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Resumen de la locura normalizada de J. Mª.

Álvarez

Con la psicosis enloquecida, la normalizada comparte las experiencias genuinas que la


identifican como psicosis y la separan de la neurosis. Se trata de experiencia. 'que se
caracterizan, en lo tocante al saber y la verdad, por la certeza, la revelación y el rigor;
en lo que atañe a las relaciones con los otros, por la autorreferencia, la extrañeza, la
intrusión xenopática, la soledad por excelencia y el perjuicio; en cuanto a la
satisfacción, el placer y el goce, por la plenitud, el exceso y la intensidad insoportable;
con respecto al cuerpo, por la fragmentación, la discordancia, la desposesión y la
desunión.

J.-A. Miller, en «Efecto de retorno sobre la psicosis ordinaria», intentó organizar


alrededor del «desorden en el sentimiento de la vida» una triple externalidad: la social,
el cuerpo y lo subjetivo, esto es, el Otro social, el Otro del cuerpo y el Otro subjetivo.
Con ella resaltó, por una parte, la desconexión con el campo de lo social, en la que el
sujeto se muestra a la deriva, confuso, despegado, disperso, y cuyo indicio más evidente
es «la relación negativa que [...] mantiene con su identificación»377; por otra parte,
tocante al cuerpo, la presencia de dolores vagos y un desajuste; por último con respecto
a la subjetividad misma se pueden hablar de experiencias del vacío, de la vacuidad y de
lo vago, además de cierta fijeza de la identificación real con el objeto a como deshecho,
ya sea porque hay una fuerte identificación con el desecho o, por el contrario, por
defenderse de ello “mediante un manierismo extremo”

Maleval indica la dificultad de estos locos normalizados de sostener


plenamente su función limitadora en relación al goce, sea en la forma
experiencias inauditas de felicidad, de éxtasis incontrolable o de dolor
excepcional. Además, la no-extracción del objeto a implica que el
montaje del fantasma fundamental no está en condiciones de instalarse,
lo que puede observarse en algunos indicadores, como «el sentimiento
de una ausencia de dirección personal, en la labilidad de los síntomas, y
en una incapacidad de detener la malignidad del Otro» 381. Junto con el
goce no-limitado y la carencia de fantasma fundamental, Maleval señala
el aplastamiento afectivo; ciertos esbozos de feminización (empuje-a-la-
mujer), como el temor a ser homosexual, algo que el sujeto concibe
como una actitud pasiva y femenina; y el signo del espejo, esto es, el
hecho de que el sujeto se encuentra tan preocupado por su imagen que
no deja de examinarse ante un espejo o cualquier superficie reflectante.
Otras manifestaciones, en este caso relativas a lo simbólico, consisten en
desfallecimientos discretos del capitoneado. Se trata de sujetos que
muestran trastornos del pensamiento y del lenguaje, en especial rupturas
discretas de la cadena significante que implican fracasos en el
anudamiento de lo simbólico a las otras dimensiones. A veces, como
destaca Maleval, por el hecho de que la cadena significante pueda
romperse, aflojarse y perder su consistencia, en ausencia de trastornos
mayores se «puede encontrar su índice en ciertas intrusiones fugitivas de
palabras parásitas en el pensamiento, así como en discretas emergencias de
vocablos neológicos en la palabra»
Con respecto a los trastornos de la identidad y prevalencia de identificaciones
imaginarias, según este autor destacan las experiencias de despersonalización,
transitivismo fragmentación. Estos sujetos, como forma de recomponer su identidad,
echan mano en ocasiones de la impostura patológica (modo de enganche imaginario al
alcance de algunos psicóticos para compensar la carencia de la función del
significante-amo) o del enganche sobre un prójimo.

Signos clínicos:
1-Psitacismo
2-Discordancia entre lo que decimos y el sujeto que habla, lo que da a entender que
quien habla es una ilusión que vela un vacio. De ahí la impresión de falsedad,
fragilidad y pura apariencia. Sus palabras concuerdan con la imagen en la que se
sostienen, lo cual puede convertirse de pronto en otra completamente distinta.
3-Mimesis que se sostiene en la identificación. Sirve mientras uno no se expone a la
seducción, a las relaciones amorosas, a la paternidad o a pelear e por un puesto de
trabajo en una jerarquía. Sin embargo, para muchos de estos locos es una muleta
fundamental, un apoyo que hay que conocer y apuntalar.
4-Desvitalización: desapego a la vida, frialdad, desidia, ausencia. Es la manifestación
por excelencia del fracaso del deseo y del brío que aporta la insatisfacción. De espaldas
al deseo, la vida se estanca. El tiempo se congela, los otros se alejan, el cuerpo se
vuelve materia.

El hombre postmoderno con relación al deseo blandea por exceso de objetos y rebosa
de hastío, con respecto al lenguaje es un hombre hueco psitacista, mimético, un como
si, un hombre vacio y parasitado por el murmullo que no llega a cuajar en voz.

La suplencia según Maleval constituye una alternativa para el sujeto, y no una


solución de compromiso, que sería la del síntoma. Es una solución de alguna
manera reductora, en el sentido de que ella supone un borramiento del sujeto
detrás de la causa a la que desde ahora va a servir. Es como si él
desapareciera en provecho de otro o de otros, como si no contara más que
existiendo, desde ahora, en el rango de una jerarquía de valores invertidos: “no
yo, los otros”. Briole y sus colaboradores describen varias modalidades de
suplencias que pueden seguirse o coexistir en un mismo sujeto: recurso al ideal
del grupo, ubicarse detrás de una figura de autoridad o de saber, identificarse a
una víctima, sostenerse en un deseo de venganza, consagrarse a una causa,
desarrollar actividades de sublimación que apuntan a bordear sufrimiento, a
menudo articulados a un imperativo de testimonio, etc. Tales suplencias tienen
en común con las de los psicóticos el contener un goce invasor, pero ellas no
conllevan la marca del defecto que éstas remedan, y sobre todo, no
testimonian para nada de una inventiva del sujeto. Parece, entonces, que no
deben confundirse la suplencia frente al encuentro traumático, y la suplencia a
la forclusión del Nombredel- Padre.

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