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Matrícula: 16-0585
Los caracteres comunes en las organizaciones políticas de las civilizaciones de Antiguo Oriente se pueden mencionar o llamar de
la siguiente forma:
Monarquías Personalistas, Teocráticas, Absolutistas, de Amplia extensión territorial y con una notable centralización
Administrativa. Es decir se trata de un régimen surgido de la evolución de los organismos de gobierno de las antiguas sociedades
primitivas, y que llevo a la desaparición de los organismos deliberativos de la misma: La Asamblea del pueblo y el Consejo de loas
Ancianos. El jefe militar se ha convertido en órgano de poder y decide por si mismo todos los asuntos del Estado.-
Es sin duda, una monarquía personalista. Se llega hasta el extremo de que el tesoro público se confunde con la fortuna del
monarca. Los cambios de gobierno se hacen por sucesión hereditaria o por golpes de estado.-
El Rey es un favorecido de los Dioses, el Dios mismo, como en el caso de los faraones del Antiguo Egipto. Aunque no puede
tratarse de una teocracia propiamente dicha, o restringirse simplemente a una gran influencia de estos. Pero sobre todo, lo que
configura el régimen es el carácter divino del monarca y el gran poder y la influencia consecuencias de los sacerdotes en todos los
actos del Estado. El poder del rey es absoluto, lo que vale decir que no se encuentra limitado por ley o ningún organismo del
gobierno. Siendo el Rey, Dios mismo o favorecido de este, nada ni nadie puede oponérsele. Administra, juzga, legisla, impone
impuestos, distribuye la tierra a su manera y perecer. En conclusión es dueño y señor de las tierras y sus frutos y del gobierno;
dicho de otra manera, es Dios en la tierra. Su autoridad asume un carácter despótico. Bajo esta imagen han pasado los antiguos
imperios de Oriente a la Posteridad.-
3. Realiza ensayo sobre los planteamientos políticos de Alejandro Magno y su repercusión en Oriente.
Las ininterrumpidas conquistas de Alejandro supusieron la anexión de un vasto e inmenso ámbito territorial que
conformaba un imperio universal. La organización administrativa de los nuevos territorios fue asumida por
Alejandro desde sus primeras victorias, con una política plural, divergente y compleja, merced a la propia
heterogeneidad de las condiciones y circunstancias en las que se encontraban los pueblos y ámbitos incluidos en
sus dominios.
Así, otorgó el mando civil y militar de las diferentes regiones de Anatolia y Siria a jefes militares macedonios, a
excepción de Caria, cuyo gobierno civil confió a Ada, hermana de Mausolo. En cambio, en el corazón del Imperio
persa, en el ámbito mesopotámico e iranio, actuaba deliberadamente como sucesor del gran rey aqueménida,
manteniendo la circunscripción administrativa de las satrapías y confiando los cargos de sátrapas tanto a
macedonios como a leales súbditos persas
No obstante, surgieron algunos problemas que amenazaban con quebrar la unidad y la estabilidad. A las
sublevaciones en los territorios recientemente conquistados de algunos sátrapas persas de Media, Persia y
Carmania se sumó un problema aún más grave: la oposición surgida en el seno de los propios macedonios,
motivada en parte, al parecer, por la adopción de Alejandro del ceremonial persa con el que los súbditos
agasajaban a sus soberanos, que incluía la prosternación (la proskynesis).
Los primeros problemas que tuvieron lugar en el entorno de Alejandro parecieron confirmarse en el año 330 a.C.,
cuando Filotas, su amigo de infancia, comandante de la caballería e hijo de Parmenión, fue acusado de traición y
ejecutado, al parecer, por silenciar una conjura contra Alejandro. La condena alcanzó al propio Parmenión, que
había permanecido con parte del ejército en Ecbatana, ante los recelos del macedonio. Algo después, en el año
328 a.C., llevado de un ataque de ira, él mismo asesinó a su amigo Clito, que había manifestado abiertamente su
disconformidad con algunos aspectos del comportamiento de Alejandro. Otras conjuras y movimientos de oposición
fueron acallados con idéntica violencia y determinación.
De regreso de sus campañas de conquista, este clima cargado de problemas latentes explica acaso su supuesta
política de fusión. Así, el matrimonio múltiple celebrado en Susa en el año 324 a.C. parecía propiciar una política
de integración basada en las uniones mixtas: él mismo y unos ochenta generales y oficiales de su ejército
contrajeron matrimonio con princesas y nobles iranias. Alejandro (cultivando la poligamia, habitual en la dinastía
macedonia), después de tomar como esposa a la princesa bactriana Roxana, se unía ahora con Estatira, hija de
Darío III. Con todo, el pretendido deseo de fusión entre griegos y orientales y de concordia universal no fue más
que un acto simbólico, que servía a los propios intereses de Alejandro, en su afán por consolidar su condición de
legítimo sucesor de Darío y de asumir rasgos emblemáticos, al emparentarse con la propia familia aqueménida.
Servía también a sus fines políticos en otra dimensión, al constituir un gesto simbólico de amistad con las
aristocracias iranias.
En la Grecia antigua surgieron las primeras manifestaciones de pensamiento filosófico organizado y sistemático.
Los representantes principales de esta sostenida corriente fueron Tales de Mileto. Sócrates, Platón y Aristóteles.
Decía este último que el origen de la filosofía lo constituye el asombro del hombre y, en consecuencia, la reflexión,
como medio de explicar el mundo que lo rodea y sus elementos integrantes. En el siglo Vil a.C. aparece Tales de
Mileto, quién, no conforme con la primera explicación sobre las cosas, de carácter mítico o sobrenatural, abre paso
a una posición que intenta dilucidar los orígenes, tanto del mundo en sí como del resto de lo existente, y que
también propicia una activa participación en el proceso de desentrañamiento. A este personaje se lo considera “el
padre de la filosofía”.
Con Sócrates se funda e! Humanismo (siglo V a.C.), pues es el iniciador de la escuela que sitúa en el primer plano
de la actividad filosófica al hombre. Para Sócrates, el hombre constituía el primer objeto de estudio, en tanto que
cada individuo debía conocer bien quién era, lo que se sintetiza en la famosa máxima socrática del “Conócete a tí
mismo”. Su doctrina se completaba con la práctica de la virtud -la “arete”-, consistente en hacer bien aquello para
lo cual el hombre ha nacido. Por último, la constante interrogación acerca del qué de todas las cosas -la ciencia, la
virtud, la justicia, etcétera-redondea el concepto de ciencia en la acepción que Sócrates le daba; es decir, saber
bien qué son los distintos objetos de análisis. Su método implicaba el hacer ver a las gentes, por medio de la duda,
lo que en realidad ignoraban.
Un discípulo suyo, Platón, y, a su vez, un seguidor de éste, Aristóteles, configuran la síntesis más alta en cuanto a
pensamiento filosófico de la Grecia clásica. Con ellos la profundización del planteo adquiere características incluso
hoy difíciles de superar. Sus principios forman parte integrante de la esencia misma de la cultura occidental, y el
intento de solución de los problemas prioritarios del ser humano, de la ciencia, el desplazamiento de la concepción
mítica y, en consecuencia, la actitud racional para interpretar el mundo de! hombre son siquiera los objetivos
fundamentales concretados por estos pensadores, en cuyassabias e inagotables fuentes aún bebe el saber
contemporáneo. Además, también en Grecia se produjo el primer sistema de gobierno de carácter democrático,
junto con el auténtico cosmopolitismo, o sea la primera visión de alcances universales de la humanidad después de
la cultura alejandrina.