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CAPITULO 2
CULTURA DE CALIDAD
La cultura es el patrón por medio del cual todos los individuos que pertenecen a un
grupo o sociedad son educados e incorporados a la actividad del mismo. La
cultura es móvil y dinámica, ya que cambia en función de los retos que enfrentan
los grupos.
Teoría general
Los grandes cambios se pueden dar en todos los ámbitos de la vida de una
sociedad: la distribución del ingreso, la educación, la manera en que se trabaja y
se gobierna, entre otros espacios. Aunque la educación no es el único factor
influyente en la modificación de la cultura, todos los cambios en ésta se basan en
modificaciones a la política educativa y su instrumentación.
Los grandes cambios son el fruto no de una sino de muchas causas. Por ello, las
organizaciones modernas requieren de un cambio de cultura hacia la calidad. Para
hablar de cultura de calidad es necesario empezar por definir el primer término de
la expresión. Según Khan “la cultura capacita al hombre con una ampliación
adicional de su aparato anatómico, con una coraza protectora de defensas y
seguridades, con movilidad y velocidad a través de los medios en que el equipo
corporal directo le hubiere defraudado por completo”. Además, menciona que
cultura o civilización es todo aquello que incluye el conocimiento, las creencias, el
arte, la moral, el derecho, las costumbres, el lenguaje, la conducta y cualquier
hábito o capacidad adquirida por el hombre, por el hecho de ser miembro de la
sociedad.
Para comprender la importancia de este tema, conviene especificar un poco más las
aplicaciones de la cultura sobre las personas y los grupos. La cultura conforma los
siguientes aspectos de una sociedad o de un grupo:
Todos estos niveles explican por qué dentro de una misma cultura nacional,
cohabitan personas con diversos comportamientos. También aclaran el hecho de
que existan dentro de una sociedad grupos con culturas diferentes a las
predominantes. Estos grupos poseen una subcultura, que es el conjunto de
percepciones, valores, creencias y costumbres significativamente diferentes a los
de la cultura de referencia.
No existe una cultura superior a otra. Así lo han establecido los estudiosos de la
antropología, y el punto clave es que no se puede decir que la cultura de una
nación sea superior a la de otra sólo porque se considera que ha sido la causante
del desarrollo intelectual o económico de esa nación. Salzmann proporciona un
criterio para evaluar una cultura: la única medida que puede existir para poder
evaluar una cultura es el grado en que ésta ayuda al grupo o al país a responder a
los retos que se le presentan. Ello significa que una cultura no es superior a otra
por su grado de complejidad o por su desarrollo económico, sino por el grado en
que le permite al país responder a sus necesidades presentes y futuras.
Juran analizó las razones culturales por las cuales Japón logró la transición hacia
la calidad, y menciona entre otros factores los siguientes:
2. Distancia de poder. Este factor indica el grado en que los individuos menos
poderosos de un grupo aceptan una distribución desigual del poder, ya que mide el
grado de igualdad o desigualdad entre la gente que conforma la sociedad de un
país. Cuando la distancia de poder es alta, significa que la sociedad ha permitido
que las desigualdades de poder y bienestar crezcan. En este tipo de sociedad es
más probable que se presente un sistema de clases muy marcado que no permite
la movilidad social de sus ciudadanos. Una distancia de poder baja indica que la
sociedad no acentúa las diferencias de poder y bienestar entre sus ciudadanos.
En estas sociedades, la igualdad y el generar oportunidades para todos son
factores importantes. En una cultura caracterizada por un alto grado de distancia
de poder, los subordinados respetan la cadena de mando como una alta prioridad.
En culturas con bajo distanciamiento del poder existe más interacción entre los
integrantes de los diferentes niveles sociales o de autoridad.
Las organizaciones con mayor calidad muestran una tendencia hacia el escaso
distanciamiento de poder. Algunas de sus características son la confianza en las
personas, el trabajo en equipo, el involucramiento de todo el persona, empleados
con autocontrol y autodirigidos, poca supervisión, seguridad en el trabajo,
compensaciones justas, reconocimiento por los logros y trato humano a los
individuos.
Las organizaciones de calidad requieren que este factor esté en un nivel alto en lo
que respecta al personal operativo, el cual debe mostrar disciplina en el
cumplimiento de estándares y procedimientos de calidad; en cambio; sus directores
deben mostrar una baja evasión a la incertidumbre para poder generar estrategias
creativas que den a ala empresa una mejor orientación.
Las organizaciones que han logrado consolidar una cultura de calidad muestran
una alta orientación a largo plazo; sin embargo, en situaciones de una cultura de
calidad incipiente es más favorable una baja orientación a largo plazo que
favorezca los muchos cambios que será necesario realizar durante el proceso de
implantación.
Lawrence & Yeh presentan una comparación entre las culturas de Japón y México.
Estos autores buscaban analizar las posibilidades de éxito que tendrían la
aplicación de las técnicas de manufactura japonesas en empresas mexicanas.
Puesto que, con frecuencia surgen dudas sobre la aplicabilidad en Latinoamérica
de los conceptos y herramientas de calidad total que han tenido éxito en Japón, se
exponen aquí los resultados de dicho estudio. El modelo de comparación se enfoca
CULTURA ORGANIZACIONAL
-El país. Toda empresa es una subcultura dentro de un país, por lo que éste,
en cierta forma, determina la cultura de aquélla.
-Cambio en el medio. Un ambiente de trabajo cambiante requiere de una
cultura flexible y con sensibilidad, donde exista la libertad individual
suficiente para reaccionar, pero también un control claro sobre las acciones.
-Diversidad. Para el buen funcionamiento de una organización donde existen
diversas funciones, se requiere de un grado de individualismo que permita al
personal actuar con iniciativa y respetar el trabajo de los demás.
-El personal. Éste es un elemento muy importante, pues en el caso de que la
cultura organizacional sea, por completo, congruente con la del individuo, el
empleado estará satisfecho. Además, la posibilidad de cambiar la cultura de
una organización dependerá de la existencia o no de miembros que posean
las características de la cultura que se desea adoptar. Ello significa que
cada persona, en cierto grado, acepta, pero también modifica su cultura.
La cultura organizacional comprende todo aquello que sea expresión del sentir de
la colectividad de una organización, como por ejemplo, los estilos de trabajo, las
estructuras organizacionales, las relaciones sociales internas, las decisiones
administrativas fundamentales, la manera de reaccionar ante cualquier imprevisto
o problema, los supuestos sobre los que se opera en cuanto a la forma correcta o
incorrecta de hacer las cosas, los criterios con los que se evalúa un comportamiento
correcto o incorrecto respecto a los estilos de dirigir, de organizarse, de
relacionarse, etc. Todos estos aspectos conforman la cultura interna de una
organización.
Wall y Solum sostienen que si se intenta llevar a cabo un cambio cultural interno en
una organización, se deben tomar en cuenta lo que ellos llaman “las leyes
naturales de las organizaciones”, las cuales son:
-Movimiento: en esta parte del proceso, los individuos efectúan el cambio necesario,
guiados por la dirección. Este cambio se debe hacer en dos niveles culturales: el
de aceptación y el de valoración del cambio, lo que incluye los supuestos base de
la organización, así como la adopción de nuevos hábitos de trabajo.
-Recongelamiento: los hábitos introducidos en el punto anterior, al ser asimilados
lentamente por los miembros del equipo, se internalizan y se vuelven parte de la
cultura. La responsabilidad de la dirección es reforzar este cambio mediante la
adopción de políticas y procedimientos de evaluación y reconocimiento del
desempeño humano que aseguren los nuevos hábitos de trabajo.
-Primarios: son los que actúan cuando se crea una organización, y por lo general
son resultado del estilo de trabajo del líder de ésta. Ejemplos: lo que atrae la
atención de los líderes, lo que miden y controlan regularmente; cómo se reacciona
en situaciones de crisis e incidentes difíciles; los criterios según los cuales los
líderes colocan sus recursos; como se forman personas modelo, cómo se enseña y
aconseja; los criterios mediante los cuales se entregan premios y se otorga estatus,
así como aquellos por los cuales los líderes reclutan, seleccionan, promueven,
retiran e incomunican a los miembros de la organización.
-Secundarios: llamados así porque en organizaciones jóvenes no son creadores de
cultura, pero en organizaciones maduras llegan a serlo. Además, sólo funcionan sí
son coherentes y congruentes con los mecanismos primarios. En el caso de que
lleguen a diferir, son fuente de conflicto y obstaculizan el desarrollo de la
organización. Los mecanismos secundarios son: el diseño tanto organizacional
como estructural; los sistemas y procedimientos organizaciones; el diseño de
espacios físicos, fachadas o edificios; las historias, rituales, leyendas o mitos
sobre el personal y los eventos; y los estatutos formales de filosofía organizacional,
los valores y credos.
Cuando se analizan estos mecanismos, se puede concluir que los primarios tienen
más relación con una forma libre de comportamiento de los individuos; es decir,
aquellos que conllevan una decisión, mientras que los secundarios están asociados
con los métodos de trabajo y las costumbres. Si se relacionan los dos mecanismos
con la metodología de Lewin, se puede apreciar que los primarios se orientan hacia
la fase de “descongelamiento”, en la cual se intenta mostrar un nuevo camino.
En todo proceso existen diversos problemas que pueden conducir al fracaso. Estos
problemas se pueden presentar en cualquier momento en que se intente realizar un
cambio hacia la calidad de acuerdo con las metodologías mencionadas o alguna
similar; los más comunes son:
-Sobrevaluación del enfoque racional. Muchas veces se supone que con el solo
hecho de explicar las razones para cambiar la gente lo hará, lo cual no es posible,
pues el cambio de hábitos implica un contenido emocional que conlleva su propio
proceso y debe ser controlado. En estos casos, se requiere de mejor planeación,
definir mejores objetivos, así como un mayor conocimiento de la naturaleza de los
cambios personales.
-Objetivos mal definidos. Este problema ocurre por no tener una guía clara de las
razones del cambio ni de los resultados deseados. Esto conduce a esfuerzos
ambiguos que, al no tener una dirección, pueden frustrar el cambio y causar
problemas adicionales.
Es fundamental que las políticas sean definidas en función del comportamiento que
se desea del personal; esto es algo que no puede tomarse simplemente de otra
organización. Las políticas surgen de un proceso de reflexión profundo y no deben
ser elaboradas a la ligera, ya que una vez comunicadas permanecen en la
organización largo tiempo. La forma de definir las políticas n o puede ser
democrática ni delegada a alguien que no tiene la visión global y futura de la
organización; éstas surgen de la alta administración en congruencia con los
sistemas y esquemas de liderazgo en donde se establece la cultura. Usualmente,
las políticas de comportamiento son plasmadas en lo que se conoce como código de
conducta o código de ética.
Por otro lado, las normas se derivan de las políticas que tratan de definir de una
manera más específica los comportamientos que no se permiten; usualmente son
generales para todos los miembros de la organización, aunque se “personalizan”
en la descripción de responsabilidades en cada puesto. Las normas deben ser
difundidas, preferentemente desde la inducción de una persona a la organización o
a un nuevo puesto.
Los valores son aquellas impresiones profundas que se tienen sobre la forma en
que se vive, sobre lo que se considera éticamente correcto o incorrecto, y que se
llevan a la vida personal de forma congruente. Los valores que posee una persona
con cultura de calidad son, entre otros, el interés continuo por el desarrollo
intelectual, saber colaborar con un grupo, el espíritu de servicio a la comunidad, el
Los hábitos son los comportamientos observables que reflejan los valores internos
de las personas. Una persona con cultura de calida tiene, entre otros, los
siguientes hábitos: la mejora continua, la atención y responsabilidad en el trabajo,
la prevención de errores, hacer bien el trabajo al primer intento, la planeación de
sus actividades en el corto y largo plazo, la evaluación constante de su desempeño
y la disciplina y constancia en el cumplimiento de sus compromisos.
La conclusión primaria de Mavila es: tan importante es este decálogo para poder
desarrollarse y obtener la riqueza que, incluso, si supusiéramos que un mago con
un poder infinito tocase con su varita mágica los Andes y en ellos abundase el oro,
tocase los ríos de nuestra selva y por ellos empezase a correr petróleo y tocase
nuestros mares y se repletasen de peces, aun con toda esa riqueza segaríamos
siendo subdesarrollados; ya que no habrían principios ni valores que normaran el
comportamiento. Y algo más, cuando esa riqueza se terminase, porque toda
riqueza es finita, volveríamos a ser pobres.