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Babelia, sabado 24 de mayo

http://www.elpais.com/articulo/semana/sombra/Boom/elpepuculbab/20080524elpbabese_7/Tes/

TRIBUNA: FERIA DEL LIBRO DE MADRID - Reportaje JORGE VOLPI

A la sombra del 'Boom'


Nada tan pernicioso para la vida intelectual como los prejuicios: se adhieren a las mentes, ocultan los hechos y, peor, los
simplifican. La pereza es su aliada: qué necesidad de revolver el pasado, documentar las opiniones o inconformarse ante los
clichés cuando se puede repetir lo repetido (o ir a Wikipedia). Las mentiras se superponen unas sobre otras, en capas cada
vez más rugosas, y el esfuerzo por taladrarlas se multiplica. Enumeremos algunas relacionadas con la literatura
latinoamericana: 1. La característica que la define es el realismo mágico; 2. El realismo mágico fue el arma de batalla del
Boom; 3. El éxito planetario del realismo mágico y del Boom opacó a las generaciones posteriores; y 4. Los escritores más
jóvenes no han tenido más remedio que enfrentarse violentamente con sus mayores para destacar. El guión es perfecto: una
trama lineal, con dosis de ambición, perfidia y celos, conforme a las reglas del culebrón típicamente latinoamericano. Pero es
una visión llena de imprecisiones, y mentiras. 1. La literatura latinoamericana tiene dos siglos de existencia; en este tiempo,
sólo unos pocos autores han practicado lo que se llama, por comodidad, realismo mágico; como en todas partes, hay
escritores que han preferido el realismo, la literatura fantástica, el folletín, los géneros de misterio, aventuras o ciencia-
ficción, e incluso todos los anteriores; 2. De los escritores del Boom, sólo uno de ellos, García Márquez, hizo uso del realismo
mágico (y no siempre); Fuentes y Cortázar tienen textos fantásticos, pero nada cercano al estilo de su amigo; Vargas Llosa ni
siquiera eso: siempre ha sido un escritor descaradamente realista; los compañeros de ruta del Boom (Donoso, Cabrera
Infante, Edwards) tampoco hicieron uso del realismo mágico; 3. Muchos de los autores supuestamente opacados no
pertenecen a la generación siguiente, sino que son sus contemporáneos (Elizondo, Saer, Pitol, Scorza) y otros, en cambio, son
mayores (Yánez, Revueltas, Uslar Pietri); sí fueron un tanto olvidados, no por el Boom, sino por algunos escritores más
jóvenes que imitaron sin tregua las fórmulas del realismo mágico (Allende, Esquivel) y por la perniciosa -y falsa- idea de que
la realidad de América Latina es "mágica"; y 4. La dinámica de matar al padre no explica la tradición latinoamericana;
ningún escritor latinoamericano ha querido asesinar al Boom o a García Márquez; en todo caso, algunos se han enfrentado
ásperamente a quienes practican, por comodidad, el realismo mágico; de las generaciones posteriores, tanto los nacidos en
los cuarenta y los cincuenta (Bolaño, Piglia, Villoro, Aira) como en los sesenta y setenta (Gamboa, Fuguet, Paz Soldán,
Roncagliolo) no se enfrentan al Boom sino que se miden con él y prolongan así la tradición literaria latinoamericana. En
resumen, es imposible fijar una característica distintiva de la literatura latinoamericana. En su seno conviven todas las
tendencias posibles, como en cualquier tradición. El Boom representa su momento de esplendor, pero sus miembros han
alcanzado la inmediata condición de clásicos y por ello su sombra no ha ocultado a los escritores posteriores, sino que los ha
animado o revuelto (uno se bate con los clásicos, no los elimina). Aun así, hay grandísimos escritores latinoamericanos
desconocidos o poco leídos en el resto del mundo. Me limitaré a mencionar dos: la mexicana Inés Arredondo y el argentino
Antonio Di Benedetto.

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