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Capítulo II

El capitalismo es identificado como un proceso que derivó de una sociedad clasista (el feudalismo)
y del trabajo servil que se convirtió en asalariado. No obstante, es necesario puntualizar que el
proceso no está completamente delimitado e implicó cambios políticos desde estratos sociales altos
como desde los bajos.

Los cambios políticos provenientes de las clases altas se relacionaron con una revolución de
carácter económico y político, por ejemplo, las alianzas de comerciantes grandes con terratenientes
pertenecientes a la aristocracia. En contraste, los cambios procedentes de las clases bajas estaban
vinculados con levantamientos en contra de la explotación de los señores feudales.

De acuerdo con la lectura, es posible identificar dos etapas principales de transición del feudalismo
al capitalismo. La primera etapa consistió en el aseguramiento de los pequeños productores de
emanciparse de las obligaciones feudales. Pese a ello, en la segunda etapa se privó a aquel pequeño
productor del acceso a los medios de producción, lo que le ocasionó ser dependiente de su salario.
Marx llamó a este proceso “acumulación primitiva” u originaria, lo que derivó en la aparición de
la clase proletaria, cuya cara contraria se materializó en la concentración de la propiedad.

Un factor clave en el proceso fue la disgregación de la comunidad de productores pequeños que se


originó con base en dos situaciones: (i) la aparición de un estrato superior de personas que
acumularon capital y se dedicaron al comercio y préstamos; y (ii) la creación de un estrato
empobrecido que debía trabajar para otros y tuvo que ceder sus propiedades.

En relación con la Revolución Industrial, Dobb recalca que no necesariamente fue un elemento
que permitió la acumulación del capital y la expansión económica. Él señala que la adopción de
las innovaciones derivadas de la industrialización dependió de distintos factores que se
desarrollaron en momentos anteriores. Entre los requisitos estaba la existencia de personas
acostumbradas a emplear su capital en actividades comerciales e industriales; asimismo, era
necesario que hubiese capital suficiente para aumentar el crédito y nuevas rutas comerciales. Por
otra parte, cabe destacar que las relaciones de asalariados frente al capital no eran algo nuevo, toda
vez que se habían desarrollado desde años atrás, incluso antes de la Revolución Industrial.

En aquellos años, hubo cambios en las fuerzas productivas, aunque fueron un tanto escasos debido
a falta de mano de obra o porque las estaban sujetas a concesiones de la monarquía. Un ejemplo
ilustrativo sobre ello era la producción de textiles de base artesanal. Cuando los talleres textiles
requerían capital para sus actividades, los comerciantes proporcionaban tal capital y repartían las
funciones. Esto llevo a una división y especialización del trabajo. De estos esquemas de trabajo
surgió el término de “sistema de trabajo por encargo” y fue muy característico del primer momento
del capitalismo. Antes de la Revolución Industrial, Marx se refería a esta etapa como el estadio de
“manufactura”, lo cual contrastó posteriormente con la “maquinofactura”.

Aun cuando las relaciones entre el capital y el trabajo todavía no se habían desarrollado
completamente, sí contaban con algunos rasgos característicos. En efecto, el pequeño modo de
producción se debilitó y los artesanos a domicilio perdieron su independencia por motivos
económicos y se convirtieron en semi-proletarizados. Otro factor que incrementó las desigualdades
fue el arrendamiento de telares o máquinas por parte de los empresarios para que los artesanos
pudiesen producir.

En consecuencia, una vez que se explicó el trasfondo de la primera etapa y previa del capitalismo,
Dobb afirmó que los procesos se aceleraron con más rapidez como consecuencia de la difusión de
los avances técnicos. Obviamente, como reconoció el autor, la transformación no fue uniforme e
implicó tiempo para que los remanentes del periodo manufacturero dejasen de aparecer.

Capítulo III

El capitalismo logró ser más progresivo que otros modos de producción previos. Durante el siglo
XIX, se consideró que el capitalismo fue competitivo, debido a que existían muchas empresas
pequeñas en cada industria, lo que significaba que no tenían poder de mercado y, por tanto, influir
en los precios de las mercancías ni acordarlos con otros agentes. De ahí que la innovación se
consideró una clave para volverse exitoso.

Pese a la acumulación rápida y creciente de capital, los salarios no aumentaron. Esto fue
considerado como una contradicción del capitalismo que fue advertida por Marx. La razón por la
cual no existió un aumento se debió a que conforme la acumulación de capital aumentaba frente a
la fuerza de trabajo, el grupo de fuerza de trabajo disminuía y los salarios se aumentaban a expensas
de la plusvalía. Por tanto, se fue creando un grupo de reserva, es decir, existía un exceso en la
oferta de fuerza de trabajo.

En ese momento del capitalismo, se llevó a cabo la concentración en dos niveles. Por un lado, se
dio a nivel de unidad de producción, lo que implicó que se dividiera el trabajo y se separaran las
etapas de producción. Por otro lado, a nivel de empresa, se concentró el capital de propiedad
privada y los capitalistas se unieron, lo que formaría sociedades anónimas o compañías. Estas
acciones sentaron las bases para el desarrollo del monopolio, el cual consiste en la posibilidad de
influenciar de manera importante la oferta y, por ende, el precio de un bien.

De acuerdo con el autor, el monopolio se mide con base en el dominio o poder de mercado, cuyo
fin consiste en incrementar el beneficio propio a través de la producción y la elevación de los
precios de un producto. Entre las técnicas que permiten dominar el mercado se encuentran: (i) la
creación de una especialidad mediante la creación de un nuevo estilo o modelo y la publicidad, lo
que motivará un mercado preferencial; (ii) división del mercado en territorios protegidos por
vendedores principales; y (iii) la hegemonía del precio en industrias con un número importante de
empresas pequeñas.

Entonces, el monopolio, aunque no inhibe la competencia, sí modifica la forma en que se lleva a


cabo. Se idearon diversas formas para competir en el mercado que se relacionan con la publicidad,
contratos vinculadores con empresas distribuidoras, influencia política que permita asegurar
concesiones o contratos estratégicos, etcétera. Mientras que la fusión es la máxima expresión del
monopolio, el opuesto podría ser un acuerdo de comunidad de intereses entre empresas o mediante
una holding.
Una de las maneras de mantener los precios es fijando cuotas de producción, lo que implica
también reducir el equipo productivo. Esto significa que no podrán invertirse los beneficios del
monopolio en la misma industria y, por ello, deberá invertirse en algún otro lugar. Para Dobb, esto
constituye una contradicción central del capitalismo, pues a medida que no se puede invertir más
en la industria al descender la tasa de ganancias por unidad monetaria, deben buscarse salidas para
la inversión. Esa inversión podrá hacerse: (i) a industrias competitivas pequeñas con pocas barreras
a la entrada; y (ii) exportar la inversión a países en vías de desarrollo donde se obtengan mejores
rendimientos, existan condiciones políticas favorables para ejercer control y existan materias
primas, entre otras.

Lo anterior demuestra cómo el crecimiento de los monopolios está relacionado con la penetración
económica y política en los países en vías de desarrollo, mejor conocida como imperialismo. De
acuerdo con el libro de Lenin “El Imperialismo, último estadío del Capitalismo”, las principales
características del imperialismo son:
1) La concentración de la producción y del desarrollo del capital ha creado monopolios que
tienen un papel decisivo en la vida económica
2) La fusión del capital bancario con el industrial y la creación de una oligarquía financiera
3) La exportación de capital
4) Combinaciones monopólicas internacionales
5) División territorial por las potencias imperialistas

Una de las consideraciones importantes en relación con el imperialismo es que el capital suele
invertirse en mercancías de importación o en sectores o industrias que tienden a exportar sus
productos.

La tasa de ganancias que obtienen los monopolios por cada unidad invertida superior a la tasa
media se obtiene a costa de los capitalistas de los sectores más competitivos. En otras palabras,
existe una redistribución de la plusvalía total creada por el capitalismo. Las tasas superiores del
sector monopolista cuentan con un elemento llamado “beneficio adicional o superbeneficio” el
cual procede de las relaciones económicas con regiones coloniales. Las relaciones pueden
materializarse como: exportación de capital, concesiones y relaciones comerciales favorables,
entre otras.

Por último, el autor reflexiona sobre si los monopolios resultan en una mayor innovación o al
contrario. Por un lado, hay casos en que los monopolios compran patentes o derechos sobre
progresos técnicos, para impedir su uso. Por otro lado, algunas personas defienden que en ciertos
periodos como las dos guerras mundiales y la post-guerra ha habido gran avance tecnológico. No
obstante, Dobb plantea la pregunta sobre si mientras la concentración de la producción (en que se
basa el monopolio capitalista) tiende al cambio rápido, el monopolio per se puede ser restrictivo.

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