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A MATAR GIGANTES

Stgo 1:2-3 Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, 3 sabiendo que
la prueba de vuestra fe produce paciencia
Los gigantes son poderosos. Es fácil hablar de cómo debemos tratar con ellos, siempre y cuando estén a
kilómetros de distancia y metidos en un terreno ajeno. Sin embargo, es algo totalmente distinto
cuando su nariz está justo a l frente y en la puerta de su propia casa.
Me he enfrentado a algunos de ellos, en el silencioso campo de batalla de mi propia alma.
La gente como nosotros necesita el tipo de fe que el joven David mostró cuando apresuradamente metió la
mano en el frío arroyo, agarró un puñado de piedras y corrió a grandes zancadas para cumplir su cita con
un tipo llamado Goliat.
Vamos a enfrentar juntos a algunos de estos gigantes, Esos intimidadores, pueden eclipsar el dia solamente
mientras permanezcan parados y estén gritando desafiantes, pero no cuando hayan sido derribados. Ya no
son temerarios cuando están postrados.
LA SOMBRA DEL GIGANTE
El campamento de los israelitas estaba paralizado e hipnotizado. Estaban sentados en sus tiendas. El único
ruido que se escuchaba de las tropas israelitas, era el sonido que hacían las temblorosas rodillas de
los soldados o tal vez el castañeteo de sus dientes al unísono.
A unos dieciséis kilómetros de distancia, un hermoso y musculoso adolescente el más pequeño de una
familia de ocho muchachos fue enviado por su padre a cumplir un encargo. Aquel inocente mandado resultó
ser un suceso trascendental en la historia del pueblo judío. David se detuvo y observó con asombro e
incredulidad lo que ocurría en el campo de batalla.
1Samuel 17:50 Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David
espada en su mano.
1.- No se consigue prevalecer sobre los gigantes usando sus mismas técnicas. Esa es la primera lección
para todos nosotros. A Goliat con todo su poder, su ruido y su armadura de hierro y bronce, bien se le
podía haber confundido con un gran barco de guerra. Por supuesto que no ocurría lo mismo con
David, quien ni siquiera llevaba espada. Su más grande pieza de armadura, el arma letal que lo hizo
único y le dio la victoria, fue su escudo interior de fe. Este lo mantuvo libre del temor, le dio firmeza para
soportar las amenazas, le dio una compostura imperturbable en medio del caos y además, aclaró su visión.
2.- En segundo lugar, no se consigue vencer a los gigantes sin tener gran destreza y disciplina. Para
ser guerreros de Dios y para pelear a su manera, se requiere más destreza y control que lo que uno se
imagina. Usar la honda y piedra del Espíritu es algo mucho más delicado que usar el garrote de la carne,
pero cuán dulce y definitiva es la victoria cuando la piedra da en el blanco.
¿Está usted enfrentando un gigante? Lo invito a que vayamos al archivo en el que guarda esas horribles
fotos de los "gigantes más buscados" por el Señor. Es muy posible que usted en esta misma semana se haya
encontrado con uno o varios de ellos. ¿Está siendo intimidado por uno de esos gigantes? ¿Le duelen los
oídos por sus constantes amenazas? Le ruego que no corra, pero tampoco lo animo a que comience a buscar
un garrote más grande. Actúe como David. Entregue su Goliat al Señor, el matador de gigantes. Explíquele
al Señor cuán deseoso está usted de que Él gane la victoria y no el gigante; y reconozca que tampoco puede
ganar usted, sino Él.
De manera que lo invito a que tome su honda, y no olvide la piedra. Así estará listo para un tiempo de
victoria.

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