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QUÉ ES LA CULPA?

Ante todo la culpa es un sentimiento. Digo sentimiento y no emoción porque tiene un


componente subjetivo. Las emociones que hay en la base de la culpa se llevan a un nivel
cognitivo en el que se le atribuye significado. La culpa se siente pero también se piensa. Quizás
podríamos sustituir la expresión “me siento culpable” por “me pienso culpable”.

Diccionario: que la culpa es toda omisión o acción que ocasiona un daño o transgrede una
norma. Esto es la culpa vista desde lo penal o normativo.

Sin embargo, hay una gran diferencia entre ser culpable y sentirse culpable. Podemos hablar así
de la culpa sana y la culpa neurótica.

La culpa sana es aquella por la que el sujeto analiza su comportamiento, decide que ha obrado
erróneamente y dedica sus recursos a reparar el daño causado; en este caso se trata de una
emoción positiva, ya que posibilita la toma de conciencia del individuo (saber que ha hecho
algo malo) y facilita los intentos de reparación.

La culpa neurótica aparece cuando hay una distorsión de la conciencia de la situación y el


sentimiento es vivido como algo destructivo.

El sentimiento de culpabilidad tiene una serie de características bien definibles:

 Es un sentimiento aprendido: no nacemos sintiéndonos culpables sino que aprendemos


cuándo y cómo experimentar la culpa.
 Es un sentimiento social: tiene en cuenta a los demás y es de ellos de quienes la
aprendemos.
 Es una emoción de control: de hecho es la emoción de control por excelencia. A través
de la culpa conseguimos regular la conducta de los demás y los demás condicionan
nuestra propia manera de actuar.
 Es inmovilizadora: la culpa nos ancla al pasado, a lo que ya ha ocurrido y sobre lo que
no podemos intervenir.
 Es un sentimiento complejo: está formado por diferentes emociones básicas y tiene un
componente cognitivo importante.
EL MECANISMO DE LA CULPA

“La culpa es la consecuencia de la internalización de las figuras externas de autoridad”

Asumimos los mandatos de nuestros padres o de la sociedad como algo propio. Sentir que no
hemos cumplido esas normas puede producir culpa, podemos decir que el Padre persigue al
Niño.

La instauración de la culpa en la infancia proviene de un diálogo externo en el que el estado


Niño de las figuras parentales lanza un mensaje (generalmente inconsciente) que es recogido
por el estado Niño del hijo. En mi caso, los mensajes de mis padres se transforman en el
mandato “no tengas en cuenta tus necesidades”.

Funcionalmente se trata de un Padre Crítico Negativo


que busca la respuesta de un Niño Adaptado Sumiso.

Se trata de una de las formas de manipulación más


comunes en nuestra cultura.

Además, “la culpa es una reacción emocional aprendida que sólo puede ser usada si la
víctima le muestra al explotador que es vulnerable a ella” “sin víctima no hay perseguidor”.

En esa infancia tomamos una decisión concreta para cumplir con ese mandato, ya que de otra
forma intuimos que podríamos perder el amor de nuestros padres y, junto con otros
componentes, creamos un guión de vida dedicado a complacer a los demás para que nos
quieran.

Una vez que ese modo de responder está instaurado tendemos a su repetición, llegando a
la etapa adulta con un modelo de conducta muy sólido. De esta forma, cuando sentimos que
hemos transgredido alguno de esos mandatos es fácil que caigamos en la culpabilidad, aunque
los mandatos son desactualizados o irracionales.

Surge así una persecución entre nuestro propio Padre y nuestro Niño. Por ejemplo, mi
amiga me llama por teléfono y me pide quedar por la tarde porque se siente triste. A mí no me
apetece, me hacía ilusión dedicar esa tarde a ver una película en mi casa. Le digo que no y mi
amiga se enfada conmigo “si fueses mi amiga vendrías”, “para una vez que te pido algo”

A partir de un diálogo externo aparece un diálogo interno “tendría que haber quedado con ella”,
“soy una mala amiga”

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