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Núm.

2: Maneras como podemos recibir


espíritu santo

El espíritu santo y el espíritu del mundo

5 La dádiva del espíritu santo no era solo


para los cristianos del siglo primero. Hoy
también contamos con esa ayuda. El espíritu
de Dios nos puede dar las fuerzas para obrar
bien y para estar activos en su servicio. “No
sean holgazanes en sus quehaceres. Fulguren
con el espíritu. Sirvan a Jehová como
esclavos.” (Rom. 12:11). “Para todas las cosas
tengo la fuerza en virtud de aquel que me
imparte poder.” (Fili. 4:13). También puede
producir en nosotros cualidades como el
amor, la benignidad y la bondad, que son
aspectos del “fruto del espíritu” (Gál. 5:22,
23). Claro está, Jehová no obliga a nadie a
recibir el espíritu santo.

6 Sería razonable que todos nos


preguntáramos lo que podemos hacer para
recibir el espíritu santo. Hay varias cosas,
como bien indica la Biblia. Una muy
importante, y simple a la vez, es pedírselo a
Dios. “Por lo tanto, si ustedes, aunque son
inicuos, saben dar buenos regalos a sus hijos,
¡con cuánta más razón dará el Padre en el
cielo espíritu santo a los que le piden!”.”
(Lucas 11:13). Otra muy útil es estudiar la
Palabra de Dios, inspirada por su espíritu, y
poner en práctica sus consejos. “Toda
Escritura es inspirada de Dios y provechosa
para enseñar, para censurar, para rectificar
las cosas, para disciplinar en justicia,” (2
Tim. 3:16). Desde luego, no todo el que lee la
Biblia sin más recibe el espíritu de Dios. Pero
cuando un cristiano sincero la estudia, logra
asimilar los sentimientos y el punto de vista
que se reflejan en ella. Otro factor
fundamental es que aceptemos a Jesús como
representante nombrado por Jehová y como
aquel mediante el que Dios envía su espíritu.
“Por lo tanto, como han aceptado a Cristo
Jesús el Señor, sigan andando en unión con
él,” (Col. 2:6). De modo que tenemos que
seguir el ejemplo de Jesús y adaptar nuestra
vida a sus enseñanzas. “De hecho, ustedes
fueron llamados a este [curso], porque hasta
Cristo sufrió por ustedes, dejándoles
dechado para que sigan sus pasos con sumo
cuidado y atención.” (1 Ped. 2:21). Cuanto
más nos esforcemos por ser como Cristo,
más espíritu santo recibiremos.

7 El espíritu del mundo, en cambio, impulsa


a la gente a reflejar la personalidad de
Satanás. “Además, a ustedes [Dios los
vivificó] aunque estaban muertos en sus
ofensas y pecados, en los cuales en un tiempo
anduvieron conforme al sistema de cosas de
este mundo, conforme al gobernante de la
autoridad del aire, el espíritu que ahora
opera en los hijos de la desobediencia. Sí,
entre ellos todos nosotros en un tiempo nos
comportamos en armonía con los deseos de
nuestra carne, y hacíamos las cosas que eran
la voluntad de la carne y de los
pensamientos, y éramos naturalmente hijos
de la ira así como los demás.” (Efesios 2:1-3).
La influencia de ese espíritu se manifiesta de
múltiples maneras y se nota en todas partes.
Fomenta la rebelión contra las normas
divinas, así como “el deseo de la carne y el
deseo de los ojos y la exhibición ostentosa
del medio de vida de uno” (1 Juan 2:16).
Impulsa a practicar obras de la carne, como
fornicación, idolatría, espiritismo, celos,
arrebatos de cólera y borrachera. “Ahora
bien, las obras de la carne son manifiestas, y
son: fornicación, inmundicia,
conducta relajada, idolatría, práctica de
espiritismo, enemistades, contiendas, celos,
arrebatos de cólera, altercaciones, divisiones,
sectas, envidias, borracheras, diversiones
estrepitosas, y cosas semejantes a estas. En
cuanto a estas cosas, les aviso de antemano,
de la misma manera como ya les avisé, que
los que practican tales cosas no heredarán el
reino de Dios.” (Gál. 5:19-21). Y promueve la
palabrería apóstata que viola lo que es santo.
“Sigue recordándoles estas cosas,
encargándoles delante de Dios como testigo,
que no peleen respecto a palabras, cosa que
absolutamente no sirve para nada, porque
derrumba a los que escuchan. Haz lo sumo
posible para presentarte aprobado a Dios,
trabajador que no tiene de qué avergonzarse,
que maneja la palabra de la verdad
correctamente. Mas evita las vanas
palabrerías que violan lo que es santo;
porque ellos avanzarán a más y más
impiedad, y su palabra se esparcirá como
gangrena. Himeneo y Fileto son de ese
grupo. Estos mismos se han desviado de la
verdad, diciendo que la resurrección ya ha
sucedido; y están subvirtiendo la fe de
algunos.” (2 Tim. 2:14-18). El resultado
inevitable es que cuanto más se deje uno
influenciar por el espíritu del mundo, más se
parecerá a Satanás.

8 Toda persona debe decidir si va a dejar que


el espíritu santo rija su vida, o si, por el
contrario, va a permitir que la rija el espíritu
del mundo. Quienes están dominados por el
espíritu del mundo pueden liberarse de su
influencia y aceptar la guía del espíritu santo.
Sin embargo, también es posible que suceda
a la inversa. Quienes llevan tiempo
guiándose por el espíritu santo pueden ser
entrampados por el espíritu del mundo.
“Porque hay muchos —solía mencionarlos
frecuentemente, pero ahora los menciono
también llorando— que andan como
enemigos del madero de tormento del Cristo,
y su fin es la destrucción, y su dios es su
vientre, y su gloria consiste en su vergüenza,
y tienen la mente puesta en las cosas de la
tierra.” (Fili. 3:18, 19). Veamos, pues, cómo
resistir el espíritu del mundo.

Cómo resistir la influencia corruptora del


Diablo

Las fuerzas del mal pueden parecer terribles.


La Biblia señala que quienes procuran
agradar a Dios sostienen “una lucha [...]
contra las fuerzas espirituales inicuas”,
además de una lucha contra su propia
imperfección. A fin de salir victoriosos y
granjearnos el favor divino, tenemos que
aprovechar toda la ayuda que Dios nos
brinda. “porque tenemos una lucha, no
contra sangre y carne, sino contra los
gobiernos, contra las autoridades, contra los
gobernantes mundiales de esta oscuridad,
contra las fuerzas espirituales inicuas en los
lugares celestiales.” (Efesios 6:12). “Hallo,
pues, esta ley en el caso mío: que cuando
deseo hacer lo que es correcto, lo que es malo
está presente conmigo. Verdaderamente me
deleito en la ley de Dios conforme al hombre
que soy por dentro, pero contemplo en mis
miembros otra ley que guerrea contra la ley
de mi mente y que me conduce cautivo a la
ley del pecado que está en mis miembros.
¡Hombre desdichado que soy! ¿Quién me
librará del cuerpo que está padeciendo esta
muerte? ¡Gracias a Dios mediante Jesucristo
nuestro Señor! Así pues, con [mi] mente yo
mismo soy esclavo a la ley de Dios, pero con
[mi] carne a la ley del pecado.” (Romanos
7:21-25).

Entre las ayudas provistas por Dios se halla


su espíritu santo, la fuerza más poderosa del
universo. El apóstol Pablo escribió a los
cristianos del siglo primero: “Nosotros
recibimos, no el espíritu del mundo, sino el
espíritu que proviene de Dios” (1 Corintios
2:12). Quienes se dejan llevar por el espíritu
de Dios aprenden a amar lo que Dios ama y a
odiar lo que Dios odia. “Odien lo que es
malo, y amen lo que es bueno, y den a la
justicia un lugar en la puerta. Quizás Jehová
el Dios de los ejércitos muestre favor a los
restantes de José’.” (Amós 5:15). ¿Cómo
podemos recibir el espíritu santo?
Principalmente mediante la oración, el
estudio de la Biblia —la cual es producto del
espíritu santo— y el sano compañerismo de
los que de verdad aman a Dios. “Por lo tanto,
si ustedes, aunque son inicuos, saben dar
buenos regalos a sus hijos, ¡con cuánta más
razón dará el Padre en el cielo espíritu santo
a los que le piden!”.” (Lucas 11:13). “Toda
Escritura es inspirada de Dios y provechosa
para enseñar, para censurar, para rectificar
las cosas, para disciplinar en justicia,” (2
Timoteo 3:16). “Y considerémonos unos a
otros para incitarnos al amor y a las obras
excelentes, sin abandonar el reunirnos, como
algunos tienen por costumbre, sino
animándonos unos a otros, y tanto más al
contemplar ustedes que el día se acerca.”
(Hebreos 10:24, 25).

Al valernos de estos medios que Dios ha


dispuesto, empezamos a ponernos “la
armadura completa que proviene de Dios”, la
única protección segura contra “las
artimañas del Diablo” (Efesios 6:11-18, nota).
Nunca antes ha sido tan urgente aprovechar
al máximo tal ayuda. ¿Por qué?

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