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INSEGURIDAD CIUDADANA:
La Percepción de inseguridad ciudadana es una sensación de carácter psicológico
vinculada a un sentimiento de vulnerabilidad ante la posibilidad de ser víctima de
un acto delincuencial. La persona no ha sido directamente victimado, sino que lo
cree por contagio colectivo.
Entre los peruanos, existe una altísima percepción de inseguridad causada
principalmente por la delincuencia común, la gente se siente desprotegida, y
percibe la delincuencia en constante crecimiento y como una amenaza para su
vida cotidiana. La empresa encuestadora realizó una encuesta sobre la percepción
de inseguridad, obteniendo como resultado que el 87% se siente inseguro.
Además, la percepción de inseguridad ciudadana se caracteriza por distorsionar la
información real; como ejemplo se podría citar las famosas bolas como “me han
dicho que por ahí roban mucho”, o “por mi zona roban todos los días”, estos
comentarios de los propios ciudadanos genera un estado de inseguridad
ciudadana colectivo.
A todo esto, habría que sumarle la desinformación y el sensacionalismo de los
medios de comunicación en sus titulares...”ola de secuestros”, “indefensos ante
ola de robos”, etc; mientras que muchas veces las estadísticas demuestran lo
contrario a situaciones no tan críticas. Sin embargo, según fuentes policiales, sólo
el tercio de los ciudadanos denuncian un delito; es decir las 2/3 no denuncian.
Esta cifra negra perturba y distorsiona las estadísticas oficiales sobre victimización
y delitos reales.
Entre las principales razones por la cual un ciudadano no denuncia un delito están:
El temor a la venganza del agresor.
La inacción de la Policía y el Sistema judicial.
Los resultados desalentadores del sistema carcelario.
Para el Sociólogo Carlos Basombrío Iglesias del IDL (Instituto de Defensa Legal) la
inseguridad ciudadana es agudizada por el entorno de las llamadas conductas
“antisociales” que lo favorecen (consumo de drogas, consumo excesivo de alcohol,
prostitución, pandillaje juvenil, etc). Se puede apreciar que las intervenciones de
Serenazgo en otras manifestaciones de violencia se han incrementado.
b. PRONÓSTICO:
Una gran dosis de esta percepción de inseguridad le da mal estado de las
ciudades, como lo establece el Principio de “Broken Windows” o “Ventanas rotas”
que afirma que el mal estado de las pistas y veredas, la poca iluminación, el estado
deprimente en general de las casas son factores que condicionan el entorno social
y lo hacen vulnerable a la delincuencia.
c. CONTROL:
El Estado ha abandonado su función primordial de proteger al ciudadano. Vivimos
atemorizados entre muros, rejas y alarmas. Regresar sano y salvo a casa es una
aventura cotidiana. La seguridad privada se multiplica ante la indolencia del
gobierno. ¿Qué hacer?:
El enfoque debe ser integral. Para disuadir a los delincuentes hay que
incrementar, simultáneamente, la probabilidad de ser capturado y
sentenciado y la dureza de la reclusión. La acumulación de penas es una
excelente idea, pero antes hay que evitar liberaciones escandalosas de
delincuentes que echan por tierra el buen trabajo policial.
Hay que aumentar los recursos públicos. Chile, que tiene casi la mitad de
la población, asigna 4 veces lo que el Perú a las cárceles.
Hay que cambiar la estructura del gasto. Como promedio, desde el 2000,
apenas 10% del presupuesto del Interior se ha asignado a infraestructura y
equipamiento. Por ello, la situación de las comisarias es calamitosa: un
tercio no está conectada a la base de requisitorias, la mitad no tiene
acceso a Reniec, y 40% no tiene agua, desagüe y luz de forma
permanente. Y mejor ni hablar del equipamiento: nuestros policías tienen
que pagar de sus bolsillos las balas que disparan.
Hay que mejorar sustantivamente las remuneraciones policiales que, a
pesar de los aumentos, están a la zaga en la región. Nuestros policías
ganan la mitad que sus pares ecuatorianos.
Hay que poner más policías en las calles. No es que nos falten policías.
Tenemos 22% más efectivos que en el 2012. Chile tiene menos policías, en
términos per cápita, que el Perú. El problema es que tan solo un tercio de
la fuerza policial realiza labores de patrullaje.
Urge tener más y mejores cárceles para reducir la comisión de nuevos
delitos. Pero para que las cárceles no sean escuelas del crimen hay que
dotar de recursos al INPE. Perú y Chile tienen un número similar de presos
por habitante, pero nuestro vecino gasta 8 veces lo que nosotros por
interno.
Lo más importante es tener liderazgo al más alto nivel para centralizar y
coordinar los esfuerzos públicos en la lucha contra la delincuencia. Hoy
apenas la mitad de las comisarías coordinan su patrullaje con los
serenazgos. ¡Y solo un tercio de las comisarias están conectadas con otras
comisarias a través del sistema de denuncias policiales!