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DESARROLLO REGIONAL Y COMPETITIVIDAD

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Gustavo Gutiérrez Cabello


y el Espíritu de sus canciones
René Arrieta Pérez
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Gustavo Gutiérrez Cabello y el Espíritu de sus canciones

René Arrieta Pérez1

RESUMEN
Este trabajo resalta la importancia de la obra del compositor Gustavo Gutiérrez Cabello, y señala los elementos
que la hacen fundamental en la lírica de la canción vallenata. El análisis se hace a partir de la teoría estética
de Martin Heidegger, planteada en El origen de la obra de arte. Vemos en la obra de Gutiérrez Cabello una
idea y una imagen de lo que plantea el filósofo alemán acerca del desocultamiento de belleza. Asimismo, trata
acerca de la fuerza o aliento en la obra musical del poeta de Valledupar, que aquí se señala como “El espíritu
de sus canciones”, la huella en el imaginario colectivo de la misma, la tradición de la que se nutre, y además,
se señalan los elementos discursivos y los símbolos que utiliza para la construcción de su obra, y los temas
de los que se ocupa, tales como el pasado, el amor, la felicidad, la eternidad, entre otros.

PALABRAS CLAVE
Gustavo Gutiérrez, canción vallenata, filosofía, belleza, desocultamiento, temas, pasado, amor, felicidad,
eternidad, cultura, arte y literatura..

ABSTRACT
This essay highlights the importance of the composer Gustavo Gutiérrez Cabello’s work, and points out
the key elements that make it fundamental in the Vallenato music’s lyrical poetry. The analysis is based on
the aesthetic theory of Martin Heidegger, raised in The Origin of the Work of Art. In the work of Gutiérrez
Cabello,we see an idea and an image of what the German philosopher proposed about the unconcealment of
beauty. At the same time, it discusses the strength or heart in the musical poet of Valledupar, indicated here as
“The spirit of his songs,” the imprint in the collective imagination of it, the tradition which it feeds from, and, in
addition, it points out the discursive elements and symbols used for the construction of its work, and subjects
it deals with, such as the past, love, happiness, eternity, etc.

KEYWORDS
Gustavo Gutiérrez, vallenato song, philosophy, beauty, unconcealment, subjects, past, love, happiness,
eternity, culture, art and literature.

Clasificación JEL R10, Z1, Z10, Z11, Z19 / Recibido: 12/11/2013 - Aprobado: 13/11/2013

1 El autor es escritor y periodista, lingüista de la universidad de Cartagena, Doctorando en Literatura


Hispanoamericana de la Universidad de Salamanca. Email: arrietarene@hotmail.com
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Gustavo Gutiérrez Cabello, poeta y compositor, es sin lugar a dudas un gran


reformador de la canción vallenata. Él bebe de la tradición, recibe influencias distintas
a esta tradición y la pone a andar por otros rumbos, ignotos al principio pero familiares
en nuestro presente. De ese modo, dotó a los aires vallenatos de un vigor y un espíritu
lleno de poesía, e instaló una formidable obra de arte.

Trataremos del autor como sujeto creador, generador de canciones y la relación con
su obra, y lo haremos con una mirada que ausculta desde los conceptos de la filosofía,
para interpretar a partir de la concepción de Martin Heidegger, y en especial, de los
puntos que expone el filosofo de Messkirch, Alemania, en su ensayo El origen de
la obra de arte. El pensador alemán en su libro Ser y tiempo nos ilustra acerca del
abandono del ser, y es justo y preciso, que acudamos a El origen de la obra de arte
para desentrañar los misterios que rigen en las relaciones del creador y su universo,
máxime cuando nos encontramos con la obra del instaurador de un nuevo orden
estético, don Gustavo Gutiérrez, y un universo, que no abandona al ser para generar
su obra, sino que apela a él para concebirla. Accede a un misterio, lo desentraña y
desnuda, lo desoculta. Se convierte en una especie de iniciado. Rasga a Isis el velo.
Y no es que sólo Gustavo Gutiérrez sea el único que des-oculta, hay una lista, y
grande, de virtuosos, pero Gutiérrez, al igual que el patriarca Moisés ante los magos
del Faraón, se diferencia de ellos por la abundancia de sus milagros y calidades de
los mismos, además de ser Iniciador de iniciados. No obstante, hay que mencionar
a autores de una altísima calidad, unos con producción abundante, otros, con una
producción más escasa, entre ellos, podemos citar: Fredy Molina, Rosendo Romero,
Fernando Dangond Castro, Santander Durán Escalona, Octavio Daza, Tomás Darío
Gutiérrez, Nicolás Maestre, Mateo Torres.

Iniciado, iniciador. Desde luego, es él el iniciador del vallenato romántico como tal, dado
por descontado que ya se encontraban elementos de lirismo y de vetas románticas en
autores como Tobías Enrique Pumarejo (Don Toba), Juancho Polo Valencia y Leandro
Díaz, entre otros. Nos dice Gustavo Gutiérrez:

Ya existía ese romanticismo, existió toda la vida… Me arropé con las letras de mis
canciones y le metí unas melodías más largas. Alicia Dorada, qué canción más
romántica que esa canción de Juancho Polo Valencia: es un canto quejumbroso
que brota de la raíz más profunda del alma, y es un dolor agónico, podría yo decir.
(Urango, Juan Carlos y Arrieta, René. Entrevista a Gustavo Gutiérrez. Música del
Patio. UdC Radio. Cartagena de Indias, 2013).
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Una deuda o reconocimiento que los discípulos hacen a su maestro la encontramos


en los versos de Mi primera canción, de Rosendo Romero: “Me fui siguiendo el estilo
/ del gran Gustavo Gutiérrez, / Me fui siguiendo el estilo / del gran Gustavo Gutiérrez
/ por ser romántico y sentido / cuando cantaba penas y placeres…”. Los versos de
Rosendo Romero son claros para reconocer el estatus de Gutiérrez Cabello en un
proceso iniciático en la creación lírica del vallenato.

Reconocimiento de un estilo, de un estado y de una forma, de un nuevo espíritu


en la canción para continuar indagando, explorando, aportando a esa nueva visión
dentro de una tradición. Recordemos que el romanticismo, generador de muchos
espíritus inquietos, complejos, que sondean en el alma humana para traer de ella la
expresión del dolor, la profundidad, el misterio, la lejanía, lo insólito. Donde se viaja
en una especie de exilio interior, de pérdida de la patria. El hombre romántico es un
hombre conmovido, que espiritualiza la naturaleza y transita por regiones del alma,
donde ésta atisba, y expresa con conocimiento y de manera lógica el pensamiento
de esos mundos. De lo más denso y complejo que se encuentra en grandes poetas
románticos alemanes, ingleses y europeos, referenciamos en Colombia una voz
romántica en la literatura como es la de Jorge Isaac con su novela La María, donde los
críticos reconocen un verdadero hito en las letras de América, hasta llegar a la canción
vallenata que engalana el género con verdaderas joyas de la canción, y entre los
autores que la cultivan, un nombre muy especial, el de Gustavo Gutiérrez, el iniciador
de los románticos cantores.

Quintero y Jiménez (2003) abordan la obra de Gustavo Gutiérrez y la insertan en la


lírica hispana derivada del romanticismo y ven en él a un auténtico revolucionario de la
música de acordeón colombiana. En cita de Urango (2011).

Ya situado el poeta del Valle en un contexto en la música, agucemos la mirada.

Dos grandes conceptos heideggerianos nos servirán para abordar al poeta y su


obra, y los secretos hilos que urden esa relación entre ellos: erigir una obra y el
desocultamiento de la belleza. A partir de esos elementos el autor va a construir su
universo y a insuflarle un espíritu que lo identifica y lo posiciona e instala como ser ahí,
y le imprime su particular caracter.

Pero qué es espíritu. Para definir espíritu y clarificar lo que pretendemos decir con “El
espíritu de las canciones”, tomaremos las acepciones 6 y 7 de la definición que da la
RAE: 6) Ánimo, valor, aliento, y 7) Vivacidad, ingenio.
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Ánimo, del latín anĭmus, y éste a su vez del griego ἄνεμος soplo). Ánimo es entonces
el espíritu o alma en cuanto principio de la actividad humana. En este caso, de la
actividad artística de arrancar belleza para situarla en la canción. Ese aliento que lleva
y expresa, con vivacidad e ingenio. Es, en últimas, el soplo verbal del artista para darle
forma, orden y vida a su creación.

En filosofía, el espíritu es la potencia de pensar, en tanto que accede a la verdad.


(Comte, 2005). Para San Agustín, el alma tiene sus potencias, entre las que cuenta
la memoria, el conocimiento y la voluntad. Un juego ordenado entre ellas representa
el mundo del sujeto. Eso, por lo menos nos confiesa el sabio obispo de Hipona. Y
acudimos al alma por la relación unitiva con el espíritu, mediada por el hombre, y a
pesar de las diferencias que han establecido los distintos sistemas filosóficos.

El eidos, que es lo que se ve, en filosofía, en Gustavo Gutiérrez, es el espíritu agudo


que ve la esencia de las cosas y las expresa, describe y las hace objeto de sus versos
en sus cantos.

Tenemos entonces, que: El espíritu de las canciones de Gustavo Gutiérrez es la


aventura vital implícita en su obra y que vuelve a vivir quien vive nuevamente el disfrute
de sus canciones aguzando los sentidos con los elementos de un Paisaje de sol;
rememorando Parranda inolvidables; Es quien asiste ante una dama, en un momento
determinado, para hacerle saber sus condiciones (Mis condiciones), y de toda la
carga simbólica de la representación de hechos y vivencias que enmarca sus vidas
y amores; es la expresión condensada en la inflexión de un verbo, y manifiesta que
“Llorará”, tras el consecutivo dolor a su partida, y tras esa partida paralela, turbulenta e
impetuosa / como río corriendo hacia el mar sin que nadie lo pueda detener, anuncia
el retorno que habrá, la vuelta a esa partida cuando el transcurrir del tiempo destruya el
imperio del querer, y el signo celestial de un lucero así lo indique, de manera oportuna
y propicia.

El espíritu de sus canciones, es ese que busca la nota triste de un acordeón para
manifestar la búsqueda de un amor por una senda tortuosa, ya cara a sus antepasados;
es ese mismo espíritu de sus canciones, el que en Calma mi melancolía, con el
desahogo que anuncia murmullos y palabras que se acercan para decirte cosas
acerca del amor y el dolor, y de charlas pasadas. Ese espíritu, es el mismo que percibe
lo perturbada que estás por amor y te lo dice: “Se te nota en la mirada”. El espíritu
de las canciones de Gustavo es el que regala sus canciones cuando siente y ve el
mundo de forma tranquila y con amor; así de manera generosa, las regala, aunque
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advierte que en ellas existen momentos en los que duelen sus tristezas y verdades
pasadas. El espíritu de las canciones de nuestro poeta es el que asoma en una herida
del alma que nunca cicatriza, y permite que le marque una pena infinita, y lo acicatea a
la búsqueda de un lugar ideal, sin odios, y manifiesta vivir con intensidad el instante en
esa búsqueda a contra reloj, de tiempo corto en medio de ansias largas por vivir. Y en
medio de la carrera, surge la hipotética posibilidad de si lleno el alma, si lleno el alma
de eternidad, pero sólo le asiste el recuerdo triste de momentos felices.

El Cariño de mi pueblo habla del espíritu de las canciones de nuestro poeta cuando
pasan los años y éste comprende que lo más bello es regalar ternura y sentir el cariño
de los amigos y la gente de su pueblo, y cuando habla del renacer de su alegría, de
su verso de esperanza en el aliento de su alma y de la pretensión de libertarse de la
tristeza. Espíritu hecho canción de quien canta triste en el Valle, el del cantar herido.
He ahí en su sollozo el espíritu de sus canciones.

El espíritu de sus canciones es ese que alienta las notas, los versos y amores, los
Rumores de viejas voces que se citan en el recuerdo, el que establece los lindes
de lo que hubo y había y lo que está surgiendo y será; el espíritu de las canciones
de Gustavo es el que pide que le digan a Poncho que allí le manda su despedida.
Y anuncia que ya no le queda nada, que su voz se calla herida, porque los Amores
que van y vienen marcan, alegran, entristecen, y que en el silencio oculta amargas
realidades.

Es ese espíritu que canta sus recuerdos, amores en un viejo ventanal y los enmarca
así en Ventana de mis sentimientos. Es ese mismo espíritu que se presenta ante su
amada diciéndole que viene sangrando, herido por culpa de una espina, “La espina”
que halló en el camino. O ese espíritu que en Confidencias pide a su amada que no lo
olvide. Es también ese espíritu que canta que es como gaviota que se va volando por
el ancho cielo… Suspiros del alma, es el espíritu que en la canción refleja destellos de
una gran pasión, cuando el alma sufre, cuando el alma llora.

Entonces, el espíritu de las canciones en Gustavo Gutiérrez es toda esa fuerza


expresiva, llena de sentimientos que nos transmite en sus canciones.

Pero vayamos al origen que prefigura, dimensiona y forma ese espíritu. Cuando el
filósofo alemán, Heidegger afirma e indaga sobre el origen de la obra de arte, dice:

Origen significa aquí aquello a partir de donde y por lo que una cosa es lo que es
y tal como es. Qué es algo y cómo es, es lo que llamamos su esencia. El origen
de algo es la fuente de su esencia. (Heidegger. Pg. 1).
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A partir de esas líneas, podemos preguntar cuál es el origen y la esencia de las obras
de los autores vallenatos. Aunque no abarcaremos esa generalidad por la complejidad
y profusión de estilos y concepciones y líneas que se dan dentro de este género
musical. Sí nos preguntaremos cuál es el origen y la esencia de las canciones vallenatas
del compositor y poeta que nos ocupa. Y podemos responder que el origen de las
canciones de Gutiérrez obedecen a un material de trabajo tamizado en procesos de
alta sensibilidad que posibilitan la apertura en tiempo y espacio para una gran obra,
cuya esencia está en la relación de su lenguaje con los elementos que representa: sus
propias vivencias, sentimientos, paisajes, personas, hechos, rituales, costumbres, y, a
los que él somete o subordina en sus discursos estéticos, sus canciones.

Entre obra y artista existe una relación indisoluble, porque el artista indaga, des-oculta
en un abisal plasmático de elementos, y formaliza un hecho estético, y este material
sin las delimitaciones de los elementos que, en el proceso creativo el artista hace de
ellos, no son más que eso, elementos. El artista es artista en cuanto ejercer el oficio
de hallar, y la obra en cuanto obedece a su calidad de hallada. Los dos se deben a
esa entrañable relación. Por eso Heidegger anota:

Gracias a la obra; en efecto, decir que una obra hace al artista significa que si el
artista destaca como maestro en su arte es únicamente gracias a la obra. El artista
es el origen de la obra. La obra es el origen del artista. Ninguno puede ser sin el
otro. Pero ninguno de los dos soporta tampoco al otro por separado. (Heidegger.
Pg. 1).

Y no se soportan el uno y el otro por separado, porque son esa unidad de lo ente en el
ser que finalmente deja ver el pensador alemán. Él enuncia que todo está en el ser, los
animales, los hombres, las cosas, las plantas, los utensilios, los ritos, los dones. Habla
de esa velada fatalidad suspendida entre lo divino y lo contrario a lo divino que recorre
al ser, y cuyo dominio escapa al hombre, quien no está en capacidad de conocer esa
totalidad (Heidegger. Pg.23).

Pero tenemos, que el artista, quien instala una obra, cuenta con cierta fortuna para
leer en el misterio y arrebatarle la parte que consigo expresa en el poema, la canción,
la representación de la forma y el color en la pintura. Mientras más se piense en la
vastedad de la unidad, mayor es la representación que se saca de esa enormidad
(Heidegger. Pg. 23). Gustavo se acerca a esas vastedades, siempre habla de eternidad
e infinitud. Y el dios que alienta y habita en el ser y los entes (las cosas) le propicia al
autor, en cuanto artista, la apropiación de su obra.
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Dice Heidegger para clarificar el des-ocultamiento del artista: “Pues bien, alguien que sin
duda lo sabía, Alberto Durero, pronunció esta conocida frase: «Pues, verdaderamente,
el arte está dentro de la naturaleza y el que pueda arrancarlo fuera de ella, lo poseerá».”
(Heidegger. Pg. 34).

Gustavo Gutiérrez al construir su universo, al des-ocultarlo, aclararlo, lo separa del


mundo al que estaba ligado como material, y que empieza a ser universo al ser mirado
por el artista, al ser concebido por su sensibilidad, al ser apropiado por su deseo.
Todo artista desea fundar, ese es su oficio y su labor, ese, su don. Así, encuentra su
belleza, su verdad, que al decir de Heidegger: “La verdad es el des-ocultamiento de lo
ente en cuanto ente. La verdad es la verdad del ser. La belleza no aparece al lado de
esta verdad. Se manifiesta cuando la verdad se pone en la obra”. (Heidegger Pg. 40).

Des-ocultar para erigir la obra, también consagra, sacraliza a la obra, y ella es sagrada
en el sentido en que abre la posibilidad para que habite el dios. No todo logra ese
espacio abierto a la posibilidad de posesión del dios. A ese nivel existe una dignificación
y un esplendor, dignidad y esplendor indispensables para la presencia y hábitat de lo
sagrado. Heidegger acerca su visión a la concepción humanista- teológica de Pico de
la Mirandola, expuesta en La dignidad del hombre, y en toda esa tradición hermética
de la que participa también Raimundo Lulio, quien describe las dignidades de Dios
(Dignitas dei) que corresponden a las virtudes del hombre para acercarse a Él, a
Dios. El dios necesita una exigencia para estar, para habitar, y esa es la dignidad, el
esplendor.

Hermes Trimegisto, en su Corpus hermeticum, establece el principio en la Tabla de


Esmeralda: Lo que está de bajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es
como lo que está abajo. Es el don de la correspondencia, el espejo que identifica la
imagen. Entonces, con la dignidad y el esplendor se consagra el templo para morada
del dios. Así el artista acerca su obra a condición divina, haciéndola digna como
receptáculo de ese aliento, entregándole majestuosidad, esplendidez y lustre. Cuando
lo logra, ella queda instalada en la enormidad. Y hablamos de obras consagradas a
esa enormidad no a la voracidad de lo efímero.

Ariel Castillo (2001) en su apreciación de la obra de Adolfo Pacheco Anillo, dice:


“La única manera de ganarse un puesto en la historia de la poesía o de la música
es presentando un mundo propio, inconfundible.” En efecto, Gustavo Gutiérrez
ha concebido el suyo, con sus densidades y latitudes, tiempos y espacios. Lo ha
concebido creando un pensamiento estético, donde la visión metafórica de su mundo
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concibe el paradigma que busca como artista, como poeta, como cantor. Fragua así a
partir de los elementos que recrea –de los temas que lo atan a su pueblo, su gente, su
paisaje, sus costumbres y preocupaciones– el mundo que representó con su lenguaje
compositivo: una cosmovisión del Valle.

ALGUNAS PREOCUPACIONES Y TEMAS


EN LA OBRA DE GUSTAVO GUTIÉRREZ
En la revisión que hacemos de la producción de Gustavo Gutiérrez encontramos una
serie de temas que giran, gravitan, son y están allí en el mundo que recrea, que son
sus preocupaciones, su mirada, que lo atrapan y hacen de él un ser existencial que
grita lo que ve, piensa y siente en sus canciones. Los temas más recurrentes son el
amor, el paisaje, los amigos, sus versos (sus canciones), el tiempo, con un énfasis
especial en el pasado, la felicidad, la eternidad, entre otros.

EL PASADO

En la plenitud no existe el tiempo como límite, sólo existe en la concepción del hombre,
y la forma como se percibe, varía de acuerdo con la cultura. El poeta, el creador,
puede adentrarse en sus vivencias y aunque pertenezcan al pasado él les estatuye
su espacio en un único y valedero tiempo. En su estudio sobre Fredy Molina, Lyda
Vega, establece la dicotomía pasado/presente, tiempos en los que el compositor
patillalero dispone los elementos para organizar su mundo y el tiempo que fluye en él.
Un presente que se hace cercano desde el uso del pronombre destinatario “tú” y un
pasado “palpitante”. Esa categoría y la concepción misma del tiempo, en Molina, nos
son válidas también para ilustrar en la construcción de lo temporal que hace Gutiérrez
en sus canciones. (Vega, Lyda. 2010: 160, 161). No olvidemos la cercanía que hubo
entre los dos compositores y el diálogo que oficiaron y sostuvieron a nivel musical.

Es importante preguntarse aquí, cuando se revisa la temporalidad, cuán grande es la


validez, la verdad, la condición de un pensamiento que siempre se reactualiza como
es el del poeta Manrique, ese que expresa en Coplas a la muerte de su padre, cuando
es del parecer de que todo tiempo pasado fue mejor. Gustavo Gutiérrez asume el
pasado como línea axial en su cosmovisión musical, dándoles los matices de su
mundo particular e imprimiendo en ese mundo y ese pasado su impronta personal.

En las coplas de Manrique, obsérvese, como en los versos 10, 11 y 12 se hace una
valoración en demasía positiva del pasado, teniendo en cuenta que es una elegía a
partir de la muerte de Don Rodrigo, padre del poeta, que reflexiona sobre la vida, la
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fama, la gloria y un pasado histórico y general, cuando el presente no parece tener


sentido con la presencia de la muerte. Es la fijación en la memoria de gestas y hechos
grandiosos, cuando la referencia primordial en el momento de la reflexión es la pérdida,
la muerte, y su llegada ineludible, por ello el poeta valora, lo que está más allá y por
encima de la pérdida, que es lo que le confiere gloria y queda fijado en los versos de
Manrique:

cómo, a nuestro parecer, 10


cualquiera tiempo pasado 11
fue mejor. 12

Gustavo Gutiérrez escribe una historia con el permanente referente del pasado. Aunque
no es un pasado histórico y grandilocuente, como en el de las Coplas de Manrique, el
pasado histórico que circunscribe al poeta, nuestro compositor, es un pasado donde
el sentimiento fluye, el paisaje descubre el asombro, donde la costumbre amada, es,
y luego, subsiste en el recuerdo.

En Amores que van y vienen rubrica: “Yo vengo de aquel pasado / de canciones y
ternura”… “desempolvando recuerdos”. En Camino largo suscribe el mismo verso,
y lo pone a dialogar con otro contexto. Otro verso: “si mis palabras conservan el
aliento /las viejas huellas de mi vida cantarán”. En El cariño de mi pueblo orgulloso
confiesa: “he tenido momentos felices, / de esos que no se olvidan.” En Parrandas
inolvidables nos hace partícipes de que vuelve por la nota vieja, y nos describe los
caminos del recuerdo: “caminitos solitarios hoy quedan / hoy quedan en el recuerdo /
no se escucha por el pueblo un acordeón/es un hecho ya perdido / cuánto añoro ese
pasado del folklor / se acabó con ese estilo”.

Otros versos de Parrandas inolvidables nos anuncian permanentemente una indisoluble


relación con ese pasado como fuente de su composición:

“aun queda fresca la huella de un ayer / que tanto quería / parrandas inolvidables se
fueron / callecitas tan lejanas”

Los versos florecen en la fascinación por historias y momentos sociales vividos, donde
la amistad, el amor, la casa, la calle, el barrio, el paisaje percibido y ligado a través de
la emotividad del momento, viven el protagonismo y la permanencia en la memoria a
través del verso cantado, como material poético.
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En Regalo mis canciones el pasado tiene la dignidad y la completud que entrega su


felicidad o el ideal de la felicidad. En los versos de la canción desplaza la búsqueda de
la felicidad no encontrada en el pasado a un hipotético y mejor futuro:

“quién no llora si el amor se va / pasa el tiempo llega otro mejor, / quién me da el aliento
para vivir”.

En otros versos, en Regalo mis canciones, se establece una pequeña oposición,


una consideración, diríamos, con el pasado ideal que enuncia muchas veces. En los
siguientes versos se vive y se comunica una sensación del dolor, y lo advierte:

“Hoy regalo mis canciones / todas ellas por montones / quién las quiere de regalo, /
hay momentos en que duele / en que duelen sus verdades, / sus tristezas del pasado.”

En Rumores de viejas voces, el pasado y sus hechos tienen la fuerza, el brillo, lo


dignificante a los ojos del poeta, que ya no es, que se perdió, se fue:

“Ya no se escuchan las notas acordes / de viejos sones de Tobías Enrique, / Jaime
Molina y sus versos de amores “/…“porque mi tierra ya no es lo que fue / emporio de
dulce canción, / remanso de dicha y de paz”.

EL AMOR

El amor, el supremo ideal, al que le han cantado todos los poetas. El amor, la razón
del equilibrio y el sustento de lo existente. La fuerza que lanza las esferas a ser y estar
en su movimiento: La razón misma de ser de esas esferas, y cuyos principios nos
lo relata Maimónides en La guía de perplejos, un tratado que concilia las supuestas
contradicciones entre la fe y la razón. El amor, el Eros griego, que se opone a la
muerte, y dios al cual los filósofos le confieren importancia en su relación con el alma,
la belleza y la posibilidad de aprehender las ideas.

El amor en el poeta del romanticismo del Valle es filial, es intenso y extenso. Se prodiga
a los amigos, a la mujer, a la gente, al paisaje, al pasado, a un futuro prometedor de
felicidad. Esa fuerza no podía ser indiferente al cosmos musical de Gutiérrez. El amor
siempre ha exaltado a los poetas, ha sido por siempre motivo y musa. Veamos los
versos de algunas canciones para saber como está representado en el aliento de
nuestro poeta del Valle de Upar.
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En Parrandas inolvidables: interpela a una calle para que lo escuche, una calle vinculada
al amor: “callecita tan lejana de un amor / escucha mi queja…” y en los siguientes
versos: “yo no puedo separarme / de las cosas mas hermosas más ligadas a mi vida /
como estar enamorado / y escuchar de Hugues Martínez su guitarra tan sentida”. Con
ellos nos aproxima a una marca, al sentimiento que implica los momentos, detalles y
elementos asociados.

En Camino largo, el poeta va tras los elementos que le hayan impreso a su vivencia
el sentimiento del amor: “Busco en las noches serenas de mi tierra / la triste nota
que brota de un acordeón / para sentirme de nuevo enamorado…” En esa vivencia
vislumbra momentos negativos que la empañarán, y exagera con el lexema “muerte” un
hipotético y extremo destino. Pero decide huir a esa condición para sellar la solución:
“miraré hacia el cielo y entre las montañas / volará mi pensamiento muy lejos de aquí /
con paso muy firme buscando un camino / donde pueda detenerme al olvidarte a ti /
bajo un nuevo cielo sembrar nueva vida / cuna de esperanza donde pueda ser feliz”.

En Regalo mis canciones, lleva de lo particular a lo general, del amor amistoso que
se siente por un amigo y del amor a una mujer, de ese amor particular al amigo y a
la mujer al amor totalizador, como principio para vivir y percibir todo con una mirada
amorosa: “He extrañado a un amigo al partir, he sufrido por una mujer / en verano la
brisa del campo que ha inspirado de dicha y placer / pasa el tiempo llega otro mejor
quién me da el aliento para vivir / mucho he madurado para sentir la tranquila forma de
ver el mundo con más amor.

En No se pedir perdón, se da cuenta de actos y rituales cotidianos que obedecen


al amor, como una caricia, atender y cuidar la flor que gusta y adorna, para que ese
mismo sentimiento amoroso se prodigue en crecimiento, fortaleza y vida, lo que
significa el amor expresado en el cuidado, en el cultivo: “Deja mis manos que te
acaricien”…”riegas la tierra, le das aliento y los rosales florecerán”

En Lloraré, el amor es asimilado al querer: “Lloraré cual los hombres que sinceros
son / cuando no los quiere una mujer / y en sus noches gime el corazón…” Vemos
seguidamente que existe un cambio de lugar, un vuelo, una huida, para eludir la
molestia de la situación negativa, y anuncia la vuelta cuando exista la ausencia o
eliminación de tal situación: “Volveré….volveré / cuando ya con el tiempo destruya el
veneno malevo / que fue tu querer”.

En Sin medir distancia. El autor da cuentas del amor mencionando su opuesto, el


odio, y donde manifiesta alejarse de él. Se emprende la huida, el vuelo para evitar el
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dolor: “Quisiera volar muy lejos, muy lejos/ sin rumbo fijo/ buscar un lugar del mundo
sin odios / vivir tranquilo”. Identifica lo que negativiza la plena vivencia del amor, la
plenitud de la felicidad:

“Eliminar la tristeza / las mentiras y las traiciones”. Seguidamente prevé la dificultad


de encontrar la plenitud y promete el aprovechamiento de la fugacidad del placer, la
alegría, del momento, instalándose en la declaración de un carpe diem: “Cualquier
minuto de placer será sentido en realidad / si lleno el alma, si lleno el alma de eternidad”.

En Calma mi melancolía, nace un amor sentimental, y todo será dispuesto para la


majestuosidad del momento, como acontece en El nacimiento de Venus, de Botticelli.
El espacio y lo que hay en él se confabula para tal acontecimiento, así será dispuesto
en la canción. La vivencia del amor debe ser digna, y esa marca debe ser la eternidad:

“Nació un amor, sentimental, nació de ti”. / “Por siempre te quiero y serás mi eterno
amor”

Y, en los versos la pureza, la esencia, el ideal que condensa la magnitud:

“me diste toda tu esencia pureza mujer hermosa / me contabas tus ideales de
amores…”

“Como la flor que acaricié en mi niñez / siento tu aroma fresco y puro de mujer”

Pero aun así, y dadas esas dimensiones, no se descarta la sorpresa y, El amor duele
o puede infligir el sentimiento del dolor:

“La misma persona me vuelve a causar dolor…”

LA FELICIDAD
En la felicidad, otro de los ejes temáticos de las canciones de Gutiérrez nos remite a
un ideal que ha sido objeto de la mística.

En Mis condiciones, esa petición a rencontrar el camino remite al ideal de la Beatriz en


Dante, guía de la felicidad:

“Cansado de cosas vanas / se me aburrió la vida / se nota que estoy buscando / una
alegría perdida / ayúdame a re-encontrarme / por favor te lo pido / ahuyenta de mí la
sombra / enséñame el camino. / Quiero morir dentro de mí / y en otro ser resucitar”.
Enuncia un momento místico, advierte que tiene hastío de las cosas vanas, las que
se encuentran en la vida material. Subraya en el discurso el ánimo que tiene en la
búsqueda de la vida plena, que brinda la felicidad que perdió el hombre. Es una gran
metáfora del génesis, y una apuesta por el nuevo hombre, el nuevo Adán.
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Es una metáfora que trasciende el nivel de conciencia, y puede que se exprese en


los versos del canto sin que el autor así lo suponga, es un sentido de religación
pero se plasma como ideal que subyace en la canción, y aunque así no lo haya
concebido el poeta es válido en la interpretación. Esa marca ideológica está allí en el
plano sentimental y real.

Es un sentimiento constante. Nos presenta a la amada, a su ideal, y dice, y mira a la


cotidianidad del amor, del terrenal:

“Acostumbrándome ya estoy / a verte todos los días / profundos deseos yo siento…”

LA ETERNIDAD, LA INFINITUD

La eternidad, la infinitud son temas, conceptos importantes en las canciones de


Gustavo Gutiérrez, a través de los lexemas que representan y refrendan esas ansias
de eternidad, y aseguran su permanencia a través de la afirmación. Con ello, el
poeta ejerce de verdadero poeta, observador lúcido, y quien tiene conciencia de una
condición, de una simbología y poder primigenios asignados al lenguaje. Les confiere
una porción del carácter de lengua perfecta, ese que Eco estudia y examina en su
tratado En búsqueda de la lengua perfecta, la lengua que habló Adán, que tenía la
riqueza y las propiedades teúrgicas (Eco, 1999). Hoy se hace uso de retazos de
tales propiedades, y ese uso lo ejercen quienes trabajan la palabra y conocen su
poder. Características y poderes que suscitan el interés de Jorge Luis Borges, cuando
escribe en El Golem:

Si (como afirma el griego en el Cratilo)


el nombre es arquetipo de la cosa
en las letras de ‘rosa’ está la rosa
y todo el Nilo en la palabra ‘Nilo’.
Y, hecho de consonantes y vocales,
habrá un terrible Nombre, que la esencia
cifre de Dios y que la Omnipotencia
guarde en letras y sílabas cabales.
Adán y las estrellas lo supieron
en el Jardín. La herrumbre del pecado
(dicen los cabalistas) lo ha borrado
y las generaciones lo perdieron.
DESARROLLO REGIONAL Y COMPETITIVIDAD

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El lenguaje en sus distintos niveles nos ofrece usos, y los usos y rituales tienen sus
especialistas. El orador adhiere a su ideología voluntades, el taumaturgo cambia
realidades, pero el poeta la vaticina (de ahí, otra forma de nombrársele: vate).

Gustavo Gutiérrez, como conocedor del lenguaje poético, le asigna la carga simbólica
para obtener lo que quiere: la eternidad. Esa infinitud que sondea a través del misterio
del canto. Piezas como: Canciones que van y vienen, El cariño de mi pueblo, así lo
confirman, hablan de eternidad.

LA ROSA, EL SÍMBOLO

A Gustavo Gutiérrez se le ve en sus conciertos con una rosa o con cualquier otra flor
en sus manos, y la mira, la alza, la entrega. Hace más de veinte años cumple este
ritual, y unido a él derrocha ternura, canto, pureza e ideal. La rosa, símbolo místico por
excelencia. Una ofrenda a su público, a sí mismo y al cosmos.

CONCLUSIONES
Tenemos en las canciones de Gutiérrez una compleja, meditada y bella síntesis del
pensamiento y el sentimiento del Caribe en una música que en la cultura y visión festiva
de Colombia, aquí en nuestro territorio no le es indiferente a nadie. Él, Gustavo ofició
como el primer romántico y ese sentimiento continúa en el espíritu de sus canciones.
Ya autores como Roberto Calderón, se cuentan como vestigio de un romanticismo y
lo declara en El último romántico.

Seguir escuchando la música de Gustavo es un culto al honor de ese Sumo sacerdote


de la palabra, Don Gustavo. Que así sea por siempre.
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REFERENCIAS
• Heidegger, Martín. El origen de la obra de arte. Versión española de Helena Cortés y Arturo Leyte.
Caminos de bosque. Ed. Alianza. Madrid, 1996.
• Alighieri, Dante. La divina comedia. Ed. Espasa Calpe. Madrid, 1994.
• Diccionario de la Real Academia de la lengua Española, 2010.
• Diccionario de Filosofía. Florián, Víctor. Ed. Panamericana. Bogotá, 2002.
• Diccionario filosófico. Comte-Sponville. Ed. Paidós. Barcelona, 2005.
• Hermes Trimegisto. Corpus Hermeticum. Sin fecha.
• Borges, Jorge Luis. http://www.poemas-del-alma.com/jorge-luis-borges-el-golem.htm
Consultado el 13 de abril de 2013.
• Urango, Juan Carlos, y Arrieta René. Entrevista a Gustavo Gutiérrez. Programa Música del Patio.
UdC Radio. Cartagena de Indias, 2013.
• Castillo, Ariel. Cuaderno de Literatura Hispanoamericana y del Caribe colombiano. Ed. Ceilika.
Cartagena, Barranquilla, 2010.
• Vega Castro, Lyda. Cuaderno de Literatura Hispanoamericana y del Caribe colombiano. Ed.
Ceilika. Cartagena, Barranquilla, 2010.
• Ariza Daza, Óscar Andrés. Cuaderno de Literatura Hispanoamericana y del Caribe colombiano.
Ed. Ceilika. Cartagena, Barranquilla, 2010.
• Urango, Juan Carlos. Versos que cuentan. Ed. Pluma de Mompós. Cartagena de Indias, 2011.
• Van Dick, Teum. Análisis Crítico del Discurso. Ed. Athenea Digital, 2010.
• Platón. Diálogos. El Cratilo. Ed. Gredos. Madrid, 1987.
• Bruno, Giordano. El sello de los sellos. Ed. Libros del innombrable. Zaragoza, 2007.
• Eco, Umberto. En búsqueda de la lengua perfecta. Ed. Crítica. Barcelona, 1999.
• Farinelli, Arturo. El romanticismo en Alemania. Ed. Argos. Buenos Aires, 1948.
• Manrique, Jorge. Coplas a la muerte de su padre. http://users.ipfw.edu/jehle/poesia/coplaspo.
htm. Consultado en abril 12 de 2013.
DESARROLLO REGIONAL Y COMPETITIVIDAD

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CANCIONES DE GUSTAVO GUTIÉRREZ

• Amores que van y vienen.


• Así fue mi querer.
• Camino largo.
• Confidencias.
• El cariño de mi pueblo.
• La espina.
• La gaviota
• Lloraré.
• Mis condiciones.
• No sé pedir perdón.
• Parrandas inolvidables.
• Paisaje de sol.
• Regalo mis canciones.
• Rumores de viejas voces.
• Sin medir distancia.
• Ventana de mis sentimientos.

CANCIONES REFERENCIADAS DE OTROS AUTORES


• Alicia dorada. Autor: Juancho Polo Valencia. Intérprete: Alejandro Durán.
• Mi primera canción. Autor: Rosendo Romero. Intérprete: Los Betos.
• El último romántico soy yo. Roberto Calderón. Intérprete: Los Hermanos Zuleta.

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