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Análisis publicitario

Yanjo Andrés Esther


16 de noviembre de 2017
ANÁLSIS DE 13.99 EUROS DE FREDERICH BEIGBEDER
 Síntesis:

Octave Parango trabaja como creativo en una agencia publicaría en Francia que
conocen como la Rosse. La agencia famosa y reconocida, no cuenta con la bomba
que está por caerle encima cuando el protagonista decide crear este libro para
hacerle saber al mundo cómo es la realidad de quienes se dedican a este arte de
vender y engañar.

Drogas, alcohol, sexo y depresión, son algunos de los factores que intervienen en
diversos momentos de la vida de Octave, a quien le ha nacido el repentino
arrepentimiento y golpe de moral por el trabajo que hace, que no es nada más y
nada menos que idear cómo atrapar al consumidor, crearle la necesidad de un
producto que no ocupaba pero que ahora deseará con todas su fuerzas.

El libro está dividido en seis partes, cada una está escrito de una forma especial,
dependiendo del pronombre que sea el capítulo (yo, tú, él, nosotros, vosotros, ellos),
sin embargo siguen una historia lineal. Es la vida de éste sujeto –tanto personal
como laboral- harto de su trabajo dentro de una agencia publicitaria. Encontramos
la forma en que él siente su oficio, así como todo lo que implica. Todo esto mientras
desarrolla la campaña de Delgadín un tipo de lácteo sin grasa para la empresa
Madone. Se enfrenta al amor, a la pérdida, a los vicios y sobre todo, a él mismo.

 Análisis:

Bajo la premisa “¿por qué el hombre sigue huyendo de su angustia a través de la


diversión?”, Frederich Beigbeder lo menciona cuando escribe:

“(…) El hombre moderno odia aburrirse(…) El aburrimiento le horroriza, cuando


en realidad no existe nada más constructivo y saludable que una buena dosis
cotidiana de tiempo muerto, de instantes mortalmente aburridos, de muermo
intenso, solo o en compañía(…) El auténtico hedonismo es el aburrimiento(…)
Solo el aburrimiento permite disfrutar el presente, pero todo el mundo parece
apuntar en la dirección contraria: para no aburrirse, los occidentales huyen por
mediación de la tele, del cine, de internet, del teléfono, de los videojuegos o de
una simple revista(…) Desde Pascal: el hombre sigue huyendo de su angustia a
través de la diversión. Sólo que la diversión se ha convertido en algo tan
omnipresente que ha reemplazado a Dios ¿Cómo huir de la diversión?
Enfrentándonos con la angustia.” (Beigbeder, 2001, pp. 135-136)

Por un lado, es un tanto obvio. Como seres humanos en contacto diario con
emociones y sentimientos, es hasta cierto punto aceptable querer “huir” de lo que
nos incomoda o mortifica de la vida cotidiana. Más que huir, considero que
buscamos despejarnos, enfocar nuestros pensamientos en algo que no necesite de
mucho esfuerzo mental y, como menciona Beigbeder, recurrimos al uso de medios
digitales como la televisión o el Internet.

Cabe mencionar que “diversión” actualmente tiene muchas connotaciones y varían


dependiendo de cada persona y el contexto en el que se desarrolló, sin embargo,
ligándolo con uno de los principales temas que trata el texto, solo agregaré que la
diversión hoy en día va junto a la palabra “consumo”.

Considero que otra de las escapatorias ante nuestra angustia es el consumo porque
es algo que tenemos demasiado arraigado como la sociedad consumista que somos
en pleno 2017. Lo hemos aceptado a un grado en que ya lo vemos como un dador
de felicidad. Cuando estamos tristes se piensa “voy a comprar equis cosa a equis
lugar, eso me hará sentir mejor”. Buscamos una salida y debido a que hemos sido
educados para ser compradores desde que nacemos, lo vemos muy natural y
normal.

En nuestra vida de consumo, somos, como menciona Zygmunt Bauman “una


sociedad que promueve, alienta o refuerza la elección de un estilo y una estrategia
de vida consumista, ser consumidores es su única elección aprobada, una opción
viable y un requisito indispensable para pertenecer.” (2007, p. 78)

¿Cómo hemos llegado a esto? Gracias a personas como Octave y Charlie y el resto
de la Rosse, gracias a la publicidad y al marketing. Si bien tenemos necesidades
básicas categorizadas (la pirámide de Maslow) también nos han creado otras que
solo podemos satisfacer con cierto producto específico. De esto trata la publicidad,
según el punto de Octave, vender mentiras y necesidades, de engañar.

Para mí, este comportamiento se genera desde que comenzamos a tener memoria,
no conciencia, porque para ese momento, ya estamos inmersos en la sociedad de
consumo. Una idea similar la retrata Juliet B. Schor cuando menciona que “el
marketing y la publicidad han desempeñado un papel decisivo en la transformación
de los niños en consumidores autónomos y capaces. (2006, p. 28)

Y lo han logrado gracias a todas las herramientas que tienen a su disposición para
hacerlo. Como vimos en esta última parte del curso, la publicidad hace uso incluso
de teorías psicológicas para poder crear una conexión con el consumidor. Suena
muy malintencionado, como si los publicistas nos aprovecháramos del inconsciente
de nuestros compradores, pero considero que ha llegado a este punto debido a que
lo hemos permitido así.

Gilles Lipovetsky mencionó en el debate realizado en la Universidad Autónoma del


Caribe en 2015 que “estar en un mundo pos-moderno significa la llegada de una era
individualista, que ha creado una cultura que privilegia el consumo y el placer, más
no las luchas colectivas.” Dejando de lado el individualismo, de nuevo nos
encontramos con el pensamiento de una sociedad o cultura que gira alrededor del
consumo.

Esta problemática tiene orígenes en la forma en que fuimos modificándonos como


sociedad en general y hay una parte del libro que lo plasma cuando Beigbeder
escribe:

“Sois el producto de una época. No. Echarle la culpa a la época es demasiado fácil.
Sois productos. Y punto. Ya que a la globalización no le interesaban las personas,
teníais que convertiros en productos para que la sociedad se interesase por
vosotros. El capitalismo convierte a las personas en yogures con fecha de
caducidad, drogadas a base de espectáculo.” (2001, p. 227)

Después de estos párrafos que pudieron sonar muy extremistas contra el


consumo y lo que somos hoy en día como sociedad, quisiera dejar en claro que
para mí no es completamente de esta forma. Si bien tenemos una nueva
dependecia a estar comprando y gastando, no significa que así nos vamos a
quedar y ya.

En alguna parte del texto se menciona que las personas también se van
cansando de la publicidad, se crea una “publifobia” que hace a la gente alejarse
de esto y considero que hoy estamos viviendo en esa fobia. Poco a poco nos
vamos dando cuenta, como consumidores, de lo que hay detrás, vamos notando
que es una estrategia de algún Octave y que está en nosotros decidir.
Comenzamos a ser conscientes de qué y por qué escojo esto para satisfacer mis
necesidades, la influencia publicitaria sigue y seguirá ahí, pero ahora se enfrenta
a un nuevo tipo de consumidor, solo tiene que “ingeniárselas” para seguir
logrando su cometido.

A forma de opinión, quisiera añadir que este libro me ha gustado demasiado. La


forma tan cruda y directa en que Frederich plasma prácticamente sus verdades
como publicista con una década de experiencia es algo fuerte y a veces
incómodo de leer y saber. Me gustó la forma en que logró que su personaje
principal explayara tantos sentimientos en diversos momentos. También la forma
en cómo explica el ambiente dentro de esa agencia ficticia, la falsa modestia, el
egocentrismo, la rivalidad pero también la amistad. Si con el despido de
Beigbeder de su agencia logró esto, valió totalmente la pena.

Bibliografía:
Beigbeder, F. (2001). 13,99 euros. Barcelona: Anagrama. Traducción de: Pàmies, S.
Fuentes consultadas:
 Bauman, Z. (2007) Vida de consumo. México: Fondo de Cultura Económica p.
78
 Schor, Juliet (2006). Nacidos para comprar: los nuevos consumidores infantiles.
México: Paidós p. 28
 El Heraldo. (19 de agosto de 2015). "Somos la era individualista, que privilegia el
consumo": Lipovetsky. Obtenido de https://www.elheraldo.co/tendencias/somos-la-
era-individualista-que-privilegia-el-consumo-lipovetsky-212448

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