secreto es silencio: poesía y refranes de Adyashanti . Abra
Gates Publishing. ISBN 978-0-9717036-1-2 .
 Adyashanti (2009). Vacío bailando Suena cierto . ISBN 978-1591794592 .
 Adyashanti (2009). El fin de tu mundo: charla directa sin censura sobre la naturaleza
de la iluminación . Suena cierto. ISBN 978-1-59179-963-4 .
 Adyashanti (2010). Meditación verdadera: descubre la libertad de la conciencia
pura . Suena cierto. ISBN 978-1591794677 .
 Adyashanti (2011). Cayendo en gracia: ideas sobre el final del sufrimiento . Suena
cierto. ISBN 978-1-60407-087-3 .
 Adyashanti (2012). El camino de la liberación Open Gate Sangha. ISBN 978-1-
937195-17-5 .
 Adyashanti (2014). Resucitar a Jesús: personificando el espíritu de un místico
revolucionario . Suena cierto. ISBN 978-1-62203-094-1 .

Referencias [ editar ]
1. ^ Jump up to:a b Filaber, David (mayo de 2013). Transforma tu vida con la meditación: las
vidas y los legados de los mejores maestros de
meditación . AuthorHouse. pag. 50. ISBN 978-1-4817-8789-5 .
2. ^ Jump up to:a b c Luc Saunders; Sy Safransky (diciembre de 2007). "¿Quién oye este
sonido?" . El sol Consultado el 8 de mayo de 2013 .
3. ^ Jump up to:a b Capretto, Lisa. "Autor espiritual Adyashanti comparte su visión de Jesús, el
hombre" . Huffington Post . Consultado el 2014-04-21 .
4. Jump up^ "Adyashanti" . Instituto Omega . Consultado el 8 de mayo de 2013 .
5. Jump up^ "Primer vistazo: Oprah y autor Adyashanti" . Oprah. Abril de 2014 . Consultado
el 2014-04-21 .
6. Jump up^ Claire Hoffman (21 de abril de 2008). "Sobre la fe: una semana de
silencio" . Washington Post . Consultado el 8 de mayo de 2013 .
7. Jump up^ Open Gate Sangha - Recursos adyashanti.org. Recuperado el 4 de octubre de
2012.

Lectura adicional [ editar ]


 Ardagh, Arjuna (2005). La Revolución Translúcida: cómo la gente te gusta, te estás
despertando y cambiando el mundo . Biblioteca del Nuevo Mundo. pp. 102-
105. ISBN 978-1-57731-468-4 .
 Lumiere, Lynn Marie; Lumiere-Wins, John (2003). The Awakening West:
Conversaciones con los nuevos líderes espirituales occidentales de hoy . Viento
justo. pp. 190-208.ISBN 978-1-59233-010-2 .
 Saunders, Luc; Safransky, Sy (diciembre de 2007). "¿Quién escucha este sonido?
Adyashanti al despertar del sueño de" Yo " " . The Sun (384) . Obtenido el 7 de
diciembre de 2011 .
 Starr, Bernard (2007). Escape de su propia prisión: por qué necesitamos espiritualidad
y psicología para ser verdaderamente libres . Rowman y Littlefield. pp.
201ff. ISBN 978-0-7425-5839-7 .

Adyashanti
Adyashanti (cuyo nombre significa "paz primordial"), nació en 1962 como
Steven Gray, estudió Zen durante 14 años bajo la guía de su maestra Zen, Arvis
Joen Justi. Justi era un estudiante de Taizan Maezumi Roshi del Centro Zen de
Los Angeles. Arvis enviaba regulamente a Gray (Adyashanti) a hacer sesshins
(periodos intensivos de meditación zazen) en el Centro Zen de San Francisco,
donde también estudiaba Zen bajo la dirección de Jakusho Kwong Roshi. A la
edad de 25 años comenzó a experimentar una serie de transformaciones de
despertares espirituales.
Adya empezó a enseñar en 1996 respondiendo a la petición de la maestra zen
con la que llevaba estudiando catorce años. Su estilo de enseñanza (también
conocido como satsang) es directa, espontánea y no-dual que ha sido comparada
con la de los antiguos maestros Zen y sabios advaita (no-dualidad) de la India,
sintiéndose afín a Nisargadatta Maharaj. Sus retiros son una mezcla de
meditación silenciosa, enseñanzas del drama y conversaciones con sus
estudiantes, y se centran en la disolución y reconstrucción de la identidad
personal. En todo este tiempo muchos buscadores espirituales han despertado a
su verdadera naturaleza en compañía de Adyashanti.
Sus enseñanzas son una invitación abierta para detenerse, investigar y reconocer
lo que es verdadero y liberador en el centro de toda la existencia.
"Si filtras mis palabras a través de cualquier tradición o "ismo", te
perderás lo que digo. La verdad liberadora no es estática; está viva. No
puede ser conceptualizada y comprendida por la mente. La verdad está
más allá de todas las formas de fundamentalismo conceptual. Lo que
eres es el más allá, despierto y presente, ya aquí y ahora. Simplemente
te ayudo a darte cuenta de ello."
"El propósito de mi enseñanza es la iluminación, despertar de la ilusión
del estado de separación para alcanzar la realidad del Uno. En pocas
palabras, lo que pretendo es que comprendas lo que eres. Es posible
que también descubras otros elementos en esta enseñanza, los cuales
surgen simplemente como respuesta a las necesidades concretas de los
demás en un determinado momentos; pero, básicamente, lo único que
me interesa es que te despiertes."

Adyashanti reside en California con su esposa, Mukti, Profesora Asociada del


Open Gate Sangha. Él enseña en el área de la bahía de San Francisco,
ofreciendo satsangs, retiros intensivos de fin de semana y retiros de silencio.
También viaja para enseñar en otras zonas de Estados Unidos y Canadá.

Adyashanti, un maestro extraordinario


por Bonnie Greenwell De la introducción al libro de Adyashanti: LA DANZA
DEL VACÍO

El amor no sigue ninguna agenda.


Se mueve porque obedece a su naturaleza: el movimiento.
Estas palabras reflejan la esencia de las charlas del maestro espiritual
Adyashanti sobre la naturaleza del despertar espiritual. Adyashanti ofrece su
enseñanza a través de encuentros semanales, de seminarios intensivos de fin de
semana y de retiros. Este libro es una colección de algunas de sus
extraordinarias charlas- la selección de los temas tratados responde a criterios de
consistencia y valor, y comprende cuestiones que sus estudiantes han
considerado importantes.

El propósito de lo que hago, y de lo que te trae aquí, es obtener una experiencia


directa de lo que tú eres, dice Adyashanti. ¿Cómo quieres saber qué es la
iluminación, si ni siquiera sabes quién eres? A través de su excepcional
transmisión de Verdad y de libertad, Adyashanti ofrece a sus estudiantes unas
orientaciones en pos de la conquista de este descubrimiento: la realización de su
verdadera naturaleza.

Adyashanti
Adyashanti nació en 1962 en Cupertino, California, una pequeña ciudad de la
bahía de San Francisco, y le llamaron Stephen Gray. Por los relatos que ha
compartido está claro que disfrutó de una infancia feliz, y de una alegre familia
numerosa compuesta por dos hermanas, cuatro abuelos y otros cuantos parientes
más. A uno de sus abuelos le encantaba realizar danzas ceremoniales nativo-
americanas cuando Adyashanti le visitaba con sus primos. En la adolescencia y
los primeros años de su juventud Adyashanti competía en carreras ciclistas, pero
a la edad de diecinueve años se topó con la palabra iluminación en un libro y le
invadió un ferviente anhelo por conocer la Verdad suprema. Comenzó a
formarse bajo la tutela de dos maestros: Arvis Justi, discípula de Taizan
Maezumi Roshi, y Jakusho Kwong Roshi, discípulo de Suzuki Roshi.

Adyashanti practicó intensamente la meditación zen durante quince años y,


según cuenta, estuvo al límite de la desesperación antes de despertar,
finalmente, tras una serie de profundas visiones sobre su verdadera naturaleza;
dichas visiones le permitieron desapegarse de toda identidad personal. Su
maestra, Arvis Justi, le pidió que enseñara el dharma en el año 1996. Lo que
empezó en forma de pequeñas reuniones semanales, se transformó en pocos
años en multitudinarias charlas semanales sobre el dharma a cientos de
estudiantes. Dharma es la palabra utilizada en budismo para la verdad suprema,
la naturaleza subyacente de todos los fenómenos físicos y mentales: el
verdadero destino espiritual de todos los seres. Las enseñanzas del dharma son
ofrecidas por una persona que vive en esta verdad, y su realización tiene que
haber sido reconocida claramente por un linaje de maestros que se retrotrae
hasta el propio Buda.
Adya, así le llaman sus estudiantes, es un hombre delgado y elegante, y lleva la
cabeza rapada. Tiene una presencia cálida y un enorme don para la claridad y la
empatía. Sus estudiantes sienten a menudo que la mirada fija de sus grandes
ojos azules, casi transparentes, penetra sus corazones y desarma sus mentes.
Tiene un estilo de enseñanza sincero y directo, exento de jerga zen, aunque lleno
de enriquecedoras orientaciones hacia la verdad universal. En los años que han
transcurrido desde que diera su primera lección, muchos estudiantes han
experimentado despertares gracias a las revelaciones de sus enseñanzas y a la
transmisión obtenida en sus retiros y sus sesiones de satsang.

Un maestro extraordinario
El estilo de enseñanza de Adya (estilo también conocido como satsang) ha sido
comparado al de algunos maestros chinos del primer Chan (zen) y al de los
maestros indios del Vedanta Advaita (no-dualidad). Él se siente muy afín al
último sabio del Advaita, Nisargadatta Maharaj, así como a otros maestros
iluminados de tradiciones orientales y occidentales. Aunque sus retiros son una
mezcla de meditación silenciosa, enseñanzas del dharma y conversaciones con
sus estudiantes, no se centra en el desarrollo de prácticas espirituales para llegar
a despertar, sino en la disolución y deconstrucción de la identidad personal.

Al igual que muchos de sus estudiantes, yo también experimenté un poderoso


despertar en la presencia de Adyashanti. A pesar de que había dejado de
interesarme por la idea de un maestro años antes de conocernos, y aunque había
dejado de buscarlo, ese despertar me hizo ver que él era mi maestro. Entonces
descubrí que un maestro/guía puede indicar a la mente la puerta de salida y abrir
el corazón al amor y al radiante vacío que subyace a la existencia.

Es una experiencia extraordinaria, profunda e indescriptible, que anula todo


interés adicional en la búsqueda espiritual. Aquellos que tienen esta experiencia
permanecen conectados a un lugar extraordinariamente sencillo, tranquilo y
abierto de su interior. Yo había estudiado seriamente las enseñanzas espirituales
orientales de varias tradiciones y había sido profesora y terapeuta de buscadores
espirituales; sin embargo, hasta que no descubrí a este maestro, el maestro que
me hacía vibrar, no vi con claridad el poder de la extraordinaria relación entre
estudiante y maestro. Me siento profundamente agradecida por este afortunado
encuentro.

Adya ejemplifica las infinitas posibilidades de una vida espiritual realizada, así
como la sencillez de lo ordinario. A mi parecer, él vive en la plenitud del vacío
y la libertad, demostrando la relación dinámica que existe entre la fuente y la
espontaneidad, entre el corazón y el humor, apreciando los aspectos formales y
no formales de la existencia.

Las lecciones de este libro (La Danza del Vacío)


Esta colección de lecciones nace de cientos de conferencias ofrecidas por Adya
en encuentros de satsang, en intensivos de fin de semana y en retiros realizados
entre 1996 y 2002. Al hacerlas públicas, este libro persigue dos objetivos:
acercar a sus estudiantes, de un modo permanente, las sugerencias, el amor y la
transmisión que ofrecen, y poder llegar a muchas otras personas que no tienen la
posibilidad de conocerle directamente.

Estas charlas tratan los principales problemas que afrontan los estudiantes que
empiezan a investigar, con la ayuda de un maestro iluminado, la naturaleza del
despertar, de la liberación y de la encarnación, y por esta razón fueron
seleccionadas entre el total. También describen algunas de las experiencias
personales del despertar de Adya e ilustran el mundo de experiencia que queda
abierto ante el iluminado, compuesto por cualidades como la inocencia, la
apertura, el amor, la impermanencia, la armonía, la paz, la profundidad y la
libertad. Sus palabras, que son una deliciosa reflexión de la verdad que surge del
profundo silencio interior, resuenan en nuestro corazón porque expresan lo que
en verdad somos. Son verdad dirigiéndose a la verdad, la fuente
autorrevelándose el misterio.

Esta resonancia tiene la capacidad de romper nuestros patrones habituales de


pensamiento y de reacción emocional, y sirve para acabar con el trance del ego,
permitiéndonos entrever la realidad subyacente de nuestra vida. Al liberarnos de
las ilusiones mentales, estas percepciones pueden dejar nuestro mundo patas
arriba, literalmente. Esta apertura revela una forma de vivir completamente
nueva , vibrante y libre, como expresa la vida de este maestro y las vidas de
muchos de sus estudiantes.

Por más que lo intentemos, nadie sabe influir en los acontecimientos. Esto nos
genera sufrimiento y sorpresa en la vida cotidiana, pero se transforma en gracia
en la vida espiritual. Cuando somos capaces de descansar en el no saber, que es
la verdad profunda de nuestro ser en cada momento, permitimos que lo
espontáneo salga a la luz para despertarnos. Una y otra vez, Adya les pide a sus
estudiantes que no se enganchen a ningún concepto, que no crean nada de lo que
les diga y que no se aferren a ninguna experiencia.

Al ofrecer una mayor comprensión intelectual, los maestros espirituales pueden


tranquilizar la mente, pero cuando la conciencia se mueve por la sinceridad de
su ser y de sus palabras, esa conciencia tiene la capacidad de encender el fuego
del corazón y dirigir la atención hacia la realización del Ser. En último término,
todos debemos interiorizarnos para descubrir la conexión directa con la Verdad.
Un maestro podrá orientarnos, ofreciéndonos herramientas para el viaje y
estimulando nuestra interiorización por medio de su presencia, pero en el acto
final los conceptos desaparecen y todo deja de tener sentido. Tú eres el camino,
y el camino se mueve, dedicándose de lleno a autodescubrirse. Te despertará a
tu verdadera naturaleza. Cuando nos sentamos en silencio tenemos la única
obligación de permitir que la conciencia surja de forma natural. El verdadero
maestro es aquel que conoce esto a fondo. Vivir esta verdad implica el final del
sufrimiento.

Una ofrenda para la comunidad


Según la tradición budista, el Buda (todo lo que existe), el Dharma (las verdades
de la vida o las enseñanzas) y el Sangha (la comunidad espiritual) son los Tres
Refugios que sostienen el proceso transformador de la realización espiritual.
Aunque un maestro ofrezca la presencia viva de la verdad y nos brinde sus
enseñanzas, no podrá proporcionar la comunidad ni llevar a cabo el trabajo
implícito en la organización de docenas de encuentros y de retiros anuales.
Paralelamente al aumento de trabajo de Adyashanti se ha ido desarrollando un
sangha, y así ha ido creciendo el número de personas que están descubriendo su
capacidad de ser libres. Al referirse a su relación con este sangha, Adyashanti
dice que es como ir en tren sin saber el destino, pues no persigue ningún
objetivo en concreto ni responde a ninguna intención estructurada. La
conciencia o espíritu simplemente responde a través de él a lo que vaya
surgiendo en la comunidad.

La comunidad cuenta con muchas personas comprometidas que han invertido


innumerables horas en grabar y transcribir las cintas seleccionadas para este
libro, en elaborar y enviar miles de boletines y libros, en organizar y presentar
eventos, en responder a llamadas y a correos electrónicos y en realizar la
infinidad de tareas que permiten la pervivencia del Open Gate Sangha como
organización no lucrativa.

Este libro existe gracias a la dedicación de todos los que llevaron a cabo este
trabajo...

Bonnie Greenwell,
editora

Fuente: Adyashanti, La Danza del Vacío (Gaia Ediciones, 2008)

"Meditar no es suficiente... lo que importa


es la actitud"
Extracto de una entrevista de Tami Simon,
hablando con Adyashanti

La entrevista que sigue fue realizada después de mi primer retiro de cinco días con
Adyashanti, durante el cual descubrí este radical método de meditar.
Tami Simon: Aunque tú enseñes según tu propio método, basado en tus
descubrimientos sobre la Meditación Auténtica y en tus experimentos de
escritura, ¿te sientes parte de algún linaje? ¿Tienes la sensación de haber
heredado el linaje de tu maestra?
Adya: En realidad, sí, mucho. Ella ocupa un lugar muy profundo en mi corazón
y, en gran medida, me siento parte de su linaje.
Mi maestra solía contar una historia sobre la primera vez que se había sentado a
enseñar. No había aparecido nadie, por supuesto, pero ella se sentó en su cuatro
de estar y siguió sentándose ahí todos los domingos por la mañana. Y alguien
llegó a decirle en una ocasión: "Vaya, debe de haber resultado muy solitario,
habrá sido duro". A lo que ella contestó: "No lo fue. Cada vez que me sentaba
ahí podía sentir y, prácticamente, ver a todos los miembros que habían formado
parte del linaje. Podía sentirlo". Y recuerdo haber experimentado lo mismo
cuando me senté a dar mi primer retiro. Me sentía como si fuese la punta del
iceberg de este linaje tan larguísimo de seres que, respondiendo a su compasión,
hacen lo posible por seguir transmitiendo esto. Yo siento muy de cerca la
transmisión que obtuve de ella, no sólo la transmisión del despertar, sino la
trasmisión de su increíble integridad como ser humano. Es casi como si se me
hubiese metido dentro de una forma energética. Ella poseía una gran integridad
y tenía, también, una enorme gracia. No fingía nunca; no había nada falso en
ella, de ninguna forma. Tardé muchos años en ver que, lentamente, había ido
heredando la comprensión de esa integridad. Yo no tengo tanta gracia como
ella, pero una parte de mi cuerpo se siente prácticamente igual que su integridad,
se siente energéticamente como ella. Eso fue, probablemente, su transmisión
más importante.
TS: ¿Te preocupa que el camino que te condujo donde te encuentras no sea el
camino que enseñas?
Adya: No, no me preocupa en absoluto. El camino que estoy enseñando es en
gran medida el camino que me trajo donde me encuentro. Cuando dirijo un
retiro, siempre pasamos cinco o seis días en meditación silenciosa. Pero yo
descubrí que mi espiritualidad realmente empezaba a despegar cuando no
confiaba exclusivamente en la práctica meditativa. Aunque seguí meditando, en
un determinado momento di un giro fundamental y dejé de confiar
unilateralmente en la práctica. Veía que, en mi caso, la meditación en sí y por sí
misma no funcionaba. No la rechacé totalmente, pero empecé a percibir otro
elemento: la indagación. Empecé a cuestionarme fundamentalmente casi todo.
Empecé a observar las cosas con mucha profundidad, con mucha intensidad.
Después, por supuesto, la parte del despertar es siempre espontánea. No existe
ningún abecé sobre cómo despertar. Pero al mirar atrás vi estas dos cosas:
quietud y silencio, y la habilidad de ser implacablemente honesto conmigo
mismo, la habilidad de no engañarme, de no decirme que sabía algo que no
sabía, de seguir con mi línea de indagación. Al cabo de un tiempo estos dos
enfoques juntos conformaron mi camino espiritual. Y lo que yo enseño es la
combinación de estas dos cosas.
TS: En ese sentido, ¿estás enseñando un camino?
Adya: Por supuesto. Un camino sin camino [risas]. Pero sí, podría decirse que es
un camino. No es un camino del tipo de "uno más dos son tres", ni "limítate a
seguir andando y llegarás a la cima de la montaña". No es un camino en ese
sentido. No es un camino que te dé la sensación de estar progresando. Es una
forma de estar con la experiencia. Es una forma de estar con uno mismo que, en
realidad, deconstruye al yo personal. Aunque no lo sepas, aunque no seas
consciente, el camino te va deconstruyendo. El silencio te deconstruye, pero
esto no es suficiente para casi nadie. Meditar no es suficiente. Contamos con
esta otra parte activa de deconstrucción, que es la pregunta y la indagación
directa.
TS: En tus retiros a menudo propones a la gente la indagación a partir de la
pregunta "¿qué soy yo?" . Nunca había oído esa sugerencia antes. La mayoría de
la gente que enseña indagación propone a los estudiantes la pregunta "¿quién
soy yo?".
Adya: "¿Quién soy yo?" nunca me funcionó a mí. Aunque funcione para
algunas personas, "¿quién soy yo?" implicaba, para mí, una entidad. "¿Qué soy
yo?" me parece una pregunta más abierta.
TS: ¿Y no te preocupa que la gente vaya a tus retiros y no se siente derecha
durante los periodos de meditación silenciosa? Tengo curiosidad al respecto,
pues va en contra de casi toda la formación que he recibido.
Adya: También va en contra de casi toda la formación que yo he recibido.
TS: ¿Entonces por qué no te preocupa? ¿No conviene sentarse para estar abierto
y alerta y para que las vías energéticas del cuerpo puedan fluir libremente?
Adya: En realidad no [risas]. Lo digo porque he visto que mucha gente se ha
despertado sin tener una postura erguida [risas]. Y yo siempre utilizo lo que veo,
mi experiencia directa. ¿Hay que sentarse en la posición de loto para poder
despertar, hay que mantener la columna vertebral erguida? No. La simple
observación, el mero hecho de ver lo que realmente ocurre, en lugar de escuchar
lo que diga cualquier tradición, me ha dejado claro que para despertar no se
necesita nada de eso. ¿Sirve de algo sentarse con la columna derecha?
Evidentemente, sirve para algunas cosas. Puede abrir determinadas vías, como
has mencionado, y hay posturas que, en sí mismas, son más abiertas. Eso es
cierto, por supuesto. Pero mi pasado zen me dio la oportunidad de descubrir que
muchas personas se concentraban tan intensamente en la postura correcta que
aunque se sentaran en una postura muy abierta (postura de loto con las manos en
el mudra correcto), aunque todo estuviera bien externamente, su actitud interna
era muy tensa y estaba muy cerrada. Como hemos visto, lo que importa es la
actitud. Si la actitud y la postura son uno, entonces funciona. Pero cuando
ponemos demasiado énfasis en la postura, aunque ésta sea la correcta, en
muchas ocasiones la actitud no estará abierta. Y la actitud interna es la que
contiene todo el poder. Hay una enseñanza que dice que la postura correcta dará
paso a la actitud correcta, pero no es así. Al menos para mucha gente.
[...]
TS: ¿Qué le dirías a alguien que se siente parcialmente sincero en su búsqueda
de la verdad, pero que a la vez se siente parcialmente insincero?
Adya: Creo que la mayoría se siente así cuando se mete a fondo en la cuestión.
Tienen esa sensación de división. Normalmente les propongo que miren en su
interior y que lleven a cabo una indagación profunda, una indagación abierta en
lo que quieren de verdad. Les pido que no supongan nada de lo que quieren. Y
suelo decirles que no construyan lo que creen que deberían querer ni lo que les
haya dicho ningún maestro sobre lo que deberían querer. Observa realmente lo
que tú quieres de verdad, realmente.
Esta indagación sólo la podrás llevar a cabo si no tienes ningún "debería", si no
tienes ideas preconcebidas sobre lo que deberías querer. Cuando hablo de
integridad me refiero a esto: a la voluntad de averiguarlo realmente por ti
mismo. Y lo que he descubierto es que si alguien observa de verdad y se
involucra en esta investigación, en observar lo que realmente quiere, esta
indagación podrá llevarle a un lugar mucho más unificado. Le llevará allí de un
modo natural. Y para mí esto es mucho mejor que intentar llegar a un lugar
mediante la disciplina, pues la gente ha oído esa clase de enseñanzas (debes
desear el despertar más que ninguna otra cosa), y es cierto, pero hasta que
llegues ahí no puedes fingir tu camino, no puedes hacer como si hubieras
llegado. Y, en realidad, creo que muchas personas lo están haciendo: escuchan
las enseñanzas y después fingen estar en un lugar en el que no están.

Mi forma de enseñar es totalmente diferente. Porque sé que si las personas


observan su interior profundamente, encontrarán que realmente desean la verdad
auténtica. Sé que si observan su interior durante suficiente tiempo, eso es lo que
descubrirán. Porque es la base de su ser. También es el núcleo de su ego.
Incluso el ego, en lo más profundo, desea la verdad.

[...]
TS: Te he oído decir que no crees que el despertar (definido como un cambio
fundamental de identidad, que se aparta de la personalidad y se sumerge en la
propia conciencia) sea realmente tan raro. Y que, de hecho, creer que el
despertar es raro implica en sí mismo un obstáculo frente al despertar. ¿No crees
que el despertar es poco frecuente?
Adya: No.
TS: ¿Por qué crees que esta idea supone un obstáculo?
Adya: Porque casi todos tenemos la sensación de que no somos los elegidos. En
el fondo, la mayoría nos sentimos bastante ordinarios. Si, de forma consciente o
inconsciente, crees que el despertar es sólo para personas muy extraordinarias,
eso contradice por completo nuestra sensación interna. Esta idea es,
posiblemente, el impedimento más poderoso para poder despertar. Nuestros
ejemplos de despertares así lo ilustran. En las imágenes que tenemos de los
seres despiertos éstos aparecen escondidos detrás de halos, con el pelo largo y
batas flotantes, y si se dedican a algo en la vida, siempre es a enseñar, siempre
tienen discípulos, siempre cuentan con gente a sus pies. Éstas son las imágenes
que tenemos ahí fuera y, sin embargo, no es así. A nuestra mente le cuesta
mucho creer que la iluminación pueda surgir bajo el aspecto de tu abuela o de tu
tendera. El ser iluminado no tiene que parecer nada extraordinario. Algunos
seres iluminados son muy carismáticos. Pero ¿sabes qué? Algunos seres no
iluminados también son muy carismáticos. Pero estas imágenes realmente se
ponen en medio. El despertar no lleva implícito el hecho de volverse
extraordinario. En todo caso, lleva implícito el hecho de volverse ordinario.
Tiene que ver con lo que somos realmente.
TS: Entre otras cosas, creo que la gente piensa que el despertar es poco
frecuente porque lleva veinte o treinta años practicando y no ha llegado a los
grandes descubrimientos que tú describes, así que tienen cierto malhumor o
cinismo al respecto, y eso se une a la idea de que la iluminación debe de ser sólo
para unos pocos. Si no, la gente creería que tienen algo que no les funciona bien,
o que se han equivocado, de un modo o de otro.
Adya: Sí, su mente podría ir hacia ahí.
TS: O tal vez crean que el camino que están siguiendo no funciona.
Adya: ¡Vaya!, ésa es una idea mucho más peligrosa. Evidentemente, creo que
eso es lo que contribuyó a mi propio despertar. Yo no le eché la culpa al
camino, sino a mi relación con el camino. Por eso pretendo que la gente se
libere de su camino, que se relaje, que lo cuestione, que se abra un poco. No
tengas miedo a preguntar. Obsérvate y mira lo que no haya funcionado. Y ten el
coraje de cambiar, de seguir adelante cuando algo no funcione. Observa con
ojos inocentes, con ojos muy abiertos. Esa inocencia siempre está ahí. Es una
especie de milagro.

(Extracto de una entrevista - Noviembre 2004)

Fuente: Adyashanti. Meditación Auténtica (Gaia Ediciones, 2006)


¿Estás preparado para perder tu mundo?
Por Adyashanti

Hay un poema muy famoso escrito por el tercer patriarca Zen, Seng-ts'an,
llamado Ming Hsin-Hsin, que se traduce como Versos en una Mente de Fe. En
este poema Seng-ts'an escribe estas líneas: "No busques la verdad; solamente
deja de albergar opiniones". Este es un cambio de rumbo en la forma en que la
mayoría de la gente va a tratar de realizar la verdad absoluta. La mayoría de las
personas buscan la verdad, pero Seng-ts'an dice que no busques la verdad. Esto
suena muy extraño. ¿Cómo vas a encontrar la verdad si no la buscas? ¿Cómo
vas a encontrar la felicidad si no la buscas? ¿Cómo vas a encontrar a Dios si no
buscas a Dios? Todo el mundo parece estar buscando algo. En la espiritualidad
la búsqueda es algo muy honrado y respetado, y aquí viene Seng-ts'an diciendo
no buscar.

La razón por la que Seng-ts'an dice no buscar es porque la verdad, o la realidad,


no es algo objetivo. La verdad no es algo que está "ahí afuera". No es algo que
se encuentra como un objeto de percepción o como una experiencia temporal.
La realidad no está ni dentro ni fuera de ti. Tanto el "afuera" como el "adentro"
no es la cuestión. Ambos erran el blanco porque fuera y dentro son
construcciones conceptuales sin ninguna realidad inherente. Se trata
simplemente de puntos de referencia abstractos. Incluso palabras como "tú",
"usted", o "yo", "mí", no son más que puntos de referencia conceptual que
existen sólo en la mente. Tales conceptos pueden tener un valor práctico en la
vida diaria, pero cuando se asumen como ciertos distorsionan la percepción y
crean una realidad virtual, o lo que en el Oriente se llama el mundo del samsara.

Seng-ts'an era un viejo maestro zen astuto. Él veía las cosas a través del ojo de
la iluminación y era íntimamente consciente de cómo lo mente condicionada se
engaña a sí misma en búsquedas falsas y callejones sin salida. Él sabía que la
búsqueda de la verdad, o de la realidad, es tan tonto como un perro pensando
que debe perseguir su cola para alcanzar su cola. El perro ya tiene plena
posesión de su cola desde el principio. Además, una vez que el perro agarra la
cola, tendrá que soltarla para que funcione. Así que incluso si fueras a buscar la
verdad a través del entendimiento, tendrás que soltarla en algún momento para
que funcione. Pero aún así, cualquier verdad que se alcanzase a través del
entendimiento no es la verdad real, porque desde el principio esa verdad sería un
objeto y por lo tanto no es real.

Con el fin de buscar, primero debes tener una idea, un ideal, o una imagen, de lo
que estás buscando. Esa idea puede ni siquiera ser muy consciente o muy clara,
pero tiene que estar ahí para que la busques. Al ser una idea no puede ser real.
Es por eso que Seng-ts'an dice "solamente deja de albergar opiniones". Por
opiniones quiere decir ideas, ideales, creencias e imágenes, así como las
opiniones personales. Esto parece fácil, pero rara vez es tan fácil como parece.
Seng-ts'an no está diciendo que nunca debas tener pensamientos en tu cabeza,
está diciendo que no albergues pensamientos en tu cabeza. Albergar implica un
apego emocional y aferrarse a ello. Cuando albergas algo, le das un valor porque
crees que es real o porque define quién te crees que eres. Este albergar
pensamientos y opiniones es lo que hace prosperar al falso yo. Es de lo que el
falso yo está hecho. Cuando te das cuenta de que ninguna de tus ideas acerca de
la verdad son verdaderas, es una conmoción para tu sistema. Es un golpe
inesperado para el buscador y la búsqueda.

La tarea de cualquier práctica espiritual provechosa es por consiguiente


desmantelar ese albergar pensamientos, opiniones e ideas que constituyen el
falso yo, el yo que está buscando. Esta es la verdadera tarea de la meditación y
la indagación. A través de la meditación podemos llegar a ver que lo único que
nos hace sufrir es nuestra propia mente. Sentarse en silencio revela que la mente
no es nada más que pensamientos condicionados que surgen espontáneamente
en la conciencia. A través de albergar estos pensamientos, y tomarlos como
reales y relevantes, creamos imágenes internas de uno mismo, los demás y el
mundo. Entonces vivimos en estas imágenes como si fueran reales. Ser
capturado por estas imágenes es vivir en una realidad virtual e ilusoria.

A través de la observación de la naturaleza ilusoria del pensamiento sin


resistirse a él, podemos empezar a cuestionar e indagar en las subyacentes
estructuras de creencias que lo sustentan. Estas estructuras de creencias son las
que forman nuestros apegos emocionales al falso yo y al mundo que nuestra
mente crea.

Es por eso que a veces pregunto a la gente: "¿Estás preparado para perder tu
mundo?" Ya que el verdadero despertar no cabe en el mundo que te imaginas o
el yo que te imaginas que eres. La realidad no es algo que integras en tu visión
personal de las cosas. La realidad es la vida sin tus historias, ideas y creencias
distorsionadas. Es unidad perfecta, libre de todos los puntos de referencia, sin
ningún lugar para estar y nada a que agarrarse. Nunca ha sido hablada, nunca ha
sido escrita, nunca ha sido imaginada. No está oculta, sino a plena vista. Deja de
albergar opiniones y aparecerá ante tus propios ojos.
Adyashanti, 2007.

Fuente: Adyashanti.org

Todo vuelve a la nada


Por Adyashanti

Inexplicablemente sucede. Cuando menos te lo esperas. Por una razón que


nunca puedes saber. En un momento estás esforzándote, pensando, imaginando,
y luego, en un abrir y cerrar de ojos, todo desaparece. La lucha desaparece. El
esfuerzo desaparece. La persona desaparece. El mundo desaparece. Todo
desaparece, y la persona es como un punto de luz que simplemente se desvanece
hasta que desaparece. Y no hay nadie ahí para presenciarlo. La persona se ha
ido. Sólo, sólo queda la conciencia. Nada más. No hay nadie que sea consciente.
No hay nada de lo que ser consciente. Sólo eso permanece. Entonces, finalmente
y simplemente, se comprende.

Entonces se ve que todo ―toda la lucha, todo el esfuerzo, todo el pensar, todo el
imaginar, toda la entrega, todo el dejar ir, todo el acaparar, toda la oración, toda
la mendicidad, toda la maldición, también― era sólo una distracción. Y sólo
entonces se ve que la persona era, es, y siempre será nada más que un
pensamiento. Con un solo pensamiento, la persona parece resurgir. Con más
pensamientos, el mundo parece resurgir de la nada. Pero ahora lo sabes.

La encarnación no es más que un pensamiento. Un millar de encarnaciones no


son más que un millar de pensamientos. Y este asombroso milagro de un
espejismo que llamamos el mundo reaparece tal como era antes, pero ahora lo
sabes. Es por eso que a menudo sueltas una gran carcajada, porque te das cuenta
de que todas tus luchas fueron inventadas. Las conjuraste de la nada ―con un
pensamiento que estaba vinculado a otro pensamiento, que entonces creíste, que
se unía con otro pensamiento que entonces creíste. Pero nunca podría haber sido
verdad, ni por un segundo pudo haber existido en realidad. Nunca podrías haber
sufrido realmente por una razón que fuera cierta ―sólo a través de la
imaginación, buena, mala, indiferente. Las complejidades de la filosofías y
teologías espirituales son sólo un pensamiento dentro del Vacío.
Y así hablamos a veces, y yo finjo que me tomo en serio tus luchas, así como
fingía tomarme en serio las mías. Puedes fingir que te tomas en serio tus propias
luchas de vez en cuando, y aunque lo finjamos, en realidad no hay que olvidar
que estamos fingiendo, que estamos inventando el contenido de nuestra
experiencia; estamos inventando los pequeños dramas de nuestras vidas.
Estamos inventando si tenemos que apegarnos o entregarnos o entender o rezar
a Dios o purificarnos o estar libres de karma ―todo es un pensamiento.
Acabamos de confabularnos con esta farsa ridícula de una ilusión que finge que
es real, sólo para descubrir que no lo es. No hay karma. No hay nada realmente
que purificar. No hay ningún problema. Sólo hay lo que tú creas y crees que es
así. ¡Y si te gusta que sea así, proyéctalo!

Pero no podemos continuar con esta absoluta farsa indefinidamente. No


podemos seguir fingiendo este juego que jugamos, indefinidamente. Es
imposible. Todo vuelve a la nada.

Y entonces es un poco más difícil mantener el rostro serio constantemente


durante el resto de tu vida.

Transcripción de una charla en Pacific Grove, CA, 9 de junio de 2006.

Fuente: Adyashanti.org

Tú eres el Buda
Redescubierta años atrás en un viejo archivo, la siguiente charla fue escrita por
Adyashanti en preparación para el primer retiro de silencio que él impartió en
julio de 1997:
"A partir de ahora, en este momento, te pido que seas el Buda. Te pido que
permanezcas quieto, absolutamente firme en tu intención de despertar a la
Verdad de tu Ser.

Esto es lo que el Buda hizo. Él no dijo: "Lo intentaré". Él no dijo: "Espero


encontrar la Verdad". Él no dijo: "Haré lo que pueda". No dijo: "si no en esta
vida, quizás en la próxima vida". Llegó a un punto donde él no buscaba a nadie
que le dijera la Verdad o le mostrara la Verdad. Llegó a un punto en que asumió
todo por sí mismo. Se sentó solo bajo el Árbol Bodhi y prometió no abandonar
hasta que la Verdad fuera realizada.

El poder de esta intención tan simple, pero inquebrantable y la actitud absoluta


de ser liberado en esta vida lo impulsó a despertar al simple hecho de que él y
todos los seres ya están liberados —que todos los seres son la libertad misma.
Pura conciencia despierta.

El Buda no era diferente de ti. No diferente. Es por eso que sirve como un buen
modelo, porque él era lo que tú eres ahora. Así que no adores al Buda. No le
pongas en un pedestal. Ni siquiera lo admires. Conviértete en él. Ten las mismas
intenciones, toma la misma postura. ¡Sé el Buda ahora! Pon fin a toda dilación,
a todas las excusas, a todas las reverencias ante las figuras santas del pasado o
del presente. ¡Ponte de pie!

¡Tú eres el Buda! ¡Eres la libertad misma! ¡Deja de soñar tu sueño! ¡Deja de
fingir que estás en cautiverio —deja de contarte esa mentira! ¡Deja de fingir que
eres alguien, o algo! Tú eres nadie, tú eres nada! Tú no eres este cuerpo ni esta
mente. Este cuerpo y esta mente existen en quién y lo que tú eres. Eres
consciencia pura, ya libre, despierta, y liberada. Ponte de pie y sal de tu sueño.
Estoy aquí para decirte que puedes hacer esto.

Sal del sueño de tus conceptos e ideas. Sal del sueño de lo que imaginas que la
iluminación es. Sal del sueño de quien crees que eres. Sal del sueño de todo lo
que siempre has conocido. Sal del sueño de ser una persona engañada. Deja de
decirte a ti mismo esas mentiras y soñar esos sueños. Sal de todo eso. Puedes
hacerlo. Nada te detiene. No hay requisitos ni prerrequisitos para despertar. No
hay nada que deba ser hecho, nada que pensar, ningún sitio a donde ir.

Simplemente deja todos los sueños. Deja todas las acciones. Deja todas las
excusas. Simplemente párate y quédate quieto. Permanece sin esfuerzo. La
Gracia hará el resto.

En cada momento de aquí en adelante, ten la intención de experimentar


directamente la Verdad, tu verdadero Ser liberado. No pienses acerca de la
Verdad —directamente vuelve a tu experiencia aquí, ahora, de instante en
instante. Experimenta la Verdad. Experimenta tu Ser. Sumérgete en tu
experiencia. ¡Tu experiencia! Tu experiencia de oír, de ver, de gustar, de
respirar, de los latidos de tu corazón, de tus pies tocando el suelo, de los pájaros,
del viento.

Experimenta la inmensidad de lo que eres. Experimenta la libertad de quien


eres. Tú eres el Buda – experimenta eso. Tú eres el Buda."

© 2005 Adyashanti

Fuente: Adyashanti.org

La Vida Despierta
Por Adyashanti

¿Qué se siente al vivir una vida despierta?

Mientras el mundo está tratando de resolver sus problemas y todos los que te
rodean están ocupados en lo mismo, tú no. Mientras todos a tu alrededor están
tratando de entender, tratando de llegar, tratando de "llegar allí", tratando de ser
digno, tú no. Mientras que todos piensan que el despertar es una gran cosa,
noble y misteriosa, tú no. Aunque todos estás huyendo de esta vida ahora
mismo, en este momento, tratando de llegar allí, tú no. Cuando todos discuten
con algún otro, en su mayoría con todo el mundo, empezando por ellos mismos,
tú no. Cuando todos están tan seguros de que la felicidad llegará cuando algo
sea diferente de lo que es ahora, tú sabes que no. Cuando todos están tratando de
alcanzar el estado perfecto y aferrarse a él, tú no.

Cuando todos los que te rodean tienen una gran cantidad de ideas y creencias
acerca de una gran variedad de cosas, tú no. Todos en el camino tratan de llegar
allí; tú no has llegado a ninguna parte. Todos están subiendo la montaña; tu
estás abajo vendiendo botas de montaña y piquetas con la esperanza de que si
suben y vuelven a bajar, puedan estar demasiado cansados como para subir de
nuevo. Cuando todos están buscando el próximo libro, el próximo maestro, al
próximo gurú que les diga lo que es real, que les de la llave secreta para una
vida despierta, tú no. Tu no tienes una llave porque no hay una cerradura donde
meterla.
Cuando estás viviendo lo que eres de manera despierta, siendo simplemente lo
que siempre has sido, eres realmente muy sencillo. Básicamente te sientas
preguntándote por qué tanto alboroto.

Cuando todos están por ahí diciendo: "Espero que me ocurra a mí," tu recuerdas
cuando hacías eso. Te acuerdas de que no encontraste una solución para eso. Te
acuerdas de que toda la idea de que había un problema creó todo eso.

Cuando estás siendo lo que eres, cuando estás viviendo la vida despierta, no hay
nadie a quien perdonar, porque no hay lugar para el resentimiento, no importa lo
que pase.

La verdad de tu ser no anhela la felicidad; realmente le trae sin cuidado. No


anhela el amor, no porque estés lleno de amor, sino porque simplemente no
anhela el amor. Es muy sencillo. No trata de llamar la atención, ni ser bien
considerado, ni comprendido. Cuando estás viviendo lo que eres de manera
despierta, ya no hay ideal que alcanzar. Has recorrido todo el ciclo del
sufrimiento, del llegar a ser; no estás interesado.

Es una curiosa vida en la que te encuentras. Te encuentras... donde tú estás. No


donde yo estoy, donde tú estás. Donde tú realmente estás. Donde realmente
somos. Es un lugar curioso para ser/estar (sobre todo al principio), no para ser
dirigido por nada, placer o desagrado, ayuda o dolor, amar u odiar. Lo única
cosa que te mueve (y no pretendo ser demasiado poético con esto) es la misma
cosa que mueve una hoja que pende de un árbol. Es simplemente porque la brisa
sopla de esa manera. Así que siempre sabes lo que hacer: La brisa sopla de esa
manera, y esa es la manera que tú vas. Ya no haces más preguntas. No evalúas
por qué el viento sopla de esa manera porque sabes que no sabes por qué. Y
sabes que no puedes saber por qué. Nunca ha habido una hoja en cualquier parte
que sepa por qué el viento sopla de esa manera en ese día en ese momento. Esa
brisa cambia la orientación de tu vida, momento a momento a momento,
simplemente porque esa es la manera que la vida se mueve. Y cuando estás
viviendo en tu ser despierto no tienes ningún argumento con la manera en que
(la vida) se está moviendo, porque es lo mismo que tú eres.

Y sabes que la brisa siempre estuvo ahí, desde el principio, y que no estaba
reservada para gente especial. Si no te diste cuenta en algún momento de tu
vida, sabes que fue porque no estabas escuchando, o porque pensabas que tenías
que encontrar algo mejor antes de que pudieras escuchar, o porque pensabas que
tenía que haber alguna conclusión antes de poder escuchar tan profundamente,
sin prioridades, sin esperanza de un futuro mejor para sentir el movimiento.

Muchos de ustedes saben de lo que estoy hablando.


La verdad nunca explica por qué se está moviendo de esa manera en ese
momento. Y si le preguntas, no dará ninguna información. Sería como una hoja
preguntando al viento, "¿Por qué te estás moviendo de esta manera en este
momento?" La pregunta no tiene ningún sentido para el viento.

Pero tu argumento con la manera como la verdad se mueve —lo que sea que esa
manera es— ya no está ahí para ti. Ya no discutes sobre ello. Ya no estás
tratando de entenderlo. La Madre María no lo entendió. Buda no lo entendió.
Ramana no lo entendió. Ninguno de ellos lo entendió. Ellos sólo se convirtieron
en Eso. Simple. Ordinario —de la misma manera que una hoja es ordinaria.

Cuando vives en tu ser despierto y vives de una manera despierta, el poder a


cualquier nivel no es un problema para ti. No es interesante. El poder de
controlar a otro ser humano no es interesante. El poder intelectual no es
interesante. El poder de controlarse a uno mismo no es interesante. El poder que
la gente quiere darte no es interesante para ti —no porque no debería ser; sino
sólo que no. ¿Qué te gustaría hacer con él? Ya ves que no hay nada que quieras
hacer con él.
Te das cuenta, en la verdad de tu ser, que eres la totalidad misma, pero que no
tienes ningún interés en absoluto en hacer algo con ese conocimiento, con el uso
de ese conocimiento.

Por último, te das cuenta de que realmente no quieres cambiar a nadie, no


porque no deberías querer cambiarlos, sino porque simplemente no lo haces. Es
posible que no quieras andar por ahí con todo el mundo, pero aun así no quieres
cambiarlos.

Nada de esto es un ideal —es el final de los ideales. Nada de esto es santo, es el
final de la santidad. Es el principio de la totalidad (1). Nada de esto es algo que
alcanzar, porque no es alcanzable. Es simplemente lo que es en la verdad de tu
ser. Es simplemente lo que es. No se puede alcanzar lo que naturalmente es. Y
nadie en ningún lugar nunca puede decirte cuándo ni por qué, ni en qué medida
dejaste la mentira; la dejaste cuando la dejaste, generalmente cuando nada más
funciona.
Cuando vives de manera despierta, en el ser despierto que eres, estás solo, pero
al fin y al cabo estás confortable de esa manera. Estás solo, pero no estás solo en
absoluto, porque el único que se supone que te conoce donde estás —el único
que alguna vez podría conocerte donde estás al cien por cien— eres tú. Nadie
más podría conocerte plenamente dónde estás —tal vez al noventa por ciento,
tal vez noventa y cinco. Nadie puede conocerte plenamente más que tú. Cuando
finalmente lo haces, entonces no necesitas a nadie más que lo haga por ti.
Entonces estás solo, más solo de lo que podrías imaginar. Y extrañamente —
muy extrañamente— estás más conectado, más íntimo, más en unidad con todo.
Más. Y nunca habrías pensado que ambos podrían de alguna manera estar
juntos: soledad total y unidad total. Nunca hubieras adivinado que esa es la
forma en que terminaría. Pero lo hace, y siempre lo hará.
Y finalmente, cuando estás viviendo de manera despierta lo que realmente eres,
nunca crearás una imagen más de lo que es. A pesar de lo que esté sucediendo,
no crearás una imagen porque sabrás que todas son imágenes, polvo. La forma
que fue ayer no será la forma que es hoy.

Adyashanti. Awakened Living Intensive. Berkeley, CA. - 5 octubre 2003

Fuente: Adyashanti.org
1. Aquí el autor emplea un juego de palabras con dos términos ingleses que se pronuncia casi igual
"holiness" (santidad, lo sagrado) y "wholeness" (totalidad).

Indagación Auténtica
por Adyashanti

¿Qué es realmente la indagación? Ésta es una buena pregunta. Y como la


mayoría de las buenas preguntas, es muy básica. La auténtica indagación es
permitirte a ti mismo interesarte, aceptar esa carga ingrávida del interés. Todos
sabemos lo que es indagar motivados por un interés intelectual ― preguntar por
preguntar o porque piensas que deberías preguntar. Esto no es interesarse.
Cuando algo te interesa, se mete dentro de ti. Se mete dentro del caparazón que
impide que seas afectado o molestado, el caparazón que impide que sucedan
cosas nuevas.

Entonces, al principio, para indagar profundamente acerca de algo, te tiene que


interesar. Te tiene que interesar lo suficiente como para dejarlo entrar dentro del
caparazón ¿Qué te interesa realmente? ¿Qué te atrae hacia el aquí y ahora, hacia
este instante? ¿Qué es lo más importante para ti? Para que haya verdadera
indagación, es importante preguntar acerca de algo que sinceramente te interese.
La pregunta necesita ser personal, no acerca de una enseñanza espiritual o de
algo que esté fuera de tu experiencia. Necesita ser algo que venga de tu interior.

Cuando algo te interesa, te interesa desde el interior. Muchas personas se


imponen sobre ellas mismas ideas desde el exterior, pero esto no es indagación.
Cuando te interesas verdaderamente, entras en una aventura amorosa con
aquello que te interesa. A veces te lleva a la alegría, a veces a la confusión. No
sabes qué hacer. No sabes hacia dónde estás yendo. Te sientes un poco fuera de
control; estás dejando que este interés se meta bajo tu piel. Darse cuenta que te
interesa tanto es lo más importante; de otra manera, puedes pasarte toda tu vida
poniendo tu interés en lo que otra persona te dice que deberías.

Como mucha gente, tal vez temas averiguar cuán grande es tu interés porque ese
interés podría despojarte de ti mismo ¿Cuál es la única cosa que importará al
final de tu vida? Sin ella, dirías: "De eso se trataba todo y me lo perdí". Si
tuvieses el mejor trabajo, muchísimo dinero, el/la amante perfecto/a, o
cualquiera que sea tu ideal y de repente tu vida se acabase. ¿Qué quedaría
todavía por hacer? De eso se trata todo.

Cuando encuentras ese tipo de interés, la indagación tiene cierto poder detrás de
él. También encuentras tu propia integridad interior. Encuentras algo dentro de
ti que es estable. Hay un lugar en tu interior que está dispuesto a ser un poco
loco ― lo suficientemente loco para tomarse la indagación en serio y no
considerar nada como sagrado. No considerar nada como sagrado significa que
nada se asume como verdadero y que todas tus suposiciones son cuestionables.
Cuanto más espirituales sean, más cuestionables son. En última instancia tus
suposiciones más sagradas e indiscutidas acerca de ti, de otros y de la vida, son
las que más hay que cuestionar.

Muchas personas encuentran que su espiritualidad los lleva hacia afuera.


Piensan que están yendo hacia dentro porque han oído la enseñanza espiritual:
"Indaga y mira en tu interior". Mientras tanto, están en las nubes buscando la
experiencia espiritual de otro, buscando la experiencia correcta o buscando la
experiencia que ellos creen que tienen que tener. Esto es ir por una dirección
totalmente equivocada espiritualmente. Indagar es un medio para llevarte de
vuelta a ti mismo, de vuelta a tu experiencia.

Cuando la indagación es auténtica, te trae a la experiencia del aquí y ahora, a lo


más profundo de ella, empujándote dentro de ella. La pregunta te lleva de vuelta
dentro del misterio de tu experiencia. "¿Que soy yo?" te lleva directamente al
misterio nuevamente. Si tu mente es honesta, sabe que no tiene la respuesta. Te
preguntas "¿Qué soy yo?" e instantáneamente, aparece el silencio. Tu mente no
sabe. Y cuando no sabe, hay una experiencia que está viva aquí mismo, ahora
mismo. Te chocas contra la nada que hay en el interior ― esa nada, esa nada
absoluta que tu mente no puede conocer.

La respuesta no viene en la forma de una descripción o de una frase; es una


experiencia directa. Y esta experiencia, tu vivencia, siempre trasciende
cualquier palabra o respuesta intelectual. De hecho, la verdad de tu Ser está
trascendiéndose eternamente. Tan pronto como se proyecta a sí misma como
una cosa, incluso como una profunda revelación, ya se ha trascendido. Así que,
eventualmente, la indagación se agota. Tú te agotas a ti mismo. Tu ego se agota.
Tu yo espiritual se agota. Lo agotas todo. Te has indagado fuera de todo esto y
estás desapareciendo más rápido de lo que puedes reponerte.

Como dijo Nisargadatta Maharaj tan brillante y hermosamente: "La


comprensión última es que no hay comprensión última". Cuando está en la
cabeza es un increíble pedazo de comprensión; cuando está en el corazón, como
dijo Buda, se extingue. Encuentras una experiencia viva del Ser, vacía de
contenido, vacía de ti. Aquí es donde el despertar espiritual comienza. Esta es la
respuesta viva de la indagación auténtica.

© 2007 Adyashanti

( Traducción de Genaro Trivisonno )

Fuente: Adyashanti.org

La cuestión de ser
por Adyashanti

En la entrada del Oráculo de Delfos estaban escritas las palabras: "Conócete a ti


mismo". Después vino Jesús, que añadió una sensación de urgencia y relevancia
a la antigua idea cuando dijo: "Si sacas a la luz lo que está dentro de ti, lo que
saques a la luz te salvará. Si no sacas a la luz lo que está dentro de ti, lo que no
saques a la luz te destruirá".

Lo que Jesús está diciendo es que la espiritualidad es un asunto serio y tiene


consecuencias. Tu vida pende precariamente de un hilo, alternando entre un
estado de sonambulismo inconsciente y la iluminación espiritual, en la que
mantienes los ojos abiertos. El hecho de que la mayoría de las personas no vean
la vida de esta manera testifica lo profundamente dormidas y en negación que
están.

Entonces, ¿qué es lo que hemos de sacar a la luz?

Dentro de cada una de nuestras formas reside el misterio existencial de ser.


Aparte de nuestra apariencia física, personalidad, género, historia, ocupación,
esperanzas y sueños, idas y venidas, hay en nosotros un inquietante silencio, un
abismo de quietud cargado de una presencia etérica. A pesar de que gestionamos
todos nuestros asuntos ansiosamente y de nuestra obsesión por la trivialidad, no
podemos negar por completo esta esencia fantasmal de nuestro núcleo. Y sin
embargo, hacemos todo lo que podemos por evitar esta quietud, su silencio, su
completo vacío y radiante intimidad.
Ser es eso que altera nuestra insistencia en permanecer en el reino de nuestra
desesperación secreta y adormecedora de la vida. Es el picor que no podemos
rascar, el susurro que no podemos negar. Ser, ser verdaderamente, no es algo
dado.
La mayoría de nosotros vivimos en un estado en el que nuestro ser quedó
exilado hace mucho tiempo al reino de la sombra de nuestra angustia silenciosa.
A veces, ser se abre paso a través del tejido de nuestra inconsciencia para
recordarnos que no estamos viviendo la vida que podríamos vivir, la vida que
realmente importa. En otros momentos ser se retira al trasfondo, esperando
silenciosamente que le dediquemos nuestra atención. Pero no te
equivoques: ser ―tu ser― es el asunto central de la vida.
Permanecer inconsciente de ser es estar atrapado en un erial de conflicto, lucha
y temor creado por el ego, y que parece lo habitual solo porque nos han lavado
el cerebro generando en nosotros un estado de descreimiento en el que
consideramos normal y razonable una chocante cantidad de odio, deshonestidad,
ignorancia y avaricia. Pero estos estados no son razonables, ni siquiera están
cerca de serlo. De hecho, nada podría ser menos razonable e irreal que lo que
nosotros, los seres humanos, llamamos realidad.
Al aferrarnos a lo que sabemos y creemos, el movimiento de nuestro
pensamiento e imaginación condicionados nos mantiene cautivos, haciéndonos
creer en todo momento que somos perfectamente racionales y sensatos. Por lo
tanto, continuamos justificando la realidad que nos causa ―y que causa a
otros― cantidades inconmensurables de dolor y sufrimiento.

En el fondo, todos sospechamos que nos equivocamos de plano en nuestra


manera de percibir la vida, pero nos esforzamos mucho, muchísimo, por no
darnos cuenta de ello. Y nuestra manera de seguir ciegos a nuestro pavoroso
estado es una negación obsesiva y patológica de ser, como si nos fuera a
sobrevenir algún destino terrible si afrontáramos la pura luz de la Verdad y
pusiéramos de manifiesto nuestro temeroso apego a la ilusión.
Dentro de la dimensión de ser, la Verdad se revela a sí misma: no la verdad de
las matemáticas o de la química, de la filosofía o de la historia, sino una Verdad
que empieza a revelarse en esos momentos serenos en los que de repente la
rutina ordinaria de la vida se hace transparente a un significado y significación
sublimes y desconocidos hasta entonces. Estos encuentros vitales e inesperados
con ser indican una Verdad situada justo debajo del tejido de nuestras vidas
cotidianas, y nos recuerdan que la vida a la que nos aferramos podría ser más
disparatada de lo que nos habíamos imaginado, y que hay una Realidad capaz de
desentrañar el misterio de nuestras vidas si nos sometemos a su rigurosa orden
de dejar atrás nuestro temeroso compromiso con la seguridad y la existencia tal
como la hemos conocido.
Todos nacemos con el ser velado por la oscuridad. Podemos reconocer la
transparencia de serbrillando en los ojos de un niño, pero ese ser no es
consciente de sí mismo. Está velado por la ausencia de auto-conciencia. Los
niños viven en el mundo mágico del ser inconsciente, mientras que los adultos
vivimos en un mundo de separación egocéntrica y negación de ser. Rectificar y
restaurar el ser a su verdadero dominio y soberanía es lo que permite el
despertar espiritual.
Esta cuestión de ser lo es todo. Nada puede ser más importante ni tener más
consecuencias; no hay nada en lo que las apuestas sean más altas. Permanecer
inconsciente de ser es seguir dormidos a nuestra propia realidad, y por lo tanto
dormidos a la Realidad en general. La elección es simple: despierta al hecho
de ser o duerme un sueño sin fin.

© 2012 Adyashanti

Fuente: Adyashanti.org, LA VÍA DE LA LIBERACIÓN (Gaia Ediciones, 2014)

La inmensidad de la soledad
por Adyashanti

Cuando la mente está libre de todo su contenido, de todo su pensamiento


condicionado, entra en la soledad del silencio. Ese silencio sólo puede surgir
cuando uno ve las limitaciones de su pensamiento. Cuando uno ve que sus
pensamientos no traen la verdad, la paz o la libertad, surge un estado natural de
silencio y claridad interior. Y en ese silencio hay una profunda soledad, porque
uno no está buscando una relación más ventajosa con el pensamiento o las
emociones acompañantes que se derivan del pensamiento.

En esa soledad todas las ideas y las imágenes se quedan atrás, y podemos
intuitivamente orientarnos hacia el innacido e increado trasfondo del ser. En este
trasfondo encontramos nuestro verdadero ser; y de la misma manera en que
nuestro ser es increado, también es inmortal. Por lo tanto, todo lo que alguna vez
fue o pueda ser se encuentra en nuestra soledad (dentro de nosotros) y está
eternamente presente en su plenitud e integridad, ahora y eternamente.

Es dentro de nuestra soledad más profunda —donde nos despojamos de cada


imagen e idea que tenemos de nosotros mismos así como de Dios— que
encontramos la plenitud de nuestro ser. Y en esa plenitud del ser, reconocemos
la divinidad de todas las cosas y todos los seres, no importa cuán grande o
pequeño sea. Para la divinidad no es algo ganado o dado, sino abundantemente
presente en todo. Tener ojos para ver la divinidad de todos los seres es llevar luz
a este mundo.

Así que se nos ha dado esta pequeña tarea: dejar de ser lo que no somos, y ser lo
que eternamente somos. Esta tarea parece ser un regalo de amor, pero ¿cuántas
veces es negada en favor de la seguridad ciega de someterse a los dictados de
nuestro miedo y culpabilidad? Si tan sólo viéramos que todas las limitaciones
son auto-impuestas y escogidas por miedo, saltaríamos en seguida en los brazos
de la gracia, sin importarnos cuán fuerte pueda ser ese abrazo.

Es el Amor el que nos lleva más allá de todo temor y dentro de la soledad de
nuestro ser. Allí nos encontramos con nuestra absoluta soledad, porque estamos
libres de todas las falsas comodidades de la ilusión y encontramos la capacidad
para estar donde nadie más puede estar por nosotros. Estamos solos, no porque
nos hemos aislado detrás de una defensa emocional o falsa trascendencia, sino
porque ya no estamos cautivos, ya sea de la mente o del miedo.

Estar solo en verdadera soledad es estar en el reconocimiento de la absoluta


plenitud y unidad de todas las formas de existencia. Y a partir de ese trasfondo
común, donde nada ni nadie es ajeno a ti, tu amor se extiende a través de la
magnitud del tiempo y abraza a la más grande y la más pequeña de las cosas.

© 2012 Adyashanti

Fuente: Adyashanti.org

La verdadera meditación
por Adyashanti
En La vía de la liberación, la meditación tiene una definición, un propósito y
una aplicación muy concretos. La meditación es el arte de permitir a cada cosa
simplemente ser de la manera más profunda posible. A fin de dejar a cada cosa
ser, debemos liberarnos del esfuerzo por controlar y manipular nuestra
experiencia, lo que significa liberarse de la voluntad propia. Esto llega
directamente hasta el corazón mismo de la estructura del ego, que busca la
felicidad por medio del control, el empeño y la manipulación. Muchas formas
de meditación se basan en aprender a controlar la experiencia de uno mismo
para conseguir la paz. Tales métodos nos conducen a menudo a un callejón sin
salida, donde uno solo alcanza la paz mental mientras el ego está constreñido
por la técnica meditativa.
El silencio y la quietud de la meditación son la sólida base sobre la que descansa
esta enseñanza. Fomenta la estabilidad interna, la objetividad, el desapego y una
profundidad de comprensión desconocida para la mente conceptual. [...]
La Verdadera Meditación no tiene dirección ni objetivo. Es una pura rendición
sin palabras, pura oración silenciosa. Todos los métodos dirigidos a conseguir
cierto estado mental son limitados, impermanentes y están condicionados. La
fascinación por los estados mentales solo conduce a la dependencia y a la
atadura. La Verdadera Meditación es quietud sin esfuerzo, permanencia como
ser primordial.
La Verdadera Meditación aparece espontáneamente cuando la conciencia no
está siendo manipulada ni controlada. Cuando empiezas a meditar, notas que la
atención puede mantenerse cautiva enfocándose en algún objeto: en los
pensamientos, en las sensaciones corporales, en las emociones, en los recuerdos,
en los sonidos, etc. Esto se debe al condicionamiento de la mente, que la lleva a
enfocarse en los objetos. Y entonces la mente, de manera distorsionada y
mecánica, interpreta compulsivamente e intenta controlar aquello de lo que es
consciente (el objeto). Empieza a extraer conclusiones y a hacer suposiciones de
acuerdo con los condicionamientos del pasado.

En la Verdadera Meditación, todos los objetos (pensamientos, sentimientos,


emociones, recuerdos, etc.) se abandonan a su funcionamiento natural. Esto
significa que no debe hacerse ningún esfuerzo por enfocarse, manipular,
controlar o suprimir ningún objeto de la conciencia. En la Verdadera
Meditación, la clave reside en ser conciencia; no en ser consciente de los
objetos, sino en descansar como el ser consciente mismo. En la meditación no
estás tratando de cambiar tu experiencia; cambias la relación con tu experiencia.
A medida que te relajas suavemente en la conciencia, la contracción compulsiva
de la mente en torno a los objetos se disipa. El silencio de ser asomará más
claramente a tu conciencia como una invitación a descansar y permanecer. Una
actitud receptiva y abierta, libre de cualquier objetivo o anticipación, facilitará la
presencia del silencio y la quietud, que se revelarán como tu condición natural.
A medida que descansas más profundamente en la quietud, la conciencia se
libera del compulsivo hábito mental de controlar, contraerse e identificarse. La
conciencia retorna a su condición natural de ser consciente, potencial absoluto
no manifestado, abismo silencioso más allá de todo conocimiento.

Algunas preguntas frecuentes sobre la meditación


P. Parece que la instrucción central en Meditación Auténtica (1) consiste
simplemente en morar como conciencia silenciosa y serena. Sin embargo, a
menudo me encuentro que estoy atrapado en mi mente. ¿Está bien que emplee
una meditación más dirigida como seguir la respiración, de esta manera tengo
algo en qué centrarme que me ayudará a no perderme en mi mente?
R. Es perfectamente correcto usar una técnica más directa como seguir la
respiración, o el uso de un mantra simple o una oración, si encuentras que
te ayuda a no perderte en tus pensamientos. Pero siempre sé proclive a la
técnica cada vez menos. Tómate un tiempo durante cada período de
meditación para reposar simplemente como conciencia silenciosa y serena.
La Meditación Auténtica consiste en soltar progresivamente al meditador
sin quedarse perdido en el pensamiento.
P. ¿Qué debo hacer si un viejo recuerdo doloroso surge durante la meditación?

R. Simplemente deja que surja sin resistirte a él, ni consentir en analizarlo,


juzgarlo, o negarlo.
P. Cuando medito a veces experimento mucho miedo. A veces me siento
abrumado y no sé qué hacer.

R. Es útil cuando se experimenta miedo en la meditación fijar la atención


en algo muy rudimentario, como la respiración o incluso la planta de los
pies. Pero no hay que luchar contra el miedo, porque esto sólo lo agrandará.
Imagina que eres el Buda bajo el árbol Bodhi, o Cristo en el desierto,
permaneciendo perfectamente inmóvil e impasible por la pesadilla del
cuerpo-mente. Quizá sea algo muy real, pero no es más que una ilusión
convincente.
P. ¿Qué debo hacer cuando recibo una visión o comprensión repentina de una
situación durante la meditación?

R. Simplemente recibe lo que se da con gratitud, sin agarrarte a nada.


Confía en que todavía estará allí cuando lo necesites.
P: Me doy cuenta que mi mente está espontáneamente formando imágenes, casi
como un sueño despierto. Algunas de ellas me gustan, mientras que otras
simplemente son aleatorias y molestas. ¿Qué debo hacer?
R. Centra la atención en la respiración abajo en el abdomen. Esto te
ayudará a no perderte en las imágenes de la mente. Mantén la simple
intención de reposar en la silenciosa fuente sin imágenes anterior a todas
las imágenes, pensamientos e ideas.

© 2011 Adyashanti

Notas:

1. Meditación Auténtica. Gaia Ediciones, 2008

Fuente: Adyashanti.org, LA VÍA DE LA LIBERACIÓN (Gaia Ediciones, 2014)

Absolutamente todo
por Adyashanti

Mira a tu alrededor; sólo hay una realidad. La razón por la que estás aquí,
dondequiera que aquí estés, es porque es el único lugar que puedes estar en este
momento. Pero aunque la realidad está aquí, y aunque no hay literalmente nada
más que la realidad, es muy posible que la pases por alto por completo. Por
pasar por alto me refiero a imaginar que la realidad es algo o algún lugar que no
sea aquí. Por extraño que pueda parecer, es muy posible, incluso probable, que a
pesar de que tienes ojos para ver, no veas. Y a pesar de que tiene oídos para oír,
no oigas. Lo que ves y oyes no es exactamente lo que hay realmente aquí, sino
lo que te imaginas que hay aquí.

Nuestra imaginación es una fuerza muy poderosa en determinar lo que


percibimos. Si imaginamos que el mundo está lleno de las fuerzas del mal,
seguramente vamos a percibir el mundo como malo. Pero si imaginamos que el
mundo es esencialmente bueno, vamos a percibirlo como bueno. De cualquier
manera el mundo es el mismo que estamos viendo. Pero el mundo no es ni
bueno ni malo en sí mismo, sino que es simplemente lo que es. Y si vemos el
mundo ya sea como bueno o malo, no podremos verlo como lo que realmente
es. Sólo podremos verlo como nos imaginamos que es.
Ahora toma esta idea y aplícala a todo y a todos en tu vida. Pruébala por un
momento, o una hora, o un día. Y si lo haces, comenzarás a darte cuenta de que
el mundo que imaginas que existe no existe en absoluto. Esto puede causarte
algún temor, o posiblemente un estremecimiento al descubrirlo, pero de
cualquier manera lo importante es conseguir una cierta distancia de la forma
habitual que la mente contorsiona y crea la percepción.

Pero a pesar de que nuestra mente imagina el mundo y todo lo que hay en él de
forma distinta a lo que realmente es, la realidad de la existencia permanece
eternamente no afectada por nuestra percepción errónea de ella. Esto es a la vez
relativamente bueno y malo. Es bueno en que la existencia es eternamente lo
que es. No tenemos que preocuparnos acerca de que la realidad se convierta en
algo que no sea la realidad. Pero es malo en el sentido de que el mundo que
imaginamos que existe está siempre en colisión con el mundo tal como es en
realidad. Esta colisión es la causa del inmenso sufrimiento y conflictos
humanos.

Así que estamos atrapados dentro de nuestras ilusiones y percepciones erróneas.


Y la ilusión más grande de todas es la de creer que no estamos atrapados. Pero
incluso cuando nos damos cuenta de que estamos confinados dentro una prisión
de nuestra propia creación, estamos atrapados porque todas las formas con las
que luchamos para salir de nuestras propias ilusiones son también ilusiones. Así
que, sí, estamos atrapados, e impotentes además.

Pero hay una cosa muy extraña que puede ocurrir exactamente en el momento
en que te das cuenta de que no se puede escapar del mundo imaginario de tus
ilusiones. Abres tu corazón a la ilusión, te rindes a tu eterna lucha contra ella, y
admites que estás limitado por su astuta imaginación. No me refiero a que te
desanimes o te resignes a tu destino. Quiero decir que realmente te rindas ante tu
derrota total y dejes de luchar.

Y cuando toda la lucha ha cesado, nos damos cuenta de que la prisión de nuestra
mente no nos puede retener más, porque la prisión fue todo el tiempo algo que
imaginamos dentro de la existencia. Y las cosas imaginadas no son reales, no
existen. Pero nunca podríamos ver esto realmente mientras luchábamos contra
los fantasmas de nuestra mente. Necesitábamos la única cosa que nuestras
mentes imaginarias no podían llevar a cabo, no podían falsear o crear: la
genuina rendición de toda lucha.

En un abrir y cerrar de ojos, ya no estamos confinados dentro de la ilusión ni de


nuestro intento de evitar la ilusión. Cuando toda la lucha cesa, no hay nada que
nos limite a una percepción distorsionada de la existencia y por fin podemos
ver. Lo que vemos es que no sólo existimos dentro de la existencia, sino que
toda la existencia existe dentro de nosotros también. Y aunque allí donde
miremos vemos la infinita diversidad de la vida, ahora también vemos nuestro
verdadero rostro en absolutamente todo.
© 2010 Adyashanti

Fuente: Adyashanti.org

La Revolución Interior
por Adyashanti

La iluminación de la que hablo no es simplemente una realización, no es


simplemente el descubrimiento de nuestra verdadera naturaleza. Este
descubrimiento es sólo el comienzo — el punto de entrada a una revolución
interior. La realización no garantiza esta revolución; sino que simplemente hace
que sea posible.

¿Qué es esta revolución interior? Para empezar, la revolución no es estática;


sino que está viva, en curso, y continua. No puede ser apresada o hacer que se
adapte a cualquier modelo conceptual. Tampoco hay ningún camino a esta
revolución interior, ya que no es ni predecible ni controlable y tiene vida propia.
Esta revolución es una ruptura con las viejas estructuras de pensamiento y
percepción muertas, repetitivas en que la humanidad se encuentra atrapada. La
Realización de la última realidad es un repentino y directo despertar existencial
a nuestra verdadera naturaleza que abre la puerta a la posibilidad de una
revolución interior. Tal revolución requiere un vaciado continuo de las viejas
estructuras de la consciencia y el nacimiento de una inteligencia viva y fluida.
Esta inteligencia reestructura todo tu ser — cuerpo, mente y percepción. Esta
inteligencia hace que la mente se libere de sus viejas estructuras que tienen su
origen dentro de la totalidad de la consciencia humana. Si uno no puede
liberarse de las viejas estructuras condicionadas de la consciencia humana,
entonces uno se encuentra todavía en una prisión.

Tener un despertar a nuestra verdadera naturaleza no significa necesariamente


que habrá una revolución en la forma en que uno percibe, actúa, y responde a la
vida. El momento del despertar nos muestra lo que es en última instancia,
verdadero y real, así como revela una posibilidad más profunda en la forma en
que la vida puede ser vivida desde un estado indivisible e incondicionado del
ser. Pero el momento del despertar no garantiza esta posibilidad más profunda,
como lo atestiguan muchos de los que han experimentado un despertar
espiritual. El despertar abre una puerta hacia una revolución interna profunda,
pero de ninguna manera garantiza que va a tener lugar. El que tenga lugar o no
depende de muchos factores, pero ninguno más importante y vital que una
intención sincera e inequívoca por la verdad por encima de todo lo demás. Esta
intención sincera hacia la verdad es de lo que en última instancia depende todo
crecimiento espiritual, sobre todo cuando se trascienden todas las preferencias,
programas y metas personales.

Esta revolución interior es el despertar de una inteligencia que no nace de la


mente, sino de un silencio interior de la mente, que por sí sola tiene la capacidad
de arrancar de raíz todas las viejas estructuras de la propia consciencia. A menos
que estas estructuras sean desarraigadas, no habrá un pensamiento, acción o
respuesta creativos. A menos que haya una revolución interna, nada nuevo y
fresco puede florecer. Sólo lo viejo, lo repetitivo, lo condicionado florecerá en
ausencia de esta revolución. Pero nuestro potencial está más allá de lo conocido,
más allá de las estructuras del pasado, más allá de lo que la humanidad ha
establecido. Nuestro potencial es algo que sólo puede florecer cuando ya no
estamos atrapados dentro de la influencia y las limitaciones de lo conocido. Más
allá del reino de la mente, más allá de las limitaciones de la consciencia
condicionada de la humanidad, se halla lo que se puede llamar lo sagrado. Y es
de lo sagrado que nace una consciencia nueva y fluida que limpia lo viejo y trae
a la vida el florecimiento de una expresión viva e indivisible del ser. Tal
expresión no es ni personal ni impersonal, ni espiritual ni terrenal, sino más bien
el fluir y el florecimiento de la existencia más allá de todas las nociones del yo.

Así que vamos a comprender que la realidad trasciende todas nuestras nociones
sobre la realidad. La realidad no es ni cristiana, ni hindú, ni judía, ni advaita
vedanta, ni budista. No es ni dualista ni no-dualista, ni espiritual ni no espiritual.
Tenemos que llegar a saber que hay más realidad y sacralidad en una brizna de
hierba que en todos nuestros pensamientos e ideas acerca de la realidad. Cuando
percibimos desde una consciencia indivisa, encontraremos lo sagrado en todas
las expresiones de la vida. Lo encontraremos en nuestra taza de té, en la brisa de
otoño, en el cepillado de los dientes, en cada momento de la vida y la muerte.
Por lo tanto debemos dejar atrás toda la acumulación de pensamiento
condicionado y dejémonos llevar por el hilo interior de silencio hacia lo
desconocido, más allá de donde terminan todos los caminos, a ese lugar donde
vamos inocentemente o no — no una vez, sino continuamente.

Uno debe estar dispuesto a estar solo — en lo desconocido, sin ninguna


referencia a lo conocido o al pasado o a cualquiera de nuestros
condicionamientos. Hay que estar donde nadie ha estado antes en completa
desnudez, inocencia y humildad. Hay que estar en esa luz oscura, en ese abrazo
sin fundamento, firme y fiel a la realidad más allá de todo ser — no sólo por un
momento, sino siempre, sin fin. Porque entonces eso que es sagrado, indiviso, y
completo nace en la consciencia y comienza a expresarse.

© 2008 Adyashanti

Fuente: Adyashanti.org

Las cualidades indispensables del despertar


por Adyashanti

En esencia, todo el esfuerzo espiritual es una cosa muy simple: La espiritualidad


trata esencialmente sobre el despertar al conocimiento intuitivo de la unidad y la
disolución de nuestro apego a la consciencia egoica. Al decir que la
espiritualidad es algo muy simple, no quiero dar a entender que sea una tarea
fácil o difícil. Para algunos puede ser muy fácil, mientras que para otros puede
ser más difícil. Hay muchos factores e influencias que desempeñan un papel en
nuestro despertar a la realidad última, pero los factores más importantes por el
momento son la sinceridad, la atención enfocada (1), y el coraje.
La sinceridad es una palabra que utilizo a menudo en la enseñanza para
transmitir la importancia de estar arraigado en las cualidades de la honestidad, la
autenticidad y la genuinidad. No puede haber nada falso o artificial en nuestras
motivaciones si queremos despertar plenamente a nuestro estado natural e
integral de la conciencia unificada. Mientras que las enseñanzas y los maestros
pueden señalarnos "la paz más allá de toda comprensión" que mora en nuestro
interior, sin embargo siempre vamos a viajar a lo largo del hilo de nuestra
sinceridad interior, o la falta de la misma. Porque el ego es inteligente y hábil en
los métodos del engaño, y sólo la honestidad y la autenticidad de nuestro
inefable ser están más allá de su influencia. A cada paso y con cada respiración
se nos da la opción de actuar y responder, tanto interior como exteriormente, al
condicionamiento de la consciencia egoica que valora el control y la separación
por encima de todo, o a la conciencia intuitiva de la unidad que reside en el
silencio interior de nuestro ser.

Sin sinceridad es muy fácil, incluso para las más grandes enseñanzas
espirituales, llegar a convertirse en poco más que juguetes de la mente. En
nuestro mundo tan cambiante de soluciones rápidas, grandes promesas y cortos
espacios de atención, es fácil mantenerse en un nivel muy superficial de
consciencia, sin siquiera saberlo. Mientras que el estado despierto está siempre
presente y más cerca que tus pies, tus manos o los ojos, no se puede abordar de
una manera casual o insincera. Hay una razón por la que los buscadores de todo
el mundo tienen instrucciones de quitarse los zapatos y aquietar sus voces antes
de entrar en espacios sagrados. El mensaje que se transmite es que nuestro ego
debe ser "apartado y aquietado" antes de que se nos conceda el acceso a lo
divino. Todos los intentos de nuestro ego por controlar, reclamar y suplicar a la
realidad no tienen ninguna influencia sobre ella más que para hacernos la vida
más difícil y conflictiva. Pero una mente abierta y un corazón sincero tienen el
poder de asegurarnos el acceso a la realización de lo que siempre ha estado
presente todo el tiempo.

Cuando la gente le preguntó al gran sabio hindú Nisargadatta cuál pensaba él


que era la cualidad más importante que había que tener para despertar, él dijo:
"seriedad." Cuando eres serio, eres a la vez sincero y uni-focalizado; ser uni-
focalizado significa mantener tu atención en una sola cosa. He encontrado que
lo más difícil de hacer para la mayoría de los buscadores espirituales es
mantenerse enfocado en una cosa durante mucho tiempo. La mente salta de un
lado a otro con sus inquietudes y dudas a cada momento. Raramente se queda
con una pregunta un tiempo lo suficientemente largo como para profundizar en
ella. En la espiritualidad es muy importante no dejar que la mente egoica se
mantenga saltando de una preocupación a otra como un perro sin entrenamiento.
Recuerda, el despertar tiene que ver con la realización de tu verdadera
naturaleza y la disolución de todo apego a la consciencia del ego.

Mi abuela, que falleció hace unos años solía decirme en tono de broma:
"Envejecer no es para los débiles". Ella era muy consciente de los desafíos de un
cuerpo envejecido, y aunque ella nunca se quejó ni sentía ninguna compasión
por sí misma, sabía de primera mano que el envejecimiento tiene sus retos, así
como sus beneficios. Mi abuela tenía coraje en su interior, que le ayudó mucho
mientras se acercaba el final de su vida, y me siento feliz al decir que cuando
murió, lo hizo de buena gana y sin miedo. De forma similar el proceso de
entrada a un despertar completo y maduro requiere de coraje, ya que no sólo
nuestra visión de la vida, sino la vida misma se transforma para alinearse con la
visión mística interior. Un corazón sincero es un corazón vigoroso y valiente
dispuesto a rendirse ante la gran extensión desconocida del Ser –una extensión
que la mente egoica no tiene forma de saber o entender.

Cuando la conciencia de uno se abre más allá del estado de sueño de la


consciencia egoica hacia la infinita nada de la conciencia intuitiva, es común
que el ego sienta mucho miedo y terror mientras se inicia esta transición.
Aunque no hay nada que temer acerca de nuestro estado natural de Ser infinito,
este estado está más allá de la capacidad de entendimiento del ego, y como
siempre, los egos temen lo que no entienden y no pueden controlar. Tan pronto
como nuestra identidad abandona el ámbito del ego y asume su lugar legítimo
como la nada/totalidad infinita de la conciencia, todo el miedo se desvanece de
la misma manera que cuando nos despertamos de una pesadilla. De la misma
manera en la que me dijo mi abuela, "Envejecer no es para los débiles", también
puede decirse que la transición desde el estado de sueño al estado despierto y
maduro requiere coraje.

La sinceridad, la atención enfocada y el coraje son cualidades indispensables


para despertar del estado de sueño del ego a la paz y la tranquilidad del Ser
despierto. Todo lo que queda por hacer es vivirlo.

© 2008 Adyashanti

Fuente: Adyashanti.org
1. (del inglés one-pointed/one-pointedness): Atención enfocada, focalizada (en un sólo punto).
Un estado de estar completamente enfocado o concentrado en una sola cosa, siendo totalmente
consciente del momento presente e inconsciente de uno como individuo.

La búsqueda
por Adyashanti

La búsqueda de la iluminación es la búsqueda de la verdad o la realidad. No es


una búsqueda de ideas acerca de la verdad —eso es filosofía. Y no es una
búsqueda para realizar tus fantasías acerca de la verdad —eso es religión
fundamentalizada. Es una búsqueda de la verdad en términos de la verdad. Es
una búsqueda del principio fundamental de la vida, el elemento unificador de la
existencia.

En tus tranquilos momentos de honestidad, sabes que no eres la persona como te


presentas, o que pretendes ser. A pesar de que has cambiado las identidades
muchas veces, y han cambiado incluso en el curso de un solo día, ninguna de
ellas te satisface durante mucho tiempo. Todas ellas están en un proceso de
decadencia constante. En un momento eres una persona amable, el próximo una
persona enojada. Un día eres una persona indulgente y mundana; y al siguiente
un amante de Dios puro y espiritual. Un momento amas la imagen de ti mismo,
y la próxima vez la detestas. Y no sales de ahí, identificándote con una imagen
de ti mismo una y otra vez, cada una tan separada y falsa como la última.
Cuando este juego de la ilusión es lo suficientemente aburrido o doloroso, algo
dentro de ti empieza a moverse. De entre la insatisfacción de la separación surge
la intuición de que hay algo más real de lo que eres consciente ahora. Es la
intuición de que existe la verdad, aunque no sabes lo que es. Pero sabes, intuyes,
que la verdad existe, la verdad que no tiene absolutamente nada que ver con tus
ideas sobre ella. Pero de alguna manera sabes que la verdad sobre ti y toda la
vida existe.

Una vez que recibes esta intuición, esta revelación, te verás obligado a
encontrarla. No tendrás ninguna opción en la materia. Habrás comenzado
conscientemente la auténtica búsqueda de la iluminación, y no hay vuelta atrás.
La vida como la has conocido nunca será la misma.

Un gran maestro Zen dijo: "No busques la verdad; simplemente deja de acariciar
ilusiones." Si hay una práctica primordial o camino hacia la iluminación es este
—deja de acariciar ilusiones. Buscar la verdad puede ser un juego, completado
con una nueva identidad como buscador de la verdad impulsado por nuevas
ideas y creencias. Pero dejar de acariciar ilusiones no es un juego; es una forma
valiente e íntima de deconstrucción de ti mismo hasta la nada. Deshazte de todas
tus ilusiones y lo que queda es la verdad. No encuentras la verdad hasta que te
tropiezas con ella cuando te has desecho de tus ilusiones.

El maestro decía: "No busques la verdad." Pero tú no puedes dejar de buscar


sólo porque algún maestro Zen lo diga. Buscar es una energía, un movimiento
hacia algo. Los buscadores espirituales se están moviendo hacia Dios, el
nirvana, la iluminación, la verdad última, lo que sea. Para buscar algo, debes
tener al menos una vaga idea o imagen de qué es lo que están buscando. Pero la
verdad última no es una idea o una imagen o algo que hay que alcanzar de
nuevo. Por lo tanto, buscar la verdad como algo objetivo es una pérdida de
tiempo y energía. La verdad no se puede encontrar mediante la búsqueda de ella,
simplemente porque la verdad es lo que tú eres. Buscar lo que tú eres es tan
tonto como tus zapatos buscando sus suelas caminando en círculos. ¿Cuál es el
camino que llevará a tus zapatos a sus suelas? Es por eso que el maestro Zen
dijo: "No busques la verdad." En cambio, deja de acariciar ilusiones.

Dejar de acariciar ilusiones es una manera de invertir la energía de buscar. La


energía de la búsqueda estará allí de una forma u otra hasta que despiertes del
estado de sueño. No puedes simplemente deshacerte de ella. Es necesario
aprender cómo invertirla y utilizar la energía para deconstruir las ilusiones que
mantienen tu conciencia en el estado de sueño. Esto parece relativamente
simple, pero las consecuencias pueden parecer bastante desconcertantes, incluso
amenazantes. No estoy hablando aquí de una nueva técnica espiritual; estoy
hablando de una orientación radicalmente diferente a toda tu vida espiritual.
Esto no es poca cosa. Es una cosa muy grande, y tu mejor oportunidad de
despertar depende de ella. "No busques la verdad; simplemente deja de acariciar
ilusiones." Y si tú eres como la mayoría de las personas espiritualmente
orientadas, tu espiritualidad es tu más acariciada ilusión. Imagina eso.

© 2007 Adyashanti

Fuente: Adyashanti.org

Realizando tu verdadera naturaleza


por Adyashanti

Despertar a la verdad es una profunda realización de lo que eres como una


experiencia. ¿Qué es eso que está sintiendo? ¿Qué es eso que está pensando o
percibiendo? No se trata de proponer el nombre adecuado para eso, así que no le
des un nombre por el momento. Se trata simplemente de darse cuenta,
simplemente experimentar. Sentirlo. Percibirlo. Acogerlo. El despertar espiritual
es darse cuenta de lo que ocupa el espacio llamado "yo". Cuando escuchas
inocentemente, verás que realmente hay algo más aquí que un yo.

Tu yo siempre está experimentando este momento en relación con algún otro


momento. ¿Es este momento tan bueno como lo fue hace dos semanas? ¿Será el
mismo hoy como lo fue ayer? El yo se preocupa de lo que conoce y si es o no es
lo suficientemente bueno para obtener la iluminación. Tu yo podría llamarse a si
mismo hindú, cristiano, budista, advaitín, ateo, agnóstico, creyente o no
creyente, pero no importa con lo que se identifique tu yo, cuando te vuelves
muy abierto y relajado, puedes de pronto ser consciente de que algo más está
ocupando tu cuerpo-mente. Algo más está mirando desde tus ojos, escuchando
desde tus oídos, y sintiendo tus sentimientos. Ese algo no tiene cualidades.
Realizar tu verdadera naturaleza es darte cuenta de lo que está presente sin
cualidades. Podemos llamarlo el vacío de la consciencia, el Ser, o el No-Ser.
Experimentar directamente esta vacuidad —la vivencia de ello— es el despertar
espiritual. Es darte cuenta de ti mismo como una bella nadedad, o mejor dicho,
no-cosi-dad (1). Si decimos que es sólo "nada", no captamos su sentido real.
Cuando la imagen del yo se toma un descanso, descubrirás que todo lo que estás
haciendo en ese momento es sólo estar abierto. Te sientes muy aliviado de que
no estás tratando de llegar a otro momento o a una experiencia mejor.
Simplemente te sientes a ti mismo como muy relajado, una tranquila sensación
de paz. No has ganado nada en absoluto, no eres más inteligente, no sabes
necesariamente más que cualquier otro, y no te has convertido de repente en un
santo. Si estás reposando en tu verdadera naturaleza, entonces sientes que
realmente no hay adónde ir.

En ese momento, sientes como si tu camino hubiera terminado. Puede ser difícil
terminarlo cuando tanto has invertido en tu camino, pero si realmente quieres
ser libre, debes querer conocer la verdad más que ninguna otra cosa. Y cuando
lo haces, descubres que la verdad es tan condenadamente vacía. No hay nada en
ella. No hay nadie allí, sólo una vívida conciencia despierta.

Pero incluso entonces puedes realizar la verdad y aún así no funcionar desde
ella. Puedes tener una experiencia de despertar muy profunda y todavía no
funcionar desde ese despertar, porque el yo sigue convencido de que un yo es
necesario. El yo siempre trata de relacionarte con otro —puede ser el mundo y
yo, mi trabajo y yo, el perro y yo, lo que sea. ¿Has notado cómo la forma en que
te relacionas con tus pensamientos, sentimientos y sensaciones es a menudo un
poco contradictoria? ¿Que nunca es el momento oportuno? ¿Que es casi
perfecto, pero no lo bastante? El Buda dijo: "Todo sufrimiento proviene del
deseo, del apego". Este es el movimiento del yo que siempre quiere un poco más
por el momento.

El yo es torpe. Como mi madre solía decir: "Eres como un toro en una tienda de
porcelana china" (2). ¿Has oído eso alguna vez? Si dejas que tu mente imagine a
un toro suelto en una tienda de porcelana china, así es como el yo es. Al
moverse derriba las cosas, cosas como la más preciosa porcelana china. Con un
movimiento de su rabo, ahí va... ¡las tazas chinas de cuatro generaciones de mi
abuela! Bum —ahí van. Cuando tu yo está funcionando, es como ese toro.
Tiende a hacer mucho ruido, ya que siempre está en una relación un poco
contradictoria con su momento. Produce pensamientos, sentimientos, creencias
u opiniones ruidosos. También le gusta buscar, mover su cabeza para todos
lados, explorar la emoción adecuada en el cuerpo, explorar a través de la mente
el concepto adecuado. Siempre está en movimiento como un radar, en busca de
que suceda lo correcto.
Tan pronto como quitas tu atención de la exploración del radar, comienzas a
notar algo más. En el interior, hay algo que no está creando tanto ruido como el
yo. Este algo más, esta apertura, esta conciencia despierta, no está buscando el
momento siguiente o explorando la emoción o la experiencia adecuados. Puedes
tener esa sensación ahora. ¿Qué se siente al estar simplemente despierto, alerta?
Pienses o no pienses que estás despierto, no importa —No te preocupes por eso
ahora. ¿Cómo se siente la propia conciencia despierta? ¿Cuál es la experiencia
de esa conciencia despierta antes de tratar de estar más o menos despierto? Sólo
con una disposición de apertura, puedes comenzar a sentirla. ¿Cómo se siente
esta conciencia despierta? ¿Cómo se siente esta apertura? Sólo poniendo tu
atención ahí, sólo observando sin ningún esfuerzo, esta sensación sin forma o
vacía de ser se intensifica como si dijera: "Alguien está finalmente prestando
atención".

Cuando esta apertura está presente, puedes reconocer cómo experimenta tu


cuerpo. ¿De qué manera la apertura experimenta un sentimiento, una emoción o
el pensamiento? ¿Cómo experimenta el movimiento llamado "yo"? Permítete
disfrutar de su sabor auténtico. Esta apertura está en una relación
completamente diferente con todo lo que existe, empezando por ti. Está en una
relación diferente con el momento; no va a ninguna parte. ¿Lo has notado? No
está tratando de lograr algo más. No te ha elevado ni degradado. Comienza a
sentir la profunda inocencia de esta apertura. No está percibiendo desde el
pasado, ni desde el último momento, y mucho menos desde la acumulación de
toda la vida. Está percibiendo sólo en este momento.

La apertura no acumula nada, así que es libre. Tiene una relación


profundamente inocente, pero sensata con todo. Es algo primario, despierto y
vivo. Puedes sentir lo increíblemente valiosa que es. Cuando la miras
directamente, no hay nada allí. Permítete experimentar esta apertura, esta
nadedad. Permítete ver cómo se experimenta el cuerpo y la mente ahora mismo,
en este momento. Es tan diferente de la experiencia del yo. Esta nadedad es la
paz que sobrepasa todo entendimiento, y está aquí, a tu alcance.

La conciencia despierta es inherente a todas las cosas y todos los seres en todas
partes, todo el tiempo. Esta conciencia despierta se relaciona a cada momento
desde la inocencia, desde la honestidad absoluta, desde un estado en el que te
sientes absolutamente auténtico. Sólo desde este estado te das cuenta de que
realmente nunca querías lo que pensabas que querías. Te das cuenta de que
detrás de todos tus deseos había un solo deseo: experimentar cada momento
desde tu verdadera naturaleza. Descubres que simplemente caminando por la
calle y ver una hoja al viento o ver un vagabundo en la esquina es la más
exquisita de las experiencias. No necesitas nada grande; cada momento tiene
una belleza propia. Hasta los momentos más desagradables tienen una belleza
cuando se experimenta desde esta inocencia, este estado maravillosamente
encantador de conciencia despierta.

En cualquier momento, puedes preguntarte, "¿Cómo es para la vacuidad


experimentar este momento? ¿Cómo es para la conciencia despierta?" Escucha
de verdad, porque la apertura es tranquila y suave. No puedes insistir en ella. No
puedes apropiarte de ella, así que no te esfuerces. Sólo ábrete. Busca la apertura,
siente desde la apertura, y relaciónate desde la apertura. Puede asustarte si no
estás acostumbrado a ella. Si te encuentras en un lugar que no te gusta, sólo
pregunta cómo la apertura experimenta este momento. Un cambio ocurre, y te
encuentras diciendo: "¡que me aspen, estoy realmente disfrutando!"
Esta relación desde tu corazón, de la verdad de tu ser, desde la apertura, es algo
que no se puede enseñar. Me acuerdo de lo que era cuando como budista fui
para realizar los preceptos. Uno lee a través de ellos, los estudia, y en cierto
modo los lleva dentro. Haces lo que el pequeño yo hace con ellos, como decidir
que vas a hacer un buen trabajo, hasta que descubres otra cosa. Crees que sabes
lo que son los preceptos, entonces realmente despiertas a tu verdadera
naturaleza y te das cuenta que esta es la forma en que tu verdadera naturaleza
naturalmente ve las cosas. Es muy simple. Eso es todo. Ahora no necesitas
ningún precepto porque tu verdadera naturaleza ve de esa manera todo el
tiempo. No necesitas que te recuerden cómo ve tu verdadera naturaleza. Sólo
necesitas que te recuerden lo que es tu verdadera naturaleza.

Así que si quieres descubrir cómo la apertura se relaciona con cada momento,
sólo ve al interior. Sé esa apertura. Sé esa vacuidad. Todo lo que puedes hacer
es preguntarte a ti mismo, indagar sobre ti mismo. ¿Cómo se relaciona con este
pensamiento en mi cabeza? ¿Con esta persona? ¿Con este momento? Puedes ver
esto. Ve directamente a la fuente, a la única autoridad que es finalmente
liberadora: tu propia conciencia despierta, tu propia vacuidad que percibe este
momento. Te enseñará cómo vivir.
Berkeley, California, 17 de marzo 2002

© 2006 Adyashanti

Fuente: Adyashanti.org
Notas:
1. Aquí el autor juega con el doble sentido de las palabras inglesas nothing y no-thing, que en
español se traducen por "nada" y "no-cosa" respectivamente.
2. En español se suele decir "eres como un elefante en una cacharrería". Pero utilizamos aquí la
traducción literal inglesa para poder seguir el razonamiento posterior que hace el autor.

La Novela de la Vida
por Adyashanti

Cuando lees una novela, y lees sobre los diferentes personajes, algunos te
gustarán y otros no. O cuando ves una película y piensas en tu relación con los
personajes, es posible que te gusten o es posible que no - pero no encuentras tu
sensación de ser en ellos. No estableces referencias de tu propia estima y valía
con los personajes de una novela o cuando enciendes la televisión. Sólo tienes
pensamientos acerca de ellos.

Pero imagina que encendieras la televisión o leyeras una novela y que realmente
derivases totalmente tu sentido de ser y tu sentido de ti mismo de uno de los
personajes. Inmediatamente tu perspectiva sería muy diferente, ¿no es así?
Ahora, tu perspectiva ha pasado de ser algo muy vasto a ser algo muy limitado,
viendo sólo a través de los ojos del personaje. Lamentablemente, así es como la
mayoría de los seres humanos pasan sus vidas. Tienen este pequeño personaje
en su mente llamado "yo", y están viendo realmente ese "yo" como algo
personal cuando no lo es.

El "yo" es muy impersonal, no significa ser frío o distante, sino sólo significa
sin una naturaleza propia inherente, de la misma manera que cuando lees un
libro, los personajes no tienen una naturaleza propia. Ellos en realidad no
existen fuera de tu imaginación. Ni siquiera existen en el libro, porque el libro
es sólo palabras. Y sin alguien que lea esas palabras y los traiga a la vida en su
imaginación, nada siquiera existe en la página impresa. Todo está en el lector,
toda la vida.

Cuando el Buda habló de la realización del no-yo, estaba hablando del yo que es
una imagen en la mente siendo completamente transparente. Y cuando no hay
una imagen del yo, la experiencia no tiene donde repercutir. Todo simplemente
es como es, porque no hay una interpretación secundaria. El que está
interpretando es el que está sufriendo. Y ese es el que sufre. Ese es el que hace
que otros sufran.

El falso yo, el yo que es una imagen en la mente, aprovecha cada experiencia


para compararse: "¿Cómo soy en relación a lo que está sucediendo? ¿Soy sabio?
¿Soy estúpido? ¿Soy torpe? ¿Soy valiente? ¿Estoy iluminado acerca de esto?"
Ese es el movimiento de la consciencia reflejándose en una imagen de sí misma
que en realidad no existe. Siempre está comparando cada experiencia, y luego
creyendo en la interpretación de la experiencia en lugar de ver "Todo tal y como
es".

Todo tal y como es en realidad. Desde el punto de vista de la consciencia,


incluso la resistencia simplemente es. Y si te resistes a la resistencia, eso es lo
que es. No puedes escapar de ello. Empiezas a ver que lo único que ahonda en la
resistencia, una historia, o una interpretación de lo que es —sea lo que sea— es
esta persona creada por la mente. Es como un personaje de una novela. Cuando
lees una novela, cada personaje tiene un punto de vista. Tiene creencias. Tiene
opiniones. Hay algo que lo hace distinto de otros personajes. Nuestra persona es,
literalmente, el personaje creado por la mente que siempre está haciéndose
distinguir. Por lo tanto, siempre necesita evaluar todo en contra de su idea
preconcebida.
Hay otro punto de vista ventajoso. El otro punto de vista ventajoso no sólo está
fuera del personaje, sino también en el interior del personaje. Es el punto de
vista ventajoso fundamental que está en el exterior, y también está interpretando
todos los papeles desde el interior.

Eso es básicamente lo que significa realmente despertar: estamos despertando


del personaje. No tienes que destruir el personaje llamado "yo" para despertar de
él. De hecho, tratar de destruir el personaje hace que sea muy difícil despertar.
Porque ¿qué es lo que está tratando de destruir el personaje? El personaje. ¿Qué
es lo que está juzgando al personaje? El personaje.

Así que deja al personaje solo. El personaje llamado tú, déjalo en paz. Entonces
es mucho más fácil para el despertar que suceda esa perspectiva.

No pierdes el personaje; ganas toda la novela de la vida. No es como si


perdieras algo. Ganas todo el libro. Usted gana todo el universo. Como Buda
decía: "Piérdete a ti mismo, y gana el universo." No es un mal negocio. O
Dogen: "Conocerse a sí mismo es olvidarse de uno mismo y olvidarse de uno
mismo es ser iluminado por las 10.000 cosas", lo que significa verse a sí mismo
en todas partes. Despierta de tu personaje, y entonces ves tu propia naturaleza en
todos los personajes —no sólo uno, sino todos.

Así que no perdemos nada. Ganamos todos los personajes. Sólo perdemos la
fijación, eso es todo.

© 2005 Adyashanti

Fuente: Adyashanti.org

Vender agua junto al río


por Adyashanti

Muchos buscadores no asumen toda la responsabilidad de su propia liberación,


sino que esperan una gran experiencia espiritual final que les catapultará
plenamente hacia ella. Es esta búsqueda de la experiencia liberadora final la que
da lugar a una forma de consumismo espiritual desenfrenado en el que los
buscadores van de un maestro a otro, van de compras de la iluminación como si
fueran a comprar golosinas en una tienda de dulces. Esta promiscuidad
espiritual está convirtiendo rápidamente la búsqueda de la iluminación en un
culto de buscadores de experiencias. Y, aunque muchas personas sí que tienen
fabulosas experiencias, en la mayoría de los casos éstas no conducen a la
profunda transformación del individuo, que es la expresión de la iluminación.

***

Hablando regularmente con buscadores espirituales, me di cuenta un día cuán


adictos son muchos de ellos al poder del carisma. Se intercambian historias
sobre cuán poderoso es este o aquel maestro y comparan experiencias. Pagan un
precio por ello, confundiendo el carisma con la iluminación. El carisma atrae a
todos los niveles: político, sexual, espiritual, etc, y se alimenta del deseo del ego
de sentirse especial. Al ego le encanta recibir golpes de autoestima, es como una
forma de caramelo espiritual. El caramelo puede ser dulce, pero ¿se puede vivir
de él? ¿Te hace libre?

La libertad no es necesariamente emocionante; es sólo libre. Muy apacible y


silenciosa, así que muy tranquila. Por supuesto, también está llena de alegría y
asombro, pero no es lo que te imaginas. Es mucho, mucho menos. Muchos
confunden el poder embriagador del llamado carisma espiritualista con la
iluminación. La mayoría de las veces es simplemente espiritualista, y no
necesariamente libre o iluminado. Para ser verdaderamente libre, debes desear
conocer la verdad más de lo que deseas sentirte bien. Porque si sentirte bien es
tu meta, entonces tan pronto como te sientas mejor, perderás el interés por lo
verdadero. Esto no quiere decir que sentirse bien o experimentar amor y
felicidad sea una cosa mala. Si se pudiera elegir, cada uno elegiría sentirse feliz
en lugar de triste. Simplemente significa que si este deseo de sentirte bien es
más fuerte que el deseo de ver, conocer, y experimentar la Verdad, entonces este
deseo estará siempre distorsionando la percepción de lo que es Real,
corrompiendo la integridad más profunda de uno.

Por mi experiencia, todos dicen que quieren descubrir la Verdad, justo hasta que
se dan cuenta de que la Verdad les despojará de sus ideas arraigadas más
profundas, sus creencias, esperanzas y sueños. La libertad de la iluminación es
mucho más que la experiencia de amor y de paz. Significa descubrir una Verdad
que dará un vuelco a tu visión de tí mismo y de la vida. Para alguien que está
realmente preparado, será algo increíblemente liberador. Pero para alguien que
todavía está aferrado de un modo u otro, será extremadamente desafiante.
¿Cómo saber si estás preparado? Uno está preparado cuando está dispuesto a ser
absolutamente consumido, cuando está dispuesto a ser el combustible para un
fuego sin fin.

***

Si comienzas a jugar el juego de ser "alguien iluminado", el verdadero maestro


pondrá su atención en ti. Él o ella te va a desenmascarar, y este
desenmascaramiento te va a doler. Debido a que el ego estará allí, ante la luz de
la Verdad, desenmascarado y humillado. Por supuesto, el ego "¡protestará!".
Dirá que el maestro ha cometido un error y comenzará a justificarse en un
esfuerzo para ponerse su coraza protectora. Comenzará a inventar
justificaciones con una sutileza engañosa increíble. Aquí es donde comienza la
verdadera sadhana (práctica) espiritual. Aquí es donde todo se vuelve muy real y
el estudiante descubre si él o ella realmente quiere ser libre, o simplemente
quiere seguir siendo un ego falso, independiente y auto-justificante. Se presenta
inevitablemente esta encrucijada y siempre es un reto. Separa al verdadero
buscador del falso. El verdadero buscador estará dispuesto a abrirse a la gracia
de la humildad, mientras que el buscador falso huirá de ella. Así comienza el
verdadero camino hacia la iluminación, otorgado sólo a aquellos que estén
dispuestos a ser nadie. El descubrimiento de tu "nadie-dad" abre la puerta a
despertar como ser, y más allá hacia la Fuente de todo ser.

***
No creo que la iluminación te vaya a hacer especial, no. Si te sientes especial de
alguna manera, entonces la iluminación no se ha producido. Me encuentro con
muchas personas que piensan que están iluminados y despiertos, simplemente
porque han tenido una experiencia espiritual muy conmovedora. Llevan su
iluminación en su manga como una medalla al honor. Se sientan entre amigos y
hablan de lo despiertos que están mientras se toma un café en una cafetería.

Lo curioso es que cuando la iluminación es auténtica, no hay nadie que la


reclame. La iluminación es muy normal; no es nada especial. En lugar de
hacerte más especial, va a hacerte menos especial. Te coloca justo en el centro
de una maravillosa humildad e inocencia. Todos los demás pueden o no llamarte
iluminado, pero cuando estás iluminado toda la idea de la iluminación y de
alguien que está iluminado es una gran broma. Yo uso la palabra iluminación
todo el tiempo - no para dirigirte hacia ella sino para que vayas más allá. No te
atasques en la iluminación.

***

El ego es el movimiento de la mente hacia los objetos de percepción en la forma


de apego, y de rechazo de los objetos en la forma de aversión. Esto es
fundamentalmente todo el ego. Este movimiento de apego y aversión da lugar a
la sensación de un "yo" separado, y a su vez la sensación del "yo" se fortalece
de esta manera. Es este bucle continuo de causalidad lo que embauca a la
conciencia en un trance de identificación. ¿Identificación con qué? La
identificación con el continuo bucle del sufrimiento. Después de todo, ¿quién
sufre? El "yo" es el que sufre. ¿Y quién es este yo? No es nada más que una
sensación de ser originada por la identificación con el apego y la aversión. Ya
ves, todo es una creación de la mente, una película sin fin, un sueño terrible. No
trates de cambiar el sueño, porque el tratar de cambiarlo no es más que otro
movimiento en el sueño. Mira el sueño. Sé consciente del sueño. Esa conciencia
es Ello. Interésate más en la conciencia del sueño que en el sueño mismo. ¿Qué
es esa conciencia? ¿Quién es esa conciencia? No sueltes una respuesta, sólo sé
la respuesta. Sé Ello.

***

La iluminación significa el fin de toda división. No es simplemente tener una


experiencia ocasional de unidad más allá de toda división, en realidad es ser
indiviso. Esto es lo que realmente significa no-dualidad. Significa que hay un
solo Ser, sin una diferencia o brecha entre la revelación profunda de la Unidad y
la forma en que se percibe y se vive cada momento de la vida. No-dualidad
significa que la revelación interior y la expresión exterior de la personalidad son
una y la misma. Muy pocos parecen estar interesados en la mayor implicación
contenida en las profundas experiencias espirituales, ya que es la contemplación
de estas implicaciones lo que rápidamente trae a la conciencia las divisiones
internas existentes en la mayoría de los buscadores.

***

Las personas espirituales pueden ser algunas de las personas más violentas que
nunca hayas conocido. En su mayoría, son violentas hacia sí mismas. Tratan
violentamente de controlar su mente, sus emociones y sus cuerpos. Se enfurecen
consigo mismas y se maltratan a sí mismas por no rebelarse ante la idea de la
mente condicionada de lo que cree ser la iluminación. Nadie nunca se ha
liberado a través de este tipo de violencia. ¿Por qué es que tan pocas personas
son realmente libres? Porque tratan de amoldarse a las ideas, conceptos y
creencias en sus cabezas. Tratan de concentrarse en su camino al cielo. Pero la
libertad trata sobre el estado natural, la expresión espontánea y natural del ser.
Si deseas encontrarla, observa que la idea misma de una persona que tiene el
control es un concepto creado por la mente. Da un paso atrás en lo desconocido.

***

No hay nada más insidiosamente destructivo para el logro de la liberación que


dudar de uno mismo y el cinismo. La duda es un movimiento de la mente
condicionada que siempre dice que "no es posible", que "la libertad no es
posible para mí". La duda siempre sabe; ella "sabe" que nada es posible. Y en
este saber, la duda te roba la posibilidad de que te ocurra algo realmente nuevo o
transformador. Por otra parte, la duda siempre va acompañada de un cinismo
generalizado que inconscientemente le da un giro negativo a todo lo que toca. El
cinismo es una visión del mundo que protege al ego del escrutinio, manteniendo
una postura negativa en relación a lo que no conoce, no quiere conocer, o no
puede conocer. Muchos buscadores espirituales no tienen ni idea realmente de
lo cínicos que son y lo cargados de dudas que están. Es esta ceguera y negación
de la presencia de la duda y el cinismo lo que hace imposible el nacimiento de
una profunda confianza, una confianza sin la cual la liberación final siempre
será simplemente un sueño.

***

Todo miedo viene del pensamiento en la forma de memoria (pasado) o de


proyección (futuro). El pensamiento crea el tiempo: pasado, presente y futuro.
Así que el miedo existe y proviene de la percepción de la existencia del tiempo.
Estar libre del temor es estar libre del tiempo. Puesto que el tiempo es una
creación del pensamiento, para estar libre del temor debes estar libre del
pensamiento. Por consiguiente, es importante despertar y experimentar tu Ser
fuera del pensamiento, existiendo como eternidad. Así que pon en duda todas
las ideas de ti mismo que sean creaciones del pensamiento y del tiempo - del
pasado, presente y futuro. Experimenta tu eternidad, tu divinidad, tu despertar
hasta que estés convencido de que nunca estás sujeto al movimiento del
pensamiento, del miedo o del tiempo. Estar libre del miedo es estar lleno de
Amor.

***

Muchos buscadores espirituales se quedan "atrapados en el vacío", en lo


absoluto, en la trascendencia. Se aferran a la felicidad, o la paz, o la
indiferencia. Cuando la motivación egoísta de vivir desaparece, muchos
buscadores se vuelven indiferentes. Ellos ven la perfección de toda la existencia
y no encuentran razón para hacer nada, incluyendo el cuidado de sí mismos o de
otros. Yo llamo a esto "tomar un refugio falso". Es una trampa del ego muy
sutil. Esta fijación en lo absoluto y toda forma inconsciente de apego se
pretende hacer pasar por la liberación. Puede ser muy difícil despertar a alguien
de esta fijación engañosa, ya que literalmente no tienen ninguna motivación
para soltarla. Atascados en una forma de indiferencia divina, estas personas
creen que han llegado a la cima de la montaña, cuando en realidad se esconden
en la mitad de su ladera.

La iluminación no quiere decir que uno deba desaparecer en el reino de la


trascendencia. Esta fijación en lo absoluto es simplemente el polo opuesto de
estar fijado en lo relativo. Con la llegada de la verdadera iluminación, hay un
tremendo nacimiento del Amor impersonal y sabiduría que nunca se fija en
ningún ámbito de la experiencia. Despertar a la visión del absoluto es profundo
y transformador, pero despertar de todos los puntos de vista fijos es el
nacimiento de la verdadera no-dualidad. Si el vacío no puede danzar, no es
verdadera vacuidad. Si la luz de la luna no inunda el vacío cielo nocturno y se
refleja en cada gota de agua, en cada brizna de hierba, entonces estás mirando
solamente a tu propio sueño vacío. Yo digo: "¡Despierta!" Entonces tu corazón
será inundado por un Amor que no se puede contener.

***

Quizás pueda señalarte la gran Realidad dentro de ti. Quizás despiertes a la


experiencia directa de la realización del Ser. Quizás comprendas el fuego de la
transmisión. Pero hay una cosa que nadie puede darte: sólo la integridad y la
honestidad te llevará por completo a la otra orilla. Nadie puede darte la fuerza
de carácter necesaria para la experiencia espiritual profunda que se convertirá en
el catalizador de la transformación evolutiva llamada "iluminación". Sólo tú
puedes descubrir esa pasión que arde dentro con una integridad que no se
conformará con nada menos que la Verdad.

***

La iluminación no tiene nada que ver con los estados de consciencia. Que estés
en la consciencia del ego o en la consciencia de la unidad no es realmente la
cuestión. He conocido a muchas personas que tienen fácil acceso a estados
avanzados de consciencia. Aunque para algunas personas esto puede lograrse
fácilmente, también me doy cuenta de que muchas de estas personas no son más
libres que cualquier otra persona. Si no crees que el ego pueda existir en estados
muy avanzados de consciencia, te equivocas. La cuestión no es el estado de
consciencia, incluso los muy avanzados, sino el misterio despierto que es la
fuente de todos los estados de consciencia. Es incluso la fuente de la presencia y
del ser. Está más allá de toda percepción y toda experiencia. Yo lo llamo
"conciencia despierta" (1). Para averiguar que estás vacío de la vacuidad tienes
que morir en el misterio consciente, que es la fuente de toda existencia. Lo que
pasa es que ese misterio está enamorado de toda su manifestación y no
manifestación. Encuentras tu Ser dando un paso atrás fuera de ti mismo.
***

El regalo de Ramana Maharshi al mundo no fue que realizara el Ser. Muchas


personas han tenido una profunda realización del Ser. El verdadero regalo de
Ramana fue que él encarnara esa realización tan plenamente. Una cosa es
realizar el Ser; pero es algo completamente distinto encarnar esa realización
hasta el punto de que no exista una brecha entre la revelación interior y su
expresión externa. Muchos han vislumbrado la realización de la Unidad; pero
pocos expresan consistentemente esa realización a través de su humanidad. Una
cosa es tocar una llama y saber que está caliente, y otra muy distinta es lanzarse
a esa llama y ser consumido por ella.

Publicado por primera vez en Inner Directions Journal, Otoño-Invierno 1999.


© 1999 Adyashanti.
Fuente: Adyashanti.org
1. La palabra inglesa usada aquí es "awakeness", que al no haher una traducción directa al español
(quizá "despertez") se ha usado "conciencia despierta" . Significaría la cualidad o estado de
estar despierto (en el Ser).

Mi despertar
por Adyashanti Extracto del primer capítulo de LA DANZA DEL VACÍO

Antes de experimentar mi despertar final hace unos años, me había vuelto loco
por la iluminación. Para estudiar zen hay que estar un poco loco. Mi maestra
solía decir que "los locos son los únicos que permanecen". Una de mis locuras
consistía en levantarme temprano todos los domingos (a eso de las cinco o las
cinco y media de la mañana) para sentarme a meditar durante un tiempo extra
antes de ir a la meditación de dos horas en grupo con mi maestra. Me sentaba a
meditar en una habitación pequeña y me quedaba helado hasta los huesos.

Una de esas mañanas en las que estaba ahí sentado me sucedieron dos cosas,
una después de la otra, y eran aparentemente muy paradójicas. En primer lugar
obtuve la visión espontánea de que todo era uno. Lo sentí al oír el canto de un
pájaro en el jardín; al oír el gorjeo, la siguiente pregunta surgió de mi interior:
"¿Qué es lo que oye el sonido?". Nunca me había hecho esa pregunta antes. De
pronto me di cuenta de que yo era el sonido del pájaro, y también el que oía al
pájaro; comprendí que el oído, el sonido y el pájaro eran manifestaciones de la
misma cosa. No puedo decir de qué, pero sí puedo decir que sólo es una cosa.
Cuando abrí los ojos descubrí que pasaba lo mismo con la habitación: la pared y
el que veía la pared eran la misma cosa. Pensé que todo era muy extraño y me di
cuenta de que quien pensaba era otra manifestación más de lo mismo. Me
levanté y empecé a deambular por la casa buscando algo que no formase parte
del Uno. Pero todo era un reflejo de ese Uno. Todo era divino. Entré en el cuarto
de estar. De repente, a mitad del movimiento de un paso, la conciencia (o
atención) se separó de todo, ya fuese físico, corporal o exterior.

En el espacio de un solo paso desapareció todo. Luego surgió la imagen de un


número infinito de encarnaciones pasadas, al menos eso parecía, en la que las
cabezas formaban una fila tan larga como abarcaba mi vista. La conciencia
comprendió algo así como "Dios mío, he estado identificándome con diversas
formas desde hace tropecientas vidas". En ese momento, la conciencia (el
espíritu) comprendió que había estado tan identificada con todas esas formas
que hasta ese mismo momento se había creído que realmente era una forma.

De repente, la conciencia estaba libre de la forma y existía de manera


independiente. Ya no se definía por ninguna forma, fuese ésta la forma de un
cuerpo, de una mente, de una vida, de un pensamiento o de un recuerdo. Podía
ver todas estas cosas, pero apenas podía creerlo. Era como si alguien me hubiese
metido un millón de dólares en el bolsillo y yo me lo estuviese sacando
continuamente sin creérmelo del todo. Pero tampoco podía negarlo. Aunque esté
utilizando la palabra "yo", ahí no había ningún "yo", sólo el Uno.

Estas dos experiencias sucedieron juntas, separadas tan sólo por unos instantes.
En la primera me convertí en la Unicidad de todo y en la segunda me convertí
en la conciencia (o espíritu), que se despertó completamente y salió de cualquier
identificación, incluso de la Unicidad. Al ir más allá de la Unicidad, seguía
habiendo una conciencia básica, pero tenía dos aspectos diferentes: yo soy todas
las cosas, y yo no soy absolutamente nada. Esto era el despertar, la realización
del Ser.

Lo que sucedió después es que di un paso, un paso normal y corriente. Y me


sentí como un bebé cuando da su primer buen paso y mira después a su
alrededor como para preguntar si lo has visto, exhibiendo abiertamente su
alegría. Así que di otro paso más y sentí algo así como "¡vaya, el primer paso!",
y después di otro paso más, y luego otro, y seguí moviéndome en círculos, pues
cada paso era como si hubiese dado el primer paso. Era un milagro.

En cada "primer" paso, la conciencia sin forma y la Unicidad se fundían de tal


manera que la conciencia, que se había identificado siempre con una forma,
estaba entonces en el interior de la forma, exenta de cualquier identificación. No
veía a través de ningún pensamiento ni de ningún recuerdo de lo que hubiese
sido antes, sino a través de los cinco sentidos, nada más. Libre de cualquier
historia o memoria, sentía cada paso como si fuese el primero.
Entonces me vino a la mente algo muy divertido (al menos así lo sentía yo,
después de trece años de práctica zen): "¡Vaya, acabo de despertarme del zen!".
Cuando te despiertas, te das cuenta de que despiertas de todas las cosas, incluso
de las que te han ayudado a llegar ahí. A continuación le escribí a mi esposa esta
extraña nota: "Feliz cumpleaños. Hoy es mi cumpleaños. Acabo de nacer". Le
dejé la nota, y cuando pasé con el coche por delante de nuestra casa de camino a
mi grupo de meditación, vi a mi esposa agitando la nota en la mano. No sé
cómo, pero supo exactamente lo que quería decir.

No le mencioné esta experiencia a mi maestro hasta pasados tres meses, pues


me parecía que contárselo no tenía ningún sentido. ¿Qué necesidad tenía de que
alguien lo supiese? No sentía necesidad de contárselo a nadie ni de que me
felicitasen. Para mí, la experiencia era completa en sí misma. Más adelante
descubrí que mi experiencia se correspondía con lo que mi maestro llevaba
contándome toda la vida. Entonces comprendí que sus enseñanzas hacían
referencia a este despertar. De un modo muy real, esa experiencia, que aún
perdura y que todavía hoy sigue siendo la misma, es la base de todo lo que digo.

Cuando realmente empezarnos a observar lo que creemos ser, nos volvernos


propensos a la gracia. Comenzamos a ver que, aunque tengamos diversos
pensamientos, creencias e identidades, no nos dicen quiénes somos, ni a nivel
individual ni colectivo. Un misterio se hace presente: nos damos cuenta de que
cuando nos observamos con atención y cuidado, lo verdaderamente
sorprendente es que nos definimos totalmente a partir del contenido de nuestra
mente, de nuestros sentimientos y de nuestra historia. Hay muchas formas de
espiritualidad que intentan librarse de los pensamientos, de los sentimientos y de
los recuerdos para poner la mente en blanco, como si eso fuese un estado
espiritual, o un estado deseable. Pero tener la mente en blanco no es
necesariamente sabio. En cambio, lo más útil es ver a través de los pensamientos
y reconocer que un pensamiento no es más que un pensamiento, una creencia o
un recuerdo. Entonces podremos dejar de vincular la conciencia o el espíritu a
nuestros pensamientos y a nuestros estados mentales.

Después de ese primer paso, cuando comprendí que lo que veía a través de mis
ojos y de mis sentidos era la conciencia o el espíritu, en vez de los
condicionamientos o la memoria, vi que ese mismo espíritu era el que miraba a
través de todos los otros ojos. Si miraba desde otro condicionamiento, daba lo
mismo; era exactamente igual. Se estaba viendo en todas las cosas, no sólo en
los ojos, sino también en los árboles, en las piedras y en las flores.

Lo paradójico es que cuanto más se saborea el espíritu o conciencia a sí mismo,


no como pensamiento, idea o creencia, sino como mera presencia o conciencia,
más se refleja en todo ese espíritu. Cuanto más despertamos nuestros cuerpos,
mentes e identidades, mejor vemos que no son más que meras manifestaciones
del mismo espíritu, de la misma presencia. Cuanto más comprendemos que lo
que somos es totalmente atemporal, que está fuera del mundo y de todo lo que
sucede, mejor comprendemos que esa misma presencia es el mundo, todo lo que
sucede y todo lo que existe. Son como las dos caras de una misma moneda.

La mayor barrera para el despertar es pensar que es algo raro. Cuando se cae
esta barrera, o al menos empiezas a decirte: "Realmente no estoy seguro de que
sea cierta mi creencia de que el despertar es difícil", todo se vuelve accesible de
forma instantánea. Como esto es lo único que existe, no puede ser raro ni difícil,
a no ser que insistamos en que así sea. La base de todo esto no es teórica, sino
experimental. A mí no me lo enseñó nadie, y nadie podrá enseñártelo a ti.

Lo más bonito del despertar es que cuando dejas de reaccionar a tus


condicionamientos, la sensación del "yo" que estaba viviendo esta vida deja de
existir. La mayoría de la gente está familiarizada con la sensación de un yo que
vive esta vida. Pero cuando vamos más allá, la experiencia nos muestra que el
amor es lo que hace que esta vida funcione realmente, y ese amor está en todo el
mundo, todo el tiempo. Cuando intenta abrirse camino entre tus cosas
personales, este amor se disipa, pero sigue ahí. Nadie es dueño de este
amor. Todo el mundo es, en esencia, la manifestación de este amor.
A lo largo de tu vida habrás experimentado ocasiones, conscientemente o no, en
las que te hayas olvidado momentáneamente del "yo" con el que te habías
identificado. Esto puede ocurrir espontáneamente ante una hermosa vista, o
cuando olvidas el ego. La gente normalmente pasa por alto estos momentos.
Después de experimentar el "momento agradable", volvemos a construir nuestra
sensación habitual de identidad. Pero estas oportunidades son, de hecho,
pequeñas mirillas a través de las cuales puedes experimentar la verdad.
Extracto del Primer Capítulo de LA DANZA DEL VACÍO (Gaia Ediciones, 2008)

El falso yo
por Adyashanti
El falso yo crece por ser inconscientes. Es una amalgama de muchos yoes
fragmentados y tenuemente ligados por una fachada de normalidad. Es una casa
dividida, construida sobre unos cimientos imaginarios; un pájaro con las alas
rotas que no puede volar.
El falso yo es la mayor barrera (todas las barreras son imaginarias, por supuesto)
a la realización de nuestra verdadera identidad: ser universal. En esencia, el
falso yo es un proceso psicológico que ocurre en la mente que organiza, traduce
y da sentido ―o en muchos casos falta de sentido― a todos los datos
procedentes de los sentidos. Cuando este proceso psicológico se mezcla con el
movimiento auto-reflexivo de la conciencia, produce un sentido del yo. A
continuación, este sentido del yo impregna la conciencia como una especie de
perfume que lleva a la mente a confundir lo que en realidad es un proceso
psicológico con una entidad separada llamada yo. Esta conclusión equivocada
―que eres un yo distinto y separado― sucede muy temprano en la vida y de
manera más o menos automática e inconsciente.
Al identificarse con un nombre particular, asociado a un cuerpo y a una mente
particulares, el yo comienza el proceso de crear una identidad separada. Añade a
lo anterior una compleja combinación de ideas, creencias y opiniones, junto con
algunos recuerdos selectivos y a menudo dolorosos que crean un pasado con el
que identificarse, y añade también la cruda energía emocional que se necesita
para mantenerlo todo de una pieza, y antes de que puedas darte cuenta ya tienes
un yo muy convincente, aunque dividido.

Esto no implica que en el desarrollo de un ser humano el falso yo no tenga uso


ni propósito; simplemente estamos diciendo que fuera de la mente no tiene
ninguna existencia en absoluto. El yo se desarrolla para que puedas adquirir una
saludable sensación de individuación y autonomía que te ayude a navegar por la
vida de un modo que conduzca a tu supervivencia y bienestar. El problema es
que son pocos los que llegan a desarrollar una verdadera autonomía psicológica;
e incluso a quienes lo consiguen, el falso yo les mantiene tan en trance que
nunca imaginan su naturaleza ilusoria ni lo que está más allá. Pero una vez que
se desarrolla la verdadera autonomía, ya no se necesita el yo, del mismo modo
que cuando se alcanza la edad adulta ya no se necesita la infancia. No obstante,
tal vez sea más preciso decir que lo verdaderamente importante es la autonomía,
y que, en esencia, el falso yo es un subproducto imaginario del mecanismo auto-
reflexivo de la conciencia identificándose con el incesante movimiento del
pensamiento condicionado.
El problema es que el yo del que estabas convencido que era tu verdadero yo es
un fantasma que solo existe como una abstracción en tu mente, animada por la
conflictiva energía emocional de la separación. Tiene aproximadamente el
mismo grado de realidad que el sueño de anoche. Y cuando dejas de traerlo a la
existencia con tu pensamiento, no tiene ninguna existencia en absoluto. Por eso
es falso, lo que nos remite a la pregunta: ¿quién o qué es real en ti?

En el núcleo del falso yo hay un vacío, derivado de un alejamiento esencial de la


propia divinidad, bien por desarrollo natural, por desesperación o simplemente
por sucumbir al trance del mundo con todas sus máscaras de engaño y la dura
exigencia de adaptarse a su locura. El falso yo orbita en torno al abismo vacuo
de su núcleo, en un silencio aterrorizado ante la amenaza de caer en un olvido
sin nombre ni rostro.

El falso yo es al mismo tiempo un obstáculo y una puerta que debes atravesar


para despertar a la dimensión de ser. A medida que atraviesas el vacío del yo, la
identificación con él muere, temporal o permanentemente, y te revelas (renaces)
como presencia. La presencia no es un yo en el sentido convencional. No tiene
contorno ni forma, no tiene edad ni sexo. Es una expresión del seruniversal, la
sustancia informe de la existencia. La presencia no está sujeta al nacimiento o a
la muerte; no pertenece al mundo de las "cosas". Es la luz y la irradiación de la
conciencia en la que surgen y desaparecen mundos enteros.
Del mismo modo que la presencia es una expresión de ser, ser también es una
expresión del Infinito. El Infinito es la Realidad última, más allá de todas las
conceptualizaciones y experiencias. Es el fundamento último de todo ser, de
toda existencia, de todas las dimensiones y percepciones. Trasciende todas las
categorías, todas las descripciones, todas las imaginaciones. Está más allá del
ego, del yo, de la presencia, de ser ―y de no ser― y de la unicidad, pero
tampoco es diferente de los anteriores. Ni concebible ni experimentable, el
Infinito se conoce a sí mismo a través del simple aprecio intuitivo que tiene por
sí mismo en cada aspecto de sí. Por tanto, lo único que realiza el Infinito es el
Infinito. Y solo tal realización pone fin a nuestra inquieta búsqueda mental de
Dios, de la Verdad, de significado.
Fuente: Adyashanti. LA VÍA DE LA LIBERACIÓN (Gaia Ediciones, 2014)

Iluminación
por Adyashanti
El tiempo que me he pasado dando conferencias y hablando con la gente sobre
la libertad, la iluminación y la liberación me ha hecho ver que la mayoría de las
personas que buscan la iluminación o la liberación no tienen ni idea de qué es lo
que están buscando. Resulta irónico que alguien que invierte una enorme
cantidad de energía, llegando incluso a sacrificarse (en algunos casos),
retirándose a un monasterio o asistiendo al satsang cada vez que acude a la
ciudad algún maestro, y que gasta todo su dinero extra en libros, en seminarios
de fin de semana y en veladas como ésta en las que se reflexiona intensamente
sobre asuntos espirituales, en realidad no tenga ni idea de qué está intentando
conseguir. [...]
Cuando hablamos de la búsqueda de la iluminación, que es prácticamente la
palabra más gastada del diccionario espiritual, en realidad estamos buscando la
respuesta a la pregunta "¿cuál es la Verdad?". Esta pregunta es completamente
distinta de esa otra que dice "¿cómo puedo obtener esta experiencia?" o "¿cómo
puedo mantenerla?". Preguntar "¿cuál es la Verdad?" es un proyecto demoledor.
La espiritualidad, en gran medida, es un proyecto constructor. Ascendemos y
ascendemos: las ideas ascienden, la energía kundalini asciende, la conciencia
asciende. Crece y crece y nosotros sentimos que cada vez somos mejores
personas.
Pero la iluminación es un proyecto demoledor. Te enseña, simplemente, que
nada de lo que creías es verdad. Todo lo que crees ser, con independencia de la
imagen que tengas de ti (buena, mala o indiferente), es mentira.
Independientemente de lo que pienses sobre Dios, nada es verdad. No puedes
tener ningún pensamiento verdadero sobre Dios, así que todos tus pensamientos
al respecto te muestran, precisamente, lo que lo divino no es. Tus ideas sobre el
mundo te muestran, precisamente, lo que el mundo no es. Lo que piensas de la
iluminación te muestra, precisa y exactamente, lo que no es.

¿Lo ves? Se trata de eliminar. ¿Qué es lo que se elimina? Todo. Si no lo


eliminas todo, no será realmente liberador. Si queda una sola cosa o un solo
punto de vista sin eliminar, aún no estarás liberado.
Casi todos los seres humanos basan su vida en evitar la verdad. La verdad que
evitamos es la Verdad del vacío. No queremos ver que no somos nada. No
queremos ver que todo lo que creemos está equivocado. No queremos ver que lo
que todo el mundo piensa es erróneo. No queremos ver que nuestro punto de
vista es incorrecto y que no existe ningún punto de vista correcto. No queremos
ver que todo lo que creemos de Dios es lo que Dios no es. No queremos ver lo
que quiso decir el Buda con aquello de que no existía ningún yo.

Preferiríamos añadir una afirmación positiva. Así que en vez de ver que no
existe ningún yo y que todo lo que la mente considera verdad, en último
término, no es más que vacío, nuestra mente enseguida añade algo positivo,
como "yo soy consciente" o "todo es dicha" o "Dios es amor". No queremos ver
que el núcleo de nuestra existencia contiene un espacio vacío.

A lo largo de la historia, cuando la palabra hablada se ha acercado a la Verdad


todo lo posible, enseguida se ha hecho cualquier cosa para taparla. Incluso el
zen (que, en mi opinión, es una de las formas más puras de perseguir la
experiencia de iluminación del Buda), a menudo evita la enseñanza central (que
dice que no existe ningún yo). Por eso cuando abrimos una revista, aunque sea
budista, no nos encontramos con el principio básico de la enseñanza. No está
ahí. En cambio, la mayoría de los textos espirituales nos hablan de cómo ser
más compasivo y amoroso, cómo meditar mejor, cómo contar las respiraciones,
cómo recitar el mantra, cómo visualizar tu deidad, etc. Incluso el budismo suele
esconder este principio, aunque esconder el principio central del fundador (no
existe ningún yo) sea un poco difícil. Aunque no se oculte, apenas se habla de
dicho principio, aparece disfrazado. Las verdaderas enseñanzas sobre la
iluminación son como el filo de una espada: te cortan en cualquier sentido, por
dondequiera que te muevas.
Hace mucho tiempo nos dijeron que la verdad nos haría libres, y lo más
compasivo que podemos hacer para cualquier persona, nosotros incluidos, es
decir la verdad. Si decimos lo que los demás quieren oír o lo que nosotros
queremos oír, así no nos liberaremos. Eso no es compasivo. Es una crueldad
oculta, pues nos hace esclavos del eterno ciclo de seguir persiguiendo algo
inexistente. La Verdad puede hacer que nuestra mente se sienta un poco
indefensa, [pero en eso consiste! Eso es, precisamente, lo que va implícito en la
entrega. No consiste en decir: "Voy a abandonarlo todo para alcanzar lo divino:
mi vida, mi corazón y mi todo. Lo dejo todo para conseguir el supremo bien
espiritual". Muchas de las personas que realizan miles de postraciones en el
Himalaya lo hacen sólo porque creen que eso les hará alcanzar el bien supremo.
¿Te has parado a pensarlo alguna vez? Si no creyese que eso iba a llevarme al
bien supremo, no lo haría, ¡por el amor de Dios! Cien mil postraciones llevan
implícito un auténtico dolor de trasero.
La entrega es esa misma postración, interna o externa, pero sin esperar nada a
cambio. Lo demás es un juego. Es el ego. "Voy a fingir que soy espiritual para
conseguir algo". Una persona que sea auténticamente espiritual diría: "Lo único
que deseo es la Verdad. Estoy dispuesto a abandonar cualquier cosa que no sea
Verdad. Me guste o no. Aunque sacuda los cimientos de mi ser. Y no es que
desee la verdad como si fuese una adquisición, para poseerla y conservarla. Lo
que deseo es la Verdad, y su naturaleza no implica ninguna adquisición". Se
producirá una liberación absoluta, una relajación total, pero sin esperar nada a
cambio. Para relajarnos por completo debemos liberarnos de aquello que se está
relajando. En la iluminación, el yo no tiene sitio.
Por una parte, la iluminación consiste en darse cuenta de que no existe ningún
yo separado. Podremos oírlo cien mil veces: "No existe ningún yo separado".
¿Pero qué sucedería si lo asimilásemos y nos tomásemos sus implicaciones en
serio? Descubriríamos que todo lo que es verdad para mi yo separado, deja de
serlo.

El sabor del yo no separado es absolutamente liberador. El "yo no separado" no


equivale a una experiencia espiritual del tipo "me he extendido infinitamente
por todas partes y me he fundido con todo". Eso es una experiencia maravillosa
para el yo, pero no es la Unicidad. La Unicidad no es fusión. La fusión sucede
entre dos y, como sólo hay uno, cualquier experiencia de fusión es una ilusión
que se funde con otra, por muy maravillosa y hermosa que sea la experiencia.
Incluso cuando experimento la fusión con lo absoluto, con Dios, la verdad es
que mi yo ficticio está fundiéndose con otra ficción. Las experiencias místicas y
la iluminación no son lo mismo.

En la Unicidad no existe nada más. La Unicidad es, esto es lo único que existe.
Ahí no hay ningún eso, sólo existe esto. Y es todo lo que hay. Sólo existe esto, y
en cuanto digas qué es, habrás definido lo que no es. Esto sólo se puede
comprender cuando acabamos con todo lo que no es. Entonces, esa iluminación
implica despertarse de todo lo que aparece y desaparece. Es un despertar fuera
del tiempo.
Este despertar es como cuando nos despertamos de un sueño nocturno: de ahí
que se haya usado esa metáfora desde hace siglos. Si el sueño te hace creer que
tu vida está en riesgo, tendrás el mismo miedo que tendrías ahora mismo si
sintieras que tu vida está en riesgo. Pero al despertar a la mañana siguiente lo
que piensas es "Dios mío, no era real". Era real mientras soñabas. Existía, pues
los sueños existen, pero no les concedemos la misma realidad que tenían
mientras soñábamos.

Los seres humanos no ven la importancia de despertarse de un sueño a mitad de


la noche. Literalmente, te despiertas de una dimensión que creías tan real como
ésta. Es un cambio radical de conciencia. Todo lo que creías real en el sueño, al
final resulta que no es cierto.

En un auténtico despertar espiritual el impacto es exactamente el mismo. No


quiero entrar a discutir si este mundo es un sueño o no, definirlo no tiene ningún
sentido. Lo que estoy diciendo es que la experiencia de la iluminación es igual.
Es la experiencia que te hace decir: "Dios mío, creía que era un ser humano
llamado fulanito, etc., y no lo soy. Y no es que sea mejor, ni más grande, más
expansivo, ni más santo o divino. Significa que no soy. Punto".

Eso no significa que el cuerpo no exista. Obviamente, el cuerpo existe. No


significa que la mente no exista. Obviamente, la mente existe. No significa que
la personalidad no exista. Obviamente, la personalidad existe. La sensación del
yo también existe. Con o sin iluminación, seguirás teniendo una sensación del
yo. Si no, la conciencia no podría funcionar en un cuerpo. Si te llamaran, no
responderías nunca. Por mucho que retroceda en el tiempo me encuentro con
que los sabios de todas las épocas han sido capaces de responder.

En realidad, Ramana le dio la vuelta. Él decía que "el Ser es lo único que
existe", que equivale a decir que "el yo no existe". Es lo mismo. ¿Qué queda
cuando no existe yo alguno? ¿Qué nombre le damos? Ramana decidió llamarlo
el Ser. Pero, en realidad, el Ser es lo que queda cuando el yo deja de existir.
Puedo garantizarte que después de la iluminación seguirás sintiendo el yo. Tu
cuerpo no podría funcionar sin esta sensación. La creencia de que dejamos de
sentir el yo al iluminarnos no es más que un mito. Cuando meditas puedes
perder la sensación del yo puntualmente, de modo que si alguien te nombra tal
vez no reacciones. He visto casos de personas que ni siquiera eran capaces de
levantarse cuando estaban en meditación. En India esto recibe el nombre
de nirvikalpa samadhi. Es una experiencia agradable. Podría proporcionarte
alguna visión. Tal vez tengas una experiencia de cese temporal del yo, pero te
garantizo que será una experiencia temporal, pues tu cuerpo no puede funcionar
sin la sensación del yo.
Si te relajas de verdad en el no yo, como está fuera del tiempo no dura ni mucho
ni poco. Es una realización que va más allá del tiempo y, si no es así, aún no te
habrás realizado. Como mucho, tu experiencia te permitirá decir: "Perdí la
sensación de mi yo puntualmente", pero el "no yo" implica otra cosa. Con o sin
sensación del yo, el no yo significa que sabes de un modo directo que no existe
ningún yo, y esto implica que tampoco existe ningún otro yo. Sólo existe una
cosa. Podrás llamarlo Dios, el divino, conciencia, naturaleza de Buda, vacío,
plenitud, izquierdista o derechista, da lo mismo. Pero cuando sólo existe una
cosa, sólo existe una. Lo único que existe es el vacío y su infinita manifestación.

La libertad es el proyecto más demoledor, pues te deja sin nada. Por eso es
liberador. Elimina la lucha que tienes contigo mismo, pues no existe ninguna.
Te libera de las discusiones con los demás, porque no existe ninguna. Te libera
de tus luchas con el mundo, pues Eso es lo único que existe. Sólo sucede una
cosa y no está nunca en lucha consigo misma. Nunca. Jamás. Por eso es tan
liberador, porque te liberas de esta interminable dualidad.
Cuando tu verdadera naturaleza se despierta, la mente deja de mirar hacia el
vacío, pues ya no podemos seguir viendo algo como si estuviese separado. Nos
damos cuenta de que la única cosa que ha mirado alguna vez al vacío ha sido el
propio vacío. Por eso, entre otras cosas, no soy el primero en decir que no
existen individuos iluminados, sino sólo iluminación. Lo que se despierta es la
iluminación. Ni tú ni yo. Tú y yo nos volvemos insignificantes e inexistentes. La
iluminación se despierta. Por eso se dice que todo el mundo está innatamente
iluminado. Pero esa afirmación produce confusión, pues implica que todo el
mundo es un pequeño ser separado, especial y único, iluminado de forma innata,
y no se trata de eso. Una ilusión no puede estar iluminada. Así que en realidad
no podemos decir que todo el mundo está iluminado. La única verdad es que la
iluminación está iluminada.

Esto también implica que la iluminación te deja sin nada. Así es como podrás
diferenciarla: deja completamente desnudo a cualquier cuerpo por el que pasa y
el cuerpo lo sabe, aunque no le importa nada. Está contento de quedarse
completamente desnudo, de no tener esos puntos de vista, de no creer las
opiniones de la mente (que seguirá teniendo algunas, pues seguirá habiendo un
cuerpo, una mente y una personalidad con ideas, aunque éstas dejarán de tener
sentido). Así sabrás si está aconteciendo algo auténtico o no.

Esta tarde no me he centrado en los muchos aspectos positivos de la


iluminación, pero es imposible que vieras la verdad y dejaras de reírte durante el
resto de tu vida. Aunque supieses que este mundo no es ni la mitad de real de lo
que creías, no podrías dejar de amarlo hasta la muerte. Aunque supieses que las
personas no son lo que creías, no podrías dejar de amarlas cien veces más. Pero
no quiero hablar de eso demasiado, pues la mente cree que le estamos dando un
dulce, cuando la verdad es muy distinta: estamos dándole una espada.
(Extracto del capítulo 19 de LA DANZA DEL VACÍO)

Fuente: Adyashanti. La Danza del Vacío (Gaia Ediciones, 2008)

La Vía de la Liberación
Una guía práctica para la Iluminación Espiritual

La vía de la liberación es una guía práctica y resumida de la liberación


espiritual, a veces llamada despertar, iluminación, auto-realización, o
simplemente ver lo que es absolutamente Verdad. Es imposible saber lo que
significan palabras como liberación o iluminación hasta que te das cuenta por ti
mismo. Siendo así, no tiene sentido especular sobre qué es la iluminación; de
hecho, hacerlo es un obstáculo importante para su despliegue. Como principio
guía, es infinitamente más valioso ir dándose cuenta de lo que no es
absolutamente cierto que especular sobre lo que es.
Mucha gente cree que la función de una enseñanza espiritual es proveer
respuestas para las mayores cuestiones de la vida, pero en realidad es justo la
contraria. La principal tarea de cualquier buena enseñanza espiritual no es
responder a tus preguntas, sino cuestionar tus respuestas. Porque tus
suposiciones y creencias, conscientes e inconscientes, son las que distorsionan
tu percepción y hacen que veas separación y división donde en realidad solo hay
unidad y plenitud.

La Realidad hacia la que estas enseñanzas apuntan no está escondida, ni es


secreta, ni tampoco está lejos. No puedes ganártela, merecerla ni descifrarla. En
este mismo momento, la Realidad y la plenitud son plenamente visibles. De
hecho, lo único que se puede ver, oír, oler, saborear, tocar o sentir es la
Realidad, o Dios, si lo prefieres. La absoluta plenitud te rodea dondequiera que
vas. De modo que en realidad no hay motivo para molestarse por ella, excepto
por el hecho de que nosotros, los humanos, nos hemos engañado a nosotros
mismos, confinándonos en tal enredo de confusión y desbarajuste que apenas
consideramos ―y mucho menos experimentamos por nosotros mismos― la
divinidad dentro de nosotros y a nuestro alrededor.

La vía de la liberación es una llamada a la acción; es algo que haces. Es un


hacer que te deshará absolutamente. Si no practicas la enseñanza, si no la
estudias y la aplicas sin temor, no puede transformarte. La vía de la
liberación no es un sistema de creencias; es algo que se ha de poner en práctica.
En este sentido es totalmente práctico.
Leer este libro como espectador sería no entenderlo. Ser un espectador es fácil y
seguro; ser un participante activo en tu propio despertar a la Verdad no es fácil
ni seguro. El camino hacia delante es imprevisible, el compromiso absoluto, y el
resultado no está garantizado. ¿Realmente pensabas que podía ser de otra
manera?

Si comparas La vía de la liberación con otras enseñanzas, o si lo interpretas a


través de la lente de otras enseñanzas, inevitablemente lo malinterpretarás,
considerándolo algo que no es. En estos tiempos modernos en los que tenemos
acceso instantáneo a las enseñanzas espirituales del mundo, este es un problema
muy generalizado. La gente suele malinterpretar lo que digo, porque lo filtran a
través de la lente de otras enseñanzas espirituales que pueden usar un
vocabulario similar. Por tanto, te sugiero que te aproximes a estas enseñanzas en
función de su propio mérito, sin filtrarlas a través de comprensiones previas.
Ninguna enseñanza espiritual es un camino directo a la iluminación. De hecho,
no existe como tal un camino a la iluminación, porque la iluminación siempre
está presente en todos los lugares y momentos. Lo que puedes hacer es eliminar
todas las ilusiones, especialmente aquellas que más valoras y en las que
encuentras más seguridad, pues nublan tu percepción de la Realidad. Deja de
aferrarte a tus ilusiones y de resistirte a lo que es, y la Realidad se hará visible
de manera inmediata.
La vía de la liberación es la medicina usada para curar diversos estados de
enfermedad espiritual. Del mismo modo que la medicina en sí no es la salud,
sino un medio para conseguirla, estas enseñanzas no son la Verdad, sino un
medio de revelarla. El sabio indio Ramana Maharshi comparó las enseñanzas
espirituales con pinchos que se usan para retirar otros pinchos, y esta es una
imagen que me gusta.
Estudiar las enseñanzas de La vía de la liberación es estudiarte a ti mismo.
Estudiarte a ti mismo no significa añadir más conocimiento a las ideas
desordenadas que tienes en tu cerebro con respecto a ti, sino retirar todas las
características que acostumbras a usar para definirte y que sueles asociar contigo
mismo: nombre, raza, género, ocupación, estatus social, pasado, así como todos
los juicios psicológicos que estableces sobre ti. Cuando desnudas el yo
dejándolo en su núcleo esencial, lo único que se puede decir es: "Yo soy; yo
existo".
Entonces, ¿qué es este yo que existe?

Este no es un libro sobre mejoramiento espiritual, mejoramiento de uno mismo


o los estados alterados de conciencia. Trata sobre el despertar espiritual, sobre
cómo pasar del estado de sueño del ego al estado despierto, que está más allá del
ego, con la mayor rapidez y eficiencia posible. Este viaje no es lo que uno suele
esperar, y la iluminación no es como se acostumbra a vender. No te voy a contar
cómo alcanzar la dicha ni la felicidad sin fin, ni cómo encontrar a tu pareja del
alma, ni los diez pasos para ganar rápidamente un millón de dólares. No creo en
la publicidad engañosa ni en atraer a los buscadores espirituales con falsas
promesas. Ya hay muchos buscadores espirituales que siguen una dieta
permanente de comida basura espiritual, esos tópicos agradables que tienen muy
poco o ningún efecto transformador, aparte de nublar la insatisfacción inherente
al estado de sueño. Si te gustan este tipo de cosas, este libro no es para ti.

He dejado pistas para la realización de la Realidad a lo largo de todo este libro,


desde la primera página hasta la última. No supongas que los elementos más
importantes de esta enseñanza son fáciles de ubicar ni que están claramente
destacados. Están inscritos en este libro como hilos trenzados en un tejido, y es
fácil pasarlos por alto si no tienes ojos para ver ni sinceridad para entender. Esto
no se debe a que quiera ser oscuro ―hago todo lo posible por no serlo―, sino a
que la Verdad no es algo que pueda ser comprendido verdadera y
profundamente haciendo que alguien te la administre a cucharadas. Ese tipo de
verdad es como la comida rápida: de fácil acceso, pero, a la larga, apenas
satisfactoria.
En nuestra sociedad moderna esperamos que todo se nos dé en cómodos
bocados fáciles de consumir, y preferiblemente con rapidez, para poder seguir
adelante con nuestra acelerada vida. Pero la Verdad no se adapta a nuestra
frenética evitación de la Realidad, ni a nuestro deseo de tener la totalidad de
algo con la mínima inversión de tiempo y energía.

Obtendrás de las enseñanzas de La vía de la liberación exactamente lo que


pongas en ellas. Estas enseñanzas tienen que ser estudiadas, contempladas y
puestas en práctica, no simplemente leídas como un entretenimiento. Como dijo
en una ocasión una persona sabia: "La prueba de un deseo se encuentra en el
hábito de la respuesta".
También debería quedar claro que La vía de la liberación no es ni una forma de
psicoterapia ni un "remedio universal" para las dificultades y desafíos que los
seres humanos afrontamos en nuestras vidas cotidianas. Si bien estas
aplicaciones terapéuticas pueden resultar necesarias y útiles para algunos, no
son el eje de esta enseñanza.
El despertar no es una cura mágica para todo lo que te duele, ni un escape de las
dificultades de la vida. Estos pensamientos mágicos van en contra del
despliegue de la Realidad, y son un gran impedimento para su expresión
madura. El objetivo de estas enseñanzas es despertar a la naturaleza absoluta de
la Realidad, y seguidamente encarnarla y vivirla en la medida de lo posible. Este
despertar acaba aportando una sensación de paz, amor y bienestar, pero esto es
un corolario del estado del despertar, no el objetivo.

La búsqueda de estados de felicidad y dicha cada vez mayores no es lo que


conduce a la iluminación; lo es el anhelo de Realidad y la rabiosa insatisfacción
que produce vivir una vida que no sea completamente auténtica.

Despierta o perece
Los problemas del mundo son, en gran medida, problemas humanos: la
consecuencia inevitable del sonambulismo del ego. Si nos paramos a mirar, ya
están presentes todas las señales que sugieren que no sólo somos sonámbulos,
sino que en ocasiones rozamos la locura. Una manera de expresarlo es decir que
hemos perdido ―o al menos olvidado― nuestras almas. Nos esforzamos
mucho, muchísimo, por no darnos cuenta: no queremos ver lo dormidos que
estamos, lo verdaderamente desolado que es nuestro estado. De modo que
seguimos adelante ciegamente, impulsados por fuerzas que no reconocemos ni
comprendemos.
Sin duda, estamos en un punto muy crítico del tiempo. Nuestro mundo pende de
un hilo; su equilibrio es muy precario. El despertar a la Realidad ya no es una
posibilidad, es un imperativo. La nave de la ilusión ya nos ha llevado todo lo
lejos que podía llevarnos. La hemos dejado en la orilla y ahora descubrimos que
somos náufragos en una tierra cada vez más desolada. Nuestras opciones han
implosionado. "Despierta o perece" es el llamado espiritual de nuestro tiempo.
¿Puede haber una mayor motivación?

Sin embargo, todo está eternamente bien, mejor de lo que podemos imaginar.
© 2012 Adyashanti
De la Introducción de LA VÍA DE LA LIBERACIÓN (Gaia Ediciones, 2014)

La raíz del sufrimiento


por Adyashanti

El gran maestro espiritual Krishnamurti dijo: "Cuando a un niño le enseñas que


un pajaro se llama 'pájaro', el niño no volverá a ver el pájaro nunca más". Lo
que verá será la palabra "pájaro". Eso es lo que verá y sentirá; y cuando alce los
ojos al cielo y vea que ese ser extraño y alado echa a volar, ya no se acordará de
que lo que hay allí es, verdaderamente, un gran misterio. Ya no se acordará de
que en realidad no sabe lo que es. Ya no se acordará de que esa cosa que vuela
por el cielo está por encima de todas las palabras, de que es una expresión de la
inmensidad de la vida. Es, en realidad, una cosa extraordinaria y maravillosa
que vuela por el cielo. Pero en cuanto le asignamos un nombre, ya nos creemos
que sabemos lo que es. Vemos "pájaro", y casi lo damos por descontado. Un
"pájaro", un "gato", un "perro", una "persona", una "taza", una "silla", una
"casa", un "bosque"... A todas estas cosas se les han atribuido nombres, y todas
ellas pierden una parte de su vida natural en cuanto las nombramos. Está claro
que debemos aprender estos nombres y debemos asociarlos a determinados
conceptos; pero si empezamos a creer que los nombres y que todos los
conceptos que les asociamos son reales, entonces habremos emprendido ya el
viaje que nos conducirá a quedarnos sumidos en un trance por el mundo de las
ideas.
La capacidad de pensar y de utilizar el lenguaje tiene un lado oscuro que, si se
descuida y se emplea de manera imprudente, puede hacernos sufrir y tener
conflictos innecesarios unos con otros. Porque al fin y al cabo eso es lo que hace
el pensamiento. Separa. Clasifica. Nombra. Divide. Explica. Es verdad que el
pensamiento y el lenguaje tienen aspectos muy útiles y que, por tanto, es muy
necesario desarrollarlos. La evolución se ha esforzado mucho para que
tengamos la capacidad de pensar de manera coherente y racional, o, dicho de
otro modo, de desarrollar un pensamiento que nos permita sobrevivir. Pero
cuando observamos el mundo vemos que esto mismo que ha evolucionado para
ayudarnos a sobrevivir se ha convertido también en una especie de prisión para
nosotros. Nos hemos quedado atrapados en un mundo de sueños, en un mundo
en el que vivimos principalmente en nuestras mentes.

Este es el mundo de los sueños del que hablan muchas enseñanzas espirituales
antiguas. Cuando muchos sabios y santos antiguos dicen: "Tu mundo es un
sueño; estás viviendo en una ilusión", se refieren a este mundo de la mente y al
modo en que nos creemos nuestros pensamientos acerca de la realidad. Cuando
vemos el mundo a través de nuestros pensamientos, dejamos de conocer la vida
tal como es y de conocer a los demás tal como son. Cuando yo tengo un
pensamiento acerca de ti, es una cosa que he creado. Te he convertido en una
idea. Si tengo una idea acerca de ti y me la creo, te he degradado en cierto
modo. Te he convertido en una cosa muy pequeña. Así nos comportamos los
seres humanos; esto es lo que nos hacemos los unos a los otros.

Para entender de verdad la causa del sufrimiento y nuestra posibilidad de dejarlo


y quedar libres de él, tenemos que observar muy de cerca esta raíz del
sufrimiento humano: cuando nos creemos lo que pensamos, cuando tomamos
nuestros pensamientos por la realidad, sufrimos. Esto no resulta evidente hasta
que no nos lo planteamos; pero el caso es que cuando nos creemos nuestros
pensamientos, en ese instante mismo empezamos a vivir en el mundo de los
sueños, donde la mente conceptualiza un mundo entero que en realidad no existe
en ninguna parte más que en la mente misma. En ese momento empezamos a
conocer una sensación de aislamiento, dejamos de sentirnos conectados unos
con otros de manera humana, y, por el contrario, nos retraemos cada vez más en
el mundo de nuestras mentes, en ese mundo creado por nosotros mismos.

Salir del patrón del sufrimiento


¿Cómo salir de esto, entonces? ¿Cómo evitaremos perdernos en nuestros
propios pensamientos, proyecciones, creencias y opiniones? ¿Cómo empezamos
a buscar una salida de este patrón del sufrimiento?

Para empezar, tenemos que hacer una observación, que es sencilla pero muy
reveladora. Todos los pensamientos (los pensamientos buenos, los pensamientos
malos, los pensamientos cariñosos, los pensamientos malignos) se
producen dentro de algo. Todos los pensamientos surgen y desaparecen dentro
de un vasto espacio. Si observas tu mente, advertirás que cada pensamiento se
produce por sí mismo sin más, que surge sin ninguna intención por tu parte.
Nuestra reacción aprendida es aferrarnos a ellos e identificarnos con ellos. Pero
si somos capaces de renunciar, aunque sólo sea por un momento, a esta
tendencia angustiosa a aferrarnos a nuestros pensamientos, empezamos a
advertir una cosa muy profunda: que los pensamientos surgen y se agotan de
manera espontánea y por sí mismos dentro de un espacio inmenso; que el ruido
de la mente se produce, en realidad, dentro de un sentido muy profundo de
silencio.
Puede que esto no resulte evidente a primera vista, porque estamos
acostumbrados a concebir el silencio y la quietud en términos del entorno
exterior. ¿Es silenciosa mi casa? ¿Ha dejado de ladrar el perro del vecino? ¿Está
apagado el televisor? O bien, tendemos a concebir el silencio en términos
internos. ¿Es ruidosa mi mente? ¿Se han tranquilizado mis emociones? ¿Me
siento tranquilo? Pero el silencio o la quietud de que estoy hablando no es un
silencio relativo. No es una ausencia de ruido, ni siquiera una ausencia de ruido
mental. Es, más bien, una cuestión de empezar a advertir que existe un silencio
que está siempre presente, y que el ruido se produce dentro de este silencio,
incluso el ruido de la mente. Puedes empezar a darte cuenta de que todo
pensamiento surge sobre el telón de fondo de un silencio absoluto. El
pensamiento surge literalmente dentro de un mundo sin pensamientos; cada idea
aparece dentro de un vasto espacio.

Cuando seguimos observando la naturaleza del pensamiento y, más


concretamente, quién o qué es consciente de que se produce el pensamiento, la
mayoría de las personas estamos bastante seguras: "Bueno, yo soy el que
observa el pensamiento". Eso es lo que nos han enseñado y lo que nosotros
suponemos de manera natural, que "tú" y "yo", como individuos separados,
somos los que "pensamos" nuestros pensamientos. ¿Quién los iba a pensar, si
no? Pero si lo observas con atención te darás cuenta de que en realidad no es
cierto que seas tú el que piensa. El pensamiento es una cosa que sucede, sin
más. Sucede, lo quieras tú o no, y se detiene, lo quieras tú o no. Cuando
empiezas a observar este proceso, te puede impresionar bastante el
descubrimiento de que tu mente piensa por sí sola y deja de pensar por sí sola,
sin más. Si dejas de intentar controlar tu mente, comienzas a advertir que el
pensamiento se produce dentro de un espacio muy vasto. Este descubrimiento es
extraordinario, porque empieza a mostrarnos la presencia de algo distinto del
pensamiento, y que nosotros somos algo más que el primer pensamiento que nos
viene a la mente.
Cuando nos creemos nuestros pensamientos, cuando creemos muy dentro de
nosotros que, de hecho, equivalen a la realidad, podemos empezar a ver que esto
nos conduce directamente a la frustración, al descontento y, en último extremo,
al sufrimiento, a muchos niveles. Este descubrimiento es el primer paso para
desenmarañar nuestro sufrimiento. Pero también hay que ver algo más, una cosa
más fundamental todavía. Este descubrimiento más profundo se produce mucho
después de que hayamos formado nuestras opiniones, nuestras creencias y
nuestra capacidad de conceptualizar. ¿A qué se debe que, a pesar de que hemos
empezado a advertir que son nuestras mentes las que nos hacen sufrir, seguimos
asiéndonos tan profundamente y con tanta vehemencia a ellas? ¿Por qué nos
seguimos aferrando a esta identificación, hasta el punto de que a veces parece
que es nuestra mente la que se aferra a nosotros? Uno de los motivos por los que
hacemos esto es que creemos que nosotros somos, en realidad, el contenido de
nuestras mentes: nuestras creencias, nuestras ideas, nuestras opiniones. Esta es
la ilusión primordial: que yo soy lo que pienso, que yo soy lo que creo, que yo
soy mi punto de vista particular. Pero, para ver más allá de esta ilusión, resulta
útil observar con mayor profundidad todavía qué es lo que nos impulsa a ver el
mundo de esta manera.

Imaginarnos a nosotros mismos y a los demás


Vamos a estudiar cómo formamos una imagen de nosotros mismos a partir de la
nada, pues esto es precisamente lo que hacemos. A partir de este vasto espacio
interior de consciencia y de quietud, formamos una imagen de nosotros mismos,
una idea de nosotros mismos, una colección de pensamientos sobre nosotros
mismos; esto es una cosa que nos enseñan a hacer cuando somos muy pequeños.
Nos asignan un nombre, nos asignan un sexo. Vamos adquiriendo experiencia a
medida que vivimos la vida, al ir pasando por los altibajos de lo que supone ser
un ser humano; a cada hecho que nos sucede, cambian las ideas que tenemos
acerca de nosotros mismos. Vamos acumulando poco a poco ideas acerca de ese
que nos imaginamos que somos. Al cabo de no mucho tiempo, cuando tenemos
cinco o seis años, ya tenemos los rudimentos de una autoimagen. La imagen es
una cosa que valoramos mucho en nuestra cultura. Mimamos nuestra imagen;
vestimos nuestra imagen; procuramos imaginarnos que somos más, o mejores, o
incluso menos de lo que somos en realidad. En suma, vivimos en una cultura en
la que se atribuye un gran valor a la imagen que nos proyectamos a nosotros
mismos y que proyectamos a los demás. [...]

Así pues, en la práctica, todos andamos por la vida presentándonos unos a otros
nuestras imágenes, y nos relacionamos los unos con los otros como imágenes.
Sea quien sea quien creamos que es otra persona, no será más que una imagen
que tenemos en la mente. Cuando nos relacionamos unos con otros desde el
punto de vista de la imagen, no nos relacionamos con quien es el otro; sólo nos
relacionamos con quien nos imaginamos que es el otro. Y después nos extraña
que no nos relacionemos bien, que tengamos discusiones y que nos entendamos
tan radicalmente mal unos con otros. [...]

Pero si queremos saber de verdad quiénes somos, si queremos llegar hasta el


fondo de esta manera determinada nuestra de sufrir, que surge de que nos
creemos que somos lo que no somos, entonces tenemos que estar dispuestos a
mirar debajo de la imagen, debajo de la idea que tenemos unos de otros y, más
concretamente, debajo de la idea que tenemos de nosotros mismos. [...]

Porque, cuando miramos dentro de lo que somos de verdad (por debajo de


nuestras ideas, por debajo de nuestras imágenes), no hay nada. No hay ninguna
imagen en absoluto.

Hay un koan zen (un koan es un acertijo que no se puede responder con la
mente, sino sólo mirando directamente por uno mismo) que dice: "¿Cuál era tu
rostro verdadero antes de que nacieran tus padres?". Naturalmente, si tus padres
no habían nacido todavía, tampoco habías nacido tú; y si no habías nacido, no
tenías ni cuerpo ni mente. Así pues, si no habías nacido, no podías concebir una
imagen propia. Es una manera de preguntar, por medio de un acertijo: "¿Qué
eres tú, en realidad, cuando miras más allá de todas las imágenes y de todas las
ideas acerca de ti mismo; cuando miras de manera absolutamente directa aquí y
ahora, cuando te basas completamente en ti mismo y miras por debajo de la
mente, por debajo de las ideas, por debajo de las imágenes? ¿Estás dispuesto a
entrar en ese espacio, en el lugar donde no se arroja ninguna imagen, ninguna
idea? ¿Estás verdaderamente dispuesto y preparado para ser así de libre y así de
abierto?".
(Extracto del capítulo 1 de EL FIN DEL SUFRIMIENTO)

Fuente: Adyashanti. El Fin del Sufrimiento (Gaia Ediciones, 2012)

El ego es un movimiento
por Adyashanti Extracto de: LA DANZA DEL VACÍO
El ego es el chivo expiatorio de la espiritualidad. Como no podemos culpar a
nadie de todo lo que nos pasa, hemos elaborado este concepto del ego para
echarle las culpas de todo. Esto genera mucha confusión, pues en realidad el ego
no existe. No es más que una idea, la etiqueta que le ponemos a un movimiento
al que hemos vinculado nuestro sentido del yo.

Si tenemos en cuenta que el ego es una idea que realmente no existe, veremos
que muchas personas "espirituales" le echan la culpa, injustamente, de todo
aquello de lo que les gustaría librarse. Interpretan erróneamente que lo que surge
en ellos (un pensamiento, tal vez, una sensación, una predisposición o un
momento de sufrimiento) es una prueba del ego, y así justifican su existencia.
Creen que el ego existe porque muchas cosas lo evidencian. Nos encontramos
con muchas cosas que prueban o evidencian la existencia del ego, pero nunca
llegamos a descubrirlo.

Cuando exhorto a la gente a observar su ego, nunca lo encuentran. Un


pensamiento o una emoción de rabia desencadenan lo siguiente: "Vaya, tengo
que librarme de eso, es mi ego". Es como si se utilizase todo lo que le sucede a
las personas, especialmente a las interesadas en la espiritualidad, para probar la
existencia de un ego que hubiese que aniquilar. Y, sin embargo, nadie lo
encuentra. Sigo esperando que alguien me lo muestre. He visto muchos
pensamientos, muchas sensaciones y emociones. He observado expresiones de
rabia, de alegría, de depresión y de dicha, pero sigo esperando que alguien me
enseñe el ego.

Muchas personas asumen que la existencia de todas esas cosas conlleva la


presencia de un chivo expiatorio en su interior, de algo o alguien a quien
podamos culpar. Así es como entendemos el ego. Pero eso no es el ego. Las
cosas a veces son tan simples como aparentan. A veces un pensamiento no es
más que un pensamiento, una sensación no es más que una sensación y una
acción no es más que una acción, sin ningún ego de por medio. Pero el ego, si es
que existe alguno, es el pensamiento de que está ahí. Todo surge
espontáneamente y si existe algún ego, no es más que el movimiento concreto
de la mente diciendo "es mío".

No obstante, este pensamiento de "es mío" suele surgir después de un


pensamiento o de una emoción, como en el caso de "estoy confundido: es mío"
o "estoy celoso: es mío"; también puede tomar la forma de "me pertenece", en
respuesta a la aparición de cualquier experiencia. Creemos que el ego estaba
presente y que fue el que generó ese pensamiento, sensación o confusión. Sin
embargo, cada vez que nos ponemos a buscar el ego directamente, descubrimos
que no existía con anterioridad al pensamiento, sino que surgió después de él. Es
la interpretación de un determinado acontecimiento, de un pensamiento o de una
emoción. La suposición que sigue al hecho es lo que "es mío". El ego es
también la interpretación que dice "no es mío" después de un hecho: el rechazo
de un pensamiento o de una sensación. Esa postura evidencia la existencia de
alguien que no es dueño de esos pensamientos o sensaciones. Es el mundo de la
dualidad. Es mi pensamiento, mi confusión, o lo que sea; o no es mi
pensamiento ni mi confusión, no son míos. Ambos son movimientos o
interpretaciones de lo que es. El ego no es más que esta interpretación, este
movimiento de la mente y, por eso, nadie lo encuentra. Es como un fantasma.
No es más que un movimiento condicionado de la mente.

El ego es un movimiento. Es un verbo. No es algo estático. Es el movimiento


mental que surge después del hecho.

Nosotros también estamos formados por "condicionantes". No es el ego. Los


condicionantes son condicionantes; no son condicionantes del ego. Son una
especie de programas instalados en un ordenador. El hecho de instalar un
programa no implica que el ordenador tenga ego. Simplemente recibirá unos
condicionantes temporales. Al llegar a la edad adulta, el cuerpo-mente ha sido
totalmente condicionado. Ha culpabilizado al ego de esos condicionantes
aunque éstos no procedieran de él. El ego es lo que surge después del
pensamiento y en pos del condicionante, que es donde se produce la verdadera
violencia.

Cuando nos damos cuenta de que los condicionantes son una especie de
programa proporcionado a través de los códigos genéticos, de la sociedad, de los
padres, de los maestros, de los gurús, etc., empezamos a reconocer que los
condicionantes no tienen ser alguno. A la mente le asusta esto, pues si los
condicionantes no tienen ser, no podemos echarle la culpa a nadie.
Autoculparnos o culpar a cualquier otra persona tiene tan poco sentido como
echarle la culpa a nuestro ordenador del disco que le hemos metido. Observa el
momento presente para ver tus condicionantes y verás que ahí no hay culpa
alguna. Los condicionantes forman parte de la existencia. Si nuestro cuerpo no
tuviese condicionantes ni programación dejaríamos de respirar, el cerebro se
ablandaría y la inteligencia dejaría de existir - eso es otro condicionante.

Los condicionantes se mantienen firmemente anclados en nosotros porque los


interpretamos como algo nuestro. Entonces, evidentemente, nos inculpamos,
culpamos a los demás y procuramos librarnos de ellos porque pensamos "yo los
creé", "yo no los creé" o "puedo librarme de ellos", y a la mente no le gusta eso.
Ésta se engaña creyendo que puede librarse de los condicionantes, pero cuando
la verdad se hace presente, nos sentimos cada vez menos divididos. Si no
reivindicamos los condicionantes como nuestros, surgirán en un estado no
dividido, al que podríamos denominar estado del ser no dividido. Cuando los
condicionantes se encuentran con un estado no dividido, se produce una
transformación alquímica. Ocurre un milagro sagrado.

[...] En el estado no dividido pueden suceder dos cosas. La primera, un despertar


de nuestra verdadera naturaleza, que es un estado no dividido, este ser no
dividido. Lo segundo que puede ocurrir es que el condicionante, la confusión
heredada inocentemente a través de la ignorancia, se reunifique consigo mismo.
Cuando los condicionantes surgen en una persona cuyo ser no está dividido, por
lo que no se apropia de ellos ni los niega, puede ocurrir un proceso alquímico
sagrado a través del cual los condicionantes se reunifican solos. Al igual que el
barro en el agua, los condicionantes se hunden sin hacer nada. Es una especie de
milagro natural.

Fuente: Adyashanti. La Danza del Vacío (Gaia Ediciones, 2008)

El estado natural
por Adyashanti

La gente suele preguntarme adónde nos lleva el despertar. ¿Dónde acaba todo
esto? Esta pregunta resulta muy difícil de contestar, porque cualquier cosa que
responda puede convertirse en otro objetivo en la mente. Los objetivos mentales
son, por supuesto, grandes obstáculos para llegar a ser plenamente conscientes y
estar plenamente despiertos. Sin embargo, sin duda hay una trayectoria hacia el
despertar, una maduración desde el despertar hasta lo que podríamos llamar
iluminación. Resulta muy difícil decir qué es la iluminación. En realidad no es
diferente del despertar, y supone la maduración de éste. Tal como maduramos al
pasar de ser un niño a un ser humano adulto, y después un anciano, y quién sabe
qué después de eso. La experiencia y la expresión madura del despertar es
bastante difícil de expresar, pero de algún modo es necesario que se exprese. Al
menos, como maestro, yo intento expresarla, y trato de que mi fracaso tenga
calidad.

Cuanto más entramos en la experiencia directa del ser, de lo no nacido, de lo


inmortal, de lo no creado que somos, más entramos en una verdadera sensación
de no dualidad. Con no dualidad me refiero a vivir más allá de lo absoluto y lo
relativo. En cierto sentido, nuestra experiencia se abre más allá de la percepción
de unidad, incluso más allá de la experiencia de unidad. Nos damos cuenta de
que el núcleo de nosotros mismos, la esencia de nosotros mismos es algo mucho
más parecido al puro potencial. Nos percatamos de que somos puro potencial
antes de convertirse en algo concreto, antes de convertirse en el Uno, en los
muchos, en esto o aquello.

La maduración del despertar es este profundo retorno a nuestra esencia, a la


simplicidad de lo que somos, que está antes y más allá del ser y del no ser, de lo
existente y de lo inexistente. Es donde hay una desaparición, por así decirlo,
donde nuestras mentes ya no se quedan fijadas en ningún plano de la
experiencia, ni en ninguna expresión particular. La tendencia a quedarse
atascado ha sido liberada.

Éste no es un estado místico, de inmensidad o de ser especial. Es un estado de


naturalidad y comodidad. En el ámbito humano, se experimenta como una
profunda naturalidad y simplicidad.
En otro ámbito, es la sensación innegable de que cualquiera que haya sido
nuestro viaje, hay cierta sensación de finalidad. Como dijo un viejo maestro zen,
es como un trabajo bien hecho. Al final del día, vuelves a casa. En cierto punto
de la propia vida espiritual, es como si lo abandonáramos todo
espontáneamente. Esto resulta difícil de entender hasta que te ocurre.
Abandonas la espiritualidad misma, la búsqueda de la libertad. Es necesario que
nos liberemos de nuestra necesidad de libertad para iluminarnos de nuestra
necesidad de iluminación.

En cierto sentido, la iluminación es morir en lo cotidiano, en una "cotidianidad"


extraordinaria. Empezamos a darnos cuenta de que lo ordinario es
extraordinario. Es casi como entender un secreto oculto: que en todo momento
hemos estado en la tierra prometida, que en todo momento hemos estado en el
reino celestial. Como diría Buda, desde el principio mismo sólo ha habido
nirvana. Pero percibíamos las cosas erróneamente. Al creer nuestras imágenes
mentales, al contraernos debido al miedo, la vacilación y la duda, habíamos
percibido mal dónde nos encontrábamos. No nos dábamos cuenta de que
estamos en el cielo, de que estamos en la tierra prometida, de que el nirvana está
aquí mismo, ahora mismo, exactamente donde nos hallamos.

Este tipo de visión, esta percepción, no tiene sentido para la mente


convencional. Ésta diría: "Bueno, eso suena maravilloso, pero todavía hay gente
que se muere de hambre; niños que pasan hambre. Hay abuso, violencia, odio,
ignorancia y avaricia". Ciertamente, existe la experiencia de todas esas cosas;
eso es innegable. Pero, al mismo tiempo, vemos que toda esa división es
producto del sueño de las mentes humanas. Esto no significa que lo descartemos
ni que lo evitemos; al contrario. Lo que vemos es la perfección subyacente en la
vida. A partir de este trabajo básico de ver, experimentar y conocer literalmente
la perfección subyacente de la vida, nos mueve una fuerza completamente
diferente. Ya no somos atraídos o empujados; ya no sentimos que necesitamos
conseguir, o que tenemos que ser conocidos, reconocidos, confirmados, amados
u odiados, ni que gustar o no gustar. Éstos son estados de conciencia dentro de
la mente que sueña. Cuando hemos reconciliado todos estos opuestos, cuando
han sido armonizados dentro de nuestro sistema, hay algo más que nos mueve
en la vida. Es algo extraordinariamente simple. Esa fuerza, esa energía que nos
mueve, es al mismo tiempo la sustancia misma de nuestro ser, nuestro propio
yo.

Esta energía no está dividida. Siempre es completamente trascendente y siempre


está aquí por completo, ahora, en este momento. Nunca hace falta un momento
diferente, mejor. Cuando vemos este momento como realmente es, lo
percibimos como algo extraordinario. No necesitamos convertirlo en ninguna
otra cosa, porque ya es extraordinario tal como es. Cuando comprendemos esto,
hemos sanado la división ilusoria dentro de nosotros, y hemos empezado a
sanarla dentro de la gran conciencia de la humanidad.

Nuestra mayor contribución a la humanidad es nuestro despertar. Es abandonar


literalmente el estado de conciencia en el que se halla la masa de la humanidad y
descubrir la verdad de nuestro ser, que es la verdad de todos los seres. Cuando
lo hacemos volvemos como un regalo, como un recién nacido. En cierto sentido,
hemos vuelto a nacer.

La tradición cristiana nos ofrece la historia de la transfiguración de Cristo: es


literalmente una transformación, un nuevo nacimiento, que tuvo un impacto y
una influencia increíbles. A veces, al intentar ayudar exteriormente olvidamos
que la mayor ayuda que podemos ofrecer es nuestro propio despertar. Esto no
significa que dejemos de hacer lo que podamos en el exterior: prestar ayuda,
alimentar a los hambrientos, cuidar de los pobres y de los enfermos. Esto no
significa que nada de lo anterior tenga que ser evitado ni que no sea útil. Sin
embargo, tenemos que darnos cuenta de que nuestra mayor contribución es
curar las divisiones ilusorias dentro de nosotros. Ése es el gran regalo que
podemos ofrecer a la humanidad; eso es lo que va a hacerla cambiar. La
humanidad no va a cambiar porque diseñemos otro sistema de gobierno, por
algo que se le imponga desde fuera, ni por las ideas nobles o los grandes
sistemas. La verdadera transformación siempre viene de dentro. Viene del
despertar. Llegamos a ver que el mundo externo no es sino una expresión de lo
interno. Lo que se manifiesta no es sino una expresión de lo no manifestado.

Si, como cultura, corno especie, continuamos viviendo en un estado de


conciencia dividido, por más que cambiemos externamente continuaremos
manifestando división. No obstante, cada uno de nosotros que entra en el estado
natural, simple y no dividido realiza una contribución a todos los seres, sin
intentarlo, sin atribuirse ningún mérito, incluso sin saberlo. Cuando tu
conciencia deja de estar dividida, te conviertes en parte de la manifestación de la
unidad. Llegas a saber que la iluminación es extraordinariamente maravillosa y
profunda, pero también muy simple.

La gran definición de la iluminación es simplemente el estado natural de ser.

De modo que el estado de conciencia en el que se encuentra la mayoría de la


humanidad no es natural. Está alterado. No hace falta que busquemos estados
alterados de conciencia; la humanidad ya se halla en un estado alterado de
conciencia. Se lo llama separación. La separación es el estado de conciencia
alterada definitivo.
A diferencia de lo que suele creer la gente, la iluminación no tiene nada que ver
con los estados alterados de conciencia. La iluminación es un estado de
conciencia no alterada. Es pura conciencia tal como realmente es, antes de
convertirse en algo, antes de sufrir alteración alguna.

El reino del cielo es el estado natural de ser. El nirvana no es un objetivo al que


nos aferremos; no es algo que intentemos conseguir o que tratemos de
imponernos a nosotros mismos. Sólo lo descubrimos cuando llegamos a plasmar
nuestra manera de ser totalmente natural y espontánea. Únicamente podemos
experimentarlo al darnos cuenta de quiénes somos y de qué somos cuando
simplemente somos conscientes.

Ésta es la promesa del despertar. No es únicamente una promesa personal para


uno mismo, sino una promesa para la conciencia misma, y por lo tanto para
todos los seres.
(Extracto del libro: EL FINAL DE TU MUNDO)

Fuente: Adyashanti. El final de tu mundo (Editorial Sirio, 2011)

El despertar auténtico
por Adyashanti
La mayor parte de lo que se nos dice sobre el despertar suena como un
argumento para vendernos la iluminación. Cuando tratan de vendernos algo,
sólo nos cuentan los aspectos positivos, e incluso es posible que nos cuenten
cosas que no son verdad. En el intento de vendernos el despertar, se nos refiere
que la iluminación tiene que ver con el amor y el éxtasis, la compasión y la
unión, y otras experiencias positivas. Suele estar envuelto en historias
fantásticas, de modo que llegamos a creer que el despertar tiene que ver con
milagros y poderes místicos. Uno de los argumentos de venta más habituales es
la descripción de la iluminación como una experiencia de dicha.
Consecuentemente, la gente piensa: "Cuando despierte espiritualmente, cuando
sienta la unión con Dios, entraré en un estado de éxtasis constante". Por
supuesto, ésta es una comprensión equivocada del despertar.

El despertar puede ir acompañado de dicha, porque la dicha es un subproducto


del despertar, pero no es el despertar mismo. Mientras vayamos buscando los
subproductos del despertar, perderemos de vista la esencia. Esto es un problema,
porque muchas prácticas espirituales intentan reproducir los subproductos del
despertar sin lograr el despertar mismo. Podemos aprender ciertas técnicas
meditativas —repetir mantras o cantar bhajans, por ejemplo— y se producirán
ciertas experiencias positivas. La conciencia humana es extremadamente
flexible, y al participar en ciertas prácticas, técnicas y disciplinas espirituales,
puede generar muchos de los subproductos del despertar: estados de dicha,
apertura, y así sucesivamente. Pero lo que suele ocurrir es que acabas
únicamente con ellos, sin el despertar mismo.

Es importante que sepamos qué no es el despertar para que no vayamos detrás


de sus subproductos. Debemos renunciar a la búsqueda de estados emocionales
positivos a través de la práctica espiritual. El camino del despertar no consiste
en sentir emociones positivas. Al contrario, es posible que la iluminación no sea
en absoluto fácil ni positiva. No resulta sencillo dejar que aplasten nuestras
ilusiones. No es fácil soltar percepciones muy arraigadas. Incluso podríamos
experimentar una gran resistencia a reconocer esas ilusiones que nos producen
mucho dolor.

Mucha gente no sabe que se va a encontrar con todo esto cuando emprende la
vía del despertar espiritual. Como maestro, una de las cosas que averiguo sobre
los discípulos al comienzo de nuestra relación es si están interesados en el
despertar: ¿quieren realmente la verdad o sólo desean sentirse mejor? Porque el
proceso de descubrir la verdad podría no ser un proceso en el que nos sintamos
cada vez mejor. Puede ser uno en el que tengamos que mirarlo todo
honestamente, con sinceridad, y eso puede ser fácil o no.

La llamada sincera de la realidad a la realidad, la llamada sincera a despertar, es


una llamada que viene de un lugar muy profundo de nuestro interior. Viene de
un lugar que prefiere la verdad a sentirse bien. Si nuestra preferencia es
sentirnos bien en todo momento, continuaremos engañándonos a nosotros
mismos, porque intentar sentirse bien en el momento es exactamente la manera
que tenemos de engañarnos. Pensamos que nuestras ilusiones hacen que nos
sintamos mejor. Para despertar, tenemos que romper con el paradigma de tratar
siempre de sentirnos mejor. Por supuesto que queremos sentirnos mejor; esto
forma parte de la experiencia humana. Todo el mundo desea sentirse bien.
Nuestro cableado interno, nuestro sistema nervioso, nos lleva a buscar más
placer y menos dolor. Pero en nosotros hay un impulso todavía más profundo, y
es lo que describo como el impulso de despertar.

Este impulso de despertar es el que nos da la valentía de examinar todas las


maneras que tenemos de engañarnos a nosotros mismos, el que nos llama a
responsabilizarnos de nuestra propia vida. No podemos llegar a la iluminación
arropados en los faldones de un maestro iluminado; no funciona así. Intentar
hacer eso nos ciega; significa que no queremos pensar por nosotros mismos, que
no queremos examinar as cosas por nosotros mismos. Cuando hacemos
ciegamente lo que se nos dice —seguimos ciegamente una enseñanza sólo
porque es antigua o reverenciada— acabamos justamente con lo que estábamos
pidiendo: ceguera.

Otro de los grandes errores con respecto al despertar o la iluminación es que se


trata de algún tipo de experiencia mística. Podríamos esperar una experiencia
similar a la de la unión con Dios: un fundirse con el entorno o disolverse en el
océano. Esto no es así. Y el despertar tampoco consiste en poseer de repente una
gran comprensión cósmica: comprensión de cómo está construido el universo,
comprensión de cómo opera internamente lo que pensamos que es la realidad.

Podría seguir indefinidamente, pero, en esencia, lo importante es darse cuenta


de que el despertar espiritual es muy diferente a tener una experiencia mística.
Las experiencias místicas son preciosas. En muchos sentidos son las
experiencias más elevadas y placenteras que un "yo" puede tener. El "yo"
siempre busca la unión. En realidad, muchas de las prácticas espirituales en las
que participa la gente tienen como objetivo producir experiencias místicas de
esta índole, tanto si hablamos de una experiencia de fusión o de visiones de
deidades como de sentir que nuestra conciencia se expande a través del espacio
y del tiempo. Sin embargo, una vez más, las experiencias místicas no son lo
mismo que el despertar.

No estoy diciendo que las experiencias místicas no tengan valor, o que no sean
transformadoras, porque suelen serlo. Las experiencias místicas pueden cambiar
la estructura del yo egótico de manera radical, y a menudo de maneras muy
positivas. De modo que, en el mundo de las cosas relativas, las experiencias
místicas tienen valor. Pero cuando hablamos del despertar espiritual, no
hablamos de una experiencia personal. Hablamos de despertar del "yo".
Hablamos de ir de un paradigma a otro completamente diferente, de un mundo a
otro.

No quiero indicar que alguien despierto no vea el mismo mundo que tú ves. Tal
como tú ves una silla, la persona despierta ve una silla. Tú ves un coche y la
persona despierta también ve un coche. La diferencia consiste en que cuando
uno está verdaderamente despierto, cuando uno ha ido más allá del velo de la
dualidad, las cosas que parecen diferentes para todos los demás se perciben
como esencialmente lo mismo. Vemos la silla, y al mismo tiempo no nos
percibimos separados de la silla. Todo lo que vemos, todo lo que sentimos, todo
lo que oímos es literalmente una manifestación de lo mismo.

Una de las señales del verdadero despertar es el final


de la búsqueda
Cuando se produce un verdadero y auténtico despertar, quién somos y qué
somos queda claro. Ya no hay preguntas al respecto; está resuelto. Así, una de
las señales del verdadero despertar es el final de la búsqueda. Ya no sientes el
impulso, el tira y afloja. El buscador ha quedado revelado como la realidad
virtual que siempre fue, y desaparece como tal. En cierto sentido, ha terminado
su tarea. Ha proporcionado el impulso necesario para ayudar a sacar la
conciencia o el Espíritu de su identificación con el estado de sueño, y le ha
ayudado a volver a su estado de ser natural.

Ahora, si se trata de un despertar permanente, el buscador y la búsqueda se


disuelven completamente. Si, por otra parte, el despertar no es de carácter
permanente, es posible que el buscador y la búsqueda estén en proceso de ser
disueltos, pero sin hallarse totalmente disueltos todavía. En cualquier caso, esta
disolución del buscador mismo puede transformar la propia vida. Para los que
estamos en el camino espiritual, toda nuestra identidad puede haber estado
dedicada a ser un buscador. Literalmente, nuestra vida puede haber estado
definida por la búsqueda espiritual, por el anhelo de Dios, de la unión o de la
iluminación.

Entonces, de repente, se produce el despertar. El buscador, la búsqueda y toda la


estructura egótica que se construye alrededor de la búsqueda espiritual
desaparecen de repente. Esta identidad se ve tal como es —carente de
significado e inútil—, y se cae.

Esta caída del buscador puede experimentarse como un gran alivio. Da


comienzo a lo que he denominado la luna de miel del despertar. Al menos en mi
caso, experimenté esta caída del buscador y de la búsqueda como si me hubieran
quitado un gran peso de encima. Fue una experiencia muy física. Literalmente
sentí como si me hubieran quitado un peso, un peso que había estado
acarreando.
Ésta es una experiencia común entre los que despiertan. Cuando la conciencia
despierta de su sueño de separación, hay una gran sensación de alivio. Por eso la
gente empieza a reír o a llorar, o experimenta una intensa liberación emocional
del tipo que sea: sienten el alivio de haber salido por fin del estado de sueño. A
veces llamo a este momento el primer beso. El despertar es como tu primer beso
espiritual, tu primer beso de la realidad, tu introducción a la verdad de quién y
qué eres.
Esta luna de miel puede durar un día, una semana, seis meses o un par de años.
Varía según la persona. Lo característico del periodo de luna de miel es la
fluidez completa: no hay resistencia en tu ser, en tu experiencia. Todo fluye. La
vida es un flujo; todo parece ocurrir por su propia volición. Es el conocimiento
experimental de que en realidad todo se está haciendo, y que tú, como entidad
separada, no estás haciendo nada.
En el sentido más profundo, esta luna de miel es una experiencia de no
resistencia completa y total. Dentro de la no resistencia, la vida fluye
maravillosamente y de manera muy hermosa, casi mágica. Las cosas aparecen
cuando tienen que hacerlo. Se toman decisiones sin decidir realmente; en todo
está presente una sensación de obviedad. Es la experiencia del Espíritu sin
ningún impedimento, sin la corrupción de la ilusión, del condicionamiento o de
la contradicción. Este flujo puede ser una experiencia momentánea, o puede
durar más tiempo. Algunas personas se sienten tan inmersas en la luna de miel
que durante un tiempo están casi incapacitadas, perdidas en un estado de dicha
durante una semana, un mes o incluso años.

El estado de sueño es el estado donde percibimos la separación, donde


pensamos que somos una entidad y un ser separados. Ese ser separado siempre
está buscando algo: amor, aprobación, éxito, dinero, tal vez incluso la
iluminación. Pero cuando se produce el verdadero despertar, toda la estructura
de la separación empieza a disolverse bajo nuestros pies.

Allí aún sigue existiendo un ser humano; no desaparecemos en una nube de


humo. Incluso nuestra personalidad permanece intacta. Jesús tenía una
personalidad; Buda tenía una personalidad. Todo el que camina sobre la Tierra
la tiene. Incluso los niños, cuando salen del útero de sus madres, la tienen. Es
una de las bellezas de la existencia, que cada uno de nosotros tenga una
personalidad diferente. Los perros y los gatos, los pájaros, incluso los árboles
tienen distintas personalidades.

La diferencia está en que, una vez que hemos visto más allá del velo de la
separación, la identificación con nuestra personalidad particular empieza a
disolverse. Incluso si penetramos muy profundamente en la unidad y la
transformación ha sido muy grande, sigue estando presente una estructura básica
de personalidad. Sin embargo, lo que impulsaba nuestra personalidad, todos sus
antiguos principios orientadores e impulsos autocentrados, o bien han
desaparecido o están en proceso de desaparecer.

Si practicamos la espiritualidad, uno de los resultados que esperamos es la


disolución del ego. Reconocemos el dolor del estado egótico y tenemos la
esperanza de no vernos confinados eternamente en él. Pero el despertar en sí no
es lo mismo que la disolución del ego. Podemos despertar tanto si el ego se ha
disuelto como si no. De hecho, pueden despertar egos muy fuertes y
destructivos. El despertar da comienzo al proceso. El resultado del despertar —
su consecuencia— es la disolución radical del ego.

Esto no implica que el ego vaya a cooperar. El ego puede resistirse a esta
disolución con todo lo que tiene. Puede sacar a relucir todo su arsenal. No
obstante, el proceso ha empezado. Y, por último, una vez que has tenido un
vislumbre de la realidad, no hay nada que puedas hacer para impedir que el ego
acabe por disolverse.
(Extracto del libro: EL FINAL DE TU MUNDO)

Fuente: Adyashanti. El final de tu mundo (Editorial Sirio, 2011)

Indagación
por Adyashanti

¿Qué o quién soy?


Mi mayor interés en la vida es despertar de la identificación del estado de sueño
y alcanzar la verdad de la unidad. La totalidad de mi enseñanza como maestro
espiritual se basa en eso. Así que yo propongo la utilización de la indagación
meditativa como herramienta de ayuda para desarrollar la energía del despertar,
para desarrollar la conciencia de nuestra verdadera naturaleza. Sin embargo, veo
que muchas personas están buscando fuera de ellas mismas y se hacen preguntas
que trascienden su experiencia. Todo el mundo ha escuchado el consejo de
"mira en tu interior" y, sin embargo, muchos de nosotros seguimos mirando
fuera. Aunque nos hagamos preguntas espirituales, normalmente seguimos
enfocándolas hacia fuera. ¿Qué es Dios? ¿Cuál es el significado de la vida? ¿Por
qué estoy aquí? Aunque estas preguntas sean relevantes para la personalidad,
todavía no son la pregunta más íntima.

La pregunta más íntima que podemos hacernos, y la que tiene mayor poder
espiritual, es ésta: ¿qué o quién soy? Antes de preguntarme por qué estoy aquí,
quizá debiera averiguar quién es este "yo" que se hace la pregunta. Antes de
preguntar "¿qué es Dios?", tal vez debiera preguntarme quién soy yo, quién es
este "yo" que está buscando a Dios. ¿Quién soy, quién está viviendo esta vida?
¿Quién está aquí mismo, ahora mismo? ¿Quién está en el camino espiritual?
¿Quién es ese que está meditando? ¿Quién soy yo realmente? Ésta es la
pregunta que inicia el víaje de indagación espiritual para que puedas descubrir
por ti mismo quién y qué eres realmente.

Así que el primer paso es contar con una pregunta espiritual potente como "¿qué
o quién soy yo?". El segundo paso es saber hacer esa pregunta. He podido
comprobar, una vez más, que muy pocas personas saben hacerse una pregunta
espiritual potente. Si no sabemos preguntar, nos perderemos en nuestra mente.
Seguiremos sentándonos y nos quedaremos pensando sobre quién somos
eternamente. Seguiremos leyendo discursos espirituales, filosóficos o religiosos
sobre quién somos y por qué estamos aquí, y sobre todo este asunto. Seguiremos
haciéndolo eternamente y sólo terminaremos con más pensamientos, con más
ideas, con más creencias (y no con lo que realmente necesitamos, que es un
vislumbre de comprensión, un vislumbre de reconocimiento de la verdad de
nuestro ser). La indagación espiritual nos ayuda a desarrollar ese vislumbre. Así
que ¿cómo debemos hacer la pregunta? ¿Cómo podemos descubrir lo que
realmente somos?

El sendero de la eliminación
Antes de descubrir qué somos realmente, debemos empezar por descubrir lo que
no somos. Si no, nuestras suposiciones seguirán contaminando toda la
investigación. A esto podríamos llamarlo el sendero de la eliminación. En la
tradición cristiana lo llaman la Vía Negativa, el sendero negativo. La tradición
hindú del Vedanta lo llama Neti-neti, que significa "esto no, eso no". Todos
ellos son senderos de eliminación, formas de descubrir lo que somos a través de
lo que no somos.

Empezamos por observar nuestras ideas acerca de lo que somos. Todos tenemos
muchísimas ideas de las que ni siquiera somos conscientes, así que empezamos
por observar las cosas más sencillas sobre nosotros. Por ejemplo, observamos
nuestra mente y nos damos cuenta de que en ella hay pensamientos. Claramente,
existe algo o alguien que se da cuenta de los pensamientos. Aunque no sepas
qué es, sabes que está ahí. Los pensamientos vienen y van, pero el testigo de los
pensamientos permanece.

Si los pensamientos vienen y van, entonces tú no eres los pensamientos. El


hecho de darse cuenta de que tú no eres los pensamientos tiene mucha
importancia, pues la mayoría de la gente presume que ellos son lo que piensan.
La gente se identifica con lo que piensa. Sin embargo, basta un simple vistazo a
tu propia experiencia para demostrarte que tú eres el testigo de tus
pensamientos. Tú no eres lo que piensas que eres. Hay algo más primordial que
observa los pensamientos.

También existen las sensaciones. Todos tenemos sensaciones emocionales:


felicidad, tristeza, ansiedad, alegría, paz. Tenemos sensaciones en el cuerpo, ya
sean de energía (una contracción por aquí, una apertura por allá) o el simple
picor en el dedo de un pie. Existen diversas sensaciones y también existe un
testigo de esas sensaciones. Existe algo que es el testigo y que toma nota de
todas tus sensaciones. Así que tienes sensaciones y tienes conciencia de esas
sensaciones. Las sensaciones vienen y van, pero la conciencia de las sensaciones
permanece. Y aunque no tengamos que negar ninguna de las sensaciones que
experimentamos, debemos saber que nuestra identidad más verdadera y
profunda no es una sensación. No puede serlo, pues hay algo más primario,
anterior a la aparición de las sensaciones: la conciencia de esas sensaciones.

Esto mismo se lo podemos aplicar a las creencias. Tenemos muchas creencias y


tenemos la conciencia de esas creencias. Las creencias podrán ser espirituales,
creencias sobre tu vecino, sobre tus padres, sobre ti mismo (éstas suelen ser las
más dañinas), y sobre una gran variedad de cosas. Las creencias son
pensamientos que asumimos como verdad. Todos podemos ver que nuestras
creencias han ido cambiando según hemos ido creciendo, según hemos ido
avanzando por la vida. Las creencias vienen y van, pero la conciencia de las
creencias es anterior a las creencias; es más primaria. Entonces podemos ver
fácilmente que nosotros no podemos ser nuestras creencias. Las creencias son
algo de lo que somos testigos, algo que vemos, algo que percibimos. Pero las
creencias no nos dicen quién es el observador; no nos dicen quién es el que las
percibe. El observador o el que las percibe, el testigo, es anterior a las creencias.

Esto mismo podemos aplicarlo a nuestro ego-personalidad.

Todo el mundo tiene un ego y una personalidad. Normalmente creemos que


somos nuestro ego, que somos nuestra personalidad. Y, sin embargo, al igual
que con los pensamientos, con las sensaciones y con las creencias, vemos que
también existe un testigo de esa personalidad. Existe un ego-personalidad
llamado "tú" y también existe una observación del ego-personalidad, una
conciencia del ego-personalidad. La conciencia del ego-personalidad es anterior
a la personalidad; la percibe, sin juzgarla ni condenarla.

En este punto empezamos a entrar en contacto con algo más íntimo. La mayoría
de la gente se identifica con su ego y con su personalidad. Pero el simple hecho
de querer observar tu experiencia te hace ver que existe una personalidad y un
testigo de la personalidad. Por consiguiente, tu personalidad no puede ser tu
naturaleza esencial más profunda. Hay algo más primario que observa tu ego-
personalidad: la conciencia.

Así llegamos a nuestra conciencia. Nos damos cuenta de que existe una
conciencia. Todo el mundo tiene conciencia. Si estás leyendo estas palabras
ahora mismo, la conciencia es lo que las está asimilando. Eres consciente de lo
que piensas. Eres consciente de lo que sientes. Así que la conciencia está
claramente presente. No es algo que tengas que desarrollar. La conciencia no es
algo que tengas que fabricar. La conciencia simplemente es. Es lo que nos
permite saber y experimentar lo que sucede.

¿Quien es consciente?
Normalmente pensamos inconscientemente que "¡yo soy consciente!" que yo
soy quien es consciente, que la conciencia es algo que me pertenece.
Presumimos que existe una entidad llamada "yo" que es consciente. Sin
embargo, cuando empezamos a investigar esto meditativamente,
silenciosamente, sencillamente, empezamos a ver que, aunque haya conciencia,
en realidad somos incapaces de descubrir el "yo" que es consciente. Empezamos
a ver que ese "yo" consciente es un supuesto que la mente ha aprendido a hacer.
Cuando vas hacia dentro y buscas quién es consciente, qué es consciente, no
encuentras ningún "ello". Sólo encuentras más conciencia. No existe ningún
"yo" que sea consciente.

De esta forma, seguimos extrayendo nuestra identidad mediante esta profunda


investigación. Al ver lo que no somos, en realidad alejamos nuestra identidad
del pensamiento, de la sensación, de la persona, del ego, del cuerpo, de la
mente. Alejamos nuestra identidad de los elementos externos de nuestra
experiencia y la devolvemos a su naturaleza esencial. Mientras no volvamos a la
conciencia, no nos encontraremos con el supuesto primario de "yo soy el que es
consciente". En ese momento, empezaremos a investigar ese supuesto. La
investigación mediante la experiencia nos hace ver, una y otra vez, que somos
incapaces de descubrir quién es consciente. ¿Dónde está este "yo" que es
consciente? En ese preciso instante (cuando nos damos cuenta de que no
podemos descubrir ninguna entidad llamada "yo" que posea la conciencia, que
sea su dueña) empezamos a vislumbrar que nosotros tal vez seamos la
conciencia. La conciencia no es algo que nos pertenezca; la conciencia no es
algo que poseamos. La conciencia realmente es lo que somos.

Pero a algunas personas (a la mayoría) esto les parecerá radical, pues estamos
muy acostumbrados a identificarnos con nuestra mente, con nuestros
pensamientos, con nuestras sensaciones, con nuestras creencias, con nuestro ego
y con nuestro cuerpo. En realidad nos enseñan a identificarnos con estas cosas.
No obstante, la investigación nos permite empezar a vislumbrar que existe algo
anterior al pensamiento, anterior a la personalidad, a las creencias, algo que
denominamos conciencia. Esta investigación nos permite vislumbrar que somos
esa conciencia.
Esto no implica que los pensamientos dejen de existir. No significa que el
cuerpo deje de existir. No se trata de negar el ego, ni la personalidad, ni las
creencias ni nada de nada. No se trata de negar todos estos elementos externos
de nuestro yo humano. Sólo descubrimos nuestra naturaleza esencial. Los
cuerpos, las mentes, las creencias y las sensaciones son como la ropa que se
pone la conciencia y nosotros empezamos a descubrir qué tiene por debajo. Si te
das cuenta de que no eres lo que pensabas, de que no eres tus creencias ni tu ego
ni tu personalidad, la transformación puede ser profunda. Eres otra cosa, algo
que reside en el interior, en el núcleo más interno de tu ser. Por ahora lo estamos
llamando "conciencia". La naturaleza radical de esta visión reside en que la
conciencia no es algo que poseas, que tengas que aprender a poseer, o algo para
lo que necesites disciplina: en realidad la conciencia es lo que eres; es la esencia
de tu ser. Y la conciencia no sólo es lo que tú eres, sino también lo que todo el
mundo es.
(Extracto del libro: MEDITACIÓN AUTÉNTICA)

Fuente: Adyashanti. Meditación Auténtica (Gaia Ediciones, 2006)

Despertar
por Adyashanti Extracto del primer capítulo de LA DANZA DEL VACÍO

El propósito de mi enseñanza es la iluminación, despertar de la ilusión del


estado de separación para alcanzar la realidad del Uno. En pocas palabras, lo
que pretendo es que comprendas lo que eres. Es posible que también descubras
otros elementos en esta enseñanza, los cuales surgen simplemente como
respuesta a las necesidades concretas de los demás en un determinado momento,
pero básicamente lo único que me interesa es que te despiertes.

La iluminación significa despertar a lo que en verdad eres y vivir en


consecuencia. Realízate y sé, realízate y sé. La realización en sí misma no basta.
La plenitud de la realización consiste en ser, y esto implica actuar, hacer y
expresar lo que hayas comprendido. Es muy complejo, una forma de vivir
completamente nueva: vivir en la realidad desde la realidad, y no desde las ideas
programadas, los impulsos o las creencias de tu mente soñadora.

La verdad es que tú ya eres lo que buscas. Estás buscando a Dios con sus
propios ojos. Esta verdad es tan simple y tan chocante, tan radical y tan tabú,
que te la pierdes fácilmente en la tormenta de tu búsqueda. Tal vez hayas oído
ya lo que te estoy diciendo y es posible que incluso te lo creas, pero lo que te
pregunto es si lo has comprendido con todo tu ser. ¿Lo estás viviendo?

Mi discurso pretende despertarte, no darte un método para soñar mejor. Esto


último lo sabes hacer muy bien. Podré parecerte amable y muy suave, en
función de tu estado mental y emocional, pues en otras ocasiones tal vez no te
parezca tan amable ni tan suave. Posiblemente te sientas mejor después de
hablar conmigo, pero eso es secundario al despertar. ¡Despierta! Tú eres todos
los Budas vivientes. Eres el vacío divino, la nada infinita. Lo sé porque yo soy
lo que tú eres y tú eres lo que yo soy. Deshazte de todas las ideas e imágenes de
la mente; aparecen y desaparecen, y ni siquiera las generas tú. ¿Por qué prestas
tanta atención a tu imaginación, cuando la realidad existe para que te realices en
este preciso instante?

Pero no creas que la iluminación es el final. La iluminación es el final de la


búsqueda, el final del buscador, pero también es el comienzo de una vida
protagonizada por tu verdadera naturaleza. Descubrirás algo totalmente nuevo:
la vida desde la unicidad, encarnando lo que eres, una expresión humana de esta
unicidad. Indefectiblemente te conviertes en el Uno; eres el Uno. La pregunta es
si eres o no una expresión consciente del Uno. ¿Está despierto ese Uno? ¿Has
recordado lo que en verdad eres? Y si lo has hecho, ¿lo estás viviendo? ¿Estás
viviendo desde el Uno, de un modo realmente consciente?

Todas mis charlas versan sobre el despertar o la vida tras el despertar.


Independientemente de cuál parezca ser el tema de mi charla, en realidad sólo
estoy hablando de estas dos cuestiones.

Fuente: Adyashanti. La Danza del Vacío (Gaia Ediciones, 2008)

LA DANZA DEL VACÍO


Detalles del libro:
Título: LA DANZA DEL VACÍO
Título Original: Emptiness Dancing
Autor: Adyashanti
Nº de páginas: 250
Editorial: Gaia Ediciones
Año de edición: mayo de 2008
ISBN: 978-84-8445-198-3
Descripción:
¿Quién eres tú cuando no estás pensando que existes? ¿Qué hay detrás de los
ojos que están leyendo estas palabras? En La danza del vacío Adyashanti te
invita a despertar a la esencia de lo que eres a través de la apertura espontánea y
natural de la mente, el corazón y el cuerpo; dicha esencia guarda el secreto de la
felicidad y la liberación. Cuando se trata del verdadero vacío, tu ser está
danzando. Traspasa, incluso, tu cuerpo físico. Todo cobra vida de nuevo. Estás
danzando: el vacío danza.

Es también a través de su excepcional transmisión de verdad y de libertad como


Adyashanti nos conduce a la búsqueda de un descubrimiento esencial: el de la
realización de la verdadera naturaleza.

Desde las primeras fases de la realización hasta sus revolucionarias


implicaciones, Adyashanti nos acerca un tesoro, lleno de visiones, acerca de los
retos de la vida interior. Ofrece consejos lúcidos y prácticos sobre cuestiones
diversas, que van desde el ego, el engaño y la adicción espiritual, por una parte,
a la compasión, la relajación o el ahora eterno, por otra.

La sabiduría de Adyashanti nos brinda un profundo conocimiento y una guía


permanente para alcanzar la maravilla absoluta de tu naturaleza infinita,
dejándote la posibilidad de seguir el orden de los capítulos o de empezar por
cualquier página que te atraiga.
La iluminación es el final de la búsqueda, el final del buscador; pero también es
el comienzo de una vida protagonizada por tu verdadera naturaleza. Descubrirás
algo totalmente nuevo: la vida desde la unicidad, encarnando lo que eres, una
expresión humana de esta unicidad. La iluminación significa despertar a lo que
en verdad eres y vivir en consecuencia.

Realízate y sé. Estás bailando: el vacío está danzando.


El propósito de mi enseñanza e la iluminación, despertar de la ilusión del estado
de separación para alcanar la realidad del Uno. En pocas palabras, lo que
pretendo es que comprendas lo que eres. Es posible que también descubras otros
elementos en esta enseñanza, los cuales surgen simplemente como respuesta a
las necesidades concretas de los demás en un determinado momento; pero,
básicamente, lo único que me interesa es que te despiertes.
Adyashanti

Prólogo
Te doy la bienvenida. Sí, a ti que estás leyendo estas palabras en este preciso
instante. Este libro es sobre ti y para ti. ¿Acaso nadie se había referido antes a ti
como lo que en verdad eres? ¿Te has referido tú a ti mismo como lo que en
verdad eres o te has dejado engañar por la mera apariencia de tu nombre, tu
género, tu situación familiar, tu personalidad, tus secretos deseos de un futuro
mejor o de hacerte mejor persona? Te aseguro que estas trivialidades no te
describen, y tampoco revelan lo que en verdad eres. Ni siquiera un poco.
Ahora dime la verdad. ¿No has tenido nunca la sospecha de que tú eras algo
más, o menos, que la imagen que proyectas en el espejo? En tus momentos más
tranquilos, ¿no has anhelado en secreto poder atravesar el velo de las
apariencias, tanto las tuyas como las de los demás?

Hay algo en ti más brillante que el sol y más misterioso que el cielo de la noche.
Probablemente hayas sospechado estas cosas en secreto, pero ¿te has metido del
todo en tu esencia misteriosa?

Le doy la bienvenida a la esencia misteriosa que está en ti. Este libro es sobre ti
y para ti. Trata de tu despertar y de tu recuerdo de lo que en verdad eres. Así que
sigue adelante y ábrelo por cualquier capítulo. Cada capítulo tiene sentido en sí
mismo y, a la vez, continúa elaborando los capítulos que le preceden. Confío en
que la sabiduría de tu elección te conduzca al capítulo o a la página que precises
para abrirte los ojos o el corazón a la maravilla absoluta de tu naturaleza infinita.

El libro comienza con un capítulo sobre el despertar espiritual y termina con un


capítulo sobre la fidelidad a la verdad eterna. Si lo terminas y quieres seguir
leyendo, te anticipo que el siguiente libro que se publicará tratará sobre la vida
tras el despertar. Pero basta ya de preámbulos y de pistas sobre lo venidero. El
momento es éste, ahora, y mi bienvenida queda extendida a tus manos bajo la
forma de este libro.

Así que sigue leyendo si te apetece, pero ten en cuenta que el despertar
espiritual no es lo que te imaginas.
ADYASHANTI,
San José, enero de 2006

Introducción
Por Bonnie Greenwell

El amor no sigue ninguna agenda.


Se mueve porque obedece a su naturaleza: el movimiento.
Estas palabras reflejan la esencia de las charlas del maestro espiritual
Adyashanti sobre la naturaleza del despertar espiritual. Adyashanti ofrece su
enseñanza a través de encuentros semanales, de seminarios intensivos de fin de
semana y de retiros. Este libro es una colección de algunas de sus
extraordinarias charlas- la selección de los temas tratados responde a criterios de
consistencia y valor, y comprende cuestiones que sus estudiantes han
considerado importantes.

El propósito de lo que hago, y de lo que te trae aquí, es obtener una experiencia


directa de lo que tú eres, dice Adyashanti. ¿Cómo quieres saber qué es la
iluminación, si ni siquiera sabes quién eres? A través de su excepcional
transmisión de Verdad y de libertad, Adyashanti ofrece a sus estudiantes unas
orientaciones en pos de la conquista de este descubrimiento: la realización de su
verdadera naturaleza... /

MEDITACIÓN AUTÉNTICA
DESCUBRE LA LIBERTAD DE LA CONCIENCIA EN ESTADO PURO
Detalles del libro:
Título: MEDITACIÓN AUTÉNTICA
Subtítulo: Descubre la libertad de la conciencia en estado puro
Título Original: True Meditation
Autor: Adyashanti
Nº de páginas: 94
Editorial: Gaia Ediciones
Año de edición: Septiembre 2008
ISBN: 978-84-8445-197-6
Descripción:
¿Qué pasaría si dejases que todo fuese exactamente tal y como es?

¿Y si dejases de necesitar el control y, en su lugar, abrazases la totalidad de tu


experiencia tal y como surgiera en cada momento?

En los catorce años que dedicó al estudio del zen, Adyashanti llegó a la
conclusión de que la mayoría de los meditadores veteranos utilizaban la práctica
como un fin, en vez de como medio para llegar a un fin.

Invitándonos a realizar el esfuerzo sin esfuerzo que infunde el momento


presente, Adyashanti sostiene, sin embargo, que sólo nos abrimos al arte de la
meditación auténtica cuando nos libramos de todas las técnicas (incluso de
nuestro concepto de meditador) y nos concentramos en el estado natural.

Nos han enseñado que el despertar es difícil, que despertar de la ilusión de la


separación puede llevarnos años –nos explica Adyashanti-. En realidad, sin
embargo, lo único que necesitas es la voluntad de mirar en las profundidades de
tu experiencia aquí y ahora.

Meditación Auténtica te ofrece la oportunidad de recuperar el propósito original


de la meditación: hacer de puerta de entrada a la libertad indefinida del ser.
MEDITACIÓN AUTÉNTICA
Puede que seas un principiante en meditación o que tal vez ya lleves mucho
tiempo meditando; da lo mismo. Lo importante, en realidad, es la actitud en la
que nos pongamos a mediar.
A la hora de acercarnos a la meditación, lo determinante es hacerlo con una
actitud realmente inocente; y lo que quiero decir con ello es que esa actitud no
esté contaminada por el pasado, por lo que hayamos podido entender de la
meditación a través de la cultura, de los medios de comunicación o de las
diversas tradiciones espirituales o religiosas a las que pertenezcamos. Tenemos
que acercarnos al concepto de meditación con inocencia y frescura.
Adyashanti

Prólogo del editor


Todas las vidas son una especie de laboratorio espiritual donde ponemos a
prueba, en el fuego de nuestra propia experiencia, las enseñanzas con las que
nos vamos encontrando. Al fin y al cabo, lo más importante no son las verdades
que nos cuentan los demás o las prácticas que somos capaces de imitar, sino los
descubrimientos a los que llegamos mediante la investigación personal.

Cuando hablé con Adyashanti por primera vez (su nombre significa,
literalmente, paz primordial), yo sabía que estaba ante un maestro espiritual que
había accedido a algunos descubrimientos muy personales y reales. Aunque él
afirmaba haberse despertado del zen, la persona que le animó a empezar a
enseñar a la edad de treinta y cuatro años, en 1996, fue su profesora zen de toda
la vida, Arvis Justi. Cuando me enteré de que había gente que llegaba a
importantes visiones en su presencia, me di cuenta de que yo quería incorporar
su aportación al laboratorio espiritual de mi vida.

Así que en noviembre del 2004 asistí a un retiro de cinco días con Adyashanti.
Durante ese retiro, Adyashanti dio charlas en las que dejaba que los
participantes hablasen con él en público acerca de sus preguntas y de sus
preocupaciones más íntimas. Asimismo, le dedicábamos entre cuatro y cinco
horas diarias a la meditación en silencio. En ese tiempo teníamos que
implicarnos en lo que Adya denomina Meditación Auténtica. La instrucción
básica que recibimos en el retiro para orientar nuestras meditaciones silenciosas
constaba de dos palabras: no manipulación.

Como yo me había pasado más de veinte años asistiendo a diversos retiros de


meditación y había experimentado con docenas de técnicas y de métodos
distintos, me sentí un poco desconcertada. ¿No manipulación?, ¿eso es
todo? ¿Podía sentarme sin ponerme derecha? ¿Y qué pasaba con el discurso de
mi mente? ¿Era esto un verdadero estilo de meditación, o Adyashanti
simplemente estaba dándonos la oportunidad de expandirnos en el espacio? De
todos modos, ¿qué es la Meditación Auténtica?
Aparte de recibir la instrucción de no manipulación, podíamos leer y contemplar
una circular que ocupaba una página. Gracias a Dios, pensé, los demás tal vez
estén acostumbrados a Adya y a este método, pero yo necesito más información.
La circular podría ayudarme. Decía lo siguiente:

Meditación Auténtica
La Meditación Auténtica no sigue dirección, objetivo o método alguno. Todos los
métodos intentan lograr un determinado estado mental. Todos los estados son
limitados, impermanentes y condicionados. La fascinación por los estados sólo
conlleva a la vinculación y a la dependencia. La Meditación Auténtica es vivir
desde la conciencia primordial.
La Meditación Auténtica surge espontáneamente en la conciencia cuando no la
fijamos sobre los objetos de la percepción. Cuando empiezas a meditar te das
cuenta de que la conciencia está permanentemente concentrada en algún objeto:
en los pensamientos, en las sensaciones corporales, en las emociones, en los
recuerdos, en los sonidos, etcétera. Esto responde a un condicionamiento mental
hacia la concentración y la fijación sobre los objetos. Después, la mente interpreta
convulsivamente aquello de lo que es consciente (el objeto) de un modo mecánico
y tergiversado. Empieza a sacar conclusiones basadas en antiguos condiciona-
mientos.
En la Meditación Auténtica abandonamos todos los objetos a su funcionamiento
natural. Esto implica dejar de esforzarse en manipular la conciencia o en suprimir
de ésta cualquier objeto. En la Meditación Auténtica ponemos el énfasis en estar
conscientes: no en estar conscientes de los objetos, sino en descansar en la
conciencia primordial. Esta conciencia primordial es la fuente de la que surgen y
desaparecen todos los objetos. Al irte relajando en la conciencia, en la escucha,
se irá atenuando la contracción compulsiva de la mente sobre los objetos. Serás
más consciente del silencio del ser, que te da la bienvenida al descanso y a la
aceptación. Si tu actitud es de abierta receptividad, exenta de cualquier objetivo
o anticipación, tu condición natural de silencio y quietud se manifestará con más
facilidad.
El silencio y la quietud no son estados y, por tanto, no podemos crearlos ni
producirlos. El silencio es el no-estado en el que todas las cosas surgen y
desaparecen. El silencio, la quietud y la conciencia no son estados, y nunca los
percibiremos totalmente como objetos. El silencio es el eterno testigo sin forma
ni atributos. Al ir descansando más profundamente en el testigo, los objetos irán
adquiriendo su funcionalidad natural y la conciencia se irá liberando de las
contracciones mentales y de las identificaciones compulsivas, regresando a su no-
estado natural de Presencia.
En ese momento, la sencilla pero profunda pregunta de ¿ quién soy?revelará que
el ser de cada uno es la indefinida Libertad del Ser, y no la tiranía interminable
del ego-personalidad; el ser de cada uno es la Conciencia Primordial en la que
todos los objetos surgen y desaparecen como manifestaciones del Eterno Ser No
Nacido que TÚ ERES.
Me pasé los cinco días del retiro con este papel doblado en el bolsillo de mis
vaqueros; alternaba entre la práctica de las técnicas de meditación a las que
estaba acostumbrada y la relajación, escuchando y siendo sin más, sin
manipulación alguna. Pero tengo que reconocer que, cuando terminó el retiro,
mis preguntas superaban a las respuestas. ¿Qué papel ocupa la técnica en la
meditación? ¿Funciona este método para meditadores de cualquier nivel o sólo
funciona para los practicantes avanzados que lleven años entrenando el
aquietamiento de la mente? ¿Qué pasa con la postura y con el dolor físico y
emocional que suele aparecer durante la meditación?

Llena de preguntas, me acerqué a Adyashanti para plantearle si estaría dispuesto


a trabajar con Sounds True para crear un programa educativo sobre la
Meditación Auténtica. Le pareció bien, y el resultado es este libro. Le pasé una
lista de preguntas y Adya respondió con dos discursos del dharma acerca de la
Meditación Auténtica: uno versaba sobre dejar que todo sea tal y como esy el
segundo sobre la indagación meditativa.

Según Adyashanti, los descubrimientos espirituales se autovalidan. Lo más


importante no son las afirmaciones de los demás, sino lo que tú observes en tu
propio ser. Espero que este libro acerca de la Meditación Auténtica aliente tu
propio camino de auténtico descubrimiento, en beneficio de todos los seres.
TAMI SIMON,
editora, Sounds True
Mayo de 2006, Boulder, Colorado

EL FINAL DE TU MUNDO
COMENTARIOS SOBRE LA NATURALEZA DE LA ILUMINACIÓN

Detalles del libro:


Título: EL FINAL DE TU MUNDO
Subtítulo: Comentarios sobre la naturaleza de la Iluminación
Título Original: The End of Your World
Autor: Adyashanti
Nº de páginas: 208
Editorial: Sirio
Año de edición: 2011
ISBN: 978-84-7808-768-6
Descripción:
Cada vez más personas están despertando espiritualmente. Y para la mayoría de
ellas, la pregunta se convierte en: ¿y ahora qué? La información sobre la vida
después del despertar espiritual no suele hacerse pública —explica
Adyashanti—. Frecuentemente sólo se comparte entre maestros y sus
discípulo. El final de tu mundo es la respuesta a una creciente necesidad de
dirección en el camino espiritual. Considera el libro que tienes entre las manos
como la bienvenida personal de Adyashanti a un nuevo mundo, al estado de
unidad.
Adyashanti comienza por describir el fenómeno lo tengo/lo he perdido que deja
perpejos a tantos discípulos, la fluctuación entre lo que él llama el
despertar impermanente y el estado último de iluminación permanente,
Adyashanti señala las trampas y los callejones sin salida que nos sacan del
estado de iluminación, como la falta de sentido, la utilización de la realización
para los propósitos del ego, la ilusión de superioridad que puede acompañar a
las experiencias espirituales intensas, y el peligro de embriagarse de vacío.

El pleno despertar viene cuando te miras sinceramente a ti mismo, con más


profundidad de la que habías imaginado, y lo cuestionas todo, enseña
Adyashanti. El final de tu mundo te invita a unirte a él para investigar con
honestidad lo que realmente eres, y cómo vivir una ves que lo has descubierto.
No te equivoques, la iluminación es un proceso destructivo. No tiene nada que
ver con ser mejor o más feliz. La iluminación es el derrumbamiento de lo que no
es verdad. Es ver más allá de la fachada del fingimiento. Es la completa
erradicación de todo lo que imaginábamos que era verdad.
Adyashanti

Introducción
Cuando conocí a Adya en otoño de 2004, me sorprendió su manera fresca y
original de enseñar sobre el despertar espiritual. Aunque honraba su linaje zen,
resaltaba la importancia de no confiar en un maestro ni en un método específico
para lograr la realización. En cambio, hablaba de lo trascendental que es
examinar la propia experiencia directa y explorar sin miedo el territorio de
nuestra propia vida. También insistía en que es un mito pensar que el despertar
espiritual es un fenómeno raro que sólo está a disposición de unos pocos
escogidos, que han meditado en cuevas durante décadas o visten túnicas
especiales. Y continuaba diciendo que este mito sobre la rareza del despertar
puede ser en realidad un obstáculo para nuestro propio proceso de
descubrimiento, porque creemos en una limitación que no es real, sino
autoimpuesta.

Al mirar atrás, pienso que Adya (como le llaman sus amigos y alumnos) hablaba
desde la perspectiva de alguien que está sentado en lo alto de la cresta de la ola:
una ola que empieza a romperse en nuestra época. Como él mismo señala en el
capítulo 1, cada vez más personas de las más diversas procedencias y religiones
comienzan a describir el despertar espiritual —una realización inamovible de
que somos la unidad de la vida— como la transformación más importante de
nuestras existencias. A lo largo de los últimos años parece haberse producido un
cambio en la percepción colectiva con respecto a lo que es posible; el despertar
espiritual ya no es sólo dominio de algunos practicantes de élite, sino que de
pronto está al alcance de todos nosotros.

Como editora que ha puesto a disposición del público las enseñanzas de la


sabiduría espiritual durante más de dos décadas, me siento emocionada con esta
nueva ola de interés por el despertar, y un poco preocupada por la posible
confusión, los malos entendidos y las distorsiones que suelen acompañar a la
idea de la realización. Para empezar, la gente se refiere a asuntos muy diversos
con el término despertar espiritual. A menudo me pregunto no sólo si
comprenden lo que se gana con este proceso, sino también —y tal vez sea lo
más importante— lo que se pierde. Además, a medida que el despertar espiritual
se hace cada vez más popular, he visto a muchas personas hablar de él desde
una perspectiva del ego, utilizándolo para sentirse mejor y más despiertas que
otras. Pero lo que más me preocupa es la cantidad de gente que niega ciertos
aspectos de su experiencia —ira, depresión, o problemas familiares— que están
en contradicción con su idea de lo que implica ser una persona despierta.

Hace poco más de un año, mientras hablaba por teléfono con Adya, me quejé de
este fenómeno: de haber conocido a tanta gente que parece malinterpretar el
despertar espiritual y que, en realidad, se distancian de su experiencia momento
a momento en nombre de estar despiertos. Adya mencionó que en sus
conferencias insistía mucho sobre este tema: los malentendidos, las trampas y
las ilusiones que pueden producirse después de la experiencia inicial del
despertar espiritual. Inmediatamente y con gran entusiasmo, le pregunté si
estaba dispuesto a dar una serie de charlas sobre este tema, de modo que Sounds
True pudiera publicarlas en audio y también en formato de libro. El accedió, y el
resultado es El final de tu mundo: comentarios sobre la naturaleza de la
iluminación.
Como dice Adya en el capítulo I, hay pocos recursos disponibles para las
personas que han tenido una experiencia inicial del despertar espiritual y quieren
entender cómo continúa y se despliega este proceso. Que este libro sea una guía
útil y un catalizador para esta gran aventura.
Tami Simon (Sounds True), Junio de 2008, Boulder, Colorado

EL FIN DEL SUFRIMIENTO

Detalles del libro:


Título: EL FIN DEL SUFRIMIENTO
Subtítulo: La esencia de la espiritualidad, nuestra naturaleza real y el retorno a la
gracia
Título Original: Falling into Grace
Autor: Adyashanti
Nº de páginas: 256
Editorial: Gaia Ediciones
Año de edición: Septiembre 2012
ISBN: 978-84-8445-436-6
Descripción:
A lo largo de sus más de quince años como maestro espiritual, Adyashanti ha
descubierto que cuanto más sencilla es la enseñanza, más poder tiene para
cambiar nuestras vidas. Por ello, en El fin del sufrimientopresenta las
comprensiones fundamentales para desatar una revolución en nuestra manera de
percibir la vida, abandonar nuestras luchas y abrirnos a la promesa plena del
despertar espiritual y al descubrimiento de nuestro ser esencial.
Por medio de una indagación progresiva, esta obra explora:
 El dilema humano: el concepto de un yo separado y la posibilidad de dejar
de creernos los pensamientos que perpetúan el sufrimiento.

 Cómo dar un paso atrás para salir de la ilusión e instalarnos en el potencial


puro del momento presente.

 Por qué el despertar espiritual puede ser un proceso inquietante.


 La intimidad y la disponibilidad: sentir la unión absoluta con toda parte de
nuestra experiencia.

 La autonomía verdadera: la experiencia única de nuestro sentido de


libertad.

El fin del sufrimiento llega al núcleo del por qué sufrimos y muestra que, del
mismo modo que caes en brazos de un ser querido o que reposas la cabeza en la
almohada por la noche, igualmente puedes dejarte llevar por un momento de
gracia y descubrir que la vida no está separada de ti, que la vida no es otra cosa
que tú.

Introducción
Hace poco tiempo me puse a reflexionar sobre mi experiencia de muchos años
dedicados a la enseñanza. Una de las cosas que he advertido es que los
elementos más transformadores de cualquier enseñanza espiritual son sus
principios básicos, sus fundamentos. Son, por otra parte, los elementos más
fáciles de olvidar, dado que nuestras mentes tienden por naturaleza a lo
complejo. La mente cree que cuanto más sutil y compleja sea una cosa, reflejará
la realidad con mayor precisión. Sin embargo, lo que yo he visto a lo largo de
mis muchos años como enseñante es que en realidad lo que impacta más son los
principios fundamentales de las enseñanzas; que los elementos básicos de las
enseñanzas son lo que contiene el verdadero poder de ayudarnos a transformar
nuestras vidas.

Esta observación ha inspirado uno de los motivos principales que me han


llevado a crear este libro: presentar los elementos fundamentales de mis
enseñanzas, en la medida en que sigo concibiéndolos como los aspectos más
importantes de mi trabajo. Si bien las enseñanzas tienen partes más sutiles Y
complejas, lo que he observado es que en realidad estas partes no tienen tanta
importancia; he visto repetidas veces que una enseñanza es tanto más poderosa
y transformadora cuanto más sencilla es. A nuestras mentes les cuesta trabajo
creerlo, creer que una cosa tan sencilla pueda ser tan reveladora. Pero yo sigo
comprobando que los aspectos más transformadores de las enseñanzas son, sin
duda alguna, el estudio de las causas más básicas de nuestro sufrimiento y de
cómo percibimos la vida desde la perspectiva de la separación.

Pero por encima incluso de cualquier enseñanza, el aspecto más profundo de la


vida espiritual es el elemento de la gracia. La gracia es una cosa que nos viene
cuando de alguna manera nos encontramos completamente disponibles, cuando
tenemos abierto el corazón y la mente y cuando estamos abiertos a la posibilidad
de que no sepamos lo que creemos que sabemos. En este intervalo del no saber,
en este dejar en suspenso toda conclusión, puede entrar a raudales un elemento
completamente distinto de vida y de realidad. Esto es lo que yo llamo gracia. Es
ese momento de ¡ajá!, un momento de reconocimiento en que nos damos cuenta
de algo que antes no llegábamos a imaginarnos del todo.
Son muchas las circunstancias y las vivencias que pueden abrirnos a esta gracia.
Ya se trate de un momento hermoso en la naturaleza o de estar un rato con una
persona querida, o simplemente sentados en silencio y en quietud, el caso es
que, por algún motivo, se nos abre una perspectiva completamente nueva. Nos
encontramos llenos de gracia. En otras ocasiones la gracia se presenta con un
rostro más violento. Las situaciones difíciles de nuestras vidas tienden, de
alguna manera, a ser las que más nos abren el corazón y la mente. Aunque
nosotros hacemos todo lo que podemos por evitar esos momentos, en realidad
son esos momentos de desafío los que suelen brindarnos en muchos casos las
máximas oportunidades de desarrollo y de transformación de la conciencia.

Las enseñanzas que se contienen en este libro no son más que modos de
abrirnos a la gracia, de abrirnos a ese elemento misterioso de luz que nos entra
en los momentos ocultos y callados. Este elemento desata una revolución en
nuestra manera de percibir la vida, una revolución que contribuye muchísimo a
ayudarnos a poner fin al sufrimiento y a la lucha que tienen que vivir muchos
seres humanos día a día.

Las enseñanzas que aparecen en este libro no pretenden ser unos datos que
debas ir recogiendo con la mente, sino que habrás de meditar profundamente
sobre ellas para determinar si puedes encontrar la verdad en tu propia
experiencia. Debes estar dispuesto a desacelerarte, a detenerte incluso, para
asimilar plenamente lo que oyes, pues, en último extremo, la verdad de
cualquier enseñanza no se encuentra nunca en las palabras. La verdad se
encuentra, más bien, en lo que se revela dentro de nuestro propio ser. Con esta
exploración hacemos nuestras las enseñanzas. Y al hacer nuestra una enseñanza,
al vivir dentro de nuestra propia experiencia aquello a lo que señala la
enseñanza, llegamos a despertarnos a una visión de la vida que es más plena y
unificada, y que, en última instancia, aborda directamente los deseos y los
anhelos más profundos del corazón humano.

LA VÍA DE LA LIBERACIÓN
GUÍA PRÁCTICA PARA LA ILUMINACIÓN ESPIRITUAL
Detalles del libro:
Título: LA VÍA DE LA LIBERACIÓN
Subtítulo: Guía práctica para la Iluminación Espiritual
Título Original: The Way of Liberation
Autor: Adyashanti
Nº de páginas: 96
Editorial: Gaia Ediciones
Año de edición: Julio 2014
ISBN: 978-84-8445-506-6
Descripción:
La vía de la liberación es una cuidadosa y elaborada condensación esencial de
las enseñanzas de Adyashanti, además de una breve, depurada y eficiente guía
práctica para la consecución rápida, directa y precisa del despertar espiritual,
desde el estado del ego hacia un estado de liberación interior definitiva.
La obra nos indica el modo de vivir este proceso con la mayor plenitud posible,
dentro del ritmo y ambiente propio de la vida cotidiana. Para ello propone la
original integración de los Cinco Fundamentos, las Tres Claves y las Tres
Prácticas:
 Los Cinco Fundamentos son valiosos instrumentos para vivir y manifestar la
naturaleza última de la Realidad en cualquier condición y entorno de
existencia.

 Las Tres Claves orientan y alinean la mente hacia la consecución del


despertar espiritual, evitando las frecuentes y persistentes desviaciones
en el camino y preparando a la vez las condiciones para el ejercicio de las
Tres Prácticas esenciales.

 Las Tres Prácticas esenciales son la meditación, la indagación y la


contemplación.
Prefacio
Este libro es una pista que se deja atrás, un medio que permite recordar y una
guía para que te desprendas de tu estatus imaginario como persona y despiertes
a quien eres realmente. Las enseñanzas contenidas en este libro son una versión
condensada de mis enseñanzas esenciales. Y para que puedan tener efecto,
debes aplicarlas con total dedicación. Pero has de saber de antemano que su
aplicación puede resultar dañina para tus creencias, desorientadora para tu
mente y molesta para tu ego. Desde la perspectiva del despertar a la realidad, es
bueno cultivar estas cosas. Desde la perspectiva del ego, han de evitarse a toda
costa. La elección es completamente tuya.
Adyashanti

AGOSTO 7, 2014 POR JORDI CASALS

Historia del despertar de Adyashanti

Esta es la historia del despertar de Adyashanti


contada por él mismo:

Fue muy sencillo y, en realidad, empezó antes de producirse. La noche anterior,


justo antes de disponerme a dormir, me senté al borde de la cama y pensé lo
siguiente. No fue un gran pensamiento ni una gran visión, sino algo muy sencillo,
totalmente fuera de contexto respecto a lo que me estaba pasando en ese
momento. Pero tuve un pensamiento que decía: “Estoy preparado”. Lo sentí
literalmente, en cinco segundos lo sentí. Y me dispuse a dormir, aunque la
sensación de “Estoy listo” era muy plena y simple. No se trataba ni de la mente
ni del ego diciendo: “Estoy preparado, listo para atravesar las puertas”. Fue un
instante sencillo, inocente, como un regalo. Un hecho. Sólo un pensamiento:
“Estoy listo”. Y no le di más vueltas. No captó mucho mi atención, aunque si fui
consciente de él. Así que me dispuse a dormir.

Al día siguiente me desperté temprano. Iba a ver a mi maestra, y en esas


ocasiones solía levantarme pronto para meditar un poco antes de ir a verla. No
estaba pensando nada en concreto, simplemente me senté y a los treinta
segundos oí un pájaro. Un simple gorjeo. Y surgió una pregunta, más de las tripas
que de la mente, que no había oído nunca, que no había usado nunca. La
pregunta que surgió espontáneamente decía: “¿Quién está oyendo este
sonido?”. Y cuando surgió la pregunta, todo se volvió del revés, o se quedo
patas arriba. En ese momento el pájaro, el sonido y el oído se hicieron uno solo.
Tuve, literalmente, la experiencia de que todo era lo mismo… el oído no era más
yo, más que el sonido o que el pájaro o que cualquier otra cosa. En un instante,
de forma muy repentina, todo se hizo uno.

A continuación percibí el pensamiento. Estaba tan lejos que ni siquiera sabía de


qué trataba. Pero había pensamiento y podía darme cuenta, de que yo no era
eso. Eso es pensamiento. Y lo que se despertó, lo que estaba despierto, no tenía
nada que ver con ese pensamiento que simplemente acontecía. Eran dos cosas
totalmente distintas. En el pensamiento no había ninguna identidad. Así que al
cabo de unos minutos me levanté. Y, literalmente, a mi mente le venían ideas
como de un niño de cinco años. Pura curiosidad. “Me pregunto si estoy en el
horno”, pensé. Así que fui corriendo a la pequeña zona de cuarto de estar y
cocina y, sin lugar a dudas, el horno era esto. Me dirigí corriendo al baño y mire
el inodoro, pues estaba intentando encontrar algo que no fuese nada espiritual,
y pensé: “Demonios, el inodoro es esto”. Abrí la puerta del dormitorio, miré en
su interior y vi a Annie, mi esposa, que estaba durmiendo, y me dije: es ella. Ella
es esto, y es igual. Seguí andando por nuestra casita de 137 metros cuadrados,
en la que habíamos vivido durante seis años y medio, miré la casa por todas
partes y todo era esto, todo era lo mismo.

Así que ahí me encontraba yo, curiosamente carente de emoción alguna. No


experimente ningún ¡Bravo! Ni ¡Oh, Dios mío!. Nada de eso. Lo veía
todo perfectamente claro y no lo confundía con ningún estado de la
experiencia, pues no se trataba de ningún estado. Entonces di unos pasos
por el cuarto de estar, pues podías recorrer su largo en tan sólo unos pasos, y la
conciencia se despertó por completo en esos pasos. No lo puedo describir
fácilmente, pero estaba totalmente separada del cuerpo, totalmente separada.
En ese momento vi una serie de imágenes y lo supe, lo que estaba despierto
supo de inmediato que me había quedado atrapado en esas imágenes, a las que
podríamos llamar encarnaciones. Yo me creía eso. Estaba dormido en esas
imágenes, podía ver con claridad que yo no era eso. Ya no seguía atrapado en
ellas. No estaba confinado por ninguna de esas formas, ni siquiera por la actual.
Y veía que la forma actual no era más importante o real que la de hace cincuenta
vidas. Y ahí estaba esta conciencia, sin más, solo ella. Ninguna forma, ningún
perfil, ningún color, nada. En ningún sitio pero en todas partes.

Y en ese momento supe que aunque esta conciencia lo era todo, también estaba
por encima de todo. Que aunque esto despareciese del todo, aunque
desapareciesen todas las formas y todo lo que veía, esto no quedaría reducido,
ni siquiera un poco.

Así es, básicamente, como se produjo mi despertar.

085. Adyashanti
Publicado en 31 de agosto de 2011 por Rick Archer

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ACCIONES 105

"Adyashanti" significa paz


primordial. Adyashanti desafía a todos los que buscan la paz y la libertad a tomar en serio la
posibilidad de la liberación en esta vida. Comenzó a enseñar en 1996, a petición de su
maestro Zen, con quien había estado estudiando durante 14 años. Desde entonces, muchos
buscadores espirituales han despertado a su verdadera naturaleza mientras pasan tiempo con
Adyashanti.

Adyashanti ofrece enseñanzas no duales


espontáneas y directas que se han comparado con las de los primeros maestros Zen y los
sabios Advaita Vedanta. Sin embargo, Adya dice: "Si filtran mis palabras a través de
cualquier tradición o '-ismo', perderán por completo lo que estoy diciendo.La verdad
liberadora no es estática; esta vivo. No se puede poner en conceptos y ser entendido por la
mente. La verdad está más allá de todas las formas de fundamentalismo conceptual. Lo que
eres es el más allá-despierto y presente, aquí y ahora ya. Simplemente te estoy ayudando a
darte cuenta de eso ".
Nacido en el norte de California, Adyashanti vive con su esposa, Mukti, y enseña mucho en
el área de la Bahía de San Francisco ofreciendo satsangs, intensivos de fin de semana y
retiros silenciosos.También viaja para enseñar en otras áreas de los Estados Unidos y
Canadá.
Libros y otros medios:
 Resurrecting Jesus - curso de video autoguiado
 El fin de tu mundo (libro)
 El fin de tu mundo (CD)
 Baile de vacío
 Meditación verdadera
 Cayendo en gracia
 Despertar espontáneo
 La realización se desarrolla
 Sitio web de Adyashanti
 Videos de "Enseñanzas Básicas" de Adya.

255. Adyashanti y Francis Bennett sobre "Resucitar a


Jesús"
Publicado en 31 de octubre de 2014 por Rick Archer

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ACCIONES 242
Adyashanti, autor de The Way of
Liberation: Una guía práctica para la iluminación espiritual , Resurrecting Jesus , True
Meditation y The End of Your World , es un maestro espiritual nacido en Estados Unidos y
dedicado a servir al despertar de todos los seres. Sus enseñanzas son una invitación abierta
para detener, indagar y reconocer lo que es verdadero y liberador en el centro de toda la
existencia.
Cuando se le pidió que enseñara en 1996 por su maestro zen de 14 años, Adyashanti ofrece
enseñanzas que están libres de cualquier tradición o ideología. "La verdad a la que me
refiero no está confinada dentro de ningún punto de vista religioso, sistema de creencias o
doctrina, sino que está abierta a todos y se encuentra en todos".
Enseña en toda América del Norte y Europa, ofreciendo satsangs, intensivos de fin de
semana, retiros silenciosos y una transmisión de radio en vivo por Internet.

Adyashanti: “La verdadera transformación


siempre viene de dentro. El mundo externo no es
sino una expresión de lo interno.”
28 FEBRERO 2014

tags: advaita, Adyashanti, no dualidad


by Freeman
Adyashanti (California,
1962) se formó en la tradición Zen
El estado natural
Por Adyashanti*
La gente suele preguntarme adónde nos lleva el despertar.
¿Dónde acaba todo esto? Esta pregunta resulta muy difícil de
contestar, porque cualquier cosa que responda puede
convertirse en otro objetivo en la mente. Los objetivos
mentales son, por supuesto, grandes obstáculos para llegar a
ser plenamente conscientes y estar plenamente despiertos.
Sin embargo, sin duda hay una trayectoria hacia el despertar,
una maduración desde el despertar hasta lo que podríamos
llamar iluminación. Resulta muy difícil decir qué es la
iluminación. En realidad no es diferente del despertar, y
supone la maduración de éste. Tal como maduramos al pasar
de ser un niño a un ser humano adulto, y después un anciano,
y quién sabe qué después de eso. La experiencia y la expresión
madura del despertar es bastante difícil de expresar, pero de
algún modo es necesario que se exprese. Al menos, como
maestro, yo intento expresarla, y trato de que mi fracaso
tenga calidad.
Cuanto más entramos en la experiencia directa del ser, de lo
no nacido, de lo inmortal, de lo no creado que somos, más
entramos en una verdadera sensación de no dualidad. Con
no dualidad me refiero a vivir más allá de lo absoluto y lo
relativo. En cierto sentido, nuestra experiencia se abre más
allá de la percepción de unidad, incluso más allá de la
experiencia de unidad. Nos damos cuenta de que el núcleo de
nosotros mismos, la esencia de nosotros mismos es algo
mucho más parecido al puro potencial. Nos percatamos de
que somos puro potencial antes de convertirse en algo
concreto, antes de convertirse en el Uno, en los muchos, en
esto o aquello.
La maduración del despertar es este profundo retorno a
nuestra esencia, a la simplicidad de lo que somos, que está
antes y más allá del ser y del no ser, de lo existente y de lo
inexistente. Es donde hay una desaparición, por así decirlo,
donde nuestras mentes ya no se quedan fijadas en ningún
plano de la experiencia, ni en ninguna expresión particular.
La tendencia a quedarse atascado ha sido liberada.
Éste no es un estado místico, de inmensidad o de ser especial.
Es un estado de naturalidad y comodidad. En el ámbito
humano, se experimenta como una profunda naturalidad y
simplicidad.
En otro ámbito, es la sensación innegable de que cualquiera
que haya sido nuestro viaje, hay cierta sensación de finalidad.
Como dijo un viejo maestro zen, es como un trabajo bien
hecho. Al final del día, vuelves a casa. En cierto punto de la
propia vida espiritual, es como si lo abandonáramos todo
espontáneamente. Esto resulta difícil de entender hasta que te
ocurre. Abandonas la espiritualidad misma, la búsqueda de la
libertad. Es necesario que nos liberemos de nuestra necesidad
de libertad para iluminarnos de nuestra necesidad de
iluminación.
**********************
En cierto sentido, la iluminación es morir en lo cotidiano, en
una “cotidianidad” extraordinaria. Empezamos a darnos
cuenta de que lo ordinario es extraordinario. Es casi como
entender un secreto oculto: que en todo momento hemos
estado en la tierra prometida, que en todo momento hemos
estado en el reino celestial. Como diría Buda, desde el
principio mismo sólo ha habido nirvana. Pero percibíamos las
cosas erróneamente. Al creer nuestras imágenes mentales, al
contraernos debido al miedo, la vacilación y la duda,
habíamos percibido mal dónde nos encontrábamos. No nos
dábamos cuenta de que estamos en el cielo, de que estamos en
la tierra prometida, de que el nirvana está aquí mismo, ahora
mismo, exactamente donde nos hallamos.
Este tipo de visión, esta percepción, no tiene sentido para la
mente convencional. Ésta diría: “Bueno, eso suena
maravilloso, pero todavía hay gente que se muere de hambre;
niños que pasan hambre. Hay abuso, violencia, odio,
ignorancia y avaricia”. Ciertamente, existe la experiencia de
todas esas cosas; eso es innegable. Pero, al mismo tiempo,
vemos que toda esa división es producto del sueño de las
mentes humanas. Esto no significa que lo descartemos ni que
lo evitemos; al contrario. Lo que vemos es la perfección
subyacente en la vida. A partir de este trabajo básico de ver,
experimentar y conocer literalmente la perfección subyacente
de la vida, nos mueve una fuerza completamente diferente. Ya
no somos atraídos o empujados; ya no sentimos que
necesitamos conseguir, o que tenemos que ser conocidos,
reconocidos, confirmados, amados u odiados, ni que gustar o
no gustar. Éstos son estados de conciencia dentro de la mente
que sueña. Cuando hemos reconciliado todos estos opuestos,
cuando han sido armonizados dentro de nuestro sistema, hay
algo más que nos mueve en la vida. Es algo
extraordinariamente simple. Esa fuerza, esa energía que nos
mueve, es al mismo tiempo la sustancia misma de nuestro ser,
nuestro propio yo.
Esta energía no está dividida. Siempre es completamente
trascendente y siempre está aquí por completo, ahora, en este
momento. Nunca hace falta un momento diferente, mejor.
Cuando vemos este momento como realmente es, lo
percibimos como algo extraordinario. No necesitamos
convertirlo en ninguna otra cosa, porque ya es extraordinario
tal como es. Cuando comprendemos esto, hemos sanado la
división ilusoria dentro de nosotros, y hemos empezado a
sanarla dentro de la gran conciencia de la humanidad.
Nuestra mayor contribución a la humanidad es nuestro
despertar. Es abandonar literalmente el estado de conciencia
en el que se halla la masa de la humanidad y descubrir la
verdad de nuestro ser, que es la verdad de todos los seres.
Cuando lo hacemos volvemos como un regalo, como un recién
nacido. En cierto sentido, hemos vuelto a nacer.
La tradición cristiana nos ofrece la historia de la
transfiguración de Cristo: es literalmente una transformación,
un nuevo nacimiento, que tuvo un impacto y una influencia
increíbles. A veces, al intentar ayudar exteriormente
olvidamos que la mayor ayuda que podemos ofrecer es
nuestro propio despertar. Esto no significa que dejemos de
hacer lo que podamos en el exterior: prestar ayuda, alimentar
a los hambrientos, cuidar de los pobres y de los enfermos.
Esto no significa que nada de lo anterior tenga que ser evitado
ni que no sea útil. Sin embargo, tenemos que darnos cuenta
de que nuestra mayor contribución es curar las divisiones
ilusorias dentro de nosotros. Ése es el gran regalo que
podemos ofrecer a la humanidad; eso es lo que va a hacerla
cambiar. La humanidad no va a cambiar porque diseñemos
otro sistema de gobierno, por algo que se le imponga desde
fuera, ni por las ideas nobles o los grandes sistemas. La
verdadera transformación siempre viene de dentro. Viene
del despertar. Llegamos a ver que el mundo externo no es sino
una expresión de lo interno. Lo que se manifiesta no es sino
una expresión de lo no manifestado.
Si, como cultura, corno especie, continuamos viviendo en un
estado de conciencia dividido, por más que cambiemos
externamente continuaremos manifestando división. No
obstante, cada uno de nosotros que entra en el estado natural,
simple y no dividido realiza una contribución a todos los
seres, sin intentarlo, sin atribuirse ningún mérito, incluso sin
saberlo. Cuando tu conciencia deja de estar dividida, te
conviertes en parte de la manifestación de la unidad. Llegas a
saber que la iluminación es extraordinariamente maravillosa
y profunda, pero también muy simple.
La gran definición de la iluminación es simplemente el estado
natural de ser.
**********************
De modo que el estado de conciencia en el que se encuentra la
mayoría de la humanidad no es natural. Está alterado. No
hace falta que busquemos estados alterados de conciencia; la
humanidad ya se halla en un estado alterado de conciencia. Se
lo llama separación. La separación es el estado de conciencia
alterada definitivo.
A diferencia de lo que suele creer la gente, la iluminación no
tiene nada que ver con los estados alterados de conciencia. La
iluminación es un estado de conciencia no alterada. Es pura
conciencia tal como realmente es, antes de convertirse en
algo, antes de sufrir alteración alguna.
El reino del cielo es el estado natural de ser. El nirvana no es
un objetivo al que nos aferremos; no es algo que intentemos
conseguir o que tratemos de imponernos a nosotros mismos.
Sólo lo descubrimos cuando llegamos a plasmar nuestra
manera de ser totalmente natural y espontánea. Únicamente
podemos experimentarlo al darnos cuenta de quiénes somos y
de qué somos cuando simplemente somos conscientes.
Ésta es la promesa del despertar. No es únicamente una
promesa personal para uno mismo, sino una promesa para la
conciencia misma, y por lo tanto para todos los seres.
(Extracto del libro: El final de tu mundo)

Adyashanti

Adyashanti (cuyo nombre significa “paz primordial”), nació en 1962 como Steven Gray,
estudió Zen durante 14 años bajo la guía de su maestra Zen, Arvis Joen Justi. Justi era un
estudiante de Taizan Maezumi Roshi del Centro Zen de Los Angeles. Arvis enviaba
regulamente a Gray (Adyashanti) a hacer sesshins (periodos intensivos de meditación
zazen) en el Centro Zen de San Francisco, donde también estudiaba Zen bajo la dirección
de Jakusho Kwong Roshi. A la edad de 25 años comenzó a experimentar una serie de
transformaciones de despertares espirituales.
Adya empezó a enseñar en 1996 respondiendo a la petición de la maestra zen con la que
llevaba estudiando catorce años. Su estilo de enseñanza (también conocido como satsang)
es directa, espontánea y no-dual que ha sido comparada con la de los antiguos maestros
Zen y sabios advaita (no-dualidad) de la India, sintiéndose afín a Nisargadatta
Maharaj. Sus retiros son una mezcla de meditación silenciosa, enseñanzas del drama y
conversaciones con sus estudiantes, y se centran en la disolución y reconstrucción de la
identidad personal. En todo este tiempo muchos buscadores espirituales han despertado a
su verdadera naturaleza en compañía de Adyashanti.
Sus enseñanzas son una invitación abierta para detenerse, investigar y reconocer lo que
es verdadero y liberador en el centro de toda la existencia.
“Si filtras mis palabras a través de cualquier tradición o “ismo”, te perderás lo que digo.
La verdad liberadora no es estática; está viva. No puede ser conceptualizada y
comprendida por la mente. La verdad está más allá de todas las formas de
fundamentalismo conceptual. Lo que eres es el más allá, despierto y presente, ya aquí y
ahora. Simplemente te ayudo a darte cuenta de ello.”
“El propósito de mi enseñanza es la iluminación, despertar de la ilusión del estado de
separación para alcanzar la realidad del Uno. En pocas palabras, lo que pretendo es que
comprendas lo que eres. Es posible que también descubras otros elementos en esta
enseñanza, los cuales surgen simplemente como respuesta a las necesidades concretas de
los demás en un determinado momentos; pero, básicamente, lo único que me interesa es
que te despiertes.”
Adyashanti reside en California con su esposa, Mukti, Profesora Asociada del Open Gate
Sangha. Él enseña en el área de la bahía de San Francisco, ofreciendo satsangs, retiros
intensivos de fin de semana y retiros de silencio. También viaja para enseñar en otras
zonas de Estados Unidos y Canadá.

Las cualidades indispensables del


despertar por Adyashanti
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Publicado por: Jorge (Coordinador GHB) en Crecimiento Personal 4 marzo, 2015 0

En esencia, todo el esfuerzo espiritual es una cosa muy simple: La espiritualidad trata
esencialmente sobre el despertar al conocimiento intuitivo de la unidad y la disolución
de nuestro apego a la consciencia egoica. Al decir que la espiritualidad es algo muy simple,
no quiero dar a entender que sea una tarea fácil o difícil. Para algunos puede ser muy fácil,
mientras que para otros puede ser más difícil. Hay muchos factores e influencias que desempeñan
un papel en nuestro despertar a la realidad última, pero los factores más importantes por el
momento son la sinceridad, la atención enfocada (1), y el coraje.
La sinceridad es una palabra que utilizo a menudo en la enseñanza para transmitir la importancia
de estar arraigado en las cualidades de la honestidad, la autenticidad y la genuinidad. No puede
haber nada falso o artificial en nuestras motivaciones si queremos despertar plenamente a
nuestro estado natural e integral de la conciencia unificada. Mientras que las enseñanzas y los
maestros pueden señalarnos “la paz más allá de toda comprensión“ que mora en nuestro
interior, sin embargo siempre vamos a viajar a lo largo del hilo de nuestra sinceridad interior, o
la falta de la misma. Porque el ego es inteligente y hábil en los métodos del engaño, y sólo la
honestidad y la autenticidad de nuestro inefable ser están más allá de su influencia. A cada paso
y con cada respiración se nos da la opción de actuar y responder, tanto interior como
exteriormente, al condicionamiento de la consciencia egoica que valora el control y la separación
por encima de todo, o a la conciencia intuitiva de la unidad que reside en el silencio interior de
nuestro ser.

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Sin sinceridad es muy fácil, incluso para las más grandes enseñanzas espirituales, llegar a
convertirse en poco más que juguetes de la mente. En nuestro mundo tan cambiante de
soluciones rápidas, grandes promesas y cortos espacios de atención, es fácil mantenerse en un
nivel muy superficial de consciencia, sin siquiera saberlo. Mientras que el estado despierto está
siempre presente y más cerca que tus pies, tus manos o los ojos, no se puede abordar de una
manera casual o insincera. Hay una razón por la que los buscadores de todo el mundo tienen
instrucciones de quitarse los zapatos y aquietar sus voces antes de entrar en espacios
sagrados. El mensaje que se transmite es que nuestro ego debe ser “apartado y
aquietado” antes de que se nos conceda el acceso a lo divino. Todos los intentos de
nuestro ego por controlar, reclamar y suplicar a la realidad no tienen ninguna
influencia sobre ella más que para hacernos la vida más difícil y conflictiva. Pero una
mente abierta y un corazón sincero tienen el poder de asegurarnos el acceso a la
realización de lo que siempre ha estado presente todo el tiempo.

Cuando la gente le preguntó al gran sabio hindú Nisargadatta cuál pensaba él que era la cualidad
más importante que había que tener para despertar, él dijo: “seriedad.” Cuando eres serio, eres
a la vez sincero y uni-focalizado; ser uni-focalizado significa mantener tu atención en una sola
cosa. He encontrado que lo más difícil de hacer para la mayoría de los buscadores espirituales es
mantenerse enfocado en una cosa durante mucho tiempo. La mente salta de un lado a otro con
sus inquietudes y dudas a cada momento. Raramente se queda con una pregunta un tiempo lo
suficientemente largo como para profundizar en ella. En la espiritualidad es muy importante no
dejar que la mente egoica se mantenga saltando de una preocupación a otra como un perro sin
entrenamiento. Recuerda, el despertar tiene que ver con la realización de tu verdadera naturaleza
y la disolución de todo apego a la consciencia del ego.

Mi abuela, que falleció hace unos años solía decirme en tono de broma: “Envejecer no es para
los débiles”. Ella era muy consciente de los desafíos de un cuerpo envejecido, y aunque ella
nunca se quejó ni sentía ninguna compasión por sí misma, sabía de primera mano que el
envejecimiento tiene sus retos, así como sus beneficios. Mi abuela tenía coraje en su interior, que
le ayudó mucho mientras se acercaba el final de su vida, y me siento feliz al decir que cuando
murió, lo hizo de buena gana y sin miedo. De forma similar el proceso de entrada a un despertar
completo y maduro requiere de coraje, ya que no sólo nuestra visión de la vida, sino la vida
misma se transforma para alinearse con la visión mística interior. Un corazón sincero es un
corazón vigoroso y valiente dispuesto a rendirse ante la gran extensión desconocida
del Ser –una extensión que la mente egoica no tiene forma de saber o entender.

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Cuando la conciencia de uno se abre más allá del estado de sueño de la consciencia egoica hacia
la infinita nada de la conciencia intuitiva, es común que el ego sienta mucho miedo y terror
mientras se inicia esta transición. Aunque no hay nada que temer acerca de nuestro estado
natural de Ser infinito, este estado está más allá de la capacidad de entendimiento del ego, y
como siempre, los egos temen lo que no entienden y no pueden controlar. Tan pronto como
nuestra identidad abandona el ámbito del ego y asume su lugar legítimo como la
nada/totalidad infinita de la conciencia, todo el miedo se desvanece de la misma
manera que cuando nos despertamos de una pesadilla. De la misma manera en la que me
dijo mi abuela, “Envejecer no es para los débiles”, también puede decirse que la transición desde
el estado de sueño al estado despierto y maduro requiere coraje.

La sinceridad, la atención enfocada y el coraje son cualidades indispensables para despertar del
estado de sueño del ego a la paz y la tranquilidad del Ser despierto. Todo lo que queda por hacer
es vivirlo.

Por Adyashanti
Fuentes:http://alma-espiritulibre.blogspot.com.ar/
http://www.advaitainfo.com/articulos/cualidades.html

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