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0-7 AÑOS
Ninguna obra emprendida por los hombres requiere, mayor cuidado y habilidad
que la preparación y la educación debidas de los jóvenes y los niños. No hay
influencias tan potentes como las que nos rodean en nuestros primeros años
de vida... La naturaleza del hombre es triple, y la educación recomendada por
Salomón comprende el recto desarrollo de las facultades físicas, intelectuales y
morales. A fin de realizar debidamente esta obra, los padres y los maestros
deben comprender "cómo debe ser la manera de vivir del niño". Esto
comprende más que un conocimiento de los libros o 36 CONDUCCIÓN DEL
niño el aprendizaje en la escuela. Abarca la práctica de la temperancia, la
bondad fraternal y la piedad; el cumplimiento de nuestro deber hacia nosotros,
nuestros prójimos y Dios.
Para el niñito que aún no es capaz de aprender lo que se enseña por medio de
la página impresa o de ser iniciado en la rutina del aula, la naturaleza presenta
una fuente infalible de instrucción y deleite. El corazón que aún no ha sido
endurecido por el contacto con el mal, es perspicaz para reconocer la
Presencia que penetra todas las cosas creadas. El oído que no ha sido
entorpecido por el vocerío del mundo, está atento a la Voz que habla por medio
de las expresiones de la naturaleza.
DE 7 A 10 AÑOS
No obstante, para la noción moral más concreta, para poder hablar de una
verdadera responsabilidad, los moralistas consideran que es muy raro que
antes de los 7 años se dé en el niño el uso de la razón. La responsabilidad no
se puede considerar plenamente formada hasta que la persona ha llegado a
comprender y medir el valor de cada cosa. El uso de la razón proporciona al
niño una primera noción de sus deberes y le hace capaz de una educación de
sus responsabilidades, en el sentido de que las leyes le ayudan a conocer lo
que daña a las personas o a la sociedad. Por ello, es en esta etapa, cuando
despierta el uso de la razón, el momento más adecuado para ir brindando una
formación religiosa. El niño de aproximadamente 6 o 7 años está en capacidad
de tener un encuentro personal con Jesús, por supuesto, con la ayuda de sus
padres. En la configuración de la conciencia moral influyen los padres, pero
también los juegos entre hermanos, entre amigos, el hacer o no hacer trampas,
el experimentar o no las diferencias del trato por diferencias raciales o socio-
económicas. Lo justo y lo injusto son para el niño nociones que se arraigan
muy temprano. El niño tiene necesidades éticas a cualquier edad. Una
exigencia de normas indiscutibles, una demanda de justificación ante lo mal
hecho. Pronto aparece también la noción de “falta”, sea que la cometa él, sea
que él la sufra. Esta necesidad de una ética debe ser desarrollada con sumo
cuidado y respeto por la familiar para no deformarla. Según Piaget, de los 4 a
los 6 años el niño no aplica todavía ninguna regla, limitándose a imitar lo que
hacen los mayores. De los 6 a los 10 años, las reglas de juego van siendo cada
vez mejor conocidas y aplicadas: ya los niños no las consideran como normas
inmutables; y pasados los 9 años, hay ya niños que pretenden modificar el
reglamento.
ADOLESCENCIA
A la edad de diez, doce o dieciséis años, los hijos piensan que son muy sabios,
se imaginan que son prodigios, y se consideran a sí mismos como demasiados
conocedores para estar sometidos a sus padres y demasiado encumbrados
para doblegarse a los deberes de la vida de todos los días. El amor al placer
rige su mente y el egoísmo, el orgullo y la rebelión producen amargos
resultados en su vida. Aceptan las insinuaciones de Satanás y cultivan una
ambición malsana para impresionar en el mundo
Por otro lado, no se debe dejar a los jóvenes que piensen y actúen
independientemente del juicio de sus padres y maestros. Debe enseñárseles a
los niños a respetar el juicio experimentado y a ser guiados por sus padres y
maestros. Se los debe educar de tal manera que sus mentes estén unidas con
las de sus padres y maestros, y se los ha de instruir para que comprendan lo
conveniente que es escuchar sus consejos. Entonces, cuando se aparten de la
mano guiadora de sus padres y maestros, su carácter no será como el junco
que tiembla al viento
JUVENTUD: