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sábado, 22 de julio de 2017

Perfil biográfico de Andrés Bañón Martinez realizado en 1995


por José Manuel Ricart Lumbreras. Junto con Jesús Sánchez
Díaz, son los caudetanos que más y mejor han defendido la
valencianía de Caudete.

"Fue por el mes de octubre de 1977 – no recuerdo exactamente el día – cuando la casualidad,
me brindó la ocasión de conocerlo personalmente. El Consell del Reino de Valencia celebraba
una de sus acostumbradas reuniones durante los primeros pasos de la Democracia, con la
vista y el espíritu puestos en la meta de preservar las esencias de nuestra personalidad
histórica y defenderla de particulares, extrañas e interesadas manipulaciones, especialmente
del pancatalanismo, cuando se sumó a los asistentes Andrés Bañón Martínez en unión de su
amigo Tomás Marco Villaescusa.

Bañón nunca aceptó en su fuero interno el destierro de su Villa al Reino de Murcia. Aún no
había cumplido los quince, cuando llevado por su innata afición a la Historia se topó,
casualmente, en el Archivo Municipal con los Libros Capitulares que, con su apergaminada
presencia, despertaron su natural curiosidad.

Leyó el Acta del uno de enero de mil setecientos treinta y ocho y, a su término, nació en su
espíritu con fuerza irresistible una profunda interrogación, desazonándolo durante muchos
años.

Sí Caudete tenía razón y el Rey así lo confirmaba restituyéndolo en sus antiguos honores,
privilegios y títulos que antes tenía, cuando era del Reino de Valencia, concediéndole la total y
absoluta independencia de la Ciudad de Villena, la tenía en todo. Entonces, ¿por qué la
desterraba a Murcia?... ¿Qué misterio ocultaba la escritura?...¿Y, por qué? De momento, no
tenía ninguna respuesta. Todavía era un adolescente.

Desconocía los entresijos de la política y mucho más los tortuosos vericuetos que sirven a los
grandes intereses personales y, en ocasiones, colectivos. Pero algo tenía meridianamente
claro: la sentencia Real, no era más que una vejatoria arbitrariedad que servía unas
ambiciones inconfesables. Para él, la Justicia no se podía mediatizar.

O lo es por entero, o no es Justicia, del mismo modo que no se puede decir que una sábana o
un mantel están completamente limpios si tienen, aunque sea casi imperceptible, manchada
una punta. Y este concepto tan simple, no era menester que nadie se lo explicara porque
el Juicio de Salomón se lo sabía perfectamente.

La duda y la curiosidad fueron su acicate. Ansiaba saber más cosas de su pueblo y sus padres le
dieron a leer la "Historia de la Virgen de Gracia", lectura que completó con la reseña que,
sobre Caudete, escribió en 1894 Roa y Erostarbe en la Crónica de la provincia de Albacete.

Conoció a Luis Golf y su obra en una breve mención, pero ante su mirada, ya soñadora,
desfiló todo el glorioso pasado de su pueblo, mientras sentía un sabor amargo en su garganta.
Nada podía hacer por devolverlo al viejo Reino de Valencia.

Un nuevo centralismo, oscurecía cualquier horizonte. España era una nación


de "provincias"; el Reino una región; los pueblos, todos españoles... pero Caudete en una
tierra extraña. Ahora comenzaba a entender la Bandera de los Guerreros.
Solo podía hacer una cosa: mantener viva la memoria histórica, tanto de Caudete como la del
antiguo Reino de Valencia y no perder la esperanza. Algún día, alguna circunstancia política,
algo por entonces imprevisible, tal vez un golpe de fortuna... pondría las cosas en su sitio. No
era ninguna quimera, como no lo fue entonces.

Ni el más temerario adivino se hubiera atrevido a pronosticar, siquiera un año antes, el


destierro de Caudete. Y sucedió. ¿Quién puede saber lo que nos guarda el futuro?. 1976. Han
pasado treinta y nueve años. Adolfo Suárez es Presidente del Gobierno, a cuya sombra va
tomando cuerpo lo que más tarde se conocerá como el Estado de las Autonomías. Cataluña y
el País Vasco, la exigen con fuerza. Galicia se suma apoyándolas y el Reino de Valencia quiere
volver por sus antiguas libertades.

Todavía el panorama político valenciano es algo confuso, pero no tardará en clarificarse


aunque sea a costa de grandes sacrificios y luchas por parte de unas fuerzas que defienden,
partiéndose el pecho, la integridad de la personalidad histórica, cultural, sentimental,
costumbrista, independiente y económica del pueblo valenciano bajo el símbolo de
la Senyera, contra los que quieren esclavizarlo convirtiéndolo en apéndice de lo que entonces
se auspiciaba a bombo y platillo, como "Paissos catalans".
Bañón, tampoco había permanecido ocioso estos años. Atrás quedaba la fundación, en Alcoy,
de la Unión Nacional de Fiestas de Moros y Cristianos (U.N.D.E.F.) de la que él fue uno de los
artífices en nombre de Caudete, que aglutinó en su seno a gran número de pueblos de España,
entre los que se encontraban, providencialmente para el suyo, todos los de las provincias
de Valencia y Alicante.

Caudete ya no quedará aislado, encerrado en sí mismo y expuesto a los peligros de la erosión


histórica de sus Fiestas en honor de la Virgen de Gracia, a manos de silenciosas migraciones.

En perfecta comunión con todos los pueblos de su entorno valenciano, vivirá -y vive hoy- una
esplendorosa época de constante superación que no destruye, sino que afianza fuertemente,
cada día, sus tradiciones comunes, sus vivencias históricas comunes y su pasado común,
vinculadas a las gloriosas efemérides del Rey Conquistador.

Estas cuestiones quedaron confirmadas de manera entusiásticamente exultante y


diáfanamente triunfal, en el Primer Congreso (único por ahora) de Moros y
Cristianos, celebrado en Villena del 31 de agosto al 2 de septiembre de 1974, en cuyo
excelente y bien ponderado desarrollo, tuvo buena parte Bañón, en su calidad de Secretario de
la Comisión de Fiestas caudetanas [I Congreso Nacional de Fiestas de Moros y Cristianos.
Publicaciones de Caja de Ahorros Provincial de Alicante. 1976. T.I.PP.198, 207 y 578.
T.II.PP.442, 538, 848 y 851].
Alternando con estos dos hitos de evidente relevancia, abrió una sección en el Programa de
Fiestas titulada "Hace más de 250 años", en la que, con la brevedad exigida por los escasos
medios económicos de la Comisión de Fiestas pero plena de savia histórica, fue desgranando
algunos de los más interesantes capítulos del Siglo XVIII con notable acogida, no sólo entre sus
paisanos, sino incluso en los ambientes festeros de pueblos hermanos.

Otros caudetanos, tan entusiastas como él, de las viejas glorias de su patria chica, las
cantaron mil veces con tan sincero apasionamiento que, desde entonces, nunca han faltado a
la cita septembrina ni las bellas composiciones poéticas ni los más sentidos elogios en fluida
prosa. La memoria histórica de Caudete, cobraba vigor, sentido popular y dulce amor por su
pasado. Hasta donde es medianamente lícito, Bañón se sentía satisfecho.

Conforme avanza el tiempo, las aspiraciones autonomistas se fueron extendiendo por otras
regiones que nunca las había sentido, mientras la valenciana se debatía en una lucha de
símbolos (la guerra de las banderas) que ponía en peligro una solución pacífica entre
promotores (los valencianistas) y detractores (los catalanistas).

Bañón, que creyó llegada la ocasión por la que tanto habían luchado los caudetanos durante
dos siglos, abanderó un movimiento de integración de Caudete en el Reino de Valencia, al que
se sumaron más de quinientas personas y grandes y medianas empresas industriales.

Recogió firmas en un documento reivindicativo serenamente razonado –que conserva con


religioso cariño- y sin pensárselo dos veces, se presentó en el Consell, recomendado por
nuestro ilustre paisano Vicente Giner Boira, a quien se había dirigido en primera instancia,
demandando compresión y ayuda para su noble propósito.

Este fue el motivo de su presencia. El Consell lo escuchó; comprendió sus razonamientos y allí,
entre abrazos fraternales, como de familiares que se encuentran tras un largo periodo de
ausencias, nación entre nosotros unas amistad que, gracias a Dios, perdura con la misma
intensidad y frescura del primer día.

Sin pérdida de tiempo, Bañón y el que esto escribe, desarrollamos una intensa actividad
encaminada a recuperar, igualmente que en Caudete, la memoria histórica del Reino de
Valencia, en cuyo empeño emplearíamos más de dos años.

Sin embargo, apenas habían pasado unos días cuando el 12-10-77, en su página
31, "Levante" da el pistoletazo de salida: "7.000 valencianos fuera de nuestro
territorio". "Valencia espera ilusionada la vuelta de los caudetanos", escribe Justo de Ávila,
que repite su llamada en la página 15 del mismo Diario el 1 de enero de 1979, con "Caudete,
nuestro...".

Le sigue el Diario "Ya", publicando en la página 19 del 16-10-77, su artículo "Caudete, desea
volver a su antiguo Reino", firmado por José María Cruz Román, publicándole a Bañón, este
mismo periódico, sus artículos "Vamos al Reino" y "La Señera de la isla", que recogen tiernas
añoranzas caudetanas.
También se sumó a nuestra campaña el Diario de Alicante "Información", publicando en 11-
11-77 y en su página 9, "Caudete, nuevo Gibraltar valenciano, nuevo Centenar de la
Pluma" que firma Toni Sala.

Nos recibe amablemente Radio Valencia y en la Televisión, propiciada por Giner


Boira, descubrimos los "Capítulos y Ordenanzas de las Aguas de Caudete" de 1548 escritos
en Lengua Valenciana, en unos momentos cruciales de lucha entre nuestra Lengua y la
catalana que, sin duda, sirvieron fructíferamente aportando su grano de arena, para
asentarnos en nuestro legítimo derecho reivindicativo del idioma valenciano como lengua
cultural, literaria e histórica de nuestros antepasados.

Tampoco descuidamos el importantísimo campo de las señas de identidad. La Señera y la


cuatribarrada, pugnaban para ostentar el símbolo del pueblo valenciano –alicantino,
valenciano y castellonense-y, aunque al parecer de algunos, esta espinosa cuestión había
entrado en vías de solución, estoy firmemente convencido de que la aportación de Bañón, -yo
fui testigo- acompañado en esta ocasión de sus amigos José Brotons Espí y Vicente Ortuño
Ruiz, presentando en el despacho oficial del entonces Alcalde de la Ciudad de Valencia D.
Miguel Ramón izquierdo una Bandera de los "Guerreros" de Caudete, labrada hacia 1875, en
el Siglo XVIII, Estandarte Real de la Villa y réplica exacta de nuestra Señera, contribuyó en
buena parte a despejar cerriles conceptos sobre la concesión por Franco de la franja azul.

El triunfo de la Señera, fue ya indiscutible y el Sr. Razón Izquierdo premió a los tres, con
la Medalla de Bronce del Excmo. Ayuntamiento de Valencia, quienes la recibieron
profundamente emocionados.
Nuestra actividad proseguía febril. Y digo nuestra, porque en estos dos años compartimos un
objetivo común, sin importarnos las espinas, pero aspiramos con fruición, el perfume de las
pocas rosas que encontrábamos en nuestro ajetreado peregrinar.

Nuestra primera estación fue Elche. Su Casino Principal. Bañón, esta vez en unión de José
Conejero Graciá –Pepito Conejero para sus paisanos – y José Pagán Azorín, disertó sobra
la Batalla de Almansa.

En un lenguaje, cuasi castrense, movía ante los ojos de un público interesado las formaciones
borbónicas y austracistas con rara pericia militar; como un espontáneo estratega; explicando
con detalles pormenorizados sobre un plano de la batalla, las distintas fases que, en algunos
momentos, hicieron pensar a los nuestros en la victoria.

Entre grandes aplausos, entregó a los jubilosos presentes el plano que tan bien le había
servido en su conferencia. Más tarde y en los postres de una cena que había transcurrido
cordial y en animada conversación, tanto Bernat Bono como mi esposa y yo, le propusimos
que repitiera la experiencia en "Lo Rat Penat" de Valencia, compromiso que cumplió
brillantemente el día 28 de abril de 1978, reforzándola con la proyección de la primera película
que, sobre Moros y Cristianos de Caudete, dirigió él mismo en 1974.
La película fue largamente premiada con los aplausos de una concurrencia que llenó por
completo el domicilio social y que mostraba de esa manera, la intensa emoción vivida al
contemplar en un pueblo desterrado el solemne desfile de su propia Señera, entre el amor y el
respeto de todos los caudetanos.

Consciente, Bañón, de que también debía mantener vigente y actualizado su mundo festero,
en el que tanto confiaba para bien de su pueblo, nos desplazamos Giner Boira y un servidor
a Petrel el día 1 de abril de ese mismo año, para asistir al Pregón de sus Fiestas, del que había
sido nombrado mantenedor, honor con que fue distinguido igualmente en Bañeres, el 18 de
abril del 1979 y en Novelda al siguiente año.
El 14 de agosto de 1979, elaboró una síntesis histórica de Caudete que remitió a D. Emilio
Attard, con la súplica de que los ejemplares que le adjuntaba, los hiciera llegar a los demás
ponentes del Estatuto de Autonomía.

Attard no le contestó a su carta pero, curiosamente, tres años después afirmaba en la página
8 del número de "La Verdad" de Albacete del día 8 de mayo de 1982 "Caudete, tendría
derecho a la autodeterminación". Fue una lástima que no lo dijera antes.

Ante este silencio, Bañón se sintió contrariado, pero no vencido. Continuó firme en su
esperanza, alentada por la Unión Regional Valencianista, única fuerza política que había
hecho suya la causa caudetana –aunque no tenía el poder – y durante varios años participó
personalmente en cuantos actos de afirmación valencianista le fue posible.

En su pueblo también recibió repetidas veces este aliento, con la presencia del Grupo de
Acción -presidido en una ocasión por D. Vicente González Lizondo– que se desplazaba
anualmente, el día 6 de Septiembre, con el patriótico deseo de cantar el Himno a la Virgen de
los Desamparados ante una hornacina que, desde tiempo inmemorial, presidía las arcadas
de la Lonja en los bajos de la tradicional Sala de la Villa y presenciar, por la tarde, la Entrada
de Moros y Cristianos con la Señera en el hombro de un guerrero.

Juntos Bañón y este servidor de ustedes, programamos desde la Dirección General de


Cultura de la Comunidad Valenciana, un magnífico viaje para que los niños de Caudete
pudieran conocer la tierra de sus antepasados, con el único objeto de que vivieran una jornada
entretenida y cultural.

Visitamos el palacio de la Generalidad y dialogaron con el Presidente, Sr. Monsonis, quien los
recibió con la mayor amabilidad; nos desplazamos al Puig y redondeamos la mañana, con la
típica paella aderezada con "all i oli" en el Palmar.
La chiquillería se lo pasó en grande; derrocharon alegría y como postre, se desgañitaron en el
típico desfile de Moros y Cristianos. Para terminar el día, visitamos la Lonja de la Seda y entre
grupo y abrazos de despedida, tomaron el camino de su pueblo prometiendo que nunca
olvidarían tan hermoso gesto.

La llegada del Partido Socialista a la Alcaldía de Valencia y posteriormente a la Generalidad,


fue un duro golpe.

Las aspiraciones de Bañón y de cuantos caudetanos las compartían fueron marginadas. Pero
tampoco este revés rindió a Bañón. Nadie es eterno, pensaba y lo que hoy parece una utopía,
mañana puede convertirse en una jubilosa realidad.
A la noche la sigue siempre el alba y buena prueba de ello es este libro y, aunque tal
vez, Bañón no vea cumplido su gran sueño de justicia para Caudete, quedará para siempre
como un valiente testimonio.

Andrés Bañón Martínez, hijo de Jaime Bañón Díaz y de Carmen Martínez Carrión, nació en
Caudete de donde eran naturales sus padres, el día 9 de noviembre de 1924, en la casa
número 4 de la Calle Abadía.

Desciende en línea directa y en decimotercera generación, escrupulosamente registrada en los


Libros del Archivo parroquial de Santa Catalina V. y M, de apellidos tan ilustres en la Villa
como Santmatheu, De la Torre, Conejero, Benito, Figuera, Hernández, Galdón, Albertos,
Algarra, Sarria, Mollá, Sánchez, Gil, Díaz y Carrión.

Excepto Galdón, todos ellos insaculados desde el principio del privilegio y estrechamente
vinculados al Gobierno de Caudete, desde tiempos que ya eran inmemoriales en 1724.

Su infancia transcurrió dentro de una modesta holgura económica. Sus padres eran
propietarios de una pequeña fábrica de zapatos de niño -"chicarro"- que daba trabajo a unas
treinta personas. El negocio no marchaba mal, pero a consecuencia del Martes negro de Wall-
Streety del advenimiento de la República en 1931, comenzó a decaer paulatinamente.

En 1934, la plantilla quedó reducida a unas ocho o diez solamente, teniendo que cerrarla a
finales de este mismo año, por unos créditos incobrados que ascendían a unas veinticinco mil
pesetas, cantidad exorbitante para entonces.

La necesidad obligó a sus padres a buscarle un empleo, encontrándolo con cierta facilidad en
el Ayuntamiento, gracias a su especial habilidad de mecanógrafo y siendo todavía un niño, fue
admitido en la categoría de Oficial, adjunto al Secretario D. Vicente García Mora, natural de
Museros, hombre ya muy experimentado y de edad cercana a los sesenta, de quien aprendió,
en algo más de ocho años a su lado, los principales secretos de la Administración Local.

Al finalizar la Guerra Civil, con una España arruinada y desierta de profesorado, estudió en
régimen libre, auxiliado por un solo Maestro de Primera Enseñanza, -D. Manual Gimeno
Biosca, nacido en Fuente la Higuera- el Peritaje Mercantil en la Escuela Superior de Comercio
de Alicante, con aceptable provecho si se tiene en cuenta que nunca dejó su trabajo.

Como dato curioso, debo añadir que en asignaturas tan dispares como
la Economía e Historia, obtuvo la calificación de sobresaliente, binomio que marcaría para
siempre su vida profesional.
Dentro de su propio escalafón municipal, ascendió años más tarde a la categoría de Oficial
Primero y por último a la de Técnico de Administración General. Desempeñó en tres
ocasiones la Secretaría y se jubiló voluntariamente en julio de 1984.

El M.I. Ayuntamiento, le tributó el día 6 de Septiembre, de ese mismo año, un homenaje que,
inesperadamente, contó con la asistencia entusiasta del Grupo de Acción Valencianista, que le
ofreció como valiosísimo regalo, el busto de D. Jaime el Conquistador que hoy, cuando esto
escribo, ocupa un lugar preferente en su casa.

Ingresó en "Lo Rat Penat" en 1979, siendo sus padrinos D. Emili Beut i Belenguer, Presidente y
el Sr. Tesorero y, en octubre del mismo año, en la Asamblea de Cronistas del Reino de
Valencia. El 29 de junio de este mismo año 1995, en un solemnísimo acto multitudinario y
entrañablemente familiar, del que fui testigo, recibió el Título y la Medalla de "Académico
Correspondiente de la Real Academia de Cultura Valenciana".

Ante la obra realizada y el claro destino de la vida de Andrés Bañón, en un momento clave, se
hace fácil descubrir su figura, ya indeleblemente inserta en nuestra Historia. Andrés Bañón
Martínez es un hijo puro del Reino de Valencia, vástago limpio y ejemplar de la vieja rama de
los leales pese a todo y luz de esperanza, en los oscuros tiempos que nos ha tocado vivir.

Como en otros personajes de su temple, su obra es impagable ni Andrés pretende, ni mucho


menos, cobrarla. Para él, la recompensa es la realización fiel de su propio destino y la paz de su
conciencia. Ciudad de Valencia, Cap y Casal del Regne, a 11 de septiembre de 1995"

. José Manuel Ricart Lumbreras, amigo de Ándres, es Abogado, Político y un apasionado


defensor de la Cultura Velenciana.

En 1996, Andrés Bañón Martínez edita el libro “Caudete pérdida de sus Fueros del Reino de

Valencia”
Publicado por Chimo Medina en 1:43

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