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En pos de cristo nuestro mayor conquistador.

Si quieres ser un conquistador déjese conquistar por Jesús: valla en pos de jesuscristo

En cambio, Jesucristo ha conquistado un reino que no tiene límites. Él es el más grande conquistador
de toda la historia, con la más poderosa arma que el hombre todavía no ha podido inventar: El Amor.
Por eso, al presentarles esta reflexión quiero que comprendan que somos posesión de Jesús, porque
él ya nos ha conquistado por medio de su amor.

Podemos regocijarnos con la noticia de que hemos sido conquistados por Jesús desde el principio.
Aun antes que naciéramos ya Jesús había pensado en los niños aquí presentes; sabía nuestros
nombres, los juegos que más nos gustan y nuestro dulce favorito. Pero, más importante, sabía que
necesitamos su ayuda para poder ser salvos. La Biblia, en Apocalipsis 13:8, nos revela al “Cordero
que fue inmolado desde el principio del mundo”. Ese Cordero es Jesús, ya su victoria estaba
asegurada desde el mismo comienzo. Por ello, en Génesis 3:15, cuando Dios habla a la serpiente
acerca de la simiente de la mujer le dice: “ésta te herirá en la cabeza”. ¡Conquistadores, hemos sido
conquistados por Jesús desde el principio! Su victoria es nuestra victoria.

Como niños de Jesús y los líderes de la iglesia del mañana vivamos confiados, felices y plenos. No es
una historia de cuna, es la gran verdad de Dios: Hemos sido conquistados por Jesús desde el
principio, hemos sido conquistados por Jesús en el Calvario, podremos decir que hemos sido
conquistados por Jesús en su regreso y decimos que estamos siendo conquistados por Jesús en el
Santuario. Desde el principio, en el Calvario, en su regreso y en el Santuario.

En este día se vislumbran sólo dos grupos: los perdedores y los vencedores. Los perdedores son
aquellos que no se dejan conquistar por Jesús; y los victoriosos, campeones y vencedores son los
conquistados por Jesús. Yo escojo ser del segundo grupo y te invito a que juntos nos entreguemos
a Jesús, nuestro Gran y Amante Conquistador.

Conquistados por Jesús

El autor(a) Mtro. Luis A. Amador Morales.

Categoría: Sermones y Bosquejos

Iglesia Adventista del Séptimo Día de Santa Clara

Conquistar:

1. Apoderarse de un lugar, como un territorio, una ciudad, etc., por la fuerza,


especialmente con armas.
2. Obtener algo con esfuerzo y trabajo.
3. Conseguir el amor de una persona
conquistar - Diccionario Español
(Del lat. *conquisitare, de conquisitum, ganado).

1. tr. Ganar, mediante operación de guerra, un territorio, población, posición, etc.

2. tr. Ganar, conseguir algo, generalmente con esfuerzo, habilidad o venciendo algunas dificultades.
Conquistar una posición social elevada.

3. tr. Dicho de una persona: Ganar la voluntad de otra, o traerla a su partido.

4. tr. Lograr el amor de alguien, cautivar su ánimo.

o es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto. Sin embargo,


sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí.
Filipenses 3:12 (Versión: Biblia Al Día)

Y las 4 conquistas con: (1) el Escudo d la FE, (2) el Casco de la SALVACION, (3) la Espada de la PALABRA
DE DIOS y (4) la Guía del Espíritu Santo por medio de la ORACION.

Entonces debes de luchas y Conquistar:


1ro. el Escudo de la FE (Hebreos 11:6); para repeler los ataques del Enemigo!!!
2do. el Casco de la SALVACION (Romanos 10:8-10); alcánzala a través de la FE!!!
3ero. la Espada de dos Filos que es la PALABRA DE DIOS (Hebreos 4:12); y tendrás el arma poderosa
para atacar al enemigo.
4to. la guianza del Espíritu Santo x medio de la ORACION (1 Tesalonicenses 5:17)

Satanás es un enemigo muy peligroso.


Nosotros estamos inmersos en la batalla espiritual de nuestras vidas.
"Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra
los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra huestes espirituales de maldad en los
lugares celestiales" (Efesios 6:12).
Las probabilidades en una batalla espiritual, no son muy buenas si usted no conoce a Jesucristo
como su Salvador personal.

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Programación diaria
Mateo 8:18 - 9:13
En nuestro programa anterior habíamos estudiado los 3 primeros milagros relatados en este
capítulo: la curación de un leproso, del criado de un centurión y de la suegra del apóstol Pedro. Así
que leamos hoy en el 8:18:

"Viendo Jesús una multitud a su alrededor, dio orden de pasar al otro lado."

Observemos las grandes multitudes que rodeaban a Jesús. Literalmente, El sanó a miles de personas
afligidas y sin esperanza, y no sólo a estos casos individuales que quedaron registrados. El
Evangelista Juan justificó este criterio selectivo, cuando escribió en 20:30 y 31.

"Y muchas otra señales hizo también Jesús en presencia de sus discípulos, que no están escritas en
este libro; pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que
al creer, tengáis vida en su nombre."

Pasamos ahora a considerar un párrafo que nos describe otro encuentro:

Dos hombres pidieron permiso para seguir a Jesús


Justamente cuando Jesús se estaba preparando para cruzar al otro lado del mar, se le acercó un
hombre. Leamos el versículo 19:

"Y un escriba se le acercó y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas."

El escriba era, probablemente, un hombre joven, porque una persona mayor no hubiese actuado
de esta manera. Estaba en medio de la multitud, acariciando la idea de seguir a Jesús, pero dudando
si hacerlo o no. No sabía qué hacer y entonces, vio a Jesús preparándose para irse. El Señor y sus
discípulos se dirigían ya hacia el bote, así que tuvo que decidirse rápidamente. Salió de la multitud,
y aparentemente se inclinó ante Jesús, ofreciéndose a seguirle. Jesús le miró y le habló con
franqueza. Dice el versículo 20:

"Y Jesús le dijo: Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no
tiene dónde recostar la cabeza."

En efecto, es como si el Señor le hubiera dicho: "¿Has calculado el costo?" En sus palabras el Señor
reveló su pobreza mientras estaba en esta tierra. Como el joven había abierto su corazón, el Señor
también le abrió el suyo y en su referencia a la falta de un lugar donde descansar, se encontraba
implícita una advertencia: "Seguirme, te costará algo". Continúan diciendo los versículos 21 y 22:

"Otro de los discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre. Pero Jesús
le dijo: Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos."

Aquí hay un joven que había tomado la decisión de seguir al Señor. Este incidente ha sido mal
interpretado. Parece dar la impresión de que el padre acababa de morir, que la familia se disponía
a celebrar el funeral y que el Señor responde con aspereza. ¿Qué quiso decir el Señor? ¿Cómo
podían los muertos enterrar a sus muertos?
El Dr, Adam Smith, toda una autoridad en Temas de Oriente Medio, ha escrito varios libros. El
contaba un incidente que le sucedió cuando en una ocasión quiso contratar a un guía árabe. Se
dirigió al pueblo que le habían indicado, le preguntó al joven si quería ser su guía y éste le respondió:
"Primero tengo que enterrar a mi padre". Y allí, frente a su choza, se encontraba sentado su anciano
padre, un hombre sano y robusto. Lo que aquel joven árabe quería decir era que tendría que cuidar
a su padre hasta que muriese, porque ésa era su responsabilidad como hijo.

¿Te ha dado la impresión de que El fue insensible al responder de esa manera? Yo no lo creo así.
Creo que el Señor estaba impulsando al joven a tomar una decisión. ¿Estaría él dispuesto a poner a
Cristo en primer lugar? Cuando el joven se decidió, probablemente Jesús le dijo: "Entonces vete a
tu casa, y cuida de tu padre". Es posible, también, que el joven pusiera sus preocupaciones
materiales por encima de Jesús, porque aparentemente quería recibir la herencia cuando el padre
muriese. Y la frase "deja que los muertos entierren a sus muertos" mostraba que seguirle conlleva
la más alta prioridad. Jesús le dijo que los muertos físicamente podían ser atendidos por los que
estaban espiritualmente muertos.

Leamos ahora el versículo 23, que inicia el episodio en que

¿Usted se ha puesto bravo con Jesucristo? ¿Cuando te sigue condenando por cosas que necesitas hacer? Tu
vas a la iglesia y de eso hablan, el predicador predica de eso mismo, el director de alabanza alabó de eso
mismo, después de culto llegas a casa, pones la radio y el predicador de radio está hablando del mismo tema,
usted prende el televisor y hay un predicador en el TV hablando del mismo tema. Ya Pedro está airado con
Jesucristo y quiere mover la atención de su persona a la persona de Juan. Juan estaba pescando también,
pero Jesús no estaba hablando con Juan.

¿Qué sabemos de Juan? Era el discípulo que Jesús amaba. Sabemos de los 70 discípulos, después había 12
discípulos, luego 3 Pedro, Pablo y Juan y el que más amaba era, ¿quién? Juan ¿Cómo lo sabemos? Porque
Juan dice eso de si mismo. En Juan Capítulo 21 Juan dice, Jesús me ama a mi más que a nadie. Si usted
estuviera escribiendo un libro de la Biblia no pondría eso ahí? Aquí está Juan y aquí está Pedro y Jesús ha
estado pucheando a Pedro y de repente Pedro se cansa de Jesús y dice mirando a Juan: ¿Y qué de este otro,
él estaba en el mismo barco? Háblale a él y déjame en paz. Y Jesucristo dice; a ti que te importa, atiende lo
tuyo. ¿Si yo quiero que el viva para siempre a ti que te importa? Sígueme tu a mi.

En el liderazgo muchas veces queremos mirar al otro líder. Cuando Jesucristo está hablando con nosotros de
algo que nosotros tenemos que hacer decimos qué de ese, ese otro? Jesucristo está en la cruz, mira al pie de
la cruz, hay 2 personas al pie de la cruz, una es su mamá, su nombre es María, y la otra persona es uno de
sus discípulos y su nombre es Juan. Todos los otros discípulos huyeron, Pedro ya ha negado al Señor está
ahí atrás. Judas se colgó y los demás se han ido y está Jesús tendido sobre la cruz. Mira hacia abajo y dice:
mamá, soy tu hijo mayor, es mi responsabilidad cuidar de usted. Yo necesito que tu vayas a la casa con Juan.
Juan se va a ocupar de ti, mamá. Juan, te amo, has sido fiel a mi, puedes llevar a mi mamá a casa y cuídala
por favor?

Llega el domingo de Pentecostés, el espíritu santo ha descendido. ¿Y imagínate quien es el primer


predicador? No es Juan, es Pedro. Está mirando a su mamá y le dice a su mamá: “ve a la casa con él”. Lo
mira a Juan: “lleva a mamá a casa”. El dice contigo te voy a confiar a mi mamá, pero no mi iglesia. Porque el
trabajo que yo tengo que ver realizado necesito alguien que pueda hacer más que solamente amarme.
Necesito alguien que esté más allá de ponerse de acuerdo conmigo todo el tiempo. Necesito alguien que sea
efectivo en su liderazgo. Si Pedro me ha avergonzado, Pedro me negó también y Pedro tiene un mal
temperamento, se enoja fácilmente. Pedro no sabe muchas cosas pero no voy a dar a mi iglesia a gente que
amo solamente, voy a dejar mi iglesia con alguien que pueda hacer el trabajo que hay que hacer.
Y ese es el reto del ministerio. Es el reto de liderazgo. Damos posiciones y trabajo a personas que nosotros
amamos, son gente buena, los amamos, ellos nos aman pero no pueden hacer el trabajo. Pero en tu iglesia
hay personas como Pedro que siempre meten la pata, que siempre abren la boca, siempre están pescando
desnudos, siempre hacen cosas estúpidas, pero usted sabe pueden hacer el trabajo.

Yo he cometido muchos errores en esta área, le damos trabajo a personas y responsabilidades que están de
acuerdo con nosotros y nos aman, y los ponemos en nuestra lista, pero a los Pedros nunca los ponemos en la
lista, porque siempre nos traen más problemas de los que valen pero alguien necesita mirar los Pedros en el
ministerio suyo. La gente con quien usted tiene que estar más tiempo porque cuando Pedro predicó el primer
sermón bajo la unción del espíritu santo y dio el llamado al altar 3000 personas respondieron en el primer
llamado.

En el próximos Capítulo 3 están caminando hacia el templo, esta vez Juan está con Pedro y ven a este
hombre paralítico, dicen oro y plata no tenemos pero de lo que tengo te doy. Tomaron un riesgo. Lo vieron a
Jesús hacer pero ahora Jesús se fue. En el nombre de Jesús de Nazareth levántate y anda. ...... brincar y a
alabar a Dios. Yo he perdido muchos líderes en mi ministerio porque me concentré en Juanes e ignoré a los
Pedros.

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