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necesario?
Llegados a este punto alguien podría preguntar «es que todos los
sistemas de freno están basados en la fricción». La respuesta es
que no. Muchos vehículos pesados incluyen un freno
electromagnético(aunque a menudo se conoce como freno
eléctrico, pero prefiero llamarlo electromagnético ya que, como
veremos, el campo magnético juega un papel importante).
De una forma algo sui generis, el freno electromagnético viene a
ser un motor eléctrico funcionando al revés. Básicamente,
tenemos un electroimán fijado en la carrocería del vehículo, y un
disco metálico que gira solidario a la rueda (llamado rotor).
Cuando el conductor activa el freno electromagnético, el electroimán
genera un campo magnético, que ejerce una fuerza a los electrones
del rotor. En consecuencia, dentro del rotor se crean unas corrientes
eléctricas espúreas, conocidas como corrientes de
Foucault (o corrientes de Eddy en el mundo anglosajón, que no les
gusta dar crédito a los franceses).
Esas corrientes inducidas crean, a su vez, otro campo eléctrico
que se opone al primero (esto es lo que los físicos conocemos
como ley de Lenz). Ese segundo campo magnético, creado por las
corrientes en el rotor, ejerce una fuerza sobre el electroimán. Por el
principio de acción y reacción, también aparece una fuerza
opuesta sobre el rotor. Esta es la fuerza que intenta frenar el
movimiento del rotor, y por lo tanto de la rueda.
Hay que notar que la fuerza que un campo magnético ejerce sobre
una carga es proporcional a la velocidad de dicha carga. Es
decir, cuanto más rápido gire el rotor, mayor fuerza de frenado
aparecerá. Sin embargo, eso también significa que cuando la rueda
gira muy despacio apenas hay fuerza de frenado, así que
seguiremos necesitando los frenos mecánicos de toda la vida.
El freno electromagnético es un complemento, no un substitutivo.
Por ese motivo, el freno electromagnético es ideal para ralentizar el
vehículo, para evitar que se acelere demasiado sin tener que usar
el freno de servicio. Si las ruedas empiezan a girar más rápido de lo
deseado, la fuerza de frenado aumentará. Pero si la velocidad no es
suficiente, la fuerza de frenado automáticamente disminuye, sin que
tengamos que hacer nada, permitiendo volver a la velocidad
deseada.
Sin este sistema de retención, los conductores de vehículos
pesados se verían obligados a usar constantemente el freno
mecánico en un descenso prolongado. Como dijimos en el anterior
capítulo, dicho uso continuado puede llegar a propiciar una bajada
de rendimiento, el temido fading, dejando un mastodonte sin control
en la carretera.
Este tipo de frenos no sólo se usan en la carretera, sino también en
el transporte sobre raíles… y en las atracciones de feria, aunque en
este caso suelen ser frenos lineales, como los de la fotografía a
continuación.
¿Qué pasa con la energía? Pues, como siempre, se acaba
empleando en calentar el freno. Cuando las corrientes eléctricas se
encuentran con resistencia, lo que hacen es calentar el medio por
el que circulan. Lo podemos notar fácilmente tocando una bombilla
encendida. Por ese motivo, el rotor suele estar refrigerado, igual que
los discos de freno usuales. Sin embargo, la temperatura no afecta
demasiado a la resistencia eléctrica, así que este tipo de frenado
es bastante resistente al fading(valga la redundancia).
Sin embargo, es una lástima que las corrientes generadas de esta
forma se pierdan. ¿No sería posible reconducirlas y almacenarlas
en una batería? Pues sí. Esta es, básicamente, la idea que hay
detrás de los frenos regenerativos de los que tanto oímos, que sin
duda habréis escuchado en los anuncios de coches, y en la Fórmula
1 (el sistema KERS, que podéis ver en la imagen de cabecera del
artículo, que tan polémico fue el año 2009).
Básicamente, simplificándolo mucho, se basan en poner
un dinamo como freno, que convierte la energía cinética de la
rueda en energía eléctrica. Es, esencialmente, un sistema similar
al freno electrodinámico que acabamos de describir, pero el rotor,
en vez de ser una mole metálica y ya está, contiene bobinas de hilo
eléctrico que canalizan las corrientes de Foucault.
Como veis, en el mundo del freno no todo es pisar un pedal para
generar fricción. A veces, esa fricción ya está ahí para que la
aprovechemos cuando nos sea útil. Y, otras veces, se puede frenar
sin generar fricción, ya sea moviendo gases o generando corrientes
eléctricas.
Con esto, prácticamente hemos acabado nuestro largo y arduo viaje
al rededor del mundo del freno. Pero sería una lástima terminar sin
mencionar sistemas como el ABS y el EPS, que se aprovechan de
todo lo que hemos hablado sobre los frenos para accionarlos, o
desactivarlos, automáticamente ayudándonos a controlar el
vehículo. Eso es lo que haremos en la siguiente, y última, entrega
de esta serie.