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1. Se aborda el objeto de estudio con miras a comprender e interpretar una realidad que
interactúa con un contexto más amplio, con la finalidad de obtener conocimientos y
planteamientos teóricos más que de resolver problemas prácticos como lo podría
hacer la investigación Acción.
2. Se debe analizar e interpretar la información encontrada en campo, tanto la
información verbal como la no verbal, para comprender lo que hacen, dicen y piensan,
además de cómo interpretan su mundo y lo que en él acontece.
3. Un estudio etnográfico recoge una visión global del ámbito social estudiado desde
distintos puntos de vista: un punto de vista interno de los miembros del grupo y una
perspectiva externa, es decir, la interpretación del propio investigador, que en suma
puede mostrarnos la apropiación de las marcas en la vida como herramienta en la
construcción de identidad.
La etnografía nos permite investigar los pensamientos del consumidor sobre cosas
más allá del producto, nos permite comprender a la persona de manera más personal:
su biografía, personalidad, juicios y prejuicios o sus imágenes de marca
profundamente arraigadas.
En pocas palabras, la investigación etnográfica proporciona insights profundossobre el
mundo de nuestro target.
Paradigma Crítico
Interpretativo
Compromiso.
Responsabilidad.
Flexibilidad y capacidad de adaptación a diferentes realidades y situaciones.
Confianza en la persona y sus capacidades de autodesarrollo.
Mentalidad abierta que no plantea juicios de valor respecto a los destinatarios de las
propuestas.
Capacidad de comunicación y relación, imprescindible en un ámbito profesional
basado en las relaciones e interacciones sociales.
Creatividad e iniciativa en el planteamiento de propuestas, desarrollo de estrategias
metodológicas, búsqueda de recursos y promoción de dinámicas de acción grupal.
Capacidad para trabajar en grupo y de análisis crítico.
2.- La animación cultural
• La animación cultural: concepto
La animación cultural responde a la aplicación de la animación en el ámbito cultural
para dar respuesta a necesidades culturales. Éstas son necesidades relacionadas con
los procesos de autorrealización, conocimiento y expresión estética y creativa, que en
palabras de E. Ander-Eggpromueven o crean las condiciones para la transformación
cultural.
Progreso de la políticas culturales
Pero la definición de la animación cultural como tal es resultado de la evolución de las
estrategias políticas referidas a la cultura y su práctica social. Así, se puede señalar un
progreso de las políticas culturales en tres fases: la cultura
patrimonial, la democratización de la cultura y la democracia cultural.
La cultura patrimonial, (décadas 50-60 del siglo XX). Se parte de un concepto de
cultura como objeto de creación y disfrute de una élite social que desarrolla estrate-
gias de protección y conservación del patrimonio artístico.
La democratización de la cultura. (Décadas 60 y 70). Se entiende este concepto como
el desarrollo de una oferta cultural basada en la difusión de los productos culturales
(en sentido vertical de arriba abajo) dirigido a dar acceso a la población en general a
productos y servicios culturales elaborados principalmente por la industria del sector.
En esta fase hay que tener presentes los procesos de mercantilización de la cultura que
la transforman en un objeto de consumo masivo fundamentalmente pasivo.
Esta política reformista da lugar a situaciones en que si bien la oferta cultural aumenta
y se extiende territorialmente, también es cierto que lo hace de manera desigual, que
el acceso a determinados productos culturales continúa siendo restringido y que lo
hace de manera estandarizada y ajena a necesidades e intereses concretos de la
población. Además, no se da posibilidad a la recreación y a la respuesta expresiva.
La democracia cultural. (Décadas 80 y 90). En esta nueva fase se pretende dar
respuesta a las demandas de la población aun cuando se continúe trabajando
paralelamente en la difusión cultural.
Se parte del análisis de la realidad (contextos cultural), de la detección de necesidades
y de la definición de las demandas culturales latentes o potenciales, para mediar en la
dinamización de las iniciativas, la creación, la expresión y la vivencia lúdica de la
cultura como una dimensión más de la autorrealización personal y comunitaria.
Se trata por lo tanto de abrir las posibilidades del desarrollo de una manera de hacer y
vivir la cultura partiendo de la individualidad y de su comprensión en la comunidad.
Acción política y estilos culturales
En el proceso de evolución de las políticas culturales, desde la cultura patrimonial
hasta la democracia cultural, se desarrollan "maneras" de cultura que se ajustan a los
presupuestos y finalidades de la política que en ese momento queda definida.
Así, se distinguen tres maneras o estilos de hacer cultura que se entienden como tres
corrientes de acción de la política cultural: la cultura oficial, la cultura de masas y
la cultura popular.
La cultura oficial puede entenderse como la definida desde la potestad del poder
socioeconómico. Viene determinada por la dimensión de la cultura en su realización
por sectores de creación cultural profesionalizados (artes plásticas, escénicas,
literarias, música, etc.) en circuitos restringidos de creación, crítica, comercialización y
consumo a los que difícilmente se tiene acceso. Detenta un poder económico y social
conservador, y proyecta corrientes de creación y consumo cultural.
La cultura de masas. Fue definida en gran parte por el proceso de democratización de
la cultura por entenderse como una proyección social de las formas culturales
elaboradas por distintos sectores (teatro, cine, literatura, pintura, etc.) y valoradas
como formas de prestigio sociocultural que se difunden a nivel masivo para facilitar su
acceso y consumo masivos.
El proceso de desarrollo de esta modalidad de cultura es vertical, de arriba abajo, y el
producto cultural se ofrece terminado y listo para su consumo, por lo que no da
posibilidad a una respuesta creativa, ni a la participación. Ha sido paralelo al desarrollo
de la industria cultural de gran alcance y en base a principios económicos se desliga de
las concreciones culturales y de las demandas específicas.
Se entiende la cultura popular como la cultura elaborada desde las inquietudes
populares y sociales, siendo por tanto su expresión. Por esta misma concreción de-
pende de contextos específicos. Su organización y autonomía es relativamente
endeble frente a los influjos de las otras dos corrientes de cultura.
Sin embargo estas tres maneras de cultura realmente no se excluyen unas a otras, es
decir, la aparición de una no supuso la desaparición de la anterior sino que, de hecho,
comparten espacios y a veces pueden confluir en el desarrollo de estrategias y
actividades con la colaboración en intervenciones y aportaciones diferentes según los
intereses de cada uno de los agentes que en ellas participan.
El estilo actual: la cultura popular
En el momento actual se debería considerar la cultura popular como una expresión
comunitaria, desarrollada desde procesos de autogestión con el apoyo de políticas
culturales oficiales. Este estilo cultural se basa en la defensa de la democracia cultural
y surge como respuesta a demandas sociales, integrando los flujos de la cultura oficial
y de la mercantilizada en la justa medida en que aporten elementos enriquecedores y
abran nuevas posibilidades.
Por ello, la animación cultural encuentra el contexto adecuado de intervención en el
marco de la política de democracia cultural, es decir, en el marco de la libertad, la
participación ciudadana, la pluralidad y la autonomía. Todos ellos son conceptos que
aplicados a la práctica de la animación implican una intervención dirigida a facilitar el
desarrollo de la participación y autogestión ciudadana de proyectos de índole cultural
y plural, y por tanto, a la manera de cultura popular. De esta forma se puede dar
respuesta a demandas específicas y necesidades concretas.
Y para que esta respuesta se ajuste a realidades concretas, la perspectiva que se
adoptará será la local, aunque sin descuidar las relaciones e influjos que se dan en el
plano global, bien desde los distintos ámbitos de competencias administrativas, bien
desde los procesos de comercialización de la cultura que parten del sector privado, o
bien desde los flujos de corrientes y modos culturales que se dan en el plano
comunitario.
Se abren entonces las posibilidades de dinamización cultural, del carácter o sentido
dinámico de la cultura; ya no se trata sólo de una oferta de productos elaborados o de
un acercamiento a formas culturales de acceso restringido hasta ese momento. Se
intenta movilizar la actividad y la creatividad comunitaria desde la apertura de vías de
autogestión, autoelaboración y apropiación de la cultura.
Pero hay que insistir en que esta intervención ha de recoger y reutilizar los aspectos e
instrumentos positivos que se desarrollaron desde la línea política de la democratiza-
ción cultural, para complementar las mismas iniciativas sociales y ajustarse a
demandas existentes de acceso y disfrute a productos culturales, tanto a los
elaborados por la industria cultural como a los pertenecientes al patrimonio de la
comunidad.
La animación cultural y la atención a los distintos colectivos y contextos
Un aspecto que define la animación cultural es por tanto la atención adecuada y
ajustada a cada una de las personas y comunidades a las que se dirigen sus propuestas
y actuaciones, ya que se entienden como protagonistas o agentes de los propios
procesos de expresión y disfrute cultural, desde el desarrollo de su empoderamiento y
participación.
Para orientar el contenido de las propuestas de intervención a través de la animación
cultural se debe hacer una segmentación de los distintos destinatarios de dichas
intervenciones. En este sentido se puede atender a varios criterios, considerando
como características más importantes las relacionadas con la edad, las necesidades
específicas (especialmente de los colectivos más desfavorecidos) y el entorno o
contexto donde se desarrolla.
El siguiente cuadro desglosa esta categorización.
Aunque en unidades didácticas posteriores se hará un comentario detallado sobre la
atención a los distintos colectivos por edades en la práctica de la animación cultural, se
presentan a continuación una serie de indicaciones atendiendo a las franjas de edad y
a los distintos contextos.
Orientaciones sobre la práctica animadora según franjas de edad
La infancia. En esta etapa la animación cultural se orienta hacia el descubrimiento de
las posibilidades formativas y creativas desde la inserción en el contexto social en el
que se hallan.
Esto se lleva a cabo desde una educación en valores democráticos, en la apropiación
de la identidad cultural basada en el conocimiento y el respeto de las demás, en el
disfrute de las expresiones artísticas y en la participación desde la comprensión de la
persona en su globalidad.
Los objetivos que se pretenden son los siguientes:
• Desarrollar habilidades creativas para el desarrollo personal y social.
• Descubrir y desarrollar formas de ocio creativo.
• Adquirir distintas técnicas expresivas.
• Experimentar diversos lenguajes.
• Compartir experiencias creativas.
• Colaborar activamente en el desarrollo de productos colectivos.
• Desarrollar la identidad cultural.
• Descubrir y apreciar otras culturas.
La juventud. El desarrollo de la intervención de la animación cultural con este colectivo
tiene una doble dimensión:
• Ofrecer un soporte a las demandas y proyectos culturales de los jóvenes en sus
distintas expresiones.
• Ser un apoyo y medio de la integración de la persona en los grupos sociales. Esto es
muy importante, ya que esta es una etapa vital de cambios que pueden ser vividos
como momentos de desorientación, dificultad para relacionarse, búsqueda de la
propia identidad, etc.
Los objetivos a conseguir son los siguientes:
• Desarrollar la identidad cultural.
• Desarrollar capacidades de toma de decisiones y compromiso personal que permitan
el empoderamiento cultural.
• Vivir y cultivar el ocio creativo.
• Desarrollar capacidades creativas.
• Experimentar diversos lenguajes y técnicas expresivas.
• Compartir experiencias en la vivencia satisfactoria de la actividad grupal.
• Colaborar activamente en el desarrollo de productos colectivos.
• Establecer relaciones de integración comunitaria.
• Descubrir y apreciar otras culturas desde la comunicación intercultural.
La edad adulta. La animación, aun adaptándose a las características e intereses de esta
etapa de la vida, ha de recuperar el carácter lúdico y creativo en el desarrollo de
actividades con unos participantes que posiblemente tengan o desarrollen pocas
experiencias con estas características. Además, tiene que servir de estímulo para la
reflexión, la crítica, la toma de conciencia, el compromiso cultural y la participación
activa.
En esta edad deben crearse espacios para el encuentro, la valoración y la reflexión
grupal. También aquí la animación dará respuesta a la demanda de recuperar y/o desa-
rrollar el ocio creativo, las aficiones abandonadas o desconocidas y la respuesta a
necesidades e inquietudes personales que están más allá de las obligaciones laborales
y/o familiares, y también comunitarias.
En esta línea, los objetivos son:
• Desarrollar cauces para lograr el empoderamiento personal y comunitario.
• Desarrollar procesos de autorrealización personal mediante la vivencia, la
elaboración y el acceso a productos culturales.
• Tomar parte activa en la cultura.
• Compartir experiencias vitales.
• Desarrollar y vivir el ocio creativo.
• Desarrollar capacidades creativas.
• Experimentar diversos lenguajes y técnicas expresivas.
• Colaborar activamente en el desarrollo de productos colectivos.
• Dar expresión a la propia identidad cultural.
• Compartir vivencias multiculturales desde una verdadera comunicación intercultural.
Personas mayores. La atención a este colectivo se dirige a abrir posibilidades de
actividad y desarrollo de proyectos vitales desde la actividad, el encuentro comunitario
y el disfrute de esta etapa vital, atendiendo a sus propias características, necesidades,
motivaciones e intereses y siguiendo entonces el modelo de intervención
socioeducativa de actualización de los mayores.
Es el momento de recuperar la dimensión comunitaria de la persona, de buscar una
red de soporte y conexión con la realidad y de trabajar entre otros objetivos, los
siguientes:
• Vivir el ocio creativo.
• Recuperar la memoria colectiva y la propia identidad.
• Mantener relaciones con la actualidad comunitaria mediante cauces de participación
activa.
• Mantener habilidades intelectuales y de autonomía personal.
• Desarrollar capacidades creativas.
• Desarrollar relaciones sociales.
• Romper ciclos de aislamiento social.
• Compartir experiencias vitales.
• Disfrutar del encuentro cultural.
Orientaciones sobre la práctica animadora según contextos vitales
Contextos urbanos. Las propuestas de animación en contextos urbanos deben abrir
cauces para la expresión de inquietudes, intereses y necesidades; ser invitaciones al
encuentro social y a la integración en colectivos sociales, promoviendo la recuperación
de la identidad cultural y el encuentro intercultural. Para conseguirlo se deben proveer
espacios de autogestión o de gestión compartida para la creación, la participación y la
expresión comunitaria.
Rurales. En el contexto rural las propuestas incluirán la recuperación de formas y
estilos culturales propios previendo espacios y cauces para el intercambio y el diálogo
cultural que sean capaces de motivar, concienciar y movilizar a los participantes en
ellas hacia el empoderamiento de sus vidas. Es además importante que se promueva el
acceso a realidades distintas y distantes a la propia para superar el aislamiento que en
determinados contextos rurales puede existir, y así posibilitar el conocimiento y la
valoración de otras formas culturales.
Contextos institucionalizados. Son espacios para desarrollar propuestas de animación
capaces de dinamizar y sorprender la cotidianidad y la rutina del contexto institucional,
procurando siempre la apertura, relación e implicación con y del entorno de la institu-
ción, superando las barreras físicas. En ellos es muy importante estimular la
creatividad y la participación activa.
Las propuestas permitirán abrir vías para la expresión personal auténtica y espontánea
de emociones, sentimientos y pensamientos, para personas que se encuentran en
situaciones vitales complejas y para las que no siempre resulta fácil verbalizar y
comunicar los estados de ánimo, ni integrarse en nuevos grupos, por lo que en
numerosas ocasiones adquirirán un valor terapéutico.
También serán un medio para ampliar intereses y conocimientos, es decir, una
herramienta para el aprendizaje y el desarrollo personal, siendo al mismo tiempo un
nexo de conexión con la realidad social externa a las instituciones.