PSICOLOGÍA, CIENCIAS Y PROFESIONES :

LOS DIÁLOGOS INTERDISCIPLINARES E INTERPROFESIONALES

Ricardo B. Zúñiga,
Universidad de Montreal, Quebec, Canadá
Un encuentro internacional de psicólogos y estudiantes de psicología puede darnos un espacio para revisar algunas
de las “relaciones exteriores“ que ya forman parte de nuestro quehacer — y que están destinadas a adquirir aún
mayor importancia en el futuro previsible. La Psicología como departamento académico confronta la
interdisciplinaridad, las pertenencias a Decanatos y Facultades, y los programas conjuntos de formación y de
investigación ; la Psicología como profesión vive ya en contextos de servicios y de equipos definidos como
multiprofesionales. ¿ Le estamos sacando todo el provecho posible a ambas inserciones ? ¿ Hemos superado el
sentimiento de incomodidad de sentir que nuestra identidad exige una defensa de nuestras fronteras ? Un breve
bosquejo de ambos problemas quisiera subrayar el grado de realidad actual y futura de ambas aperturas, y las pistas
que deberemos confrontar — necesariamente epistemológicas, metodológicas, éticas y políticas — , para evitar que
ambas aperturas sean desafíos intelectuales y profesionales que ignoremos o que consideremos simplemente
periféricos o que — peor aún — sólo queden en la categoría de amenazas a nuestra identidad y a nuestro quehacer
profesional específico.

PSICOLOGÍA, CIENCIAS Y PROFESIONES : LOS DIÁLOGOS INTERDISCIPLINARES E

INTERPROFESIONALES () ........................................................................................................................................................... 1
1. EL CONCEPTO DE DISCIPLINA ...................................................................................................................................................... 1
1.1 Dragones y disciplinas.......................................................................................................................................................... 1
1.2 El caso de la Psicología ........................................................................................................................................................ 3
1.3 La relectura de las fronteras disciplinares y profesionales.................................................................................................. 4
2. LA PSICOLOGÍA COMO HISTORIA COMPARTIDA ........................................................................................................................... 4
2.1 Una historia necesariamente personal.................................................................................................................................. 4
2.2 La psicología como historia colectiva.................................................................................................................................. 5
3. LA PSICOLOGÍA ENTRE LAS DISCIPLINAS..................................................................................................................................... 5
3.1 Pertenencias vitales, pertenencias culturales. ...................................................................................................................... 5
3.2 La identidad científica de la Psicología ............................................................................................................................... 6
3.3 La coexistencia interdisciplinar............................................................................................................................................ 6
4. LA PSICOLOGÍA ENTRE LAS PROFESIONES : EL CASO DE LA EVALUACIÓN ................................................................................. 7
4.1 La autonomización de la evaluación .................................................................................................................................... 7
4.2 El sentido de una evolución.................................................................................................................................................. 8
4.3 La conciencia política cautelosa........................................................................................................................................... 8
4.4 Política y ética en sociedades pluralistas. ............................................................................................................................ 9
5. LA TAREA ANTE NOSOTROS : CONSTRUYENDO UNA IDENTIDAD RELACIONAL ........................................................................ 10
5.1 Revisando nuestras conceptualizaciones. .......................................................................................................................... 10
5.2 Orientándose en zonas fronterizas...................................................................................................................................... 11
5.3 La contribución irremplazable de la Psicología................................................................................................................. 11

En un Congreso de convocatoria tan amplia como este, es
difícil plantear temas unificadores, que subrayen nuestra
unidad de propósitos y de acciones. Esta reflexión es la de
buscar algo que es el complemento a la construcción
integradora que nos reúne : es pensar juntos cómo
compartir mundos con otras disciplinas y con otras
profesiones, y cómo situarnos no sólo en una
especificidad autorreferente sino también en redes de
relaciones de cooperación. Este problema, que puede
llamarse el de los diálogos interdisciplinares e
interprofesionales, no es nuevo, pero parece destinado a
ocupar un espacio cada vez más importante en el
quehacer intelectual y en nuestro trabajo. El punto de
partida propuesto es una revisión del concepto de
disciplina, para utilizar los de límites y de zonas
fronterizas para la definición de nuestra quehacer.
1. El concepto de disciplina
1.1 Dragones y disciplinas
El Consejo Superior de Educación en Chile, publica en su
revista una metáfora del Dr. Fernando Lolas sobre la
génesis de las disciplinas, que puede darnos un punto de
partida. En su ejemplo, él nos cuenta de lo que sucedió
cuando un fanático de los dragones, un hombre que
conocía todo lo que se había escrito sobre ellos,
descubrió, gracias a un amigo, que no existían. Lo cito :

Sociedad Interamericana de Psicología, Congreso Internacional, Santiago de Chile, 3 Agosto 2001 1

 La realidad es un punto de vista más. Pero uno
importante. ¿ Qué hacer si aquello a que uno se
ha dedicado con ahínco durante tantos años no
existe ? La solución se la dio el mismo amigo :
“No te preocupes. Ya que aprendiste tanto,
dedícate a enseñar”.
(...) A enseñar, naturalmente, sobre lo que sabía :
dragones. Tuvo muchos alumnos, se escribieron
tesis. El hombre, ahora profesor de dragonología,
luchó para que su ramo fuera incluido en el plan
de estudios de varias carreras universitarias. Hizo
notar que ningún país en vías de desarrollo puede
permitirse ignorar un tema tan importante. Dio
charlas, creó grupos de estudio. Encontró en
discípulos entusiastas una pléyade de
continuadores de su obra. Se formó una sociedad
científica, con estrictas normas de admisión. Y,
por cierto, se publicó una revista con exigente
comité editorial. Al cabo de algunos años vio la
luz el texto fundamental de la disciplina :
Introducción a la dragonología, en formato
mayor y más de 1000 páginas. Prontamente
traducido al Inglés (Introduction to
Dragonology, New York) y al alemán
(Einführung in die Dragonologie, Frankfurt am
Main) se convirtió en la obra de referencia
esencial para los estudiantes. Un poderoso
glosario, con consulta en línea en un sitio web
especialmente habilitado para deleite de los
eruditos y estudiosos, instaló la dragonología en
el cyberspace. La última vez que se supo de
nuestro hombre insistía en crear el Premio
Nacional de Dragonología (Lolas, 2000, 40).
El autor hace explícita su tesis :
Como todos los buenos cuentos, éste no tiene
una moraleja. Tiene muchas. La primera se
resume en el famoso dictum de Roland Barthes :
una disciplina es un discurso que se enseña.
Basta reflexionar un segundo en la profundidad
de este aserto. Las disciplinas intelectuales son
discursos, esto es, fusiones de hablantes y
lenguas que se dirigen a una audiencia. Tienen
retóricas establecidas y normas de producción
social controladas por los cultores ortodoxos.
Nuestro cuento revela una verdad. No importa de
qué trate la disciplina. Su valor social depende
del poder del discurso que la corporiza. No
importa que sean dragones inexistentes, átomos,
documentos centenarios, datos producidos por
complejos aparatos, disquisiciones filosóficas.
Lo que al final legitima a un discurso es su
aceptación social. (...) Una disciplina es un
discurso que se enseña. La enseñanza perpetúa y
tonifica el saber. Quede para otra ocasión aclarar
Sociedad Interamericana de Psicología, Congreso Internacional, Santiago de Chile, 3 Agosto 2001
que es, en definitiva, el saber (Lolas, 2000, 40,
41).
Y, si seguimos con el mensaje profundo de esta
dragonología, un discurso que se enseña es un reflejo de
un colectivo, que se expresa y se define por lo que enseña.
Un discurso disciplinar, un discurso profesional revela
la comunidad que lo sustenta, y también se pueden
entrever las razones que tiene para sustentarlo. Flores y
Gray (2000) esbozan el carácter identitario de toda
comunidad que enseña : el trabajo intelectual y el trabajo
profesional son trabajos firmados, que identifican su
autor — y, al hacerlo, le reflejan una imagen de quienes
son. A medida que este trabajo pierde una referencia
unívoca a un corpus reconocido y a una actividad
socialmente reconocida, es la identidad misma y la
territorialidad pública que están amenazadas.
El sentido primario de “disciplina” está muy cerca del
sentido habitual del término : son estructuras intelectuales
para la comunicación de conocimientos que son,
fundamentalmente, principios de orden y de
organización, con criterios de coherencia interna y de
delimitación. Como orden social del conocimiento,
también expresan su orden político, al encarnarse en
estructuraciones sociales de la acción colectiva. Ellas
determinan la definición de problemas intelectuales y
refieren a los que poseen los conocimientos necesarios
para resolverlos. Turner (2000) subraya dos notas de la
construcción disciplinar : la atribución de un nombre de
identificación y los albores de un mercado de
interesados. Las disciplinas académicas se sitúan, así, en
una relación entre dos bases de recursos : estudiantes y
clientes.
El nombre de la disciplina no es un detalle : por ejemplo,
es sólo en los años cuarenta que la Universidad de
Columbia cambia el nombre de un departamento de
Ciencias Sociales a Sociología, y es en los años sesenta
que Harvard ensaya la fusión de departamentos de
Sociología, Psicología y Antropología Cultural para hacer
de ellos un Departamento de Relaciones Sociales. Es aún
mucho más reciente que el mercado universitario exija el
diploma respectivo como condición de contratación para
tareas profesionales que le estén reservadas. Aún ahora el
principio es sólo relativo : Sociología aún puede contratar
un demógrafo o un historiador y Psicología puede
contratar un estadístico, un lingüista o un
biólogo — justificando, eso sí, el nombramiento como
necesidades complementarias a la disciplina.
El discurso interdisciplinar aparece más tardíamente, y lo
hace por dos vías. En una, la colaboración explícita de dos
disciplinas crea etiquetas dobles : Psicología Social
(anglosajona) o Psicosociología (francesa), así como
términos integrados, como Psicolingüística,
Etnopsiquiatría y Neuropsicología Cognitiva. La
proliferación de estas interacciones multiplicativas se
refleja en la incorporación progresiva de conceptos como
campos de conocimiento, de los que autores como Crane
2
y Small, 1992, y Clark, 1995 (citados por Klein, 2000, 16)
ya distinguían unos 9 000, y núcleos de investigación, de
los que el Institute for Scientific Information identifica
unos 20 000.
La otra vía de revisión de la lógica disciplinar, más
radical, pone los énfasis en los problemas — sin situarlos
en disciplinas originarias. Lo radical es el presupuesto de
una dinámica de desarrollo con un sentido más político de
la producción de conocimientos como búsqueda de
acercamientos entre necesidades sociales y estrategias de
solución. El modelo teórico linear, que supone que un
conocimiento puede generar sus formas de aplicación que
podrían ser útiles en la solución de problemas es
reemplazado por una interacción más dinámica, una
“reflexión en la acción”, “en el terreno”, con una “lectura
teórica” de soluciones contingentes. Elzinga (citado por
Klein, 2000, 15) llama deriva epistémica este
desplazamiento de criterios internalistas de la producción
intelectual hacia modelos externalizados, más abiertos a
ser regulados por las políticas sociales de desarrollo, las
representaciones sociales de problemas y por las
demandas del mercado de productos de información. Este
siglo ha visto el desplazamiento de las metáforas del
conocimiento desde una lógica homeostática que se
desarrolla a partir de sus fundamentos teóricos, a la de un
sistema abierto, que se asimila a las propiedades
dinámicas de una red, una malla, un sistema, un campo de
acción (Klein, 2000, 21). Adquiere fuerza el punto de
vista que el ruido en un sistema es una señal : “Lo que
aparece como perturbación en un sistema dado resulta ser
la interacción de un nuevo sistema con el primero”
(Paulson, citado en Klein, 2000, 22).
Esta estrategia no es, sin embargo, tan radical como
aparece a primera vista para el futuro de una lógica
disciplinar. Los problemas “reales“ siguen
construyéndose con los conocimientos actuales — y con
el poder de definición de los que los detentan (Weingart,
2000, 37). En este sentido, la oposición de problemas
“reales” y de disciplinas “teóricas“ es más una
manipulación populista que un nuevo orden. Más que
deriva epistémica, se trata de desplazamientos de la
academia al mercado del poder de definir la realidad
colectiva. Una estructura epistémica es reemplazada por
otra, en lo que es, fundamentalmente, una reorganización
política.
La disciplina sigue siendo una respuesta a un desafío aún
real : la necesidad de una lógica de organización, de rigor
y de control de errores. Sin reemplazar a las disciplinas,
se agregan mecanismos de acreditación social, de filtros
editoriales, de comités de lectura y de procedimientos de
evaluación de resultados que pueden organizarse bajo
otros nombres, pero que todavía ejercen las funciones
disciplinares esenciales.
1.2 El caso de la Psicología
Clifford Geertz, el antropólogo, mira con escepticismo
irónico la Psicología Cultural de Bruner, que analiza
Sociedad Interamericana de Psicología, Congreso Internacional, Santiago de Chile, 3 Agosto 2001
como característico de la variedad de mundos que
coexisten en Psicología, todos bajo la afirmación de
unidad disciplinar :
Al menos desde afuera, la Psicología no parece
ser un campo unificado, dividido en escuelas y
especialidades. Parece, más bien, un conjunto de
búsquedas dispares y desconectadas que han sido
clasificadas todas bajo el mismo acápite porque
todas se refieren, de uno u otro modo, a algo que,
de uno u otro modo se puede llamar
“funcionamiento mental”. Docenas de personajes
en búsqueda de una obra teatral.
Desde adentro debe verse seguramente algo más
ordenado, al menos por la estructura académica
bizantina que ha generado (la Asociación
Psicológica Americana tiene cuarenta y nueve
divisiones) ; ella no la hace menos miscelánea.
Las amplias oscilaciones entre concepciones
conductistas, psicométricas, cognitivistas,
profundas, evolutivas, neurológicas,
evolucionistas y culturalistas del objeto de
estudio han hecho de la Psicología una
ocupación inestable, no sólo afectada por las
modas, como todas las ciencias sociales, pero
también por cambios de dirección bruscos y
frecuentes. Los paradigmas, modos radicalmente
nuevos de manejar las cosas, se suceden no sólo
cada siglo o cada decenio : a veces parecen que
se suceden mensualmente. Para manejar las
docenas de ellos que están en el aire al mismo
tiempo, hay que ser un individuo
sobrenaturalmente focalizado y dogmático, que
puede excluir todas las ideas que no sean las
propias, o uno mercurial, de curiosidad
ilimitada, capaz de mantener este malabarismo
de programas, promesas y proclamas. En
Psicología, parece que abundan más del tipo de
los decididos implacables, dotados de esprit de
système (Pavlov, Freud, Skinner, Piaget,
Chomsky) que los del esprit de finesse, ágiles y
adaptables (James, Bateson, Sacks) (Geertz,
2000, 187-188)
Hablar de interprofesional es aún menos frecuente que
hablar de interdisciplinar. Incluso es bastante frecuente
llamar interdisciplinar lo que es un equipo de trabajo con
profesiones diferentes (Larivière, 1997, Schofield y
Amodeo, 1999). Lo que prima es la realidad de un trabajo
colectivo, centrado en tareas o problemas comunes, en los
cuales las diversas profesiones subrayan una división del
trabajo en aspectos o subproblemas. Aquí podríamos
hablar de "ideología de la igualdad" : la realidad es la de
una estructura organizacional jerárquica, en la que el jefe
del equipo guarda la responsabilidad de la toma final de
decisiones, y en la que este jefe representa el poder
burocrático o la profesión de mayor responsabilidad
oficial. En el caso que conozco mejor, el de la salud en el
3
Quebec, la supremacía del médico está en la estructura
misma de las decisiones de equipo : él es quien toma las
decisiones con repercusiones concretas y las avala con su
firma. Si en la interdisciplinaridad todos opinan y nadie
decide, en los equipos de trabajo se sabe de antemano
quien será quien decida.
En su inserción académica, la Psicología es una
disciplina – una entre otras. Las facultades de Artes y
Ciencias o de Ciencias Sociales así como programas de
educación, salud, administración y acción social nos
acogen como psicólogos – psicólogos que se espera
trabajen en contacto habitual y en diálogo con otras
disciplinas. La inserción profesional nos recuerda
también que la Psicología es una profesión entre otras,
que se espera de ella una capacidad de cooperación, de
integración en problemas que no tienen un nombre
específicamente psicológico. Cuando la atención en
privado forma parte de los servicios de un hospital, de una
escuela o de un servicio de bienestar de una empresa, la
puerta disciplinar queda siempre mal cerrada. Estas
cooperaciones exigen de nosotros una definición
identitaria abierta, no sólo permeable a otras visiones sino
también capaz de establecer esos puentes que enriquezcan
un trabajo colectivo.
Y el problema no es simplemente el de diferenciarse de
otras disciplinas y de otras profesiones : puede ser el de
defender disciplinas y profesiones como entidades
estables y suficientes. Como recordábamos, el Institute of
Scientific Information utiliza unos 20 000 núcleos tópicos
de concentración de publicaciones de investigación. En el
área de las Ciencias Sociales, de las 1622 revistas
indexadas, hay 361 clasificadas como de Psicología ;
entre ellas, hay una doscientas que incluyen los términos
de “psicología” o “conducta” en su título. Los psicólogos
están presentes en muchas más revistas que las que se
identifican como disciplinares, así como en muchos
departamentos académicos otros que el de Psicología.
1.3 La relectura de las fronteras disciplinares y
profesionales
En una primera impresión, las fronteras son barreras que
distinguen y separan. De este lado, está la aceptación, la
pertenencia ; del otro lado de la aduana, del pasaporte, y
de la visa está lo extranjero, lo distinto, lo posiblemente
peligroso. Pero las fronteras también pueden disminuir los
costos de autodefinirse por la delimitación, la diferencia,
la exclusión. Ellas también aumentan la conciencia del
otro, desafían la identidad compartida a confrontar formas
alternativas de significación y de organización. Las
fronteras son líneas de separación, pero también son
zonas de doble comunicación. El análisis del potencial de
las regiones fronterizas entre las disciplinas es más
complejo que los conflictos limítrofes : son estrategias
definicionales de permeabilización y de acomodación
recíprocas, con referentes múltiples, zona de negociación
de lógicas diferentes.
Sociedad Interamericana de Psicología, Congreso Internacional, Santiago de Chile, 3 Agosto 2001
Las fronteras son también una forma de análisis de la
dialéctica centro – periferia (Pineau, 1980). Esta doble
comunicación dista de ser necesariamente equilibrada : el
poder político hace que el tráfico esté cargado a beneficiar
preferentemente uno de los territorios ; pero la lógica
profunda es la de los sistemas abiertos. Si los límites
físicos o conceptuales aparecen como barreras
aparentemente concretas, que parecen definir la
entitatividad (Campbell, 1958), esta atribución de realidad
absoluta es ilusoria, al ocultar las relaciones que definen
la realidad profunda de los sistemas abiertos :
Toda frontera es el lugar de la disociación y de la
asociación, de la separación y de la articulación.
Ella es el filtro que rechaza, pero que también
deja pasar. Gracias a ella, se establecen las
corrientes osmóticas y también se impide la
homogeneización (Morin, 1977 : 204)
Disciplina y profesión comparten el mismo desafío : la
lectura de las fronteras como zonas de intercambio
fructuoso, valorizadas por la diferencia. Moral,
solidaridad y responsabilidad : el pensamiento relacional
muestra la solidaridad de los fenómenos, y el pensamiento
que nos liga al cosmos nos muestra nuestros orígenes
físico-químicos pero también nuestro carácter emergente
(Morin, 1997). El pensamiento transdisciplinar incita a
una ética de la comprensión, contraria a la tendencia a la
reducción, que aísla.
2. La psicología como historia compartida
2.1 Una historia necesariamente personal.
Quisiera comenzar con una afirmación tal vez muy
íntima, pero que creo necesaria para anclar la reflexión
que quisiera compartir : estoy contento de ser psicólogo y
aún más contento y casi orgulloso de ser un psicólogo
social. Pero quiero compartir reflexiones que provienen
tanto de esta pertenencia como de haber vivido y
trabajado en una posición periférica : hace ya muchos
años que vivo el ser psicólogo en mundos que no son
propios a la profesión. Profesor universitario en Chile y
en Estados Unidos en Departamentos de Sociología,
profesor en una Escuela de Trabajo Social en el Quebec,
me gustaría hablar de Psicología sin sentirme totalmente
definido por ella. Tal vez éstas sean “Reflexiones desde la
Diáspora”...
Cuando comencé mi doctorado en Psicología Social en
Harvard, llegué a un mundo que me sorprendió.
Antropología Cultural, Sociología y los programas de
Psicología Clínica, del Desarrollo y Social se habían
planteado una pregunta : ¿ porqué estamos separados ?, y
habían respondido con una solución : fusionémonos en un
solo departamento. Y los antropólogos como Clyde
Kluckhohn, los sociólogos como Talcott Parsons, y los
psicólogos como Gordon Allport, Erik Erikson, Robert
Rosenthal, Jerome Kagan, y David McClelland decidieron
que era más razonable ser partícipes de un mismo
4
departamento. Lo llamaron el Departamento de
Relaciones Sociales, y comenzaron en los viejos locales
de Filosofía, donde trabajaron William James y Charles
Pierce, haciendo una psicología que confrontaba la
pregunta que orientaba la herencia pragmática : cómo el
ser humano utiliza su conciencia para realizar su proyecto
personal, que es proyecto de organismo, de individuo y de
ser social, conocedor, crítico y transformador de mundo.
La historia personal marca, y si bien ese proyecto
interdisciplinario no logró sobrevivir académicamente me
dejó como herencia la convicción que la disciplinaridad
clásica era una afirmación que requería reflexión crítica
para ser afirmada.
2.2 La psicología como historia colectiva.
Hace ya bastante años, Kenneth Gergen produjo un
remezón fuerte, especialmente entre los psicólogos
sociales, al plantear una tesis atrevida :
Un análisis de la teoría y de la investigación en
psicología social revela que, si bien los métodos
de investigación son de carácter científico, las
teorías de la conducta social son primariamente
reflejos de la historia contemporánea…El
conocimiento [ de la interacción social ] no se
puede acumular en el sentido científico habitual
porque este conocimiento no transciende
generalmente sus fronteras históricas […]
Ciencia y sociedad son un anillo de interacción
circular […] Utilizamos una metodología
científica, pero los resultados no son principios
científicos en el sentido tradicional. En el futuro,
los historiadores estudiarán estos relatos para
mejor entender este período. Por otra parte, los
futuros psicólogos encontrarán poco de valor en
este conocimiento (Gergen, 1973 : 309, 310,
317).
Desde este trabajo, ya han pasado 28 años. La
recomendación que Gergen planteaba se deducía de su
reflexión global : "Parece miope mantener la distancia
disciplinar con los estudios históricos tradicionales y con
las otras ciencias ancladas en la historia, incluyendo la
sociología, las ciencias políticas y la economía…"
(Gergen, 1973 : 319). Entre tanto, la Psicología sigue
manteniendo su identificación a sus raíces en las ciencias
naturales, y la distancia a la ciencias sociales no ha
disminuido notoriamente – a pesar de Erikson, de
Campbell, de Bruner. Seguimos hablando de Ciencias
Humanas o del Comportamiento, que somos nosotros, y
las distinguimos de las Ciencias Sociales — que son
ellos : sociólogos, demógrafos, historiadores, politólogos
y criminólogos. Volveré a ello más adelante. Por
mientras, hay que subrayar cómo el problema señalado
por Gergen sigue resonando en nuestras discusiones :
Una socialización con poca reflexión epistémica
ha permitido que la Psicología sea utilizada por
intereses ideológicos. Ellos la han hecho
Sociedad Interamericana de Psicología, Congreso Internacional, Santiago de Chile, 3 Agosto 2001
habitualmente funcional al statu quo – reflejando
y endosando los valores sociales dominantes,
diseminándolos como afirmaciones científicas
libres de opciones valóricas u proveyendo una
imagen asocial del ser humano que presenta, a su
vez, al individuo como esencialmente
independiente de las circunstancias
sociohistóricas (Prilleltenski, 1989 : 800 ; ver
Fox y Prilleltenski, 1997).
3. La Psicología entre las disciplinas
Disciplina dice orden, visión de mundo que es una
armonía interna compartida que expresa un proyecto
común, redes de relaciones, una identidad colectiva y
modalidades comunes de acción. La visión de mundo es
la realidad concreta de valores, convicciones, espíritu de
los tiempos, coloración identitaria de una comunidad de
vida. Kuhn ya introdujo el concepto de paradigma para
ampliar la visión teórica a la identidad de una comunidad
de compromiso vital, de comprender y de hacer.
3.1 Pertenencias vitales, pertenencias culturales.
Si empezamos con la disciplina como visión de mundo,
Ortega y Gasset nos mostraba la tarea ineluctable que
confronta toda persona y cómo la cultura y el sentido de
pertenencia que implica es la respuesta que anhelamos :
La vida es un caos, una selva salvaje, una
confusión. El hombre se pierde en ella. Pero su
mente reacciona ante esa sensación de naufragio
y perdimiento : trabaja por encontrar en la selva
« vías », « caminos » : es decir : ideas claras y
firmes sobre el Universo, convicciones positivas
sobre lo que son las cosas y el mundo. El
conjunto, el sistema de ellas es la cultura en el
sentido verdadero de la palabra ; todo lo
contrario, pues, que ornamento. Cultura es lo que
salva del naufragio vital, lo que permite al
hombre vivir sin que su vida sea tragedia sin
sentido o radical envilecimiento.(...) (1960 :
28–29).
La cultura, nos dice Bruner, es "la forma de vida y de
pensamiento que construimos, negociamos,
institucionalizamos y finalmente, después que todo está
decidido, que terminamos llamando « realidad » para
nuestro propio consuelo" (Bruner, 1996 : 87). Esta
búsqueda de sentido – y búsqueda de "consuelo"
existencial – afecta todos los colectivos humanos, y la
Psicología no es excepción. La identificación de
pertenencias trata de nombrar los lazos que caracterizan
su cotidianeidad, la imagen proyectada y la autoimagen
que la alimenta. La primera nota de esta autoafirmación
para nuestra cultura psicológica está en la pertenencia a
una forma especifica de conocer : la psicología como
ciencia.
5
3.2 La identidad científica de la Psicología
Disciplina dice orden – búsqueda de sentido y también
búsqueda de un espacio humano. Para la Psicología, el
concepto de ciencia aparece muy temprano para delimitar
un espacio que busca el diferenciarse de la filosofía como
método reflexivo, y que también quiere afirmar no ser
solo "arte", competencia práctica. Ciencia dice orden,
rigor, método – las exigencias que condicionan la
pertenencia y que legitiman el campo profesional. La
Psicología mantiene como discurso de legitimación la
relación estrecha entre la profesión y la disciplina que la
valida. En las palabras de la Presidenta de la Sociedad
Chilena de Psicología Clínica,
Los psicólogos somos científicos cuyo campo de
acción es la conducta humana y sus trastornos.
Para ello recibimos una formación universitaria y
posteriormente exigimos a nuestros pares una
formación posgrado, que los acredite como
especialistas en psicoterapia (Ifland, 2001)
Pero el concepto de ciencia en Psicología parece ser
incorporado con menos discusión crítica que en otros
campos cercanos, como las ciencias
"sociales" — agrupación de la que la Psicología siempre
se ha mantenido a una distancia desconfiada. La
diferencia en las estrategias de formación entre la
Psicología y otras ciencias humanas es bastante marcada.
En Psicología, la epistemología y la filosofía están
bastante marginalizadas de los programas de formación
básica, como si su relegación a los niveles superiores
subrayara su dificultad y su carácter de "cultura general"
más que de útil de trabajo. La identificación de la
metodología con el aprendizaje de métodos y técnicas
parece ser una fusión que al menos los estudiantes hacen
con frecuencia – fusión que no inventan, sino que
aprenden. De ahí a llamar "métodos de investigación" los
cursos de estadística, no hay sino un paso… o un
resbalón, que no es tan raro.
La reflexión critica sobre la cientificidad llega a la
Psicología por distintas vías. Por citar una, Latour es uno
de los que subraya la gran distancia entre una visión
etérea de la ciencia como concepto abstracto, y el estudio
científico del hacer ciencia :
Los estudios sobre la ciencia están expresando
una transición crucial entre lo que podríamos
llamar Ciencia y lo que llamaríamos
Investigación Científica. Mientras la Ciencia
evoca certeza, frialdad, distancia, objetividad, y
necesidad, la Investigación Científica parece
tener justamente las características opuestas : es
incierta, abierta ; está sumergida en problemas
concretos de financiamiento, instrumentación y
competencias concretas... incapaz de diferenciar
entre frío y caliente, subjetivo y objetivo,
humano y no humano. Si la Ciencia alcanzó su
auge en actuar como si estuviera totalmente
desconectada de la colectividad, la Investigación
Sociedad Interamericana de Psicología, Congreso Internacional, Santiago de Chile, 3 Agosto 2001
Científica sólo puede ser comprendida como una
experimentación colectiva sobre lo que
humanos y lo no humano juntos son capaces de
tragar o de tolerar. Me parece que este segundo
modelo es más sabio que el primero (Latour,
1999 : 20)
Esta transición del debate conceptual sobre qué sea
ciencia al estudio científico de cómo se hace ciencia nos
permite comprender mejor que el concepto de ciencia nos
refiere al de comunidades científicas y que la Psicología,
al decidir cómo situarse entre ellas, confronta decisiones
que no sólo son búsqueda de verdad abstracta, de
definiciones esenciales, sino también de estrategias de
"posicionamientos" en mercados de ideas — y de control
de recursos, de públicos y de mercados.
La historia del debate recorre toda la Psicología
contemporánea, sobre todo desde que los
cuestionamientos de la psicología critica (Fox y
Prilleltensky, 1997 ; Prilleltensky, 1997, 1994, 1989), del
constructivismo (Ibáñez, 2001), del postmodernismo y de
la flexibilización de los métodos de investigación (Varela
y Shear, 1999 ; Denzin, 1999 ; Guba, 1990) han adquirido
espacios de respetabilidad. Todos ellos subrayan la
contextualización, la inserción concreta en historias de
comunidades. No son sólo politizaciones, relativismos :
también reflejan nuevos diálogos de un cuerpo teórico y
práctico más específicamente psicológico con otros
sectores disciplinares y nos invitan a comprender lo
científico más allá de su estrategia epistémica de
búsqueda de coherencia y rigor instrumental.
Aspiramos a construir una cultura en que las
preguntas respecto a “la objetividad de los
valores” o a “la racionalidad de la ciencia”
parecerían igualmente innecesarias. Los filósofos
pragmáticos quisieran reemplazar el deseo de
entrar en contacto con una realidad que sería
otra que nuestra comunidad por el deseo de ser
solidarios con esa comunidad. Ellos creen que
el hábito de contar con la persuasión más que
con la fuerza, de contar con el respeto de las
opiniones de sus prójimos, con la curiosidad y la
pasión por la información y las ideas nuevas son
las únicas virtudes que poseen los hombres de
ciencia. Estos filósofos no creen que exista una
virtud intelectual llamada “racionalidad” que sea
superior a estas calidades morales (...).
Mi repudio de las nociones habituales de
racionalidad puede resumirse en la idea que la
única calidad que hace de la ciencia un ejemplo
a seguir es que es un modelo de solidaridad
humana (Rorty, 1990, p. 54–55).
3.3 La coexistencia interdisciplinar.
Como disciplina científica, la Psicología ha ganado un
cierto consenso interno y social de atribución de unidad
a su campo. "La" Psicología, en singular, es una realidad
6
académica, presente en los anaqueles de cualquier sistema
de clasificación documental y en la imagen pública, y es
una profesión formalmente reconocida en casi todos los
países en que ha ganado presencia. En sus relaciones
exteriores, la Psicología forma parte de un ámbito que
habitualmente se lo reconoce como "ciencias humanas",
diferente de ciencias físicas o biológicas, diferente de
filosofía, diferente de literatura, diferente de "ciencias
sociales". En sus relaciones internas, la Psicología
reconoce ámbitos de reflexión, de investigación y de
acción diferenciados, pero con una unidad que se postula
sin mayores discusiones.
Las relaciones internas y externas de la disciplina nos
plantean, sin embargo, problemas que merecen mayor
trabajo reflexivo. Que haya una unidad disciplinar que
hace que la psicofisiología, las perspectivas
psicoanalíticas, conductuales y lingüísticas, la inteligencia
artificial y la biología del conocimiento sean un campo
unificado por concepciones teóricas, de metodología y de
métodos comunes es algo difícil de justificar. Que haya
una frontera de delimitación con las ciencias sociales, con
las concepciones de sociedad y cultura es otro
presupuesto cargado de historia — de una historia difícil
de analizar fuera de contextos políticos casi anecdóticos.
Todo orden confronta la paradoja de ser un orden entre
otros, de pretender afirmarse impositivamente – cuando
coexiste con otros órdenes, que demuestran la posibilidad
y aún las ventajas de órdenes alternativos. Si las
disciplinas son expresiones de un orden compartido, y
éste permite tanto la afirmación de la coherencia interna
como la diferenciación de un mundo externo, esta
diferenciación puede limitar paradojalmente el campo de
acción disciplinar, al dificultar la cooperación con otros.
El compartir mundos físicos e intelectuales no son
opciones : desde el momento que se piensa y se actúa, se
comparte mundo. Ambos sitúan en contextos que no sólo
están poblados de objetos, sino que también están
poblados de sujetos – otros sujetos, con otras
perspectivas, otros planes… otras disciplinas. El convivir
no es generosidad : es supervivencia.
Hablar de interdisciplinaridad recuerda conferencias,
simposios y congresos centrados en un tema o en un
problema aparentemente unificador – que, de hecho, se
convertían en una sucesión de presentaciones de expertos,
sin parámetros integradores. Esta interdisciplinaridad
como yuxtaposición está siempre dominada por una
"retórica sincretista" : toda disciplina aporta algo ;
ninguna es superior o engloba a las otras ; la síntesis, que
aparentemente era la meta de la reunión, queda en manos
de los participantes como tarea futura.
Con Edgar Morin (1998, 1997 ; Nicolescu, 1999), el tema
de la interdisciplinaridad ha cambiado en forma
sustancial. De la negociación entre disciplinas,
característica de una literatura con sabor de congreso
internacional (Portella, 1992 ; Klein, 1990), la relación
entre disciplinas forma parte de la lógica que impulsa la
Sociedad Interamericana de Psicología, Congreso Internacional, Santiago de Chile, 3 Agosto 2001
aceptación de "la presencia necesaria y complementaria
de procesos o de instancias antagónicas" (Morin, 1997) –
individuo y sociedad, presente e historia, diagnóstico y
proyecto, y de disciplinas que, al definir objetos
específicos, parecen oponerlos a las visiones de otras.
El objeto sistémico no es un objeto cortado con
sierra de otras disciplinas igualmente
esquizoides. En la concepción Antigua, no hay
diálogo posible entre las ciencias que eliminan
las ideas de naturaleza, de cosmos, de hombre.
Es a partir del pensamiento complejo que
reencontramos la posibilidad de hablar del ser
humano, de la naturaleza y del cosmos, podemos
restaurar la relación entre las dos culturas,
dialogar, situarnos en el universo en que lo local
y lo global están ligados (Morin, 1997).
4. La Psicología entre las profesiones : el caso
de la evaluación
4.1 La autonomización de la evaluación
Las relaciones interprofesionales de la Psicología varían
según contextos en mayor grados que sus relaciones
interdisciplinarias. Me limitaré a un ejemplo, que es el de
la evaluación. Mi interés está centrado en una pregunta :
en un campo de acción social que ocupa un espacio tan
importante en la conciencia social actual, como es la
evaluación de productos, de prácticas sociales y
profesionales, de proyectos y de programas : ¿ dónde
están los psicólogos, dónde está el reconocimiento del
aporte indispensable que la psicología puede hacer a un
área emergente, que parece haberse desarrollado sin
dependencias disciplinares o profesionales ?
La evaluación no es invento reciente. En su sentido más
lato, la evaluación está presente en toda valoración
individual o colectiva, llámese gusto, ganas, motivación,
creencia o estructura. Los juicios de valor están presentes
en cada semáforo, que postula una igualdad de derechos
de uso de vía, y que entran en tensión con cada sirena de
ambulancia, de bomberos, de policía o de autoridades en
limusina, que nos recuerdan que el juicio de valor de la
igualdad de derecho se subordina a las razones que
imponen el derecho preferencial de vía que se les
reconoce a enfermeros, bomberos, policías y autoridades
en limusina. Si un semáforo es una afirmación ética de
igualdad, la sirena la subordina a una afirmación ética de
privilegio.
Históricamente, los juicios de valor fundan las actividades
humanas organizadas como profesiones : la medicina, el
derecho y la teología. La patología, el delito y el pecado
existen como los efectos de juicios de valor, constituidos
en sistemas normativos de significación : los microbios,
los delincuentes y los herejes tienen derechos muy
frágiles. Es en este sentido más estricto, como una
comparación de una situación de hecho con una
situación de derecho, de lo que es con lo que debiera ser,
7
que la evaluación estructura las sociedades occidentales
hace ya un par de milenios. La evaluación nos refiere
directamente al juicio de valor, que establece una relación
entre hechos y juicios, entre facticidades y opciones.
4.2 El sentido de una evolución.
En términos de docencia formal, la evaluación enseñada
sistemáticamente aparece hace décadas en la formación
de educadores, como una extensión de los cursos de
estadística y de medición : “Medida y evaluación” es un
tipo de curso con largos años de existencia. En la
actualidad, los cursos de evaluación forman parte del
bloque de formación metodológica, en el que son vistos
como diseños de investigación, centrados en la medición
de resultados de acciones planificadas. Carreras como
Psicología y las ciencias de la salud sitúan la evaluación
en la construcción y utilización de instrumentos
diagnósticos, mientras que carreras como administración
hacen de la evaluación de proyectos un aparataje técnico
para la gestión financiera de inversiones. Todas lo utilizan
como el instrumento primario de negociación con sus
clientelas. ¿ Qué lectura evolutiva coherente puede
hacerse de esta variedad ?
Tal como describen su evolución Madaus, Stufflebeam y
Scriven (1989), a los movimientos de reforma de fines del
Siglo XIX, se suceden la búsqueda de la eficiencia, la
necesidad de dar cuenta de financiamientos públicos y,
por último, la formación de un nuevo grupo de
especialistas :
La causa más obvia de la popularidad de la
evaluación de programas en los Estados
Unidos—con desarrollos paralelos en Canadá,
Suecia y Alemania Occidental—está en la
decisión del Congreso de financiar algunos
programas muy grandes en educación, para los
cuales prescribió y financió el que fueran
evaluados. El efecto más obvio fue la
emergencia de un nuevo campo de actividad,
muy consciente de su propia importancia, y de
un número igualmente importante de
profesionales que se dedicaran a él (Scriven,
1991, viii).
La interpretación que damos a esta evolución es
coincidente con la de los diferentes estudios teóricos que
la han confrontado sucesivamente como problema
(Zúñiga, 2001, 2000a ;Madaus, 1989 ; Guba, 1989 ;
Shadish, 1991 ; Allard, 1996). La competencia técnica en
el medir, sobre la que se edificó el área , se complementó
con la conciencia de la importancia de controlar la
utilización de inversiones, de ayudar a la toma de
decisiones administrativas. La tercera etapa insiste en que
ayudar es participar : el evaluador llega así a tener que
superar sus ilusiones de ser externo a la acción que
evalúa, y se ve obligado a reconocer que la evaluación es
parte de la acción, que al evaluar, él también forma parte
de la acción y que lo hace con el poder delegado y con la
Sociedad Interamericana de Psicología, Congreso Internacional, Santiago de Chile, 3 Agosto 2001
influencia que se le percibe o atribuye. En una cuarta
etapa, la de la "evaluación de cuarta generación" (Guba y
Lincoln, 1989), la tarea de mediar entre la multiplicidad
de actores lleva a una conciencia que la participación del
evaluador favorece necesariamente a los actores con los
que está más ligado – habitualmente, los responsables de
la gestión, que también son los que contratan y guardan la
utilización de la evaluación. El evaluador capta así que el
desafío de buscar un equilibrio entre actores es también
una tarea científica de honestidad intelectual en el análisis
de su situación social como un actor con poder de
experto. El trabajo reciente de House y Howe (1999)
parece estar añadiendo una reflexión ética y política :
fundamentar opiniones y someterlas a deliberación
plantea exigencias que van más allá de una animación de
grupo. La evolución lleva el campo a lo que es el desafío
de la contextualización ética y política de la acción
social de todo participante consciente de esa acción –
sobre todo de quienes intervienen en ella con el manto de
experto y con la aureola de la objetividad.
4.3 La conciencia política cautelosa.
Desde los albores de la evaluación, la dimensión política
de la evaluación era evidente : Cronbach ya hacía alusión
a ella, si bien en forma humorística, para suavizar el
impacto, en forma de tesis al estilo de Lutero, para clavar
una opinión disidente en las puertas de la catedral de la
ortodoxia ; de ellas, cito cinco :
1. La evaluación de programas es un proceso por
el que la sociedad aprende a conocerse.
11. Una teoría de la evaluación debe ser una
teoría de la interacción política en el mismo
grado en que sea una teoría sobre el cómo
determinar hechos.
18. La exigencia de la rendición de cuentas es
un signo de patología en un sistema político.
20. El ideal de eficiencia en el gobierno está en
tensión con el ideal de la participación
democrática : el racionalismo está
peligrosamente cerca del totalitarismo.
93. El evaluador es un educador : su éxito debe
ser juzgado por lo que los otros aprenden de su
trabajo (Cronbach, 1989, pp. 407 a 412).
Comienza a quedar claro que la evaluación es un caso de
conjunción de ciencia y juicios de valor, y que éstos son
fundamentalmente políticos – en el grado en que buscan
un cambio social a través de una intervención. Campbell
ya había caracterizado en 1971 (1988 a, b) la evaluación
como un producto coherente con una visión de sociedad
fundamentalmente democrática, participativa y crítica,
heredera directa y explícita de Popper y de Dewey :
La ideología de una sociedad experimental.
Ella será una sociedad activa, una sociedad que
ensaya, que explora sus posibilidades en la
acción... Ella será una sociedad evolutiva, una
sociedad que está siempre aprendiendo. Será una
8
 sociedad honesta, realista, comprometida a
poner sus planes a prueba, autocrítica, que
evitará el vivir de sus ilusiones. [...] Esta
sociedad experimental no será nunca
dogmática. Aún cuando defienda metas ideales y
cuando proponga medios racionales para
alcanzarlas, ella no defenderá dogmáticamente el
valor y la verdad de sus metas y de sus métodos
contra las evidencias que las refutarían ni contra
las críticas fundadas [...] Ella será
profundamente científica, un ejemplo de los
valores de honestidad, de crítica abierta, de
experimentación, de disponibilidad a cambiar sus
teorías cuando ellas son refutadas por las
evidencias experimentales. [...] Ella será una
sociedad imputable, responsable de las acciones
que realiza, que podrá ser criticada, que respetará
sus propios métodos explícitos. Ella será una
sociedad descentralizada en todas las
dimensiones posibles. [...] Ella será una
sociedad respetuosa de la voz popular, con
metas y medios determinados por el bien común
y las preferencias colectivas. En los marcos del
bien común, ella será una sociedad voluntarista,
que ofrecerá posibilidades de participación y de
toma colectiva de decisiones a todos los niveles
posibles. [...] Ella será una sociedad igualitaria,
que atribuirá igual valor al bienestar y a las
preferencias de todos y cada uno de sus
miembros (Campbell, 1988 : 293 a 296)
Los valores en juego no son sólo los de un humanismo
abstracto : son los valores que orientan y justifican una
opción específica de lo que sea la sociedad que se quiere
construir : una sociedad exploradora, experimentante,
en la visión liberal norteamericana de los años sesenta.
Hace ya años, y gracias a la invitación insistente de Don
Campbell, había tratado de compartir la riqueza y los
costos de la experiencia chilena de una psicología
implicada en la perspectiva de la Unidad Popular en
Chile. En mi presentación a la American Psychological
Association (1975), traté de mostrar cómo se puede
aceptar de contribuir a una opción política y social
específica, guardando y ayudando a desarrollar una
honestidad intelectual colectiva. El gobierno de Allende
representó un cambio social radical, que significaba el
reemplazo de un orden social por otro, construido sobre
premisas diferentes. Traté de mostrar las tensiones
desgarradoras de una acción profesional en situaciones de
confrontación social : ser "agente de cambio social"
cuando éste define una de las partes en conflicto. Las
preguntas que planteaba siguen siendo fundamentales
para mi hoy, y siguen esperando un tratamiento
sistemático en nuestra disciplina y en nuestra profesión.
Hoy, ¿ con quiénes compartimos nuestras inquietudes,
nuestras investigaciones, nuestras prácticas profesionales,
nuestros sueños ? ¿ Quiénes son aquéllos que queremos
ayudar, creando para ellos condiciones de vida que
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estimamos mejores ? Nuestros vecinos académicos y
nuestros compañeros de trabajo tienen derecho de esperar
una competencia que defina nuestra identidad científica y
profesional ; pero también tienen derecho a que nuestros
marcos de referencia permitan reconocernos como
agentes conscientes de favorecer y de producir cambios
que no serán positivos sino vistos desde un punto de vista
– que es el que hacemos nuestro. Todos los que afectamos
tienen derecho a conocerlo. Una vez más, ciencia, ética y
política se identifican como dinámicas de búsqueda de un
bien común concreto, sin más certezas que las de una
honestidad que acepta hacer explícitos los valores que la
orientan, el proceso de búsqueda de información y de
producción de cambios, así como el valor de mirar los
resultados de nuestra acción en la cara – y de tener la
solidaridad social para hacerlos públicos.
La evaluación es siempre externa – y debe ser también
siempre interna. Si “externo” no significa “hecha por
otro”, podemos reconocer que el evaluar es un
distanciamiento crítico de la dinámica de la acción.
Evaluar es siempre, en cierto modo dialéctico, un
acercarse y un alejarse, un identificarse y un oponerse, un
valorizar y un cuestionar. Si, por una parte, evaluar
significa captar, el evaluador debe comprender los puntos
de vistas implicados, debe meterse en el pellejo de los que
actúan, para entender su acción, que incluye el sentido
que tiene para ellos y la racionalidad que le atribuyen. La
neutralidad pasa a ser muy problemática, porque
compenetrarse es también identificarse. Si, por otra parte,
evaluar significa hacer un juicio de valor, el evaluador
confronta la acción, sus efectos y su racionalidad, se
disocia de ella, la cuestiona, asume el rol del abogado del
diablo. En la acción propia, evaluar es distanciarse de sí
mismo como actor, es observarse críticamente : ¿ qué
estoy haciendo ? ¿ qué tal lo estoy haciendo ? ¿ avanzo
hacia las metas que me he fijado ? ¿ qué debo modificar
para permanecer fiel a mi objetivo, para adecuarlo al
contexto de realidad, evitando los obstáculos y
aprovechando las oportunidades imprevistas que se
presentan ? La evaluación desacredita la dicotomía entre
lo interno y lo externo a la acción, porque baña en ambos,
y es, simultáneamente, control externo y autocontrol.
Toda evaluación es fértil cuando representa una cierta
externalidad y cuando representa adecuadamente el
sentido interno que atribuyen los participantes a la
acción que se evalúa.
4.4 Política y ética en sociedades pluralistas.
Esta larga incursión en un mundo profesional, el de los
evaluadores, que se definen con tareas que son familiares
para los psicólogos, nos lleva a situar la profesión en el
diálogo con otras profesiones en otros registros : son las
perspectivas éticas y políticas.
La dimensión ética siempre ha estado presente en el
campo de la evaluación : se evalúa para actuar, para
intervenir – o para poner en jaque el cómo se esté
actuando, o para sugerir nuevos cauces y nuevos medios a
9
la acción. También se actúa porque se evalúa : ya sea en
definir un estado que requiere modificación, o que podría
ser mejorado o transformado. Es importante subrayar el
que al hablar de evaluación, estamos hablando de este
momento, presente en toda acción profesional, en que se
juntan los valores que orientan el juicio sobre una realidad
personal o social – como inadecuada, anormal, patológica,
insuficiente o excesiva – con la información que el
profesional identifica, busca y organiza, que
desencadenan la decisión de intervenir. Marcos
organizacionales y de sociedad han creado el trasfondo
valórico ; el juicio clínico o de problema lo lleva a la
intervención profesional, que une valores, mandato,
normativas y antecedentes.
House y Howe (1999) subrayan la dimensión ética de la
responsabilidad social colectiva del acto de intervenir, de
ayudar, de facilitar procesos de cambio. Su trabajo
representa el reconocimiento que la acción profesional
sólo tiene lugar en la conjunción entre valores de
sociedad, prioridades políticas y prácticas profesionales
que, si bien se basan en la lectura y la aceptación de las
dos primeras, expresan una responsabilidad ante los
juicios de valor presentados como socialmente válidos y
ante el debate de que hayan sido objeto.
Nuestra perspectiva es una en que los valores no
se aceptan como datos (o como preferencias
personales), sino que son objetos de examen
racional. La evaluación es un proceso para
determinar valores, que son emergentes, y que
sólo el análisis deliberativo puede transformar en
resultados de evaluación. La evaluación está,
así, al servicio de una democracia deliberativa,
una en la que tanto los intereses como los
valores que los orientan son materia de
deliberación.
La evaluación de programas públicos, de
políticas y de calidad se basa en la noción de
opción colectiva. Este modelo está en el polo
opuesto del modelo del mercado, en que cada
individuo hace sus propias opciones, basado en
la información disponible, y en el que la opción
colectiva es sólo la suma de opciones
individuales.
Los dos modelos son diferentes. La deliberación
colectiva requiere una reciprocidad de
conciencias entre los participantes y un cierto
equilibrio igualitario del poder de cada uno, si
queremos que la decisión refleje una voluntad
colectiva respecto a sus necesidades (House &
Howe, 1999 : 98–103).
He tratado de ilustrar el desafío interprofesional desde un
solo campo de acción, aparentemente externo a la
Psicología. Espero que a estas alturas quede claro que tan
externo no es. Mi argumento es justamente que su análisis
Sociedad Interamericana de Psicología, Congreso Internacional, Santiago de Chile, 3 Agosto 2001
es central a esta invitación reflexiva. La evaluación es una
conciencia de que toda conducta se inserta en un
proyecto, en una proyección hacia un futuro que creemos
que podemos influenciar. Este proyecto, que tiene que ser
personal, no puede sino ser también colectivo, basado en
opciones compartidas – que debe ser explícitas, fruto de
consensos reflexivos y productos de deliberaciones,
confrontados con los hechos que forman su sustrato de
credibilidad. Todo el proceso es uno en que las personas
deciden cómo entienden su mundo, cómo lo comparan
con una imagen de un mundo posible, que les parece ser
un mundo mejor ; cómo creen que pueden producir los
cambios que lleven a este estado más aceptable,
desarrollado, y cómo desarrollar un sentido de realidad
que permita que este proceso de cambio se realice con
conciencia plena de sus consecuencias para sí y para los
demás, con el uso de los medios que mejor garanticen la
posibilidad de maximizar el beneficio buscado y
minimizar los costos de esfuerzo, de sufrimiento, de
incertidumbre y de confrontación…
5. La tarea ante nosotros : construyendo una
identidad relacional
5.1 Revisando nuestras conceptualizaciones.
Stroud ha subrayado (1994) cómo las conceptualizaciones
habituales en estos problemas de sociedad tienen todavía
resabios aristotélicos insospechados. La categoría
relación es conceptualizada como externa a las realidades
concretas que pone en relación, como accidental más que
constitutiva : la persona baña en cultura, el individuo
baña en sociedad. El criterio de realidad es la entidad
física, la "cosa" (Campbell, 1958), determinada en su
realidad por indicadores observables. Relaciones y
sistemas quedan relegados a categorías nominales, "entes
de razón" menos "reales" que las cosas. En esta reflexión,
optamos por perspectivas como la de Dewey, en la que la
ciencia, ética y aplicación no son estudiadas como
entidades conceptuales distintas, sino como aspectos
integrados de una misma acción. Ciencia, ética y práctica
son artes productivas, las tres construyen herramientas
útiles – tangibles o conceptuales :
... ciencia, ética y práctica no son empresas
dispares : se asemejan en su lógica experimental
de investigación. Esta lógica es una lógica
simultánea de investigación, de construcción, de
uso, de evaluación y de refinamiento
[progresivo] de construcciones (Stroud, 1994 :
969)
Esta comprensión de las relaciones redefine todo
quehacer intelectual y profesional. Ni la atmósfera para
un mamífero ni el agua para el pez son "entorno" o
"contexto" : el oxígeno y la presión atmosférica definen la
realidad profunda de ambos, los constituyen en su
existencia real. Entorno y contexto también están
“adentro” ; nosotros también existimos “afuera”.
10
Epistemología, sociedad y cultura, ética y políticas
públicas no son "relaciones exteriores" de la disciplina y
de la profesión : las constituyen en su existencia real, le
confieren su realidad concreta, son dimensiones vivas de
su realidad
5.2 Orientándose en zonas fronterizas
La invitación a habitar las fronteras no es una
colonización sin costos. Del otro lado de la frontera no
sólo hay oportunidades, sino también hay enemigos.
Enemigos que pueden ser reales, proyectados o
imaginarios. De los reales, no hay ni qué hablar ; de los
proyectados, sí. Que todo animal desconocido sea una
"fiera" ; que todo humano extranjero sea un invasor
potencial ; que más allá de tierras y mares conocidos
acechen monstruos y abismos – todo ello dice más sobre
nuestros temores que sobre nuestra vocación de
exploradores, de investigadores, de experimentadores. Las
zonas fronterizas son desordenadas : en ellas coexisten los
órdenes de los grupos implicados – órdenes que pueden
ser contradictorios y que están debilitados, al hacerse
evidente su relatividad.
Para una disciplina, la frontera es una amenaza
intelectual. Es vagamente inquietante ver su propio
mundo desde otras perspectivas, desde otras competencias
que nos recuerdan nuestra incompetencias que hemos
aceptado desde la seguridad de nuestra especialización.
Para una profesión, la frontera es una amenaza aún más
concreta – porque es una amenaza práctica. Funcionar en
mundos concretos, compitiendo con profesiones que
representan no sólo marcos teóricos o prácticas
profesionales diferentes sino también diferentes modos de
acceso al poder político, organizacional o financiero,
diferentes relaciones con éticas afirmativas… La relación
interprofesional se produce en un ámbito de cotidianeidad
concreta, de recursos limitados, de posibles fricciones
entre redes sociales constituidas, que ligan los sectores a
fuerzas externas a la situación en que se encuentran
reunidas. Pero ni disciplinas ni profesiones pueden hacer
del orden basado en delimitaciones sectoriales el
constructo estructurante de la acción social profesional.
Ni una disciplina ni una profesión pueden pagar el alto
costo de limitarse a identidades de exclusión mutua :
“Somos diferentes de Uds., Uds. no saben lo que sabemos
nosotros... Uds. no debieran poder hacer lo que sólo
podemos hacer nosotros”. Esta no es la deriva epistémica
de las disciplinas, ésta no es la evolución de campos de
trabajo. Lo que nos dicen estas evoluciones no puede
desencadenar en nosotros sólo la sensación de ultraje de
sentirse invadidos, robados.
5.3 La contribución irremplazable de la Psicología.
La premisa implícita de esta reflexión es la confianza
profunda en lo que la Psicología contribuye ya y puede
contribuir aún más en un concierto social y que puede y
debe hacerlo como disciplina intelectual y práctica
profesional, demostrando su apertura, su capacidad de
Sociedad Interamericana de Psicología, Congreso Internacional, Santiago de Chile, 3 Agosto 2001
explorar más allá de los límites con ayuda de los cuales se
ha autodefinido como un enclave. Podría enumerar cuatro
áreas en las que nuestra contribución puede tener un
impacto aún más importante.
• El núcleo estructurante de la conciencia relacional.
Autores como Riedl nos han advertido de los costos del
pensamiento dicotómico (1981 : 69–76) y otros nos han
enseñado la contribución de un pensamiento dialéctico
(Ibáñez, 2001). La conciencia de un sujeto concreto,
central a todo proceso histórico, está ya muy presente en
nuestro entorno disciplinar. Los sociólogos evolucionan
hacia una conciencia creciente del sujeto autónomo como
eje de modernidad (Touraine, 1992) y de responsabilidad
en todo cambio social en el que se impliquen como
expertos (Dubet y Wiewiorka, 1995 ; Touraine y
Khosrokhavar, 2000 ), donde esta toma de conciencia y
este asumirse aparecen como un desafío de desarrollo
social y personal. Cuando sociólogos como de Gaulejac
comienzan a sentar las bases de una sociología clínica (de
Gaulejac y Roy, 1993) y cuando la sociología se define
cada vez con mayor fuerza como desembocando en la
intervención (Vrancken y Kuty, 2001) ; cuando campos
tan dispares como los de la sociología de las
organizaciones (Friedberg, 1993), el trabajo social
(Simon, 1994) y la promoción de la salud (World Health
Organization, 1997) comienzan a estructurarse sobre
lógicas centradas en la libertad de sujetos actores, de
participación, de empoderamiento, se hace evidente que la
construcción de personas forma ya parte de un acerbo
cultural y científico del cual no podemos estar ausentes.
• Una forma específica de honestidad intelectual
disciplinada. Sin volver a los debates sobre el contenido
específico del concepto de ciencia como marco para una
Psicología integral, el sentido del rigor intelectual es una
característica que la carrera logra transmitir. Desde el
rigor de métodos cuantitativos al rigor de la herencia
freudiana, la tradición de formación es una en la cual el
estudiante aprende la cautela en la afirmación – cautela
que puede pecar de falta de audacia, pero que
habitualmente permite construir con un cierto rigor el
aprendizaje de la experiencia profesional. El ejemplo de
la evaluación buscaba insistir sobre este triple rigor : una
reflexión sobre los fundamentos de una acción, una
sensibilidad a los impactos de una acción, consciente de
que desbordan ampliamente los resultados buscados, y un
refinamiento en la identificación de actores, de
participantes y de afectados por una acción experimental
o de intervención.
• La ética profesional crítica. Tanto las agrupaciones
profesionales como académicas han adquirido una
sensibilidad ética, que sienta los cimientos de una crítica
capaz de comprender y de respetar las opciones
axiológicas que confronta. Podemos contar con una
tradición intelectual que reconoce e incorpora una ética
negativa – una ética que enfatiza la conciencia y el sujeto,
y que se contrapone a una que enfatice los valores como
independientes de la conciencia. Una ética negativa es
11
una disposición al retiro de las valoraciones (Holzapfel,
2000 : 43), una actitud metodológica de deconstrucción
de las valoraciones concretas más bien que de las escalas
valóricas abstractas. Esta posición fenomenológica se
deslinda de un relativismo valórico como complemento
necesario a una ética afirmativa a la que no se opone : la
relativización de valores es un momento presente en la
clínica, en la psicología del desarrollo y en la psicología
social. Es, justamente, a partir de este situar los juicios
éticos en su contexto que el psicólogo trabaja para
hacerlos más explícitos. Esta consideración de esta
conciencia critica adquirida se encuentra habitualmente en
los planteamientos que ofrecen valoraciones éticas y
políticas afirmativas, como las de Campbell, de House y
Howe y de Prilleltensky, a las que ya nos hemos referido.
• Un compromiso con una acción concertada de corte
democrático participativo. Si las lecturas que la
Psicología a hecho de las necesidades de acción social
han variado en contenidos y en marcos referenciales, hay
un germen constante de compromiso con un
mejoramiento de la vida colectiva, con un cambio social.
Nuestra reflexión y nuestra experiencia colectiva debieran
ayudar a darle una mayor lucidez y eficacia a las opciones
de cambio que hacemos nuestras.
Esta contribución nos pertenece, está presente en nuestra
historia de conciencia social, de sensibilidad a los
problemas de las sociedades en las que trabajamos. No
podemos, sin embargo, esperar que la demanda externa
defina la oferta disciplinar y profesional que podemos
hacer. Qué contribuya el psicólogo, dónde y cómo puede
hacer esta contribución, no son mandatos que nos lleguen
con el detalle de un reglamento de ley o de una definición
administrativa de funciones y de tareas por cargos : estas
respuestas originales a espacios sociales aún no
ocupados deben ser ofertas concretas, que nacen del
encuentro de la identidad profesional con un medio social
dado. El campo de la evaluación fue un ejemplo de un
área en cuya constitución los psicólogos han contribuido,
pero probablemente en un grado menor al que nos es
posible : análisis de representaciones sociales, de
opiniones y actitudes, de actorías y estrategias muestran
cómo otras profesiones han debido colmar espacios que
podrían haber sido más claramente objetos de nuestras
contribuciones.
Las fronteras de la Psicología… ¿ estamos hablando de
zonas de roce con realidades externas, o estamos
descubriendo espacios descuidados de nuestra propia
constitución como disciplina y como profesión ?
¿ Estamos conscientes de las zonas fronterizas que
compartimos ? La geopolítica militarista de defensa de
límites fronterizos es mal modelo para pensar nuestra
identidad. Pensar en "nosotros contra ellos", "dentro y
fuera" es tácticamente útil en situaciones de conflicto
pero, como toda estrategia defensiva, es una
simplificación intelectual y práctica. He tratado de
subrayar lo que autores como Campbell (1982, 1988a,
1988b) y Latour (1999), como Prilleltensky (1989, 1994,
Sociedad Interamericana de Psicología, Congreso Internacional, Santiago de Chile, 3 Agosto 2001
1997) como Bruner (1996) y Gergen (en prensa) han
subrayado la realidad relacional de nuestra actividad :
epistemología y cultura, política y ética no son
"disciplinas externas", no son interlocutores, sino
dimensiones que transforman una definición colectiva
cerrada, tribal, auto-referente, en un reconocer la propia
identidad en la interacción, en la relación social de
comprender y de hacer juntos y de comprender y hacer
con otros.
ALLARD, D. (1996). De l’évaluation de programme au
diagnostic socio-systémique : trajet épistémologique.
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