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Carolina Figueras
Carolf@fil.ub.es Universidad de Barcelona
La causalidad es, en esencia, la relación entre una causa y un efecto o consecuencia. Del
concepto de causalidad se derivan
nociones vinculadas entre sí, como causa, finalidad, condición y concesión. Así, por
ejemplo, la causa provoca un efecto o
consecuencia; la finalidad se concibe como una causa virtual y voluntaria o intencional;
la condición equivale a una causa
hipotética; y la concesión, a una causa inefectiva (García, 1997: 11).
(1)
Dicen en Calella de Mar, una pequeña localidad turística de la costa catalana,
que cien millones pueden
arreglarle la vida a cualquiera pero 2.400 es posible que se la arruinen. Y eso
fue lo que le pasó a Keba
Moussa, el joven inmigrante venido de África en busca de un mundo mejor.
Quizás todo sucedió porque
pocos logran soñar con tanta intensidad como los que carecen de todo. (La
Vanguardia, suplemento
dominical. Domingo, 15 de marzo de 1998)
(2)
Si se acercase una bombilla a Laura Morante, probablemente se encendería,
porque no solamente es una
mujer bella, también es eléctrica. Esta actriz italiana, de edad limítrofe con la
cuarentena, desprende energía
y transmite serenidad. (La Vanguardia, suplemento dominical. Domingo, 15 de
marzo de 1998)
En tanto que en el ejemplo de (1) el conector causal PORQUE pone en relación los
contenidos proposicionales de los dos
miembros de la construcción (p porque q), en la construcción causal de (2), la relación
causativa se establece en el nivel
ilocutivo: la cláusula introducida por el nexo (q) expresa la causa por la que se enuncia
el miembro carente de nexo (p). Las
causales del enunciado (ejemplo de (1)) admiten paráfrasis como Digo/pregunto que/si
la causa de P es Q. Las causales de
la enunciación, por su parte, son parafraseables por la expresión La causa por la que
digo/ordeno/pregunto P es Q
(Igualada, 1990: 23).
De este modo, para la interpretación de una causal del enunciado como la de (3a) o (3b),
el destinatario, guiado por la forma
declarativa del enunciado e interpretando que el estado de cosas descrito en la cláusula
introducida por el nexo causal es el
motivo o razón para que tuviera lugar el hecho expresado por la primera cláusula,
inserta la forma proposicional del enunciado
en una descripción de acto de habla como la de (4a) y (4b), respectivamente:
(3)
a.
Juan vendió el coche porque tenía muchas deudas.
b.
¿Vendió Juan el coche porque tenía muchas deudas?
(4)
a.
El hablante dice que Juan vendió el coche porque tenía muchas deudas.
b.
El hablante pregunta si Juan vendió el coche porque tenía muchas deudas.
Con las causales de la enunciación, por el contrario, se llevan a cabo dos actos de habla.
El contenido proposicional del
segundo acto de habla proporciona las pruebas o evidencias que, de acuerdo con los
supuestos del emisor acerca del entorno
cognitivo del oyente, permiten garantizar la relevancia del primer acto de habla (que
constituye el acto principal). En tales casos,
cabe suponer que el enunciado en conjunto es ilocutivamente complejo, y que
comunicativamente funciona como un macroacto
de habla. Considérense las secuencias de (5):
(5)
a.
Juan ha vendido el coche, porque ya no lo tiene en el garaje.
b.
Lee esto, porque tú sabes más que yo sobre este tema.
c.
¿Está asegurado el coche?, porque no ha llegado el recibo de la compañía.
En (5b), el acto de DECIR QUE de la segunda cláusula sirve para establecer que la
relevancia del acto de ORDENAR QUE
de la primera cláusula radica en ser una petición (y no una orden o una exigencia); para
ello, el emisor ha optado por transmitir
con la segunda cláusula de la construcción el supuesto contextual referido a la
capacidad del oyente para llevar a cabo la acción
solicitada (vid. Blakemore, 1991: 110-114; Wilson y Sperber, 1988).
A partir de este planteamiento, cabe considerar de qué modo restringen los signos de
puntuación la recuperación del significado
del texto. Desde la perspectiva de la teoría de la relevancia, es factible formular la
hipótesis de que, si bien la mayor parte de
los signos de puntuación establece restricciones en las explicaturas de bajo nivel del
texto, algunos signos de puntuación
contribuyen a la determinación de otros niveles del significado comunicado.
(6)
a.
El emisor pregunta si ?P (?P=pregunta indirecta)
b.
El emisor dice que !P (!P=exclamación indirecta. Aserción enfática) (cfr.
Sperber y Wilson, 1986: 308)
Otros signos de puntuación, por su parte, como sucede con los puntos suspensivos,
indican que la secuencia puede ser
completada accediendo a determinados supuestos contextuales que en ningún caso son
proporcionados por el emisor. En un
uso no formal o no académico (en que los puntos suspensivos generalmente señalan
segmentos omitidos en una cita directa), los
puntos suspensivos indican al lector que debe establecer la relevancia del enunciado
mediante la derivación de una serie de
implicaturas débiles, de las que no se hace directamente responsable el emisor, tal y
como se ejemplifica en el fragmento de (7):
(4)
(7)
¿Habría cambiado en algo la historia de las letras modernas españolas de
sospechar el soberano la
superchería y querer conocer al verdadero autor de aquellas fogosas líneas? A
fin de cuentas, un principado
en el Punjab... (suplemento de La vanguardia. Domingo, 22 de marzo de 1998,
p. 38)
Frente a los signos que funcionan como indicadores de modo (los signos de
interrogación y exclamación, y los puntos
suspensivos), los signos denominados lógicos (Catach (1994)) -punto y final, punto y
aparte, punto y seguido, punto y coma,
dos puntos y coma- tienen la función primaria de definir jerárquicamente las unidades
textuales de procesamiento (desde el
punto y final, que delimita el texto entero, hasta la coma, que segmenta unidades
sintagmáticas en el interior de la oración).
En principio, los signos lógicos cumplen la función de guiar la determinación de las
explicaturas de bajo nivel del texto; o,
formulado en otros términos, establecen restricciones procedimentales en el nivel del
contenido proposicional del texto.
Considérese, a este respecto, el ejemplo de (8):
La emisión de esta oración, estructuralmente ambigua, puede dar lugar a las dos
interpretaciones de (9):
(9)
a.
Cualquier persona que quiera mucho al destinatario le hará llorar.
b.
Cualquier persona que quiera al destinatario le hará llorar mucho.
(10)
a.
Quien te quiere, mucho te hará llorar.
b.
Quien te quiere mucho te hará llorar.
Con todo, y como se plantea en las secciones siguientes, los signos lógicos, en
combinación con el significado codificado por
otros elementos de la forma lingüística, pueden establecer restricciones en otros niveles
del significado ostensivamente
comunicado.
(11)
a.
No puedo ayudarte sinceramente.
b.
El vecino del quinto se ha mudado de piso porque los acreedores le buscan.
(12)
a.
No puedo ayudarte, sinceramente.
b.
El vecino del quinto se ha mudado de piso, porque los acreedores le buscan.
La coma, en las secuencias de (12), proporciona la clave para interpretar que el adverbio
o la cláusula introducida por el nexo
PORQUE no tiene una naturaleza restrictiva y que su contenido (conceptual, en el caso
del adverbio; proposicional, en el caso
de la cláusula causal) debe ponerse en relación, no con el contenido del SV o con el
contenido proposicional de la primera
cláusula, sino con el acto de enunciación de esta. La coma establece la restricción de
que tanto el adverbio como la cláusula
introducida por el nexo causal se interpreten como modificadores del acto de habla de
DECIR, tal y como se recoge en las
descripciones de (13):
(13)
a.
El emisor dice sinceramente al oyente que no puede ayudarle.
b.
El emisor dice que el vecino del quinto se ha mudado de piso porque los
acreedores le buscan.
Dado que en (12a) y en (12b), la coma delimita el ámbito de incidencia del adverbio y
del conector, cabe suponer que se trata
de un signo ostensivo que explicita en qué dirección pretende el emisor que se interprete
el nuevo segmento. En combinación
con el conector causal PORQUE o con los adverbios ilocucionarios, por tanto, la coma
contribuye a restringir las explicaturas
de alto nivel del enunciado.
Al igual que la coma, el punto y coma o el punto y seguido pueden emplearse para
definir el ámbito de complementación de la
cláusula introducida por PORQUE. Ambos signos de puntuación, como la coma,
contribuyen a recuperar las explicaturas de
alto nivel del enunciado en conjunto. Considérense, en este sentido, los ejemplos de (14)
y de (15):
(14)
Parece mentira que una dolencia tan extendida siga siendo tan mística y
maldita; porque el cáncer, todo
cáncer, es un espacio de terror, una negrura carente de palabras. (Rosa
Montero, "No hay salud sin
enfermedad", Suplemento núm. 1.124 de El país, domingo, 12 de abril de
1998, p. 10)
(15)
Dicen los expertos que cualquiera de estos nuevos millonarios debería realizar
un cursillo de gestión de
patrimonios y asesoría fiscal. Porque su problema a partir de ahora no será
ganar dinero, sino conservar el
que tienen. (Suplemento de La vanguardia. Domingo, 15 de marzo de 1998, p.
74)
Tanto el punto y seguido como el punto y coma señalan independencia sintáctica entre
los miembros que separan. Desde una
perspectiva pragmático-cognoscitiva, sin embargo, un punto y seguido indica al lector
que el nuevo enunciado describe un
elemento particular del modelo del discurso (un evento particular, un proceso, un
argumento). (5) El punto y seguido, en este
sentido, es neutral en cuanto a la naturaleza de los contenidos expresados por el
enunciado siguiente (es decir, no instruye al
lector a interpretar lo que se dice a continuación como una explicación o comentario
dependiente, informativamente, del
enunciado precedente) (de Beaugrande (1984, 205)); de ahí que las unidades textuales
separadas por esta marca tiendan a
interpretarse como unidades informativas distintas.
A diferencia del punto y seguido, con el punto y coma se indica que los materiales
informativos proporcionados por el nuevo
segmento son predecibles o familiares, y están estrechamente vinculados a los supuestos
que han resultado accesibles al
procesar el segmento precedente. De este modo, entre las unidades de procesamiento
separadas por el punto y coma se
establece una interdependencia pragmático-discursiva: la interpretación conjunta de
ambas debe permitir al lector identificar un
elemento individual del modelo del discurso.
(16)
a.
Podemos ayudarle a crear una empresa en la que los talentos individuales se
mezclen a la perfección
con las metas colectivas. Hoy en día las organizaciones no actúan si no
actúan en conjunto.
b.
La gente sabe que Clint es un hombre parco en palabras y en sus rodajes
nadie levanta la voz; todos
saben lo que él quiere.
Sin conector, es posible inferir que entre los enunciados yuxtapuestos de (16) se
establece una relación de causalidad: el
segundo enunciado introduce un supuesto contextual que sirve para reforzar el supuesto
transmitido por el enunciado
precedente. La presencia de un PORQUE, sin embargo, permite controlar eficazmente
las inferencias del destinatario:
contribuye a fijar la relevancia del nuevo enunciado restringiendo el contexto de
interpretación y minimizando el esfuerzo de
procesamiento del lector.
En contraste con el punto y seguido o con el punto y coma, los dos puntos no requieren
de ningún conector para que la cláusula
que introducen se interprete como una explicación, un comentario, una justificación o
una causa de lo expresado en la cláusula
precedente. La imposibilidad, en este sentido, de recurrir a un conector en las secuencias
de (17) constituye una prueba a favor
de que los dos puntos establecen la restricción procedimental de interpretar el segmento
que anuncian como un elemento
pragmáticamente subordinado al precedente:
(17)
a.
*No la han operado ni medicado: por lo tanto, vivirá.
b.
*No la han operado ni medicado: sin embargo, vivirá.
c.
*No la han operado ni medicado: con todo, vivirá.
(18)
a.
El matrimonio se disolvió en 1976: Eastwood se había enamorado de Sandra
Locke, su compañera de
reparto en "El fuera de la ley", que él mismo dirigía.
b.
El ejército ya no es una amenaza para EE.UU.: se dedica a la agricultura.
(titular del diario ABC citado
por El jueves, núm. 1090, p. 60)
Hasta el momento, hemos analizado la función de los signos lógicos en relación con la
determinación de las explicaturas del
texto. Sin embargo, es preciso tener en cuenta que la puntuación puede contribuir
eficazmente a la reconstrucción de las
implicaturas del enunciado en aquellos casos en los que define el contenido y el ámbito
de incidencia de un conector.(6) Como
muestra de esta función, compárense las secuencias de (19) con las correspondientes
versiones de (20):
(19)
a.
En cualquier caso pide ayuda.
b.
De esta manera no se puede trabajar.
c.
Así no debes ir hoy a trabajar.
(20)
a.
En cualquier caso, pide ayuda.
b.
De esta manera, no se puede trabajar.
c.
Así, no debes ir hoy a trabajar.
En los ejemplos de (19), las expresiones en cualquier caso, de esta manera y así no
pueden considerarse conectores, sino
tematizaciones de un complemento circunstancial. En las expresiones de (20), por el
contrario, la coma permite definir cada una
de estas expresiones como elementos de conexión: en cualquier caso pertenece al grupo
de conectores contraargumentativos;
de esta manera, al de los aditivos; y así, al de los consecutivos (Portolés, 1993).
(21)
a.
No había más alternativas que permanecer allí. Por eso luchó hasta el fin.
b.
Por tanto estudiar le permitió ocupar un buen puesto en la empresa.
(22)
a.
No había más alternativas que permanecer allí. Por eso, luchó hasta el fin.
b.
Por tanto, estudiar le permitió ocupar un buen puesto en la empresa.
En tanto que en (21a) y en (21b), las unidades por eso y por tanto (estudiar) deben
interpretarse como complementos
circunstanciales de causa tematizados, en (22a) y en (22b), por el contrario, la coma
exige al lector que interprete que el
enunciado introducido por los enlaces conectivos por eso y por tanto es relevante como
implicación contextual de un supuesto
previo.
Conclusiones
Notas
1.Agradezco las observaciones y sugerencias que, sobre una versión previa de este
trabajo, formularon la Dra. Emma
Martinell, la Dra. Victoria Escandell, la Dra. Estrella Montolío, el Dr. Joaquín
Garrido, el Dr. Jesús Tusón, la Dra.
Coloma Lleal y la Dra. Rosa Vila. Mía es, por supuesto, la responsabilidad de los
errores que aún puedan persistir.
3.En la teoría de la relevancia, los efectos contextuales son de tres tipos: implicaciones
contextuales (esto es, derivación de
nuevos supuestos a partir de la deducción que se lleva a cabo mediante la interacción
entre información nueva e
información vieja), reforzamientos contextuales (la información nueva refuerza un
supuesto previo) y contradicciones
contextuales (la información nueva debilita o contradice algún supuesto ya existente)
(cfr. Sperber y Wilson, 1986:
138-148).
4.De acuerdo con Sperber y Wilson (1986), las implicaturas de un enunciado pueden
variar en su fuerza, tal y como
ocurre con los supuestos. Las implicaturas fuertes son aquellas premisas y
conclusiones que el hablante debe
proporcionar si pretende que el texto sea interpretado de modo óptimo. Se trata, por
tanto, de implicaturas altamente
inducidas. Cuanto menos inducido sea el oyente a derivar una implicatura, más débil
será esta (vid. Wilson y Sperber,
1986; Sperber y Wilson, 1986: 239-248; Blakemore, 1992: cap. 7). Con los puntos
suspensivos, creemos que el
emisor induce al lector a asumir la responsabilidad de proporcionar las premisas y la
conclusión necesarias para la
interpretación.
6.De acuerdo con la teoría de la relevancia, los conectores son elementos que
codifican información procedimental que
establece restricciones en las implicaturas del enunciado que introduce. Así, una
secuencia como Trabaja catorce horas
al día; por tanto, está agotado exige que el destinatario construya un contexto para la
interpretación de la segunda
cláusula que incluya la premisa contextual "Trabajar catorce horas al día provoca
agotamiento". Con el conector, el
emisor indica ostensivamente al destinatario que la proposición introducida por el
nexo es una implicación contextual de
un supuesto que ha resultado accesible por el procesamiento de la cláusula
precedente (vid. Blakemore, 1988).
Bibliografía
Chafe, W. (1987a). What good is puntuation, Berkeley and Pittsburgh: Center for the
Sutdy of Writing, Occasional
Paper, 2.
Chafe, W. (1987b). Punctuation and the prosody of written language, Berkeley and
Pittsburgh: Center for the Study
of Writing, Technical Report, 11.
Dancy, J.; Moravcsik, J. y Taylor, C. (eds.) (1988), Human agency: Language, duty
and value, Stanford University
Press, Stanford.
Montolío Durán, E. (1991). "Así pues entonces, lo mejor será que pienses bien lo de
casarte. Acerca de los
protocondicionales en español", Foro Hispánico, 2 (Exploraciones semánticas y
pragmáticas del español), 43-53.
Nunberg, G. (1990). The linguistic of Punctuation, Stanford, Ca: Center for the
Study of Language and Information,
Lecture notes 18.
Portolés, J. (1993). "La distinción entre los conectores y otros marcadores del
discurso en español", Verba, 20,
141-170.
Sperber, D. y Wilson, D. (1986). La relevancia, Madrid, Visor 1994. (2ª ed. Sperber,
D. y Wilson, D. (1995),
Relevance. Communication and cognition, Oxford, Basil Blackwell).