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Daniel Votán Gómez Navarro Teoría de la Historia II

Teoría de la Historia II

Extraordinario

Las luchas por la memoria

Introducción

La narrativa de los discursos históricos siempre ha estado ligada a una determinada

ideología. No es fortuito que se elogien a algunos personajes o que se guarden incómodos

silencios. Cuando algo se calla es porque se quiere olvidar, dejarlo definitivamente en el

pasado para la Historia. Cuando algo se recuerda, sin embargo, “sigue ahí” de alguna

manera, cristalizado en el presente.

Si bien la Historia siempre se ha encargado de estudiar los acontecimientos pasados desde

un punto de vista crítico y pretendiendo cierta objetividad, no fue sino hasta hace

relativamente poco que nos empezamos a preguntar por la manera en que recordamos las

cosas. La palabra “memoria” se ha vuelto desde entonces el centro de incontables debates

que, aún hoy, no han perdido vigencia.

Hablar de memoria implica no tanto hablar de lo que se está recordando, sino de cómo se

está recordando, y por quién. En América Latina, por ejemplo, el tema de la memoria está

inmerso en una discusión política, especialmente en los países que tienen fresca la huella

del autoritarismo. Existe un esfuerzo particular para recordar, pero también para el olvido.

Este último, además, es promovido por los grupos dominantes, a los que les conviene la

amnesia colectiva.

En este ensayo abordaré los temas de memoria y olvido, para tratar de describir la manera

en que la narrativa histórica se imbuye de política, en sociedades cómo las latinoamericanas

en las que el pasado sigue muy presente.


Daniel Votán Gómez Navarro Teoría de la Historia II

La memoria

Si este ensayo tratará sobre la memoria, lo primero que debemos de hacer es preguntarnos

¿qué es la memoria?

El término “memoria” se puede entender de diversas maneras: Existe la memoria

individual, grupal y en la actualidad hasta la memoria electrónica. En este ensayo nos

centraremos en la “memoria” como un dispositivo social del “recuerdo” o como una

construcción cultural de las sociedades.

Para Augé, la memoria está constituida por una serie de “ficciones” individuales o

grupales, que se “entrelazan” en uno o varios relatos, constituyéndose así una particular

visión de “la verdad”. Es por esto que la lucha por la memoria es la lucha por manejar el

discurso simbólico, por imponer una “ficción” por encima de las demás.

Prosigamos diferenciando Historia y Memoria: Una es una disciplina que permite

comprender la realidad en manera crítica, mientras que la otra es la “construcción”

simbólica que se crea socialmente a raíz de un determinado acontecimiento o suceso

histórico. Dicho en otras palabras:

“Entre el saber científico de los hechos pasados, la historia entendida como un saber acumulativo
con sus improntas de exhaustividad, de rigor, de control de los testimonios, de una parte; y por otra
parte, la memoria de estos hechos pasados cultivada por los contemporáneos y sus descendientes”.1

Para la Historia, la memoria se ha vuelto un objeto de estudio, pues en sus silencios, en su

narrativa y en sus olvidos se encuentra la estrecha relación entre pasado, presente y futuro.

Se puede entender mucho de una sociedad si se estudia la manera en que se transmite la

Historia, en su construcción discursiva.

1
Cuesta Bustillo, Josefina. Memoria e historia. Un estado de la cuestión. Pág. 204
Daniel Votán Gómez Navarro Teoría de la Historia II

Fue la llamada “Nueva Historia” la que redescubrió la importancia de las “ficciones”

sociales, y se determinó a estudiarlas para así encontrar una nueva dimensión de lo

histórico. Usando herramientas que proporcionaban otras ciencias, como la etnología y la

antropología, se desplazó la atención de los fenómenos de larga duración a las pequeñas

“historias” cotidianas, de la gente común que trataba de descifrar los fenómenos históricos

a su manera.

La importancia en el impacto en el imaginario colectivo, sobrepasa a veces al mismo

acontecimiento. Este impacto es tangible muchas veces en las expresiones culturales de los

pueblos: Sus tradiciones, costumbres y en su arte. Cuando se materializa esta relación con

el pasado en el presente, estamos ante lo que Pierre Nora definió como Lieux de mémoire.

Estos Lieux pueden ser cualquier “contenedor” simbólico de la memoria: Un lugar

propiamente dicho, una canción, el fragmento de una novela. A través de ellos es que se

expresa la memoria de un grupo, los procesos inconclusos por los que atraviesa:

“Para ser considerados como tales debe poder caracterizárseles desde los tres sentidos de la
palabra: material, simbólico y funcional; todos ellos con grados diferentes, aunque siempre
presentes.”2

La memoria colectiva subsiste en base a su utilidad o pertinencia a través del tiempo. Si es


relevante al “presente” permanecerá en el universo simbólico de la sociedad en cuestión, y

desaparecerá una vez deje de ser necesario recordarlo. Entonces dejará de formar parte del presente

y pasará formalmente al “pasado”.

La cualidad de un “Lugar” de memoria, en tanto siga recordándose, es su tendencia a


transformarse a medida que se proyecta a través del tiempo. “El lugar es siempre artificio, pues

siempre es construido e incesantemente reconstruido, se caracteriza por su plasticidad que


precisamente le da su capacidad de cambiar perdurando.”3
2
Allier Montaño E. Lugar de memoria’: ¿una categoría para el análisis de las luchas memoriales?
Pág. 88
3
Cuesta Bustillo, Josefina. Op cit pág. 219
Daniel Votán Gómez Navarro Teoría de la Historia II

Al mismo tiempo, la sociedad debe conferirle este sentido en su afán de “recordar”. Si esto

no sucede, estamos ante la presencia del “olvido” del que ya nos ocuparemos.

El olvido

El ejercicio de “recordar” esto es, la base de la memoria, sólo es posible si existe un

olvido de por medio. El olvido es la fuerza natural que nos lleva a preservar solo

determinados acontecimientos. A nivel individual, sería imposible recordarlo todo. El

ejercicio mismo de rememorar conlleva entregarnos al olvido: “en suma, es la fuerza viva

de la memoria y el recuerdo es el producto de ésta.”4

Augé entiende la relación entre memoria y olvido de una manera similar a la vida y la

muerte. Ahí donde la memoria es el pasado en el presente, el olvido ya no es. En términos

colectivos: ya no es para la memoria social, pasa a ser Historia y como tal de interés de

historiadores, pero no ya de importancia simbólica para la colectividad.

El estudio del olvido resulta de gran importancia para entender a las sociedades actuales.

Porqué se olvida y qué se olvida a veces pueden decirnos más que lo que se recuerda o se

pretende conmemorar:

“Todo silencio (u olvido) sostiene un proyecto o una identidad, elimina el pasado en aras de un
presente o de un futuro que se pretende construir o de la unificación e identidad del grupo portador
del recuerdo”5

Sin embargo, es importante distinguir dos clases distintas de “olvido”. El primero, como

parte natural del proceso de rememoración, inseparable de la memoria. En palabras de

Ricoeur: “el olvido puede estar tan estrechamente unido a la memoria que puede

considerarse como una de sus condiciones”6

Por otro lado, está el olvido deliberado y guiado por el interés de un determinado grupo.

Estos “olvidos” suelen ser acordes a un discurso hegemónico, que busca construir la
4
Augé M. (2000), Las formas del olvido. Pág 28
5
Cuesta Bustillo, Josefina. Op cit p+ag 207
6
Ricœur P. (2004), La memoria, la historia, el olvido, pág 546
Daniel Votán Gómez Navarro Teoría de la Historia II

narrativa a su manera. En este sentido, existe una “voluntad de olvido” que conviene

también estudiar. Borrar las huellas del pasado es una práctica tan antigua como la Historia

misma, pues siempre se ha querido dejar de lado cierto pasado incómodo para los que

dominan.

“Apoderarse de la memoria y del olvido es una de las máximas preocupaciones de las clases, de
los grupos, de los individuos que han dominado y dominan las sociedades históricas. Los olvidos,
los silencios de la historia son reveladores de estos mecanismos de manipulación de la memoria
colectiva.”7

La lucha por la memoria

Sin embargo, la memoria no está exenta de tergiversaciones ni “olvidos” deliberados.

Cuando el olvido no está vinculado con una “pérdida de función” del recuerdo, cuando este

es intencionadamente borrado de la cotidianeidad por un determinado grupo, estamos

hablando de lo que Ricoeur llama “memoria manipulada”.

Para esto, Ricoeur relaciona a la memoria con la identidad. Cuando la identidad de un

individuo proviene de su proyección en el tiempo y de una evaluación de su pasado, se le

deja a la memoria una importante función: la de mantener la identidad apegada a su

desarrollo “histórico”. Si se manipula el recuerdo, se puede manipular la identidad, guiarla

hacia cierto ethos que no resulte contrario a los valores hegemónicos.

Así mismo, la memoria manipulada permite legitimar ciertos acontecimientos, a menudo

de importancia fundadora para el estado actual de las cosas. “Lo que celebramos como

acontecimientos fundadores son, en lo general, actos violentos legitimados después por un

Estado de derecho precario; legitimados, en definitiva, por su antigüedad misma, por su

vetustez.” 8

7
Le Goff J. (1991), El orden de la memoria: el tiempo como imaginario. Pág. 134
8
Ricœur P. (2004), La memoria, la historia, el olvido. Pág. 111
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Por ejemplo: El hecho de que celebremos la independencia, tan mitificada, implica el

reconocimiento de nosotros mismos dentro de determinada “identidad”. La manipulación

de la memoria radica en hacernos creer que el acontecimiento “se dio” para darnos a

nosotros libertad de una nación extranjera que nos impedía ser nosotros mismos, cuando en

su momento esta idea ni siquiera existía y lo que hoy llamamos naciones fueron

construcciones a posteriori.

De igual manera, se justifica la dominación y marginación de poblaciones históricamente

despojadas de memoria. Por esta razón, la memoria es parte central de la agenda de muchos

movimientos sociales que buscan se les dé una voz en la narrativa histórica. Se reclama el

derecho a la identidad conferida por la memoria, pero a una identidad auto- asumida, no

impuesta por el discurso oficial.

En este tira y afloje por la memoria colectiva, se cristalizan los lugares de memoria, así

como los de olvido, en el afán de unos por recordar y de otros porque se olvide, de definir

la construcción simbólica en torno a una “ficción” histórica en específico:

“Es pues necesario incluir en la noción el olvido, la amnesia. Y no solo para los pasados recientes,
sino también para aquellos que ya parecen hegemónicos en, o acordados por, una sociedad
cualquiera, pues justamente en estos últimos es en donde más olvidos pueden existir.”9

Retomar los discursos actuales sobre el pasado nos permite criticar estos silencios y

omisiones, no permitir la amnesia. El ejercicio de rememorar es necesario en un contexto

en el que se disputa la memoria del colectivo en base a la ideología hegemónica.

9
Allier Montaño E. Op cit. Pág. 100
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Conclusiones

El presente y su justificación se discuten hoy en una historiografía de la memoria, en la

que el discurso oficial debe ser siempre cuestionado y el pasado debe ser sujeto a crítica.

No se debe dejar espacio al silencio, porque silencio equivale a olvido. La pertinencia de

hablar sobre la memoria está en redescubrir estos olvidos y las trampas del silencio

histórico en los discursos de poder.

En un contexto en el que el olvido es el arma de dominación de unos sobre otros, solo

queda rememorar para luchar por la memoria colectiva. Es preciso preguntarnos porqué

recordamos lo que recordamos, que es necesario olvidar y que hay que impedir a toda costa

que se olvide.

Para nosotros: hay que olvidar las viejas formas por las que se normaliza la dominación:

discursos machistas, racistas y clasistas que buscan imponer una sola “ficción” por encima

de las demás: aquella que apela a una supuesta “inferioridad de facto, justificando un

estatus quo.

También es necesario cuestionar lo que está inmerso en nuestra memoria: Los discursos

nacionalistas ideologizados que de igual forma justifican un cierto orden de las cosas, un

cierto ethos reforzado por la supuesta tradición y enfatizando una identidad construida por

y para la dominación.

El esfuerzo consiste en democratizar la memoria, permitir que más y más voces participen

en la conformación simbólica del imaginario colectivo, para así dictaminar la relación entre

memoria e identidad, y reforzar la construcción de una nueva identidad más libre de la

dominación interiorizada por el discurso hegemónico.

Entendiendo que en la memoria se cristaliza el pasado en el presente, resulta primordial

analizar esta relación desde los ojos críticos y atemporales del historiador. El ejercicio
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consta en tratar de ver desde “afuera” pero en eso está la trampa. A fin de cuentas no se

puede estudiar a la memoria sin estar inmerso en ella y de tener un punto de vista subjetivo

en ella.

La significación de la memoria también cambia con el trascurso del tiempo, y el peso que

hoy se les confiere no será el mismo como tampoco lo será su carga ideológica. Sin

embargo, estos permanecerán en la memoria en tanto mantengan una relación con el

presente.

Para estudiarla, existen muchas posibles aproximaciones. Nunca será suficiente un punto

de vista, en tanto la memoria afecta a las sociedades en más de una manera. El papel la la

Historia está en estudiar esa relación a medida que se proyecta en el tiempo, sin embargo

otras ciencias ofrecerán más aproximaciones al tema. Abundan aportes desde la psicología,

sociología y antropología. Aún queda mucho por discutirse al respecto, sobre todo cuando

el debate político permea en la lucha por la narrativa de la memoria colectiva.


Daniel Votán Gómez Navarro Teoría de la Historia II

Bibliografía

Augé M. (2000), Las formas del olvido. Consultado en:

https://www.academia.edu/5163541/120914196-Las-formas-del-olvido-Auge-Marc

Allier Montaño E. Lugar de memoria’: ¿una categoría para el análisis de las luchas memoriales?

Consultado en: http://publicaciones.claeh.edu.uy/index.php/cclaeh/article/view/19/27

Cuesta Bustillo, Josefina. Memoria e historia. Un estado de la cuestión. Consultado en:

http://cesycme.co/wp-content/uploads/2015/07/memoria-e-historia-un-estado-de-la-

cuesti%C3%B3n.pdf

Le Goff J. (1991), El orden de la memoria: el tiempo como imaginario. Consultado en:

https://pisur.files.wordpress.com/2010/06/22659170-le-goff-jacques-el-or.pdf

Ricœur P. (2004), La memoria, la historia, el olvido. Consultado en: http://mastor.cl/blog/wp-

content/uploads/2015/08/RICOEUR-P.-La-memoria-la-historia-el-olvido-LAV.pdf

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