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Cultura deportiva

Terminaron los mejores Olímpicos de la historia para Colombia.

Oportunidad de oro para construir, a partir de este racimo de medallas, una verdadera cultura
deportiva, que no dependa del éxito del momento ni le entregue todo el protagonismo al fútbol.
Pero para empezar a construirla, es necesario que todos los que no somos deportistas
reconozcamos en qué estamos fallando, porque aún hay mucho por mejorar.

Comencemos por nosotros los periodistas. Salvo algunas excepciones, dignas por cierto, los
Olímpicos nos agarraron con los calzones abajo. Nos hacemos llamar periodistas deportivos, pero
sólo respiramos fútbol. No es necesario que nos hagamos expertos en todas las disciplinas, pero sí
debemos prepararnos mejor, conocer a nuestros deportistas, hacerles seguimiento y, en muchos
casos, aprender las reglas de las distintas disciplinas. Sólo así podremos darles a los deportes
individuales la importancia que se merecen. No es posible que sólo hablemos de pesas o de lucha
el día de la competencia. De la misma manera, debemos aprender a evaluar la magnitud de los
logros obtenidos. Es menester mantener mesura en la victoria y también en la derrota.

El Gobierno, el COC y Coldeportes también pueden mejorar. Es cierto que el ciclo olímpico que
acaba de concluir fue el que más apoyo tuvo. Las gloriosas consecuencias saltan a la vista. Pero
todavía son muchos los casos de deportistas que esperan más, para poder competir
internacionalmente y, sobre todo, para poder vivir como profesionales del deporte. El Gobierno
debe invertir en el deporte recreativo e infantil, base sobre la cual no sólo se forman los
deportistas de élite, sino los hombres de bien, no los de la guerra.

La empresa privada debe ver con otros ojos a las disciplinas distintas al fútbol. Hoy, cuando vemos
los resultados, son muchos los valores que se podrían rescatar a la hora de establecer alianzas
entre las distintas marcas y los deportistas de élite. Solidaridad, respeto, constancia, disciplina, son
sólo algunos de ellos. Los resultados en el caso del tenis, a través de Colsánitas, deben servir como
ejemplo para que otras empresas apadrinen equipos. El éxito de la estrategia está comprobado.

Los aficionados también hacen parte de las oportunidades de mejorar. En la medida en que crezca
una fanaticada multidisciplinaria, también nacerán niños interesados en ser deportistas, en emular
a sus ídolos. Así mismo, forzarán a que la oferta de los distintos medios sea polideportiva y de esa
manera se generarán más posibilidades para deportistas, entrenadores, anunciantes y demás
seres humanos que desean vivir del deporte.

Si todos ponemos de nuestra parte, la cultura deportiva en Colombia será relevante. De lo


contrario, como en otras tantas ocasiones, estas medallas se quedarán ahí, en el recuerdo de lo
que pudo trascender.

Cultura deportiva

Terminaron los mejores Olímpicos de la historia para Colombia.

Oportunidad de oro para construir, a partir de este racimo de medallas, una verdadera cultura
deportiva, que no dependa del éxito del momento ni le entregue todo el protagonismo al fútbol.
Pero para empezar a construirla, es necesario que todos los que no somos deportistas
reconozcamos en qué estamos fallando, porque aún hay mucho por mejorar.
Comencemos por nosotros los periodistas. Salvo algunas excepciones, dignas por cierto, los
Olímpicos nos agarraron con los calzones abajo. Nos hacemos llamar periodistas deportivos, pero
sólo respiramos fútbol. No es necesario que nos hagamos expertos en todas las disciplinas, pero sí
debemos prepararnos mejor, conocer a nuestros deportistas, hacerles seguimiento y, en muchos
casos, aprender las reglas de las distintas disciplinas. Sólo así podremos darles a los deportes
individuales la importancia que se merecen. No es posible que sólo hablemos de pesas o de lucha
el día de la competencia. De la misma manera, debemos aprender a evaluar la magnitud de los
logros obtenidos. Es menester mantener mesura en la victoria y también en la derrota.

El Gobierno, el COC y Coldeportes también pueden mejorar. Es cierto que el ciclo olímpico que
acaba de concluir fue el que más apoyo tuvo. Las gloriosas consecuencias saltan a la vista. Pero
todavía son muchos los casos de deportistas que esperan más, para poder competir
internacionalmente y, sobre todo, para poder vivir como profesionales del deporte. El Gobierno
debe invertir en el deporte recreativo e infantil, base sobre la cual no sólo se forman los
deportistas de élite, sino los hombres de bien, no los de la guerra.

La empresa privada debe ver con otros ojos a las disciplinas distintas al fútbol. Hoy, cuando vemos
los resultados, son muchos los valores que se podrían rescatar a la hora de establecer alianzas
entre las distintas marcas y los deportistas de élite. Solidaridad, respeto, constancia, disciplina, son
sólo algunos de ellos. Los resultados en el caso del tenis, a través de Colsánitas, deben servir como
ejemplo para que otras empresas apadrinen equipos. El éxito de la estrategia está comprobado.

Los aficionados también hacen parte de las oportunidades de mejorar. En la medida en que crezca
una fanaticada multidisciplinaria, también nacerán niños interesados en ser deportistas, en emular
a sus ídolos. Así mismo, forzarán a que la oferta de los distintos medios sea polideportiva y de esa
manera se generarán más posibilidades para deportistas, entrenadores, anunciantes y demás
seres humanos que desean vivir del deporte.

Si todos ponemos de nuestra parte, la cultura deportiva en Colombia será relevante. De lo


contrario, como en otras tantas ocasiones, estas medallas se quedarán ahí, en el recuerdo de lo
que pudo trascender.

Cultura deportiva

Terminaron los mejores Olímpicos de la historia para Colombia.

Oportunidad de oro para construir, a partir de este racimo de medallas, una verdadera cultura
deportiva, que no dependa del éxito del momento ni le entregue todo el protagonismo al fútbol.
Pero para empezar a construirla, es necesario que todos los que no somos deportistas
reconozcamos en qué estamos fallando, porque aún hay mucho por mejorar.

Comencemos por nosotros los periodistas. Salvo algunas excepciones, dignas por cierto, los
Olímpicos nos agarraron con los calzones abajo. Nos hacemos llamar periodistas deportivos, pero
sólo respiramos fútbol. No es necesario que nos hagamos expertos en todas las disciplinas, pero sí
debemos prepararnos mejor, conocer a nuestros deportistas, hacerles seguimiento y, en muchos
casos, aprender las reglas de las distintas disciplinas. Sólo así podremos darles a los deportes
individuales la importancia que se merecen. No es posible que sólo hablemos de pesas o de lucha
el día de la competencia. De la misma manera, debemos aprender a evaluar la magnitud de los
logros obtenidos. Es menester mantener mesura en la victoria y también en la derrota.

El Gobierno, el COC y Coldeportes también pueden mejorar. Es cierto que el ciclo olímpico que
acaba de concluir fue el que más apoyo tuvo. Las gloriosas consecuencias saltan a la vista. Pero
todavía son muchos los casos de deportistas que esperan más, para poder competir
internacionalmente y, sobre todo, para poder vivir como profesionales del deporte. El Gobierno
debe invertir en el deporte recreativo e infantil, base sobre la cual no sólo se forman los
deportistas de élite, sino los hombres de bien, no los de la guerra.

La empresa privada debe ver con otros ojos a las disciplinas distintas al fútbol. Hoy, cuando vemos
los resultados, son muchos los valores que se podrían rescatar a la hora de establecer alianzas
entre las distintas marcas y los deportistas de élite. Solidaridad, respeto, constancia, disciplina, son
sólo algunos de ellos. Los resultados en el caso del tenis, a través de Colsánitas, deben servir como
ejemplo para que otras empresas apadrinen equipos. El éxito de la estrategia está comprobado.

Los aficionados también hacen parte de las oportunidades de mejorar. En la medida en que crezca
una fanaticada multidisciplinaria, también nacerán niños interesados en ser deportistas, en emular
a sus ídolos. Así mismo, forzarán a que la oferta de los distintos medios sea polideportiva y de esa
manera se generarán más posibilidades para deportistas, entrenadores, anunciantes y demás
seres humanos que desean vivir del deporte.

Si todos ponemos de nuestra parte, la cultura deportiva en Colombia será relevante. De lo


contrario, como en otras tantas ocasiones, estas medallas se quedarán ahí, en el recuerdo de lo
que pudo trascender.

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