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ALFREDO I. ÁLVAREZ
usos del español. La forma verbal del imperfecto, por ejemplo, se enseñaba (y
se enseña) a partir de estructuras modélicas respecto a contenidos como
expresión de cortesía (Buenos días, ¿qué deseaba?), descripción en el pasado (la
habitación era muy clara), iteración (todos los días me daba un baño), duración
(por aquellos años no teníamos demasiado interés), presente atenuado (pensaba
que podríamos ir al cine, ¿qué te parece?), etc.
Quiere esto decir que, aun en los momentos de mayor auge de la
enseñanza tradicional, el estudio de la gramática recaía en usos y
construcciones no en el análisis solo de aspectos formales de la lengua ni de
simples reglas descontextualizadas.5 Esa era la base, por otro lado, de los
métodos de base estructural, especialmente en la formulación norteamericana
del llamado método audiolingual o «método del ejército» sustentado en la
enseñanza/aprendizaje de un conjunto de estructuras que resultaban
modélicas, precisamente por su alta rentabilidad y representatividad de los
usos lingüísticos. El español 2000 tenía como principal aportación la
presentación de los contenidos gramaticales precisamente a partir de
situaciones y documentos reales sobre la vida española con los que se
pretende la contextualización de los ejercicios estructurales.
No menos habituales son reproches del tipo de la gramática les resulta muy
aburrida y pesada a los alumnos o se trata de un conocimiento poco
instrumental con el que no serán capaces de producir espontáneamente sus
mensajes en situaciones cotidianas fuera del aula.6 Sin entrar a comentar si la
necesidad de abordar un conocimiento debe o no guardar relación con lo
aburrido que resulte su estudio, permítanseme dos consideraciones sobre tales
afirmaciones: en primer lugar, no es infrecuente que sean los propios estudiantes
quienes exijan al profesor las explicaciones gramaticales. En verbalizaciones
usuales como «me falta gramática», «mi gramática todavía no está buena» no
ocultan una intuición evidente: el conocimiento gramatical es útil porque les
aporta seguridad y ordena la progresión de su conocimiento de la lengua.
Y en segundo lugar, creemos de todo punto falsa la pretendida
incompatibilidad entre la enseñanza y aprendizaje del conocimiento
gramatical y el desarrollo de la capacidad para producir mensajes con
espontaneidad, fluidez y adecuación a la situación. Al contrario, un deficiente
aprendizaje de las construcciones, de las formas gramaticales y, sobre todo,
de los modelos de uso no conduce solo –como suelen afirmar quienes
postulan un comunicativismo a ultranza– a problemas de incorrección formal
sino que incide directa y negativamente en la capacidad de comunicación,
limitando el número y la diversidad de los mensajes. Es obvio que la
gramática en sí misma no enseña a hablar pero no lo es menos que una
Ariel, 2000.
6 «el saber gramatical resulta carente de todo sentido y valor sino [sic] se proyecta hacia la
comunicación […] Para nada sirve retener en la memoria un conjunto de datos o elementos
gramaticales sino [sic] se hace un uso comunicativo de los mismos» ( J. D. Martínez, ib., 41).
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Español sin fronteras, Cumbre –editorial ESGEL–, etc. o la proliferación de materiales dedicados
exclusivamente a la reflexión y práctica gramatical complementarios a los métodos de enseñanza
general del español.
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fundamentarla en opiniones como esta de Emilio Alarcos: «Lo que hay que enseñar en la escuela
y en los institutos es lengua, no gramática […] la gramática, por sí sola no enseña a emplear la
lengua, no enseña a expresarse correctamente» (Gramática de la lengua española, Madrid:
Espasa-Calpe, 1994; pp. 17-8). Se olvida, no obstante, que esta afirmación que va dirigida a la
enseñanza del español como lengua materna, a estudiantes, por lo tanto, nativos.
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Ayer mi compañero de piso dijo: «"Esta mañana me levanté muy tarde" y tú nos
dijiste que con esta mañana lo correcto era usar la forma me he
levantado».¿Está mal, no?
¿Por qué me dices que «querías ir mañana al fútbol» si es futuro?
¿Por qué una persona puede «ser alegre» o «estar alegre», pero solo puede «estar
contenta» y no se dice «es contenta»?
¿Por qué no podemos decir «ser muerto»?, la muerte es para siempre.
Si tomar no es un verbo reflexivo, ¿por qué me acaban de preguntar si «me he
tomado un pincho»?
9 Véase S. Corder, (1981): Error analysis and interlanguage. Oxford, Oxford University Press.
W. Nemser (1971): «Aproximative Systems of Foreign Language Learners», IRAL, IX/2, pp. 115-
123. L. Selinker (1972): «Interlanguage», IRAL, 3, 209. Estos dos últimos trabajo aparecen
compilados y traducidos en J. M. Liceras (1992) La adquisición de lenguas extranjeras: hacia un
modelo de análisis de la interlingua. Madrid: Visor. V
10 Miguel Carrea y José J. Gómez Asencia (2007): «La industria de la enseñanza del español como
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construcción estar más participio (está preparado); tendrán que utilizar las
estructuras básicas de la comparación (más que, menos que, tanto como) para
poder medir y expresar los diferentes grados en que estime o considere una
cierta realidad o cualidad. Y deberán conocer que su expresión superlativa
se realiza con procedimientos tan diversos como la incrementación con el
intensivo muy (muy listo), la sufijación con –ísimo (listísimo) o la adjunción
más expresiva de una construcción comparativa (más listo que una ardilla)
o consecutiva (tan listo que llegó a ministro). Con tales herramientas el
español les permitirá construir enunciados como
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consecuencia, en cualquier caso, de todos modos, con todo[y con eso]. Véase. A. Álvarez (1994),
«La determinación del sintagma en gramática funcional», Revista de la Sociedad Española de
Lingüística, 24/2, pp. 417-434.
13 A. Álvarez (2011), «Gramática y pragmática del enunciado», Verba, vol. 38. Santiago de
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pero solo comunican en el uso y este viene dado por las características del acto
de habla y los roles que en él desempeñan los hablantes. La comunicación se
alcanza, pues, fuera del estricto texto cuando las unidades se hacen mensajes.
Su determinación y análisis le corresponde, pues, a la pragmática.
3.2. Desde las aportaciones de John Austin (1962)15 y la teoría de los actos
de habla de J. Searle16 (1969), a los trabajos de H. P. Grice (1975) sobre la
lógica conversacional17 o el primer manual de pragmática de Levinson
(1983)18 ha sido una constante el análisis de los mecanismos no textuales
que intervienen en los procesos de elaboración e interpretación de los
mensajes lingüísticos en circunstancias concretas de comunicación. Los
estudios sobre la llamada cortesía verbal o sobre el discurso de la ironía nos
ayudan a ilustrar y comprender la interacción del texto con los distinto roles
y comportamientos sociales de los hablantes.
Hoy sabemos que ciertas estrategias conversacionales determinan la
formación del esquema de un enunciado hasta el punto de limitar o impedir
toda variación en la secuencia de contenidos seleccionados y en su estructura
gramatical. Parece obvio que un te quiero, chatina o incluso un te quiero
mucho (a pesar del intensificador) no resultarían tan adecuados a la solemne
intención de una declaración de amor como el simple y desnudo ¡te quiero!.
A esta fijación discursiva contribuyen innumerables convenciones y usos
sociales. Así, las múltiples posibilidades de selección textual de las que, por
ejemplo, dispone un hablante para aceptar la invitación al cine de un amigo
se verán drásticamente limitadas por el protocolo discursivo que le impone
un entorno tan distinto como la aceptación en matrimonio de su pareja. Si
para aquel son posibles respuestas como sí, hombre, encantado, bueno, vale,
por supuesto, chico, claro que sí, majete o paso, no me apetece, cualquiera de
ellas sonaría ante el sacerdote o munícipe oficiantes tan desconcertante, por
inadecuada, como al amigo que nos llamaba para invitarnos al cine un seco
y solemne ¡sí, quiero! El entorno se proyecta en estos enunciados como una
especie de protocolo inmovilizador, una estrategia comunicativa, en cualquier
caso, de la que solo puede dar cuenta el análisis pragmático.
Questions and politeness: Strategies in social interaction, ed., E. Goody, Cambridge University Press,
56-290. H. Haverkate (1994), La cortesía verbal. Estudio pragma-lingüístico. Madrid: Gredos.
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búsqueda de una mayor eficacia informativa. Por esa razón un hablante cortés
prefiere expresar su petición en el enunciado ¿podrías, por favor, guardar
silencio?, solapada bajo un conjunto de elementos atenuantes como el uso del
condicional, de la interrogación o la inclusión de la fórmula por favor, al más
imperativo ¡cállate!, más breve y claro pero menos cortés y más agresivo para
la autonomía de nuestro interlocutor.
Lo que coloquialmente conocemos como una «mentira piadosa» es en
realidad una estrategia conversacional que intenta minimizar el daño que le
produciría a nuestro interlocutor conocer la verdad. Así frente al enunciado
más directo y veraz tu padre ha muerto, preferimos el más cortés pero de
menor calidad informativa han llamado del hospital. Tu padre se ha puesto
peor.
Con el propósito de resultar más convincentes con frecuencia los
hablantes se involucran como sujetos de una acción de la que no serán
partícipes. El texto incluirá para ello «el plural de deslocalización»,20 estrategia
con la que alteramos la veracidad de nuestro enunciado, pero de probada
utilidad como herramienta de persuasión: recogemos los juguetes y nos vamos
a la cama, nos tomamos 1 comprimido cada 8 horas. Idéntica estrategia de
deslocalización explica el llamado «plural de modestia», empleado para
desviar el foco de atención al transferir parte de la responsabilidad del
hablante hacia sus interlocutores: como decíamos ayer…, así llegamos a la
conclusión…, sobre este asunto volveremos más tarde, como ya hemos
señalado en otro momento…
Cómo explicar, en fin, que en ciertas situaciones los hablantes puedan
preferir enunciados más políticamente correctos como ¡Miércoles! -
¡Cataplines! - Menudo tal que eres, en lugar de los más precisos emocional e
informativamente ¡Mierda! - ¡Cojones! - Menudo calzonazos que eres, si no es
por la necesidad de que ciertas formas eufemísticas eviten la mención de
realidades más o menos proscritas por el tabú o el buen gusto social.
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Nivel Umbral– 26 llega de la mano del Marco europeo de referencia para las
lenguas,27 emanado del Consejo de Europa y publicado en el año 2001 tras 10
años de discusiones y trabajos desde el congreso intergubernamental celebrado
en Suiza en 1991 bajo el título «Transparencia y coherencia en la enseñanza de
idiomas en Europa: objetivos, evaluación y certificación». Asumiendo los
principios del último desarrollo comunicativo, el llamado enfoque por tareas, el
Marco entiende la lengua como un instrumento de acción que nos permite
llevar a cabo las más dispares tareas en todos los ámbitos, y de socialización,
que concibe a los hablantes y aprendices de una lengua como individuos en
permanente interacción con otros usuarios y su entorno, como miembros de
una comunidad que ha de llevar a cabo determinadas tareas –no solo
lingüísticas– en situaciones concretas. La enseñanza/aprendizaje de una lengua
debe atender, por consiguiente, tanto a las habilidades comunicativas como a
las que hacen de un hablante un ser socialmente apto.
Mencionaré en este sentido dos de las aportaciones más interesantes del
Marco: las «actividades comunicativas» y las «competencias generales». Ambas
forman parte junto a otras como el contexto, las estrategias o los procesos,
de las categorías generales de la lengua, es decir, de los parámetros con los
que se describe el uso de la lengua y los distintos niveles de conocimiento
del hablante/aprendiz para utilizarla.
26 Van Ek, J. A. (1975). The Threshold Level in a European Unit/Credit System for Modern
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28 Pero la plena competencia en una lengua como el español –lo que el Marco se denomina
nivel de Maestría o C2– no podría alcanzarse si los aprendices no llegan a conocer y movilizar
todos los recursos, estrategias y procesos que se dan en cada una las actividades comunicativas
y no solo en las de expresión y comprensión oral o escrita. Por ello el Marco incorpora dentro
de las actividades de comprensión una nueva subcategoría, la comprensión audiovisual, que
especifica el tipo de actividad a la que el usuario se enfrenta cuando «recibe simultáneamente
una información de entrada (input) auditiva y visual», es decir cuando interactúa no solo con otro
usuario que lee un texto en voz alta, sino también al ver la televisión, una película en el cine o
al utilizar las nuevas tecnologías (internet, juegos audiovisuales, DVD, etc.). id., p. 73 [Consulta:
7 de noviembre de 2012].
29 Las «competencias pragmáticas», junto con las sociolingüísticas y las lingüísticas, conforman
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30 Si bien es cierto que la preocupación por algunos de estos contenidos ya estaba presente
en otros desarrollos del enfoque comunicativo –sobre todo como objetivos y contenidos de
carácter sociocultural y estratégico– nunca habían contado antes con una descripción tan
detallada.
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