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Traducido por Germán Monje para el Magíster en Psicología Clínica mención Psicoterapias Costructivistas. Universidad Mayor.

Temuco. Chile.
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LA INTERSUBJETIVIDAD COMO UN SISTEMA


MOTIVACIONAL PRIMARIO, BÁSICO.
Capitulo 6. En Stern, D. (2004). El momento actual en psicoterapia y la vida
diaria. Nortan company.
La intersubjetividad es una condición para la humanidad. Sugeriré, además, que es un sistema de
motivación primario, innato, esencial para la supervivencia de la especie, y que tiene un estatus igual que el
apego o la sexualidad.

El deseo por la intersubjetividad es uno de los principales motivadores que lleva a una psicoterapia.
Los pacientes desean ser conocidos y compartir lo que siente ser como ellos. Otorgado, este deseo es
parcialmente contrapesado por varias turbaciones. Cuando vemos un proceso terapéutico cercanamente
nosotros encontramos que es se entiende más fácilmente como la regulación del campo intersubjetivo entre el
terapeuta y paciente. Este deseo de ser conocido y la regulación en curso del espacio intersubjetivo son
también características esenciales para cualquier amistad íntima.

Estas consideraciones me han llevado a examinar la intersubjetividad desde una incluso mayor
perspectiva que la psicoterapia y ver si se ve mejor como una necesidad humana básica. Un sistema
motivacional básico debería ser una tendencia universal para comportarse bien en una forma característica de
una especie. Esta tendencia debería favorecer fuertemente a la supervivencia de las especies. Debería ser
universal e innata, aún cuando, pueda requerir importantes amoldamientos del entorno. Debería tener una
cualidad preventiva, por tanto, su valor para el organismo puede tomar preeminencia, y las conductas pueden
ser alistadas, ensambladas, y organizadas como necesitadas. No es una presión constante, pero puede ser
activada y desactivada. ¿Hasta que punto la intersubjetividad reúne este criterio?

CONFIRIENDO UNA VENTAJA PARA LA SUPERVIVENCIA.

La intersubjetividad hace tres principales contribuciones para asegurar la supervivencia: promueve la


formación de grupos, refuerza el funcionamiento grupal, y asegura la cohesión grupal para dar a luz la
moralidad. Este mismo impulso que contribuye a la supervivencia de la especie puede también servir para
hacer psicoterapia e intimidad psíquica entre posibles amigos.

Formación de grupos.

Los humanos son una especie relativamente indefensa. Nosotros sobrevivimos gracias a nuestros
cerebros y la actividad grupal coordinada. La sobrevivencia humana depende de la formación de grupos
(familias, tribus, sociedades) y la casi constante cohesión grupal. Nosotros somos los mamíferos más
hipersociables e interdependientes. Muchas diferentes capacidades y motivaciones actúan en conjunto para
formar y mantener los grupos: relaciones de apego, atracción sexual, jerarquías de dominación, amor,
sociabilidad. La intersubjetividad debe sumarse a la lista.

Sin tener en cuenta cómo definimos la intersubjetividad, esta debe operar tanto para grupos como
para díadas. La pareja es un sub-sistema de las unidades básicas de adaptación evolutiva: la familia y la tribu.
De esta manera, el trabajo de Fibaz y el Grupo de Lausanne (2001; 1998) toman particular importancia. Ellos
han demostrado que en las fases tempranas de la formación familiar, cuando el bebe sólo tiene entre 3 a 6
meses, uno comienza a ver los orígenes de una intersubjetividad de tercera-vía entre la madre, el padre, y el
bebe. La intersubjetividad debe existir entre tres, así como también entre dos para forjar una tríada psicológica
de reciprocidad, incluso si es asimétrica – en otras palabras, una familia intersubjetivamente íntima.

Estos autores han demostrado, por ejemplo, que cuando un bebe de 3 a 6 meses, la madre, y el padre
forman un triangulo, puede ocurrir un interjuego fascinante de tres-vías que alude a la intersubjetividad
triádica. Por ejemplo, así como ellos juegan juntos como un grupo de tres integrantes, es probable que el bebe
rápidamente alternara sus orientaciones y señales afectivas entre sus padres, como si compartir su placer e
interés, o frustración, con ambos. O, cuando al jugar con, por decir, el padre, y algo excitante y agradable

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transcurre entre ellos, ella probablemente se volverá para ver a la madre, como si digiera: “¿Viste eso?. De
forma más interesante, si algo inesperado o extraño ha ocurrido entre el bebe y uno de los padres, el bebe
probablemente se volverá hacia el otro padre, con una mirada como si digiera: “¿Qué es eso?”. Aquí nosotros
podemos demostrar una forma temprana de referencia social.

A los 9 meses, la referencia social de tres-vías (triangular) ha sido diferenciada; el bebe regularmente
“consultará” a las caras de sus padres sobre lo que está ocurriendo entre ellos o en el entorno. Los procesos
por los cuales ellos responden – leer su mente, afectivamente entonados a sus sentimientos, a veces
golpeándolos justamente, a veces perdiéndolos – permanecerán en el modo implícito y pueden constituir los
momentos claves para crear significados como un grupo de tres integrantes.

El dominio de la experiencia intersubjetiva familiar crece con el tiempo en la vida de una familia.
Toma nuevas dimensiones con el desarrollo (por ejemplo, con el advenimiento de las emociones morales y
por lo tanto de las co-narrativas) y además con el tamaño de la familia. Un fenómeno muy parecido se
observó en el triangulo que emerge en la unidad familiar cuando aumenta a cuatro integrantes o más (F.
Frascarolo, comunicación personal, 8 de Abril, 1998).

Esta historia compartida es parte de la unión que define la identidad familiar y el estatus de unidad
única. Las familias pueden, de hecho, alcanzar niveles extraordinarios de sutileza y riqueza intersubjetiva.
Esto es con frecuencia evidente cuando un “extraño” se sienta en un almuerzo familiar. El lenguaje flirtea
sobre los márgenes de la experiencia pasada compartida de la familia, haciendo sólo referencias pasajeras.
Circuitos cortos, elipses, y palabras en código abundan. Los miembros familiares inmediatamente cogen lo
que está en la mente de los otros miembros de la familia. Y el extraño, aunque habiendo entendido el
significado superficial (o facial) de cada mundo, no puede comprender esos momentos cuando el grupo
completo estalla en risas o cuando un cambio ocurre en las tonalidades afectivas.

Hablando a grandes rasgos, el sistema motivacional intersubjetivo se interesa por regular las
correspondencias psicológicas versus las exclusividades (aloneness) psicológicas. Los polos de este espectro
son, por un lado, la soledad cósmica, y por el otro, las transparencia mental, fusión, y desaparición del self. El
sistema motivacional intersubjetivo regula la zona de bienestar intersubjetivo en alguna parte entre los dos
polos. El punto exacto de bienestar depende del rol de cada uno en el grupo, quién es uno con, y la historia
personal de las relaciones llevadas hasta ese momento. El punto en el continuo debe ser negociado
continuamente con un entonamiento segundo-a-segundo. Demasiado está en juego para que no sea.

Lo que está en juego es la intimidad psicológica y pertenencia, que juega un rol poderoso en la
formación y mantención de grupo. La pertenencia psicológica es diferente a las relaciones de apego, de
dependencia, física o sexual. Es una orden separada de relación. Es una forma de pertenencia de grupo que o
es única de los humanos o ha tomado un tremendo salto cuantitativo y cualitativo en nuestra especie. Uno
puede argumentar que el salto es el lenguaje. Pero sin intersubjetividad, el lenguaje no podría desarrollarse.

El sistema motivacional intersubjetivo puede considerarse separado y complementario al sistema


motivacional de apego – e igualmente fundamental. Clínicamente, nosotros vemos las conductas sexuales o
de apego al servicio de la pertenencia intersubjetiva (y viceversa) (para una discusión más detallada de estos
problemas, ver 2002; 1989; 1992). En la teoría del apego, estos son dos motivos y polos opuestos: por un
lado, proximidad/seguridad, y por el otro, distancia/exploración-curiosidad. El sistema de apego media entre
estos dos polos. La ventaja básica de supervivencia está en una permanencia físicamente cercana en conjunto
para la protección contra los peligros del entorno, como tigres, automóviles, cables eléctricos, u otras
personas, y al mismo tiempo permite la exploración para aprender sobre el mundo. El sistema de apego está
diseñado para la cercanía física y el vinculo grupal, más que para la intimidad psicológica. Mucha gente que
está “fuertemente” apegada no comparte la cercanía psicológica o la intimidad (de hecho, es lo opuesto). El
sistema de intersubjetividad se necesita para eso.

Estoy intentando delinear una distinción clara entre los sistemas motivacionales de apego e
intersubjetividad, aunque puedan apoyarse y complementarse uno con el otro. El autismo proporciona alguna
evidencia para esta distinción. Los niños autistas muestran habilidades intersubjetivas muy dañadas, pero
están apegados a sus padres. Shapiro, Sherman, Calamari, y Koch (1987) y Sigman y Capps (1997)

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informaron que los niños autistas muestran claras e identificables conductas de apego incluso si los patrones
de apego eran disfuncionales. La investigación sobre apego no mide la fuerza del apego, sólo los patrones
conductuales empleados para apegar, pero ninguno sugiere que los niños autistas aparezcan desapegados o
débilmente apegados.

Separar los dos sistemas motivacionales es importante tanto teórica como clínicamente. La gente
puede estar apegada sin compartir intimidad intersubjetiva, o puede ser íntimo intersubjetivamente sin estar
apegado, a ambas, o ninguna. Para la conexión más completa entre las personas, se necesita el apego y la
intersubjetividad, más el amor. En la situación clínica, la intersubjetividad es esencial, el apego y el amor no
tanto. Sin embargo, usualmente hay una mezcla de las tres, las proporciones varían ampliamente.

En cualquier situación, el apego y la intersujetividad sustentan a cada otro. El apego mantiene a la


gente cerca, de tal manera que la intersubjetividad pueda desarrollarse o intensificarse, y la intersubjetividad
crea las condiciones que conducen a la formación de apegos. En el desarrollo, es difícil decir cuál emerge
primero. Nosotros sabemos que la sensibilidad del cuidador y su responsividad en los primeros meses de vida
son tanto una manifestación de la intersubjetividad como una precondición para el apego seguro (2001). Los
dos sistemas motivacionales actúan de acuerdo para asegurar la cohesión grupal necesaria para la
sobrevivencia. Aunque muy facilitadas una con otra, ellas permanecen como sistemas independientes.

En algunas sociedades, la mente individual no es vista como privada, única, e independiente. El


concepto de self es menos individualista y más conectado a la matriz intersubjetiva del grupo. En estas
situaciones, la pertenencia se mantiene más a través del ritual y la actividad del grupo (danza grupal,
movimientos, cantos, narraciones, cánticos) que es por medio de los intercambios intersubjetivos diádicos
verbales aislados. En tales situaciones, la expulsión física o marginalización dl grupo causa una alienación
que es una mezcla de apego quebrado y soledad física.

En la mayoría de las culturas Occidentales, la pertenencia física es alcanzada en gran parte a través
de los contactos intersubjetivos diádicos y familiares. Nosotros no sólo somos unas especies muy sociales,
también somos especies muy intimas, donde la intimidad mental es la clave para las relaciones. En la mayoría
de nuestras concepciones modernas de Occidente del amor y la amistad, la intersubjetividad es quizás el
elemento indispensable. Con el desarrollo, las personas con quien uno más ansiosamente se busca
relacionarse intersubjetivamente cambian, desde los padres, a los pares en la adolescencia, al amado en la
adultez temprana. Y cuando uno esta sufriendo mentalmente, va al terapeuta para relacionarse
intersubjetivamente, que a veces puede significar la sobrevivencia.

El funcionamiento grupal.

Los humanos necesitan actuar en conjunto para sobrevivir. La habilidad de leer las intenciones y
sentimientos de las demás personas permite una coordinación extremadamente flexible de la acción grupal. La
habilidad de comunicarse rápida y sutilmente dentro del grupo, a través del uso de los movimientos
intencionales, señales, y el lenguaje, expande la eficiencia del grupo y la rapidez de acción – en otras
palabras, su adaptabilidad. El lenguaje en sí mismo no podría surgir si no tuviera una base intersubjetiva. Tú
no hablas con alguien a menos que tú creas que pueda compartir sus campos mentales y actuar de acuerdo a
ellos. Esto se presume que es una de las razones por lo que los niños autistas tienen tales dificultades con la
adquisición del lenguaje.

Además para el lenguaje, los humanos tiene el más altamente desarrollado y rico repertorio de
expresiones faciales y vocales (paralingüísticas). Estas, también, asumen una capacidad intersubjetiva dentro
del grupo que va más allá de la simple decodificación de señales o de comunicación instrumental.

Los humanos, además, gastan una enorme cantidad de tiempo volviéndose hábiles en la
intersubjetividad y practicándola en el desarrollo. Nosotros somos la especie más imitadora. Nadel (1986)
señaló que la imitación recíproca constituye la forma principal de jugar entre los niños sobre 3 o más años de
edad (continua después de los 3 años de edad, pero con menor frecuencia). En la misma edad, bromear,
tomarse el pelo, etc. se vuelve la principal actividad de la infancia (1999; 1991). Estas conductas también
tiene una base intersubjetiva (ver, 1999, para estudios de comunicación de tres-vías en la temprana infancia).

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Nosotros somos la especie más juguetona y que gasta más años en refinar estas habilidades. Como se
esperaría, los niños autistas, con su respectivo déficit intersubjetivo, tienen dificultades en bromear, engañar,
“perder el tiempo”, y en general jugar con los demás. Ellos son menos capaces de extender su capacidad
intersubjetiva disminuida considerablemente.

¿Qué pasa con la intersubjetividad dentro del grupo?. Es más fácil de ver cómo la intersubjetividad
diádica surge que ver la intersubjetividad grupal. Con los grupos existen dos aspectos: cómo actúan en
conjunto, en armonía, o incluso en sincronía, y cómo ellas son leídas como una unidad, incluso en una
indagación de ojos. Nosotros leemos grupos como una unidad en nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, en un
grupo de discusión o en una sesión de terapia familiar, chequear su cada uno que está “allí”, atendiendo ala
conversación, y compartiendo en una comunicación afectiva grupal es fácilmente hecho en segundos. Los
terapeutas familiares han desarrollado teorías y técnicas para intensificar la intersubjetividad compartida
familiar, en particular, para reintroducir rituales en la vida familiar para ayudar a resolver transiciones
difíciles o perdidas (1992). Pero la complejidad involucrada en una comunicación grupal ha impedido
investigar, a pesar del trabajo pionero de Scheflen (1973), Kendon (1990), y Reiss (1981) (Par una aplicación
a la terapia de pareja, ver 2000). Está más allá del alcance de este libro seguir con estas preguntas un poco
más allá, excepto para decir que la intersubjetividad grupal ocurre y que la sobrevivencia de la especie vía del
grupo es una apuesta.

También, considerar el rol del altruismo en la sobrevivencia de la especie. Este es un asunto


complejo, pero aspectos o pasos en la conducta altruista entre los humanos puede apoyarse en las bases de la
intersubjetividad.

La cohesión a través de la presión moral.

La cohesión dentro de los grupos humanos es alcanzada mayormente por la suasion moral. Yo
argumentaré que la intersubjetividad es la condición básica para la moralidad. Las “emociones morales”
(vergüenza, culpa, turbación embarazosa) surgen desde la capacidad de poder vernos a nosotros mismos en
los ojos de los demás – en otras palabras, sentir que el otro nos ve. La consideración de Freud sobre el origen
de la moralidad por la vía del superyo – internalizado con respecto al padre – tiene la misma suposición.

La intersubjetividad juega un rol esencial en la aparición de la conciencia reflexiva. La idea de una


conciencia reflexiva originada en la interacción social no es nueva. La característica esencial es de alguna
forma el “otro”. El otros pueden ser externo o interno, pero la experiencia primaria debe ser compartida desde
un segundo punto de vista (En el capitulo 8 trata este problema de la conciencia reflexiva creada).

El advenimiento de la conciencia reflexiva, a lo largo del lenguaje se considera la clave del éxito
evolutivo de la especie humana. La conciencia reflexiva y el lenguaje alcanzan la adaptabilidad de hacer dar
nacimiento a nuevas opciones que pueden trascender patrones de acción fijos, hábitos, y alguna experiencia
pasada.

En resumen, la intersubjetividad contribuye a la sobrevivencia del grupo. Promueve la formación


grupal y la coherencia. Permite más eficiencia, rapidez, flexibilidad, y el funcionamiento grupal coordinado.
Y proporciona las bases de la moralidad para actuar en mantener la cohesión grupal y el lenguaje para actuar
en la comunicación grupal.

LA INTERSUBJETIVIDAD COMO UN MOTIVO CON VALOR PREVENTIVO.

Un sistema motivacional debe contener un motivo(s) subjetivamente sentido que organiza y dirige
las conductas hacia una meta valorada. De esta forma, uno busca y se mueve hacia la meta, existe una
experiencia subjetiva de prevención, sentida como deseo o necesidad. Cuando uno logra la meta, existe un
sentimiento intersubjetivo de gratificación o de relativo sentirse-bien o, minímamente, una desactivación de la
motivación. ¿Podemos nosotros hablar de una motivación intersubjetiva con la calidad subjetiva de
prevención?

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Existen dos motivos intersubjetivos. El primero es una necesidad de leer las intenciones y
sentimientos de los otros. Este es un servicio para figurar fuera “¿Donde están ustedes dos?”; “¿Qué está
pasando?”; “¿Dónde probablemente van a ir?”. Esta resonancia de la situación diádica o grupal inmediata y
sus posibilidades ocurren en el encuentro y entonces es continuamente actualizado, con frecuencia segundo-a-
segundo o minuto-a-minuto como se necesite. Es una forma de orientación. Si no podemos orientarnos a
nosotros mismos en el tiempo y espacio, nos confundimos y nos volvemos ansiosos, y buscamos conductas
que sean puestas en movimiento para resolver el malestar. Lo mismo es verdad para la orientación en el
espacio psíquico. Nosotros necesitamos saber sonde estamos parados en el campo intersubjetivo con un
individuo, familia, o grupo. La “orientación intersubjetiva” además es un evento, en curso, vital en
psicoterapia. Es perseguido después y tiene un alto valor afectivo.

Cada una de las maniobras para buscar y ajustar la orientación intersubjetiva está en los momentos
presentes. Son momentos de kairos (momentos oportunos) porque el estado intersubjetivo necesita ser
actuado; uno debe probar el campo intersubjetivo para descubrir/crear el “¿Donde estás”? la necesidad de
estar intersubjetivamente orientado es sentido como una “fuerza” preventiva que moviliza a la conducta. Los
motivos son puestos en acción. Esto se discute en gran detalle en la parte III.

La orientación intersubjetiva es una necesidad básica en el contexto del contacto social directo.
Cuando no estamos intersubjetivamente orientados, la ansiedad surge y se movilizan los mecanismos de
defensa o de afrontamiento. La ansiedad podría llamarse ansiedad intersubjetiva. Los psicólogos dinámicos y
de otras corrientes han explorado ricamente lo que son mejor llamados “miedos básicos o ansiedades”. Estar
sólo siempre está en la lista, pero usualmente no está claro si esto es soledad física o mental. Claramente son
dos miedos diferentes. El miedo a la soledad física corresponde a nuestra condición intersubjetiva.

Esta resonancia fuera del estado de la díada es una forma de “físico-etología”. Imagine un encuentro
de dos perros. Ellos se comprometen en un rico repertorio de señales y conductas para explorar y estabilizar
su relación inmediata (p.e., sexual, agresiva, juguetón, dominante, y una mezcla matizada de eso). Ahora
imagine que dos perros y dos personas están “unidos” (por convención) en sillas separadas en una sala de
consulta, o todavía de pie, educadamente, en una fiesta. La mayoría de los actos de exploración y
establecimiento del estatus actual entre ellos tendría que ser una forma de conductas que han sido
mentalizadas y no puestas en acción. Además hay señales y signos (p.e., lenguaje corporal y tono de voz) que
pueden ser claramente leídos con una intersubjetividad de una vía (una persona leyendo a otra). Cuando la
intersubjetividad de dos vías (dos personas leyéndose una a otra) se suma, la lectura se vuele más fina,
afectivamente más caliente, y más matizadas. Y existe otra característica: El estatus de la relación que está
siendo creada es revelada en el acto de su creación.

Una segunda necesidad sentida para la orientación intersubjetiva es definir, mantener, o re-establecer
la auto-identidad y auto-cohesión – hacer contacto con nosotros mismos. Nosotros necesitamos los ojos de los
demás para formar y mantenernos a nosotros mismos juntos. Aquí, también, la necesidad de la consideración
del otro puede ser preventiva. Los prisioneros machos en confinamiento solitario por mucho tiempo o con
sentencias de por vida presentan un ejemplo interesante. Hablando, no conseguirán la libertad bajo palabra
prontamente o que los absuelvan, y no hay un entorno bajo su control al que ellos necesiten adaptarse. Sin
embargo, con frecuencia desean hablar con alguien, para compartir su mundo interior. ¿Por qué?. Una razón
puede ser que necesiten de los encuentros intersubjetivos para permanecer en contacto con ellos mismos. Bajo
el aislamiento de la prisión, donde tan poco de su propio hacer o escoger los rodea, ellos necesitan la
consideración intersubjetiva del otro para re-encontrar y mantener su identidad (comunicación personal, 2000)

Sin algún input continuo de la matriz intersubjetiva, la identidad humana se disuelve o se desvía de
extrañas maneras. No importa si este contacto es en la forma de compartir-la-mente díadicamente, en rituales
grupales, o de alguna otra forma. Nosotros estamos familiarizados con la idea de múltiple selfs o selfs
distribuidos que cambian un poco, dependiendo de con quien se esté o según el contexto que prevalezca. Esto
se considera normal. ¿Pero cuando la aguja del compás apunta al “self verdadero”? O ¿Es esta una pregunta
sin responder?. En cualquier caso, la consideración de los otros ayuda a fijar una auto-posición relativa a uno
mismo y encontrar el sentido de uno mismo, de un self verdadero (incluso si ese sentido es ilusorio). En la
cultura Occidental, este sentido o incluso la ilusión de un self más o menos verdadero puede ser una condición
vital para funcionar.

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A este respecto, es fascinante considerar que la mayoría de los niños entre 6 y 12 años en varias
culturas Occidentales estudiadas tiene “compañeros imaginarios” (2001). La figura es superior para las niñas,
pero probablemente hay un bajo reporte para los niños. ¿Por qué tanto?. La mayoría con frecuencia tiene
alguna forma de dialogo con estos compañeros. Ellos parecen ser creados para complementar, estabilizar,
validar, u orientar la identidad del niño por vía de una relación intra-inter subjetiva.

Enamorarse proporciona otra situación para explorar el poder del avance intersubjetivo. Enamorarse
tiene amplia variabilidad cultural e histórica. No obstante, son suficientemente penetrante con rasgos
bastantes comunes para warrent examinación. Primero que todo, podría llamarse un estado especial de la
organización mental ya que jala conjuntamente muchas diversas conductas, sentimientos, y pensamientos
dentro de una concurrencia integrada que es rápidamente reconocida. De hecho, el “diagnóstico” de alguien
enamorándose es mucho más claro que muchas categorías en el DSM IV y está probablemente compuesto de
una igualmente organización mental especifica con características de “representaciones neurales”. Siguiendo
con lo anterior, son algunos de los elementos de enamorarse los que son manejados por un motivo
intersubjetivo (muchos de estos son compartidos por ambos enamorados y por los padres con sus bebes
pequeños): los enamorados pueden mirar dentro de los ojos del otro, sin hablar, por minutos hasta el final. –
una clase de sumergimiento a través de la “ventana del alma” para encontrar el otro interior. Los que no están
enamorados (en esta cultura), por el contrario, no pueden tolerar el aumento de intensidad de una mirada
silenciosa mutua por más de 7 a 9 segundos sin pelear, hacer el amor, o alejarse. Además hay una atención
exquisita a las intenciones y sentimientos del otro, no sólo leerlos correctamente, sino que incluso
anticiparlos. Hay una alegría que involucra mucha imitación facial, gestual, y postural. Y hay la creación de
un mundo privado, una clase de espacio intersubjetivo privilegiado para los que solo ellos tienen significado.
Estas claves son palabras especiales con significados específicos, abreviaciones secretas, rituales secretos y
espacios, y así sucesivamente. Todas estas cosas crean un nicho psicológico en el que la intersubjetividad
puede florecer.

Person (1988) ha apuntado que en este proceso uno crea un mundo de dos-personas en el que la
pareja se forma y uno también se recrea a sí mismo. Uno está arrojado dentro de un proceso turbulento de
auto-cambio (permanente o no, es otra pregunta). La situación es casi lo opuesto a la vida del prisionero,
donde nada puede cambiar y él sólo puede quedarse igual, con esfuerzo. El amante, también, necesita de los
ojos del otro para verificar y validar su metamorfosis, para mantenerla en contacto con sigo mismos, con su
cambio de actividad. La consideración del otro también ayuda a mantener la auto-cohesión en la cara del
deseo de comunicación y fusión.

El poder y frecuente alistamiento del contacto intersubjetivo para situar y confirmar la identidad de
uno mismos no es suficientemente apreciado. Por ejemplo, la participación en rituales, representaciones
artísticas, espectáculos, y actividades comunales como bailar y cantar todos juntos pueden dar como resultado
un contacto intersubjetivo pasajero (real o imaginado). Todos los participantes asumen que el otro experiencia
lo que esta ocurriendo de una forma aproximada a cómo ellos lo están haciendo. Ellos (incluso los extraños)
miran a cada uno de los otros, y un contacto intersubjetivo imaginado ocurre entre ellos, y a lo largo de él un
sentido de pertenencia psicológica. Ellos no sólo se divierten en un evento, sino que también se han inmerso
en la matriz intersubjetiva humana y han confirmado su auto-identidad.

INNATEZ Y UNIVERSALIDAD.

Un sistema motivacional básico debe ser innato y universal, aunque diverso en sus modos de
expresión. La evidencia presentada en el capitulo 3 sobre los fundamentos neurobiológicos y del desarrollo de
la intersubjetividad van a cierta distancia en dirigir el problema de la innatez – al menos la capacidad humana
de intersubjetividad. La manera en que la capacidad es usada en cualquier sociedad o cultura es un tema
fascinante no tomado aquí. Suficiente es decir que no puedo imaginar que la capacidad no sea usada de alguna
forma adaptativa en todas las sociedades.

En las sociedades modernas Occidentales existen grandes diferencias individuales y culturales para
el talento intersubjetivo. Claramente hay factores constitucionales. El caso de ciertas formas de autismo lo
hace más claro. ¿Existen periodos sensibles?. Gunnar (2001) sugirió que lo niños que han sido masivamente

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deprivados socialmente durante el primer año de vida, como ocurre en algunos orfanatos, sufren las
consecuencias afectivas en la tardía infancia, incluyendo habilidades intersubjetivas disminuidas como la
empatía.

Alguno puede argumentar que la intersubjetividad es una condición humana y no un sistema


motivacional en sí mismo, ya que la intersubjetividad no es especifica y es puesta en juego al servicio de casi
todos los sistemas motivacionales. En este sentido la motivación intersubjetiva sería más equivalente a la
“motivación maestra”.

Mi contra-argumento es que aunque la intersubjetividad puede estar al servicio de los otros sistemas
familiares, es fuertemente activado en situaciones interhumanas altamente específicas e importantes, donde es
el estado objetivo hacia sí mismo. Estas situaciones son: cuando la amenaza de la desorientación
intersubjetiva surge, acompañada de ansiedad intersubjetiva (p.e., cuando el lugar o posición de uno mismo en
un grupo es cuestionada o se vuelve poco clara); cuando el funcionamiento grupal rápidamente coordinado se
necesita y la coordinación debe se espontánea, rápida, y flexiblemente alterada de momento a momento (p.e.,
cazar un peligrosos animal salvaje); y cuando la auto-identidad es amenazada y sumergida dentro de la matriz
intersubjetiva es necesitada para prevenir la auto-disolución o fragmentación. En estas situaciones, el contacto
intersubjetivo se vuelve específico y primario.

Para nuestros propósitos, el motivo intersubjetivo además está en juego para dirigir la regulación
segundo-a-segundo del proceso terapéutico, donde compartir campos mentales se desea y debe ser negociado.
Es en este contexto en que los momentos actuales toman su rol y relevancia como el movimiento básico de
negociación o paso para establecer la naturaleza del espacio intersubjetivo en psicoterapia.

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